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La crisis de 2008: Lecciones para y de la economía1

Oscar Leonel Herrera Velásquez2

1. La naturaleza de los ciclos


Aún no se puede saber si la crisis financiera y económica global de 2008 será corta o sus alcances
pudieran ser más profundos y catastróficos. Como sea, el segundo semestre de 2008 será
recordado en los libros de historia económica, como uno de los momentos cruciales de la
economía global. Actualmente la crisis se está desarrollando y existe incertidumbre acerca de las
consecuencias de lo que pasó en el mercado financiero y al interior de algunas corporaciones
importantes. La discusión actual gira en torno a si la crisis será de corta o larga duración y cómo
deberían entenderla los intermediarios financieros, las empresas y los consumidores, en torno al
verdadero valor de los activos financieros. Aunque la economía y las finanzas han tenido cambios
importantes a través del tiempo, que han redundado en una economía más diversificada, al mismo
tiempo la interrelación entre empresas e individuos ha permitido la diversificación de riesgos
idiosincráticos, generando una gran cantidad de relaciones con las contrapartes, lo cual hace a las
economías más vulnerables ante muchos eventos, dado el potencial “efecto dominó” entre
instituciones, empresas y familias. En este orden de ideas, no debe sorprender que años con
relativa calma económica sean seguidos por tiempos de una alta volatilidad en los indicadores
económicos.

Buena parte de la destrucción de mercados tiene lugar a nivel micro. No obstante, las quiebras y
los potenciales reemplazamientos en las diferentes líneas de negocios pueden tener efectos
agregados, dado principalmente porque los individuos toman sus decisiones bajo información
imperfecta. Los grandes descalabros en los valores de los activos, junto con las insolvencias
simultáneas de muchas compañías, podrían indicar que la volatilidad agregada es parte de un
sistema de mercado. Si partimos del hecho de que tal volatilidad es inherente a una economía
moderna más interconectada, podríamos entonces redireccionar nuestra atención a los modelos
que podrían ayudar a interpretar las fuentes de la volatilidad, en el orden de diferenciar cuáles son
los componentes relacionados con la eficiencia de mercado y cuáles los correspondientes a las
quiebras inevitables de mercado. Sin embargo, para ello es necesario efectuar estudios mucho
más profundos respecto a la volatilidad agregada, lo cual requiere de un set teórico y conceptual
acerca de cómo la naturaleza de las interconexiones de la economía y de los sistemas financieros
afectan la asignación de recursos y la distribución de riesgo entre individuos y empresas.

2. La importancia de las instituciones


Las instituciones han merecido atención durante los últimos quince años, principalmente en lo que
se refiere a la importancia que las mismas tienen respecto del soporte institucional a los
mercados, lo cual debe estar en congruencia con el papel que desempeñan los “polycymakers”
(quienes diseñan la política económica). Un mercado regulado por un marco legal y por
instituciones que aseguren los derechos de propiedad, asegura el cumplimiento de los contratos y
regula el comportamiento de las firmas, de los productos y de la calidad de los mismos.

En retrospectiva, el mundo ha observado cómo quienes buscan beneficios económicos han estado
desregulados, lo cual ha llevado a los agentes económicos a tomar riesgos excesivos de los cuales
unos ganan y otros pierden. Dentro de este conjunto de ideas, es importante reconocer que no es
lo mismo libre mercado que mercado desregulado. Es por esta razón que quienes estudian los
desequilibrios económicos han ido incorporando en sus modelos cada vez más la teoría de la
regulación, basándose cada vez más en la experiencia reciente.

Por tales razones, en materia de disciplina económica los mercados deben ser cada vez más
canalizados bajo el auspicio de leyes sanas y regulaciones adecuadas. Al respecto, la teoría
económica puede proveer una guía de cómo se pueden generar los incentivos estructurales
correctos y los sistemas de recompensa para contener los incentivos estructurales perversos que
detienen el progreso de las economías.

3. Insuficiencia de la reputación
Los modelos lógicos sugieren que incluso si no existiera confianza entre los individuos,
particularmente cuando la información es imperfecta y la regulación es débil, en la práctica es
posible que los mercados puedan confiar en grandes empresas de larga trayectoria alrededor del
mundo (Bear Stearn, Merryl Lynch, Lehman Brothers, etc.), sobre todo porque ellas han
acumulado “capital reputacional” que no querrían perderlo. Después del escándalo de Enron y
otros gigantes a principios de los años dos mil, la confianza en tales organizaciones se ha ido
diluyendo, principalmente la confianza relacionada en las auditorías internas de esas
organizaciones, quienes ignoraron dos dificultades críticas. La primera es que, incluso al interior, la
auditoría es realizada por los mismos ejecutivos, gerentes y contadores de las organizaciones; y la
segunda, relacionada con la confianza en los corredores de bolsa, quienes toman riesgos
astronómicos.

4. Lecciones para la política económica del crecimiento


Las preguntas que surgen después de la crisis giran en torno a los riesgos inherentes en el sistema
de mercado y sus interconexiones en el proceso de quiebra de las organizaciones, en el marco
regulatorio y en la correspondiente relación entre instituciones. Son temas que hoy por hoy los
economistas deben incluir en su agenda, algunos de los cuales creen que el porcentaje de posibles
pérdidas respecto al PIB sea modesto, dado el crecimiento económico mundial en años previos. En
contraste, algunos consideran que, dentro de una o dos décadas máximo, el crecimiento
económico mundial podría ser modesto.
Existe amplio consenso respecto a las fuentes del crecimiento. En efecto, se considera la
importancia de la tecnología, el capital físico y el capital humano. Algunos economistas también
consideran que la innovación y la reasignación de recursos juegan un papel muy importante en la
propagación del crecimiento económico, además de reconocer la importancia del efecto que tales
aspectos, junto con el crecimiento económico de largo plazo, tienen sobre el marco institucional.
De hecho, los recientes eventos que originaron la actual crisis económica no han dejado duda
respecto a la importancia de la innovación.

Durante las dos últimas décadas se ha observado un rápido crecimiento en lo referente a


innovaciones. Se ha observado, por ejemplo, un avance vertiginoso en materia de software,
hardware, telecomunicaciones, biotecnología y entretenimiento, entre otros. Esto, debido
principalmente a la productividad agregada en el comercio durante las últimas dos décadas.
Incluso, las innovaciones financieras han sido socialmente valoradas y han contribuido al mismo
tiempo a generar crecimiento económico, incluso a pesar del papel que jugaron en la reciente
crisis, siendo las mismas mal utilizadas al tomar riesgos excesivos. Sin embargo, con una regulación
adecuada, las innovaciones financieras juegan un rol muy importante en la distribución y
diversificación del riesgo, tal ha sido el caso de la innovación en materia de derivados. De aquí en
más, las nuevas innovaciones (financieras y no financieras) y su implementación juegan un rol muy
importante en cuanto al restablecimiento del crecimiento económico después de la crisis actual.

El otro pilar del crecimiento económico es la reasignación de recursos. Dado que la innovación
frecuentemente es el resultado de la forma de “destrucción creativa Schumpeteriana”, 3 los
nuevos procesos de producción y las empresas con nuevas tecnologías reemplazan las viejas
tecnologías. Sin embargo, este es solo uno de los aspectos de la reasignación del capital, respecto
del cual uno de los aspectos importantes es la volatilidad, considerada como la oportunidad que
presenta la economía de mercado en orden de reasignar los recursos en aquellas áreas donde la
productividad y la demanda son más altas. El desarrollo alcanzado en las últimas dos décadas
muestra la importancia de la reasignación de recursos, a partir de que el crecimiento económico,
como es lo usual, coincidió con los movimientos de bienes, trabajo y capital desde muchas
empresas establecidas hacia sus competidores (frecuentemente extranjeros) y hacia sectores en
los cuales los Estados Unidos de América y otras economías avanzadas dejaron de tener ventaja
comparativa.

Respecto a la política económica del crecimiento, el autor afirma que el crecimiento económico
solamente tiene lugar si la sociedad crea las instituciones y las políticas que aseguran la
innovación, la reasignación de recursos, la inversión y la educación. Sin embargo, la creación y el
ajuste adecuado de tales instituciones no están garantizados. Tomando en cuenta que la
reasignación y la destrucción creativa tienen efecto sobre el crecimiento económico, en muchas
economías de escaso desarrollo, el prerrequisito clave es asegurar que los productores, las élites y
los políticos no secuestren la agenda política y generen un ambiente hostil al progreso económico
y al crecimiento económico.

5. Política económica durante la crisis


Es importante resaltar que las medidas de política económica tomadas durante la crisis han dejado
de lado el efecto que las políticas de largo plazo tienen sobre el desarrollo económico, la
innovación, y la reasignación de recursos. De hecho, tales medidas tomadas durante la crisis
implicaron un plan a gran escala que incluyó básicamente rescates bancarios de emergencia y en
general al sector financiero como un todo, a la industria automotriz y a otros sectores. Esto, sin
embargo, influenciará indudablemente la innovación y la reasignación de recursos, pero sin tomar
una posición respecto a los alcances de largo plazo. Por su parte, muchas otras áreas de la
innovación potencial pueden verse directamente afectadas como resultado de la política
económica de la crisis actual. Por ejemplo, la demanda de fuentes de energía alternativa era
fuerte antes de la crisis y prometía una plataforma para las sinergias entre la investigación
científica y los beneficios en la computación, los productos farmacéuticos y la biotecnología.

Por otra parte, podría surgir un riesgo relacionado con la denominada “trampa de expectativas” en
la que consumidores y políticos construyan un escenario pesimista sobre el crecimiento futuro y el
buen funcionamiento de los mercados. No se sabe exactamente cómo funciona la “trampa de
expectativas” y cuál es su dinámica económica intrínseca. Pero si los consumidores retrasan las
compras de bienes duraderos, los efectos ciertamente pueden ser mayores, particularmente
cuando los inventarios son grandes y el crédito es restringido. Una “trampa de expectativas” de
esta naturaleza profundizaría y alargaría la recesión y además generaría mayores quiebras de
empresas en vez de la destrucción creativa y la reasignación de recursos que implica el
crecimiento económico.

Sin embargo, según el autor, el mayor peligro de una “trampa de expectativas” y de una recesión
profunda gira en torno a otros aspectos. En primer lugar, tanto consumidores como políticos
pueden internalizar que el libre mercado es el responsable de la crisis, lo cual podría generar un
debilitamiento del mercado. De esta manera, el péndulo llegaría demasiado lejos, llevándonos a
una era de gobierno fuertemente intervencionista (en vez de reformas, a la regulación de los
fundamentos del libre mercado). El autor afirma que tal oscilación, junto con las políticas
antimercado, serían una amenaza verdadera para las perspectivas del crecimiento futuro de la
economía global. Las restricciones al comercio de bienes y servicios serían un primer paso. En
tanto que la política industrial que inhibe la reasignación de recursos y la innovación, sería un
segundo paso.

En realidad, lo que el mundo está experimentando no es una falta del capitalismo o de libre
mercado, sí está experimentando la caída de un mercado no regulado, en particular, de un sector
financiero no regulado junto con una mala gestión de riesgos. Aunque la profesión de economía
fuera en parte cómplice de la crisis actual, los economistas todavía tienen cosas importantes por
decir acerca de si la crisis y sus orígenes “capitalistas” impiden o no la innovación y la reasignación
de recursos necesarias para el desarrollo económico.

Conclusión
La crisis financiera es, en parte, una decepción para la teoría económica. Los economistas tienden
a pensar que la crisis económica ha sido severa. Los economistas tendieron a pensar que los ciclos
económicos severos ya habían sido alcanzados; que los mercados libres no requieren ninguna
regulación; y que las grandes compañías ya establecidas podrían ser confiables tal que ellas
mismas pudieran supervisar su propio comportamiento para preservar su capital reputacional.
La creencia de estos tres elementos ha demostrado ser inexacta. Por una parte, los economistas
creen justificable que como proceso de la destrucción creativa, el capitalismo requiere que las
instituciones tengan en cuenta la innovación y la reasignación de recursos. Sin embargo, no se
puede culpar solamente a las innovaciones financieras que desempeñaron un papel importante en
la crisis, las cuales han sido notablemente productivas y lo seguirán siendo, dadas las regulaciones
correctas. Tampoco los economistas pueden afirmar que las reacciones políticas a la crisis que
obstaculizan tal innovación y reasignación de recursos, pueden hacer más daño en el futuro.
[1]Resumen y traducción libre del documento: The crisis of 2008: Lessons for and from economics. Daron Acemoglu.
Critical Review 21 (2-3) 185-194. Critical Review Foundation. 2009.
2
Experto IV del Departamento de Investigaciones Económicas
3
Expresión utilizada por Joseph Schumpeter en su libro “Capitalismo, socialismo y democracia” (1942), que sostiene la idea de que la innovación
por parte de las nuevas empresas es lo que sostiene el crecimiento de largo plazo, incluso destruyendo viejas empresas establecidas que gozan de
cierto poder de mercado.
* El autor es entera y exclusivamente responsable por sus opiniones y, de consiguiente, éstas no reflejan la posición oficial
del Banco de Guatemala, a menos de que ello se haga constar expresamente

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