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Índice
1. Max Weber
2. La ética protestante
3. Consecuencias de la ética protestante
4. Conclusiones
5. Bibliografía
Resumen:
El presente trabajo consiste en una aproximación a la figura de Max Weber y sus trabajos
sobre sociología de la religión, tomando en especial consideración su obra La ética
protestante y el ‘espíritu’ del capitalismo. Además de explicar las relaciones que Weber
establece entre el sistema económico capitalista y la doctrina de la predestinación, se
analizará la relación entre el materialismo histórico desarrollado por Marx y la teoría
weberiana, poniendo especial énfasis en las dos posibles interpretaciones de esta y su
relevancia para la teoría sociológica clásica.
Palabras clave: Max Weber, ética protestante, espíritu del capitalismo, sociología de la
religión, idealismo histórico, ascetismo protestante.
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1. Max Weber
Weber utiliza el concepto de ética protestante para hacer referencia al conjunto de hábitos
diarios adquiridos por los individuos que pertenecían a cuatro movimientos religiosos
concretos: el calvinismo, el pietismo, el baptismo y el metodismo. La doctrina de la
predestinación fue para Weber el dogma que diferenció a estos cuatro movimientos del
protestantismo luterano. A partir de su publicación en la Confesión de Westminster
(1647) se produce un punto de inflexión cuyos efectos continuarán a pesar de la posterior
flexibilización de la doctrina de la predestinación y el final abandono de la misma.
Ante esta situación la práctica pastoral desarrolló dos tipos de consejo que pretendían
aliviar la carga psicológica de los fieles. Según el primer consejo, el creyente no debía
dudar de su propio estado de gracia porque toda desconfianza era una tentación del
demonio. El segundo consejo contradecía las enseñanzas de Calvino y afirmaba que el
estado de la gracia particular sí podía llegar a conocerse a través de un signo: el éxito
laboral. Este segundo consejo tuvo consecuencias inesperadas que permitieron el
nacimiento de una nueva mentalidad a la que Weber denominó ‘ascetismo protestante’.
El trabajo pasó a ser considerado una demostración de fe y los fieles comenzaron a
trabajar de forma compulsiva para asegurar su propia gracia. La sistematización y la
racionalidad pasaron a aplicarse a la vida cotidiana, negando así todos los placeres
mundanos por ser una ofensa a Dios. Siguiendo esta ética de la auto-perfección, el ocio,
la sexualidad y todo aquello que no fuera enfocado hacia el trabajo pasaría a ser
considerado como moralmente reprobable. Aunque los pastores protestantes pudiesen
casarse, los matrimonios puritanos por excelencia vivían en una asexualidad completa,
manteniendo la pureza de espíritu y el alejamiento de los placeres carnales requeridos por
la ética protestante.
La nueva ética tendrá para Weber dos consecuencias fundamentales. Por una parte, la
ética protestante hizo posible la aparición de un nuevo ethos: el espíritu del capitalismo.
Por otra, la sistematización y el excesivo control de la vida cotidiana facilitaron el
desarrollo de los procesos de racionalización instrumental, el individualismo y el
desencanto del mundo.
El trabajo compulsivo como signo de gracia es considerado por Weber como una de las
ideas que permitieron la justificación religiosa de la riqueza. Si con anterioridad la riqueza
y el lucro económico habían sido considerados moralmente reprobables por el
cristianismo, tras el surgimiento del ascetismo protestante pasan a ser justificados y
necesarios. La acumulación de capital como fin en sí mismo, no como medio para la
obtención de bienes materiales, era un deber para con Dios. El aprovechamiento de las
oportunidades de lucro también es una obligación religiosa porque perseverar en la
pobreza es una ofensa hacia Dios tan grave como el gasto de riqueza en productos de lujo
y ocio. Ahora el hombre ascético debe aprovechar al máximo no solo su tiempo, sino
también su dinero.
Al disponer de una riqueza amulada tan significativa y no poder hacer uso de la misma,
los calvinistas comenzaron a invertir su riqueza aspirando a recuperar sus aportaciones
económicas y verlas aumentadas. Estas primeras inversiones fueron para Weber los
comienzos de la lógica económica capitalista, que necesitaba de fuertes inversiones de
capital en infraestructura. De esta manera, los hombres ascéticos pasaron a convertirse en
los dueños de los medios de producción y vieron multiplicadas las ganancias económicas
que aseguraban su estado de gracia. Los obreros y trabajadores no cualificados no
disponían de la formación y el capital necesarios para realizar estas inversiones, pero
también querían seguir la ética protestante y se guiaban por el mismo ascetismo puritano
que los hombres de negocios. Mientras que la burguesía encontraba el aumento de su
gracia en la obtención continua y sistemática de capital, los obreros debían conformarse
con alcanzar la gratitud de Dios a través del trabajo infatigable. La idea de profesión como
requerimiento divino no solo fue interiorizada por los empresarios calvinistas, sino que
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todo hombre creyente debía honrar a Dios desempeñando su profesión de forma eficiente
y productiva. El impulso psicológico del trabajador para ser productivo provenía de su
deber religioso y no por encontrar un sentimiento de auto-realización en su profesión, que
había tomado un carácter totalmente impersonal. Esto explicaría, según Weber, por qué
los empresarios del capitalismo industrial tenían a su disposición una mano de obra
masiva dispuesta a trabajar durante largas jornadas a cambio de una retribución
económica muy reducida. La ética protestante no solo facilitó el desarrollo del espíritu
capitalista, sino que también permitió que se estableciera el tipo de relación laboral
característico del capitalismo entre asalariados y aquellos que poseían la propiedad de los
medios de producción. Para dar cuenta de estas relaciones laborales Weber utiliza el
término marxista ‘plusvalía’, ligando su propia teoría al análisis materialista realizado por
el marxismo.
Una de las mayores aportaciones de Weber fue su preocupación por los diferentes
procesos de racionalización que estaban teniendo lugar en el mundo occidental. El
desarrollo del capitalismo y de la burocracia como superestructuras era para él un ejemplo
de la creciente racionalidad del mundo social. La acción individual se guía también por
esta racionalización, de forma que pueda ser una acción con arreglo a fines
(zweckrational) o una racionalidad con arreglo a valores (wertrational). Mientras que la
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primera se encuentra dirigida hacia la obtención de propósitos individuales, en la segunda
la acción es un medio que sirve a un fin superior, a una creencia o ‘valor absoluto’.
La racionalidad con arreglo a fines, llamada también racionalidad instrumental, posee una
mayor capacidad para dominar y transformar el mundo, y será incentivada por la ética
protestante. Así, la unión de los procesos de industrialización y la nueva mentalidad
protestante facilitaron el desarrollo de la racionalidad orientada a fines, en la que el resto
de personas son consideradas un medio para alcanzar el fin último y que Weber llegó a
considerar amoral. El capitalismo se da como uno de estos procesos de racionalización y,
aunque lejos de dar una explicación teleológica, Weber lo considera como el sistema
económico más racional posible. La búsqueda de la eficiencia, el control y una mayor
predictibilidad de la economía junto con un uso inédito de fuerzas de producción
tecnificadas serán las características principales de este nuevo sistema.
4. Conclusiones
Los trabajos de Max Weber sobre sociología de la religión suponen una importante
aportación a la teoría sociológica general, sobretodo en el campo de la micro-sociología
y el estudio de la influencia de las ideas religiosas en estructuras de la sociedad como la
burocracia y el capitalismo. Desde un enfoque interpretativo, hermenéutico y multicausal
Weber busca el origen del capitalismo en la ética protestante y la doctrina de la
predestinación. Conectando la doctrina religiosa calvinista y el sistema capitalista a través
de dos ethos (la ética protestante y el espíritu capitalista) Weber establece una relación
entre los valores religiosos y los modos de producción económicos que no es
unidireccional ni monocausal. La teoría weberiana puede interpretarse como un punto
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medio entre las teorías que valoran únicamente la economía como motor del cambio
social y aquellas que tan solo consideran las ideas como vehículos transformadores. De
esta manera, la visión negativa de Weber como un idealista que solo considera los
procesos mentales de los individuos deja paso a una interpretación más completa y
acertada. La sociología de la religión de Max Weber y su obra La ética protestante y el
espíritu del capitalismo se desvelan como enriquecedoras y capaces de aportar un análisis
esclarecedor sobre los diferentes fenómenos que permitieron el desarrollo del capitalismo
en Occidente.
5. Bibliografía