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Por qué la vacuna de la gripe no es necesaria, científica ni pertinente

Grupo I.S.I.S.: Por un replanteamiento abierto, democrático y ético de nuestra ciencia

I.S.I.S. 10:
Por qué la vacuna de
la gripe no es
necesaria, científica
ni pertinente

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02 – PRIMERA PARTE:
¿Por qué no consideramos necesaria la

vacuna de la gripe común?

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Son muchas las razones que podríamos presentar en este sentido, pero nos
limitaremos a reflexionar sobre tres de ellas. Tres razones que consideramos
especialmente relevantes: La gripe es un proceso banal, los procesos calientes
previenen la aparición de enfermedades frías y la mejor inmunidad es la
inmunidad natural.
*
La gripe es un proceso banal
Muy a pesar de lo que dicen quienes viven de la gripe y de sus campañas de
vacunación, la gripe es una infección banal. Tal es nuestra visión del mundo.
Tal es nuestra forma de actuar en coherencia con ella. Las personas que fallecen
en el contexto de una gripe lo hacen por otras CAUSAS SUBYACENTES: a
veces se trata de otras enfermedades, a veces de causas mucho más sutiles cuya
descripción excede el objetivo de este escrito. Es sobre estas causas subyacentes
que verdaderamente estaría justificado incidir. Pero hacerlo NO implica más
vacunas NI más fármacos, sino precisamente MENOS VACUNAS, MENOS
FÁRMACOS y UN ESTILO DE VIDA MÁS ARMÓNICO. Es bien sabido que
lo que nos está enfermando es nuestro estilo de vida: una alimentación insana,
el sedentarismo, las toxinas ambientales, la sobremedicación, el estrés, la falta
de descanso, el miedo, la ausencia de sentido vital, la angustia existencial, etc.
Precisamente lo que se nos ofrece desde el emporio del ocio, a través de los
medios de comunicación y propaganda y desde el complejo entramado
formado por grandes corporaciones asociadas entre sí: el Complejo Farmacéutico-
Petrolífero, el Complejo Industrial Alimentario, otros complejos menos legales y
menos visibles y determinados grupos de control mundial. La O.N.U. o la

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O.M.S., por citar algunos, financiados directa o indirectamente por muchas


corporaciones pertenecientes a estos complejos no pueden decretar
recomendaciones contrarias a sus intereses. ¿Cómo morder la mano que les da
de comer? No pueden pretender entonces que los/as ciudadanos/as confíen en
ellas. Ésta es básicamente la razón por la no se incide en las antes referidas
causas subyacentes: simplemente, NO ES RENTABLE. Hacerlo acabaría con el
emporio construido por unos pocos.
‘Casualmente’, de las nocivas consecuencias que para nuestra salud tiene la
forma de vida explícita o implícitamente recomendada desde los organismos
oficiales se benefician las mismas personas que están detrás de ella. Si a la
O.M.S. le preocupara verdaderamente la salud global, alertaría por ejemplo de la
necesidad de modificar el sistema de producción intensiva de alimentos: el uso
intensivo de las tierras, el radical proceso de refinado, el maltrato animal…
subyacen de forma llamativa a los problemas de salud antes descritos. Se habla
de vacunación para prevenir la gripe, pero nada se dice del cuadriplicado
consumo de azúcar refinado, del consumo diario de carnes y derivados
procedentes de ganado engordado y maltratado o del ritmo de vida estresante
que deprime el sistema inmunológico de los/as ciudadanos/as. Son cuestiones
que no pueden tocar. De hacerlo, el dueño les dejaría de dar comida. El
hermanamiento entre el Complejo Farmacéutico-Petrolífero y el Complejo
Industrial Alimentario hace que los mismos productos que generan beneficios
millonarios por sus ventas contribuyan después a la aparición de

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enfermedades que generarán nuevos ingresos por ventas de medicamentos1.


Se perpetúa así la rueda de consumo ad infinitum.

**
Los procesos calientes previenen la aparición de enfermedades frías

Se denomina proceso caliente a aquel que cursa con manifestación/disipación de


calor. Las dos formas principales que ha adquirido evolutivamente nuestro
organismo para disipar calor son la fiebre y la inflamación aguda. Por motivos
(biofísicos, bioquímicos, biológicos y sutiles) que no trataremos en este escrito,
esta disipación de calor es un mecanismo de autorregulación codificado
milenariamente en nuestros genes. El calor (sea en forma de fiebre, sea en forma
de inflamación) es la principal fuente se disipación de entropía en cualquier ser
vivo que habita sobre la Tierra, incluida ésta. El calentamiento global no es sino
un mecanismo autorregulativo de la Tierra. La entropía, de manera simplificada,
es una medida del desorden biológico acumulado en un ser vivo. Un exceso de
entropía significaría un exceso de desorden biológico, por tanto disregulación

1
Por ejemplo, la agricultura intensiva cada vez produce más (es decir, cada vez tortura más el suelo
con fines productivos), por ende cada vez factura más a la vez que se da un empobrecimiento
proporcional de los alimentos comercializados en sustancias imprescindibles para nuestra salud
(vitaminas, minerales, ácidos grasos poliinsaturados, fibra, oligoelementos y antioxidantes). A esta
dinámica contribuyen los medicamentos, los alimentos cada vez más empobrecidos, los Organismos
Modificados Genéticamente (OMGs) o transgénicos, los pesticidas, pero también otros tipos de toxinas
como las drogas legales, las drogas ilegales, las toxinas ambientales, la industria del ocio enajenador, la
industria del miedo, etc.

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y/o enfermedad. Mientras que una baja entropía indicaría un bajo nivel de
desorden biológico y, por tanto, regulación y/o salud.
Gracias a esta disipación de entropía un organismo elimina desorden biológico
y recupera armonía y coherencia. Por tanto, cualquier medida que impida esta
disipación de entropía empuja al organismo hacia el desorden biológico, es
decir, hacia la enfermedad y/o la muerte biológica (según el grado de
desorden). Además, esta disipación de entropía es imprescindible para que un
organismo desarrolle grados de mayor complejidad en cualquiera de sus
dimensiones2. Si no hay disipación de entropía, no hay crecimiento en
complejidad. Si nos centramos en el ser humano, concretamente en su
dimensión bioquímica, la fiebre es imprescindible para que el sistema
inmunológico adquiera un grado de mayor complejidad adaptativa, que es lo
que denominamos inmunización. Dicho más llanamente, cada vez que se corta
una fiebre se impide el proceso de inmunización. Es una de las razones que
justifican el incremento de la incidencia de infecciones de repetición en la
infancia3. Por tanto, toda fiebre o toda inflamación aguda, sean desencadenadas
por infección, vacunación, traumatismo, emoción… componen un proceso
caliente.

2
El premio Nobel de Física Ilya Prigogine denominó estructuras disipativas a estos órdenes crecientes de
complejidad obtenidos a partir de la disipación de entropía.
3
Mientras los/as pediatras sigan cortando la fiebre, los/as niños/as no podrán inmunizarse y seguirán
teniendo infecciones de repetición. Es algo que cualquier biólogo/a mínimamente formado/a en
biología de vanguardia puede corroborar.

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Se denomina proceso frío a aquel que cursa sin disipación de calor. No hay fiebre
ni inflamación aguda intercurrente. Puede haber inflamación crónica a nivel
celular, pero este tipo de inflamación no cursa con disipación de calor. Dentro
de estos procesos fríos tendríamos las enfermedades crónicas y degenerativas,
el cáncer, muchas enfermedades autoinmunes (artritis reumatoide, lupus,
espondilitis anquilopoyética…) y muchos desequilibrios metabólicos (diabetes
mellitas, hipertensión, obesidad…). ‘Casualmente’, son las enfermedades
epidémicas de las sociedades industriales. ‘Casualmente’ se han disparado
desde que se ha impuesto una medicina alopática sobre-intervencionista que
basa sus tratamientos en la inhibición sistemática de síntomas (encabezada por
los fármacos para la fiebre y para la inflamación), es decir, en la inhibición de
todos los procesos calientes autorregulativos. Y es que los procesos calientes son
manifestaciones autorregulativas que nuestro organismo activa sabiamente
para:
- En el nivel subatómico: Disipar entropía y alejarse del orden
termodinámico, que implicaría la muerte biológica del organismo.
- En el nivel celular: Gracias a estos procesos calientes se activan respuestas
bioquímicas que ayudan a drenar y limpiar el organismo, reparar lesiones
celulares, reequilibrar el estado ácido-base, modular posibles procesos de
inflamación, optimizar las vías de extracción de energía, inmunizarse…
- En el nivel energético: Gracias a la disipación de entropía es posible
armonizar desequilibrios en los diferentes canales energéticos existentes en
nuestro organismo.

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- En el nivel emocional: Los grandes desequilibrios emocionales precisan


fuertes manifestaciones entrópicas para su armonización. Es por ello que
en muchos tratamientos sutiles se observa a la persona activar profundas
crisis emocionales (llanto, risa, espasmos musculares, tiritonas…)
- En el nivel espiritual: La meta-noia y el proceso de toma de conciencia es
frecuente que cursen con intensos procesos de disipación de entropía
(procesos calientes).

Podría extrañarle al lector/a que haya mezclado entropía con emociones y


espíritu, pero ¿quién no ha tenido un proceso febril (disipación de entropía) en
el contexto de una tristeza profunda por una mala noticia?, ¿quién no ha
manifestado procesos febriles o inflamatorios de repetición en el contexto de
una crisis existencial o espiritual? Es bien sabido que cuando una persona se
encuentra sumida en una situación personal verdaderamente difícil, su salud
física se debilita. Cierto es que nuestro sistema psicoemocional induce cambios
en nuestro sistema inmunológico y hormonal, al igual que sucede en sentido
contrario. Pero no se trata de un proceso mecánico, sino de un proceso mucho
más sutil. Cada una de nuestras células tiene conciencia de lo que sucede en el
resto de nuestro Ser. Cuando estamos saturados/as de toxinas (bioquímicas,
electromagnéticas, emocionales) o cuando nos encontramos en un punto de alta
inestabilidad (caos biológico), nuestras células son capaces de activar un proceso
caliente que nos sirve de limpieza y depuración. Una buena fiebre, una buena
diarrea, una buena eliminación de mucosidad en forma de tos o rinitis, una
buena inflamación… cualquiera de ellas es una manera de recuperar el orden

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biológico y la armonía perdidos. No es una cuestión de azar ni de mecánica. Es


una cuestión de inteligencia celular. Desde la ciencia materialista se sigue
hablando de que esas cosas suceden porque el sistema inmune se deprime
(aunque apenas se sepa nada del sistema inmune) o porque los genes se activan
al azar (a pesar de que apenas se conoce el 3% de nuestro genoma). Desde una
visión holística sabemos que se trata de respuestas que todo ser vivo activa
para seguir su proceso de evolución y aprendizaje. Es un despropósito, por
tanto, cortarlas.

Los virus de la gripe están siempre por ahí pululando, siendo máxima su
incidencia en las épocas frías. Los mismos virus de la gripe afectan cada
temporada a unas personas y a otras no. Los mismos virus de la gripe afectan
unas temporadas a una persona y otras temporadas no. No es cuestión de azar.
Es mucho más sencillo. Es mucho más sabio: activamos procesos calientes
(como una infección gripal) cuando nuestro organismo necesita disipar
entropía para recuperar la armonía en alguno o todos sus niveles de
funcionamiento. Realmente habría que hablar de nuestro Ser, que es mucho
más complejo que nuestro organismo:

Contraemos un proceso caliente como la gripe cuando necesitamos


disipar entropía para recuperar la armonía en alguno o todos nuestros
niveles de complejidad (biofísico, bioquímico, biológico, mental, emocional,
espiritual).

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Los microorganismos (virus, bacterias, levaduras…) pasan de ser los villanos


propuestos por la medicina mecanicista (que hay que eliminar a cualquier
precio) a ser los aliados propuestos por la visión holística de la vida, que, lejos
de eliminar, hemos de agradecer, pues nos valemos de ellos para activar
procesos de curación. La vida pasa de ser una amenaza continua en la que
hemos de estar constantemente alerta y con la guardia en alto a ser una
manifestación maravillosa de procesos energéticos sutiles que apenas
alcanzamos comprender.

Por tanto, las medidas como la vacunación, dirigidas a evitar que manifestemos
procesos calientes, no sólo no están exentas de riesgo (como describimos
extensamente en otros textos) sino que impiden la principal respuesta
adaptativa que tenemos para evitar la aparición futura de enfermedades frías. En
la propia medida preventiva (vacunación) está el factor de riesgo de la
enfermedad (enfermedad fría). No significa unívocamente que vacunación sea
sinónimo de error terapéutico. Pero sí significa que HAY QUE
REPLANTEARSE la cuestión de la vacunación, sobre todo de la vacunación
poblacional (masiva), a la luz de los nuevos conocimientos aportados por las
ciencias de vanguardia y las ciencias sutiles. Negarse a debatir sobre esta
cuestión es dar la espalda a la ciencia abierta y libre y engañar a los/as
ciudadanos/as que han depositado su confianza en la medicina moderna.

Por tanto, hoy por hoy no podemos decir que esté científicamente
justificado evitar o cortar los procesos calientes. Más bien habría que
favorecerlos. ¿A qué puede responder la obsesión por hacerlo? Entre las

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muchas razones existentes, hay una especialmente alarmante que creemos


merece reflexión:

Los procesos calientes son incómodos pero banales y permiten que nuestro
sistema inmune madure y ejerza su función adecuadamente. Las enfermedades
frías son graves e incapacitantes y contribuyen a la creación de una sociedad
enferma y dependiente. A mayor discapacidad y dependencia, mayor
consumo. A mayor consumo, mayor beneficio para algunos. Una enfermedad
crónica pero no mortal es todo un negocio para quien vende fármacos. Hay
un silogismo extremadamente sencillo de comprender:
1) Premisa #1: Yo, que me dedico a la producción y comercialización de fármacos;
cotizo en bolsa.
2) Premisa #2: Se sabe que, por dinámica de mercado, si mis valores caen durante
unos cuantos días seguidos muchos accionistas pueden decidir venderlos e
invertir en otros. Esto sería un descalabro para mi empresa.
3) Conclusión: he de hacer todo lo posible para no perder valor en el mercado
bursátil.

Las empresas que cotizan en bolsa no pueden permitirse perder valor, salvo
anecdóticamente. Sabiendo que desde 1975 la industria farmacéutica está
viviendo la peor de sus crisis (como describiremos en la quinta parte de este
documento), la única manera de que no se produzcan pérdidas catastróficas
es INCREMENTAR SUS VENTAS CADA AÑO.

He aquí la primera contradicción: si el fin último de los laboratorios


farmacéuticos es la óptima salud de la población, como reza su evangelio,

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EN SU ÉXITO VA IMPLÍCITO SU FRACASO. Si la población alcanzara un


estado de salud óptima, sus ventas se derrumbarían. Nadie habría de tomar
medicamentos.
La segunda contradicción es que sólo hay dos formas de incrementar sus
ventas cada año:
1) Apareciendo nuevas enfermedades crónicas pero no mortales y nuevas
pandemias anunciadas devastadoras.
2) Que los fármacos no curen a nadie, sólo palien síntomas. Si verdadera-
mente los fármacos curaran y no aparecieran nuevas enfermedades, las
ventas se desplomarían y tendrían que cerrar el negocio. Es por ello que
se retiran con inusitada frecuencia los fondos de los proyectos de
investigación involucrados en el desarrollo de moléculas demasiado
efectivas.

¿Alguien considera casual que estén apareciendo nuevas enfermedades de


evolución crónica pero no mortal y nuevas pandemias que se presentan por
los gestores del mercado como catastróficas? ¿Alguien considera casual que
cada vez se responda peor a los tratamientos alopáticos y se precisen
medicamentos más agresivos?

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***
La mejor inmunización es la inmunidad natural

Si de inmunidad se trata, ¿cómo defender una intervención (como la


vacunación) no exenta de riesgos que induce una inmunización en un
porcentaje bastante cuestionable de casos (como se recoge en la bibliografía
científica) y, además, poco duradera (una o dos temporadas), cuando se sabe
que la inmunidad natural inducida por el proceso gripal en sí es duradera
(incluso cuatro o cinco décadas, posiblemente más), es específica y, además, es
gratuita? ¿Estará en este último atributo el verdadero quid de la cuestión?

Expuestas de manera resumida estas tres razones, compete al lector/a sacar las
conclusiones que consdiere oportunas y actuar en consecuencia. El proceso de
información al que podemos aspirar en relación con el tema abordado queda
concluido.

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