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GRUPO: HC51
Reporte de exposición: la
formación de las ciudades y la
burguesía de Henry Pirenne
Las grandes aglomeraciones tienen que cumplir con dos características; el comercio
y la industria, una reciprocidad entre importación y exportación, el primero que
resuelva el aprovisionamiento y el segundo que compensa al primero con los objetos
de cambio. Dicha regla observada en los grandes asentamientos urbanos de las
civilizaciones antiguas, tampoco escapará en las ciudades durante la Edad Media.
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La ciudad de Flandes es uno de los ejemplos más claros del fomento que se dio en
la industria como consecuencia del incremento tanto comercial como poblacional.
Las telas producidas serán de las más apreciadas en la sociedad europea, porque la
tejeduría, que es una de las principales industrias del medievo, se va perfeccionando
en las ciudades con técnicas de elaboración más especializadas, suplantando
rápidamente a la pequeña industria rural que la había tenido en sus manos. Los
campesinos se convierten también en mano de obra barata y en consumidores de
los productos que la ciudad producía. Y conservando el monopolio de la industria en
las ciudades y no en el campo, nace una diferenciada división, el campo se dedica
exclusivamente a la agricultura y las ciudades al comercio y la industria.
Mientras la burguesía iba ganando terreno en las ciudades, la nobleza iba perdiendo
fuerza. Por ejemplo, un nuevo burgo que en su inicio carecía de murallas para
defenderse, cuando crecía en demasía, estas se construían a su alrededor. Los
caballeros que tenían como función defender la primitiva fortaleza perdían su razón
de ser, retirándose los nobles al campo, les era más beneficioso cobrar las rentas de
la fructifica actividad comercial. La iglesia por su parte se beneficiaba sobremanera
al incrementar los habitantes en las ciudades, se fundaban nuevas parroquias que
aumentaban la riqueza del clero con el cobro de la aplicación de los sacramentos.
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Bibliografía consultada.
Pirenne, Henry, las ciudades de la Edad Media, 2ª edición, trad. Francisco Calvo,
Madrid, Alianza, 1975. P. 87-109.