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Juan 15: 1 – 10
¿Qué es la vid?
La vid, es una planta trepadora de tronco retorcido con ramas tiernas y largas,
flexibles y nudosas, que brotan de la planta. Esta planta se cultiva en todas las
zonas templadas. Su fruto es la uva.
En el Antiguo Testamento la vid representa al pueblo de Israel que es amado y
protegido del Señor, pero que por su orgullo, testarudez, idolatría y desobediencia
continua, se convirtió en una vid salvaje que solo producía uvas amargas.
En el Nuevo Testamento: la condición de vid pasa del pueblo de Israel a Jesús.
El lugar de Israel como pueblo de Dios es ahora tomado por Jesús (la vid, y sus
discípulos las armas)
Ya no es por la sangre judía que el pueblo de Israel se conecta o se relaciona con Dios,
a través de sacrificios, es ahora por su relación con Jesús.
La vieja comunidad cesa de existir para establecerse una nueva: la relación de Jesús
con sus discípulos y con nosotros. Es nuestra relación con Jesús lo que nos conecta a la
vid de Dios.
Las partes de la vid:
1. Tronco
2. Ramas
3. Hojas
4. Flores y
5. Frutos
Jesús es la vid verdadera, y los pámpanos (ramas) los que hemos nacido de nuevo.
El papel de labrador lo tiene Dios ya que se encarga de sacar el fruto de nosotros
La vid requiere tres (3) cosas:
1. Requiere de un labrador que la cuide.
2. Requiere de una poda.
3. Requiere de ramas que produzcan frutos y más frutos
Las ramas son de la misma naturaleza que la planta, y tiene una sola vida y un
espíritu con ella, por ello es necesario:
1. Una total consagración, así como las ramas viven solo para producir frutos,
así nosotros debemos vivir para producir frutos.
2. Una absoluta dependencia, así como las ramas dependen para su subsistencia
del alimento que la vid le suministra, así debe ser nuestra dependencia en Cristo.
3. Una confianza absoluta (comparable a nuestra fe) así como las ramas se
someten y dependen de la vid para poder recibir, incluso la salud, así debemos
someternos y depender para poder recibir: Yo puedo todas las cosas a través de
Cristo que me fortalece
2 Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva
fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto.
3 Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado.