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Objetivo
Lograr la estabilización de las concentraciones de gases de efecto invernadero en
la atmósfera a un nivel que impida interferencias antropógenas peligrosas en el
sistema climático y en un plazo suficiente para permitir que los ecosistemas se
adapten naturalmente al cambio climático, asegurando que la producción de
alimentos no se vea amenazada y permitiendo que el desarrollo económico prosiga
de manera sostenible.
En la definición de este objetivo es importante destacar dos aspectos:
(1) No se determinan los niveles de concentración de los GEI que se consideran
interferencia antropógena peligrosa en el sistema climático, reconociéndose así que
en aquel momento no existía certeza científica sobre qué se debía entender por
niveles no peligrosos.
(2) Se sugiere el hecho de que el cambio del clima es algo ya inevitable por lo cual,
no sólo deben abordarse acciones preventivas (para frenar el cambio climático),
sino también de adaptación a las nuevas condiciones climáticas.
Estados Partes[editar]
A partir de 2014, la CMNUCC tiene 196 partes, incluidos todos los estados
miembros de las Naciones Unidas, así como Niue, las Islas Cook y la Unión
Europea. Además, la Santa Sede y el Palestina son estados observadores.
Clasificación de las Partes y sus compromisos[editar]
Anexo B: Las Partes que figuran en el Anexo B del Protocolo de Kioto, son las
Partes del Anexo I con los objetivos de emisiones de gases de efecto
invernadero de Kyoto del primer o segundo periodo. Los objetivos del primer
periodo se aplicaron durante los años 2007-2012. Como parte de la Conferencia
sobre el Cambio Climático Doha 2012, se acordó una enmienda al Anexo B que
contiene una lista de las Partes del Anexo I que tienen objetivos del segundo
periodo, que se aplican de 2013 a 2020. Las modificaciones aún no han entrado
en vigor.
Financiamiento Climático
Se suele denominar financiamiento climático al conjunto de los recursos financieros
que se deben movilizar para facilitar la ejecución de acciones de mitigación por los
países en desarrollo, así como para que éstos puedan fortalecer su capacidad para
adaptarse a los impactos del cambio climático, si bien no hay aún una clara
definición del concepto acordada a nivel internacional, ni una interpretación unívoca
de sus alcances.
La noción también se extiende al establecimiento de mecanismos de financiamiento
que permitan canalizar estos recursos de manera eficiente, equitativa y
transparente, a la vez que aseguren que las corrientes de financiamiento estén en
línea con las elevadas necesidades de inversión para dar una respuesta adecuada
al cambio climático.
El financiamiento climático es pues fundamental para hacer posible la transición
hacia economías bajas en emisiones y sociedades resilientes al clima en los países
en desarrollo.
Estimar el volumen total de los recursos que se canalizan mediante el
financiamiento climático es complejo debido a la diversidad de fuentes, de
intermediarios y los variados mecanismos financieros utilizados. Por ejemplo, sólo
en América Latina operan no menos de 20 fondos multilaterales involucrados en el
financiamiento climático. Se han incrementado, asimismo, los fondos receptores
regionales.
Contabilizando todos las fuentes de fondos, el flujo anual del financiamiento
climático podría haber alcanzado, en promedio, a unos 100.000 millones de dólares,
según las estimaciones disponibles. Pese al crecimiento observado, la oferta de
recursos del financiamiento climático está todavía por debajo de las necesidades de
financiamiento adicional en los países en desarrollo.
La financiación debe ser “adicional” a la ayuda al desarrollo, y cubrir los “costos
incrementales” de la respuesta al cambio climático en relación con los costos de
desarrollo tipo business as usual. En este sentido, los países deben realizar una
transición hacia un nuevo paradigma que permita ir hacia bajas emisiones,
desarrollo resiliente al clima, procesos de producción y consumo que emitan menos
gases de efecto invernadero y un desarrollo sostenible. Un nuevo paradigma de
desarrollo requiere un aumento dramático en el financiamiento para enfrentar el
cambio climático.
Reconociendo esto, los gobiernos de países desarrollados reunidos en la
Conferencia de las Partes en Cancún ofrecieron 30 mil millones de dólares en
fondos denominados “de arranque temprano o de pronto inicio” – fondos climáticos
comprometidos entre 2010 y 2012 – y hasta 100 mil millones anuales de dólares
para el 2020 destinados a la mitigación.
Se espera que haya además un aumento significativo de fondos públicos y privados
por fuera del proceso de la UNFCCC, ofreciendo a los países nuevos recursos para
llevar a cabo medidas de mitigación y adaptación al cambio climático.