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RESUMEN.

Podemos decir que la vida de nuestra protagonista Ana no ha sido fácil. La muerte de sus padres
cuando era pequeña, dejándola huérfana de padre y madre a los cuatro años, no le |deja otra opción
que vivir con sus dos estrictas y desagradables tías maternas, que día a día le hacen notar el poco
afecto que aparentemente sienten por ella. Al quedar huérfana a tan corta edad, no tenía memoria
de sus padres y cada vez que preguntaba por ellos, no obtenía respuesta. El único recuerdo que
conservaba, era una foto en que aparecía de niña sobre un triciclo, y una mujer con un sombrero
que le ocultaba parte del rostro.

La única información que había logrado obtener, era que habían muerto en un accidente y como
consecuencia de eso, ahora tenía una vida triste y gris al lado de dos tías mal humoradas en una
casa vieja y oscura, situación y escenario que con el tiempo volvieron su existencia monótona y con
una rutina que consistía en ir de su casa al colegio y viceversa.

Un día cualquiera aparece su padre reclamando la tuición de Ana, algo que impactó a la muchacha
ya que siempre le dijeron que estaba muerto y ahora aparecía este hombre desconocido que se la
quiere llevar. Si bien las tías nunca demostraron mucho afecto por ella, una de ellas tías le estrega
a escondidas una pequeña bolsita, que le solicita abrir más tarde, presente que a la vez hizo de
regalo de despedida y de cumpleaños, ya que al día siguiente Ana cumplía los 13 años.

La niña se ve en la obligación de irse a vivir con su padre, luego compartiendo a diario con él, la niña
se da cuenta tristemente del tipo de hombre que es y que solo está interesado en el dinero que
recibirá por cuidarla. La lleva a vivir a una pensión de aspecto penoso, lugar que desagrada a la
muchacha. A escondidas de su padre revisa el regalo que le dio su tía, encontrando en su interior
un misal que entre sus hojas contenía billetes, muchos billetes doblados y en la parte de atrás una
postal que años atrás había enviado su madre con la imagen de un faro pegada y doblada en cuatro,
donde aparecía escrito “La Quebrada”. Ana piensa que, si sus tías mintieron respecto de la muerte
de su padre, tal vez su madre puede estar viva, con esta idea en su cabeza y sin dudarlo un segundo,
huye del lado de su padre y decide salir en busca de su mamá.

Tomada la determinación de escapar, Ana aprovecha que su padre ha ido al bar para huir de la
pensión donde vivían. En ese momento encuentra la tarjeta de Lola, una taxista a la que había
conocido en el traslado desde la casa de sus tías, con ella emprende el viaje hacia el lugar que
indicaba la postal. Si bien al principio Lola se mostró poco interesada en los asuntos de Ana, a
medida que transcurre el viaje va empatizando con ella, le ofrece su ayuda y se convierte
rápidamente en la única persona en la que puede confiar.

El viaje no fue del todo tranquilo entre huir del padre de Ana que les pisaba los talones y el pinchazo
del neumático del auto de Lola, parecía que no lograrían conseguir llegar adonde supuestamente se
encontraba la madre de la niña. Pero no todo fue malo, mientras estuvieron detenidas por el arreglo
del vehículo, Lola tomó contacto con las monjas del convento, antiguo orfanato de niñas en el cual
creció, quienes las acogieron y ayudaron. El estar ahí le trajo recuerdos felices y otros no muy
agradables a la joven. Al comprender aspectos de la infancia de Lola, Ana pudo entender muchas
cosas de su personalidad.

Nuevamente camino a “La Quebrada”, llegando se instalaron en la hostería La Gaviota donde


consultaron por alguien que pudiera entregar información sobre Soledad, la madre de Ana. El dueño
de la hostería era nuevo en el lugar y no les pudo ayudar, pero les mencionó que el encargado del
faro llevaba más tiempo y él podría ayudarlas.

Oleg el viejo encargado del faro vivía aparentemente solo, quien las atendió con amabilidad.
Consultado si conocía a Soledad, reconoció que la imagen le era familiar, que la había visto trabajar
en la ballenera. Mientras permanecían en el faro se percataron que el farero no estaba solo, les
contó que vivía con su hermana Mila quien a causa de un accidente había quedado traumatizada,
con episodios violentos en ocasiones. Comentó que al igual que la madre de Ana, ella también
trabajo en la ballenera y recordó que alguna vez su hermana la llevó al faro. Ana al escuchar esto
quiso hablar con Mila, pero su hermano no se lo permitió ya que no quería que la molestara.
Igualmente la niña se acercó a la mujer para averiguar más sobre su madre, inicialmente entre
momentos de lucidez ella reconoció que fue amiga de Soledad, pero posteriormente se alteró y Oleg
al ver el estado de su hermana, les pidió que se fueran. Antes de irse Mila, en un momento de
claridad, le entrega a Ana un papel donde decía La Cigarra. La muchacha conservó el papel, pero
sin darle mucha importancia.

Sabiendo que Soledad trabajó en la ballenera, Ana quiso conocer el lugar, un lugar donde había
estado su madre. Mientras lo recorrían encontró un viejo y arrugado mapa que indicaba los pueblos
de la zona, fijando su mirada en un nombre en particular, “La Cigarra”.

Abandonan con rapidez la hostería luego de escuchar en la radio que eran buscadas, el dueño
sospechando algo trata de no dejarlas ir y les insiste en tomarles una fotografía para el recuerdo. Ya
encaminadas en busca del pueblo, y como ha sido todo el viaje, esta parte tampoco fue menos
accidentada. Luego de viajar en tren, debieron bajar antes por miedo a ser descubiertas por la policía.
La foto de ambas estaba en los diarios, optaron por cambiar su apariencia para no ser reconocidas
fácilmente. Decidieron continuar el viaje al pueblo de La Cigarra a pie, la caminata y el cansancio
terminaron por enfermar a Lola, quien le pidió a Ana que fuera al pueblo a comprar una medicina
mientras ella esperaba refugiada en una gruta.

Cuando llegó al pueblo de La Cigarra no encontró una farmacia para comprar el remedio de Lola, en
su búsqueda entró a un lugar llamado Casita del vergel donde encontró a una ancianita que le
preparó una medicina para su amiga. La anciana se percató que Ana no había llegado al pueblo solo
a buscar eso, la invitó a venir al pueblo el domingo a la primera luna de primavera.

Ana se apresuró a llevar la medicina a Lola, pero para ir más rápido “tomó prestado” un taxi que
encontró en el pueblo y, recordando cuando el jardinero de sus tías le permitía entrar y sacar su
camioneta, tomo valor y comenzó a manejar el vehículo, primero con un poco de temor, luego ya
con mayor seguridad. Al llegar donde Lola la encontró peor de como la había dejado, le parecía que
incluso podía estar muerta, pero sólo estaba débil. Al cabo de tres días se encontraba recuperada y
emprendieron juntas la vuelta al pueblo. Se fueron en el mismo taxi que llegó Ana, para dejarlo en el
mismo lugar de donde lo había. Lola estaba reacia a creer que ella lo haya manejado.

Llegando al pueblo buscaron un lugar para comer, Lola que siempre fue escrupulosa en lo referente
a los alimentos, comió sin reparar en esos detalles. Llegada la noche buscaron a la anciana que
había conocido Ana, la hallaron en un lugar llamado Valle Dormido, era un cementerio. Se
encontraba frente a la tumba de una mujer joven, lo supo por su retrato, frente a ella la anciana
encendió una vela, Ana sintió que los recuerdos volvían a ella, su niñez, el tiempo con su madre, la
violencia de su padre, el día que fue a vivir con sus tías y la promesa de volver por ella. Era la tumba
de su madre.

La vuelta del viaje fue más silencioso, la muchacha que inició el viaje no era la misma de ahora, no
sólo había sido un desplazamiento terrestre por diferentes lugares, también un traslado desde la
infancia hacia la madurez. Al buscar a su madre se encontró a sí misma, a su historia, ya no era una
niña sin recuerdos.

Decidieron que su padre no estaba en condiciones de hacerse cargo de ella. Debía volver con sus
tías, a la gris rutina. Lola quien ha creado un lazo muy profundo con la niña, es quien la lleva a su
destino, pero no es el que cree Ana, para su sorpresa no vivirá con sus tías, sus días no serán más
opacos, ahora serán luminosos de un amarillo brillante como la casa de Lola, la que será su hogar.

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