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1.

John Everett Millais (1829-1896)

Millais fue un niño prodigio, pues con 4 años comenzó a dibujar. Cuando
tenía 7 años hacía retratos y paisajes tan buenos que los conocidos de la
familia convencieron al padre para que se trasladaran a Londres y Millais
pudiera estudiar arte en condiciones. En Londres se empapó del arte
gracias a las Academias y Museos. En 1840, con once años, consiguió ser
admitido en la Royal Academy.

En 1844 conocerá a Rossetti y a Hunt, se hacen muy amigos y, en el año Autorretrato


1880
1848, los tres, junto con otros artistas, fundan la hermandad.

Millais en su carrera se dedicará a realizar temas religioso; también hará algunos temas
históricos de tipo medieval, pero él comenzó realizando retratos donde primero se forjará su
fama.

· James Wyatt y su sobrina Mary (1849]

Wyatt era un marchante que le encargó a Millais una


serie de retratos familiares. Para ello, le invitó a
pasar una temporada en su casa, por lo que él se
pudo recrear mucho en el ambiente (mobiliario,
paredes, objetos) y también, esta estancia le
permitió realizar la mirada tan exquisita y decorativa
al jardín, el cual ocupa un espacio muy importante
en el retrato. Vemos una mirada cercana, objetiva y
directa hacia la naturaleza, hacia la realidad, que
conectaría con el mundo realista.

Las composiciones vemos que avanzan gracias a la influencia de la fotografía, pues suelen
tender a la asimetría y a la descompensación.

Vemos colores muy vivos, intensos y vibrantes.

Comenzará a formar su carrera en este ámbito del retrato, donde tendrá mucho éxito. Sin
embargo, Millais tenía otras inquietudes como era el tema religioso.

· Cristo en casa de sus padres o Cristo en el taller del carpintero (1849-1850)


Vemos una temática religiosa,
algo común; sin embargo, la
mirada que se ofrece es
totalmente novedosa.

Cuando la obra se presentó en


la Royal Academy, mereció
distintas opiniones. El público,
aplaudió mucho la obra, pues la
veía muy realista; sin embargo,
hubo críticos que la rechazaron,
como el caso de Dickens.

Lo que Millais buscaba con esta


obra respondía al deseo de los Prerrafaelitas: retratar un cristianismo primitivo que no
estuviera maleado por la filosofía o el propio paso de la historia. Quería reflejar ese
cristianismo primitivo en el cual Jesús, había sido hijo de un carpintero, y por tanto era un
niño humilde y trabajador, proveniente de una familia modesta.

Millais nos muestra a un niño que, trabando en el taller y se ha herido la mano (una
prefiguración de las yagas de la Pasión) y que está siendo consolado por su madre, quien
aparece arrodiilada; mientras, en el taller, encontramos a su padre (cuyo modelo fue un
carpintero real) trabajando en un entorno muy modesto, poco pretencioso (madera, virutas
de madera en el suelo, ovejas al fondo, estancia adivinada detrás muy modesta formada
por tablas).

Millais buscaba hacer una representación sencilla y minuciosa de lo que para él era la
religión cristiana.

Sin embargo, el realismo que él buscaba y que algunos aplaudían, para otros, esto era una
blasfemia, pues significaba ir en contra de los principios religiosos más básicos. Quizá, lo
que esta gente no entendió, es que la obra está llena de un simbolismo que tiene mucho
que ver con la religión, es decir, es mucho más que el taller de carpintero, pues consta de
una serie de prefiguraciones que convierten este trabajo en un trabajo de simbología
religiosa completa:

- el niño vestido con piel de animal que lleva una especie de jofaina con agua, haciendo
una referencia a San Juan Bautista.
- el simbolismo de la herida de la mano.
- la escuadra al fondo, símbolo de la Trinidad.
- los carneros acumulados en el exterior, alusión al Agnus Dei o Cordero de Dios.
- la paloma en la escalera, imagen del Espíritu Santo.

Otro tema que tratará Millais será la temática literaria.

· Ofelia (1851-1852)
Hace referencia a la muerte de
Ofelia en la obra teatral de
Hamlet escrita por Shakespeare.
Fue muy impactante en su
momento, pues es muy realista
y, al mismo tiempo, muy
dramática, algo traducido por la
expresión del rostro de la
muchacha, que aparece con la
boca y los ojos entreabiertos,
como si aún estuviera viva. Esta
idea de desesperación última de
alguien que va a morir pero que
aún espera que su amor venga a
salvarla, es lo que trasmite todo
el dramatismo a la imagen.

Junto al rostro femenino, otro de los elementos a los que más hincapié pone Millais es en
la descripción de las flores, al marco botánico que rodea la figura de Ofelia. Las flores que
ella lleva en la mano son símbolo de su inocencia o pureza. Además en la época victoriana
había un lenguaje muy complejo sobre las flores, pues era frecuente trasmitir mensajes a
través de las flores que enviabas o recibías. Millais volcará parte de su conocimiento sobre
el lenguaje de las flores en la obra:

- Sauce: símbolo del amor abandonado.


- Violetas: símbolo de la lealtad, pues Ofelia le fue leal a Hamlet.
- Narcisos y rosas pequeñas: símbolos de la falsa esperanza.
- Nomeolvides: símbolo de no olvidar.
- Adormideras: como las amapolas, flor asociada a la muerte.

Cada una de las plantas es un atributo simbólico de los sentimientos de esta enamorada
que está dispuesta a morir porque su amor no es correspondido.

A todo este simbolismo se une otro que dice que, entre el follaje del fondo de la escena,
entre el arbusto del fondo y las sombras que se crean, Millais ha querido representar el
perfil de una calavera, que, de ser así, sería una confirmación del mensaje mortal que
trasmite la propia imagen.

Uno de los elementos que más gustó a los críticos, aparte de este dramatismo o patetismo,
fue el cromatismo de la imagen, muy preciosista y visible, sobre todo, en la mitad inferior,
en las flores, en los líquenes, en el agua.

La modelo fue Elizabeth Siddal, poeta, pintora y gran seguidora de los Prerrafaelitas. En este
caso, no dudó en posar metida en una bañera llena de agua, algo que le llevó horas, bañera
que se mantenía templada mediante velas. La consecuencia de esto fue una pulmonía que
casi mata a Siddal. En una de estas sesiones, Siddal conoció a Rossetti, del que se enamora
y con el que finalmente se casó.

La importancia de esta historia es la implicación que tenían los Prerrafaelitas con la


verosimilitud, el concepto de fidelidad con la realidad que era tan importante para ellos.

En 1853, Millais se fue de vacaciones a Escocia con algunos amigos entre los que iba
John Ruskin y Effie Gray, la cual se enamoró de Millais. Anuló el matrimonio con Ruskin
y Millais y Effie se casaron en 1855 y tuvieron ocho hijos [Retrato de Effie Gray, 1851. Thomas
Richmond].

Mientras tanto, Millais había sido aceptado como socio de la Academia de Bellas Artes,
por lo que vivía una situación feliz a nivel personal y profesional.

Aparte de la enemistad con Ruskin, también tendrá problemas con Rossetti y Hunt, pues ellos le
consideraban un traidor de sus ideales prerrafaelitas, ya que estaba haciendo una pintura más
vendible y académica, en la que no había ese compromiso propio de la hermandad.

· Fíate de mí (1862)

Esta obra es un ejemplo de academicismo inglés a la hora de representar


a los personajes, los detalles de la habitación, la mesa, la alfombra, las
calidades textiles, etc.

El tema plantea la cuestión de la confianza y la fidelidad, pues la chica


esconde una carta.

Lo único confuso y Prerrafaelita es el título, pues no sabemos si es él que


le dice a ella <<fíate de mí, que puedo leer la carta y no va a pasar nada>>,
o si es ella que le dice <<fíate de mí, no tienes por qué leer la carta>>.

Tampoco sabemos si el hombre es el esposo o el padre.

Hay un cierto retroceso no formal pero sí conceptual de Millais con respecto al pasado.

Lo que sus compañeros de la Hermandad consideraban traición, para el público inglés fue algo
totalmente exitoso. Consiguió más éxito cuando decidió concentrar sus trabajos en una temática
infantil.
· Tiempo libre (1864).

No es exactamente un retrato, aunque podía pasar como tal, solo


es una representación de lo que le gustaba a la sociedad burguesa
de la época: ambientes muy sobrecargados, niñas muy
sobrecargadas (prácticamente adultas), el ambiente ocioso,
lánguido, muy similar a la pintura de tableatins de Fortuyny que
sirve para decorar de forma agradable y hermosa un interior
burgués.

· Mi primer sermón (1863)

Retrato de Effy cuando tenía cinco años, una de las hijas del matrimonio. Esta era la primera
vez que la niña posaba para él.

El éxito que le trajo este cuadro fue tal que animó al pintor a hacer muchos más retratos de su
hija.

· Mi segundo sermón (1864)

No gustó en la academia, pues no terminaron de entender el humo.

Mi primer sermón Mi segundo sermón

Millais continuó en esta línea de trabajo hasta los años 90 e, incluso, llegó a ser director de la
Academia de Bellas Artes hasta el año 1896, año de su muerte.

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