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Violencia contra la mujer:

La violencia contra la mujer es una de los mayores problemas que el Estado


Peruano debe enfrentar. Para ello es necesario diseñar e implementar políticas
públicas que busquen reducir la incidencia de violencia de género, sancionando
efectiva y ejemplarmente a los perpetradores. Es necesario también trabajar
directamente con los niños y jóvenes, desde temprana edad y buscar analizar y
entender las razones por las cuales, en el caso peruano, la incidencia de violencia
es tan alta y la sociedad tan permisiva. La evidencia reciente demuestra, que el
enfoque de equidad de género implementado de manera transversal en los
servicios de educación, salud, seguridad transporte y acceso a la justicia tiene un
impacto positivo.

De acuerdo con la OMS una de cada tres mujeres en el mundo (30%) ha sufrido
violencia física y/o sexual de parte de su pareja en algún momento de su vida. En
el caso peruano, la incidencia es mayor: de acuerdo con la OMS, 69% de mujeres
rurales y 51% de urbanas han sufrido violencia física o sexual por parte de su
pareja en algún momento de su vida. Más aun, la primera experiencia sexual del
24% de las mujeres rurales en el Peru ha sido forzada (OMS Estudio Multipaís
2005).

Solo en el 2016, el 68,2% de las mujeres en el Peru sufrieron violencia física,


sexual o psicológica por parte de sus parejas. El estudio encontró que a nivel
nacional el 64.2% de las mujeres declaro haber sufrido violencia psicológica, el
31.7% violencia física y el 6.6% violencia sexual (INEI 2017).

La violencia contra la mujer es transversal, ocurre en todos los estratos sociales,


en todas las ciudades del país y en todos los países del mundo. Ello sin importar el
nivel de educación de la mujer, su acceso al mercado laboral ni a recursos
económicos. La violencia contra la mujer, en todas sus formas, psicológica, física,
sexual, financiera y económica es causada por el control que busca ejercer un
hombre sobre una mujer. Es una muestra de poder, de superioridad.

Entre los factores de riesgo de violencia contra la mujer identificados por la OMS
se encuentran (i) tener un bajo nivel de instrucción (tanto para los perpetradores
como en el caso de las víctimas de violencia); (ii) la exposición al maltrato infantil;
(iii) el trastorno de personalidad antisocial (autores); (iv) el uso excesivo del
alcohol; (v) el hecho de tener muchas parejas o de inspirar sospechas de
infidelidad en la pareja; (vi) las actitudes de aceptación de la violencia; (vii) las
costumbres que consagran los privilegios sexuales del hombre; (viii) la levedad de
las sanciones legales contra los actos de violencia sexual.

En el Peru, el 55% de las mujeres peruanas considera que la violencia física es el


principal problema que deben enfrentar, seguido por la violencia psicológica 32%;
el embarazo no deseado 31%; el acoso sexual 28% y la violencia sexual 23%. Una
de cada dos mujeres siente que las peruanas no están seguras dentro de su
propia casa (ENDES 2010).

La violencia contra la mujer tiene un impacto negativo en la salud física, mental,


sexual y reproductiva de las mujeres y puede aumentar la vulnerabilidad al VIH. El
42% de las mujeres víctimas de violencia de pareja a nivel global sufrieron alguna
lesión como consecuencia de ello (OMS). De acuerdo con el Banco Mundial “Se
calcula que en Estados Unidos el costo de salud de las mujeres que sufren abuso
físico es un 42 % más alto que el de las mujeres no maltratadas. Un estudio
reciente calcula que el costo económico total alcanza al menos (i) al 5 % del
producto interno bruto (PIB), más del doble de lo que la mayoría de los Gobiernos
gastan en educación primaria.” (Guía VAWG Banco Mundial, 2014). El costo anual
de la violencia doméstica en Australia está estimado en US$8.400 millones,
mientras que en el Reino Unido se estima en US$42.000 millones. Estas cifras
incluyen el impacto que la violencia tiene en los niños. En un estudio en Chile, se
encontró que la pérdida de capacidad productiva de las mujeres víctimas de
violencia domestica ascendía a US$1.700 millones y en Nicaragua alrededor de
US$34 millones. Medir el costo de la violencia contra la mujer no es sencillo, y por
ello la diferencia de los resultados. De acuerdo con el Banco Mundial, se calcula
que “los costos médicos directos sumados a los perjuicios en materia de
productividad oscilan anualmente entre el 1,6% y el 2% del producto interno bruto
(PIB), lo que equivale aproximadamente al promedio del gasto público anual en
educación primaria en una serie de países en desarrollo.”

Un ejercicio similar se realizó en Vietnam, donde ONU Mujeres encontró que la


pérdida de ingresos y los gastos extras de una mujer víctima de violencia
domestica (Tratamiento médico, policial, asesoría jurídica y trámites judiciales), y la
cuantificación de la escolaridad perdida, sufrida por lo niños cuyas madres sufren
la violencia es aproximadamente el 1,4% del PIB de este país. (Banco Mundial
2013 http://www.bancomundial.org/es/news/opinion/2013/03/07/putting-a-price-on-
violence-against-women-and-girls)

El Informe del Banco Mundial 2012 sobre Género y Desarrollo reconoce que si
bien ha habido progreso en el acceso de las mujeres a la educación, salud y al
mercado laboral, la equidad de género aún está lejos de ser una realidad. En
muchas partes del mundo, como en el Perú, las mujeres no tienen las mismas
posibilidades de lograr acceder a la justicia que sus pares masculinos. La lenidad
con la que la justicia trata la violencia contra la mujer lleva a que cada año ocurran
17,000 casos de violencia sexual, en el 90% de los casos las víctimas son mujeres
y en el 70% de los casos se trata adolescentes entre 13 y 17 años. El 42% fue
violada en su propia casa. Sin embargo menos del 48% de las sobrevivientes,
presenta una denuncia formal. Sea por miedo a represalias, o por vergüenza. El
día del censo nacional 2017, una voluntaria de 37 años fue violada sexualmente,
por un hombre al que llego a empadronar.

El 38% de los asesinatos de mujeres que se producen en el mundo son cometidos


por su pareja masculina (OMS). Entre enero de 2009 y julio de 2017 se produjeron
en el Peru 1001 casos de feminicidio. El 79.6% de estos casos, el perpetrador del
crimen fue la pareja o la ex pareja de la víctima (Informe Fiscalía de la Nación).
Solo entre enero y junio del 2017 han ocurrido 59 feminicidios (Ministerio de la
Mujer)

Pese a toda la evidencia que muestra la situación de riesgo y violencia que viven
las mujeres en el Perú, existe una marcada oposición al enfoque de equidad de
género, promovido y satanizado exitosamente desde el sector conservador de la
sociedad peruana, aliado estratégicamente con las Iglesias evangélicas y la Iglesia
Católica, que temen que el enfoque de equidad de género lleve a un mayor
empoderamiento de la mujer, que identifican como una de las razones de la
división de la familia. Una mujer empoderada, tiende a ser meno tolerante a la
violencia intrafamiliar. Más aun, se teme que el enfoque de equidad de género
logre a una mayor tolerancia de las poblaciones LGTBI.
Es así como la Iglesia Católica a través de la exhortación apostólica Amoris
Laetitia, sostiene que la ideología de género, “presenta una sociedad sin
diferencias de sexo, y vacía el fundamento antropológico de la familia”,
además procura una identidad humana que puede determinarse de forma
individual y ser cambiada en el tiempo. Esta ideología lleva a proyectos educativos
y directrices legislativas que promueven una identidad personal y una intimidad
afectiva radicalmente desvinculadas de la diversidad biológica entre hombre y
mujer.”

En ese mismo contexto, el colectivo Padres en Acción interpuso una demanda


judicial contra la Resolución Ministerial Nº 281-2016 del Ministerio de Educación
que aprobó el Currículo Nacional de Educación Básica Regular para el 2017, el
mismo que utiliza un enfoque de equidad de género. De acuerdo con la demanda
el uso de la palabra género en el currículo nacional promueve una supuesta
ideología de género, “lo que realmente implica el contexto que utiliza la palabra
“género”, es hacia lo determinado una nueva visión de la sexualidad, en donde
además del género masculino y femenino, se quiere enseñar que hay otros
géneros más.”. El Poder Judicial peruano les dio la razón y declaro nula la
Resolución Ministerial que aprueba el Currículo Nacional “respecto al Enfoque de
Igualdad de Género”.

La violencia contra la mujer es invisibilizada en el Perú, porque la sociedad cree


equivocadamente que la violencia de género pertenece al ámbito privado de la
familia. Las víctimas de la violencia contra la mujer en el Peru, son
responsabilizadas al considerarse que ellas se lo buscaron o porque ellas lo
permiten al no dejar al perpetrador, cuando se trata de su pareja. En el 56% de los
casos las mujeres toleran la situación de violencia por los hijos, en el 48% por
motivos económicos (ENDES 2010).

Solo durante el 2016, se reportaron 3,194 denuncias por violación sexual a niñas y
adolescentes. En el Peru, nueve niñas son violadas cada día. El embarazo
adolescente es un serio problema de salud pública, donde 14.5% de las niñas y
adolescentes (15-19) ya son madres o están embarazadas. A nivel mundial cada
año 2 millones de niñas entre 10 y 14 años dan a luz. En el caso peruano cada día,
4 niñas de entre 10 y 14 años se convierten en madres. Solo en el 2015, 1,538
niñas de entre 11 y 14 años tuvieron un hijo y 3,950 de 15 años. En el 71% de los
casos, las parejas de las niñas madres son hombres mayores de 18 años.

6 de cada 10 niñas peruanas no terminan el colegio. En la mayoría de los casos


como resultado de un embarazo temprano. Ello limita su acceso a la educación, a
un trabajo formal y sus posibilidades de escapar de la pobreza. Es además un
problema de salud pública ya que una adolescente no está físicamente preparada
para enfrentar el embarazo y parto, por ello la mortalidad materna en adolescentes
es mucho más alta que en cualquier otro grupo etario. Solo en el 2015, 29,000
niñas hicieron abandono escolar (ENDES).

La evidencia demuestra que el retraso del primer embarazo está asociado con una
mejora en la salud de las mujeres, disminución de la mortalidad materna e infantil,
más años de escolaridad y educación de las mujeres así como de oportunidades
laborales y mejoras en la educación, nutrición y salud de sus hijos. Además, existe
correlación entre la reducción de la fertilidad y la mejora de las condiciones
socioeconómicas de la familia. Para reducir la pobreza, se necesita que las
mujeres y sobre todo las adolescentes tengan la posibilidad de controlar su
fertilidad.

La sociedad peruana es marcadamente machista y responsabiliza a la mujer por lo


que le sucede. Así, el 32% de limeños cree que las mujeres son violadas porque
provocaron al hombre.

En el Peru, la participación política de la mujer es aun limitada. Así, de 24


gobernadores regionales solo 1 es mujer, de 194 municipalidades provinciales,
solo 6 son lideradas por mujeres. Solo 1 de cada 4 congresistas es mujer, y
difícilmente están capacitadas en temas de género. Las mujeres en el Peru son 1
de cada 2 estudiantes universitarios, 1 de cada 3 empleados en el sector privado,
1 de cada 4 gerentes en el sector privado, 1 de cada 5 expertos en medios de
comunicación y 1 de cada 10 miembros de directorios. Más aun, a pesar del
crecimiento de la economía y los salarios, por cada hora trabajada una mujer
recibe en promedio 40% menos que un hombre con las mismas características
(Ñopo, 2016).

Para lograr reducir la incidencia de violencia contra la mujer, necesitamos lograr


empoderarlas, implementar programas de educación, una campaña de cambio de
comportamiento con tolerancia cero a los casos de violencia y lograr que los niños,
adolescentes y hombres peruanos sean aliados en la lucha contra la violencia de
género. El Ministerio de la Mujer tiene un rol importantísimo, pero sería más
importante aún si lográramos que en todos los ministerios y entidades públicas se
utilizara un enfoque de género transversal.

Violencia contra la mujer en Perú: Aún hay trabas para


denunciar violencia
El 70% de víctimas no denuncia por desconfianza. Pese a que la ley hace más
expeditivo el proceso, no se obtienen medidas de protección. Aún hay trabas para
denunciar violencia

Ocurrió en Lambayeque en el año 2013. Una mujer, víctima de agresiones de su

pareja, lo denunció por violencia familiar. Sin embargo, no recibió ayuda. Nadie le

otorgó medidas de protección y dos años después el sujeto la mató.En 2017, el

panorama no ha cambiado mucho. En setiembre de este año, la suboficial de la

Policía Gianelly Coronado Rojas, de 21 años, denunció a su ex conviviente Fidel

Coronado Barturén (27), un efectivo de Radiopatrulla a quien había dejado por sus

constantes golpizas. Pero la denuncia solo enfureció más al sujeto, quien en

venganza, y en menos de 24 horas después de que Gianelly lo denunciara, la

estranguló. Nadie protegió a la joven madre.Estas situaciones se repiten desde

hace mucho tiempo en diversos lugares del país. Un estudio de la Defensoría del
Pueblo, que analizó 50 expedientes judiciales de 2011 a 2015, detectó que solo en

el 28% de los casos de feminicidio y tentativas, las víctimas acudieron a los

servicios estatales para denunciar la violencia que venían sufriendo. Sin embargo,

ante la falta de una respuesta efectiva, sus vidas continuaron en riesgo y siete

fueron cruelmente asesinadas.

Las cifras de los Centros de Emergencia Mujer de este año corroboran que la

situación no ha cambiado mucho. De las 94 víctimas de feminicidio registradas

hasta el mes de setiembre, 53% ya había denunciado a su agresor, pero solo el

5% logró medidas de protección. El resto fueron asesinadas.

FALTA CAPACITACIÓN

Aunque la Ley 30364 para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las

mujeres y el grupo familiar está vigente desde hace dos años y contempla diversas

medidas para mejorar la protección de las víctimas, su implementación aún

presenta muchas deficiencias. Diana Portal Farfán, comisionada de la Adjuntía de

la Mujer de la Defensoría del Pueblo, refirió que la falta de capacitación de la

Policía es una de las más graves.

En las comisarías, muchos de los efectivos que reciben las denuncias de violencia

aún no están capacitados para llenar la denominada ficha de valoración de riesgo.

Este documento es importante porque servirá de base para que el juez determine

en qué grado de riesgo está la víctima para que, según sea leve, moderado o alto,

se dicten las medidas de protección.

“Un riesgo alto es por ejemplo cuando hay amenazas de muerte, cuando el

agresor usa armas de fuego o si la violencia física incluye el intento de

ahorcamiento. Un buen registro de la Policía hará que el juzgado proteja mejor a la

víctima, pero lamentablemente, pese a las capacitaciones, aún no es suficiente”,

señaló Portal.
La PNP ha elaborado un instructivo con el protocolo a seguir en casos de violencia

familiar. Sin embargo, no tiene un registro de las medidas de protección de las

víctimas y, aunque la ley indica que es su deber habilitar un canal de comunicación

inmediato con las mujeres que denuncian violencia y tener un mapa georeferencial

de su ubicación para prevenir un feminicidio, la falta de recursos impide que esas

medidas se implementen.

Según estadísticas de la Policía, en el Perú, el 44% de sus intervenciones son por

violencia familiar. Sin embargo, solo existen 35 Comisarías Especializadas de

Familia y solo el 6% de los efectivos policiales tienen como actividad principal la

investigación de estos casos.

MUCHA DESCONFIANZA

Sin duda esto está afectando la confianza de las víctimas. Silvia Loli, viceministra

de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, señaló que en 2016 el 74% de las mujeres

víctimas de feminicidio no denunció a su agresor y el 22% de las que se salvaron

de morir tras un intento de asesinato tampoco lo hizo.

De acuerdo con la Endes 2016, el 44.1% de todas las mujeres que experimentaron

violencia física por parte de su esposo, compañero o de otra persona prefirió

recurrir a personas cercanas para buscar ayuda ante un hecho de violencia. Solo

el 27.2% buscó ayuda en alguna institución. Esto significa que solo 3 de cada 10

mujeres que sufrieron violencia busca la ayuda de las autoridades.

“Es probable que la víctima retroceda si encuentra que los operadores policiales u

otros la culpabilizan de la agresión o la revictimizan. Por eso es de suma

importancia fortalecer las capacidades de los operadores en el conocimiento de la

normativa vigente”, anotó Loli.


NO RECONOCEN VIOLENCIA

Pero hay más. En la ruta de atención de las víctimas también hay dificultades en el

reconocimiento de la violencia psicológica, pues los retrasos en los exámenes del

Instituto de Medicina Legal, por el embalse de casos, hacen que sea muy difícil

obtener una constancia que avale el daño psicológico.

Aunque la ley señala que los centros de salud, los Centros de Emergencia Mujer o

hasta las clínicas particulares pueden elaborar los informes y certificar la violencia,

en la práctica eso no se cumple.

Además, faltan servicios de atención psicológica para las víctimas, así como

albergues para las mujeres que denuncian y no pueden volver a sus casas. En el

país, hay siete regiones sin ningún lugar para proteger a estas víctimas y, según el

estudio de la Defensoría del Pueblo, en el 50% de los casos de feminicidio y

tentativa, se identificó que las víctimas vivían con el agresor al momento de los

hechos.

BUENAS PRÁCTICAS

Ante la problemática, la viceministra Loli señaló que, considerando que más del

70% de mujeres recurren a la comisaría en caso de una agresión, el Ministerio de

la Mujer y Poblaciones Vulnerables ha optado por implementar Centros de

Emergencia Mujer en las comisarías para acompañar la denuncia de las mujeres

con asesoría psicológica, médica y legal. “Actualmente, se cuenta con 37 centros

en igual número de comisarías y a fin de año se espera contar con 50”, dijo.

Además, indicó que el ministerio ya cuenta 45 hogares de refugio temporal y se ha

previsto la implementación de dos más en Villa Rica (Pasco) y Bagua (Amazonas).

Melissa Bustamante, especialista del Fondo de Población de las Naciones Unidas,

señaló que otra buena práctica que está mejorando el acceso de las mujeres a la

denuncia es la implementación del primer módulo integrado de justicia de género,


que opera en Villa El Salvador. En dicho espacio, las víctimas pueden interponer

sus denuncias y a la vez pasar por la cámara Gessel y Medicina Legal, y solicitar

que el juez otorgue medidas de protección a su favor. Por ello, se evalúa la

posibilidad de replicarlo en otras partes del país.

TENGA EN CUENTA:

 * La presidenta del Consejo de Ministros, Mercedes Aráoz, encabezará una

comisión de alto nivel que elaborará medidas concretas para erradicar la violencia

contra la mujer. 

*  Aráoz informó que se está avanzando en la elaboración de un registro

nacional de agresores y se está discutiendo la posibilidad de incrementar las

penas de cárcel.

* También se está elaborando un proyecto de ley que propone establecer la

imprescriptibilidad de los delitos de abuso sexual.

* Asimismo, junto al Poder Judicial, se evalúa el incremento del número de salas

de familia para mejorar la atención directa a las víctimas de violencia.

* Según Thomson Reuters Foundation, Lima es considerada la quinta megaciudad

más peligrosa para las mujeres a nivel mundial. Además, según Cepal, el Perú

ocupa el octavo puesto entre las naciones con más feminicidios.

Según cifras oficiales del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP),


en Perú al día se reportan 11 casos de violencia de pareja. La tasa más alta se
registra en Lima.

Sin embargo, muchas de estas situaciones no salen a la luz. “Hay muchos casos
que quedan silenciados detrás de tantas paredes”, explicó Francisco. En nuestro
país el 85% de los feminicidios y las tentativas son cometidos por la pareja o
expareja de la víctima, según cifras de los Centros de Emergencia Mujer (CEM) del
Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP).
Desde enero hasta diciembre del 2017 se perpetraron 121 casos en todo el país y
las tentativas de feminicidio alcanzaron las 247. Ocho de cada diez hechos de
violencia se produjeron en un lugar íntimo.

“Los invito a luchar contra esta fuente de sufrimiento pidiendo que se promueva
una legislación y una cultura de repudio a toda forma de violencia”, agregó. En
2015, se aprobó la Ley 30364, Ley para Prevenir, Sancionar y Erradicar la
Violencia contra las Mujeres y los Integrantes del Grupo Familiar, que obliga a las
autoridades a proteger a las víctimas.

Sin embargo, la violencia ha ido en aumento. En 2017 se cometieron 32% más


feminicidios en relación al 2015, según reportó RPP Noticias en noviembre
pasado. En 2016, la cifra bordeó los 382 casos de femincidio.

De acuerdo a cifras del MIMP y del Ministerio Público, las mujeres entre 18 y 35
años son las más vulnerables a morir en manos de sus parejas o exparejas. Solo
en 2017, 66 mujeres entre esas edades fueron víctimas de feminicidio y 110 se
salvaron de ser asesinadas.

CIFRAS A NIVEL NACIONAL


Según información del MIMP, las principales regiones en donde se reportaron
estos casos en 2017 fueron Lima Metropolitana (31 feminicidios y 75 tentativas),
Arequipa (12 feminicidios y 25 tentativas), Junín (7 feminicidios y 15 tentativas) y
Cusco (6 feminicidios y 13 tentativas). En su su mayoría las víctimas fueron
mujeres entre 18 y 35 años (90,5%), niñas y adolescentes (5,7%) y adultas
mayores (3,8%).

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