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LA SALVACION 2

EL COSTO POR LA SALVACIÓN (Hebreos 10:1-18)


1 La ley es solo una sombra de los bienes venideros, y no la presencia misma de estas
realidades. Por eso nunca puede, mediante los mismos sacrificios que se ofrecen sin
cesar año tras año, hacer perfectos a los que adoran.
2 De otra manera, ¿no habrían dejado ya de hacerse sacrificios? Pues los que rinden
culto, purificados de una vez por todas, ya no se habrían sentido culpables de pecado.
3 Pero esos sacrificios son un recordatorio anual de los pecados,
4 ya que es imposible que la sangre de los toros y de los machos cabríos quite los
pecados.
5 Por eso, al entrar en el mundo, Cristo dijo: «A ti no te complacen sacrificios ni
ofrendas; en su lugar, me preparaste un cuerpo;
6 no te agradaron ni holocaustos ni sacrificios por el pecado.
7 Por eso dije: “Aquí me tienes como el libro dice de mí. He venido, oh Dios, a hacer
tu voluntad”».
8 Primero dijo: «Sacrificios y ofrendas, holocaustos y expiaciones no te complacen ni
fueron de tu agrado» (a pesar de que la ley exigía que se ofrecieran).
9 Luego añadió: «Aquí me tienes: He venido a hacer tu voluntad». Así quitó lo primero
para establecer lo segundo.
10 Y en virtud de esa voluntad somos santificados mediante el sacrificio del cuerpo de
Jesucristo, ofrecido una vez y para siempre.
11 Todo sacerdote celebra el culto día tras día ofreciendo repetidas veces los mismos
sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados.
12 Pero este sacerdote, después de ofrecer por los pecados un solo sacrificio para
siempre, se sentó a la derecha de Dios,
13 en espera de que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies.
14 Porque con un solo sacrificio ha hecho perfectos para siempre a los que está
santificando.
15 También el Espíritu Santo nos da testimonio de ello. Primero dice:
16 «Este es el pacto que haré con ellos después de aquel tiempo dice el Señor: Pondré
mis leyes en su corazón, y las escribiré en su mente».
17 Después añade: «Y nunca más me acordaré de sus pecados y maldades».
18 Y, cuando estos han sido perdonados, ya no hace falta otro sacrificio por el pecado.
PECADO: Desviación moral del ser humano que lo lleva a una conducta ofensiva a los ojos
de Dios.
El pecado impide la relación con Dios.
En el A.T. hay una serie de palabras que expresan el significado de la palabra pecado: acción
deliberada y engañosa, contraria a la voluntad de Dios expresada en la Ley.
El pecado se encuentra en individuos, tribus y naciones. Su origen está en la desobediencia
de Adán y Eva (Genesis 3); los profetas lo denunciaron y condenaron (Jeremías 9.3; Ez 4.6,
17).
Algunos sacrificios establecidos en la Ley se ofrecían por la expiación de los pecados.
(Levítico 4.3; Nm 7.16).
Romanos 6:23 en su primera parte nos dice que la paga del pecado es muerte, y para poder
comprender la gravedad, lo grande que es el pecado en la vida del ser humano hagamos un
pequeño recorrido al libro de levítico capitulo 4 y 5.
En estos capítulos y casi todo levítico podemos notar cual era el verdadero costo por el
pecado, hagamos algunas cuentas para entender la gravedad del pecado, que se tena que pagar
un precio tan alto por ello.
En el capítulo 4 y 5 de levítico nos habla de algunos pecados de diferentes situaciones
personales y el costo que se debía pagar.
Si el que pecaba era el sacerdote el costo por el Pecado: un novillo (levítico 4:3-12)
Pecado de la comunidad un novillo (4:13-21)
Pecado del gobernante un macho cabrío (levítico 4:22-26)
Pecado de un miembro del pueblo una cabra (levítico 4:27-35)
Pecado por diversos pecados una cabra u oveja (levítico 5:2-6)
Pecado del pobre dos tórtolas o dos pichones de paloma, pero si no le alcanza ofrecerá dos
litros de flor de harina. (harina muy fina) (levítico 5:7-13)
1 novillo: kg $43 X 450kg= 19,350 por pecado, si pecara unas 15 veces a la semana seria
aproximadamente $290, 250
Macho cabrío o cabra $2500 x 15 = 37,500
Todo esto es para tengamos una idea de lo grabe que es el pecado en la vida del ser humano,
y el costo que se paga es demasiado alto, es la vida de alguien más en este caso la vida de los
animales y no solamente la vida, si no también el costo de los animales.
Todo esto era una ofrenda obligatoria para pagar el pecado, y todo esto era por debilidad, por
pecar sin intención, No cubría los pecados de presunción en desafío a Dios, o los pecados
por rebelión. No lidiaba con los pecados en general, sino solo los cometidos sin intención.
Números 15:30-31 nos recuerda que no había propiciación por la persona desafiante. Los
pecados apropósitos no estaban cubiertos, y de tales actos solo se esperaba el juicio de Dios.
El adorador traía su animal al Tabernáculo, y en presencia del sacerdote, colocaba sus manos
sobre la cabeza de la víctima como identificándose con su sacrificio. El animal era asesinado
y la sangre era rociada o bien en los cuernos del altar mayor o en el Lugar Santo hacia el
velo. El fuego en el altar de bronce consumía la grasa. En algunos casos, la carne era dada a
los sacerdotes. Las piezas que no se consumían eran quemados fuera del campamento.
La ofrenda por la culpa era muy similar a la ofrenda por el pecado. El procedimiento y el
propósito era el mismo, sin embargo, la ofrenda por la culpa era un tipo especial de ofrenda
por el pecado.
La vida de la sufriente víctima era aceptada como un sustituto de la vida y la culpabilidad del
pecador.
El animal hacia expiación ante Dios por el individuo. La restitución era dada también por el
sacrificio del animal.
El adorador hacía una confesión personal de pecado específico que había cometido (levítico
5:5). Este conocimiento daba lugar a una profunda sensación de culpa y de humillación.
Debido a su conocimiento personal del pecado, él debía obtener el perdón y la restitución.
Y al mirar un poco lo que costaba el pecar sin intenciones, observamos el costo que pago
Jesucristo en la cruz por cada uno de nosotros, por amor a la humanidad.
Dolor físico. En las horas previas a su crucifixión, Jesús fue ridiculizado, golpeado y
humillado. En su debilitado estado, fue obligado a llevar el instrumento de su muerte la cruz.
Después fue clavado en ella y levantado para sufrir una muerte atroz.
En la cruz, el Padre puso todos los pecados de la humanidad en el Salvador (2 Co 5.21).
Allí, Cristo experimentó la plenitud de nuestras transgresiones, y de nuestra culpa y
vergüenza.
Abandono. En sus horas finales, Jesús fue separado de su Padre (Marcos 15.34); la comunión
que habían tenido desde la eternidad fue rota por primera y única vez. Nuestro pecado se
convirtió en la barrera que nos había mantenido separados de Dios, hasta que Cristo consumó
su obra expiatoria (Juan 19.30).

El castigo divino. La ira de Dios se derramó sobre nuestro Señor a causa del pecado del
hombre. Cristo experimentó la condena que nosotros merecíamos (Isaías 53.5, 6; Romanos
5.9).
Nuestro Salvador sufrió en extremo por nosotros. Dio su vida para que pudiéramos ser parte
de la familia de Dios (Juan 1.12). Él nos llama a una vida de servicio haciendo la obra del
Padre.
Para nosotros el costo de la salvación implica tan solo una decisión:” Aceptar la invitación
de Cristo a ser el Señor de mi vida o rechazar la invitación y seguir siendo nosotros mismos
el Señor de nuestras vidas”
Pero al pensar lo que le había costado mi salvación a Dios, me hizo pensar en otro importante
aspecto, ¿Cuánto estuvo Dios dispuesto a dar por mí?,
Si comprendemos el costo que para Dios implico nuestra salvación, entonces solo así, vamos
a entender que lo que Dios estuvo dispuesto a dar por nosotros refleja lo mucho que valemos
para él.
El primer versículo de Juan 3.16-17
Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en
él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar
al mundo, sino para salvarlo por medio de él.
Este pasaje me enseña que Dios me ama, pero que por algún motivo yo estoy perdido y por
ello ha tenido que mandar a su hijo para buscarme, para salvarme y que así yo pueda volver
a disfrutar de su amor eternamente.
Creo que la mayoría de los que estamos acá, sabemos que ese motivo que provocó que me
extraviara del camino correcto se llama pecado:
Romanos 3:10-18
10 así está escrito: «No hay un solo justo, ni siquiera uno;
11 no hay nadie que entienda, nadie que busque a Dios.
12 todos se han descarriado, a una se han corrompido. No hay nadie que haga lo bueno;
¡no hay uno solo!»
13 «Su garganta es un sepulcro abierto; con su lengua profieren engaños». «¡Veneno de
víbora hay en sus labios!»
14 «Llena está su boca de maldiciones y de amargura». 15 «Veloces son sus pies para ir
a derramar sangre 16 dejan ruina y miseria en sus caminos, 17 y no conocen la senda
de la paz». 18 «No hay temor de Dios delante de sus ojos».
Así era nuestra condición antes de Cristo, y por ello es que él ha tenido que venir, como lo
dice Filipenses 2:6-8

quien, siendo por naturaleza Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué
aferrarse. 7 por el contrario, se rebajó voluntariamente, tomando la naturaleza de
siervo y haciéndose semejante a los seres humanos. 8 y, al manifestarse como hombre,
se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte, ¡y muerte de cruz!
Romanos 3:22 – 24 agrega cual fue el resultado de este acto de Cristo:
Esta justicia de Dios llega, mediante la fe en Jesucristo, a todos los que creen. De hecho,
no hay distinción, pues todos han pecado y están privados de la gloria de Dios, pero por
su gracia son justificados gratuitamente mediante la redención que Cristo Jesús efectuó.
Sabemos que fue por su acto de amor en la cruz, que nosotros hemos recibido, lo que Jesús
le indico a Nicodemo en el relato de Juan 3:
Perdón, reconciliación, Un nuevo nacimiento, una nueva naturaleza.
Al leer estos pasajes, pensaba en lo rápido que los cristianos nos acostumbramos a los
beneficios que hemos obtenido mediante el sacrificio de Cristo y en la liviandad que en tantas
ocasiones tomamos la vida cristiana.
La pregunta que nos debemos hacer es: ¿estoy consciente de lo que costo mi salvación, estoy
seguro de entender lo que implica la muerte… y muerte de Cruz!?….
Isaías 53:3-9 nos narra con detalle lo que implica el costo de nuestras salvación
Despreciado y rechazado por los hombres, varón de dolores, hecho para el sufrimiento.
Todos evitaban mirarlo; fue despreciado, y no lo estimamos. Ciertamente él cargó con
nuestras enfermedades y soportó nuestros dolores, pero nosotros lo consideramos
herido, golpeado por Dios, y humillado. Él fue traspasado por nuestras rebeliones, y
molido por nuestras iniquidades; sobre él recayó el castigo, precio de nuestra paz, y
gracias a sus heridas fuimos sanados. Todos andábamos perdidos, como ovejas; cada
uno seguía su propio camino, pero el Señor hizo recaer sobre ella iniquidad de todos
nosotros. Maltratado y humillado, ni siquiera abrió su boca; como cordero, fue llevado
al matadero; como oveja, enmudeció ante su trasquilador; y ni siquiera abrió su boca.
Después de prenderlo y juzgarlo, le dieron muerte; nadie se preocupó de su
descendencia. Fue arrancado de la tierra de los vivientes, y golpeado por la transgresión
de mi pueblo. Se le asignó un sepulcro con los malvados, y murió entre los malhechores,
aunque nunca cometió violencia alguna, ni hubo engaño en su boca.
lo que hoy hemos visto en la palabra de Dios, no es un mensaje de condenación, ni de
manipulación, La Biblia es el tratado del amor de Dios por el hombre y toda su creación. Y
el deseo de Dios por restablecer la comunión, que él no se encargó de estropear:

Dios envió a su Hijo al mundo por causa del pecado (Juan 1.29). Jesús, el Hijo de Dios, es el
amigo de los pecadores, a quienes vino a salvar (Lucas 5.30, 32; 7.34). Él quita el castigo y
neutraliza el poder del pecado (Ro 6.2; 1 Juan 3.6, 9; 5.18) por el don de su Espíritu (Romanos
8).
Romanos 5:8 Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía
éramos pecadores, Cristo murió por nosotros.
El mensaje de hoy es: DE AMOR, DE ESPERANZA
El mensaje de hoy nos dice: QUE TANTO NOS AMÓ DIOS QUE ESTUVO DISPUESTO
A DARLO TODO, SE DIO EL MISMO EN CRISTO PARA SUFRIR NUESTRO
CASTIGO Y PERMITIRNOS VOLVER A UNA COMUNIÓN CON ÉL, A QUEBRAR
CON EL YUGO QUE EL PECADO HABÍA PUESTO EN NOSOTROS, A DARNOS EL
PODER POR MEDIO DE SU ESPÍRITU SANTO PARA DESARROLLAR UNA NUEVA
HUMANIDAD, UN NUEVO ESTILO DE VIDA, QUE SEA AGRADABLE AL
PROPÓSITO DE DIOS Y QUE DIGNIFIQUE LO QUE EL HIZO POR MI Y EL VALOR
QUE YO TENGO EN EL.

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