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Educar en la diversidad afectivo-sexual

Francisco Javier Amaya Flores


Sindicato del Profesorado Extremeño Raúl Fernández Martínez

TEMA 1. HOMOFOBIA Y TRANSFOBIA. ¿QUÉ DEBEMOS SABER? ANÁLISIS DE LOS

PRINCIPALES CONCEPTOS RELACIONADOS CON LA DIVERSIDAD SEXUAL,

FAMLIAR Y LA IDENTIDAD DE GÉNERO.

ÍNDICE

1.- Introducción a la necesidad de conceptos clave.

2.- La diversidad

2.1.- La diversidad sexual

2.2- La diversidad de género.

2.3.- La diversidad de familia.

2.4.- Conceptos.

3.- La homofobia

3.1.- ¿Cómo se expresa?

3.2.- La víctima.

3.3.- Tipos de homofobia.

4.- El acoso escolar por homofobia y transfobia.

4.1.- El acoso escolar

4.2.- El acoso por homofobia y transfobia

4.3.- Consecuencias.

4.4.- Invisibilización

5.- Mitos y estereotipos.

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1.- Introducción a la necesidad de conceptos clave.

En el documento de 2013 de la UNESCO, Respuestas del Sector de Educación Frente al

Bullying Homofóbico, la institución afirma que el acoso escolar por homofobia y transfobia tiene

graves consecuencias en la educación y en el aprendizaje porque afecta directamente a las personas

agredidas, pero también a quienes agreden, a quienes observan y, en última instancia, al centro

educativo donde tiene lugar.

Tampoco puede perderse de vista que el silencio o la pasividad frente a este tipo de acoso por

parte del personal docente, no docentes y de las personas adultas en general nos convierte en

cómplices y legitima el acoso como una forma de relación aceptable. Esto es así porque, para el

alumnado, somos un ejemplo a seguir, pero ¿qué ejemplo seríamos si no frenamos la carcajada de un

alumno A cuando un alumno B haga referencia a su homosexualidad en clase? ¿Qué modelo de

docente estaríamos mostrando a los estudiantes si obviamos que en la poesía de Federico García

Lorca, Luis Cernuda o Jaime Gil de Biedma es determinante la orientación homosexual de los tres

poetas? Y, finalmente, ¿a qué aspiramos si, al hacer dos grupos en nuestra aula, siempre optamos por

repetir la fórmula de varones a un lado y mujeres a otro?

La diversidad es en sí misma compleja, por ello, es necesario comenzar con un análisis

conceptual que explique los principales conceptos y características relativos a la diversidad sexual,

familiar y de identidad de género, así como la especificidad e incidencia del acoso escolar por

homofobia y transfobia. Posteriormente, enumeramos los mitos y estereotipos vigentes en nuestra

sociedad y que son el resultado del desconocimiento, de la tradición y de intentar imponer un código

moral determinado.

Para un mejor entendimiento de la diversidad, utilizaremos un lenguaje claro y sencillo que

sea accesible para cualquier persona que no tenga un conocimiento previo sobre la cuestión. Todos

los conceptos y expresiones usados nacen del consenso al que han llegado organismos

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internacionales como la UNESCO, el Consejo de Europa y la Agencia Europea de Derechos

Fundamentales (FRA) Así mismo, seguiremos las estrategias de análisis planteadas en el documento

Abrazar la diversidad: propuestas para una educación libre de acoso homofóbico y transfóbico,

publicado en julio de 2015 por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.

2.- La diversidad.

Los seres humanos somos diversos corporalmente, en cuanto a nuestras capacidades

cognitivas, nuestros gustos y nuestra forma de pensar, pero también en cuanto a nuestra orientación

sexual, las familias en las que vivimos y la forma en la que coloreamos el género. Aprender a vivir la

diversidad es aprender a vivir en sociedad y prevenir discriminaciones y abusos que generan

sufrimiento, desigualdad y conflictos. Las situaciones donde se producen insultos, burlas, violencia o

exclusión constituyen, pues, una oportunidad educativa para trabajar la diversidad y la convivencia.

Como señala la UNESCO, del mismo modo que la discriminación basada en la raza, sexo,

etnia, discapacidad o religión es inaceptable, también lo es la discriminación motivada por la

orientación sexual e identidad de género (supuesta o real). Todos los estudiantes tienen el mismo

derecho a una educación de calidad en un ambiente escolar seguro (2013:16)

En este contexto, la escuela y los centros educativos constituyen un espacio especialmente

vulnerable. No sólo porque en ellos pasan la mayor parte del día los niños, niñas, adolescentes y

jóvenes, sino porque son los espacios en los que se aprende lo que es adecuado y lo que tiene cabida

en nuestra sociedad o no.

Por otro lado, las leyes internacionales y nacionales obligan a todos los centros educativos a

propiciar ambientes inclusivos y luchar contra cualquier tipo de exclusión, discriminación, violencia

o actitud que dificulte un ambiente sano y respetuoso para todos los miembros de la comunidad

educativa.

¿A qué nos referimos, por tanto, cuando hablamos de diversidad sexual, de género y familiar?

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2.1.- La diversidad sexual

Hablar de diversidad sexual es hablar, fundamentalmente, de sexualidad. De hecho, no es

posible hablar de la sexualidad sin contemplarla en todos sus plurales, a menos que caigamos en la

trampa de las visiones parciales. Por supuesto ese plural tiene que ver con la orientación del deseo

(homosexual, heterosexual, bisexual...), pero ahí no se agota, la diversidad tiene mucho más

recorrido.

La función de la sexualidad no es sólo la reproducción, sino que también incluye el placer y

una función más primaria y esencial: es una relación que primero establecemos con nosotros mismos

y que, en ocasiones, compartimos con los demás. La sexualidad es una vivencia personal que tiene

como función encontrarnos con otras personas y compartir intimidad. La función de la sexualidad es

desarrollarnos como seres sexuados y compartir esa potencialidad en relación con los demás.

Por lo tanto, podemos decir que la sexualidad es una dimensión de cualquier persona, con

diferentes posibilidades (comunicación, vínculos afectivos, placer, fecundidad, etc.), que puede

vivirse en relaciones con diferente grado de compromiso, tanto por hombres como por mujeres,

heterosexuales u homosexuales, jóvenes o mayores Nos permite:

• El autoconocimiento: tanto de nuestra manera de ser como de nuestro cuerpo.

• La intimidad y comunicación con otra persona: la expresión de nuestros sentimientos

y deseos, el compartirlos, la escucha de los sentimientos y deseos de la otra persona.

• Establecer vínculos afectivos con otra persona: que nos hacen desear estar con ella,

disfrutar de su compañía y desear que esté bien.

• Obtener placer sexual: bienestar que siente nuestro cuerpo cuando es acariciado,

abrazado o besado por uno mismo o por otra persona.

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Aunque a la mayor parte de las personas le atraen sexualmente y se enamoran de personas del

sexo contrario (heterosexualidad), también es cierto que, en diferentes culturas y en nuestra sociedad

actual, así como a lo largo de la historia de la humanidad, tenemos constancia de que muchas

personas sienten atracción y deseo sexual y amoroso hacia personas de un mismo sexo, bien sea de

forma exclusiva (personas homosexuales: lesbianas y gays) o bien porque le atraen las personas

independientemente de su sexo (personas bisexuales) Es erróneo, por tanto, que lo natural es la

heterosexualidad pues los hechos muestran que lo natural es la diversidad sexual.

El clásico estudio de Kinser, Pomeroy y Martin (1948) indica que entre los 16 y los 55 años

un 10% de los hombres son exclusiva o casi exclusivamente homosexuales durante un período de

tres años como mínimo. El 4% de los hombres y cerca del 2% de las mujeres entrevistadas por

Kinsey y su equipo mantuvieron a lo largo de sus vidas comportamientos exclusivamente

homosexuales. En España, varios estudios realizados con adolescentes y jóvenes entre 11 y 18 años,

alrededor del 85% dice sentir atracción sólo heterosexual, en torno al 5% de los chicos y chicas

expresan deseo no heterosexual y un 10% no responde a esta cuestión (Pichardo, 2009; Pichardo et

al. 2014)

Sean cuales fueren las cifras, lo cierto es que cada persona es diferente, en su desarrollo y en

sus deseos, por lo que debemos respetar las diferentes maneras de vivir la sexualidad de cada quien.

No hay una edad para tener relaciones sexuales, las tendremos cuando una serie de circunstancias

confluyan, cuando consideremos que es el momento adecuado, desde el conocimiento, la libertad y

la responsabilidad.

2.2.- La diversidad de género

A cada persona se le asigna un sexo (hombre o mujer) con su correspondiente identidad de

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género y una serie de comportamientos culturalmente adecuados según esos roles masculinos o

femeninos. Pero hay personas que se identifican con un género diferente o que expresan su identidad

de género de manera diferente al género que le asignaron al nacer, es lo que llamamos personas trans

(FRA, 2014:14) En ocasiones estas personas trans van a llevar a cabo modificaciones de su cuerpo o

apariencia o forma de moverse y comunicarse para que se adecúe lo más posible al aspecto que en su

sociedad se entiende que tienen que tener los hombres o las mujeres.

Existen otras personas que sí se sienten cómodas en su identidad de género (de hombres o

mujeres) y no quieren cambiarla, pero que no siguen las normas de masculinidad o feminidad

hegemónicas. Es decir, personas que no son trans pero cuya expresión del género va a ser diferente

de lo que se espera de ellas como niñas, niños, hombres o mujeres. Por este motivo, es importante

tener en cuenta que no seguir las normas del género asignado no significa necesariamente que una

persona sea trans u homosexual.

Por otra parte, el término intersexual es un término general que abarca a un amplio grupo de

personas cuyas características sexuales quedan fuera de las “normas” típicas binarias de masculino o

femenino. Entre esas características pueden incluirse características sexuales primarias, como los

genitales internos y externos, los sistemas reproductores, los niveles hormonales y los cromosomas

de sexo, o características sexuales secundarias que se hacen patentes en la pubertad. La

intersexualidad consiste en una serie de características biológicas, no en la identidad de género en sí.

Tampoco trata de la orientación sexual: las personas intersexuales tienen muchas orientaciones

sexuales.

2.3.- La diversidad familiar.

Al igual que ocurre con la sexualidad, la diversidad es una de las principales características

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de las estructuras familiares. Como no todo el mundo siente atracción sexual y amorosa por personas

del sexo contrario, no todas las familias están formadas por personas o parejas heterosexuales y sus

hijos e hijas. Existen también las llamadas familias homoparentales o familias arcoíris. Bajo este

concepto se incluye a las familias formadas por dos madres o dos padres con sus hijos e hijas, pero

también otras muchas estructuras familiares en las que hay miembros que son lesbianas, gays,

bisexuales o trans: familias monoparentales, adoptivas, multiétnicas y multirraciales, tardías,

transnacionales, sin hijos o hijas, recompuestas o cualquier otra de las muchas formas de familia que

están presentes en nuestro entorno.

2.4.- Conceptos

CONCEPTO DEFINICIÓN

SEXUALIDAD Conjunto de características anatómicas y fisiológicas de cada sexo.


Constitución orgánica de los seres vivos que distinguen al macho de la
hembra. Conjunto de comportamientos, actos, manifestaciones etc.
relacionados con la atracción entre los sexos, con la reproducción y con el
placer a través de los órganos genitales, y otras zonas del cuerpo.

SEXO Define el hecho de ser hombre o mujer. En todas las especies animales se
consideran dos identidades sexuales, macho y hembra, dependiendo del
genotipo y del fenotipo. En nuestra especie, además, hay que considerar dos
aspectos más: social, asignado por la sociedad al nacer y basada,
habitualmente, en el aspecto de los genitales externos; Y psicosexual: función
cerebral de la que deriva la percepción de la propia individualidad y por tanto
la personalidad.

CONDUCTA Son las prácticas sexuales de las personas. Se encuentra muy influida por el
contexto social, político, cultural, religioso y económico que nos rodea.
SEXUAL Pueden coincidir con la orientación sexual o ser diferente en algún momento
determinado. En los seres humanos, la mayor parte de los patrones de
conducta sexual son flexibles y abiertos a modificaciones en el curso de la
vida del individuo.

ROL DE Los roles de género son los comportamientos, actitudes y valores que la
sociedad espera que desarrollemos a lo largo de la vida, por pertenecer a un
GÉNERO género o a otro. Se espera que si eres hombre te comportes de una manera
“masculina” y si eres mujer te comportes de una manera “femenina”. Pueden
derivar en estereotipos o discriminación si no se corresponden con las

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verdaderas capacidades o intereses de la persona.

ANDROCENTRISMO Visión del mundo y de las relaciones, centrada en el punto de vista masculino.

SEXISMO Tendencia, actitud o práctica que valora o discrimina a las personas en razón
de su sexo.

IDENTIDAD Conjunto de rasgos propios de un individuo que los caracterizan frente a los
demás. Conciencia que una persona tiene de ser ella misma y distinta a las
demás.
DE GÉNERO La identidad de género hace referencia a la forma en
que una persona se percibe a sí misma en relación con
O SEXUAL lo que la sociedad entiende por “masculinidad” y
“feminidad”.

CISGÉNERO Personas cuya identidad de


género y sexo biológico son
concordantes al
comportamiento socialmente
asignado.

TRANSGÉNERO Identifica a quienes, naciendo


con el físico y genitales de un
sexo, desde la niñez sienten
que su sexo y género es el
opuesto al que les
“corresponde”
biológicamente.

TRANSEXUALES Son las personas transgénero


que someten su cuerpo a
procedimientos hormonales y
quirúrgicos para modificarlo
y hacerlo coincidir con su
identidad de género.

GENDERQUEER Son las personas cuyo género


no está representado dentro
del binario hombre-mujer,
por lo que no se identifican
exclusivamente con una de
estas dos identidades. Pueden
identificarse con ambas o con
ninguna.

TRAVESTIS Es cualquier persona, de


cualquier sexo biológico, que
utilice la vestimenta
socialmente asignada al
género opuestos ya sea por
fetiche, diversión… No se

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identifica, por tanto, con la


identidad de género.

TRANSFORMISTAS Tampoco se identifica con la


identidad de género.
Expresión artística donde una
persona asume, para un
espectáculo, un rol o
identidad de género distinta a
la que le corresponde
socialmente.

ORIENTACIÓN Preferencia global hacia las personas de un sexo o de otro que incluye
atracción personal, vínculo afectivo y deseo sexual. Hace referencia, por
SEXUAL tanto, a la atracción emocional-sexual que siente una persona hacia otra.

HETEROSEXUALIDAD Atracción física y emocional hacia personas del


sexo o identidad de género opuesto.

HOMOSEXUALIDAD Atracción física y emocional hacia personas del


Y LESBIANISMO mismo sexo o misma identidad de género.

BISEXUALIDAD Atracción física y emocional hacia personas


cisgénero, de sexo tanto masculino como
femenino.

ASEXUALIDAD No existe atracción sexual hacia ningún tipo de


individuo. Sin embargo, sí pueden tener atracción
emocional o romántica.

PANSEXUALIDAD Atracción sexual y emocional de personas de


cualquier sexo –incluyendo personas
intersexuales- y de cualquier identidad de género
–incluyendo personas trans-

DEMISEXUALIDAD Atracción sexual únicamente hacia personas con


las que se ha forjado un vínculo emocional o
romántico.

INTERSEXUALIDAD Cualidad por la que el individuo muestra, en grados variables, caracteres


sexuales de ambos sexos.

LGBTI Es un acrónimo que se suele utilizar para incluir a las personas lesbianas,
gays, bisexuales, trans e intersexuales. A veces el orden varía y podemos
encontrarlo como LGTBI, GLBTI o en cualquiera de sus múltiples
combinaciones.

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3.- La homofobia.

Aunque el concepto de “fobia” nos pueda hacer pensar que la homofobia constituye un

rechazo psicológico o afectivo de carácter personal e irracional, nos encontramos ante un prejuicio

social construido culturalmente e interiorizado a través de la socialización: somos educados para la

rechazar la homosexualidad y a las personas que son o parecen homosexuales o bisexuales.

Por lo tanto, estamos ante una forma de pensar, sentir o comportarse que se puede

“desaprender” y de la que nos podemos desprender tanto individual como colectivamente. Es decir,

la homofobia –como el sexismo, el clasismo, el racismo o la xenofobia- puede ser erradicada de

nuestra sociedad, pero tenemos que ser conscientes de que todos hemos sido educados en el sexismo

y la homofobia y estas actitudes han de abordarse no sólo a nivel social, sino también

introspectivamente a nivel personal.

3.1.- ¿Cómo se expresa la homofobia?

La homofobia se expresa en un continuo que va desde la exclusión o el rechazo –dejar de

lado, ignorar, no dejar participar o no hablar con una persona- hasta la violencia verbal o física, con

un triste abanico de posibilidades que incluyen la burla, el insulto, la ridiculización, la maledicencia,

los motes, el robo, la intimidación, el acoso a través de internet y otras tecnologías de la información

y la comunicación, la amenaza y la agresión física o sexual.

Según Bonilla (2001) y Pichardo (2009), existen al menos cinco formas en las que se

manifiesta la homofobia:

1. Cognitiva: la homofobia puede expresarse en pensamientos y elaboraciones teóricas. Es lo

que se denomina la homofobia cognitiva e incluye pensar que la homosexualidad,

bisexualidad o transexualidad son antinaturales y creer que es un pecado u opinar que las

personas LGBTI no deben tener los mismos derechos que el resto.

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2. La homofobia afectiva se expresa a través de sentimientos de rechazo, temor o asco hacia las

personas que son o parecen LGBTI.

3. Conductual: si esta homofobia, que puede ser afectiva o cognitiva, se expresa en

comportamientos de rechazo y exclusión activos, hablamos de homofobia conductual.

4. La homofobia liberal consiste en pensar que el espacio público debe ser exclusivamente

heterosexual y que la afectividad entre personas del mismo sexo se debe mantener en el

espacio íntimo o privado, considerando estas muestras de afecto ante los demás como una

provocación o falta de respeto.

5. Finalmente, cuando el rechazo y la discriminación de las personas LGBTI forman parte de las

normas y el funcionamiento cotidiano de las instituciones –estados, políticas públicas, centros

educativos, hospitales, empresas, entre otras- nos encontramos antes una homofobia

institucional.

3.2.- La víctima.

La homofobia se dirige contra personas lesbianas, gays y bisexuales, así como contra todas

aquellas personas que, no identificándose con estos términos, sienten atracción y deseo sexual y

amoroso hacia personas de su mismo sexo.

Pero, además, se dirige contra las personas que se saltan las normas del sistema sexo/género,

es decir, contra aquellas personas que no se identifican con la identidad de género que les fue

asignada al nacer –personas trans-, y contra aquellos hombres y mujeres –heterosexuales o no- que

tienen comportamientos que no se consideran masculinos o femeninos respectivamente. En

definitiva, contra las personas que tienen una expresión de género no normativa.

Hay que tener en cuenta, como así afirma Pichardo (2009), que la homofobia constituye el

principal instrumento de control de masculinidad y que el ser “masculino” implica en muchas

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sociedades el rechazo de la homosexualidad y de las personas LGBTI. Por este motivo, los varones

suelen en general mostrar actitudes homófobas en mayor porcentaje que las mujeres.

En resumidas cuentas, la homofobia –como violencia de género- se dirige contra las personas

que ponen en cuestión el sistema de sexo/género imperante en nuestra sociedad: los hombres y

mujeres que no encajan en la heteronormatividad o que no siguen los roles de género hegemónicos.

Por todos estos motivos, podríamos decir que –en última instancia- la homofobia nos afecta a todos,

ya que limita el libre desarrollo de nuestro potencial humano y genera situaciones de violencia

negativas tanto para las víctimas, como para victimarios y para todas las personas que tienen que

convivir con estas situaciones.

3.3.- Tipos de homofobia.

Si bien el término homofobia incluye el rechazo que sufren todas las personas que son o

parecen lesbianas, gays, bisexuales, trans o que tienen una expresión de género normativa, hay que

tener en cuenta que esta no se da de forma igual contra cada uno de estos grupos. Por eso conviene

diferenciar y nombrar los diversos tipos de homofobia:

• La lesbofobia es la discriminación específica que sufren las mujeres lesbianas, que están

expuestas a mayor discriminación que el resto de mujeres por ser homosexuales y que el resto

de homosexuales por ser mujeres. Así, por ejemplo, el acoso que sufren las mujeres lesbianas

frente a los hombres gays suele ser específicamente sexual y, además, las mujeres lesbianas

se ven en riesgo de sufrir acoso sexual en mayor medida que las mujeres heterosexuales.

• La bifobia es producto de una sociedad binarista, que encasilla a las personas en dos

extremos excluyentes –heterosexual u homosexual-, por lo que es más fácil aceptar que a una

persona le gusten las personas del sexo contrario o de su propio sexo que el hecho de que le

gusten las personas de cualquier sexo. Así, las personas bisexuales sufren mayores tasas de

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desconocimiento y rechazo que las personas homosexuales y, por ejemplo, tienen más

dificultades para encontrar parejas que las personas heterosexuales o los gays y las lesbianas.

• La transfobia es la discriminación específica que sufren las personas trans ya que ponen en

cuestión el sistema sexo/género desde su raíz, puesto que desafían la identidad de género

asignada en el nacimiento. Las personas trans están expuestas a un mayor riesgo de

exclusión, rechazo y violencia que las personas lesbianas, gays y bisexuales.

• La plumofobia o intolerancia de género se da contra aquellas personas que,

independientemente de su orientación heterosexual u homosexual, expresan su género de una

forma no conforme a los roles y expectativas que corresponden a su identidad como hombres

o mujeres. Es lo que se conoce coloquialmente como “tener pluma”. De este modo, los

hombres que no son percibidos como suficientemente masculinos sufrirán el insulto

homófobo, al igual que las mujeres que no sigan los mandatos de feminidad.

• La LGBTIfobia es un concepto que utilizan algunos colectivos de personas LGBTI para

visibilizar el rechazo que sufre el conjunto del colectivo de personas lesbianas, gays,

bisexuales, transexuales o intersexuales.

4.- El acoso escolar por homofobia y transfobia.

4.1.- El acoso escolar.

El acoso escolar, también conocido por la expresión inglesa bullying, se diferencia de las

agresiones esporádicas porque implica comportamientos reiterados de intimidación y exclusión a

partir de un desequilibrio de poder en las relaciones interpersonales y por ser intencional, sin mediar

provocación constante y personalizado (De Barrio et al. 2003)

Este tipo de acoso erosiona la empatía en el grupo, lo que agrava la sensación de indefensión

en la persona acosada, que puede, incluso, llegar a modificar sus actitudes y conductas cotidianas por

miedo a que las agresiones continúen.

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Estudios recientes muestran que el acoso escolar deja aún mayores secuelas en los jóvenes

que el maltrato sufrido por adultos: se triplica la tasa de ansiedad y suben cuatro puntos porcentuales

los casos de depresión y autolesiones (Lereya et. al. 2015). En España, la incidencia de acoso escolar

es del 23%, es decir, casi uno de cuatro estudiantes lo sufre; además está presente en todos los

niveles del sistema educativo español. Si nos centramos en los adolescentes, cada vez se detecta una

mayor incidencia a través de las tecnologías de la información y la comunicación: un 14.43% ha

recibido insultos a través de internet y un 7.72%, a través del móvil (Ortega et al. 2008; Díaz-

Aguado, 2013).

4.2.- El acoso por homofobia y transfobia

Al contrario de lo que ocurre con otros tipos de acoso, las víctimas de homofobia y transfobia

sufren este rechazo en todos los momentos y espacios de sociabilidad de sus vidas cotidianas en lo

que se ha venido a denominar continuo de la homofobia: en los centros educativos, en la calle, en

los medios de comunicación, en los grupos de amigos, asociaciones deportivas, centros religiosos.

Esta circunstancia lleva, en la mayoría de los casos, a que la víctima no comparta su orientación o

identidad en casa porque quizá piensa que no contará con el apoyo de sus familias.

Cuando hay exclusión, insultos o violencia contra personas que son LGBTI o que se saltan

las normas de género, puede tener lugar el llamado contagio del estigma, que consiste en que las

personas que apoyan a las víctimas de acoso por homofobia o transfobia, van a sufrir ellas mismas

ese acoso. De este modo, tener amistad o relación con personas gays, lesbianas, bisexuales o trans se

convierte en un posible motivo más para ser víctima de acoso por homofobia o transfobia.

La presencia constante del insulto de carácter homófobo o tránsfobo hace que exista un

horizonte de injuria (Eribon, 2001) que compartirán no sólo las personas que son destinatarias de ese

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insulto, sino el conjunto del alumnado y la población, ya que se hace patente que cualquier persona

que salga de la norma de orientación sexual o de identidad de género se verá sometida a ese insulto.

Cada vez hay más docentes, no docentes, familiares y alumnado que actúan con

determinación frente a este tipo de situaciones, pero aún existe una normalización de la homofobia,

que consiste en pensar que el rechazo y el insulto homófobo y tránsfobo es algo normal, que no hace

daño a nadie o que forma parte de una tradición que no hay por qué modificar.

Sin embargo, según datos del Ministerio del Interior, la mayor parte de los delitos de odio que

tienen lugar en nuestro país se debe a la orientación sexual o identidad de género, de forma mucho

más recurrente que otras características personales como la raza o la etnicidad, la discapacidad o el

resto de motivos reflejados en las denuncias de este tipo de delitos (Ministerio del Interior, 2014,

2015) Del mismo modo, un estudio realizado a jóvenes de entre 15 y 29 años por el Instituto de la

Juventud (INJUVE, 2011) afirma que el 25% ha sido testigo de agresiones homófobas en sus centros

educativos y el 20% manifiesta un nítido rechazo a la diversidad sexual.

Para una aproximación realista a las bases que fundamentan el acoso homofóbico o

transfóbico, deberíamos considerar diversos aspectos como:

• El origen del acoso: si este procede de estereotipos sociales, de ideologías homofóbicas o

incluso de reglas internas y actitudes interiorizadas del propio centro que transmiten

estereotipos o ideologías potencial o realmente homofóbicas o transfóbica. En este sentido, es

necesario resaltar que, en ocasiones, existe una doble victimización pues las víctimas no sólo

sufren acoso o represalias (victimización primaria), sino también las consecuencias de la

mala o inadecuada atención por parte de responsables administrativos, instituciones de salud,

policía o cualquier otro agente implicado (victimización secundaria)

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• El contexto del acoso: si este se produce en el centro, en su entorno o en las redes sociales

por parte de actores vinculados a la comunidad educativa.

• La identidad de acosador: individual, grupo de pares, grupos organizados, o si el acoso se

produce por el propio centro o alguno de sus miembros. En este sentido diferenciamos entre

distintos tipos de discriminación:

o Directa: cuando una persona haya sido, sea o pueda ser tratada de modo menos

favorable que otra en situación análoga o comparable, por motivos de orientación

sexual, identidad de género o pertenencia a familia LGBTI.

o Indirecta: cuando una disposición, criterio o práctica aparentemente neutros puedan

ocasionar una desventaja particular.

o Múltiple: cuando, además de discriminación por orientación sexual, de género o

pertenencia a familia LGBTI, la víctima sufre una discriminación por otro motivo

recogido en la legislación europea, nacional o autonómica.

o Por asociación: cuando una persona es objeto de discriminación como consecuencia

de su relación con una persona, un grupo o una familia LGBTI.

4.3.- Consecuencias del acoso escolar por homofobia y transfobia.

Ser víctima de acoso escolar por homofobia y transfobia implica no sólo un importante

sufrimiento en la vida de los niños, niñas, adolescentes y jóvenes que lo padece, sino que, al referirse

a aspectos centrales de la vida de las personas, como son la identidad, la sexualidad y la afectividad,

les afecta a lo largo del desarrollo vital posterior.

Así, este tipo de acoso tiene graves consecuencias en el proceso educativo de las personas

que lo sufren, de modo que generalmente se produce una bajada del rendimiento escolar y un

aumento del absentismo, que puede llevar en último extremo al llamado fracaso escolar e, incluso, al

abandono escolar.

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A nivel personal, de bienestar psicológico y de salud mental, este acoso merma

fundamentalmente la autoestima y el desarrollo emocional, genera sufrimiento y miedo y, por

último, pone en riesgo la integridad corporal de las víctimas del mismo. Los datos disponibles a nivel

mundial muestran que el riesgo de suicidio es mucho mayor entre adolescentes y jóvenes que no son

heterosexuales o que son trans (Saewyc, 2011; Muraco y Russell, 2011) y, en España, un 43% de los

adolescentes y jóvenes lesbianas, gays o bisexuales, de entre 12 y 25 años que ha sufrido acoso

escolar por su orientación sexual, ha pensado alguna vez en suicidarse, habiéndolo intentado el 17%

(Generelo, 2012).

En este año, la UNESCO ha llevado a cabo un completo estudio del acoso escolar homofóbico en

Asia, África, Norteamérica, Latinoamérica y Caribe, Europa y Oceanía. El estudio lleva por Out in

the open (2016) y analiza cuáles están siendo las respuestas del sector educativo a la violencia

basada en la orientación sexual y la identidad de género.

4.4.- La invisibilización

La primera dificultad que encontramos al trabajar este tipo de acoso escolar es la

invisibilización. Es común invisibilizar la presencia tanto de personal (docentes, administrativos…)

como del alumnado LGBTI en los centros educativos: la mayor parte de docentes no tiene en cuenta

que en cada aula es estadísticamente muy probable que haya estudiantes no heterosexuales, trans o

que viven en familias LGBTI. Además, hay una tendencia a no identificar los casos de violencia con

un origen de homofobia o, bien porque no se perciben como situaciones de discriminación (por

ejemplo, dejar de hablar a una chica porque le gusta otra chica o no darse cuenta de que la presencia

constante de insultos como “maricón” o “bollera” constituyen en sí mismo una situación de acoso), o

bien porque no se pone de manifiesto la homofobia que origina esta situación. Es importante, pues,

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nombrar y visibilizar este tipo de situaciones, ya que no se lucha contra las injusticias que no se ven

y el silencio se convierte en el principal cómplice de la reproducción de la discriminación.

Otra dificultad consiste en pensar que determinadas creencias religiosas o políticas legitiman

este tipo de discriminación. Los derechos al libre desarrollo de la personalidad, a la educación, así

como a una vida digna y libre de violencia, constituyen derechos humanos inalienables que están por

encima de cualquier ideología o creencia. Por otro lado, las religiones y partidos políticos

mayoritarios en España declaran un rechazo claro a cualquier tipo de discriminación o acoso en los

centros educativos.

5.- Mitos y estereotipos.

El estereotipo y el prejuicio son conceptos cercanos que se pueden definir de la siguiente

manera:

• ESTEREOTIPO: viene del griego “estero” (rígido) y “tipos” (impreso), modelo recurrente y

establecido de comportamiento y discurso; opinión preestablecida, que no se desarrolla en

experiencias directas. Generalmente los estereotipos aportan información sobre los

comportamientos de un colectivo, que sustituyen a la información real y permite “ahorrar

esfuerzos”.

• PREJUICIO: del latín “prae” (antes) “iudicium” (juzgamiento), preconcepción, juicio hecho a

partir de una base preconcebida generalizada, simplificada y distorsionada, en lugar de estar

basado en una experiencia directa,

Podríamos definir el prejuicio como un miedo incontrolado hacia lo que es diferente. Un

reflejo del temor que incita a comportamientos hostiles, vejatorios, excluyentes o agresivos hacia

aquellas personas que consideramos diferentes. Los prejuicios son falsas ideas que tenemos sobre

ciertas personas, por el hecho de pertenecer a un determinado colectivo. Estas ideas no

coincidirán, generalmente, con lo que realmente es esa persona que estamos prejuzgando.

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Francisco Javier Amaya Flores
Sindicato del Profesorado Extremeño Raúl Fernández Martínez

Los insultos, las bromas, los chistes, las mofas, las exclusiones legales y en casos más

extremos las agresiones, son las diferentes formas en que suelen manifestarse esos

prejuicios. Gays y lesbianas constituyen un colectivo sobre el que se vierten gran cantidad de

prejuicios, podemos oír por ejemplo: “el gay es afeminado y promiscuo” o “las lesbianas odian a

los hombres, son raras y hurañas”.

Aprendemos los prejuicios a lo largo de nuestra vida, desde una edad muy temprana, y,

cuando nos hacemos adultos, nos parecen de lo más natural. Muchas personas están convencidas

de que las ideas que tienen de los gays y las lesbianas no son falsas, sino que se ajustan realmente

a lo que son las personas homosexuales. Así, el prejuicio nos hace tener una memoria selectiva,

de manera que la única mujer lesbiana que creemos ver es la que se ajusta a lo que yo creo que es

una mujer lesbiana: masculina, más bien gruesa, desaliñada..., pero no veré una lesbiana en una

mujer muy femenina, guapa, madre...

El prejuicio está presente en todos los ámbitos y estratos sociales: entre personas ricas o

pobres, jóvenes o adultas, de pueblo o de ciudad... Uno de los mayores prejuicios hacia la

homosexualidad es la presunción universal de la heterosexualidad, es decir, creemos, hasta que

nos demuestren lo contrario, que todo el mundo es heterosexual. Nos educamos y vivimos con

esta idea.

La mejor forma de eliminar estos estereotipos y prejuicios es el conocimiento, a través del

intercambio y el contacto directo, previniendo así la discriminación. Estos son algunos de los mitos

más comunes en torno a la diversidad sexual, que aún persisten en conversaciones cotidianas,

debates y tertulias en medios de comunicación (Generelo, 2006) Desmontar estos falsos mitos es

esencial para poder formar y educar en igualdad y desde la perspectiva de la diversidad afectivo

sexual:

1. ¿La homosexualidad y la transexualidad son una elección? Nadie elige su orientación sexual o

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identidad de género. Uno es lo que es.

2. ¿La homosexualidad y la transexualidad son enfermedades que pueden ser curables? No son

una enfermedad. Las orientaciones sexuales y las diversas identidades de género son tan

naturales como la heterosexualidad y por tanto no hay nada que sanar.

3. ¿La homosexualidad y la transexualidad sólo se dan en personas adultas? Las personas van

sabiendo y conociendo que son homosexuales o transexuales desde niños, al igual que las

heterosexuales.

4. ¿La homosexualidad o la transexualidad son producto de conflictos familiares, de ausencia de

las figuras materna o paterna, de algún abuso sexual o de un hecho traumático? Ninguno de

esos elementos determina que una persona sea homosexual o transexual. Simplemente se es lo

que la naturaleza indica.

5. ¿Sólo los gays son amanerados y las lesbianas parecen chicos? Toda persona, homosexual,

transexual o heterosexual, puede tener comportamientos considerados “más o menos masculinos

o femeninos” por la sociedad o por el contexto cultural en el que viven, independientemente de

su orientación sexual.

6. ¿La transexualidad es sinónimo del comercio sexual? Falso. Lo cierto es que algunas personas

transexuales ejercen el comercio sexual por falta de oportunidades o discriminación en el acceso

al empleo, pero no es una asociación directa.

7. ¿La homosexualidad y la transexualidad son influenciables o contagiosas? Ninguna

orientación sexual o identidad de género se contagia, ni tampoco se influencia.

8. ¿Homosexuales y transexuales están incapacitados para ejercer ciertos oficios y profesiones?

Toda persona puede desempeñar cualquier oficio o profesión. Heterosexuales, homosexuales o

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transexuales tienen las mismas capacidades que el resto de las personas.

9. ¿Homosexuales y transexuales son más propensos a cometer delitos, en especial de tipo

sexual? Los delitos no tienen ninguna relación con la orientación sexual o la identidad de género.

Otros factores llevan a las personas a delinquir, al igual como ocurre con los heterosexuales.

10. ¿La homosexualidad y la transexualidad son un pecado? El pecado es un concepto religioso

que suele basarse en la Biblia, texto que no concluye nada al respecto. Las crónicas que cuentan

la vida de Jesús, principal referente de los cristianos, no señalan que en ningún momento se

refiriese a la homosexualidad ni a la transexualidad.

11. ¿Los intentos por cambiar la homosexualidad o la transexualidad de niños o niñas no

provocan trastornos? Los intentos por modificar la naturaleza sexual o de género de cualquier

persona pueden afectar su vida, con el peligro de llegar al suicidio.

12. ¿Los gays quieren ser o parecer mujeres y las lesbianas, hombres? Los gays son hombres y

las lesbianas mujeres y se sienten bien con su sexo. No desean pertenecer al sexo opuesto.

13. ¿A los gays les gustan todos los hombres y a las lesbianas todas las mujeres? El deseo hacia

otras personas en homosexuales es igual que en heterosexuales. A nadie le gusta todo el mundo.

14. ¿Homosexuales y transexuales suelen acosar a las personas que les gustan? El acoso puede

provenir de cualquier persona y no tiene relación alguna con la orientación sexual o la identidad

de género.

15. ¿El Sida afecta sólo a homosexuales o transexuales? El Sida puede afectar a cualquier

persona. No hay grupos de riesgo. Sólo conductas de riesgo, como es el no usar correctamente el

preservativo en cualquier relación sexual.

16. ¿Homosexuales y transexuales son más eróticos, sexualizados y promiscuos que el resto de

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las personas? Cualquier persona, independiente de su orientación sexual o identidad género,

puede presentar conductas más eróticas, sexualizadas o promiscuas que otras.

17. ¿La homosexualidad es distinguible en las personas? La homosexualidad y la

heterosexualidad no son distinguibles, no existen rasgos ni elementos que identifiquen a las

personas homosexuales o heterosexuales.

18. ¿Si una persona tiene relaciones sexuales con alguien de su mismo género tiene más

posibilidades de convertirse en gay o lesbiana? Las conductas sexuales no son lo mismo que las

orientaciones sexuales; personas de orientación homosexual pueden mantener relaciones sexuales

con personas del sexo opuesto y personas heterosexuales pueden mantener relaciones sexuales

con personas del mismo sexo, sin que ello pueda determinar su orientación.

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