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Los métodos que Itard utilizó, con base a los principios de imitación, condicionamiento y
modificación del comportamiento, los cuales lo posicionaron a la vanguardia de su época y lo
llevaron a inventar muchos mecanismos de enseñanza que aún se utilizan.
Esta teoría se basaba en estimar la poderosa influencia que la acción separada o simultanea de
los sentidos tiene sobre la formación y el desarrollo de las ideas. Sobre la base de este principio
y una vez cumplidos los objetivos, que a continuación vamos a describir, se ejercitaban y
desarrollaban por separado los órganos sensoriales del joven Víctor.
1. Vincularlo a la vida social, haciéndosela más dulce de lo que había conocido y sobretodo, más
similar a la vida que había abandonado.
2. Despertar la sensibilidad nerviosa mediante los estimulantes más enérgicos y provocar de vez
en cuando los afectos más vivaces del espíritu.
5. Ejercitar, durante algún tiempo, las operaciones más simples del espíritu sobre los objetos de
sus necesidades físicas, ampliando luego la aplicación sobre objetos que pudieran instruirlo.
1. Vincularlo a la vida social, haciéndosela más dulce de lo que había conocido y sobretodo, más
similar a la vida que había abandonado.
El cambio brusco en su manera de vivir, las frecuentes inoportunidades y algunos malos tratos
habían acabado con toda esperanza de civilizarlo. Su insólita actividad había degenerado, en una
apatía sorda que producía hábitos todavía más solitarios. De este modo, salvo los momentos en
el que el hambre le impulsaba a la cocina, se lo encontraba siempre arrinconado en un rincón
del jardín.
2. Despertar la sensibilidad nerviosa mediante los estimulantes más enérgicos y provocar de vez
en cuando los afectos más vivaces del espíritu.
Los órganos de la piel y del tacto de Víctor no sólo demostraban insensibilidad al frío sino
también al calor.
No existía entre el órgano del olfato, y de los de la respiración y la vista ninguno de aquellos
lazos de simpatía que forman parte de la sensibilidad de nuestros sentidos.
El oído era el sentido que parecía más insensible. Sin embardo se sabía que el ruido de una nuez
o de algún objeto comestible de su gusto, lo hacía volverse siempre. El mismo órgano del oído
se mostraba insensible a los ruidos más fuertes.
Se observaba que la propiedad nerviosa era débil en la mayor parte de los sentidos. Itard tenía
el proyecto de desarrollarla de todas las maneras y con todos los medios posibles y de preparar
el espíritu a la atención, disponiendo a los sentidos a recibir las impresiones más vivas.
El oído: Itard estaba persuadido de que, para llevar a cabo la educación de este sentido, de algún
modo era preciso aislarlo…Cubrió con una gruesa venda los ojos de Víctor, e hizo sonar junto a
sus oídos los sonidos más fuertes y más dispares. Tras haberle proporcionado un sonido, incitaba
a Víctor a que produjera otro igual, haciendo sonar el mismo cuerpo sonoro. Los primeros
ensayos tuvieron por objeto lograr la distinción entre el sonido de una campana y el de un
tambor. Víctor aprendió luego a reconocer el timbre de un reloj, el chasquido de una vara, las
modulaciones de un instrumento de viento; y, más adelante, con poco éxito, a discernir las
vocales, haciendo que levantara un dedo diferente a la audición de cada una de ellas.
El gusto y el olfato: En este dominio, convenía despertar el gusto por la comida hasta entonces
inexistente. Víctor olfateaba incluso cuerpos inodoros para nosotros: madera, guijarros.
El tacto: Depositó en el fondo de una vasija opaca, cuya embocadura apenas podía permitir la
introducción del brazo, unas castañas cocidas aún calientes, y unas castañas crudas y frías. Por
comparación con un modelo depositado en su mano, Víctor captó muy pronto la noción de
temperatura.
Otra actividad para desarrollar el tacto era: cuando se le daba una vela para encender con papel
no siempre esperaba que el fuego hubiese prendido la mecha para arrojar con rapidez el papel,
cuya llama todavía estaba lejos de sus dedos.
La visión y la educación intelectual: Hemos visto que Itard utilizaba el sentido visual, primero
de un modo global, luego, dada la necesidad de llegar a la distinción de las letras de formas más
próximas entre sí, tomó un nuevo punto de partida con el análisis de las formas simples. Víctor
acabó por unir la palabra y el objeto. Así, por ejemplo: leche y taza. Pasar a las cualidades
comparativas de las cosas constituía una nueva etapa.
Itard quería fijar la atención de Víctor mediante el juego. Para ello utilizó muchas actividades,
entre ellas:
Colocaba delante suyo y sin ningún orden simétrico muchas copas de plata, bajo una de ellas
colocaba una castaña. Una vez que estaba seguro de haber suscitado su atención, las levantaba
todas menos la que tenía la castaña. Después de haberle mostrado que no tenían nada y de
colocarlas nuevamente lo invitaba con gestos a buscar por su cuenta.
La primera copa a la que dirigía su búsqueda era bajo la que estaba la castaña.
Para que su atención se volviera de algún modo menos animalesca, suspendió en este juego
todo lo que pudiera tener relación con sus gustos y colocó debajo de las copas objetos. El
resultado fue igualmente satisfactorio y este ejercicio se convirtió en una ventaja de provocar la
atención, el juicio y la fijeza en su mirada.
Con excepción de este tipo de entrenamientos que se vinculaba con sus necesidades o logró
inspirarle ningún gusto por otros juegos propios de su edad.
Otro caso es que cuando iba con Itard, le resultaba imposible guiarlo por la calle, tenía que andar
al trote junto a él o utilizar la violencia para obligarlo a caminar a su paso. Por lo tanto, se vio
obligado a salir sólo en coche y constituyó un nuevo placer que Víctor vinculo cada vez más con
las frecuentes salidas.
Su placer era aún mayor cuando los paseos los realizaban por el campo.
Gracias a estas nuevas costumbres y a algunas diversiones, Víctor acabó disfrutando con estas
actividades y así surgió el afecto que demostraba a Itard y a Guérin.
Se comprende con facilidad que, habiendo crecido en medio del bosque y alejado de la sociedad,
el sentido del oído del salvaje solo acusaba la impresión de un pequeño número de ruidos. Por
tanto, este órgano era un simple instrumento de observación individual, que para Víctor advertía
la proximidad de algún animal peligroso o de algún fruto.
Para adquirir el uso de la palabra no bastaba con adquirir el sonido de la voz, es necesario
advertir también, la articulación de este sonido: se trataba de dos operaciones bien diferencias
que exigían del órgano condiciones diferentes. Para la primera, es suficiente poseer un cierto
grado de sensibilidad del nervio acústico y para la segunda, se necesita una modificación especial
de la sensibilidad.
A medida que el órgano auditivo progresaba muy lentamente, la voz permanecí muda y se
negaba a expresar sonidos articulados que el oído parecía percibir. Estas consideraciones me
llevaron a pensar lo siguiente: una vez que el oído comenzó a percibir algunos sonidos, la voz no
podía repetirlos no por alguna lesión orgánica sino por el estado desfavorable de las
circunstancias, es decir, la falta total de ejercicios hace que nuestros órganos se vuelvan
inadaptados a sus funciones.
Se sabe que se necesitan de al menos 18 meses de cuidadosa educación para que un niño
comience a balbucear algunas palabras. Por lo tanto, no puede esperarse que un habitante de
los bosques, que se encuentra dentro de una sociedad desde hace sólo 14 o 15 meses y de los
cuales 5 o 6 trascurrieron entre sordomudos, sea capaz de hablar.
Itard estaba convencido que la laringe comenzara a funcionar, aunque fiera tardíamente. Por lo
tanto, debía activarla a través de objetos indispensables para sus necesidades.
Itard comenzó a trabajar con la palabra “leche” y al cuarto día de este experimentó logro tener
lo que deseaba y escuchó como Víctor pronunciaba con claridad la palabra “leche” que repitió
casi de inmediato. Esta era la primera vez que de su boca salía un sonido articulado.
Sin embargo, Itard hizo una reflexión que disminuyó la importancia de este primer éxito: la
palabra que Víctor pronunció en vez de ser el signo de necesidad sólo era, una vana exclamación
de alegría.
Las últimas conquistas del órgano de la voz que hizo Víctor son casi todas las vocales, con
excepción de la “u” además de las tres consonantes, “l” y” d”, indudablemente estos progresos
son bastante modestos si los comparamos con lo que exigiría un desarrollo completo de la voz
humana.
Víctor tiene una gran facilidad para expresas sus necesidades mediante signos. Por ejemplo:
cuando llega la hora del paseo, se aproxima varias veces a la ventana y a la puerta de su
habitación. Si en ese momento advierte que Itard no está listo, le pone todos los objetos
necesarios para su aseo y llegó hasta el punto de ayudarse a vestirse. Después desciende por
delante y abre el mismo la puerta.
Si tiene deseos de comer el mismo lleva los cubiertos a la mesa y le entrega a la señora Guerin
los platos que debe llevar a la cocina para colocar los alimentos.
Probablemente lo que le sucede con el uso de la palabra a Víctor es muy parecido a lo que les
sucede a los niños que comienzan a balbucear la palabra “papa” sin vincularla con ninguna idea
y la va pronunciando en todos los lugares en cualquier ocasión, después comienza a llamar así a
todos los hombres que ve y sólo después de una serie de razonamientos llega a atribuirle su
verdadero uso.
5. Ejercitar, durante algún tiempo, las operaciones más simples del espíritu sobre los objetos de
sus necesidades físicas, ampliando luego la aplicación sobre objetos que pudieran instruirlo.
Los medios utilizados para ejercitar las actividades intelectuales de Víctor consistían en
presentarles obstáculos cada vez mayores y nuevos entre él y el objeto de sus necesidades. Estos
obstáculos solo podían ser superados ejercitando la atención, la memoria, el juicio y todas las
facultades sensoriales.
Recurría a un sistema que obligó Víctor a subdividir su atención entre diferentes objetos ya que
se había observado que tenía una inclinación muy marcada por el orden.
El experimento trataba de disponer en el mismo orden los objetos sobre los que quería ejercitar
su atención. Se colgaban por medio de un clavo cada uno de los objetos y los dejaba allí durante
algún tiempo, cuando se descolgaban se los daba a Víctor y él los volvía a colocar nuevamente
en su orden justo.
En una ocasión Itard cambió la posición de los dibujos y Víctor volvió a colocarlos en el mismo
orden sin prestar ninguna modificación. En realidad, era fácil enseñarle la nueva clasificación lo
difícil era que lo pudiera razonar.
Era necesario buscar un método más ligado a las facultades adormecidas de Víctor. Era necesario
buscar un método en el cual cada dificultad superada lo elevase al nivel de la dificultad que
debiera vencer.
El experimento constaba de: sobre una tabla se pegaban tres pedazos de papel de formas y
colores diferentes. El primero era un trozo de papel circular y rojo, el segundo era triangular y
azul y el tercero un cuadrado negro. Luego se agujereaban por el medio y los colocaba sobre
clavos dispuestos sobre la tabla, tres pedazos de cartón de igual forma y color sobre sus modelos
y los dejaba allí durante días. Después los quitó y se los entregó a Víctor y él los supo colocar en
el lugar preciso sin ninguna dificultad.
Estos resultados le alentaron a realizar nuevos campos cada vez más difíciles. Cada día agregaba,
cortaba, modificaba y probaba nuevas comparaciones y nuevos juicios. Al final, las
complicaciones de estos pequeños ejercicios terminaron por agotar su atención y su docilidad.
Llegó el momento de sustituir este sistema por otro más instructivo que presentaría dificultades
que hubieran sido insuperables de los medios utilizados con éxito para superar las dificultades.
Itard dibujó las 24 letras del alfabeto y un tablero con casillas para cada una de estas letras, en
las cuales Víctor debería insertar las letras en las casillas correspondientes.
En el primer intento, Víctor distinguió todos los caracteres y los clasifico correctamente,
inmediatamente se volvió a realizar la prueba y no existió el más mínimo error, pero el niño
realizaba la clasificación con un pequeño sistema que lo liberaba de utilizar la memoria, la
comparación y el juicio. Por tanto, colocaba las letras según el siguiente método: la última letra
del alfabeto, venía a resultar la primera que colocaba en la tabla y procediendo siempre de
derecha a izquierda.
Esta técnica hacía quizás tanto honor a su inteligencia, a su discernimiento al poder realizar una
clasificación metódica.
Al hacerle realizar este tipo de ejercicios, Itard se había propuesto preparar a Víctor para utilizar
las letras en su verdadero uso: expresar las necesidades que sólo pueden manifestarse a través
de la palabra.
Le dio a Víctor las cuatro letras del abecedario que forman la palabra “LAIT” y le acercó una taza
de leche, de inmediato Víctor ordeno las letras que dieron como resultado la palabra “LAIT”.
Solo bastaron 5 o 6 sesiones para que llegara a sistematizar de forma metódica estas cuatro
letras y también para que obtuviera la idea de la relación existente entre la palabra y la cosa.
De todas las observaciones que se apuntan y que han sido expuestas en estos párrafos podemos
concluir que, el muchacho conocido como “El Salvaje del Aveyron” posee el libre ejercicio de
todos sus sentidos, continuamente ofrece pruebas de atención, de recuerdo, de memoria,
puede comparar, discernir y juzgar y finalmente aplicar todas las facultades de su inteligencia a
objetos relativos a su instrucción.
Estos cambios se realizaron en el breve espacio de 9 meses. Por lo tanto, deberá concluirse que
su educación es posible, si es que ya no está garantizada por estos primeros éxitos.
– Se puede establecer con proposición general que todas las causas accidentales, ambientales o
políticas que tienden a aumentar o disminuir el número de sus necesidades contribuyen
necesariamente a extender o a restringir el campo de nuestros conocimientos y el campo de la
ciencia, de las artes y de la industria social.
Si bien Itard realizó importantes logros con Víctor, el caso dejó puertas abiertas a la reflexión
sobre cuáles habían sido en realidad los avances del caso y, por otra parte, por qué no se logró
en definitiva una adquisición del lenguaje por parte del niño.
En su libro, Lane explica que se pueden manejar varias hipótesis que, entre otras cosas, implican
una postura filosófica acerca de la naturaleza humana. Como primera instancia de discusión,
aparece el debate entre el determinismo de lo biológico y lo cultural. Para el caso, se traduce en
términos de la idiotez del niño en contraposición a su aislamiento social. Sin embargo, una vez
que se profundiza en el caso, pueden encontrarse distintos matices y mayor variedad de
hipótesis. Estas son:
1. Las técnicas de Itard fueron inadecuadas
Lane recalca como puntos fuertes de Itard: el hecho de no considerar a Víctor como un adulto
en miniatura; no basarse en la lógica interna de los contenidos, sino en la progresión individual
de su alumno; promover un medio apropiado para el alumno; examinar constantemente la
conducta de Víctor, pudiendo prestar atención a los indicios que eran de su interés e incluso, no
descartando todo elemento proporcionado por su alumno; separar sus propias expectativas de
los logros y las respuestas propiciadas por Víctor; modificar pacientemente los ejercicios de
forma gradual sin importar la necesidad de reiteración y eliminando en los momentos justos, las
ayudas que eran prescindibles; finalmente, idear el método de la imitación generalizada.
Itard logró a pesar de los contratiempos, que la vida social a la que pudo acceder Víctor fuera
reforzante para sí mismo. De algún modo, Itard pudo perpetuar en el niño nuevas necesidades
ligadas a la vida social.
También aparecen críticas a los métodos y técnicas aplicadas por Itard. Incluso, su propio
discípulo, Séguin, comenta sobre su visión del caso: "la nobleza del objetivo que él mismo se
impuso, sus numerosos esfuerzos para alcanzarlos y el punto en el que abandonó su empresa;
toda su originalidad, toda su inventiva, todo su coraje, dieron lugar solamente a la crítica más
completa y bien fundada de la filosofía sensualista que había aceptado...de una manera
obstinada vio en el idiota al salvaje indómito. Basándose en sus estudios, así como en su fe en
el materialismo de Locke y Condillac, su enseñanza alcanzó a veces los sentidos de su alumno,
pero nunca penetró en su mente o en su alma. Logró dar a sus sentidos ciertas nociones de las
cosas, e incluso imprimió alguna sensibilidad física a las caricias que le otorgaba; pero el niño
siguió sin tener ideas ni sentimientos sociales o morales, incapaz de trabajar y, por tanto, de
poseer una independencia" (Lane, 1976: 167). Complementando esta idea, Itard admite en su
informe final que el niño nunca pareció perder su vivo anhelo "por la libertad del campo abierto
y su indiferencia a la mayoría de los placeres de la vida social" (Lane, 1976, p.160).
Sin embargo, Lane discrepa con la opinión de Séguin. Entre otras cosas, advierte que el niño
demostró emociones de orgullo, vergüenza, remordimiento y deseo de complacer. Además, no
concluye que Itard haya trabajado únicamente en el desarrollo de los sentidos. Séguin entiende
que Itard descuidó las bases sensoriomotoras del aprendizaje, dejando de lado la manipulación
práctica. A pesar de esta crítica, el niño poseía gran destreza muscular por lo cual Itard no tuvo
otra opción que buscar un equilibrio entre la actividad muscular y la actividad sensorial,
promoviendo a su vez una mayor sensibilidad nerviosa, la cual serviría de puente para una
posterior etapa de trabajo con las facultades intelectuales.
Es por esto que no se puede desestimar el camino recorrido por Itard, ya que una vez que
encontró cierto equilibrio, procedió con algunas actividades que promovían la manipulación
práctica como servir la mesa. Por último, otra relativización de las críticas de Séguin a Itard,
aparece en las reflexiones de Lane: "al producir (el niño) frases incorrectas como `lágrima taza´
muestra también su dominio de los conceptos relacionales. Es falso que Víctor careciera de
ideas" (Lane, 1976: 168).
En cuanto a las críticas que realiza Lane, se destacan: la ausencia de una educación sexual
optando Itard por aislar al niño de todo contacto físico con los muchachos y muchachas de su
edad; la falta de apreciación de aquellos aspectos que, al margen de una enseñanza organizada,
el niño aprendía espontáneamente (al estilo Montessori); finalmente, el procedimiento de Itard
por enseñarle el habla a Víctor. Algunos argumentos de lo antes mencionado: el empleo de
demasiadas vocales a la hora de enseñarle a Víctor a discriminar sonidos, el uso de algunas de
las vocales que Víctor no pronunciaba, la pretensión de que Víctor respondiera mediante una
imitación generalizada y finalmente, la falta de consideración de que la lengua nativa de Víctor
pudiera ser un dialecto propio del sur de Francia central.
Si bien hasta aquí se desarrolló el caso del niño salvaje de Aveyron y se profundizó en el legado
de este precedente con Séguin y Montessori, aun no se ha analizado o profundizado acerca de
la particularidad del caso. Es decir, si bien hasta ahora se dio por sentado que el precedente del
niño salvaje de Aveyron tuvo fuertes influencias en el surgimiento de la Casa Dei Bambini y en
las formulaciones de María Montessori, resulta imprescindible, profundizar en las posibles
causas que hicieron que este caso no fuera uno más.