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PARTIDOS POLITICOS Y SISTEMAS ELECTORALES

JORGE ELIGIO MENDEZ PEREZ1


jorgemendez@codetel.net.do
jorgemendez90@hotmail.com

Anatole France enarboló el criterio de que “la utopìa es el principio de todo


progreso y el diseño de un porvenir mejor”, por lo que pedimos excusas por adelantado si
nuestro pensamiento resulta altamente utópico; aunque lo cierto es que la dimensión de
Albert Einstein resulta un valor incuestionable cuando afirma que “no podemos resolver los
problemas con la misma mentalidad que los creamos”.

La modernización de los partidos y su reforma polìtica està en una fase de


criticalidad globalizante, porque al parecer los partidos polìticos no han logrado adaptarse
al entorno social del nuevo modelo que registra el proceso de reingenierìa mundial que se
cuestiona incesantemente: ¿estamos en una época de cambio o en un cambio de época?

La crisis silenciosa de los partidos polìticos ha aflorado para el anàlisis que toca
hasta la conciencia de lo bueno y de lo bello de la naturaleza paradigmàtica de la verrdad y
de la realidad que afecta el clima organizacional de la polìtica y la cultura del ejercicio de
la política partidaria que busca la revisión del marco ideológico y el contenido de sus
creencias, sus valores, sus actitudes, sus normas y principios, su filosofìa organizacional y
su estilo gerencial partidario.

Esa reflexión conduce al anàlisis de los partidos polìticos desde una “perspectiva
hacia adentro” que se une a los sistemas electorales desde una cosmovisión integral que
trasciende hasta el liderazgo participativo que tiene que reconocer el cultivo de la
perfección como abono al mejoramiento de la productividad y de la creatividad polìtica.

1. Enfoque de los Partidos Políticos

1
.- Suplente a Miembro de la Junta Central Electoral. Maestría Summa Cum Laude en Ciencia Política. Maestría
Summa Cum Laude en Relaciones Internacionales y Diplomacia. Postgrado Magna Cum Laude en Especialidad en
Estudios Judiciales. Profesor de Derecho de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM) y de la
Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña (UNPHU), en las concentraciones en Derecho de Sucesiones,
Derecho Electoral, Derecho de Regímenes Matrimoniales y Derecho Procesal Civil III (Recursos Procedimentales).

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El pluralismo polìtico sirve de sustento al sistema electoral, donde impera un
régimen democràtico que valida los partidos polìticos como identificación del estado de
derecho.

El compromiso de viabilidad asumido por los partidos polìticos encarna fuerzas centrìfugas
(centralización) y centrìpetas (descentralización) que hacen que la operabilidad de los
sistemas electorales sea la traducción axiológica de una concreción irrenunciable que se
prolonga teleológicamente a la organización y funcionamiento del Estado en el sistema
polìtico moderno, el cual deviene de la coordinación estratégica de los partidos polìticos en
bùsqueda axiomàtica de la “captura del poder”.

En el àmbito conceptual y en su función existencial los partidos polìticos desarrollan


una competencia que nace en sus relaciones intrapartidarias y se prolonga sensiblemente
fuera de sus linderos naturales en una virtualidad que depende del nivel de consenso entre
fuerzas polìticas interactuantes en procesos electorales.

La Politologìa concibe que allì donde hay rasgos acentuados de una diversidad de
partidos polìticos con vocación de poder y contenido definido, en un resorte de autonomìa,
debe darse un sistema electoral con respuestas coherente, diàfana, trasparente y dotado
de imparcialidad.

Para que haya una concreta modernización del Estado debe producirse primero una
reingenierìa amplia en la comunidad polìtica por aquel postulado que establece que una
sociedad en proceso de modernización tiene que ser pluralista con alto nivel de
participación polìtica, porque la modernización crea y eleva la conciencia y actividad
polìtica a grupos sociales y económicos que no existìan en la sociedad tradicional o que se
encontraban fuera de la espera de su polìtica. O dichos grupos son asimilados al sistema
polìtico, no se convierten en una fuente de antagonismo y revolución contra el sistema. El
logro de la comunidad polìtica en una sociedad en modernización implica... la integración
“horizontal” de grupos comunales y la asimilación “vertical” de clases sociales y
económicas”. (Huntington, S.P. :“El Orden Polìtico en las Sociedades en Cambio”. P. 351).

J. Bryce dice que “... la democracia es la manera de contar las cabezas sin romperlas”, pero
la tónica parece que ha sido la que establece que hay que buscar “primero el reino polìtico
y todo lo demàs te serà dado por añadidura”. Esto engendra la atención primaria que hay
que dispensar a las organizaciones polìticas; pues el establecimiento de un sistema de
partidos eficiente es capaz de estructurar la participación de nuevos valores en polìtica
partidista que prestigien la institucionalidad en una conjunción verdadera de desarrollo
polìtico. “Un régimen sin partidos es por necesidad, un régimen conservador” (Duverger M.
:“Polìtical Parties”. P. 426) y un Estado sin partidos con estructuras o plataformas
ideológicas definidas subcumbe en la fragilidad. Todo en democracia parece concentrarse

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en lo electoral. José Ortega y Gasset lo confirma en “La Rebelión de las Masas” cuando
presagia que “... la salud de las democracias, cualesquiera que sean su tipo o grado,
dependen de un mìsero detalle técnico: el procedimiento electoral, todo lo demàs es
secundario”.

La teorética que castra la eficiencia partidaria y que destaca la irracionalidad, , la


devaluación y la corruptela partidaria, hindilgada con mayor profusión en la época actual,
hay que deshacerla con postulados que fortalezcan una imagen positiva y moralizante,
porque està comprobado que no puede existir democracia sin partidos polìticos. En un
Estado en modernización la organización polìtica equivale a una organización partidaria y no
es posible el desarrollo social sostenido en un Estado donde predominen la fragmentación y
el desorden polìtico. Los partidos polìticos son los vehìculos efectivos para construir o
reconstruir una convivencia democràtica, por lo que deben “superar el mero caràcter
cojuntural y electoral para desarrollar estructuras estables y permanentes sobre
plataformas programàticas que recuperen, motiven y mantengan el interés de la mayorìa....
merecen superar la satanización que los abruma... perder el caràcter peyorativo y
malsano... emprender el arduo proceso de recuperación del buen nombre de la Polìtica para
que ésta sea vista como un instrumento de la sociedad civil y no como un obstàculo a las
reinvindicaciones sociales”· (Murillo, G., Ruìz, J.C. :“Partidos y Clases Polìtica en América
Latina”. P. 292-293).

El nuevo orden internacional determina que sólo es legìtimo lo que proviene de fórmulas
democràticas. Esto conduce a la interacción entre la sociedad y los partidos polìticos, los
cuales estàn llamados a delinear el marco de la polìtica económica y social del Estado, pero
abandonando la pràctica ominosa de la redistribución por la vìa del ejercicio del
clientelismo.

El partido de notables del siglo XIX ha desaparecido. “Sus tareas alternaban entre
conceder algunas de las aspiraciones de las clases subordinadas y reprimir a los sectores
populares cuando el nivel de sus demandas alteraba el orden social, al tiempo que se
administraba la res pùblica, entendida como asunto de los sectores dominantes a quienes
servìa y entre los cuales reclutaba a sus miembros. Con el desarrollo económico y la
incipiente industrialización en algunos paìses de la región, pasaron a tener un papel
anticipador de demandas o a practicar una polìtica de tipo iluminista. Su método de acción
era elitista. Se trataba de realizar conversaciones de caballeros por medio de las cuales se
arriba a pactos. La fórmula polìtica dominante era la de un gobierno presidencial de
mayoría surgido de elecciones censitarias e indirectas. En la mayorìa de los paìses de la
región resultaba difìcil seguir éstas reglas durante largo tiempo. La acción anarquizante
de los bandos armados caudillescos, que representaban los intereses de los sectores
sometidos, obligaba a negociar con ellos. Las situaciones de guerra y de paz se alternaron
con el paso del tiempo. Finalmente la mayorìa de estas organizaciones no logró
transformarse en partidos de masa, salvo en Colombia y Uruguay y se extinguieron

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lentamente”. (Perelli, C., Zovatto, D.: “Partidos , Liderazgos y Consolidación Democràtica en
América Latina “, Partidos y Clases . P. XVII).

Los partidos polìticos de masas aparecen con la modernización societal , con su


complejización y con el ascenso de los sectores medios ligados a su promoción. Hubo la
conformación de partidos Catch All ( “atrapa todo”), agregadores de intereses y partidos
articuladores de intereses con una definición ideológica o corporativa, asì como partidos
populistas que acentuaron una dimensión clientelìstica, unos reconocidos como àrbitros
entre clases sociales u otros que apelando a la negociación recurrieron a fórmulas
autoritarias, populistas, aùn cuando recurrìan a la realización de procesos electorales.

Las dictaduras comisariales tecnoburocràticas de los años 60 y 70 hicieron que algunos


paìses mantuvieran polìticas estatalistas, frente a otros que optaron por la vìa de recortar
el Estado, pasando las formaciones partidarias preexistentes a situaciones de hibernación
ante la acción combinada de las fuerzas armadas y los tecnoburócratas.

Los partidos y los lìderes polìticos dieron paso a una redemocratización que en su
profundidad polìtica de ajuste redujo la efectividad de la acción de intermediación de los
partidos hasta conducir al despretigio del polìtico profesional que dio lugar al “outsider” o
antipolìtico, como Mario Vargas Llosa frente a Alberto Fujimori en Perù, Fernando Collo de
Melo, en Brasil, Tabaré Vàsquez, en Uruguay, Rafael Caldera, en Venezuela; o la
apreciación de extrapartidos nacidos del rechazo de la clase polìtica tradicional y por el
despretigio partidario, como ocurrió en Argentina con los gobernadores Ramón “Palito”
Ortega y Carlos Reuteman o en Venezuela con Hugo Chàvez.

La sustantividad de lo polìtico hay que rescatarlo con una argumentación


convincente que valorice lo expresado por Jorge Mario Garcìa Laguardia, en el Primer
Curso Anual Interamericano de Elecciones, organizado, en 1987, por CAPEL, en donde
quedó plasmado que “... la bùsqueda de la democracia es una gran aventura compartida,
en la que todos estamos en el derecho y en la obligación de participar. Y es una
aventura difìcil de coronar, porque identificar al sujeto y al objeto del poder polìtico,
a los gobernantes y a los gobernados, a los detentadores y a los destinatarios del
poder, es el ideal que persigue el auténtico régimen democràtico en su visión màs
comprensiva. La promoción del derecho y de los procesos electorales democràticos
debe entenderse como la defensa de un derecho humano fundamental”.

2. Partidos Polìticos en el Marco del Derecho Electoral .

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El fenómeno de los partidos polìticos està apoyado indudablemente en el desarrollo del
sufragio, en aumento y consolidación de grupos sociales que facilitan su legitimación sobre
principios sistémicos que contribuyen con la democratización de la sociedad que articula
valores en la formación de la voluntad polìtica para la orientación del ejercicio del poder
nacido de componentes electorales.

2.1. Definición de Partidos Polìticos.

La naturaleza definitoria de partidos polìticos obedece a una concepción que se


circunscribe dentro de perspectivas históricas y geogràficas.

2.1.1. Ambito Histórico.

Desde el àmbito histórico se toma como punto de partida las instituciones de


expresión popular del período clàsico del Derecho Romano como lo representó el Senado,
las ciudades-estado medievales, el Parlamento de Tudor e instituciones de expresión
democràtica de la Francia Revolucionaria.

La historia registra el partido polìtico partiendo de la cooperación basada en


lealtad, metas comunes que implican decisiones polìticas.

La definición de partidos polìticos resulta complicada, pero “se trata de las


organizaciones que participan en elecciones competitivas, con el fin de hacer acceder a sus
candidatos a los cargos pùblicos representativos”, (Pasquino, G.: “Manual de Ciencia
Polìtica,” citando a Stefanno Barttolini. P. 217).

Se aprecia que “el término partido polìtico comprende a las organizaciones cuya
finalidad es la de apoderarse del gobierno en la contienda electoral con uno u otros
partidos” (Enciclopedia Internacional de Ciencias Sociales”. P. 264).

Pierre Duclos subraya que partido polìtico es “la expresión organizada en una fracción de
opinión en la lucha por la conquista del poder”. (L` evolution des Rapports Politiques
Deput`s. P. 142). A esta definición Erich Kauffmann establece que los partidos “son
organizaciones que cuentan con determinados fines y exigencias, arrastran a adheridos y
seguidores y persiguen conquistar el poder, o por lo menos, influir en la formación de la
voluntad estatal” (Grundtatsachen Und Greund Bregriffe Der demokcratie, Munchen. P.
17).

Lenk y Newman recogen la consideración de Edmundo Burke, para establecer que el


partido polìtico es “un grupo de hombres unidos para fomentar, mediante esfuerzos

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conjuntos, el interés nacional, basàndose en algùn principio determinado en el que todos sus
miembros estàn de acuerdo” (“Teoría y Sociologìa Crìtica de los Partidos Polìticos”. P. 82).

Max Weber llama partido polìtico a las “...formas de socialización que, descanzando
en un reclutamiento (realmente) libre, tiene como fin proporcionar poder a sus dirigentes
dentro de una asociación y otorga por ese medio a sus miembros activos determinadas
posibilidades ideales o materiales (la realización de bienes objetivos o el logro de ventajas
personales o ambas cosas)” (“Economìa y Sociedad”, Fondo de Cultura Económica. P. 228).

Para Coleman y Rosberg los partidos polìticos son “Asociaciones formalmente


organizadas con el propósito explìcito y declarado de adquirir o mantener un control legal,
bien solos o en coalición, o en competencia electoral con otras asociaciones similares, sobre
el personal y polìtica de gobierno”, (“Sociologìa Polìtica”, P. 120).

El criterio de partidos polìticos es amplio y la definición es mùltiple:

a) “...intento organizado de alcanzar el poder, entendiendo por tal el control del


aparato estatal, esta pretensión lo distingue de los grupos de presión y de los pequeños
partidos cuyo interés en el poder es alto, remoto para que afecte a su actuación”.
E.E. Shattschneider.

B) “Conjunto de ciudadanos que se asocian con el objeto de defender sus intereses


polìticos y luchar por el poder, con el fin de realizar un programa de acción y doctrinario”.
Daniel Moreno
Diccionario de Polìtica.

C) “Grupo de personas organizadas con el fin de ejercer o de influir en el poder del


Estado para realizar total o parcialmente un programa polìtico de caràcter general”.

Manuel Garcìa-Pelayo.

D) “Agrupación social que organizada legalmente, siendo sustentante de una


ideologìa filosófica con tendencia polìtica tiene como objetivo principal la conquista del
poder pùblico”.

José A. Silié Gatón


“Tratado de Derecho Electoral”

El artìculo 41 de la Ley Electoral Dominicana nùmero 275-97 del 21 de diciembre


del 1997, otorga un caràcater legal a la definición de partido polìtico, al concebirlo como la
“agrupación de ciudadanos que se organiza de conformidad con la constitución y las

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leyes, con el fin primordial de participar en la elección de ciudadanos aptos para
cargos pùblicos y de propender a la realización de programas trazados conforme a su
ideologìa particular, con el objetivo de alcanzar los puestos electivos del Estado”.

La ley de partidos polìticos de la Repùblica Federal Alemana tiene una definición


casi parecida a la dominicana, al establecer que los partidos polìticos son “Asociaciones de
ciudadanos que influyen duraderamente o por largo tiempo en la formación de la voluntad
polìtica y aspiran a cooperar en representación del pueblo”. Los partidos polìticos que
compiten entre sì constituyen la base polìtica del moderno sistema constitucional
parlamentario. Como grupos formados ofrecen alternativas para la configuración de la vida
estatal. Los partidos figuran entre los factores màs poderosos en un Estado democràtico.
Su libre actuar es parte integrante necesaria del ordenamiento democràtico (Documento
sobre Polìtica y Sociedad. Repùblica Federal Alemana, p. 14).

La unificación de criterios nacida de la mixtificación definitoria de la


conceptualización de partidos polìticos hacen identificar las siguientes caracterìsticas:

a) Tienen un sentido de permanencia que refleja la institucionalidad.


b) Preconizan la materialización de un pluralismo polìtico.
c) Sirven de promotores de la participación ciudadana.
d) Contribuyen con la formación y manifestación de la voluntad popular para accesar
al poder, a los cargos de elección popular.
e) Influyen en las decisiones polìticas y democràticas del Estado.

2.1.2. Perspectiva Geogràfica.

La perspectiva geogràfica que define la naturaleza de los partidos polìticos toma en


cuenta el origen y el papel de los mismos donde se identifican posiciones diversas
complementarias a las variables histórico-conflictiva que subyace en la formación divisoria
socio-estructurales al proceso de formación del Estado, al desarrollo industrial como base
para la existencia de identidad colectiva, de grupos y movimientos potencialmente en
conflicto o variables de tipo institucional.

El origen y el desarrollo de los partidos polìticos se traslada a la ampliación del


sufragio para poner las condiciones de disponibilidad de un amplio mercado electoral,
donde aparecen tendencias competitivas con fuertes consecuencias organizativas en los
partidos polìticos; asì mismo, los partidos polìticos estàn ligados al desarrollo de las
instituciones democràtico-representativas y en particular a los parlamentos, “segùn una
progresión que parte del desarrollo de la representación parlamentaria no distorsionada
(voto igual y reducción de los obstàculos institucionales para la transformación de los votos

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en mandatos parlamentarios), y concluye con el pleno reconocimiento de la responsabilidad
parlamentaria del gobierno y la vinculación institucional entre mayorìa parlamentaria y
poder gubernamental”. (Sànchez Torres, Carlos Ariel: “Derecho Electoral Colombiano”. P.
47).

El anàlisis sistémico de Easton y Parsons, retomada por Bartolinni, expresa una


“situación histórica de interacción entre una serie de input socioculturales (que determinan
las diversas oportunidades para la articulación de las demandas y de la protesta y la
organización y la movilización del apoyo) y los outputs institucionales del proceso de
democratización polìtica, es decir, las reglas del juego y las disposiciones constitucionales
que se elaboran en esta fase como respuesta a las presiones desde abajo hacia la
representación polìtica, en un verdadero proceso de retroalimentación” (Pasquino, op. Cit..
237).

2.2. Sistemas de Partidos y Partidos Polìticos.

Los sistemas de partidos empujan hacia el sistema electoral registrando la realidad


y su aparato de proyección que parte de la distinción de la democracia liberal con régimen
pluralista y el modelo autoritario con el régimen de partido ùnico o régimen sin partido.

El sistema de partidos puede ser definido como el “...conjunto de partidos en un


determinado Estado y los elementos que caracterizan su estructura: cantidad de
partidos, las relaciones entre sì, tanto respecto a la magnitud de ellos como a sus
fuerzas relacionales.... las ubicaciones mutuas, ideológicas y estratégicas, como
elementos para determinar las formas de interacción; las relaciones con el medio
circundante, con la base social y el sistema polìtico” (Nohlen, Dieter: “Diccionario
Electoral”. P. 631).

Se aprecia que el sistema de partidos toma en cuenta la estructura del génesis, la


función o capacidad funcional. Esto conduce a atemperar la explicación configurativa de
los diferentes sistemas de partidos desde una óptica genética con elementos
institucionales influyentes.

2.2.1. Clasificación de Sistemas de Partidos.

2.2.1.1. Monopartidismo
2.2.1.1. Partido dominante
2.2.1.3. Bipartidismo régido y flexible
2.2.1.4. Sistema dos y medio
2.2.1.5. Pluripartidismo.

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La complejidad de los sistemas de partidos polìticos ha conducido a que se hayan
tomado en consideración los factores que han contribuìdo al desarrollo de los partidos
polìticos. Dentro de los elementos esquemàticos de aproximación cientìfica estàn:

a) La cantidad de partidos polìticos


b) Rol de los partidos polìticos en el Sistema Electoral
c) Formación partidista
d) Pluralismo del efecto de representación proporcional
e) Competitividad y no competitividad
f) Dinanismo transformante competitivo e interactivo
g) Atomización de los partidos producto de la fragmentación y polarización.
H) Cleavages nacidos de fracturas sociopolìticos.

2.2.1.1. Sistema Monopartidista

Encierra la existencia de partido ùnico como antìtesis de una democracia pluralista


y expresión de una sociedad con una sola respuesta electoral en el formado partidista sin
referencia competitiva. La base histórica de Argelia, Rusia y Cuba està anclada como
mejor ejemplo del modelo partidista.

2.2.1.2. Sistema del Partido Dominante

Es el reflejo de la inserción de un partido polìtico que aunque existan otros partidos


polìticos se convierte en un partido predominante, hegemónico, atomizado por la
atractividad, por acomodamiento ideológico o por inmovilización sociológica resultante del
grado de útilidad. El ejemplo se centra en el partido liberal demócrata de Japón, donde a
pesar de competencia socialista y comunista mantiene el predominio, donde Komeito en
cuarenta años no perdió el poder; el Partido Revolucionario Institucional de México (PRI)
es una elocuente muestra por permanecer en el poder desde finales de la década de los
años veinte hasta la actualidad.

2.2.1.3. Sistema Bipartidista Rìgido y Flexible:

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El bipartidismo rìgido o duopolio es un modelo que nace, segùn Maurice Duveger de
las líneas divisorias entre conservadores y liberales; por lo que su tipificación requiere una
distancia ideológica entre dos partidos mayoritarios con posibilidad de alternabilidad y con
estructuración fortalecida en ambas colectividades humanas. El ejemplo de pluralidad
bipartidista por excelencia està en Gran Bretaña.

El bipartidismo flexible tiene una naturaleza de poca estructuración de sus


partidos, donde no hay fàcil admisión de terceros partidos. El caso tìpico se observa en los
Estados Unidos, donde demócratas y republicanos tienen abierta una discusión continua
entre ambos.

El bipartidismo resulta de la fragmentación del multipartidismo o de la ruptura del


monopartidismo para llevar a la conexión determinante de la polarización, bajo el entendido
de Sartori de que el “multipartidismo polarizado favorecìa la crisis y la inestabilidad del
sistema democràtico”.

El criterio de la cantidad de partidos ha sido sustituido por elementos cualitativos y


se ha abordado la propuesta clasificatoria de competitividad y no competitividad, donde se
toma en cuenta “la diferenciación ideologica y pragmàtica” y los subtipos nacidos de los
sistemas competitivos como son :“ 1ro. Alternante-ideológico, 2do. Alternante-pragmàtico,
3ro. Hegemónico-Ideológico; y 4to. Hegemónico-Pragmàtico”, (La Palombara J. Weider M.:
“Political Parties and Political Development).

El estilo de clasificación numérica fue luego reformulado por Sartori en 1976 por el
criterio de competición e interacción entre los partidos polìticos tomando en consideración
lo dinàmico, lo transformante en el sistema de partido. Esto le permitió presentar la
insertación de formatos partidistas que en continuum comprende la estratificación general
ya planteada entre la cual se encuentra el bipartidismo que no escapa al determinismo
institucionalista de Maurice Duverger ni a la configuración sociológica de Lipset y Rokkan
que aducen estos ùltimos que “... los contrastes decisivos entre los distintos sistemas (de
partido) emergieron antes del ingreso de los partidos de la clase obrera en la arena
polìtica, y el caràcter de estos partidos de masas, fue notablemente influidos por la
constelación de ideologìa, de movimientos y de organizaciones con los cuales debìa
encontrarse en la contienda”. (Lipset, S.M. y Rokkan, St.: “Party System and Voter
Alignments, Free Press. P.35). Aquì està centrada la muestra fehaciente de que la
estructura sociopolìtica ha adquirido un caràcter persistente, independientemente de la
tesis de congelamiento (freezing) aparecida en Europa después de concluìda la fase de
movilización polìtica, donde con la aparición del nuevo cleavage (el ecológico) y nuevos tipos
de partidos que escapan a la “capacidad explicativa del enfoque sociológico plasmado por
dichos tratadistas, apareció la teorìa genética de los partidos y en una temàtica de
subjetividad que requiere de mayor comprensión para una explicación argumentista de los
factores que se verifican en la formación y evolución de los sistemas de partidos.

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2.2.1.4. Sistema Dos y medio.

El resultante de la alternabilidad del poder no tanto en su desempeño electoral, sino


por la interactuación por un tercer partido.

En el sistema de partidos que se distingue por el prototipo dos y medio su


diferencia ideológica puede ser notable, aunque la diferencia entre los dos primeros
partidos puede ser mayor que en el bipartidismo. Ejemplo clàsico en la Repùblica Federal
Alemana con dos partidos grandes como CDU y SPD.

Los tratadistas al analizar el sistema de dos y medio “prefieren hablar de


bipartidismo equilibrado o de bipartidismo dominado, cuando uno de los dos es mayor que el
otro” (Schawartzenberg, R.G., “Sociologìa Politica”. P. 562).

2.2.1.5. Sistema Pluripartidista.

El pluripartidismo o multipartidismo comienza a operar a partir de la presencia de


tres o mas partidos relativamente equilibrados. En Europa puede apreciarse en Francia o
en Italia y en América Latina en Perù o en Ecuador.

Un elemento constitutivo propio del pluripartidismo es que normalmente conlleva a


coaliciones o alianzas, estables o no, de origen eminentemente electoral.

2.3. Tipologìa de Partidos Polìticos.

La viabilidad de la interacción de los partidos polìticos y el ideologismo que sostiene


el discurso polìtico consolida la democracia y el sistema polìtico fortalece su visión
generadora de conceptualizaciones formuladoras de un ordenamiento estatal dinàmico cuya
transformación es la garantìa conformadora de la integración ciudadana en una categorìa
etipelogìa de partidos polìticos conforme a su concepción.

El siglo XIX marca la aparición de los partidos polìticos con caràcteres distintivos
propios de la fase primaria de su desarrollo que se inicia en Europa y se prolonga a los
Estados Unidos.

Las condiciones de un pensamiento polìtico estructurado en criterios que favorecìan


la discusión proporcionaron el surgimiento de los partidos polìticos en Gran Bretaña como

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producto de la Revolución Inglesa en Francia como consecuencia de la Revolución Francesa
en Estados Unidos como obra de la Independencia que se hizo eco entre la mirada
desconfiada y la falta de convivencia pacìfica en América Latina tras su proceso
independentista con enfoques alternativos que dificultan el marco analìtico de la
articulación paradigmàtica de su funcionamiento comprensible en cuanto a los principios
abstractos y especulativos de su dominio.

El esfuerzo metodológico realizado por Max Weber , Robert Richels, Ostrogorski,


Maurice Duverger y Giovanny Sartori, marcaron el punto de partida para el anàlisis
tipológico moderno de los partidos polìticos que parte de la màs amplia expresión de la
Sociologìa del Poder hasta una comprensión moderna de formación polìtica.

2.3.1. Tipologìa de Max Weber.

2.3.1.1. Partidos de Patronaje.

Tienden al logro de la posición del poder para el jefe polìtico con la finalidad de que
sus seguidores ocupen cargos administrativos en el aparato estatal.

2.3.1.2. Partidos de clase o de grupo social.

Estàn inspirados en una intuición del mundo, donde hay una actuación consciente de
que el interés està basado en principios abstractos que se sitùan en una visión futurista.

La concepción Weberiana parte de que todos los tipos de partidos centran su


caracterìstica comùn en la aspiración del poder personalista , ya que la tutela del interés
del electorado es una función secundaria, porque su misión es asegurar el poder.

Weber fue el primero en reconocer la necesidad de la financiación de los partidos


polìticos como una naturaleza para combatir la corrupción y dar seguridad de mayor
confluencia de transparencia.

Expresa que “si los candidatos soportan el mayor peso de los gastos electorales, los
partidos se configuran como plutocracias de los candidatos; si, por el contrario, los fondos
provienen de mecenas o de grupos industriales y económicos el partido se presenta como
representante de intereses especìficos; finalmente, si la financiación se obtiene por medio
del aparato del partido los candidatos dependeràn de los funcionarios del partido” (Weber,
M. : “Economìa y Sociedad”. P. 277).

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Weber afirma que todo partido està caracterizado para alcanzar el poder,
concediendo poca atención a la caracterización del partido en lo que respecta al
funcionamiento en relación con sus adherentes o con los grupos sociales.

Sigmund Newman, contradice el criterio Weberiano al proponer una tipologìa de


partidos polìticos que implica la participación polìtica en la contienda electoral, su
influencia en la vida de cada militante en torno al conjunto organizativo , las actividades
que acompañan a cada miembro partidista y la integración de estos a los grupos sociales
especìficos que hay que movilizar e incorporar a la vida del partido. Partiendo de estas
premisas presenta la siguiente tipologìa de partidos polìticos en contraposición a Max
Weber:

1ro. Partidos de representación individual


2do. Partidos de integración
2.1. Partidos de integración democràtica
2.2. Partidos de integración total.

2.3.2. Tipologìa de Maurice Duverger.

Tras la consecución de la Segunda Guerra Mundial, Maurice Duverger analiza


formulismos partidarios para concretizar la sistematización tipológica de los partidos
polìticos y desde su naturaleza profundizó en la siguiente clasificación:

2.3.2.1. Segùn el origen de los Partidos Polìticos: Externos e Internos.

2.3.2.1.1. Internos.. Cuando se desarrollan desde el grupo


parlamentario hacia abajo, ampliando la organización electoral a la sociedad.

2.3.2.2.2. Externos. Surgen fuera del Congreso y se organizan para


accesar al mismo con formulaciones vinculantes en la sociedad.

2.3.2.2. Segùn la participación polìtica de los partidos: De masas y de


Cuadros.

La participación polìtica interna establece la diferenciación entre los partidos de


cuadros y partidos de masas y desde el àmbito de la estructura organizativa en partidos
de acción directa e indirecta que se aplica a los partidos de masas.

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2.3.2.2.1. Partidos de Masas

Son de estructura directa que se basan en una adhesión individual y directa al


partido que soporta la elección de pagar la inscripción y de participar, màs o menos, con
regularidad en su vida interna.

El partido indirecto de masas tiene una estructura constituìda por una serie de
asociaciones como sindicatos cooperativas, mutualidades , organizaciones populares y
profesionales, que estàn unidas en una ùnica organización electoral, en la cual la persona no
es en estricto sentido miembro del partido, sino de la asociación a la cual pertenece.

2.3.2.2.2. Partidos de Cuadros.

Exigen un compromiso total del adherente, el cual conjuntamente con otros afiliados
son agrupados en secciones o divisiones, las que cumplen por separado, pero integrados en
un rol determinado, circunscrito a una actividad proselitista o electoral en un àmbito
geogràfico o sectorial determinado, observando una disciplina fijada por la dirigencia y
aceptada por la base organizada.

2.3.2.3. Segùn la Estructura Organizativa de los Partidos Polìticos: Directa e


Indirecta.

Los elementos organizativos que sirven de base al fundamento y a las consecuencias


derivativas de la naturaleza hace que las organizaciones partidistas basadas en comités,
secciones, células o milicias tengan una categorìa de relevancia en el modelo clasificatorio
de la estructura analizada por Maurice Duverger. La célula se ha constituido en una unidad
organizativa histórica de referencia bàsica de los partidos comunistas, la cual sienta su
espìritu, por lo general, en una muestra profesional y agrupa a los adherentes del Partido
en un mismo lugar de trabajo, aunque existan otras células locales para agrupar a los
trabajadores aislados o a los miembros del Partido que no trabajan en colectividad.

La sección es la unidad propia de los partidos socialistas europeos que con la


existencia de una base territorial tiende a reagrupar a los miembros del Partido en un
territorio determinado y a ser responsable de la actividad de Partido.

El comité es ponderado con un criterio que identifica a dos tipos de partidos


ordinariamente distintos con respecto a sus caracterìsticas esenciales. Tiene un caràcter
restringido, una naturaleza no expansiva, una composición estratégica basada en la tácita
cooptación y su referencia territorial està dirigida a la circunscripción electoral, lo que lo

14
convierte en una unidad que puede mostrar caracterìsticas propia de partidos de notables
del régimen censitario de sufragio restringido con algunas diferencias no profundas, como
a organizaciones electorales locales. El ejemplo se centra en los partidos polìticos de los
Estados Unidos, donde de modo especial se presentan contraposiciones con relación al
régimen de partidos europeos.

Véase que normalmente la mayorìa de los partidos polìticos de América Latina tampoco
tienen una estructura formalista basada en una jerarquìa de unidades organizativas,
aunque sì se verifican alianzas de comités electorales locales y los órganos centrales estàn
interesados y activados para la propaganda electoral y no controlar con eficiencia la
maquinaria del partido en su totalidad.

Duverger trabaja la estructura organizativa de la milicia como una entidad privada


de caràcter militar con una filosofìa disciplinaria que se destaca por la simbologìa de
uniformes e insignias, donde hay una marcada ruptura del partido con la acción electoral y
parlamentaria, por lo que representa un instrumento tìpico que busca la derrota de un
régimen por el estilo interno organizacional, propio del orden militar.

El desarrollo de un sistema polìtico es la fuente que cuando hay democracia facilita


la preponderancia de los partidos polìticos, donde la oposición, la rivalidad y la competencia
entre el gobierno y sus antagonistas conduce a lo que Robert A. Dahl denomina “Poliarquìa”,
ahì nace el debate en pùblico y los axiomas de Dahl:

“1. La probabilidad de que un gobierno tolere la oposición aumenta en la medida que


disminuye el precio de dicha tolerancia”.

“2. La probabilidad de que un gobierno tolere la oposición crece en la medida en que


aumenta el precio de suprimirla”.

“3. En la medida en que el precio de la supresión exceda al precio de la tolerancia ,


mayores son las oportunidades de que se de un régimen competitivo”.

“4.Las probabilidades de que un gobierno tolere la oposición a su régimen aumentan a


medida que disminuyen los recursos con que dicho gobierno cuenta para suprimir a sus
adversarios en relación con las fuerzas de la oposición”.

“5. La probabilidad de que un gobierno tolere la oposición aumentar al reducirse su


capacidad para utilizar la violencia y las sanciones económicas encaminadas a suprimir
dicha oposición”.

En uno u otros casos tràtese de sistema de partidos o de tipologìa de partidos


polìticos con relación a los sistemas electorales; hay que dejar la vaguedad que reduce la

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integración y la acción ciudadanas hacia la democracia, sin que haya el pluralismo extremo
o polarizado de Sartori ni coaliciones inestables o endebles que imposibiliten la solución de
problemas ni la existencia de élites polìticas o lùdicos de la vida polìtica que sepulten la
confianza “en la democracia representativa y..... la buena voluntad para tolerar los
conflictos polìticos” (Dennis, Jack; Lindberg, León, McCrone, Donald y Stiefbold, Rodney: “
Political Socialization to Democratics Orientations in Four Western Systems Comparative
Political Studies.” 1 abril 1968. P. 91-92 y 101.

Los postulados demuestran que los partidos varìan en su estructura y en su


organización, que existe la “necesidad de movilizar un electorado mayor”, que deje mas la
“vìa libre para el desarrollo de modernas organizaciones de partidos... nuevas formas de
competencia..... el partido que queria sobrevivir tiene que ir en busca de sus miembros,
simpatizantes, seguidores y votantes potenciales, mediante organizaciones a nivel de
barriada, sección, célula y demàs.... dentro de un sistema de sufragio amplio... penetrar
cada vez màs profundamente en las zonas rural y urbana... la lucha por ganar afiliados,
simpatizantes o votantes aviva la politización del electorado... donde los partidos compiten
por los votos, la participación del electorado suele ser mucho mayor”. (Dahl, Robert A.:
“Poliarquìa: Participación u Oposición”. P. 32-33).

3. Los Sistemas Electorales.

El concepto de sistema electoral està regularmente asociado con los términos de


Derecho Electoral, Régimen Electoral y Ley Electoral.

La confluencia nominalìstica de la conceptualización planteada es abarcadora cuando


subyace un sentido amplio normativo en el campo jurìdico-positivo o consuetudinario que
regula la elección de representantes o de personas que accesan a cargos pùblicos; mientras
que stritu sensu hay un caràcter de operatividad que se simplifica en la conversión de
votos.

Es preciso determinar la diferenciación del marco conceptual de las terminologías


empleadas que guardan relación con los sistemas electorales. El régimen electoral analiza
la fenomenologìa de la elección. El Derecho Electoral matiza , abarca la regulación
normativa desde el àmbito legal del proceso electoral, ponderando el sistema del sufragio,
condiciones para la participación en las elecciones y la configuración axiológica que
reglamenta el derecho de libre acceso del modo de participación de los partidos polìticos y
de los ciudadanos. El sistema electoral es una muestra inequìvoca que resguarda el
principio de representación , el procedimiento técnico de la elección, el mecanismo para
que los electores expresen su voluntad polìtica en votos que seràn traducidos en puestos o
funciones en una rama del poder pùblico.

16
Como se puede apreciar, un sistema electoral es la expresión de representación
polìtica bajo el amparo del principio mayoritario o proporcional combinado con
tecnicismos para su aplicabilidad en un proceso electoral que puede partir de la
fragmentación sectorial o territorial anclada en las denominadas circunscripciones
electorales, en la forma de presentación de candidaturas, en el procedimiento de
votación y asignación de los votos computados como regla decisoria que conduce a la
adjudicación de los puestos o funciones municipales, provinciales o nacionales, bajo el
amparo del método de cómputo (D` Hondt o cifra repartidora inventada por el
matemàtico belga Victor D` Hond T que divide los votos por partidos polìticos por una
serie de divisores de donde se obtienen cocientes o cifras que favorecen a los partidos
mayoritarios; en contraposición al método Imperiali (2,3,4,5, etc.), Método Sainte Lague
(1,3,5,7, etc.), Método Igualado (1,4,3,5,7 etc.), Método Danés (1,4,7,10,13, etc.) y Método
Huntington (1,2,2,3,4, etc.) que concluye con la proclamación oficial por el organo
competente.

El antagonismo multifactorial que opera en los sistemas polìticos se prolonga a los


sistemas electorales, pues la gobernabilidad con su vulnerabilidad o su viabilidad depende
en gran medida del sistema electoral.

La influencia del sistema polìtico en el sistema electoral es variable en la


connotación maligna o benigna de su potencialidad. El desarrollo del sistema electoral està
concatenado con el sistema polìtico donde confluyen fenómenos polìticos-culturales,
históricos-economicos y sociales.

La polémica puede tener vida, la oposición tener cuerpo y la interrelación de las


instituciones polìticas conformar un sistema de partidos capaz de producir un sistema
electoral con efectos reductivos de las mismas organizaciones partidarias, pero contribuir
con la posibilidad de un sistema electoral cientìfico que incida en la altura del debate
polìtico sin tomar parte en la estructuración y decisiones de los partidos polìticos, ya que
el rol del sistema electoral bajo la dirección del órgano competente es fiscalizar y
propender a que las reglas internas o estatutarias sean respetadas, que la ley o código
electoral sea aplicado en procura de mantener la estabilidad e integración polìtica del
Estado independientemente de la confrontación o competencia polìtica. Lo significativo es
la utilidad de un comportamiento electoral dinàmico que contribuyen con un modelo de
campañas electorales dentro del marco del decoro y la decencia que legitime la sacialidad
del sistema polìtico y el compromiso de preservar la percepción de confianza y credibilidad
del electorado.

3.1 Tipologìas de Sistemas Electorales.

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La nomenclatura de los sistemas electorales està bajo el manto de una diversidad
que ha generado una lucha de opinión contravertida que en su marco conceptual resulta
cuasi difícil una determinación ùnica. Sin embargo, la enunciación tipológica de los
sistemas electorales ha quedado plasmada con la ponderación de una serie de leyes
formuladas en Francia por León Deguit, Adhemaz Esmein, Maurice Hauriou y Joseph-
Barthelemuy en consonancia polémica con Maurice Duverger; en Italia por Giovanni Sartori
contrarrestando o apreciando reducciones estructurales de Aristóteles, Saint-Just y
Condorcet; en Inglaterra Thomàs Hare, Stuart Mill; en Bélgica los planteamientos
pluralistas de Van den Heuveny y Victor d` Hondt que siguió la intención matemàtica del
danés Andrae que atrajo la sutileza del profesor Henri Poincaré y la inspiración de
Stefano Bartolini que hizo comprensible la normativa conclusiva de Hume en 1742; los
fundamentos tripartitos de M. Ostrogorski (1902), de R. Michels (1911), en conducto con la
modernidad, con el ideal recurrente de Max Weber y las críticas proyecciones de
aproximaciones hipotéticas de William Rike , Douglas Rae y Dieter Nohlen.

El comùn denominador de los sistemas electorales toma su forma dependiendo


de las preferencias polìticas en el acto eleccionario hasta la producción de un
resultado electoral que conduce al efecto de la adjudicación de los puestos pùblicos
electivos.

El logicismo muestra la influencia determinante que ejercen los sistemas electorales


en el proceso de votación en vital coyunda con los electores como elemento decisorio que
marca la posibilidad exitosa de los candidatos y de los partidos polìticos, dependiendo de
los sistemas electorales que se verifiquen frente a otras hipótesis propias entre la relación
definitiva de votos y escaños, la cantidad reductiva de partidos hacia el Congreso, del
candidato presidencial electo con la proporción o desproporción de votos vàlidos
requeridos.

Es importante tener presente que la existencia de los sistemas electorales no se


reduce a la relación entre votos y escaños o funciones y al efecto reductivo o no reductivo
que se produce al momento de emitir el voto; sino a la fragmentación del sistema de
partidos, a la capacidad del sistema de partidos de conformar una sola o mùltiple
representación congresional o municipal; o determinar la vinculación votante-elegido ,
dimensión de las circunscripciones electorales, forma de sufragio y criterios técnicos
considerables.

3.1.1. Sistema Electoral de Escrutinio Mayoritario .

Toma como referencia la pluralidad y el candidato es elegido cuando obtiene la


mayorìa absoluta o relativa de votos, lo que representa que el resultado electoral es
cuantificado a nivel de globalidad para la proclamación del candidato elegido.

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La mayorìa absoluta se aprecia cuando un candidato resulta gananciado en la
primera vuelta, donde hay un sistema electoral de escrutinio que cuenta con una doble
vuelta y la mayorìa relativa puede quedar configurada en la segunda vuelta.

El escrutinio mayoritario puede tener una naturaleza uninominal cuando estamos en


presencia de un solo escaño o puesto y plurinominal cuando los electores tienen un menù de
candidatos para elegir a varios en el mismo acto eleccionario.
El escrutinio mayoritario puede darse a una vuelta cuando se identifica como puro o
simple y a dos vueltas cuando se denomina ballotage.

Cuando el escrutinio mayoritario es puro y simple, el candidato a proclamar como


ganador es el que obtiene el mayor nùmero de votos, sin importar la totalidad de votos que
tenga el adversario. En tanto que en el escrutinio de doble vuelta o ballotage para resultar
elegido es necesario obtener la mitad màs un votos en la primera vuelta , lo que equivale a
la mayorìa absoluta y en caso contrario se va a una segunda vuelta que se define con una
mayorìa relativa.

Maurice Duverger plantea que el sistema de escrutinio mayoritario bajo la


consignación de vuelta ùnica o de dos vueltas depende de la cantidad de partidos que estén
debidamente registrados y reconocidos por el órgano competente de un Estado
determinado; ya que cuando opera un sistema bipartidista que se disputan con verticalidad
el manejo del poder estatal sólo hace falta la consignación de una sola vuelta, pero que
cuando hay una manifestación de un pluripartidismo la segunda vuelta parece indispensable.

Existe también el voto alternativo o preferencial como modalidad naciente del


escrutinio mayoritario donde en base a una combinación polìtica se realiza una sola vuelta
de votación que resume los efectos de las dos vueltas. En este caso cada sufragante
votarà por un candidato, pero concomitantemente señala otros candidatos que tienen
segunda preferencia, tercera preferencia, cuarta preferencia, y asì sucesivamente hasta
llegar al nùmero de candidatos deseados. El candidato que obtenga la mayorìa absoluta de
los votos emitidos en la primera preferencia serà proclamado como elegido. En caso
adverso, se elimina el candidato con menos preferencia teniendo en cuenta la segunda
preferencia indicada en la papeleta o boleta electoral y la segunda preferencia se traslada
hacia otros candidatos. Sin ningùn candidato obtiene la mayorìa absoluta se pasa al tercer
orden preferencial, etc.

“La ventaja eventual del escrutinio mayoritario reside en su simplicidad “, a pesar de


que ciertas variantes como el voto alternativo o la inscripción en una papeleta de
candidatos de listas diferentes, exigen un esfuerzo por parte del electo y una gran
educación cìvica. También se ha dicho que el escrutinio mayoritario es injusto y a menudo
inmoral.

19
En contraste, se puede tener de este modo de escrutinio un mejor conocimiento de los
candidatos por los electores, sobre todo cuando el escrutinio es uninominal y las
circunscripciones poco pobladas. Desde el punto de vista polìtico es un perfecto
barómetro” (Sànchez Torres, C.A.: Derecho Electoral Colombiano”, P. 32).

3.1.2. Sistema Electoral de Representación Proporcional.

Sitùa su ambito de aplicabilidad como un reflejo de la representación polìtica que


parte del criterio de la distribución de los sufragios entre los partidos polìticos en grado
de la proporcionalidad de los votos emitidos y los escaños disponibles.

Se aprecia un caràcter diferenciador sustancial cuando el sistema de escrutinio


mayoritario favorece a los partidos grandes por la brecha existente en término porcentual
de votos y escaños obtenidos por varios partidos, lo que obra en desventaja de los partidos
pequeños; mientras que en el sistema electoral de representación proporcional se evidencia
un marco de concordancia relativa en votos y escaños obtenidos.

El sistema de representación proporcional obedece a variables que surten efectos


dinàmicos como producto hasta del mismo debate polìtico, lo que conduce que sea
estructurado asì:

a) Representación proporcional pura: Es cuando hay una coincidencia aproximada


entre la proporción de votos obtenidos por un partido polìtico y la proporción de escaños
que le corresponden. En éste apartado no hay barreras legales directas ni indirectas que
alteren el efecto de la proporcionalidad, por lo que tampoco està presente la presión
psicológica sobre los votantes en cuando a su preferencia polìtica de acuerdo al càlculo de
los votos ùtiles, ya que de existir condicionantes los electores tendrìan opciones por
partidos que sobrepasen cualesquiera barreras. Ejemplo: Holanda, Israel, Uruguay ,
Venezuela, Nicaragua.

B) Representación proporcional Impura: Es cuando hay barreras indirectas que


impiden un efecto proporcional inmediato que iguale el porcentaje de escaños con el de los
votos, ya sea por la división del territorio en distritos o circunscripciones electorales. A
mayor incidencia de barreras, conforme a las variaciones en tamaño de distritos
electorales, mayor serà el efecto concentrador que tendràn esas barreras sobre el
comportamiento del electorado. Ejemplo: España, Portugal, Grecia, Chile (1973), Perù
(1980), Brasil, Repùblica Dominicana.

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C) Representación proporcional con Barrera Legal: Es el resultado de la
limitación del nùmero de partidos con posibilidad de acceder a la representación
parlamentaria del electorado por la existencia de una barrera que afecta la decisión del
votante, restringe los partidos con posibilidades de enfrentarse a esas barreras y sucede
como en el sistema alemàn que distribuye la totalidad de los escaños de manera
proporcional entre los partidos que lograron la meta. Ejemplo: Alemania Federal, Suecia.

Como se puede apreciar de modo general, la representación proporcional asegura


una representación de la minorìa que reside en cada circunscripción porque se toma en
cuenta la proporcionalidad de los votos obtenidos exactamente ; a lo que tanto Cotteret
como Emeri han afirmado que la “representación proporcional procede del objetivo que
persigue atribuir a cada partido o a cada grupo de opinión un nùmero de mandato
proporcional a su fuerza numérica”. Estos criterios encuentran similitud con los
planteamientos de Aristóteles, Saint-Just y Condorcet donde conjugan ideas de la
perfecta reducción del conjunto de los representados con su alta variedad , matices
físicos, ideológicos y económicos.

La intención que valida el sistema de proporcionalidad para la representación ganó


fuerza con el matemàtico danés Andrae quien en el 1885 valoró e integró este sistema; lo
que condujo a que Stuart Mill polemizara ferozmente con el inglés Thomas Hare, quien se
hizo publicar “El Mecanismo de la Representación Proporcional”, sin que Mill lograra
desarticular el sistema “The Frist Past the Post”.

En la lucha combativa librada en Bélgica entre liberales y socialistas, los medios


católicos internanalizaron la expresión del pluralismo para desarticular al Partido
Socialista; lo que condujo a que Van den Heuven, Ministro de Justicia motivara a Victor D`
Hont, Profesor de Derecho Civil y apasionado de las matemàticas a que concibiera un
Proyecto de Ley Electoral, que fue aprobado el 30 de noviembre del 1899, situación similar
que fue presentàndose en Francia, cuando Yves Guyot preside un movimiento polìtico
francés denominado “Liga para la Representación Proporcional. Luego Ernest Lavisse en
“La Revue de Parìs” diseña una campaña en contra del escrutinio de distrito por su
caràcter abusivo hasta crear el “Comité Republicano de la Representación Proporcional”,
que concibe un programa que conocera los candidatos a las elecciones legislativas del 1910,
coincidencia que se verificaba también en Gran Bretaña con The Proportional
Representación Society”.

La Europa Occidental tras la primera Guerra Mundial estaba bajo el influjo del
sistema de la representación proporcional, por ser un modelo coherente de la justicia y la
libertad, pero aùn cuando no hubo un logro absoluto en la instauración del sistema de la
representación proporcional, por lo menos en Francia se votó la Ley Electoral del 12 de
Julio del 1919 donde se producìa la mixtificación de la representación proporcional y el

21
escrutinio mayoritario; aunque Alemania, los paìses bajos, Checoslovaquia, Italia y Suiza
consiguieron establecer el sistema de representación proporcional, lo que era favorecido
por los movimientos socialistas de la época.

El mecanismo de la representación proporcional viene dado por un escrutinio de


lista, donde los partidos polìticos tienen que hacer un listado de nombres de los candidatos
que someten a sufragio. Esto presupone el escrutinio de lista ùnica que permite la
atribución o reparto de escaños, tanto a la mayorìa como a la minorìa.

Maurice Duverger establece que cada lista de los escaños obtiene como base los sufragios
reunidos, no se toma en cuenta el resto o residuo; porque la distribución puede hacerse
siguiendo el método del cociente electoral o el método del nùmero uniforme, ya que ambos
métodos encuentran su razón de ser en el sistema del cociente nacional.

El sistema del conciente electoral resulta de la división en cada circunscripción del


nùmero total de los sufragios emitidos por el nùmero de diputados o regidores a elegir. La
cifra obtenidida se denomina cociente electoral. La lista posee tantos candidatos elegidos
como cuantas veces el cociente electoral esté contenido en la cifra de los sufragios
obtenidos.

En el sistema del nùmero uniforme la ley determina con precisión para todo el
territorio el nùmero especìfico de votos que son necesarios para que una lista puede tener
derecho a un diputado o regidor. Una lista obtiene tantos diputados o regidores cuantas
veces ese nùmero esté contenido en la cifra de votos dados a la lista. En el caso anterior
el nùmero de diputados o regidores de una circunscripción no està previamente
determinado.

El sistema de cuociente nacional consiste en dividir el conjunto de sufragios


emitidos en la totalidad de circunscripciones del Estado de la provincia o del Municipio por
el conjunto de los puestos a elegir. Cuando el couciente nacional sea determinado se usa la
misma forma que el nùmero uniforme, donde hay que establecer que el reparto del resto o
residuo es difìcil de resolver por lo que es conveniente agrupar todos los residuos a nivel
nacional, para que coincida con el sistema del nùmero uniforme, por lo que la sumatoria de
los restos obtenidos por todas las listas del paìs darà como resultado que se obtendràn
tantos puestos cuantas veces el nùmero uniforme esté contenido en la totalidad de los
restos de cada lista. En fin, la atribución de los residuos dentro del marco nacional es una
solución acorde con la teorìa de la representación proporcional pero tiende a la
multiplicación de los partidos al sumar una cuota de votos que puede causar incisión local
de dimensión general.

Cuando los restos de cada circunscripción son repartidos es porque se emplea el


procedimiento del cociente electoral; lo que dentro del àngulo de multiplicidad de

22
modalidades hace que cuando se atribuyen los escaños no encubiertos a las listas que
tienen mayores restos en el orden decreciente de éstos, se esté calculando un nuevo resto
tras la atribución a una lista del escaño que queda, lo que favorece a los partidos
minoritarios y desfaroce a los partidos grandes.

Lo frecuente es adoptar el sistema de “la media màs fuerte”, que finge atribuir cada
escaño no cubierto a cada lista sucesivamente y se hace la media de los votos obtenidos
por los diputados o regidores de cada lista, donde si ésta tiene la media màs fuerte se ve
efectivamente atribuido el escaño a cubrir.

Cuando la representación proporcional recae en un escrutinio de lista, los escaños


atribuidos a los partidos son distribuidos entre los candidatos segùn el orden de
presentación de los candidatos propuestos en el interior de las listas. La gravedad del
asunto reside en el riesgo que amenaza al elector, el cual a veces tiene que votar por un
candidato que encabeza la lista que tiene poca fuerza electoral, pero que los comités de los
partidos polìticos o los comités electorales lo imponen; aunque el voto preferencial y la
inscripción en una boleta o papeleta electoral de votos de candidatos de listas diferentes
pueden corregir dicha rigidez en la presentación de los aspirantes a cargos electivos.

El voto preferencial consiste en que el elector clasifica los candidatos segùn su


preferencia en el interior de una misma lista, lo que engendra que los que estàn inscriptos
en un listado van a ser clasificados segùn el nùmero de preferencia, clasificación que va a
determinar la personalidad de los candidatos elegidos.

El caràcter de aplicabilidad de la representación proporcional es una moda de


simplicidad en el intermedium de las dos guerras mundiales, sobre todo en Europa
Occidental; aunque el sentido de criticidad en cuanto a la equidad en la representación se
convirtió en una preocupación. Resalta a la vista el caso de la antigua Checoslovaquia,
donde a partir de la Ley Electoral del 29 de enero del 1920 el càlculo fue revestido de una
complejidad que condujo a la ampliación del plazo mayor de una semana entre el conteo de
los votos emitidos y la publicación de los resultados que traìa como efecto la proclamación
de los candidatos electos. La complicación fue mayor porque los restos obtenidos en cada
lista en el plano local después de una primera atribución o cociente eran centralizados en el
Ministerio del Interior de Praga, que era quien finalmente totalizaba los restos calculaba
un nuevo cociente en función de los escaños restantes a proveer y si aùn faltaban escaños
por llenar, utilizaba el método de los restos màs amplios.

Menzi Poincaré afirmaba que “el sistema de nùmero ùnico serà comprendido desde el
primer momento y el màs ignorante en matemàticas verà sin razonamiento que da completa
satisfacción a la justicia”. Sin embargo, Carlos Ariel Sànchez Torres establece que “la

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elección se transformaba en una operación matemàtica sutil, cuyos límites escapaban
frecuentemente al comùn de los ciudadanos”. (Ob. Cit. P. 35).

El caràcter de historicidad de la representación proporcional ha sido complicado.


Su aceptación o rechazo ha estado sometido al vaivén de la oportunidad o de las ventajas
competitivas que puedan favorecer a las parcelas de los partidos polìticos en un perìodo
electoral determinado. Fìjese que Estados Unidos adoptó la representación proporcional
con un criterio limitativo a las elecciones municipales por corto tiempo, viraje progresivo
que se hizo manifiesto con sentido analítico en los cìrculos polìticos y en los tratadistas del
Derecho Constitucional que llegaron a plantear que la cuota de poder alcanzada por el
fascismo y por el nacionalismo socialista fue obra de la representación proporcional.

El debate sobre los sistemas electorales centró la atención de la comunidad europea


a raìz de la Segunda Guerra Mundial . Los partidos polìticos de una estructura ideológica
de izquierda ascendìan al poder ante la marcada preocupación de los partidos
socialdemócratas que recelaban el avance del comunismo. El reflejo palpable se instaura
en Francia con la mayùscula contradicción existente entre comunistas, socialistas y
republicanos populares en torno a la representación proporcional, la cual fue modificada e
impuesta por el Partido Comunista con una denominación de sistema de representación
departamental, que fue aniquilado en 1958, cuando Francia decidió abandonar la
representación proporcional.

3.1.3. Sistema Electoral Mixto

El sistema electoral mixto resulta de la combinación de los sistemas electorales del


escrutinio mayoritario y de representación proporcional, de donde pueden darse tres
tendencias comprensibles que se ubican dentro del sistema mixto con dominante
mayoritario, con dominante proporcional y equilibrado.

4. Formulación de Leyes sobre los Sistemas Electorales.

La Ciencia Polìtica se nutre de la complejidad sistémica que evoca de la teorìa del


conflicto. El desarrollo de métodos electorales es un mecanismo valioso que se traduce en
la discusión del sistema polìtico donde se analiza hasta la estructura ideológica que
conforma la base organizativa de los procesos electorales.

La competitividad de los partidos polìticos y la fórmula del conteo de los votos que
desemboca en la asignación de los escaños presagió elementos de ponderación sobre la
consulta de ciudadanos mediante el sufragio, lo que condujo al anàlisis de la aplicación del

24
principio de mayorìa, lo que llevó al planteamiento de posiciones radicales como mostró
Juan Jacobo Rosseau y a las “Consideraciones sobre el Gobierno Representativo” de John
Stuart Mill del 1861, donde toma criterios de la “Democracia en América “de Tocqueville,
en lo referente a la expansión de la ciudadanìa que “provocarìa el surgimiento de nuevas
élites que tendrìan que obtener representación “ (Ream, Juan: “Leyes de Maurice
Duverger”, P. 430).

Las formulaciones de Althussius sobre la realización de elecciones; las propuestas


de Hare en 1859 en base al “single transferable vote”; el corolario de Carlo C. Andrae de
1855, apoyado en la dinamización de la representación de la minorìa, atrajo la aparición del
principio de representación proporcional, el modelo de los métodos electorales sobre la
conformación de los partidos polìticos; lo cual dio paso en 1869 a la primera Ley de
Maurice Duverger, formada por el voto mayoritario que a decir de Ashworths “ha
desarrollado el sistema de partidos”, bajo la regla de la mayorìa simple y lo bipartidario
que en 1910 Holcombe concebìa como”... casi irresistible”, lo que ya habìa sido defendido en
1909 por Ramsay MacDonald, bajo el concepto de que “la regla de la mayorìa... debìa
imponer su programa”, pero si se tratase de un sistema de representación proporcional
“tendrìa que entrar las coaliciones” y negociación.

La posición del Primer Ministro de Reino Unido, Ramsay MacDonald, fue respaldada
en 1924 por Samuel E. Finer quien planteó que “la representación proporcional confundìa la
responsabilidad”, a lo que agregó en 1935 que la representación proporcional multiplicaba
los partidos polìticos en Alemania e Italia, donde hizo presencia la inestabilidad de
gobiernos y la reacción que llevó al poder a Mussolini y Hitler; argumentaciones que fueron
compartidas por Hermens en 1941 y Millen en 1943; dando paso a la segunda ley de Maurice
Duverger que descansa el sistema de representación proporcional al de la mayorìa obtenida
tras una segunda vuelta que tiende al multipartidismo.

4.1 Leyes de Maurice Duverger

Maurice Duverger formula tres leyes sociológicas determinantes en el sistema


electoral con influencia en el sistema de partido, las cuales son:

4.1.1. El escrutinio mayoritario a una sola vuelta tiende al bipartidismo.

4.1.2. La representación proporcional tiende a un sistema de partidos


mùltiples e independientes unos de otros.

4.1.3. El escrutinio mayoritario a dos vueltas tiende a un multipartidismo


atemperado por alianzas.

25
Como se aprecia el sistema de pluralidad en circunscripciones uninominales conduce
a sistemas bipartidistas y la representación proporcional a sistemas pluripartidistas.

Estas leyes estàn bajo el espectro de las Ciencias Sociales y no estàn anclada en un
determinismo absoluto porque pueden caer dentro del àmbito de la refutabilidad.

Duverger plantea que el escrutinio mayoritario a una sola vuelta lleva a la tendencia
de la reagrupación, so pena de ser aplastada con un doble efecto de subrepresentación y
de polarización.

La subrepresentación es un fenómeno mecànico porque un partido puede obtener


una proporción de escaños inferior a su población de sufragios. Existen cuando el
escrutinio mayoritario funciona solamente con dos partidos. El que gana es favorecido y el
otro es perjudicado en una proporción que se ha denominado en Inglaterra “Ley del Cubo”,
porque la relación del porcentaje de los escaños de dos partidos serà igual a la relación de
los cubos de los porcentajes de los sufragios.

Ante la existencia de un tercer partido crece la posibilidad que esté màs


representado que el segundo partido, lo que genera que se arriesgue a ser barrido. La
subrepresentación tiende a hacer perder los votos que van inùltilmente a un tercer
partido, fenómeno que es advertido por los electores, los cuales también apreciar que la
división de los partidos entre dos tendencias próximas favorece a un adversario que sea
comùn. Ante esta realidad los electores tienden a dejar el tercer partido para dirigir sus
votos hacia los dos partidos polìticos màs fuertes, creando asì una polarización.

La polarización crea un fenómeno psicológico en el electorado y refuerza los


factores mecànicos que conducen al bipartidismo.

Duverger concibe el planteamiento anterior desde un foco distinto en un régimen de


representación proporcional, ya que el principio de representación proporcional explica la
multiplicidad de partidos que ocasiona. Esto asegura que una minorìa partidaria, por débil
que sea, tenga una representación lo que puede repercutir en una fragmentación polìtica
con tendencias separadas que no disminuyen la fuerza del conjunto.

El mecanismo de escrutinio no fuerza los partidos a unirse, pero electoralmente la


alianza que pueda producirse es inùtil, porque todo sistema tiende a permitir que cada
partido polìtico corra su suerte conforme a la reciprocidad de independencia de los
partidos polìticos.

En cuanto al sistema mayoritario a doble vuelta, Maurice Duverger establece que la


multiplicidad de partidos polìticos se debe porque la existencia de una segunda vuelta
permite a cada partido probar su propia suerte en la primera vuelta, sin que la lucha de

26
tendencia provoque su derrota, lo que significa un reagrupamiento de fuerzas polìticas en
la segunda vuelta.

El fenómeno de la segunda vuelta demuestra que los partidos polìticos pueden


multiplicarse, pero por desprendimiento natural tienden a la alianza por obligación como
forma de derrotar adversarios por la retirada pura y simple o por desistir en favor de
otro. Esto confirma el postulado duvergeriano de que “la segunda vuelta es el escrutinio de
las alianzas”

Maurice Duverger hace sus planteamientos en términos de tendencia màs que de


dependencia, de donde queda implìcita la estimación de una posible aproximación causa-
efecto a la realidad aplicada al contexto social concreto que permita la comprobación o
refutación del fenómeno.

Las Leyes de Maurice Duverger han recibido un sentido de criticidad de analistas


polìticos como Sartori, William Riker, Douglas Rae y Dieter Nohlen; quienes con sus
criterios enriquecen la tesis dicotómica acerca de los sistemas electorales, siendo el
propio Duverger quien se haya encargado de interpretar las hipótesis de sus adversarios y
replanteado su preceptos sobre la base de “lo aprendido durante los ùltimos cuarenta
años”.

Duverger reconoce que su formulación tentativa e imprecisa ha conducido a algunos


errores interpretativos como lo demuestra la supuesta diferencia que plantea en lo
atinente a la tendencia del escrutinio mayoritario a una sola vuelta que dirige a la creación
y al mantenimiento de sistemas bipartidistas y la hipótesis tendencial hacia el
multipartidismo de la representación proporcional y el sistema de escrutinio mayoritario a
dos vueltas.

Duverger se retracta en franca confesión, cuando afirma que en 1951 dije en


partidos polìticos que aquella es la que “mas se aproxima a una ley sociológica en todas las
generalizaciones sugeridas en este libro. Reflejaba solamente una actitud cautelosa de mi
parte, que era una reacción ante las crìticas a la formulación original que hice en 1945 en
la Universidad de Bordeaux, donde presenté las consecuencias de los tres sistemas
electorales como una ley sociológica tripartita”.

Señala Maurice Duverger que las leyes sociológicas estàn sujetas a un grado de
vulnerabilidad mayor que las ciencias naturales, pero que estas ùltimas tampoco son otro
fenómeno que interpretan objetos y relaciones no revelaciones de su esencia, porque los
errores de interpretación sobre sus leyes son culpa de los lectores màs que del autor.

La conclusión final de Duverger se centra en asegurar que “la relación entre


normas electorales y sistemas de partidos no es mecànica ni automàtica: un régimen

27
electoral especìfico no produce necesariamente un sistema de partidos especìfico; sólo
ejerce presión en dirección a dicho sistema, es una fuerza que actùa junto con varias
otras fuerzas, algunas de las cuales tienden en dirección contraria”.

4.2. Leyes Tendenciales de Giovanni Sartori

4.2.1. Las fòrmulas electorales pluralistas facilitan (son condiciones que


facilitan) un formato bipartidista e inversamente obstruyen (condiciones que
obstruyen) el multipartidismo.

4.2.2. Las fòrmulas electorales de representaciòn proporcional facilitan el


multipartidismo e, inversamente, dìficilmente conducen a un bipartidismo.

4.2.3. Dada una estructuraciòn sistèmica de partidos, la representaciòn


proporcional obtiene un efecto reductivo causado (como condiciòn suficiente por su no
proporcionalidad. A mayor grado de impunidad de la representaciòn proporcional, mayor
serà el costo de entrada para los pequeños partidos y màs fuerte serà el efecto reductivo
y por el contrario, a menor grado de impunidad del sistema de representaciòn proporcional,
màs dèbil serà el efecto reductivo. Alternativamente , un sistema de partidos
estructurado fuertemente es sòlo la condiciòn suficiente para mantener el formato
partidario pre-existente a la introducciòn de la representaciòn proporcional. (Puede
observarse que esta ley es pràcticamente ad hoc para cubrir la “excepciòn austrìaca”).

4.3.4. No existiendo un sistema estructurado de partidos y bajo el imperio


de un mètodo de representaciòn proporcional pura, que supone un costo de entrada igual
para todos, los partidos, el nùmero de los mismos dependerà sòlo de lo que la cuota de
ingreso permita.

Sartori toma el bisturì para ponderar el pensamiento de Duverger al indicar que el


autor francès lo que hace es presuponer que una relaciòn causal puede ser garantizada por
una correlaciòn; queriendo significar que Duverger no percibe la diferencia entre causa de
y asociado con, relacionado con.

Una ley (generalizaciòn causal) es verificable sì y sòlo sì; la causa-efecto queda


especificada , cuando el efecto de la primera ley (dualismo partidista) es todo lo impreciso
que puede ser y el efecto de la segunda ley (multipartidismo) presenta una excesiva
imprecisiòn, ya que las leyes dan un efecto sobre el nùmero de partidos. Duverger nunca
ciñe su anàlisis a regla de recuento consecuente, contabiliza los partidos conforme a su
valor nominal, desechando a veces partidos locales por partidos a medias. . El efecto del
factor causal presupuesto nunca es aclarado, lo que genera que las leyes de Duverger
pueden adecuarse con facilidad a pruebas que resulten positivas. Esto hace que la segunda
ley sea ambigua e enigmàtica, porque està precedida por dilatados descargos en lo atinente

28
a la definiciòn de su supuesto efecto (multipartidismo), la cual toma comogrado para
inferir acerca de la nociòn tècnica del multipartidismo y la nociòn corriente de
multiplicaciòn.

Sartori afirma que Duverger tiene una concepciòn mental de la relaciòn causal que
importantiza con mayor propulsiòn el efecto de màs partidos de la representaciòn
proporcional, aunque dicho efecto sea limitado y no necesariamente inmediato. Es de ahì
que Sartori sostenga que “la representaciòn proporcional causa una remociòn de
obstàculos, pero no puede decirse que causa multiplicaciòn.... la influencia del sistema
de representaciòn proporcional es meramente.... un debilitlamiento de la misma
influencia que es ejercida por los sistemas pluralistas de mayoría”.

Un inventario del pensamiento de Giovanni Sartori, arroja el marco conceptual de


que para èl los sistemas electorales son dèbiles y fuertes, sujetos a un grado de
influencia manipuladora.

Se colige que Sartori sigue el modelo de Duverger, pero con una aproximaciòn
metodològica de las generalizaciones tipo-ley, tratando de reformular y corregir los vacíos
metodològicos de los postulados.

Nohlen (1981) y Bogdanor (1983) desechan las ideas de Duverger y Sartori cuando
se presentan como leyes , al creer que la relaciòn entre sistema electoral y partido no
es factible de encapsular en fòrmulas causales, por su caràcter determinante
profundo de la sociedad vigente, sujeta a una evoluciòn històrica, llegando Nohlen a
establecer que la concreta forma de articulaciòn entre sociedad, sistema o comunidad
polìtica, partidos con el mètodo electoral tiene variados efectos recìprocos que pueden
darse entre un sistema aplicado para transformar votos en cargos y el sistema de
partidos polìticos.

La posiciòn de Nohlen no es compartida por Sartori, bajo el criterio de que la


formulaciòn de leyes lleva a un camino estructural y formalista; descartando tambièn el
intento de Ral (1971), de reformular la primera ley de Duverger con el criterio de que “ los
mètodos de pluralidad (mayoría simple) causan sistemas bipartidarios”, y de subdividir
la segunda ley en 28 proposiciones bajo el amparo del mètodo de porcentaje de
fraccionalizaciòn de los partidos y de asociaciòn probabilìstica del sistema de
proporcionalidad.

Riker (1986) revisa las leyes de Duverger para producir un conocimiento acumulativo
que rechaza Sartori , porque cuando Riker pretende sustituir “dualismo partidario” por
“competencia bipartidaria”, y “mantienen” por “provocan” (bring about) como corolario de
los mètodos de pluralidad (mayoría simple) en relaciòn a los partidos no es màs, segùn
Sartori, que reemplazar una oscuridad por otra, una inadecuaciòn por otra, porque

29
“mantener” no es lo mismo que “provocar”, con lo que Sartori deja sin oportunidad las
argumentaciones de Riker, combate con tèrminos sociològicos los planteamientos de
Condorcet que concibe la construcciòn teòrica de partido ganador o perdedor.

Sartori en la sofisticaciòn reductual de su mètodo lògico presente como equivocado


al J.E. Mill en el mòdulo definitorio de “causa”, porque equivale a “condiciònes suficiente”,
como factor disparador, provocador de un efecto.

En una argumentaciòn alternativa Sartori concibe los mètodos matemàticos posibles


de Sainte-Lague y de D`Hondt , pero que màs que promedios hay que tener en cuenta las
circunscripciones electorales porque en un règimen de proporcionalidad cuando la
circunscripciòn es pequeña elige un nùmero muy limitado de cargos que hace que la
proporcionalidad sea notoriamente atenuada, por lo que en este caso los mètodos
electorales afectan al votante y a un nivel local, mientras que el sistema partidario
considerado es un agregado a nivel nacional. El efecto del sistema electoral puede ser
constrictivo o no para el elector y por consiguiente asumir una dimensiòn manipulativa.

SISTEMA DE PARTIDOS COMO SISTEMA DE CANALIZACION DE LA POLICIA EN


SOCIEDAD.

SISTEMA ELECTORAL
SISTEMAS DE FUERTE DEBIL
PARTIDOS.

FUERTE 1.Efecto restrictivo del 2. Efecto de contrapeso y


(Estructurado) Sistema Electoral bloqueo del Sistema Partidario.

DEBIL 3. Efecto restrictivo de la 4. Sin influencia.


Desestructurado Circunscripciòn Electoral.

Las formulaciones de Sartori, independientemente de su actitud pedantezca al


ponderar con los trabajos de otros intelectuales, no han tenido crìticas sistemàticas
porque su anàlisis equilibra en su fundamentaciòn los procesos històricos, la Politologìa, la
Sociologìa Polìtica y los sistemas partidarios y electorales de visiòn casi totalitaria, en
complejidad del fenòmeno utilitario y reductivo de las leyes efectivas que finalmente
pueden graficarse asì:

SISTEMA DE PLURALIDAD Y SISTEMA PROPORCION

30
Segùn las leyes de Sartori sobre los efectos de los Sistemas Electorales

Efecto Reductivo

No efecto No efecto ------ efecto efecto

A B
Representaciòn Representaciòn Sistemas electorales
proporcional pura. Proporcional impura. mayoritarios.

Representaciòn Proporcional

4.3. Planteamientos tendenciales de Dieter Nohlen .

Dieter Nohlen revela la imposibilidad de establecer relaciones causales uniliniales


(en forma de ley) en sistemas electorales y en diferentes tipos de sistemas de partidos.

Aduce el profesor Nohlen que en la relaciòn sistema electoral-sistema de partidos,


entran en juego un conjunto de variables, puramente contingentes en algunos casos que
influyen en los efectos puramente generados por el sistema electoral sobre el sistema de
partidos.

Para Nohlen lo importante en la confrontaciòn de los sistemas electorales sobre las


condiciones contingentes, contextualizando la relaciòn causal bajo anàlisis.

Nahlen coincide con los planteamientos de Cotteret y Emeri, en cuanto a la


mediciòn de la influencia de los sistemas electorales sobre los regìmenes polìticos, su
caràcter unívoco o metodologìa, centrada en la desmesurada insistencia del ùnico aspecto
mecànico de la operaciòn electoral que recae sobre el sistema electoral. Sostienen dichos
autores “ que el sistema electoral es un elemento entre muchos del sistema polìtico en
su conjunto, pero no, ni mucho menos la ùnica variable a la que hay que atender”.

Nohlen distingue los efectos directos e indirectos entre los diferentes tipos de
efectos de los sistemas electorales.

31
El efecto directo de los sistemas electorales reside en la conversiòn de
preferencias polìticas en poder polìtico. Sostiene Nohlen que los sistemas electorales dan
forma a las preferencias polìticas mediante el voto. Influyen en la votaciòn en la medida
que colocan a los electores frente a una situaciòn decisoria especìfica que està sobre todo
marcada por las diferentes posibilidades de èxito de los candidatos y partidos, inherentes
a los sistemas electorales. El votante es afectado por el sistema electoral e impulsado a
estructurar su voto segùn estas condiciones.

Nohlen plantea que los sistemas electorales convierten votos en escaños y lo hacen
con diferentes resultados. Influyen en el grado de proporcionalidad de la relaciòn entre
votos y escaños que es el criterio empìrico para medir los efectos directos de los sistemas
electorales. Existe bastante evidencia empìrica y certeza sobre la relaciòn entre las
variables magnitud de las circunscripciones, forma de listas, mètodos de càlculos, barreras
iniciales, etc. Y el grado de proporcionalidad.

La relaciòn de votos y escaños es compleja porque sistemas proporcionales puros


pueden fallar en su propòsito y sistemas no puros superarles con respecto al grado de
proporcionalidad.

Nohlen especìfica que el efecto indirecto de los sistemas electorales reside en su


influencia en la cantidad y en el formato de los sistemas de partidos por lo que de
conformidad con la tipologìa bàsica, el sistema de pluralidad fomenta con vigorosidad la
representaciòn proporcional y la formaciòn de mayorìa por medio de un partido polìtico.

Nohlen propone la siguiente clasificaciòn de sistemas de representaciòn


proporcional:

1. Representaciòn pura, en la que la proporciòn de votos logrados por un partido y la


proporcionalidad de mandatos que por ellos le corresponden, aproximadamente, coinciden.
No existen barreras legales directas o indirectas que alteren el efecto proporcional y, por
lo tanto, ninguna presiòn psicològica sobre los votantes.

2. Representaciòn proporcional impura, en la que, por medio de barreras legales


indirectas (divisiòn del territorio en un gran nùmero de circunscripciones de tamaño
pequeño o mediano), se impide un efecto proporcional inmediato que iguale el porcentaje de
escaños con el de los votos.

3. Representaciòn proporcional con barrera legal, modelo este que limita el nùmero de
partidos con posibilidad de acceder a una representaciòn parlamentaria de su electorado, y
por lo tanto, afecta la decisiòn del votante, restringièndole a aquellas formaciones
polìticas que cuentan con posibilidades reales de superar esa barrera, y distribuyendo la

32
totalidad de los escaños de manera ajustadamente proporcional entre los partidos que
lograron tal meta.
Como se puede apreciar Nohlen muestra una multiplicidad de variables que inciden
directamente en la conformaciòn del sistema electoral, por lo que usa la terminologia
“continuum”, como forma de ordenar los sistemas electorales concretos en funciòn de la
relaciòn voto-escaño, continuum que tiene dos polos opuestos: la elecciòn proporcional pura
frente a la elecciòn mayoritaria extrema.

Francisco Fernàndez Segado en su obra “La Representatividad de los Sistemas


Electorales”, expone que “conviene no perder de vista... que el sistema electoral no es màs
que una variable, entre las muchas que pueden diferenciarse, ... que es preciso atender el
contexto.... en cada paìs debe prestarse una especìfica atenciòn a los factores... que
pueden trastocar notablemente la operatividad que un mismo sistema viene jugando en
otro paìs diferente”.

El significado de los sistemas electorales no se restringe a la relaciòn voto-escaño,


ni al efecto reductivo no-reductivo que puede producirse; sino a la fragmentaciòn del
sistema de partidos, a la capacidad de formas mayorìa unicolor, para el Parlamento, en la
relaciòn entre votante-elegido, entre el tamaño de las circunscripciones, la forma del voto
y hasta de la misma dinàmica polìtica.

CONCLUSIONES

1. Los sistemas electorales devienen de una naturaleza que encuentran su


fundamento en la evoluciòn històrica como reflejo del desarrollo de estructuras sociales y
procesos variables que parten de la especificidad hasta territorial.

2. Las estructuras sociales, el comportamiento polìtico y la institucionalidad sujeta


a condicionantes diferenciadores de cada Estado producen efectos polìticos en los
sistemas electorales.

3. La tipologìa de sistemas electorales inciden hasta en la materializaciòn del perfil


psicològico del sufragante y en la existencial dual o multifactorial de partidos polìticos,
como en la segmentaciòn formativa del comportamiento de grupos sociales.

4. Las leyes sociològicas en su formulaciòn de refutabilidad conducen a efectos


polìticos en la relaciòn de sutancialidad de los sistemas electorales -partidos polìticos.

5. La inexistencia de un enunciado cientìfico comprobable sobre los efectos de los


sistemas electorales como desprendimiento de las relaciones sociales y polìticas que
atemperan en los sistemas partidarios, sin que se pueda determinar con exactitud que

33
sistema electoral predomina ante la presencia de una homogeneidad o heterogeneidad
social.

6. Puede que haya una manifiesta combinaciòn de factores o elementos para la


producciòn de los efectos de los sistemas electorales.

7. Los sistemas electorales presenten sus efectos dependiendo de la respuesta de


los partidos polìticos al condicionamiento implìcito que arroja el mismo sistema electoral.

8. La actitud funcional o no del electorado y la estructura multifactorial de la


sociedad civil, con el condicionamiento socio-cultural del votante y del elegido en coyunda
con los partidos polìticos, produce variaciones en los efectos del sistema electoral con
repercusiòn en el sistema de partidos.

9. No hay un criterio estandar que establezca que un sistema electoral favorece o


no a un sistema de partido o a una estructura ideològica determinada, por la ambivalencia
funcional existente.

10. No se puede precisar que un sistema electoral sea òptimo o no, porque los
sistemas electorales obedecen a soluciones tècnicas y polìticas aceptables de acuerdo a la
època espacio-tiempo, por lo que aun cuando un sistema electoral haya mostrado un grado
de satisfacciòn en un Estado determinado, no implica , en modo alguno, que por su calidad
transitoria se califique como inmutable.

LAS FUERZAS POLITICAS PARTICIPAN EN LA TOMA DE DECISIONES

LA CUESTION DEL SISTEMA ELECTORAL ES UNA CUESTION DE PODER

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