Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
DOCENTE:
DAVID CALIZAYA PINTO
NOMBRES Y APELLIDOS:
Rocio, VISSE BARIO.
Laura Esthefany, SAIRA MAMANI.
Ricky Martin, TICONA RODRIGUEZ
Assenet, FIGUEROA ESCALANTE.
Elizabeth, TICONA QUISPE
CICLO Y SECCIÓN:
V - “B”
PERU – MOQUEGUA
2018
EL PROCESO
¿QUÉ ES EL PROCESO?
El proceso es también lo dijimos el conjunto de actos dirigidos a ese fin: la resolución
del conflicto (composición del litigio, satisfacción de pretensiones, etc.). Y resulta,
en último término, un instrumento para cumplir los objetivos del Estado: imponer a
los particulares una conducta jurídica, adecuada al derecho, y, a la vez, brindar a
estos la tutela jurídica.
Por lo tanto, el proceso es el medio adecuado que tiene el Estado para resolver el
conflicto reglado por el derecho procesal, que establece el orden de los actos
(procedimiento), para una correcta (legal) prestación de la actividad jurisdiccional.
Que, recordemos, se pone en marcha, normalmente, cuando una de las partes ejerce
su derecho (poder) de acción.
Los problemas doctrinarios que plantea el tema del proceso son dos: su fin o función
y su naturaleza.
El problema del fin del proceso es el de saber para qué sirve. Hasta ahora hemos
hablado de la solución del conflicto, pasando por encima del tema, es decir,
ignorándolo. Pero la doctrina discute sobre si se trata de resolver litigios, conflictos
de intereses o satisfacer pretensiones, si se trata de la solución de un conflicto social
(sociológico) o simplemente jurídico, o mixto, etc.
Es GUASP quien hace una clasificación entre doctrinas sociológicas y jurídicas, según
consideren el proceso como la resolución de un conflicto social o entiendan que su
función es la aplicación (actuación) del derecho objetivo o de la protección de los
intereses subjetivos (o ambas).
Frente a esta doctrina se alzó en Italia la de otro gran maestro, CHIOVENDA, que
señala, como función del proceso, “la actuación de la ley”, colocando el punto de la
observación en la aplicación del -derecho objetivo, y enfatizando la finalidad pública
del proceso ante la otra privada (de resolver conflictos intersubjetivos).
La objeción principal a estas teorías es que hay procesos sin conflicto. Es decir, hay
procesos sin contradicción (en rebeldía) o sin que el reclamo tenga un apoyo jurídico
(pretensión totalmente infundada, que igual debe dar lugar al desarrollo del proceso,
sin perjuicio de que la sentencia final la rechace); y procesos en que la pretensión
no aparece, al menos en el inicio, como en el penal (o en sistemas de actuación de
oficio).
Entre nosotros, BARRIOS DE ÁNGELIS y luego en España FAIRÉN GUILLÉN, aún sin
conocer su posición- ha modificado esta teoría sosteniendo que la finalidad no es la
de satisfacer pretensiones, sino la de excluir la insatisfacción. Porque, dice, la
satisfacción de las pretensiones no es más que un modo de presentar otra cosa que
se oculta atrás, la realidad que queda detrás de la pretensión. Es la afirmación de la
existencia de una diferencia entre la realidad de hecho y la que garantiza la norma.
El que pretende el pago del préstamo, es porque afirma que existe un no pago frente
a la norma que establece la obligación de pagar. Esa diferencia entre lo que es y lo
que debe ser, es la insatisfacción, que puede ser distinta de la pretensión. Y que
puede llegar al proceso ya sea por la pretensión, en el sentido de
Para ello estudiaremos las diversas doctrinas que han existido, siguiendo, dentro de
lo posible, el orden cronológico en que han aparecido.
Esta doctrina parte de la afirmación de que existe una convención entre el actor y el
demandado, convención que fija determinados puntos de discusión y que otorga la
autoridad al juez. El antecedente de ella lo encontramos en la LITIS contestatio del
derecho romano, la cual significa un acuerdo de voluntades con el que se
investía del poder al iudex (árbitro). En este acuerdo se hacía novación de los
derechos de las partes y de ahí en adelante su situación jurídica, a resolver por el
juez, nacía del acuerdo.
Esta teoría, cuyos antecedentes se hacen remontar a las ideas de HEGEL y aun
juristas medievales fue expuesta orgánicamente y los presupuestos procesales.
Afirma que la actividad de las partes y del juez está regida por la ley y que el orden
establecido para regular la condición de los sujetos dentro del proceso, determina
en el complejo de derechos y deberes a que se está sujeto cada uno de ellos,
tendiendo a un fin común. Es seguida por la mayor parte de los más notables
procesalistas –entre quienes se halla CHIOVENDA-, aunque también se señalan
importantes disidencias, como veremos exponer el resto de las doctrinas
La relación jurídica procesal es un aspecto del resto del derecho concebido como
relación entre sujetos. Aquí se produce un vínculo jurídico, primero entre las partes
entre sí, luego entre ellas y el juez.
En este aspecto, la teoría de la relación jurídica tiene diferentes variantes. Se produce
en el proceso, dice CHIOVENDA, un estado de pendencia desde que se presenta la
demanda, y con mayor razón cuando se contesta. En efecto, antes de ser juzgada
ella debe ser examinada y esto produce la relación entre las partes.
Lo cierto es que se observa, dentro del fenómeno procesal, a sujetos de derecho que
actúan con poderes y ligamientos (jurídicos) en una típica relación, cuyos caracteres
veremos al examinar las conclusiones de este tema.
Esta teoría de debe a JAMES GOLDSCHMIDT, quien niega las afirmaciones de los
autores de la teoría anterior. Considera que no puede hablarse de relación jurídica
en el proceso, puesto que los imperativos referidos al juez (deber de decidir la
controversia, especialmente) son de naturaleza constitucional y no procesal y se
derivan no del juicio, sino de su cargo de funcionario público. En cuanto a las partes,
tampoco existen los derechos y deberes propios de la relación jurídica (de derecho
civil, por ejemplo) sino una cosa diferente.
Afirma GOLDSCHMDT, que las normas jurídicas cumplen diversa función, según el
punto de vista desde el cual se las examina. En la función extrajudicial (estática), las
normas representan imperativos dirigidos a los ciudadanos (deberes y derechos); en
su función judicial (dinámica), dichas normas constituyen medidas con arreglo a las
cuales el juez debe juzgar la conducta; en el proceso dejan de ser imperativas, para
asumir la función de promesas o amenazas de determinada conducta del juez. No
hay verdaderos derechos, sino posibilidades de que el derecho sea reconocido,
expectativas de obtenerlo, y cargas que son imperativos o impulsos del propio
interés: si no se hace tal cosa, sobreviene tal desventaja. En lugar de relaciones
jurídicas (con derecho y deberes), el proceso creo a nuevos nexos jurídicos. Los
cuales se hallan referidos a la sentencia judicial que las partes esperan. Se trata más
bien de una situación jurídica que el citado autor define como el estado en que una
persona se encuentra desde el punto de vista de la sentencia judicial que espera,
con arreglo a las normas jurídicas. Esta situación se concreta en actos u omisiones
determinados: la obtención de una sentencia favorable depende de la realización de
ciertos actos procesales exitosos (demandar, comparecer, probar, alegar, etc.); y la
perspectiva de una sentencia desfavorable, en cambio, de la realización de actos
inconvenientes o de la omisión de los correspondientes.
Esta teoría que según dice ALSINA destruye sin construir, ha traído al campo procesal
algunas nociones interesantes como ciertas nuevas categorías de situaciones
jurídicas (diferentes a las tradicionales de derecho y deberes), tales como la
posibilidad, la d carga, etc.
Por lo demás, como veremos, la relación jurídica no excluye, sino que más bien
presupone, la noción de situación jurídica.
No parece, sin embargo, dar una completa explicación del fenómeno proceso.
TEORÍA DE LA INSTITUCIÓN.
GUASP, con su concepción del proceso, ha querido encontrar en este algo más que
una simple (o compleja) relación jurídica y le ha atribuído el carácter de “institución”
en el sentido que los autores franceses (HAURIOU, RENARD, etc.) creadores de esta
teoría jurídica, le da. COUTURE, originariamente, se plegó a esta posición, pero luego
se rectificó, especialmente por considerar que el vocablo y aun el concepto, no son
de los que convienen al lenguaje de la ciencia procesal.
Hay múltiple relaciones y situaciones jurídicas. En realidad, más que cada una de
estas, es un verdadero complejo (BARRIOS DE ANGELIS).
Para concluir, antes que nada cabe señalar, a fin de evitar ideas equívocas, que el
problema de la naturaleza jurídica del proceso no conduce a una mera discusión
académica, sino que aquella tiene importantes consecuencias prácticas, puesto que
la regulación variará según se acepte una u otra teoría.
Así, por ejemplo, desde que descartamos la figura del contrato o cuasicontrato,
queda también excluida la posibilidad de recurrir, como fuente subsidiaria, a las
normas que regulan estos institutos en el derecho civil, y también a la idea de la
autonomía de la voluntad, como regulando la actividad que estudiamos que aparece,
entonces sometida a las reglas del derecho público.
También queremos indicar que no debe extremarse el esfuerzo por encasillar cada
instituto nuevo que se estudia, dentro de alguno ya conocido, haciendo que toda
discusión sobre la naturaleza jurídica derive es un esfuerzo estéril por encontrar
semejanzas y diferencias con figuras típicas, de otras ramas del derecho. Nos parece,
en este sentido, que el fenómeno procesal es lo suficientemente característico e
independiente como para ser estudiado en forma autónoma.
Sentado lo precedente, conviene anticipar, sin embargo, que resulta evidente que
dentro del fenómeno procesal se dan actos jurídicos y relaciones jurídicas y
situaciones jurídicas.
Como veremos luego, cabe en el proceso toda una teoría de actos jurídicos (infra,
caps. XV al XIX).
Por todo ello, el proceso resulta una institución compleja y existe dificultad en
ubicarla dentro de alguna ya conocida. Hay, es cierto, una relación jurídica entre los
sujetos procesales, pero allí no se agota el fenómeno (proceso).
Además, se trata de una relación jurídica especial. En primer lugar, puesto que se
origina y produce en toda una sucesión de actos, no es una relación estática sino
dinámica. Sabemos que el proceso no se desarrolla en forma instantánea, sino que
se produce a partir de la acción, la cual se traduce no sólo con la demanda, sino a
través de todo el proceso y hasta la sentencia definitiva. Por consiguiente, es una
relación continuada y progresiva (o, según se observe, una sucesión de relaciones
con finalidad y objetivo unitarios).
La relación procesal tiene asimismo, según los autores, naturaleza dialéctica, pues
se presenta como una serie de acciones y relaciones, de ataques y defensas, de
conflictos de intereses. Esto sin perjuicio de que en esa serie de actos aparezca
también una unidad de fin y una colaboración para llegar a la sentencia definitiva.
Lo cual le da el carácter de unitaria a la relación. (Así la relación es unitaria, compleja
y continuativa).
Se menciona también el carácter autónomo de la relación procesal, lo que como ya
hemos visto (supra, cap. IV), es consecuencia de la autonomía del proceso frente a
la relación de fondo.
Es, pues, un fenómeno complejo, en el que se dan una o varias relaciones jurídicas
particulares, y el estudio de los elementos es esencial para penetrar en el carácter
de esta relación. Su estructura especial le confiere una fisonomía particular.
Por último, debemos recordar lo que dijimos al comienzo, a saber, que mediante el
proceso se cumple la fusión jurisdiccional. del Estado. El estudio de la jurisdicción,
entonces, completa a este (infla, cap. VII)
CLASES DE PROCESOS.-
En efecto, según tienda a producir una declaración de certeza sobre una situación
jurídica (juzgar) o ejecutar lo juzgado (actuar), será de conocimiento o de ejecución.
En el proceso de conocimiento, el juez declara el derecho (conoce). Se tiene a formar
un mandato.
Este proceso simple puede ser ordinario, si sigue todas las ritualidades comunes, o
sumario, si los trámites son más abreviados, más breves (sumario).
D) Por el derecho sustancial al que sirven, hay una gran variedad de procesos (civil,
penal, constitucional, administrativo, laboral, agrario, etc.). Depende del objeto del
litigio, de la pretensión hecha valer. Como hemos dicho, el derecho procesal es
secundario o instrumental, sirviendo al derecho material. Pues bien, por razones del
derecho material al que sirve, el proceso puede variar en su propia estructura. Esto
es, que el derecho material imprime al proceso ciertas características especiales que
le dan una fisonomía distinta en cada caso.
Esto sin olvidar la unidad esencial del derecho procesal y del proceso, que se rige,
en todos los casos, por los mismos principios fundamentales y estructurales (supra,
cap. 11, núm. 3).
La primera y gran división es la que separa el proceso civil del penal, y aquí existe
una viva polémica entre los autores acerca de si es un mismo proceso o dos
diferentes.
Para nuestro derecho, el proceso civil es el no penal: comprende el comercial,
laboral, contencioso administrativo, etc.
Luego existe un proceso administrativo (o contencioso administrativo) cuando se
instrumenta para servir a la solución de los conflictos de la administración. Es
evidente que, a causa de la intervención en una de las partes, de la administración,
tendrá algunas particularidades, pero entrará en la unidad procesal.
E) Por la forma del procedimiento son verbales o escritos, según la manera como
las partes presenten sus demandas y alegaciones; ordinarios o sumarios, según se
sigan los trámites comunes o los abreviados.
G) Dentro del proceso (principal) puede plantearse una cuestión accesoria, que da
origen a un proceso incidental.
DENOMINACIONES
En la práctica el proceso se denominó erróneamente con el nombre de:
Litigio,
Contienda,
Juicio,
Caso,
Expediente,
Proceso.
Litigio
Del latín "Litis contestatio". Es la composición o arreglo de un conflicto a través
de un contrato.
Modernamente un proceso nunca puede ser un contrato.
Contienda
El ser humano en la antigüedad resolvía con más frecuencia sus conflictos de
manera violenta, hacía la guerra, entre particulares había la Autotutela. “El circo
romano es una añoranza de esto” (CARNELUTTI). En una contienda existe táctica
y estrategia, en una guerra se aplican estos elementos, como que también en un
proceso. La táctica de acuerdo a los avances del procedimiento y la estrategia de
acuerdo a los principios más fundamentales del proceso.
Es precisamente esta acepción del proceso como contienda lo que lleva a alargar
los proceso, a través de lo que llamamos “chicaneria judicial”. Es proceso debe
seguir las reglas del procedimiento.
Juicio
Etim. "ius" "iudicium", "iudium". En Roma tenía carácter arbitral.
Juicio. Apreciación valorativa de pruebas. Es una actividad dado en el campo
subjetivo (del juez) sometido a reglas objetivas (ley sustantiva y procedimental).
Aquí vemos que juicio es otra cosa diferente al proceso.
Proceso
La palabra se la utiliza desde la baja Edad media. Su concepción es moderna.
Proceso es igual a progreso: “la acción de ir adelante”. Es diferente de juicio.
CONCLUSIONES:
En conclusión, parece lo más aceptable entender que la función del proceso es
jurídica, aunque se origina en un problema social. Lo que no puede ser de otro modo,
puesto que el derecho tiene por fin regular la convivencia humana (social). Y que la
actividad procesal se dirige a imponer el derecho objetivo.