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Además en nuestro mundo contemplamos cada día el incremento de la violencia (física, verbal,
psicológica…) Las guerras, el terrorismo, los atentados contra la integridad física y moral de
millones de mujeres y niños… ponen de manifiesto unas relaciones internacionales basadas en
la injusticia, en la desigualdad y en la violencia institucionalizada.
¿Qué son los Derechos humanos? ¿Dónde se fundamentan? ¿Qué dice el mensaje bíblico
sobre la dignidad y los derechos humanos? ¿Cómo proteger y promover dichos derechos
humanos? ¿Qué postura tiene la Iglesia frente a las guerras, el terrorismo, la pena de muerte
o la violencia contra la mujer? ¿Qué enseña la doctrina social acerca del orden internacional y
las instituciones que lo dirigen hoy en el mundo?
CONTENIDOS DE LA UNIDAD:
UNIDADES DE COMPETENCIA:
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PRUEBA DE ENTRADA:
DESARROLLO DE CONTENIDOS:
2
En el siglo XVI, la llamada “Escuela del Derecho de Gentes” fue liderada por
grandes teólogos y juristas que sentaron las bases de lo que hoy podemos definir
como derechos humanos. Al hilo del cuestionamiento moral de la Conquista de
América, se proclamó la dignidad y libertad de los indígenas y nativos americanos.
Son de obligada mención pensadores como Francisco de Vitoria, Bartolomé de las
Casas, Suárez o Hugo Groccio.
Fue a fines del s. XVIII cuando se otorgó el reconocimiento jurídico de los derechos
fundamentales de la persona humana, a raíz de la “Revolución francesa” y su
defensa de la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad como síntesis de dichos
derechos plasmados en la famosa Declaración de los Derechos del Hombre y el
Ciudadano de 1789. Y aunque es verdad que no se debió directamente a la Iglesia
la formulación concreta del reconocimiento de dichos derechos fundamentales,
sin embargo este fue posible gracias a la cultura judeo cristiana que estaba de
fondo.
Y llegamos al punto culminante de este breve recorrido histórico: apenas finalizada
la II Guerra Mundial, la ONU promulgó el 10 de diciembre de 1948 la “Declaración
Universal de los Derechos Humanos” en treinta proposiciones fundamentales
aceptadas hoy globalmente, aunque no siempre respetadas y aplicadas. Se amplió
el número de personas a quienes se aplicaba la Declaración respecto a la
Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano de 1789, “a todos los
seres humanos”, que nacen “libres e iguales en dignidad y derechos” (art. 1)1
El papa Juan Pablo II la calificó como “piedra fundamental en el largo y difícil
camino del género humano” reconociendo el equilibrio que dicho documento
guarda entre los derechos individuales y los derechos sociales.
1
Asamblea General de las Naciones Unidas. “Declaración Universal de los Derechos Humanos”. París,
1948
2
J.N. DIEZ ALEGRÍA. “Diritti dell´ uomo”, en Sacramentum Mundi III, 166
3
Pablo VI “Pacem in Terris”. 1963
3
También son características de los derechos humanos su inviolabilidad y su
universalidad. En toda circunstancia o lugar deben reconocerse a todos los seres
humanos. Eso no implica que sean ilimitados puesto que el ejercicio de uno de
ellos termina donde comienza el derecho de las demás personas.
Finalmente son inalienables: tanto por parte de los demás que no pueden privar a
ningún ser humanos de sus derechos fundamentales, como por parte de cada
persona que no puede renunciar a ellos.
4
“imagen” (Gen 1, 27), la igualdad básica y la fraternidad fruto del reconocimiento
de ese Padre común, y el proyecto liberador del Dios cristiano.
En palabras del papa Pablo VI la Iglesia nos enseña que “los derechos humanos
están fundados sobre la dignidad de la persona humana, sobre su igualdad y su
fraternidad”4
En nuestra iglesia latinoamericana el Documento de la IV conferencia, “Santo
Domingo”, al describir los nuevos signos de los tiempos en el campo de la
promoción humana sitúa en primer lugar los derechos humanos (164-168). La
defensa de los derechos de los más excluidos ha dado como fruto la persecución y
el martirio de muchos laicos, religiosos y pastores en América Latina lo que
constituye un signo de esperanza para nuestra época, donde los derechos
fundamentales siguen siendo violados o permanecen desconocidos, cuando no
burlados, u observados de manera puramente formal.
El magisterio latinoamericano enseña que “todo atropello a la dignidad del
hombre es atropello al mismo Dios, de quien es imagen” (Puebla, 306).5 Y la Iglesia
universal, aplicando el principio de bien común, promueve una igualdad esencial
así como iguales oportunidades de vida digna para todos: “Tanto los pueblos como
las personas individualmente deben disfrutar de una igualdad fundamental”
(S.R.S., 33)6
El Concilio Vaticano II nos enseñó que el alma de la Teología es la Palabra de Dios. Por
eso debemos ir a la fuente de nuestra fe cristiana – la Biblia – para descubrir que nos
ha revelado Dios sobre los derechos humanos.
Desde las primeras páginas de la Biblia se afirma que el hombre ha sido creado a
imagen y semejanza de Dios (Gen 1, 26-27). Ahí reside su dignidad.
El Dios que se revela en el mensaje del antiguo testamento es un Dios liberador, que
oye el grito de su pueblo oprimido por Egipto, se conmueve, y decide enviar a Moisés
para liberarlo de la esclavitud (Ex 3, 16-17). Yahvé, el Dios de Israel, ante los atentados
contra la dignidad del ser humano no permanece impasible. Decide intervenir para
devolver dicha dignidad a su pueblo.
4
PABLO VI, Mensaje radiofónico de Navidad, AAS 57 (1968) 178.
5
CELAM, Documento de Puebla. 1968
6
S.JUAN PABLO II. Solicitudo Rei Socialis. 1987
5
En la misma línea de revelación bíblica, la ley mosaica determina que no haya “ningún
pobre a tu lado” (Dt 15, 4), ya que Dios quiere una vida digna para todos sus hijos e
hijas. El Dios de Israel es el Dios de la Vida, y una vida abundante para todos.
La práctica israelita del año sabático y jubilar que se recoge en los códigos del libro de
Levítico y Deuteronomio (Lv. 25, 2. 21-22; Deut. 15,23; 24, 19-22) nos revela que la
tierra es de Dios y es un regalo para todas sus creaturas. Se impone así la prohibición
de la acumulación de ésta, y se invita al perdón de deudas y a la liberación de esclavos,
para restaurar el orden originario del proyecto divino.
Los profetas de Israel, en nombre de Dios, denuncian las prácticas que niegan la
dignidad humana. Y revelan que el culto que quiere Yahvé debe estar acompañado de
justicia y solidaridad hacia “la viuda, el huérfano, y el extranjero” (Is 1, 12-17).
Para cerrar este breve recorrido por el mensaje del primer testamento, podemos ver
que los pecados sociales más graves (asesinato, esclavitud, violencia…) claman al cielo
(cfr. Ex 3, 7; Gn 4, 10) porque violan la vida humana.
En continuidad con este mensaje bíblico, y para darle plenitud, la práctica de Jesús nos
revela a un Dios solidario con el ser humano y defensor de su plena dignidad.
SANTO DOMINGO 165: «La Iglesia, al proclamar el Evangelio, raíz profunda de los
derechos humanos, no se arroga una tarea ajena a su misión sino por el contrario
obedece al mandato de Jesucristo al hacer de la defensa del necesitado una
exigencia esencial de su misión evangelizadora»
Una manera gráfica de definir la Doctrina Social de la Iglesia es que esta surge
como una defensa explícita y radical de la dignidad humana. En este sentido
podemos afirmar que el reconocimiento de dicha dignidad y de los derechos
fundamentales de toda la humanidad es el eje transversal del pensamiento y la
acción social de la Iglesia a lo largo de su historia. Oswald Von Nell Breuning, sj,
decía que la doctrina social de la Iglesia cabe en la uña de un dedo donde puede
escribirse la palabra “persona”.
6
Pero no resulta tan sencillo revisar la actitud y postura de la Iglesia hacia los
derechos humanos. Cada documento y declaración deberemos situarla en el
contexto histórico y en el momento concreto de evolución de la doctrina social de
la Iglesia para interpretarla objetivamente.
Así, documentos como la Mirari vos de Gregorio XVI (1832), Quanta cura o el
Syllabus de Pio IX (ambos de 1864) se comprenden en un momento histórico en el
que la Iglesia se sentía amenazada por el movimiento secularizador y defensor de
las libertades de la sociedad moderna de mediados del s. XIX, especialmente en
Europa.
El papado de León XIII supuso un giro respecto a la actitud de la Iglesia hacia el
mundo moderno emergente, acogiendo algunos postulados liberales y
mostrándose más tolerante hacia las libertades. Su mayor aporte en este sentido
fue la defensa que de los derechos humanos hizo en su encíclica “Rerum
Novarum” (1891)
El papa Pío XII observó silencio frente a la Declaración de los Derechos del Hombre
de 1948. Su conocida reserva hacia dicha declaración tenía su fundamento en la
ausencia de referencias explícitas a Dios y por la desconfianza que venía de hace
ya tiempo en la Iglesia hacia la modernidad. Esto no supuso que Pío XII se opusiera
a los derechos humanos, puesto que en contadas oportunidades habló de ellos y la
urgencia de su defensa y protección.
7
VATICANO II. “Dignitatis Humanae”. 1965
7
Juan Pablo II afirmó en el año 1984 que “la promoción de los derechos humanos es
requerida por el Evangelio y es central en el ministerio de la Iglesia”.
Una buena síntesis de la aportación de la Doctrina Social en este campo de los
derechos humanos es un documento que la Comisión Teológica Internacional
publicó en 1983: “Dignidad y derechos de la persona Humana”.
José Manuel Caamaño8 resume dicho documento en cinco afirmaciones
fundamentales que a continuación recogemos:
8
CAAMAÑO LOPEZ, JOSÉ MANUEL. “Pensamiento Social Cristiano abierto al siglo XXI”. Ed. Sal Terrae
(págs 115 a 117)
9
BENEDICTO XVI. “Caritas in Veritate”. 2007
8
El derecho a la vida implica también acabar con el escándalo ético del hambre en
el mundo. Dice el papa Benedicto: “es necesario que madure una conciencia
solidaria que considere la alimentación y el acceso al agua potable como derechos
universales de todos los seres humanos, sin distinciones ni discriminaciones” (C.V.
27)10
Otras consecuencias son: la oposición al armamentismo y los ingentes gastos
militares, la prohibición de toda guerra, la abolición de la pena de muerte, la
persecución del tráfico y consumo de drogas, o el irresponsable manejo en el
tráfico, entre otras prácticas que atentan directamente contra el derecho a la vida.
La pobreza tiene rostro de mujer. Así lo reflejan los siguientes datos del mundo en
el que vivimos:
Bajando a detalles se sabe que una de cada tres mujeres en el mundo sufre la
violencia, y en la mayor parte de las situaciones causada por miembros de su
propio entorno (familiares, conocidos…)
El 70% de los adultos analfabetos son mujeres. Y aún no se logra la igualdad en
cuanto al salario por el mismo trabajo, a la representación política o en cargos
dirigentes.
La causa de estas situaciones la podemos encontrar en que, tradicionalmente la
mujer ha sido considerada inferior al varón (en inteligencia, capacidad física…)
sometida al esposo, relegada a las tareas domésticas, y a menudo objeto sexual o
de explotación. La Biblia no escapa de esta mentalidad, especialmente en el
Antiguo Testamento.
Pero no debemos pasar por alto la práctica y la enseñanza de Jesús en relación a la
mujer. Fue un actuar que las dignificó.
10
ídem
9
“Torá”. Además se la consideraba impura durante la menstruación o después
del parto.
- Un resumen de toda esta situación denigrante es la oración del Rabino Jehuda:
“Bendito Dios porque no me has creado pagano, ni mujer ni ignorante”.
- Acepta a mujeres entre sus seguidores (Mc 15,40; Lc 8, 1-3) porque tienen
derecho a escuchar la palabra de Dios.
- Defiende a la mujer en el matrimonio, condenando la poligamia y el repudio
(Mc 10,1; Mt 19,1)
- Destruye la imagen de mujer objeto o relegada a las tareas domésticas. En Lc
11, 27-28 Jesús enseña que la mujer no solo es para la maternidad. Igual en Lc
10, 38-42 con Marta y María, nos enseña que no quedan solo para el hogar.
- Se mostró cercano a ellas, son sus amigas, las cura, toca, las defiende, se deja
besar por una prostituta.
- Finalmente habla del reino y de Dios con una imagen de mujer (Lc 15, 8-10)
“No se puede entender una Iglesia sin mujeres. Pero mujeres activas en la
Iglesia, con su perfil, que vayan adelante. En la Iglesia hay que pensar en la
mujer en esta perspectiva de decisiones arriesgadas, pero como mujer. Creo
que todavía no hemos hecho una profunda teología de la mujer en la Iglesia.
Sólo un poco de esto y de lo otro: lee la lectura, mujeres monaguillo, es la
presidenta de Cáritas…Pero hay más. Hay que hacer una profunda Teología de
la mujer», afirmó el papa Francisco en la Jornada Mundial de la Juventud en
Río de Janeiro, en el 2013.
11
En J. HERSCH. “El derecho de ser hombre. Antología”, Sígueme-Unesco. Salamanca 1973, 24 (n.14)
11
“La lucha por los derechos humanos universales ha sido siempre y en todo lugar una lucha
contra todas las formas de tiranía e injusticia: contra la esclavitud, contra el colonialismo,
contra el apartheid… Mis queridos jóvenes amigos, aquí en esta sala y en todo el mundo: los
ideales de los derechos humanos son los ideales de la esperanza y la humanidad. Su
idealismo les inspira fe en nuestro futuro común y los alienta a construir un futuro más justo
y compasivo que el pasado.
Ustedes los jóvenes son los que tendrán que convertir estos derechos en realidad, ahora y
para siempre. Los derechos humanos son sus derechos: abrácenlos, defiéndanlos,
promuévanlos, compréndanlos e insistan en ellos, aliméntenlos y refuércenlos.
Ellos son el verdadero reflejo de las más altas aspiraciones de la humanidad. Son lo mejor del
ser humano. Denles vida” Kofi Annan, Secretario General de Naciones Unidas, 10 de
diciembre de 1997 (cincuentenario de la Declaración Universal de Derechos Humanos”
CUESTIONARIO PERSONAL
Octogésima Adveniens, 23
Santo Domingo, 164-168
Eclesia in América, 19
CONCILIO VATICANO II, Gaudium et Spes 25; Dignitatis Humanae 1
PONTIFICIA COMISION ‘JUSTICIA Y PAZ’, La Iglesia y los derechos del hombre 70 -
90, (1975)
JUAN XIII, Pacem in Terris (1963)
BENEDICTO XVI, Caritas in Veritate: 22, 27, cap 4º,56
V CONFERENCIA DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO, Mensaje final de
Aparecida (2007): 112
FRANCISCO I, Laudato Si (2015): 30, 93, 158, 185, 189-198
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