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Bogart Producciones SRL c/ Arte Radio Televisión Argentina SA (ARTEAR) s/Sumario

En Buenos Aires, a los 5 días del mes de junio de dos mil uno, reunidos los

Señores Jueces de Cámara en la Sala de Acuerdos fueron traídos para conocer los

autos seguidos por "BOGART PRODUCCIONES S.R.L. C/ARTE RADIO TELEVISION

ARGENTINA S.A. (ARTEAR) S/SUMARIO", en los que, al practicarse la

desinsaculación que ordena el artículo 268 del Código Procesal Civil y Comercial de

la Nación, resultó que la votación debía tener lugar en el siguiente orden: Doctores

Monti, Di Tella, Caviglione Fraga. Estudiados los autos la Cámara plantea la

siguiente cuestión a resolver. (Es arreglada a derecho la sentencia apelada de fs

811/817?

El Señor Juez de Cámara Doctor José Luis Monti dice:

I) Bogart S.R.L. promovió demanda contra Arte Radiotelevisivo Argentino S.A.

Artear), a fin de que se determine judicialmente y se condene al pago del precio

correspondiente a la autorización que le había otorgado para la producción, emisión

y comercialización en Argentina y en el exterior de una nueva serie de trece

capítulos de la obra televisiva derivada denominada "Adónde estás amor de mi vida .

. que no te puedo encontrar". Esa autorización tuvo lugar en el marco de un

contrato concluido entre ambas firmas el 29.12.1993 (fs. 44/50). Relató la

actora que con anterioridad, el 13.7.1992, había celebrado con Artear un convenio

por el cual le había cedido los derechos de exhibición de los primeros capítulos

doce) de la obra antes mencionada, cuya producción había realizado la misma Bogart

(ver fs. 8/18). La demandada los comercializó en Argentina y como

contraprestación le había abonado una suma determinada más un plus por rating. El

contrato del 29.12.1993 que originó este pleito comprendía, en esencia, tres

tópicos fundamentales. Uno concerniente al derecho de exhibición y

comercialización que tenía Artear sobre los primeros capítulos de la obra, el cual

se extendió por este convenio a todo el mundo, a cambio de la obligación de aquélla

de pagar una suma determinada de dinero a la actora por cada capítulo. En

segundo lugar, se convino que la producción de la segunda etapa de la obra sería

realizada directamente por Artear, con el equipamiento técnico que Bogart le daba

en locación a tal fin, pactándose también por este concepto (alquiler de los

equipos) el pago de un precio. En tercer término, la actora concedió a Artear la


autorización que es objeto de este litigio. A este respecto, próxima ya a

concluir la grabación de esa segunda etapa de la serie televisiva, Bogart se

consideró con derecho a efectuarle los reclamos que fueron luego articulados en

estas actuaciones. La actora aclaró en su demanda que si en el contrato no se

había fijado la retribución por aquella autorización, fue porque su determinación

había quedado subordinada a la efectiva realización de los nuevos capítulos. En el

mismo sentido, puso de relieve que Artear, como es obvio, no estaba obligada

sino "facultada" a hacer uso de la autorización conferida, lo que explicaría la

ausencia de una estipulación anticipada del precio. Hizo referencia a los

presuntos beneficios que habría obtenido la accionada por la comercialización de

la primera serie de capítulos, para concluir que la autorización otorgada para la

etapa posterior debía ser retribuida, pues -dijo- su "beneficio concreto quedará

cristalizado en el transcurso de su comercialización nacional e internacional".

De esta manera, trató de dejar en claro el carácter oneroso de la prestación. Por

último, expuso distintos criterios para determinar el precio de la autorización.

II) A fs. 207 contestó demanda Artear. Sostuvo que no correspondía determinar y

pagar precio alguno por la autorización que recibió de Bogart S.R.L.. Expresó que,

de ser así, se hubiese convenido en el contrato, de cuya letra surgiría con

claridad el vínculo que las unió y la gratuidad de la autorización. Dijo que el

pago que realizó había tenido efecto cancelatorio, pues fue recibido sin ninguna

reserva. Negó que la determinación del precio hubiera quedado subordinada a la

efectiva realización de la obra, ya que si no hubiese existido certeza sobre la

concreción del proyecto, no habría alquilado equipos exclusivamente para tal fin.

Sostuvo que la accionante habría incurrido en pluspetición y que su conducta sería

maliciosa y temeraria.

III) La jueza de primer grado rechazó la demanda. Para así resolver, efectuó un

paralelismo entre el contrato de fecha 13-07-1992 y el que originó esta litis,

otorgado el 29-12-1993. Expresó que los primeros capítulos de la obra habían sido

producidos por Bogart S.R.L., quien luego, mediante el primer contrato y a

cambio de una suma determinada en dinero, cedió los derechos exclusivos de

comercialización a Artear. En cambio -dijo- la segunda etapa de la obra fue

producida por Artear, por lo que no correspondería que esta sociedad pagara a

Bogart por la comercialización de lo que ella misma había producido. Añadió que
frente a la minuciosidad del contrato parecería incoherente que no se hubiese

previsto la determinación y pago del precio de la autorización. Por último, impuso

a la actora las costas y una multa equivalente al 10% del monto establecido para

el pago de la tasa de justicia por entender que habría incurrido en temeridad al

haber "inventado" (sic) el crédito por el cual demandó.

IV) Apelaron ambas partes. A fs. 875/920 expresó agravios la parte actora,

quien sostiene que la demanda fue rechazada infundadamente, en tanto la

sentencia no mencionó el derecho aplicable. Se agravia porque la a quo no accedió

a determinar y condenar al pago del precio que reclama. Asimismo, cuestiona que

se le hayan impuesto las costas y la referida multa, quejándose a su vez porque

no se aplicaron a la demandada y a sus letrados las sanciones por temeridad y

malicia procesal que solicitara.Sostiene que la segunda parte de ")Dónde estás

amor de mi vida...?" es una "obra derivada", es decir, una "adaptación" de otra

obra que, por ser privada, sólo puede efectuarse previa autorización de sus

autores. Esa cesión de los derechos de transformación y adaptación es lo que habría

generado en el caso una contraprestación que aún está pendiente de pago, y respecto

de la cual la jueza de primer grado liberó a la demandada, cristalizando

ilegítimamente un enriquecimiento sin causa a favor de Artear". Por otro lado,

agregó que Artear al absolver posiciones reconoció la onerosidad del segundo

contrato y la falta de una contraprestación específica para la autorización que

había recibido de Bogart S.R.L. Reitera la accionante lo ya expresado en punto a

los motivos por los cuales no se había establecido por escrito el precio de la

autorización en el contrato del 29-12-93. Añade al respecto que en ese momento no

se conocía con certeza si Juan José Jusid, cotitular de la primera parte de la

obra junto con Bogart S.R.L., prestaría su conformidad a la cesión del derecho de

transformación y adaptación que se había instrumentado por el citado convenio. Por

eso, se habría convenido verbalmente determinar la contraprestación cuando se

obtuviera ese asentimiento y la obra se realizara efectivamente. Señala la

apelante que, con posterioridad, tomó conocimiento de que ya antes de la

celebración del contrato del 29.12.93 Artear contaba con la autorización de Jusid

para producir y explotar la obra, circunstancia que le habría ocultado para

evitar la determinación de la contraprestación en el momento de celebrarse el

convenio. En este hecho funda Bogart la mala fe que le atribuye a la demandada.


Insiste la recurrente en la importancia de las ganancias que generó la

explotación de la primera parte de la obra, lo que a su entender habría motivado

el interés de Artear en producir la segunda parte. También se refiere a la

comercialización que la demandada realizó de los capítulos que produjo de esa

segunda serie, hecho que dejaría en claro que se trata de un bien susceptible de

apreciación pecuniaria.A fs. 921/924 expresó agravios Artear. Dice que la multa

que se impuso a la actora es baja y que debió fijarse considerando el máximo

admitido por el artículo 45 del Cód. procesal. Además, se queja de que la a quo no

hubiera extendido esta sanción a los gerentes de la actora, todos abogados, y a

sus letrados, quienes -según dice- debieron ser conscientes desde el inicio de

que el reclamo era infundado.

V) Un detenido examen de los antecedentes de este caso y de las normas

aplicables en esta materia, me llevan a concluir en la admisibilidad parcial de

los agravios de la actora, por las razones y con el alcance que he de explicar.A

mi modo de ver, en la decisión que viene apelada aparecen superpuestos distintos

aspectos que es preciso discernir en la relación jurídica que unió a la actora y a

la demandada; quizá la presentación que las mismas partes hicieron de la materia

del litigio contribuyó a esa superposición. Como fuere, creo necesario deslindar

dos ámbitos diferentes que convergen en la pretensión de la accionante y que deben

ser examinados separadamente: por una parte, el reclamo de lo que aquélla

pretende por haber autorizado la emisión y comercialización de los capítulos que

produciría la demandada, y por la otra, lo atinente a la contraprestación que

pueda corresponderle en concepto de autorización para la producción de la obra.

Partiendo de esta distinción, trataré sendos tópicos en ese orden, anticipando que

coincido con la conclusión alcanzada en la instancia de grado en cuanto a que el

primer rubro debe ser desestimado. En efecto, a tenor de las razones que

expondré, considero que no corresponde contraprestación alguna por la emisión y

comercialización de los últimos trece capítulos.En primer lugar, porque en la

cláusula 13 in fine del contrato del 29 de diciembre de 1993, Bogart S.R.L.

manifestó que no se reservaba derechos sobre esa segunda tanda de capítulos,

expresando que, respecto de ellos, "carecerá de derecho alguno de propiedad

intelectual" (v. fs. 48). Cabe poner de relieve que los derechos patrimoniales

por la representación o ejecución pública de una obra televisiva, es decir, por su


comercialización, emergen de la autoría y constituyen el único aspecto de ésta que

el autor estaría habilitado para disponer, puesto que el derecho moral está fuera

del comercio (ver esta Sala in re: "Medina Cámpora, Carlos Ernesto c/Porcelana

Americana y otro s/sum.", 23-4-1992, E.D., t. 152, p. 461, y la nota al fallo de

Carlos Alberto Villalba; conf. Salvat, Raymundo M., "Tratado de Derecho Civil

Argentino", Fuentes de las obligaciones -Contratos-, 2da. edición, actualizado

por Arturo Acuña Anzorena, vol. III, TEA, Bs. As., 1957, p. 661, nro. 2699).Por

consiguiente, el alcance de la citada cláusula consiste, a mi ver, en que la

actora renunció expresamente a toda retribución y a toda participación en los

beneficios económicos que se obtuvieran de la explotación de esa segunda tanda de

la serie televisiva que aquí se trata.En segundo lugar, más allá de lo expresamente

estipulado en la cláusula 13 y aun cuando no se hubiese incorporado tal cláusula,

parece claro que el productor -en este caso Artear-, al adaptar la obra inicial,

ya pasaba a ser coautor de la obra resultante junto con el o los autores

precedentes de aquélla, pues así lo determina la ley de propiedad intelectual

arts. 4, inc. c, 25 y concs., ley 11.723). Esta condición, per se, le permitía a

Artear comercializar la obra derivada y obtener beneficios pecuniarios, al igual

que ejercer cualquier otra prerrogativa que derive del derecho de autor y del

derecho de modificar una obra preexistente (en tal sentido, ver: Isidro

Satanowsky, "Derecho Intelectual", TEA, Bs. As., 1954, p. 322), sin que para

ello fuera menester requerir permiso alguno. En otras palabras, dentro de este

esquema legal, en la medida que se adquiere el derecho de producir una obra

derivada de otra, por cierto con la condición de ser aquélla continuación de ésta,

tal como ocurrió en el sub lite (ver cláusula 13, segundo párrafo, del contrato

obrante a fs. 44/50), esto implica que dicho productor pasa a ser coautor de la

obra derivada, en el caso de la segunda tanda de capítulos. De esa manera queda

habilitado para efectuar toda forma de comercialización de la serie realizada a

partir de la transformación y adaptación de la obra preexistente (ver Cám. Nac.

Civil, Sala E, 23.11.1995, in re "Sadaic c. Aries Cinematográfica S.R.L. y otro"

LL, 1996-D, 171).Pero es preciso aclarar que, en el caso sub examen, de no

existir la renuncia antes mencionada, si bien Artear hubiese podido disponer de

la obra para su comercialización en su carácter de coautora, hubieran quedado a

salvo las acciones personales que podría iniciar Bogart por su derecho a
participar en las ganancias obtenidas, las que le corresponderían, también, en su

carácter de coautor, si no hubiese hecho expreso abandono o renuncia (art. 19 de

la ley citada). De allí la necesidad del pacto que instrumentó esa renuncia en la

cláusula 13 del convenio.Ahora bien, en cuanto al otro aspecto que integró la

pretensión de la actora,considero que sí corresponde establecer una remuneración

por la autorización para producir los capítulos de la segunda etapa de la serie,

toda vez que de no haber obtenido Artear dicho permiso para ejercer el "derecho

de transformación", no podría haber producido una obra que fue continuación de otra

anterior.En efecto, cuando se utiliza una obra para efectuarle cambios, de

manera tal de incorporarle una creación novedosa, se obtiene una obra resultante

a la que la doctrina ha llamado "obra derivada o de segunda mano". Estos

cambios pueden consistir entre otros en una "adaptación", lo que significa que

una obra artística se acomoda a otra. Para poder usar el derecho de modificar

una obra preexistente o inicial, de ser ésta privada, es preciso contar con la

autorización de su autor, conforme surge de los artículos 2 y 25 de la ley 11.723

y así ha sido receptado por la doctrina y la jurisprudencia (ver: Isidro

Satanowsky, op. cit., p. 313 y 420 y sgtes.; Julio Raffo, "La película

cinematográfica y el video", Abeledo Perrot, 1998, p. 26 y sgtes.; en igual

sentido: Cám. Nac. Civil, Sala C, 19.9.1978, in re: "Cresseri, Artidorio c.

Sadaic", célebre voto del Dr. Cifuentes sobre derechos atinentes a una obra

musical, LL, 1979-B, p.112).Coincidentemente, con referencia al derecho italiano

destaca Messineo la tutela que la ley dispensa a todos los coautores y la

exigencia de contar con su aquiescencia para cualquier adaptación: "la obra

cinematográfica (expresada en películas o films) -explica- se considera como obra

que es efecto de colaboración (son sus coautores los autores del argumento, de la

escenografía y de la música, y el director artístico)"; añade que "el derecho de

utilización compete al 'productor', o sea al que ha organizado la producción de la

obra cinematográfica (o, con término técnico, el 'montaje') y que no se debe

confundir con el 'director de producción' (...). Pero el productor necesita del

asentimiento del autor del argumento, del autor de la escenografía, del autor de

la música y del director artístico, para poder realizar elaboraciones,

transformaciones o traducciones del film" (Francesco Messineo, "Manual de

Derecho Civil y Comercial", trad. de Santiago Sentís Melendo, t. III, parág. 86,
p. 382, EJEA, Bs. As., 1979).El otorgamiento de esa prerrogativa de

modificación", dentro de la cual se halla la de "adaptación", genera un derecho

patrimonial (crédito) en favor de quien la confiere. Como señala Satanowsky (op.

cit.), "en materia de derechos pecuniarios la ley protege más bien al autor que a

la obra" y cada vez que "un elemento extraño interviene" para ejercer alguna de

las facultades derivadas de la autoría, estamos ante un acto perjudicial para el

autor. Por eso, en los casos en que el autor autoriza esta transformación, debe

ser retribuido económicamente. Estos derechos de carácter pecuniario pueden ser

abandonados o renunciados, pero en su caso, deberían serlo en forma expresa,

puesto que la renuncia de los derechos no se presume y, en situaciones de esta

índole, debe presumirse más bien su onerosidad (conf. arts. 874 y 1627 del C.Civil

aplicables al caso según art. 12 de la ley 11.723; conc. Messineo, op. cit.,

quien observa que los coautores -si no son retribuidos mediante un porcentaje

sobre las representaciones públicas- tienen derecho a una ulterior compensación,

salvo pacto en contrario, que es debida por el productor).En el sub examine, si

bien es cierto que las partes no fijaron un modo de retribuir la autorización

para producir la segunda tanda de capítulos de la serie ")Dónde estás amor de mi

vida... que no te puedo encontrar?", no lo es menos que tal "producción" exigía,

por obvia implicación, trabajar sobre la base de la primera tanda de la serie. Y

es para disponer de este material ya creado intelectualmente que la aquí

demandada necesitaba la anuencia de Bogart. Ésta en ningún momento exteriorizó una

renuncia expresa sobre los derechos patrimoniales que pudieran corresponderle

por tales actos de disposición concernientes a dicha primera tanda de capítulos de

la obra antes mencionada puesto que la ya citada cláusula 13 del contrato de fs.

44/50 sólo aludió en su parte final a la segunda tanda. De donde cabe concluir,

como hube anticipado, que corresponde admitir el reclamo de la actora en cuanto

se refiere a este aspecto.

VI) En lo que concierne al monto que deberá abonar Artear por la autorización que

obtuvo de Bogart para producir la obra antes mencionada, cabe considerar los

diferentes peritajes efectuados en la causa, las impugnaciones de las que fueron

objeto y el resto de la prueba ofrecida. A fs. 432/441 el perito contador de

oficio presentó su informe, el que fue aclarado a fs. 503/516. En ambas

oportunidades utilizó como base para calcular el precio de la autorización el


método de la "superutilidad esperada". A fs. 555 presentó su informe el perito

tasador, quien partió del importe al que había arribado el perito contador ($7.914

452 al 29.12.1993), reafirmó la idoneidad del método empleado para dicho cálculo y

concluyó que el precio de la autorización para la producción, emisión y

comercialización de la segunda tanda de capítulos de la serie, objeto del reclamo

de autos, debía establecerse "entre el 10% y el 15% de esa superutilidad esperada

, vale decir, entre $791.445,20 y $1.187.167,80 respectivamente.Pero de esos

importes a que hubo arribado el perito tasador como virtual "valor" de la

autorización para la producción, emisión y comercialización, habría que deducir, de

conformidad con lo expresado en el punto anterior, la parte destinada a

retribuir lo atinente a la comercialización y emisión de la serie, ya que tales

aspectos han sido excluidos del derecho a compensación. A tal fin, en el marco

relativamente conjetural en que se sitúan estos cálculos, puede constituir una

pauta de orientación a tomar en cuenta lo que las mismas partes fijaron en los

dos contratos que las vinculara para retribuir la comercialización de la primera

tanda de capítulos, primero en el ámbito nacional y luego internacional (la suma

total ascendió a $720.000).Sobre la base de tales antecedentes, un promedio

estimado del monto al que había arribado el experto en tasaciones, con la

deducción correspondiente a los rubros no compensables en el caso

comercialización y emisión), permite discernir un valor atribuible a la

autorización para producir. Esos parámetros, considerados, a su vez, dentro del

contexto de la causa -en particular las impugnaciones formuladas por Artear a fs

589-, me llevan a determinar prudencialmente la suma reclamada, en la parte en

que corresponde admitir la pretensión, en $150.000.-Los intereses sobre dicha

suma deberán computarse a partir de la fecha de notificación de la demanda y se

liquidarán de acuerdo con la tasa que cobra el Banco de la Nación Argentina en sus

operaciones de descuento a treinta días (conf. esta Cámara en pleno in re "S.A.

La Razón s/quiebra s/incidente de pago de los profesionales (art. 288)", E.D., t.

160, p. 205).

VII) Los argumentos detallados en el punto anterior, que fundamentan la

modificación de la sentencia de la a quo en lo principal que decide, justifican a

su vez que se deje sin efecto la multa aplicada en la instancia anterior a la

actora. Asimismo, corresponde adecuar el pronunciamiento sobre costas (art. 279


Cód. Proc.), las cuales, en virtud de las particularidades que el caso presenta

y los fundamentos del resultado al que se arriba, estimo prudente distribuirlas

en un 70% a cargo de la demandada y un 30% a cargo de la actora (art. 68, 2do.

párr., Cód. Citado), en ambas instancias.

VIII) Por los motivos expuestos, si mi criterio fuera compartido, corresponderá

revocar la sentencia de primer grado y hacer lugar parcialmente a la demanda con

el alcance expresado en los puntos V y VI. Las costas del proceso deberán

imponerse en la forma indicada en el punto VII. Así lo voto.

Por análogas razones, los Señores Jueces de Cámara Doctores Héctor M. Di Tella y

Bindo B. Caviglione Fraga adhieren al voto anterior.

Buenos Aires, 5 de junio de 2001.-

Y VISTOS:

Por los fundamentos del Acuerdo que antecede, se revoca la sentencia de fs. 811

817 y se hace lugar parcialmente a la demanda, condenando a Artear S.A. a abonar

a Bogart S.R.L. la suma de $150.000. Los intereses deberán computarse a partir

de la fecha de notificación de la demanda y se liquidarán de acuerdo con la tasa

que cobra el Banco de la Nación Argentina en sus operaciones de descuento a

treinta días. La multa aplicada en la instancia anterior a la actora se deja sin

efecto. Las costas del proceso deberán imponerse en un 70% a cargo de la

demandada y en un 30% a cargo de la actora.

FDO.: Di Tella - Caviglione Fraga - Monti

Ante mí: Kölliker Frers.

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