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Querido estudiante del Taller de Practica I año 2018:

Te escribo esta carta porque en este


momento me encuentro cursando la materia y me gustaría contarte un poco sobre la misma.
Cuando comenzamos a cursarla estuvimos hablando sobre nuestros recuerdos y experiencias
con profesores y maestros que nos marcaron durante nuestro camino educativo y las
cualidades o defectos que creíamos que ellos tenían.

Esto nos llevó a pensar en las características que debían poseer aquellas personas interesadas
en educar y a Paulo Freire y sus “cartas a quien pretende educar”. En dichas cartas, el autor
pretende que tomemos el acto educativo como un acto político: “cambiar el mundo que nos
rodea”. Para esto, la persona que se embarque en el viaje de educar, debe poseer ciertas
cualidades, que si bien se van generando con la práctica, son indispensables para la educación
progresista.

Dichas cualidades son:

*Humildad: “Nadie lo sabe todo, nadie lo ignora todo”. La humildad


nos ayuda a escuchar a quien nos busca sin importar su nivel intelectual. A no dejarnos
encerrar jamás en el circuito de “mi verdad”.

*Sentido común: Nos advierte que con ciertas actitudes estamos cerca
de superar el límite a partir del cual nos perdemos.

*Amorosidad: no solo por los alumnos sino para el propio proceso de


enseñar. Un amor armado. Un amor luchador de quien se afirma en el derecho o en el deber
de tener el derecho de luchar, de denunciar, de anunciar.

*Valentía: como superación de los miedos. Sentir miedo es una


manifestación de que estamos vivos. No tenemos que esconder nuestros temores pero no
podemos permitir que nos paralicen. La valentía nace a partir de que gobernamos y educamos
nuestros miedos.

*Tolerancia: es la virtud que nos enseña a convivir con lo que es


diferente. A aprender con lo diferente. Si vivimos la tolerancia debemos vivirla como algo que
asumimos. Como algo que nos hace coherentes como seres históricos, inconclusos, que
estamos siendo y con nuestra opinión politco-democrática. Si la vivimos como una forma
cortés y delicada de aceptar o tolerar la presencia de algo que nos repugna, eso no es
tolerancia. Es hipocresía. Y la hipocresía es un defecto. Un desvalor. La tolerancia requiere
respeto, disciplina y ética.

*Decisión: Toda opción que sigue a decisión exige una evaluación en el


acto de comparar para optar por uno de los posibles polos. Decisión es ruptura no siempre
fácil de ser vivida. Pero no es posible existir sin romper, por más difícil que nos resulte romper.
Si un educador es indeciso, los educandos lo interpretaran como debilidad moral o como
incompetencia profesional.

*Seguridad: la indecisión delata falta de seguridad. Y la seguridad


requiere competencia científica, claridad política e integridad ética. No puedo estar seguro de
lo que hago si no sé cómo fundamentar científicamente mi acción, o si no tengo por lo menos
algunas ideas de lo que hago, por qué lo hago y para qué lo hago. Si sé poco o nada sobre en
favor de qué, o de quién, en contra de qué o de quién hago lo que estoy haciendo o haré. Si
esto no me conmueve para nada, si lo que hago hiere la dignidad de las personas con las que

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trabajo, si las expongo a situaciones bochornosas que puedo y debo evitar, mi insensibilidad
ética, mi cinismo me contraindican para encarar la tarea del educador.

*Tensión entre la paciencia y la impaciencia: Ni la paciencia por si sola


ni la impaciencia solitaria. La paciencia desacompañada puede conducir a la inmovilidad, a la
inacción. La impaciencia por sí sola, por otro lado, puede llevar a la maestra a un activismo
ciego, a la práctica en que no se respetan las relaciones necesarias entre la táctica y la
estrategia.

La parsimonia verbal está implicada en el acto de asumir la tensión entre la paciencia y la


impaciencia. Quien vive la impaciente paciencia difícilmente pierde, salvo casos excepcionales,
el control de lo que habla. Raramente extrapola los límites del discurso ponderado pero
enérgico.

*Alegría de vivir: Dándome por completo a la vida y no a la muerte es


como me entrego a la alegría de vivir y es mi entrega a la alegría de vivir, sin esconder la
existencia de razones para la tristeza en esta vida, lo que me prepara para estimular y luchar
por la alegría en la escuela.

Es viviendo la humildad, la amorosidad, la valentía, la tolerancia, la competencia, la capacidad


de decidir, la seguridad, la ética, la justicia, la tensión entre la paciencia y la impaciencia, la
parsimonia verbal, como contribuyo a crear la escuela alegre, a forjar la escuela feliz.

Una vez que vimos cuales son las características que debe tener un maestro seguimos
trabajando con “Los diez mandamientos del aprendizaje” de Juan Ignacio Pozo y los
relacionamos con mitos y errores sobre la profesión docente que aparecen en el texto de
Miguel Ángel Santos Guerra “Enseñar o el oficio de aprender”

En cuanto a “Los diez mandamientos del aprendizaje”, son principios fundamentales que
pueden guiar a los maestros para ayudar a sus a aprendices a aprender.

El primero y segundo están relacionados. Se refieren a que se debe partir de los intereses,
motivos y conocimientos previos de los aprendices con la intención de cambiarlos. La
motivación y el interés no se deben presuponer al aprendiz. El maestro debe adecuar los
contenidos a los conocimientos y capacidades previas de los aprendices, pero también
proporcionarles información precisa y útil de los errores que cometen en su aprendizaje,
haciéndolos sentir eficaces y competentes. También debe activar de manera deliberada los
conocimientos previos de los aprendices haciendo que reflexionen, discutan sobre ellos y los
incorporen y relacionen con los conocimientos nuevos.

El tercer mandamiento habla sobre la cantidad de información nueva que se les debe
presentar a los educandos en un tiempo determinado. La misma no debe exceder los recursos
cognitivos disponibles en el aprendiz. Para tal caso se debe mantener la atención y al interés
de los aprendices.

El cuarto mandamiento dice que debemos analizar y seleccionar la información que sea
necesaria para el futuro y lograr que los aprendices condensen y automaticen dichos
conocimientos básicos con el fin de aumentar los recursos cognitivos disponibles.

El quinto mandamiento hace referencia a que debemos diversificar las tareas y escenarios de
aprendizaje para un mismo contenido con el fin de que el mismo sea adquirido a través de
diferentes vías y de esta manera facilitamos que lo puedan relacionar con otros aprendizajes.

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En este sentido se relaciona con el sexto mandamiento que dice que dichas tareas y escenarios
deben ser elegidos y diseñados guiándonos y basándonos en las experiencias previas, en el
entorno que los rodea y pensando en las situaciones futuras en las que los aprendices
deberán recuperar esos conocimientos.

El séptimo y octavo mandamiento también se relacionan con los anteriores debido a que
exigen que debemos organizar y conectar lo más posible unos aprendizajes con otros
promoviendo la reflexión y toma de conciencia de los mismos por parte del aprendiz, ya que la
comprensión en particular y el aprendizaje constructivo en general dependen del grado en que
el aprendiz sea capaz de relacionar unos conocimientos con otros.

El noveno y décimo mandamiento se relacionan entre ellos. Ambos hacen hincapié en


desarrollar el razonamiento crítico del educando a través del planteamiento de tareas que les
exijan enfrentarse a problemas cada vez más abiertos y que también los instruya en la
planificación y organización de su propio proceso de aprendizaje de manera que pasen a ser
entrenadores de sí mismos, puedan adoptar decisiones, fijarse metas, y de esta forma asumir
el control del mismo.

Estos diez mandamientos se encierran (condensan) en dos:

1- Reflexionaras sobre las dificultades a que se enfrentan tus aprendices y buscaras


modos de ayudarlos a superarlas.
2- Transferirás progresivamente a los aprendices el control de su aprendizaje sabiendo
que la meta última de todo maestro es volverse innecesario.

De texto de Miguel Ángel Santos Guerra resaltamos la importancia de que los educadores se
forman como se forma cualquier otra profesión. Los docentes necesitan una formación
autentica, tanto teórica como práctica. No basta con solo tener la buena voluntad de enseñar.
Es necesario conocer y dominar la disciplina que se pretende enseñar y además saber
enseñarla y saber despertar el interés por aprenderla.

No debemos creer que porque enseñamos algo el educando lo aprende. Hay muchos factores
que influyen para que se dé el proceso de “enseñanza-aprendizaje”. Si los nuevos saberes no
se relacionan con los viejos saberes, si no existe el mínimo interés de aprender, si se practica la
enseñanza con un idioma diferente al que practica el aprendiz, entre otras cosas, no se
produce un aprendizaje significativo y relevante.

El proceso “enseñanza-aprendizaje” es muy complejo. No sólo enseña el educador ni sólo


aprende el educando sino que se da un “feed back” constante entre ellos y además se puede
aprender de compañeros, de la vida, de la realidad y de las observaciones directas que se
realicen sobre ella.

No solo se enseña y aprende los contenidos curriculares, también se enseña y aprende


actitudes, destrezas, valores y un sinfín de enseñanzas, muchas de las cuales no están
explicitas y se las aprende de forma subrepticia, constante y omnímoda.

Y por último, no tenemos una forma segura de comprobar que se ha llevado a cabo o no, ni de
saber por qué no se ha producido dicho proceso, debido a su complejidad y todos los factores
que intervienen en el mismo.

Finalmente en este recorrido bibliográfico, habiendo ya visto las cualidades que deben cultivar
las personas que decidan dedicarse a enseñar, y visto también lo complicado del proceso
“enseñanza-aprendizaje” y los mandamientos que debemos tener en cuenta para poder

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enriquecer dicho proceso, terminamos analizando los tres tipos de enfoques de la enseñanza
postulados por Gary Fenstermacher y Jonas Soltis.

De acuerdo a este texto existen tres tipos de enfoques desde donde podemos desarrollar el
proceso “enseñanza-aprendizaje”. Fenstermacher insiste en que los enfoques no son un estilo
fijo o inmutable, y que todos los docentes pueden presentar rasgos de uno o de otro en
algunas etapas de sus vidas pero que no pueden combinarse y ser uno solo.

El Primer enfoque es el del Ejecutivo.

Cómo es el docente ejecutivo


Se trata de un profesor que se postula a sí mismo como un experto, aquel que tiene el
conocimiento y el deber de conducir el proceso del aprendizaje. Suelen ser profesores que
hablan mucho más tiempo del que lo hacen sus estudiantes, que apuntan a “dar la clase” y que
los alumnos escuchen. Esto no quiere decir que sean antipáticos ni mucho menos que no estén
abiertos a preguntas y sugerencias de sus estudiantes, pero sí que, en general, la última
palabra la tendrán ellos.

Cómo son las clases del enfoque ejecutivo


Parte fundamental de la actividad docente para los profesores que adoptan un enfoque
ejecutivo es la planificación rigurosa de sus clases. Puedes reconocer a un docente con este
enfoque cuando llega al aula con presentaciones detalladas que parece dar prácticamente de
memoria. Además, organizan muy bien el tema destinado a cada unidad y no les agrada
pasarse o demorarse.

Son clases por lo general centradas en el profesor. Les gusta ocupar un lugar privilegiado en el
aula y que haya un clima de respeto y silencio. Las clases suelen adoptar la modalidad teórica,
reservando el trabajo de los estudiantes para sus momentos fuera del aula.

Qué se espera de los estudiantes


Un docente ejecutivo aprecia ante todo el tiempo y el esfuerzo que el estudiante destina a su
materia. Los contenidos a los que apuntan son datos, ideas, hechos y competencias concretas.
El propósito de este tipo de docentes radica en que los estudiantes adquieran el conocimiento
específico. Sus exámenes son por lo general estructurados, amplios y detallados. La prolijidad
cuenta, pues habla bien de la capacidad de organización del estudiante.

El segundo enfoque es el del terapeuta:

Cómo es el enfoque terapeuta


El profesor que se asume a sí mismo en un enfoque terapeuta (aunque no necesariamente lo
llame así) es ante todo un acompañante de sus alumnos. Se postula a sí mismo como una
persona moral y honesta. Es el típico docente al que sus estudiantes pueden acudir
para hacerle consultas, tanto sobre la materia que dicta como también sobre inquietudes más
profundas e incluso problemas personales. Un docente terapeuta muchas veces acepta
gustoso ser consejero estudiantil o tutor, ya que disfruta acompañando a los estudiantes a lo
largo de su proceso de aprendizaje.

Cómo son sus clases


Son clases más relajadas que las de otros enfoques. El docente terapeuta no se impone
necesariamente una planificación, sino que se dedica a guiar y asistir a los estudiantes en el
proceso de aprendizaje que realiza cada uno. Se trata de clases mucho más personalizadas,
normalmente centradas más en los alumnos que en el profesor, donde éste se mueve por

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entre los grupos y los va dejando trabajar con libertad, cada uno de acuerdo a sus inquietudes
y necesidades

Qué se espera de los estudiantes


El propósito de este docente es capacitar a sus estudiantes como seres humanos auténticos,
más allá de que adquieran un conocimiento enciclopédico lo que más les interesa es el proceso
de aprendizaje en sí. El estudiante debe elegir, elaborar y evaluarse a sí mismo, por lo que no
sirve de nada estudiar de memoria o copiarse, pues se evidenciará que falló el proceso.
Los contenidos suelen irse adecuando a los estudiantes, por lo que si cursas con uno de estos
docentes, cabe esperar que tus intereses y los de tus compañeros hagan eco en lo que se vea
en clase.

Por último se presenta el enfoque liberador:

Cómo es el docente liberador


Aquel docente que adopta el enfoque del liberador es el profesor que se postula a sí mismo
como un modelo de acción en relación con la disciplina que enseña. Por ejemplo, un docente
de alguna materia de arqueología que proponga a sus estudiantes un trabajo de campo real, y
que en lugar de darles textos y textos sobre metodología y técnicas vaya dejando que ellos
mismos trabajen en la excavación, acompañándolos en sus dudas y avanzando con ellos a
medida que se produce el conocimiento. Fenstermacher llama “liberador” a este tercer
enfoque debido a que el propósito principal del docente es liberar la mente del estudiante.

Cómo son las clases con un enfoque liberador


Las clases de estos docentes, como se vio en el ejemplo anterior, se centran en la práctica que
acompaña al conocimiento que se pretende transmitir. Este docente tiende a focalizarse en los
procedimientos propios de la disciplina que enseña. Los contenidos que se intentan transmitir
en sus clases están ligados a los saberes esenciales, las estructuras lógicas y los métodos de
investigación de cada disciplina.

Qué se espera de los estudiantes


Lo que este docente pretende es darle al estudiante una cantidad de herramientas, liberando
su mente y logrando que aprenda lo que el trabajo implica. Se persigue que adquiera tanto la
manera (general y especial) como el contenido. Similar a lo que ocurre con los docentes de
enfoque terapeuta, aquí no sirve estudiar de memoria ni copiarse.

Es probable que estos profesores evalúen el trabajo a lo largo de todo un período, tomando el
aprendizaje como un proceso y no como un hecho puntual. En los objetivos explicitados en los
programas de profesores con enfoque liberador suele mencionarse algo similar a que el
estudiante adquiera las herramientas como para continuar con el aprendizaje de la disciplina
por sus propios métodos.

Por supuesto, no todas las materias y todas las disciplinas son factibles de enseñarse con
cualquier enfoque. Un docente tiene que poder responder a sus estudiantes con datos
concretos, y no siempre el conocimiento se adquiere por medio de la práctica. Pero el enfoque
liberador resulta acertado en la universidad, que se dedica a producir conocimiento y no
simplemente a reproducirlo.

Querido estudiante… espero que este recorrido bibliográfico del taller te haya sido útil.

Saludos cordiales: una estudiante de taller de practica 1.

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INSTITUTO SUPERIOR DE PROFESORADO N° 10 “MATEO BOOZ”

PROFESORADO DE EDUCACION SECUNDARIA EN BIOLOGIA

TALLER DE PRACTICA I

EXAMEN PARCIAL DE MODALIDAD DOMICILIARIA E INDIVIDUAL

FECHA: MARTES 5 DE SEPTIEMBRE DE 2017

FECHA DE ENTREGA: MARTES 12 DE SEPTIEMBRE DE 2017

PROFESORES: LIONEL RAMOS – RAMIRO PEREZ

ALUMNO: MARIA CELESTE WAGNEST

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Bibliografía:

*Freire, Paulo. “Cartas a quien pretende enseñar”. Cuarta carta: “De las cualidades
indispensables para el mejor desempeño de los maestros y maestras profesitas”. Año 2002.
Siglo XXI Editores.

*Pozo, Juan Ignacio. “Los diez mandamientos del aprendizaje”. Ministerio de Educación de la
Nación. Segundo Seminario Nacional de Fortalecimiento Profesional de Capacitadores. Área de
Ciencias Naturales. Año 2000. Retomado de: Pozo, Juan Ignacio. “Aprendices y Maestros”. Año
1998. Alianza Editorial.

*Santos Guerra, Miguel Ángel. “enseñar o el oficio de aprender”. Año 2011. 7° Congreso
Internacional de Educación. Santillana.

*Fentesmacher, Gary; Soltis, Jonas. “Enfoques de la Enseñanza”. Año 1998. Amorrortu


Editores.

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