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Ensayo

Las personas malas ¿Nacen o se hacen?


Universidad Iberoamericana Torreón
Elia Erika Janett Uribe Coronado
Abril 2016

Introducción

La definición literal de la palabra maldad es una “acción mala o injusta”, además de que proviene
del latín “malitas”, y esta deriva de “malus” que es malo, de valor negativo, falto de cualidades, de
mal comportamiento y que se opone a la moral.
El concepto de maldad desde el punto de vista de Philip Zimbardo (1986) desde la psicología social
“consiste en obrar deliberadamente de una forma que dañe, maltrate, humille, deshumanice o
destruya a personas inocentes, o en hacer uso de la propia autoridad y del poder sistémico para
alentar o permitir que otros obren así en nuestro nombre”

Algunos otros sinónimos se utilizan para describir la maldad humana, relacionándola con la
violencia, el comportamiento violento, y la agresión. Así pues es importante tomar en
consideración que el concepto puede ser muy amplio.
Existen diferentes concepciones del hombre en el origen de la maldad, algunas posturas defienden
el aspecto biológico o innato del ser humano a ser “malo” y algunas otras consideran que el
aprendizaje y el medio ambiente influyen en la adquisición de esta acción, comportamiento o
conducta.

Podemos entender como innato aquella cualidad o capacidad que no es aprendido y que pertenece
a la naturaleza de un ser desde su origen o su nacimiento.

Y podemos definir el aprendizaje como la adquisición del conocimiento por medio del estudio, el
ejercicio o la experiencia, definiendo también la teoría del aprendizaje social de Albert Bandura
(1984) como aquel aprendizaje que se obtiene por observación y conlleva tres aspectos importantes
que son; la retención de la conducta observada, la reproducción de la conducta y por último la
motivación de recrear esa conducta aprendida

Punto de vista biológico e innato

Hobbes, piensa que las pasiones y las aversiones de los hombres son naturales y que las
valoraciones morales solo tienen sentido en un estado de derecho.

Immanuel Kant sostiene que el hombre es malo por naturaleza y además existe en el “un mal radical
innato”, se debe a que su propia naturaleza dotada de instinto lo hace propenso a, lo mueve en la
búsqueda de; por esta razón existe la tensión entre la libertad y la ley moral, además comenta que
el mismo hombre debe de encontrar el bien y ascender a la ley moral y apegarse a ella de lo
contrario caería en el estado de corrupción del corazón a lo que él le llamo malignidad. (Avalos
2004)

Por otra parte Sigmund Freud (1985), el cual sostenía que el ser humano poseía de forma innata un
instinto o impulso violento que procedía del interior de la persona, este deseo de muerte o instinto
lo nombro “thanatos”, Freud creía que inicialmente este instinto apuntada a la autodestrucción pero
pronto se desvía hacia afuera, hacía los demás, y que estos impulsos incrementaban con el tiempo,
y que si no se liberaban , alcanzaban altos niveles que podían generar peligrosos actos de violencia.

Por otra parte los etólogos, que son los científicos que estudian el comportamiento animal, han
propuesto una teoría de los instintos. Kornand Lorenz (1968) sostuvo que el instinto agresivo es
común a muchas especies, el sostenía que la conducta agresiva no ocurre a menos que sea incitada
por claves externas.

Los psicoanalistas consideran que la violencia es producto de los mismos hombres, por ser desde
un principio seres instintivos, motivados por deseos que son el resultado de apetencias salvajes y
primitivas. "Los pequeños -señala Anna Freud-, en todos los períodos de la historia, han
demostrado rasgos de violencia, de agresión y destrucción (...) Las manifestaciones del instinto
agresivo se hallan estrechamente amalgamadas con las manifestaciones sexuales" (Freud, A., 1980,
p. 78).
El instinto de agresión infantil, según Anna Freud, aparece en la primera fase bajo la forma del
sadismo oral, utilizando sus dientes como instrumentos de agresión; en la fase anal son
notoriamente destructivos, tercos, dominantes y posesivos; en la fase fálica la agresión se
manifiesta bajo actitudes de virilidad, en conexión con las manifestaciones del llamado "complejo
de Edipo".

Por otra parte existe la explicación biológica de la agresividad, violencia y maldad la cual
menciona que hay áreas y regiones del cerebro o del sistema nervioso que se relaciona con el
comportamiento agresivo, como lo es el sistema límbico, que influye en nuestros impulsos y
emociones, así como también la amígdala que es parte también del sistema límbico cumple una
función importante en la agresión, al igual que la corteza cerebral, donde tienen lugar los
principales procesos de pensamiento, como el juicio, el acto de decidir si un comportamiento es
adecuado o no, así pues si sucede algún daño en estas regiones cerebrales o una falta de desarrollo
embriológico puede generarse problemas en el desarrollo de la personalidad y como consecuencia,
producir estados psicóticos, psicópatas o crueles actos de violencia.

En el plano neuropsicológico, un funcionamiento prefrontal reducido puede traducirse en una


pérdida de la inhibición o control de estructuras subcorticales, filogenéticamente más primitivas,
como la amígdala, que se piensa que está en la base de los sentimientos agresivos. En el plano
neurocomportamental, se ha visto que lesiones prefrontales se traducen en comportamientos
arriesgados, irresponsables, transgresores de las normas, con arranques emocionales y agresivos,
que pueden predisponer a actos violentos.
En el plano de la personalidad, las lesiones frontales en pacientes neurológicos se asocian con
impulsividad, pérdida de autocontrol, inmadurez, falta de tacto, incapacidad para modificar o
inhibir el comportamiento de forma adecuada, lo que puede facilitar los actos violentos. En el plano
social, la pérdida de flexibilidad intelectual y de habilidades para resolver problemas, así como la
merma de la capacidad para usar la información suministrada por indicaciones verbales que nacen
del mal funcionamiento prefrontal, pueden deteriorar seriamente habilidades sociales necesarias
para plantear soluciones no agresivas a los conflictos. En el plano cognitivo, las lesiones
prefrontales causan una reducción de la capacidad de razonar y de pensar que pueden traducirse en
fracaso académico y problemas económicos, predisponiendo así a una forma de vida criminal y
violenta.
Las diferentes investigaciones informan sobre regiones específicas de la corteza prefrontal que
pueden vincularse a comportamiento agresivo, como el córtex orbitofrontal y las regiones
ventromedial y dorsolateral; sin embargo, todavía hay muchas incógnitas con respecto al papel
específico de cada una de éstas áreas. Tampoco está clara la implicación de áreas subcorticales
relacionadas con la emoción, como la amígdala y el hipocampo, aunque cada vez existe más
evidencia acerca de las diferencias funcionales de estas estructuras en agresores violentos frente a
sujetos normales. Los últimos descubrimientos abogan por una falta de equilibrio entre el
funcionamiento de regiones anteriores de la corteza y estructuras subcorticales, probablemente
secundaria a alteraciones vinculadas a las vías que conectan estas estructuras muy relevantes en la
regulación emocional. (Alcázar-Córcoles, Verdejo-García 2010)

Punto de vista de aprendizaje

La teoría del aprendizaje social, es otra teoría que enfatiza que los comportamientos agresivos se
van adquiriendo, del mismo modo que adquieren otras formas de comportamiento, a través de la
experiencia directa, la práctica, o a través de la observación de los demás.

Por otro lado, no cesan de aflorar teorías que rechazan la idea de la violencia como instinto innato,
afirmando que la agresividad no es más que un fenómeno adquirido en el contexto social. Los
naturalistas, a diferencia de Freud y Lorenz, sostienen que una de las peculiaridades de la especie
humana es su educabilidad, su capacidad de adaptación y su flexibilidad; factores que permiten -y
permitieron- la evolución de la humanidad, desde que el hombre dejó de vivir en los árboles y en
las cavernas. De ahí que en las comunidades primitivas, donde los grupos humanos estaban
constituidos por treinta o cincuenta individuos, los elementos agresivos no hubiesen prosperado.
En esas sociedades, cuyas actividades principales eran la recolección y la caza, la ayuda mutua y
la preocupación por los demás -la cooperación- no sólo era estimada, sino que constituían
condiciones estrictamente necesarias para la supervivencia del grupo.

En el siglo V, San Agustín -el teólogo que escribió "La ciudad de Dios"- arguyó que el Creador no
era el responsable de que exista el mal, sino el hombre, ya que Dios -el autor de las cualidades
humanas y no de los vicios- creó al hombre recto; pero el hombre, habiéndose hecho corrupto por
su propia voluntad y habiendo sido condenado justamente, engendró hijos corruptos y violentos.
Entonces, del mal uso del libre albedrío se originó todo el proceso del mal.

En el siglo XVI, el protestante francés Juan Calvino pensaba, al igual que San Agustín y Martín
Lutero, que algunos seres humanos estaban predestinados por Dios a ser hijos herederos del reino
celestial; en tanto otros, cuya naturaleza humana fue corrompida por el pecado original, estaban
destinados a ser los recipientes de su ira y a padecer la condenación eterna.

En el siglo XVIII, Jean-Jacques Rousseau sostenía la teoría de que el hombre era naturalmente
bueno, que la sociedad corrompía esta bondad y que, por lo tanto, la persona no nacía perversa sino
que se hacía perversa, y que era necesario volver a la virtud primitiva. "Es bueno todo lo que viene
del Creador de las cosas: que todo degenera en las manos del hombre". Es decir, la actitud de
bondad o de maldad es fruto del medio social en el cual se desarrolla el individuo.
El psicólogo Alberto Bandura (1976), estima que el comportamiento humano, más que ser genético
o hereditario, es un fenómeno adquirido por medio de la observación e imitación. En idéntica línea
se mantiene Ashley Montagu, para quien la agresividad de los hombres no es una reacción sino
una respuesta: el hombre no nace con un carácter agresivo, sino con un sistema muy organizado de
tendencias hacia el crecimiento y el desarrollo de su ambiente de comprensión y cooperación.

John Lewis, en su libro "Hombre y evolución", rebate la teoría sobre la agresividad innata,
señalando que no existen razones para suponer que el hombre sea movido por impulsos instintivos,
ya que "no existe testimonio antropológico alguno que corrobore esa concepción del hombre
primitivo considerado como un ser esencialmente competitivo. El hombre, al contrario, ha sido
siempre, por naturaleza, más cooperativo que agresivo. (Lewis, J., 1968, p. 136).

Ahora bien es interesante conocer el experimento que realizó Philip Zimbardo (1986) llamado La
cárcel de Stanford, donde se incluyó a dos grupos de participantes, el primer grupo era el de los
presos quienes voluntariamente pasarían una estancia en este recinto y por otra los cuidadores o
guardias quien se les pidió que actuaran este rol, el experimento en si es interesante y a los
investigadores se les salió de las manos ya que no se les dio una orden en específico de infligir
castigos a los presos si no se les dijo a los guardias que desempeñaran su papel de la mejor manera,
para lo cual ellos impusieron castigos físicos, a lo cual ocurrió un motín dentro del recinto, y los
guardias trataron de controlarlo por medio de la violencia física. Este experimento se utilizó para
observar diferentes cosas y lo podemos tomar de ejemplo para darnos cuenta que el aprendizaje y
la maldad son un punto importante, ya que los guardias por el simple hecho de portar el uniforme
o representar un rol infringen violencia, dañando al otro sin importar las consecuencias de los
mismos.

Otro ejemplo de crueldad o malignidad está en el acto de maldad más grande de la historia como
lo fue el “Holocausto” dónde asesinaran a más de veinte millones de personas, quién fuera liderado
por Adolfo Hitler al cual muchos historiadores se han dado a la tarea de explicar el porqué de su
malignidad, algunos lo consideran como psicótico y casi todos apuntan a la explicación de que su
infancia y el origen de su familia fue el motivo de desencadenar el odio hacia el pueblo judío.

Según el psicólogo Robert R. Sears, los niños que sufren castigos físicos y psíquicos son los que
demuestran mayor agresividad en la escuela y en las actividades lúdicas, que los niños que se
desarrollan en hogares donde la convivencia es armónica. Para Sears, como para los psicólogos
que se prestaron algunos conceptos del psicoanálisis, la agresión es una consecuencia de las
frustraciones y prohibiciones con las cuales tropiezan los niños en su entorno. Cuando el niño
reacciona con agresividad es porque quiere manifestar su decepción frente a la madre o frente al
contexto social que lo rodea.

Además la identificación con un padre agresivo-destructivo y la gran represión interna de todo


anhelo de libertad, afecto y ternura, de erotismo y sexualidad, resulta ser la pareja psicodinámica
potencialmente más explosiva, por la que se tratará de resolver todo conflicto mediante la violencia.
Esta tesis no la proponen únicamente los psicoanalistas, si no autores como Marc Howard Ross,
un experto en la teoría intercultural de los conflictos (Howard 1995)
Cada día es más la exposición a la violencia a través de los medios de comunicación, algunos
resultados de los estudios realizados a niños expuestos a contenido violento, señalan la siguiente
conclusión “la exposición a la violencia de los medios de comunicación puede ser un factor que
contribuya a aumentar los niveles de violencia en Estados Unidos y en cualquier otro lugar”
(Huesmann y Miller 1994), además algunos otros como estudios enfocados al uso de videojuegos
violentos se ha relacionado a que los niños que los usan son menos propensos a desarrollar
empatía.(Juárez 2011)

Conclusiones

Ambos putos de vista son interesantes, por un lado tenemos la parte innata del origen de la maldad
del ser humano y por otro tenemos la parte de aprendizaje y experiencia para adquirirla, creo que
los procesos biológicos, hereditarios e incluso hormonales del ser humano influyen en la
adquisición de la maldad en el hombre, incluso hay mecanismos complejos que explican el
funcionamiento del cerebro y el origen de la conducta del ser humano, y muchos asesinos seriales
que se pueden relacionar con la maldad se les ha hecho estudios intensivos del origen de la maldad
y explicar el por que se desarrollan de esta manera y a la conclusión que se ha llegado es que
efectivamente en su mayoría habían sufrido lesiones o traumatismos craneoencefálicos en su
infancia o enfermedad mental, además casi el 100 por ciento habían vivido experiencias
traumáticas en la infancia, padres que constantemente infringían castigos físicos, emocionales,
humillaciones, algunos provenían de familias desintegradas, eran rechazados socialmente a lo cual
estos aspectos de las experiencias tempranas de la infancia y las experiencias sociales se les suma
para determinar el desarrollo de la personalidad.

Es interesante conocer que en ciertas culturas predominan por ejemplo los asesinos en serie y entre
los países que más casos han sido registrados es en Estados Unidos con el más del 70% de los casos
del mundo, siendo este un país industrializado (Mendoza 2010), este dato nos hace pensar acerca
de que la cultura y las experiencias del ambiente influyen en el comportamiento. Otro caso
interesante es del asesino que más muertes tiene registradas que fueron estimadas a 250 es el
llamado Dr. Harold Shipman en Reino Unido quién fue afectado profundamente por la muerte de
su madre y dentro de su perfil psicológico destacan la influencia del medio ambiente para
desencadenar su maldad. (Batty 2005)

Así pues, quiero concluir que los aspectos biológicos, instintivos, pulsiones, hormonales y
genéticos del hombre son importantes en el origen de la maldad, sin embargo no creo que
determinen la conducta, cada vez estamos expuestos a cambios sociales, familiares, crianza, medios
de comunicación, avances tecnológicos que influyen directamente en la forma de concebir al
hombre, la percepción y la interacción con los demás y basándome en la reflexión usada por
Aristóteles y popularizada por Jhon Locke que la mente humana es una tabula rasa, es entonces
cuando el medio ambiente, cultura, sociedad influyen para que el ser humano adquiera valores,
bondad, empatía hacia los demás.
El niño aprenderá a amar sólo si es amado “Suficientemente” (Winnicott 1991). Es por eso que las
personas malas no nacen, más bien se hacen.
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