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¿cómo funciono
el capitalismo?
el intercambio
desigual
1■ ’ey del valor
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editores
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Traducción de
VICTOR TESTA
¿Cómo funciona
el capitalismo?
a m b io desigual y la ley del valor

por
S a m ir A m in

Con una colaboración d t:


Jag d ish C. Saigal

) * a
siglo
ventjuno
editores
MÉXICO
ESPAÑA
argentina
COLOMBIA
>*a
siglo veintiuno editores, sa
CHUTO D t l A G U A 749. M f X I C O 70. O F.

siglo veintiuno de españa editores, sa


C PtAZA 5 M A W N O 33 E S P A Ñ A

siglo veintiuno argentina editores, sa


siglo veintiuno de Colombia, ltda
AV lo 17-73 PWtMé* P IS O B O G O T A 0 .1 C O i O M t I A

primera edición en español, 1975


sexta edición en español, 1984
© siglo xxi editores, s.a. de c.v.
ISBN 968-23-0647-7
en coedición con
siglo xxi de españa editores, s.a.

primera edición en francés, 1973


© éditions anthropos
título original: l'échange inégal et la loi de la valeu r

derechos reservados conforme a la ley


impreso y hecho en méxico/printed and made in m®*
INDICE

EL INTERCAMBIO DESIGUAL Y LA LEY DEL


VALOR, por Samir Amin

L El debate sobre el intercambio desigual, 12;


II. El aporte de Emmanuel: la preeminencia de
los valores mundiales, 17; III. El salario no es
una “variable independiente” : primera crítica a
Emmanuel y Braun, 25; IV. La caracterización
teórica del valor de la fuerza de trabajo en el
modo de producción capitalista, 30; V. La dia­
léctica de las fuerzas objetivas y las fuerzas sub­
jetivas en la determinación del salario en el mo­
do de producción capitalista, 42; VL La carac­
terización de la remuneración del trabajo en el
sistema mundial: el intercambio desigual, 47;
VIL Del intercambio desigual al desarrollo desi­
gual, 59; VIIL Una cuestión anexa: la cuestión
de la “ transformación” , 69; IX. La cuestión de
la tendencia descendente de la tasa de ganancia,
72; X. La periodización de la historia del siste­
ma capitalista, 77; Conclusión, 87

Anexo

APENDICE

REFLEXIONES SOBRE LA TEORIA DEL


“ INTERCAMBIO DESIGUAL”, por Jagdish C.
Saigal

1. Introducción, 113; IL El intercambio desi-


gual, 118; III. Las variaciones de la productivi­
dad y los niveles de salarios en las economías
del centro, y sus efectos sobre los niveles de
salarios en las economías dependientes, 133;
IV. Implicaciones políticas, 137;

Anexo
Samir A m in
El intercambio desigual

y la ley del valo r


El estudio que sigue debe, según nuestra opinión, po­
ner término a un importante debate de los últimos
años: el debate concerniente al “intercambio desi­
gual” y la “ teoría del comercio internacional” . Que
esta discusión, como tantas otras, de apariencia pura­
mente “ económica” pueda hoy —en 1973— quedar
cerrada por la superación de la “ ciencia económica” y
el restablecimiento del materialismo histórico, es decir
un verdadero retom o a Marx, no es un azar o el fruto
del esfuerzo intelectual de unos y otros; es el eco de la
Revolución cultural, su aporte universal.
Dos puntos esenciales, destacados desde el comien­
zo, constituyen las razones por las cuales considera­
mos esta discusión cerrada:

1. El descubrimiento de la preeminencia de los valores


internacionales constituye el aporte incuestionable de
Emmanuel. Nuestro mundo no está constituido por
sistem as nacionales yuxtapuestos que mantendrían
entre sí relaciones “ exteriores” aunque sean im portan­
tes, como lo ha sido hasta una época quizá no muy
lejana. Constituye una unidad, un todo: el sistema
capitalista mundial. Los hechos cotidianos “ económi­
cos” , “ políticos” y “ culturales” se lo demuestran al
observador más sordo y ciego; pero no basta hacer
esta afirmación, es necesario extraer de ella, con deci­
sión, las consecuencias prácticas. Porque un todo es
siempre más rico que la suma de sus partes. Em­
manuel, progresiva y quizás equivocadamente - a u n ­
que no en la búsqueda de respuestas a las cuestiones
reales— ha extraído estas conclusiones: el sistema es
10 ¿COMO FUNCIONA EL CAPITALISMO?

definido abstractamente por la gran movilidad de las


mercancías y del capital y la inmovilidad relativa del
trabajo. Eso significa que las mercancías no son origi­
nalmente mercancías nacionales y luego -excepcional
o marginalmente— internacionales, sino por el contra­
rio que las mercancías son ante todo mundiales.
¿Qué quiere decir esto? Que en todos lados en el
sistema, el trabajo social se cristaliza en las mercan­
cías que tienen este carácter mundial. Por lo cual
resulta que la hora de trabajo simple en el Congo y
en Alemania genera el mismo valor, como es el caso
de una fábrica de Detroit o el de una peluquería de
Nueva York, porque el trabajo del productor congolés
y el del alemán producen mercancías mundiales desti­
nadas al mismo mercado capitalista mundial.
Nosotros llamamos la atención del lector sobre la
sección 2 donde se desarrolla este argumento esencial.

2. La venta, directa o indirecta de la fuerza de tra­


bajo abierta, como lo es la empresa capitalista, o es­
condida por la mediación de un modo de producción
no capitalista, como lo es a menudo en la periferia
del sistema, constituye el problema esencial. No se
comprenderá nada de nuestro mundo en su unidad
real profunda si no se sabe cómo opera esta venta
que da un carácter universal a la alienación mercantil
capitalista.
Analizar correctamente esta venta, sus efectos y
sus formas, implica superar dos series de dificultades.
El primer peligro es sustituir por una causalidad lineal
mecanicista a la dialéctica de las relaciones fuerzas
objetivas/fuerzas subjetivas. La dialéctica en cuestión
implica en efecto, situarse en el plano del materialis­
mo histórico, no en el de la “ teoría económica” que
apela a la causalidad lineal. El uso de ciertos méto­
dos, especialmente el llamado de los “ modelos” , acen­
túa ese peligro porque esos métodos son por sí mis­
m os herramientas mecanicistas. Llamamos pues la
INTERCAMBIO DESIGUAL Y LEY DEL VALOR 11

atención del lector sobre las secciones 4 y 5, así


como sobre el anexo en donde hemos intentado res­
tablecer la naturaleza de esta dialéctica y los peligros
de la yuxtaposición de puntos de vista unilaterales.
El segundo peligro es analizar la dialéctica fuerzas
objetivas/fuerzas subjetivas en términos abstractos,
generales, es decir fuera del contexto concreto de las
formaciones sociales específicas. Dicho de otro modo,
olvidar que la unidad del sistema no significa su ho­
mogeneidad sino, al contrario,su diversidad. La dialéc­
tica en cuestión debe pues abordar simultánea y sepa­
radamente las relaciones entre las fuerzas objetivas y
las fuerzas subjetivas en el centro, en la periferia y
en el conjunto del sistema. Las secciones 6 y 7 como
la sección 10, intentan precisamente situar los carac­
teres específicos de esta dialéctica en la periferia del
sistema.
La exposición que sigue no es sistemática. No par­
timos de conceptos abstractos para volver a la reali­
dad concreta. Al contrario, voluntariamente hemos
elegido entrar en el debate tal como se ha presentado.
Este método permite precisamente ver mejor por qué
el debate ha permanecido ambiguo, por qué las falsas
cuestiones han adquirido preeminencia sobre las verda­
deras. Durante la exposición, en las secciones indicadas
más arriba hemos hecho las indicaciones necesarias para
un retorno a los dos elementos fundamentales señala­
dos, olvidados o insuficientemente comprendidos por
los participantes en la discusión. Este fue, por otra par­
te, nuestro propio camino en el curso de los últimos
años. Las referencias al Desarrollo desigual1 nos permi­
ten evitar repeticiones o dar a este estudio una dimen­
sión que no puede tener.
El debate respecto al intercambio desigual, según

1 Samir Amin, Le développem ent inégal, Ed. de Minuit,


1973.
12 ¿COMO FUNCIONA EL CAPITALISMO?

nuestra opinion, no es el único que debe quedar ce­


rrado hoy. Es en estrecha relación con él que la cues­
tión de la “ transformación de los valores en precios”
(sección 8), la baja tendencial de la tasa de ganancia
(sección 9) y la periodización del sistema (sección 10)
han sido nuevamente planteados. Y es por las mismas
razones fundamentales que deben quedar cerradas. Tal
es la conclusión sobre la que volveremos al final de la
exposición que sigue.

I. EL DEBATE SOBRE EL INTERCAMBIO DESIGUAL

Nosotros nos contamos entre los que consideran que la


publicación de El intercambio desigual2 de Arghiri
Emmanuel marca una fecha importante en la teoría del
comercio internacional y, por ello, de las relaciones
desiguales dominación/dependencia entre el centro y la
periferia del sistema capitalista mundial. Que la tesis de
Emmanuel haya sido rechazada de inmediato por los
economistas convencionales se comprende muy bien,
puesto que la teoría ricardiana del comercio internacio­
nal es coherente con la teoría subjetiva del valor. Se
trataba allí de la única excepción a la lógica interna
ricardiana fundada en la teoría del valor-trabajo, como
lo ha observado Emmanuel por primera vez y muy
claramente.3
Pero ¿cómo explicar el mutismo total de los marxis-
tas hasta Emmanuel respecto al comercio internacional
y particularmente a la teoría ricardiana de la “ventaja
comparativa” ? Pensamos, como ya lo hemos escrito,

2 A. Emmanuel, El intercambio desigual, Buenos A ires, Si­


glo XXI, 1974.
3 A. Emmanuel, op. cit., Introducción.
4 Samir Amin, La acumulación en escala mundial, Buenos
Aires, Siglo XXI, 1975, p. 173 y *s.; Le développement inegal,
Ed. de Minuit, 1973, p. 171 y *».
INTERCAMBIO d esig u a l y ley d e l valor 13

que Marx no tuvo tiempo de interesarse sistemática­


mente por el sistema capitalista mundial y que ante
todo consagró sus esfuerzos a desmitificar el modo de
producción capitalista. Por eso, sus observaciones sobre
el comercio internacional en El capital tienen el carác­
ter de digresiones breves, “al pasar” . Se verá sin em­
bargo cómo a menudo en Marx estas observaciones son
de una gran riqueza. Después de Marx, el pensamiento
marxista se esclerosa. Más tarde, con el nacimiento del
estado soviético, el análisis científico del sistema mun­
dial corre el riesgo de ser molesto para la política de
ese estado. Por otra parte, el movimiento obrero del
Occidente desarrollado se integra al establishment y
tiende a adoptar actitudes paterno-imperialistas y, espe­
cialmente en el plano ideológico, a concebir la trans­
formación socialista del mundo como de su responsabi­
lidad exclusiva, debiendo los pueblos oprimidos recibir
el socialism o “como un regalo” . 5 La teoría de
las “ventajas comparativas” se revela entonces útil aun­
que sea tautológica: permite “justificar” el orden inter­
nacional y además la inserción del nuevo estado en este
orden, como el paternalismo respecto a la periferia. Por
eso la tesis de Emmanuel debió caer como un balde de
agua fría.
No deja de ser interesante observar que la crítica
que Emmanuel formula a la teoría convencional del
comercio internacional es generalmente hoy aceptada
por los marxistas. Bettelheim y Palloix reconocen a
Emmanuel su aporte en este aspecto: él ha marcado las

5 Tal es, por ejemplo, la visión mecanicista del trotskismo,


según la cual la revolución socialista debe provenir ante todo
de los países capitalistas desarrollados. Según Trotski, la dege­
neración de la revolución rusa provendría del fracaso de la
revolución alemana. Que la ruptura de la alianza obrero-campe­
sina a partir de la colectivización de los años 30 (en las formas
en que fue realizada), haya constituido la base que hizo posible
•a formación de la nueva clase, como lo explican los chinos, es
a,go que no cuenta para el trotskismo.
14 ¿COMO FUNCIO NA EL CAPITALISMO?

msuticiencias y el caracter “ ilusorio" de la teoría “clá­


sica” (ricardiana) y “ neoclásica” (marginalista, siempre
ricardiana en este cam po) del comercio internacional.
Especialmente, Emmanuel ha dem ostrado “que con la
inmovilidad de los factores se asistía a una inversión...
ya no eran más las condiciones de producción las que
determinaban los intercambios sino los intercambios los
que determinaban la producción” ; como dice Emma­
nuel, es esta “inversión” , “esta negación del valor tra­
bajo” lo que explica por que' los marginalistas que han
rechazado a Ricardo hayan conservado su teoría del
comercio internacional.6
Esta crítica de Emmanuel converge con la que no­
sotros habíamos hecho por nuestra parte desde 1957.
Y veremos que nuestros dos análisis convergen en nu­
merosos puntos importantes. Sin embargo, aquí Emma­
nuel nos superaba. Destacando la inmovilidad de los
factores, Emmanuel va en efecto más allá de la crítica:
plantea las bases de una teoría positiva puesto que por
primera vez caracteriza al sistema internacional de una
manera que se revelará particularmente fructífera: mo­
vilidad internacional de mercancías, movilidad interna­
cional del capital, inmovilidad del trabajo. Ya hemos
observado que se trataba de una nueva abstracción y
que Bujarin 7 en 1915 no verá esta caracterización ni
tampoco Lenin, a pesar de la importancia de t i impe­
rialismo , fase superior del capitalismo.
Pensamos que esta caracterización abstracta es fun*

6 Bettelheim, “ Preface et Remarques théoriques" en L ’é-


change inégal, op. cit.; Politique A ujourd’hui, N. 12, 1969,
debate sobre el imperialismo, relaciones internacionales y rela­
ciones de clase. Palloix, L ’impérialisme et l'échange inégal,
L’Homme et la Société, N. 12, 1969. Cit., Palloix, art. cit., p-
219.
N. Bujarin, ¡m economía mundial y el imperialismo, Cór­
doba, Cuadernos de Pasado y Presente/21, 1971. Véase nuestro
comentario respecto a este error de Bujarin, Le développem^ftt
inégal, Ed. de Minuit, 1973, p. 125.
in te rc a m b io d e sig u a l y ley d e l valor 15

da mentalmente correcta, y que es también el aporte


esencial de Emmanuel. Aporte fundamental puesto
que, como lo veremos, es preciso rechazarlo para recha­
zar simultáneamente la idea de intercambio desigual.
En esto, Emmanuel no merece ciertamente ser cali­
ficado de “economista pre-crítico” .8 Este precipitado
calificativo permite detenerse ahí, y habiendo hecho (o
aceptado) la crítica de la “ ventaja comparativa” . ..
conservarla porque no se sabe con qué reemplazarla.
Porque en definitiva ¿dónde está la “ teoría marxista”
de los intercambios internacionales?
Si el debate que siguió a la publicación de El inter­
cambio desigual ha sido tan confuso y tan injusto res­
pecto a Emmanuel, es que desgraciadamente Emmanuel
se ha detenido en el umbral del verdadero problema
que él había sido el primero en formular claramente.
Este verdadero problema, que deriva de la correcta ca­
racterización del sistema internacional, es el de los
valores internacionales. Decimos que Emmanuel se ha
detenido en el umbral del problema porque la cuestión
de los valores internacionales no es otra que la de la
dominación del modo de producción capitalista sobre
los otros, la de la especificidad del modo capitalista
periférico en relación al central, etc. . . Ahora bien,
Emmanuel no trata ninguna de estas cuestiones esencia­
les que, por el contrario, son el objeto principal de
nuestros trabajos; de ah í sus conclusiones precipitadas,
a veces erróneas, de las que sus adversarios han sacado
argumentos demasiado fáciles. . . para permanecer, ver­
daderamente, en el estadio “ precrítico” .
Para nosotros, la confusión resulta de la insuficien­
cia del análisis respecto a la caracterización teórica del
valor de la fuerza de trabajo en el modo de producción
capitalista. Ni Emmanuel ni sus críticos han resuelto
esta cuestión de manera correcta. Creemos que sobre

8 Bettelheim, “ Preface et Remarques théoriques”, op. cit.


.

16 ¿COMO FUNCIONA EL CAPITALISMO?

este punto hemos ya contribuido en hacer avanzar el


debate, y esperamos aquí franquear una nueva etapa
La confusión, sobre este punto esencial, se origina
en que Emmanuel se expresa en términos empíricos,
*
calificando al salario como “ variable independiente” .
Como se verá, esta formulación revela un error teórico
porque no hay “ variable independiente” en el modo de
producción capitalista. La misma búsqueda de causa­
lidades unilaterales entre “variables independientes” y
“ variables dependientes” caracteriza al economicismo
mecanicista, y se sitúa en las antípodas del método
dialéctico donde el todo, es decir, la reproducción de
las condiciones del modo de producción, determina las
partes, es decir las “variables” .
Pero si Emmanuel se ha comprometido aquí en una
vía formalista sin salida, sus críticos tampoco han pro­
gresado. En efecto, ellos se han contentado con repetir
que el salario no era “ independiente” sino “dependien­
te. . de la “ productividad” . Se trata evidentemente
de una formulación marginalista vacía. Porque el pro­
blema que se plantea inmediatamente es el de saber a
qué nivel se sitúa la “ productividad” en cuestión. ¿Al
nivel de la empresa, de la nación o del sistema mundial9
¿Se progresa realmente reemplazando el término
“ productividad” , de origen marginalista, por la expre­
sión marxista de “nivel de desarrollo de las fuerzas
productivas” ? Decir que el salario depende del nivel de
desarrollo de las fuerzas productivas no constituye más

9 El objetivo esencial de nuestras últimas obras (La acumu­


lación. . . y Le développement inégal), ha sido precisamente el
de tratar de comprender el significado de la dominación del
modo capitalista sobre otros modos de producción, de sacar d<
ello las conclusiones esenciales respecto a las especificidades
la acumulación en el centro y en la periferia. Nuestro itii
rio, que partió en 1957 de una crítica todavía economicista
“la economía del subdesarrollo” , nos ha llevado, a partir
1965, a tomar conciencia, que hoy nos parece lúcida, de
cuestiones fundamentales.
IN TER CA M B IO d e s ig u a l y l e y d e l v a l o r 17

que una respuesta parcialmente correcta y demasiado


genérica. Ante todo, el mismo verbo depender traiciona
siempre la ausencia de un pensamiento realmente dia­
léctico. Veremos más adelante cómo formular correc­
tamente la dialéctica entre las fuerzas objetivas v las
fuerzas subjetivas. Por lo tanto, la cuestión es saber a
qué nivel se sitúa ese desarrollo de las fuerzas produc­
tivas: ¿la empresa, la rama, la nación o el mundo?

II. EL APORTE DE EMMANUEL: LA PREEMINENCIA DE


LOS VALORES MUNDIALES

Emmanuel considera que su descubrimiento esencial es


que el salario sería la variable independiente del sis­
tem a.10 Nosotros pensamos que no lo es, y que el
aporte esencial de su teoría es otro: la afirmación de la
preeminencia de los valores mundiales (internacionales).
Emmanuel sitúa su razonamiento en un marco en el
que las actividades productivas de los socios internacio­
nales están regidas por las leyes del modo de produc­
ción capitalista. En efecto, es evidente que las catego­
rías de tasas de plusvalía y de ganancia, de capital y de
valor de la fuerza de trabajo son relativas a ese modo
de producción. Emmanuel formula la hipótesis de que
todos los productos del modo capitalista son mercan­
cías internacionales, que el capital es móvil mientras
que el trabajo no lo es. Además, considera que los
productos intercambiados tienen valores de uso irreduc­
tibles, es decir que se trata de productos específicos,
como por ejemplo un automóvil o el café. Esta última
observación es esencial y es precisamente sobre este
punto que nos separamos del autor de El intercambio
desigual, como se verá.11

10 Emmanuel, “ I changc inégal et dcveloppement incgal”,


cn Politique A ujourd’hui, N. 12, 1969.
1 1 Véase Le développem ent inégal, cap. II; la critica in­
ferna del marginalismo, de la que hemos partido en 1957, nos
18 ¿COMO FUNCIONA EL CAPITALISMO?

Por supuesto, no se pueden comparar las “producti


vidades” de dos empresas (o dos ramas) que produzcan
valores de uso irreductibles. Emmanuel tiene razón
cuando objeta a sus críticos, que comparan la produc­
tividad en una plantación de cafe' con la de una fábrica
de automóviles (para afirmar que esta última es por
supuesto más elevada que aquélla, y justificar por eso
las diferencias de nivel de salarios), que se sitúan com­
pletamente fuera del análisis marxista del valor y que
razonan dentro del marco marginalista, que es, como lo
hemos mostrado, perfectamente tautológico: ¡las “pro­
ductividades” son diferentes.. . porque las remunera­
ciones del trabajo también lo son!
En este sentido Emmanuel escribe con razón: “entre
ramas diferentes, la productividad del trabajo es incon­
mensurable, y la discusión sobre la diferencia entre valor
nacional y valor internacional no tiene ningún sen­
tido” . 12 (Por supuesto, porque los productos nacio­
nales intercambiados son específicos).
En el marco en que Emmanuel se sitúa, el modo
capitalista que rige las actividades específicas de los
socios, la movilidad del capital se manifiesta por la
tendencia a la igualación de la tasa de ganancia a escala
mundial, mientras que las remuneraciones del trabajo,
que es inmóvil, varían de un país a otro según las
condiciones históricas. Desde entonces, la transforma­
ción de los valores internacionales (los únicos que ten­
gan- un sentido) en precios internacionales (también los
únicos que tengan un sentido) implica una transferen­
cia de valor de algunas naciones a otras.
Por el hecho de que todos los productos son mer­
cancías internacionales, la misma cantidad de trabajo

ha llevado a ver desde el comienzo, este carácter tautológico


que revela la naturaleza ideológica y no científica de la econo­
mía universitaria.
12 Emmanuel, Politique Aujourd’h ui, art. cit., p. 79.
IN T E R C A M B IO d e s i g u a l y l e y d e l v a l o r 19

gastada en diferentes lugares del mundo, cristalizada en


esos productos, produce también un valor mundial
único, aunque la fuerza de trabajo no sea una mercan­
cía internacional pues no circula fuera de las fronteras
nacionales.13 Emmanuel tiene razón al insistir sobre
este punto: la hora de trabajo del proletario africano
vale como la del proletario europeo porque el producto
del trabajo de uno y otro son mercancías internacio­
nales. A Palloix, que se asombra que se compare el
valor de la hora de trabajo aquí y allá, Emmanuel le
responde: “ ¿Cómo comparar una hora de trabajo afri­
cano con una hora del obrero de Detroit? Y bien, de
la misma manera que se compara la hora de trabajo de
un obrero de Detroit con la hora de trabajo de un
peluquero de Nueva York” . 14
Es evidente que si la hora de trabajo aquí y allá
crea el mismo valor, y si la fuerza de trabajo tiene aquí
un valor inferior, es decir, si el salario real es inferior, la
tasa de plusvalía es necesariamente superior. Los bienes
salariales que constituyen la contrapartida real del valor
de la fuerza de trabajo son también mercancías interna­
cionales que tienen un valor internacional. Si la jomada
de trabajo es igual en A y en B (por ejemplo, 8 horas),
si la remuneración real del proletario es diez veces su­
perior en B (salario real en B igual a 10 kilogramos de

13 Los movimientos de los pueblos a través de la historia,


la emigración hacia el nuevo mundo, las migraciones de fuerza
de trabajo dentro del centro, provienen de otras problemáticas.
Las migraciones internacionales de la periferia hacia el centro
que comenzaron con las categorías calificadas (éxodo de cere­
bros), están aún en el comienzo, y son todavía insignificantes
en relación al volumen de la fuerza de trabajo explotada en la
periferia misma.
14 Christian Palloix, “ La cuestión del intercambio desigual.
Una crítica de la econom ía política”, en Imperialismo y co­
mercio internacional, Córdoba, Cuadernos de Pasado y Pre-
sente/24, 1971, pp. 100-132; Emmanuel, Politique A ujourd’hui,
a*t. cit. p. 78.
¿COMO FUNCIONA EL CAPITALI8MO?

trigo por día contra solamente un kilogramo en A), y


si 10 kilogramos de trigo son producidos en el mundo,
(allí donde la productividad en esta producción es la
más elevada) en 4 horas, la tasa de plusvalía en B será
del 100% (4 horas de trabajo necesario y 4 horas de
sobretrabajo), mientras que se elevará a 1900 /o en A
(24 minutos de trabajo necesario y 7 horas 36 minutos
de sobretrabajo). Para mantener este razonamiento, no
hay por qué comparar la productividad en las dos pro­
ducciones capitalistas en las que A y B se especializan:
eso no tiene sentido.
Sobre estos fundamentos, Emmanuel distingue dos
formas de intercambio desigual.15 En una, las tasas de
plusvalía son idénticas (por consiguiente también los
salarios reales), pero los distintos países se especializan
en ramas de producción cuya composición orgánica es
diversa. Aquí la transferencia de valor no es diferente a
la que existe en el interior de un sistema nacional y,
dado que tales transferencias son inmanentes al modo
capitalista, Emmanuel no se extiende sobre este caso
“banal” . En la otra, las tasas de plusvalía son diferen­
tes, y la transferencia de valor se debe no a las compo­
siciones orgánicas diversas, sino a la inmovilidad del
trabajo que permite salarios reales diferentes. Es el ver­
dadero caso de intercambio desigual.
Discutiremos más adelante las hipótesis de Emma­
nuel. Nos plantearemos la cuestión de saber si se puede
hablar de intercambio desigual cuando uno de los so­
cios del intercambio no está regido por el modo de
producción capitalista. También nos plantearemos la
cuestión de saber si la hipótesis de los valores de uso
irreductibles amplia o, al contrario, restringe la proble­
mática del intercambio internacional.
Aquí queremos solamente constatar que la afirma­
ción de la preeminencia de los valores internacionales
es la esencia misma de la tesis en cuestión.

I echan ge inégal, op. cit., cap. 2, sección II.


in te rc a m b io d e sig u a l y ley d e l valor
21

Los críticos de Emmanuel lo han visto bien, y es


precisamente esta preeminencia que ellos ponen en
cuestión o rechazan categóricamente. Palloix escribe al
respecto: “ ¿Existe un valor internacional, fundamento
de los precios mundiales, como existe un valor nacio­
nal? Emmanuel supone que la única realidad es el
mundo. Por el contrario, pareciera que la única reali­
dad es la existencia de bloques económicos: EE.UU,
Europa, Asia, Africa, América Latina” [. ..] Y Bettelheim
escribe: “ En el seno de cada formación social capita­
lista nacional, la ley del valor asegura la reproducción
ampliada de las condiciones materiales de la produc­
ción, la forma específica de dominación del modo de
producción capitalista sobre los o tro s .. un nivel deter­
minado de los salarios. En el seno del mercado mundial
capitalista, la ley del valor asegura la reproducción
ampliada de las condiciones materiales de la produc­
ción mundial, las formas específicas de dominación
/subordinación de las diferentes formaciones sociales,
los ritmos desiguales de desarrollo.. . El nivel de los
salarios, propio de cada formación social, no puede ser
determinado por el nivel mundial de desarrollo de las
fuerzas productivas, pero está fundamentalmente ligado
a la combinación específica fuerzas productivas/relacio-
nes de producción propia de cada formación social” . 16
La posición es aq u í com pletamente categórica y nos
parece errónea. Veremos más adelante cómo tratamos
la dialéctica nivel mundial/nivel nacional de desarrollo
de las fuerzas productivas, y cómo hacemos intervenir
esta dialéctica en la determ inación del salario en el cen­
tro y en la periferia del sistema.
En todo caso, esta posición elimina la cuestión a
resolver. Si se acepta con Bettelheim la autonom ía de
la determinación del salario en cada formación social,
no se puede hacer más la teo ría del comercio intema-

16 Palloix, ib íd ., p. 118; Bettelheim, Potitique A u jou rd’hut,


art- cit. p. 87.
22 ¿COMO FUNCIONA EL CAP|T ^ *

cional. Entonces es necesario aceptar las venta


parativas ricardianas, es decir hacer una excepciónCOnv
ley del valor-trabajo. No es posible tampoco habí *
los efectos de la ley del valor a nivel mundial. Eso
tiene más sentido y no se puede hablar de mercanc?0
internacionales.
Esta posición lleva en último análisis a considerar el
sistema mundial como una yuxtaposición de sistemas
nacionales. Siendo cada uno de ellos autónomo, se
comprende que sus relaciones de intercambio no pue­
dan ser analizadas en términos objetivos sino que de­
ban serlo en términos de la teoría subjetiva que encon­
traría ahí un campo de aplicación más allá del (el
campo nacional) regido por el valor objetivo.17
Esta posición, en todo caso, no era ciertamente ni la
de Marx ni la de Lenin. En efecto, Marx considera que la
importación de trigo americano en Inglaterra en el
siglo XIX reduce el valor de la fuerza de trabajo en
este país. Así considera ya las “subsistencias” (el trigo)
como una mercancía internacional. También Marx con­
sidera precisamente que el nivel de desarrollo de las
fuerzas productivas a escala mundial, ese desarrollo que
permite obtener trigo más barato en el Nuevo Mundo,
determina el salario y la tasa de plusvalía en Inglaterra.
De la misma manera, Lenin da manifiestamente la pree­
minencia al sistema mundial: su elogioso comentario de
la obra de Bujarin, como lo hemos visto, lo testimonia.
La insuficiencia de Bujarin aquí no fue la de haber
dado la preeminencia al sistema mundial sino la de
haber cometido el error de caracterizar ese sistema, co­
mo el modo de producción capitalista, por la triple
movilidad internacional de las mercancías, del capital y
del trabajo (“ La tendencia a la igualación de la tasa de
salario" que hemos señalado). Dicho en otros términos,

' 7 Como lo hemos demostrado respecto al lejano córner^


precapitabsta qué pone en relación dos modos de producc#
autónomos. 11
,N T E R C A M B IO d e s i g u a l y l e y d e l v a l o r 23

Bujarin ve al sistema mundial como una extensión a


escala mundial del modo de producción capitalista: de
ahí su tendencia hom ogeneizante.18
La preeminencia de los valores mundiales constituye
pues lo esencial; el contenido de la afirmación de la
unidad del sistema mundial, la condición de esta uni­
dad. El calificativo “internacional” heredado de la
“teoría económica del comercio internacional” es, por
otra parte, inapropiada; proponemos reemplazarlo por
el calificativo “ mundial” .
Esta afirmación, ¿es una simplificación deformante
de la realidad? ¿Una afirmación errónea “estadística­
mente”? : la cantidad de productos congoleses exporta­
dos o importados no supera el 30% de la que se
produce para el mercado interno, 20% en Alemania y
5% en Estados Unidos. Se trata de un modo curiosa­
mente pobre de contar. Porque es ese 30% el que con­
diciona todo en el Congo, la vida cotidiana y la “gran
política” , las ideologías y la lucha de clases. Y son los
“problemas” relativos al 20% de Alemania y al 5% de
Estados Unidos los que ponen un límite a la domina­
ción norteamericana, y transforman íntegramente un
orden internacional que ha marcado 25 años de historia
contemporánea.
Unidad jamás ha sido sinónimo de homogeneidad.
El mundo es uno en su diversidad, su desigualdad. En
el centro del sistema capitalista mundial, las cosas pa­
recen claras: las formaciones sociales se acercan a la
pureza del modo de producción capitalista. En su peri­
feria, la preeminencia de los valores mundiales se os­
curece por el carácter aparentem ente heterogéneo de
las formaciones sociales. Sólo aparentem ente, porque
aquí todavía no existe yuxtaposición del modo capita­
lista y de modos precapitalistas. Comprender lo que
significa la dominación del modo capitalista sobre los
'tros que constituyen la base de esta unidad, tal es el

18 Véase nota 7.
¿COMO F U N C I O N A EL CAPITALISMO?

punto central del problem a. Ahora bien, este análisis


no proviene de “ la eco n o m ía” sino del materialismo
histórico. Es a través de las alianzas de clases específi.
cas de cada formación y en el sistema mundial que se
realiza esta integración en la unidad mundial.
Con frecuencia se ha olvidado que el cap ital19 es
simultáneamente social e individual (parcializado). Uno
se contenta demasiado a menudo buscando la relación
capitalista en la escala “ m icroeconóm ica” , la de la
empresa. Si esta relación aparece casi siempre evidente
en el capitalismo central, no ocurre lo mismo en el
capitalismo periférico. A quí la apariencia puede ser,
por ejemplo, la de un modo de pequeño comerciante
integrado en el mercado capitalista. Pero detrás de esta
apariencia inmediata se esconde la dominación del capi­
tal sobre el productor directo. Este no es un pequeño
productor comercial, y no es la ley del valor en su
forma simple la que determina el precio de su pro­
ducto. En realidad se parece al proletario que trabaja a
domicilio, como antes existía en Europa, explotado
por un capital al que en realidad vendía no su pro­
ducto, sino su fuerza de trabajo. No ver que en este
caso es la venta de la fuerza de trabajo la que dirige el
sistema, significa no comprender la unidad del sistema
mundial, sustituirlo una vez más por una yuxtaposición
de modos de producción diferentes, simplemente liga­
dos entre ellos, permanecer pues en la óptica del “ dua­
lismo” .
Hay quizás una excusa para la persistencia de esta
visión “dualista” a la que nosotros oponemos la de la
unidad del sistema mundial. Es que en realidad esta

1 9 El carácter social global del capital, ha sido par­


ticularmente puesto de relieve respecto a sus consecuencias
sobre el valor y la “ transformación” en el capítulo VI de El
capital (K. Marx,* El capital, libro I, capítulo VI (inédito),
Buenos Aires, Siglo XXI, 1971). Véase Claudio Napoleoni,
Lezioni sul capitolo sesto, inédito di Marx, op. cit.
I N T E R C A M B IO D KSKi U A L Y LKY D E L V A L O R 25

unidad os muy reciente. Es cierto que los orígenes del


sistema mundial se remontan a los comienzos del mer­
cantilismo, hace cuatro siglos; es cierto, también, que
la contribución de este sistema ha sido considerable­
mente acelerada por el imperialismo a partir de fines
del siglo pasado. Sin embargo, el proceso de transfor­
mación de las relaciones entre el modo capitalista y los
otros m odos de producción, en el origen de las relacio­
nes “ episódicas" y “ marginales” , en el advenimiento de
las relaciones de dominación que han alterado radical­
mente los m odos no capitalistas, ha reducido esas rela­
ciones a una simple forma, una cáscara cuyo contenido
se ha convertido después en una relación de venta de la
fuerza de trabajo. Ese proceso, lento al comienzo, se
ha acelerado recientemente. Quizás en los años 30 los
productores de la periferia eran en su mayoría peque­
ños productores comerciales. Estamos persuadidos que
no lo son más y que hoy están en gran medida proleta­
rizados, son vendedores, aunque indirectos, de su fuer­
za de trabajo. Mil hechos sociales lo prueban cada día.
De este desfasaje entre la realidad de hoy y una imagen
que sigue estando basada en la de ayer, surgen impor­
tantes errores en la estrategia política.20

III EL SALARIO NO ES UNA “ VARIABLE INDEPENDIEN


TE” : PRIMERA CRITICA A EMMANUEL Y BRAUN

Para nosotros, la noción misma de “variable indepen­


diente’' no tiene sentido. La busqueda de ésta refleja
una metodología mecanicista, lineal, donde el todo no es

Rossana Rossanda y Charles Bettelheim (// M anifestó,


París, 1971, p. 208 y ss. (Véase ed. esp.: Colloti Pischel,
Rossanda y otros, La revolución cultural china, Cuadernos de
ftsado y Prcsente/23, Córdoba, 1 9 7 1 J), han observado que es
esta proletarización, lograda o no, la que ha transformado a s
roasas campesinas de la periferia en reserva del socialismo.
¿COMO FUNCIONA EL CAPITALISMO?

nías que la suma de las partes. En esta visión, que es la


del economista convencional, el sistema económico
aparece constituido por partes (las “ variables” ) conec­
tadas por relaciones de interdependencia (las “ funcio­
nes económicas” de producción y consumo). Para salir
del círculo cerrado de la interdependencia general, es
necesario decretar arbitrariamente que una de esas va­
riables es “ independiente” , “ primera” . 21
El sistema de equilibrio general de Walras es el mo­
delo por excelencia correspondiente a esta visión donde
/el todo es la suma de las partes. Hemos visto que la
economía convencional había encontrado una sola sa­
lida a la cuestión absurda en la cual se había ence­
rrado: el cuantitativismo monetario. Hemos visto tam­
bién que la llamada “ racionalidad” del cálculo econó­
mico estaba fundada en la misma filosofía lineal y
mecanicista: para descubrir que las decisiones de las
unidades elementales de producción y consumo (las
partes) convergen y determinan un todo, no sólo cohe­
rente sino también “óptim o” , es necesario suponer a
las demandas como dadas (por lo tanto, “variables in­
dependientes” ). Estas determinan entonces la escala de
los precios relativos en base a la cual, productores y
consumidores fundan sus “ comportamientos” . No es
sorprendente que las decisiones fundadas en la “ renta­
bilidad” , engendren entonces no el “ óptimo” sino mu­
cho más banalmente la reproducción del sistema: una
distribución de ingresos que garantiza las demandas en
cuestión.
Toda esta metodología es profundamente extraña al

21 Le développem ent inégal, op. cit., cap. II. Nosotros ha­


cemos ahí la crítica interna del equilibrio general y del cuanti-
tativismo, mostrando el carácter necesario de esta “solución*
formal y, en consecuencia, el carácter ideológico y no “ cientí­
fico” de la “econom ía” . Todavía se ve que la crítica de la
econom ía se imponía para alcanzar el nivel de la filosofía y de
la epistem ología subyacentes, salir del economicismo para com­
prender la historia (el materialismo histórico).
INTERCAMBIO DESIGUAL Y LEY DEL VALOR
27

marxismo, según el cual el todo precede a las partes,


que, a su vez, no tienen sentido sino en relación a ese
todo. El sistema social (el modo de producción, las
clases sociales que define) es anterior a sus expresiones
parceladas (los precios, los ingresos, las demandas,
e tc .. .)• El funcionamiento del sistema debe ser anali­
zado como modo de reproducción de éste, globalmen­
te, y de su negación. Por eso no se puede comprender
la realidad permaneciendo en el nivel de los fenómenos
(las partes interconectadas del todo); es preciso ir más
allá, a la esencia (el todo precisamente).
Se comprende ahora por qué Emmanuel habla de
“variable independiente” ; porque permanece en el nivel
de los fenómenos. Lo declara él mismo claramente,
eligiendo como Sraffa permanecer en el marco del sis­
tema de precios de producción donde, desde entonces,
“la única dimensión a la que estamos obligados a afe­
rramos es el salario en tanto que primera extracción
sobre el producto social, siendo la ganancia sólo un
saldo. Si nos falta esta dimensión, si el salario no está
dado, si no es una variable independiente, entonces el
problema de la determinación del valor sobre una base
objetiva es insoluble y ningún precio abstracto de equi­
librio (de la producción) puede ser hallado” .22
Emmanuel cree justificar esta caracterización del
salario afirmando que los precios de producción no se
sitúan en el nivel de los fenómenos, sino en el de una
esencia distinta a la del valor, permaneciendo para él
insoluble el problema de la “transformación . Tendre­
mos ocasión de volver sobre esta cuestión conexa de la
transformación” .
Sraffa, 23 evidentemente no experimenta estas dificul­
tades. Pues se sitúa desde el comienzo en el nivel del

I inrnanuc). H. y S., N. 18, art. cit., p- 54.


“ Ñero Sraffa, P rodm tion Jes nuirchanJises par des
' handisrs . Dunod 1970 (priinora edición inglesa, 196 ). I
esn I
28 ¿COMO rUNClONA EL C A P IT A L IS M O ?

sistema de los fenómenos de la interdependencia de las


partes. Salario, tasa de ganancia y precios relativos son,
en su sistema, interdependientes. La importancia de la
formulación de Sraffa no es pequeña, porque pone un
límite a las pretensiones “científicas” del marginalismo
develando su carácter tautológico.
Oscar Braun y Jagdish Saigal24 han sacado el má­
ximo de lo que puede dar el análisis en términos sraf*
fíanos transpuesto al plano internacional. Y sus demos­
traciones tienen una importancia decisiva para com­
prender el mecanismo del intercambio desigual y las
transferencias internacionales (no decimos “de valor” ,
más adelante se verá por qué). Los modelos desarro­
llados por Braun y Saigal parten de las mismas hipó­
tesis que Emmanuel: el modo de producción capitalista
en los socios (sin el cual los conceptos de salario y
ganancia no tienen sentido), el carácter internacional
de las mercancías, la movilidad del capital (igualación
de la tasa de ganancia), la inmovilidad del trabajo (sala­
rios diferentes).
La formulación de Oscar Braun presenta la conside­
rable ventaja de haber sido la primera sistematización
de la relación de interdependencia entre las relaciones
de salarios (tasas diferentes de salarios), y las relaciones
de precios internacionales. No supone nada que no esté
ya contenido en la hipótesis de Emmanuel: la especia-
lización de los socios en los productos específicos
(cuyos valores de uso son irreductibles) y para la pro­
ducción de los cuales las tecnologías son definidas. Sin
embargo, Braun invierte el orden de las causalidades:
en lugar de decir que los salarios determinan la estruc­
tu ra de precios internacionales, como Emmanuel,
afirma que son los precios los que constituyen la “va­
riable primera” . Los argumentos de Braun no carecen
de fuerza. Las “ prácticas discriminatorias” basadas en

24*Trabajos publicados en esta colección.


INTERCAM BIO DESIGUAL y LEY DEL VALOR 29

el monopolio del centro en materia de equipos y de


tecnología, la no sustitución entre las importaciones y
las exportaciones de la periferia, el carácter perverso de
la curva de oferta de exportación en la periferia, obliga
a producir más cuando los precios bajan porque el
equilibrio de la balanza de pagos debe hacerse a un
nivel incomprimible de las importaciones; todas estas
son realidades evidentes. Sin embargo, esos hechos
reales se sitúan todavía a nivel de los fenómenos, en
este caso, las políticas económicas de los estados. Este
análisis permite a Braun creer poder responder a la
cuestión por él planteada acerca de cuál es la variable
primera, si los salarios o los precios internacionales.
Pero esta cuestión, ¿no es superficial? El método mis­
mo, basado en la interdependencia, obliga a perma­
necer a nivel de los fenómenos y, por lo mismo, corre
el riesgo de plantear cuestiones falsas. Para plantear la
verdadera cuestión, que no es ésta, es preciso ir a la
esencia.
En cuanto al modelo de Saigal, presenta la ventaja
de examinar diferentes hipótesis respecto a las funcio­
nes de producción (es decir, las tecnologías y, por lo
tanto, las productividades comparadas en las mismas
ramas). Partiendo del modelo que nosotros habíamos
elaborado en valores, transformándolo en modelo esta­
blecido en precios (formulando la hipótesis de una tasa
de ganancia igual en una rama que en otra), Saigal
ilustra nuestra definición del intercambio desigual,
como se comprobará leyéndolo.
Así pues en Emmanuel, el problema de la caracte­
rización teórica del valor de la fuerza de trabajo es
simplemente eludido. Como dice Palloix, eso significa
4ue “el salario escapa al análisis económico” .25 Tal es
el sentido que da Emmanuel a las consideraciones de

25
c , Palloix, “ La cuestión del intercambio desigual. Una
11ka de la econom ía política” , op. cit.
30 ¿COMO FUNCIONA KL CAPITALISMO?

Marx relativas a “el elemento histórico y moral” que


entra en la determinación del valor de la fuerza de
trabajo. En lógica formal, en un sistema de interdepen-
dencia generalizada a la manera de Sraffa, el salario
real puede ser “ cualquiera” (por supuesto, por debajo
del producto neto, condición necesaria para que la tasa
de ganancia sea positiva); las otras variables se ajustan
al mismo.
Nosotros nos oponemos a este carácter arbitrario del
salario y aquí nos acercamos a Bettelheim, que afirma
que “el salario no es una variable independiente sino el
valor de la fuerza de trabajo” .26 Para nosotros, el
salario (el valor de la fuerza de trabajo) y el nivel de
desarrollo de las fuerzas productivas están íntimamente
ligados. Nuestra divergencia con Emmanuel comienza
exactamente ahí. Vamos a ver cómo debe ser formu­
lada esta relación en el plano del modo de producción
capitalista y en el del sistema capitalista internacional.

IV. LA CARACTERIZACION TEORICA DEL VALOR DE


LA FUERZA DE TRABAJO EN EL MODO DE PRODUC­
CION CAPITALISTA

El problema del intercambio internacional no puede ser


correctamente estudiado permaneciendo en el plano de
las relaciones inmediatas, es decir, las del intercambio.
Es preciso ir a la esencia, por lo tanto, al proceso de
producción, a la venta de la fuerza de trabajo. Esta
opera según diferentes modalidades en las formaciones
centrales y en las de la periferia, precisamente por el
hecho de la complejidad de estas últimas (la domina­
ción del modo capitalista sobre los otros).
Sin embargo, la discusión respecto al intercam bk'‘
desigual ha mostrado hasta que' punto la formación del

26 Bettelheim, “ Proface et Remarques théoriques”, op-


IN TER C A M B IO D E S IG U A L Y LEY D E L VALOR
31

valor de la tuerza de trabajo en el modo capitalista


••puro era mal comprendida. En Marx esta formación
es analizada, como el resto, en términos de una dialéc­
tica: la de las fuerzas objetivas (las leyes de acumula­
ción ) y de las fuerzas subjetivas (la lucha de clases). La
dialéctica ha sido reemplazada progresivamente en unos
y otros por una visión más “simple” , unilateral; tanto
se ha anclado en los espíritus la filosofía mecanicista
burguesa. Unos -e n tre ellos Emmanuel, como se acaba
de v er- consideran sólo las fuerzas subjetivas, y en este
marco, el salario se convierte en “cualquiera” , “variable
independiente” . Los otros —sus críticos— han afirmado
de manera también unilateral la preeminencia del fac­
tor objetivo. Esta reducción los ha conducido necesa­
riamente a formulaciones erróneas de la fase objetiva
de la relación dialéctica: el lazo “salario-productividad”
mal formulado de esta manera, cae en el economismo
mecanicista.
Retomaremos pues ahora esta cuestión fundamental.
Comenzaremos por precisar el mecanismo de esta fase
objetiva. Veremos entonces que esta presentación,
siempre unilateral, aunque de apariencia precisa, se en­
frenta con límites graves que no pueden ser superados
si no es restableciendo la dialéctica de las fuerzas obje­
tivas y las fuerzas subjetivas. El restablecimiento de
esta dialéctica sale de la “teoría económica para ele­
varse al plano de la realidad, al del materialismo his­
tórico.
Este m étod o de exposición ¿es peligroso. Si, para
quien es impermeable a la dialéctica y la sustituye
siempre por la causalidad lineal. Sin embargo, este me
todo de exposición es el de Marx: en el libro I *
capital , expone la fase “subjetiva” (“el elemento moial
e histórico” ), en el libro II, utiliza un ™ de'° "
mulación que pone de relieve la fase ° Je i |¿ctica
comentaristas de Marx, impermeables a la di
ha" visto Siempre ahí una “contradicción • Y co
P^ra ellos la c o n tra d icció n es la enemiga
32 ¿COMO FUNCIONA EL CAPITALISMO?

rechazan a Marx. Para nosotros, la contradicción está


en la realidad, la vida. Y es precisamente por eso qUe
no puede ser superada permaneciendo en el marco
estrecho de la “teoría económica” , por naturaleza lj.
neal y mecanicista, sino integrándola en el materialismo
histórico. Esta integración, que está implícita en Marx
no ha podido jamás ser realizada por las ciencias socia­
les no marxistas que de esta manera permanecen enre­
dadas en el eterno falso problema “ pluridisciplinario”.
Comencemos pues por el aspecto “objetivo” . Para
examinar sus características utilizamos un método
lineal, el del “modelo” , cuyos límites se verán de ma­
nera clara en el anexo.
Siempre hemos afirmado que el nivel del salario
dependía,entre otras cosas,de las fuerzas objetivas: el
nivel de desarrollo de las fuerzas productivas. Los es­
quemas de la reproducción del libro II de El capital,
sitúan la naturaleza de esta relación objetiva. Permane­
ceremos en este marco, el del modo de producción
capitalista, definido por su tasa de plusvalía y la distri­
bución de las fuerzas productivas en dos sectores: 1,
producción de equipos y 2, producción para el con­
sumo. Que la naturaleza de esos esquemas ha sido insufi­
cientemente comprendida, lo prueban los debates ulte­
riores sobre los “mercados” (Rosa Luxemburg, Tugan-
Baranovski, e tc .. .)27 o sobre algunos aspectos de la
tendencia a la baja de la tasa de ganancia (cuestión
conexa que será examinada más adelante). Por otra
parte, ¿hay que abandonar los razonamientos en valo­

27 Para el debate sobre los “ mercados” véase Lenin, “El


romanticismo económico” y “A propósito de la cuestión de los
mercados”, en Escritos económicos de Lenin, España, Siglo
XXI, 1974; Rosa- Luxemburg, La acumulación del capital, (bi­
bliografía completa del debate de la época); T u g a n Baranovs*
Les crises industriales en Angleterre (primera edición alemán >
1901). Nuestra solución al debate, que consideramos celta»»
está propuesta en Le devéloppement inégal, p. 146 y ss. .
más adelante la cuestión de la ley de la tasa de ganancia-
interc am bio d e s ig u a l y ley d e l v alo r
33

res que caracterizan a estos esquemas, para expresar las


condiciones de equilibrio en dinámica directamente en
precios de producción? No lo creemos: los modelos
establecidos en precios no aportan nada esencial que
no esté ya contenido en los modelos establecidos en
valores, por el contrario, ellos ocultan los aspectos
esenciales de la naturaleza del sistema.
Nos ha parecido que se podría hacer aparecer más
claramente la relación en cuestión, razonando directa­
mente en cantidades físicas.
Nuestro modelo aprehende pues, directamente, las
relaciones técnicas de producción (inputs de equipos y
de trabajo directo, outputs), por ejemplo:

Sección I le + 4h -* 3e
Sección II 2e + 4h -► 6c

Los inputs de capital constante se definen directamente


en unidades de equipos e, los inputs de trabajo directo
en horas h , y los outputs en unidades de equipos e
para la sección I y unidades de consumo c para la
sección II. Como se observa en este ejemplo, la compo­
sición orgánica es idéntica en las dos secciones.
Se supone que el producto del trabajo se reparte
entre el proletario y el capitalista en proporciones idén­
ticas de una sección a otra (tasas de plusvalía idénti­
cas). Se supone también que los salarios constituyen la
única fuente de la demanda de bienes de consumo C,
es decir, que el poder de compra cristalizado en la
remuneración del trabajo permite absorber toda la pro­
ducción de II durante cada fase descripta sucesivamen­
te. Por el contrario, la plusvalía es íntegramente aho­
rrada” , con miras a financiar la inversión bruta (reem­
plazo o ampliación), es decir que el poder de compra
cristalizado en la plusvalía generada durante una fase,
permite la instalación de los equipos necesarios para el
equilibrio dinámico durante la fase siguiente.
tratándose de un equilibrio dinámico, definimos el
¿COMO FUNCIONA EL CAPITALISMO?
4

progreso realizado de una lase a otra por el ritmo de


crecimiento de la productividad del trabajo (cociente
del producto por el input de trabajo directo). Por
ejemplo, si la productividad en cada sección se duplica
de una fase a la otra, la tecnología para la fase 2 será
definida por:

Sección I 2e + 4h -*• 6e
Sección II 2e + 4h 12c

La misma cantidad de trabajo directo, utiliza dos veces


más equipos, materias primas, etc., para producir un
output doble. Las composiciones orgánicas físicas se
duplican.
En estas condiciones, ¿cómo se puede realizar el
equilibrio de una fase a la otra? Imaginemos que al
comienzo, la cantidad de trabajo disponible en la so­
ciedad (120 h) como el stock de equipos disponibles
(30 e), estén dados. Su distribución entre las dos sec­
ciones, la tasa de plusvalía y el ritmo de crecimiento,
(excedente de la producción de I sobre las necesidades
de reemplazo) son simultáneamente interdependientes.
ejemplo, se tendrá:

Fase 1 Equipos Trabajo Sobre- Producto


necesario trabajo
Sección I 20e ♦ 40h+ 40h 60e
Sección II lOe ♦ 20h*20h-> 60c

Total 30e 120h

Aquí, el producto de I durante la fase 1 es el doble


de lo que es necesario para el reemplazo de los equi­
pos, y permite obtener también un output doble du­
rante la fase 2. Se verifica que las p r o p o r c io n e s
2/3 —1/3, que caracterizan la distribución de las fuer'i'
zas productivas entre I y II, y una tasa de plusvalía A
l N l E R CAMBIO DESIGUAL Y LEY DEL VALOR 35

| lHia(v es decir permanente (por lo tanto los salarios


. duplicados), son las condiciones del equilibrio
dinámico donde la fase 2 está caracterizada de la si­
guiente manera:

h'asc 2 Equipos Trabajo Sobre- Producto


necesario trabajo
Sección I 40e*40h* 40h - » 120c
Sección II 20e*20h ♦ 20h-*120c

Total 60e 120h

Constatamos aquí que el poder de compra cristalizado


en los salarios correspondientes a 120 horas de trabajo
(de las cuales 60 horas de trabajo necesario) debe per­
mitir comprar 60 c durante la fase 1 y 120 c durante
la fase 2, es decir que el salario real debe duplicarse
como la productividad del trabajo). La producción de
equipos, duplicada de una fase a la otra, encuentra su
mercado en la fase siguiente. Se observa que el ritmo
de crecimiento del equipo disponible dirige la cantidad
total del trabajo realizado, y no a la inversa. Este es un
punto importante: la acumulación de capital dirige el
empleo y no a la inversa (como lo pretende la econo­
mía burguesa en general y más particularmente el mar-
ginalismo). Aquí, por la elección misma de la hipótesis,
el volumen de empleo permanece constante de un pe­
ríodo al otro. En la hipótesis de un crecimiento de la
Población activa, por ejemplo natural, el ritmo de acu­
mulación no permite el pleno empleo.
Este modelo muy simple es, para nosotros, sufi­
ciente para ilustrar la naturaleza de la relación objetiva
entre el valor de la fuerza de trabajo y el nivel de
desarrollo de las fuerzas productivas en el modo de
producción capitalista. Nada se agrega pasando por un
dom inador común (valores y salarios), permitiendo
llriar los inputs, sustituyendo el cálculo en precios por
ütro en valores (igualación de la tasa de ganancia aquí
36 ¿COMO F U N C IO N A EL CA PITALISM O ?

igual a la de plusvalía, puesto que las composiciones


orgánicas son idénticas en las dos secciones), introdu­
ciendo hipótesis más complejas: composiciones orgá­
nicas diferentes y/o crecimientos de la productividad
diferentes en las dos secciones.
En nuestro modelo, por ejemplo, evidentemente se
pueden formular las condiciones de equilibrio en tér­
minos homogéneos. Si el precio de la unidad de C es
1 franco, el de E, 2 francos, y la tasa del salario por
hora 0,50 franco, la plusvalía (aquí igual a la ganancia)
será obtenida por la diferencia:

Fase l Equipos Salarios Plusvalía Productos


Sec. I 20e x 2 ■ 40F 80h x 0,5 * 40F 40F 60e x 2* 120F
Sec. II 1 0 e x 2 - 2 0 F 4 0 h x 0 ,5 « 2 0 F 20F 60c x 1 = 60F

Total 60F 60F 60F 180F

Para la fase siguiente, si la tasa nominal de los salarios


permanece constante, los precios de los productos se
reducen a la mitad y la productividad se duplica:

Fase 2 Equipos Salarios Plusvalía Productos


Sec. I 40e x 1 * 40F 80h x0.5»40F 40F 1 2 0 e x l - 120F
Sec. II 20e x 1 « 20F 4 0 h x 0 ,5 » 2 0 F 20F 120c x 0,5» 60F

Se verifica que no hay dificultad de absorción. En lo


que respecta a la absorción de los bienes de con­
sumo, no hay problema: los salarios devengados du­
rante cada fase (60 F), permiten comprar toda la
producción de la sección II durante la misma fase:
para la primera, 60 c a 1 F la unidad, para la segun­
da, 120 c a 0,5 F la unidad, e t c . . .
En lo que respecta a la realización de la plusvalí
ésta exige necesariamente la intervención del credi
de una fase a la otra. La plusvalía generada dur
lNTKRCAMBIO DESIGUAL Y LEY DEL VALOR 37

|a fase I no puede, en efecto, ser realizada sino du­


rante la fase siguiente. Si el sistema de crédito ade­
lanta 60 F a los capitalistas, es decir el monto de la
plusvalía generada durante la fase 1, este adelanto les
permite comprar los 60 e al comienzo de la fase 2 a
los precios de equilibrio de esta segunda fase. A este
precio, obtendrán durante la fase 2 una plusvalía de
60 F que les permitirá devolver el préstamo. Pero
ellos deberán solicitarlos nuevamente, siempre de 60
F, que les permitirá comprar 120 e a los precios de
equilibrio de la fase 3 (0,50 F la unidad), y así suce­
sivamente. Encontramos aquí lo que habíamos escrito
respecto al rol del crédito en la “cuestión de los mer­
cados” , en respuesta a los argumentos de Rosa
Luxemburg.28
Es evidente que se puede razonar también en pre­
cios constantes de los productos mientras los salarios
nominales aumenten como la productividad.
La introducción de un denominador común para
un cálculo en unidades homogéneas no agrega nada a
nuestro método de exposición de las condiciones del
equilibrio dinámico.
Saigal se inspira en nuestro modelo, pero lo tra­
duce a precios de producción (tasa de ganancia igual
de una sección a otra, proporcionales a los equipos).
Si las composiciones orgánicas son diferentes de una
sección a la otra, el equilibrio exigirá una distribución
diferente de las fuerzas productivas entre I y II, pues­
to que la tasa de ganancia será diferente de la de
plusvalía. Se encuentran aquí los oscurecimientos in­
troducidos por la “transformación” . Pero la lógica de
la relación permanece, expresada a nivel de los fenó­
menos inmediatos.

28 /
Hemos creído haber establecido este papel del crédito que
1 > había sido visto hasta ahora, Le développem ent inégal, op.
/ / ’ caP- II. Ahí está nuestra respuesta a la “cuestión de los
Arcados”.
¿COMO F U N C IO N A EL CAPITALISMO?

Antes de abordar la tercera serie de problemas, los


relativos a los afectos de la consideración de hipótesis
más complejas respecto a las com posiciones orgánicas
y a las productividades, conviene exam inar si existe
una solución al problema del equilibrio dinámico en
el caso más simple, cuando los salarios reales no au­
mentan como las productividades, por ejemplo si el
salario real por hora permanece estancado.
No existen más que dos familias de soluciones ma­
temáticas para este problema: una, absurda, corres­
pondiente al “ carrousel” de Tugan Baranovski, otra,
real, que hace intervenir el consumo de plusvalía.
Interviniendo en el doble debate respecto a los
mercados y el ciclo, Tugan Baranovski29 imaginaba,
ya a comienzos del siglo, una sucesión de fases en
equilibrio dinámico a pesar del estancam iento del sa­
lario real por hora. Los equipos suplem entarios pro­
ducidos en el curso de cada fase en cantidades cre­
cientes, como consecuencia de los progresos de la
productividad, son afectados a la sección I durante la
fase siguiente para producir otros equipos, y así inde­
finidamente, mientras que la sección II no crece sino
cuando la instalación de equipos exige una expansión
cuantitativa de la mano de obra, puesto que el sa­
lario real por hora permanece constante. En nuestro
ejemplo, donde la productividad se duplica de una
fase a la otra en cada una de las dos secciones, se
tiene:

Fase 2
Sección l 50e* lOOh (25h, 75h) 150e
Sección II 10e* 20h ( 5h. 15h)-* 60c
Total 60e 120h (30h, 90h)

« i ” \ , Uf ", Baranovski, op. cit. Nuestra crítica al “carrous-


sel data de 1957
intercam bio d e s i g u a l y le y d e l v a l o r
39

Fase 3
Sección I 137,5e* 137,5h (1 7,5h, 120h) -M12,5e
Sección II 12,5e* 12,5h ( l,5h, l lh ) - > 75c
Total 150e 150h (19 h, 13Ih)
etc.

La puesta en operación de 60e producida en el curso


de la fase 1 exige 120 horas de trabajo directo du­
rante la fase 2. La mano de obra, con la tasa del
salario real constante, tiene el poder de comprar 60c
que no exigen más que lOe y 20h de trabajo directo.
El excedente de equipos (50e) permitirá producir
150e. Esos equipos exigirán en la fase 3 una exten­
sión del em p leo a 150 h, por lo tanto del producto
de II a 75c, que no exigen más que 12,5h. El equi­
librio se realiza de una fase sobre la otra a pesar del
estancamiento del salario real por hora, combinado
con el crecimiento de la productividad, duplicada de
una fase a la otra en cada sección, acompañando la
elevación de la composición orgánica física, que se
duplica de una fase a la otra en las dos secciones. El
equilibrio se obtiene por una distorsión de la distri­
bución de las fuerzas productivas en favor de I y el
aumento de la tasa de plusvalía, como sigue:

Fase 1 Fase 2 Fase 3

Composición orgánica 30e/120h 60e/120h 150e/150h


(Indice) 100 200 400

Productividad en la
Sección I 60e/80h 150e/100h 412,5e/l 37,5h
(Indice) 100 200 400

, r°ductividad en la
Sección II 60c/20h 75c/12.5h
60c/40h
(Indice) 200 400
100

!)lstribución I/I + ¡i 5/6 0,91


2/3
asa de plusvalía 300% 690%
100%
40 ¿COMO FUNCIONA EL CAPITALISMO?

fcsta solución del “ carrousel” es evidentemente ab­


surda porque el equilibrio consumo/equipo debe ser
obtenido de una fase sobre la siguiente, y no puede
ser diferido indefinidamente. Si cada fase corresponde
a la maduración de los equipos, esta duración coin­
cide también con la de la “ planificación” de las deci­
siones de inversión. Los equipos serán producidos en
el curso de una fase si en la fase siguiente la produc­
ción de bienes de consumo que ellos permiten en­
cuentra su mercado. En realidad, si los salarios por
hora se estancan habrá crisis de superproducción
desde la fase 2, los equipos producidos durante la
fase 1 no podrán ser instalados, y la fracción que
podrá ser instalada ocasionará una demanda de em­
pleo reducida. Es el problema de Keynes y de la gran
crisis, la máquina está parada (equipos disponibles y
desocupación) y no puede ser puesta en marcha sino
por el alza de los salarios.
Evidentemente, se puede evitar el absurdo si se
consume la plusvalía. En nuestro esquema muy sim­
ple, la plusvalía es íntegramente “ahorrada” , pero si
se formula la hipótesis de que una proporción cons­
tante de aquella es consumida, nada cambiaría en la
naturaleza de los equilibrios. Si los salarios reales por
hora se estancan o crecen menos rápidamente que la
productividad, para realizar el equilibrio dinámico ha­
ría falta que una fracción creciente de plusvalía fuera
consumida. Tres probabilidades teóricas corresponden
a esta exigencia. Las examinaremos más adelante en
relación con la problemática de la dialéctica fuerzas
objetivas/fuerzas subjetivas en la determinación del
valor de la fuerza de trabajo.
Podemos ahora suprimir las restricciones respecto a
las composiciones orgánicas y las productividades.
La hipótesis de las composiciones orgánicas dife­
rentes en las dos secciones no modifica los resultados.
Si por ejemplo para la fase 1 se tiene:
intercam bio d e s ig u a l y ley d e l v alo r
41

Fase 1 Equipos Trabajo Sobre- Producto


necesario trabajo

Sección I 20e 50h 30h 60e


Sección II lOe 50h 30h 100e

Total 30e i60h

El equilibrio se realiza con un salario horario de 5/8


F , e = 2 F y. C = 1 F. La tasa de plusvalía es del
60%. Si se duplican las productividades en cada una
de las dos secciones, el equilibrio de la fase 2 exigirá
la misma tasa de plusvalía, por lo tanto un salario
real doble (s = 5/8, e = 1F, c = 0,50F).

Fase 2

Sección I 40e 50h 30h 120e


Sección II 20e 50h 30h 200c

Se observa que las composiciones orgánicas en valor


permanecen iguales aunque sean siempre diferentes de
una sección a otra (50/40 para la sección I en cada
una de las dos fases y 50/20 para la sección II). Lo
que se ha dicho precedentemente respecto a la “so­
lución” de Tugan Baranovski es también válido aquí.
Ahora debe ser examinada la hipótesis del creci­
miento diferente de la productividad de una sección a
otra. Supongamos que la tecnología permite duplicar
la productividad de la sección II de una fase a la
otra mientras que la de la sección I aumenta sola­
mente una vez y media, por ejemplo:

le* 4 h -+ 5e
Sección I ^ase *
fase 2 le* 3h -+■ 5e

Sección II 1 le* 4 h -► 6c
fase 2 le* 2h _* 6c
¿COMO FUNCIONA EL CAPITALISMO?
4

Se verifica que el equilibrio dinámico se realiza cuan


do se tiene por ejemplo:

Fase I Sección I 40c ♦ 160h (40h, 120h)«200e


Sección II 10c+40h (lOh, 30h)* 60c

Total 50e 200h (50h, 150h)

Fase 2 Sección I 160e*480h (94h, 386h)* 800e


Sección II 40e + 80h (16h, 64h)» 240c
200c 560h (1 lOh, 450h)

en el cual el precio unitario de los equipos es ej = 1 y


e 2 = 3/4, el de los bienes de consumo Cj = 5/6 y
c2 = ü /2 4 y el salario por hora nominal s, = {/4 y
s 2 = 11 /5 6 .
De manera general, se demuestra que desde que se
realiza un progreso en I o en II, o en las dos sec­
ciones, el salario real por hora debe aumentar en una
proporción que es una combinación de las tasas de
crecimiento de la productividad en la sección I y II.
En cuanto a las tasas de plusvalía y a las composicio­
nes orgánicas, varían según que este progreso de la
productividad sea más rápido en una sección que en
otra. En el anexo se encontrará la demostración rigu­
rosa de estas conclusiones.

V. LA DIALECTICA DE LAS FUERZAS O B J E T I V A S Y


LAS FUERZAS SUBJETIVAS EN LA DE T E R M IN A C I O N
DEL SALARIO EN EL MODO DE PRODUCCION
CAPITALISTA

Los esquemas desarrollados más arriba ilustran el he­


cho que el equilibrio dinámico pone en relación obje­
tivamente necesaria, en el modo de producción capí*
talista puro: por una parte, el valor de la fuerza de
trabajo (tasa de plusvalía y salario real por hora)>
k( AMBI° D E S I G U A L Y LEY DEL V A L O R 43

las composiciones orgánicas en cada una de


P°r 0 j^nes y los progresos de la productividad de
laS ^ase a la otra. La condición evidente que el sis-
ÜOa exige para que esta relación pueda manifestarse
movilidad absoluta de los capitales y del trabajo
eS una rama a otra, por lo tanto también de una re-
ón a otra, et c. . es decir el logro del proceso de
proletarización implícito en la hipótesis del modo
Capitalista “puro” . La cuestión de la movilidad del
trabajo se inscribe naturalmente aquí. Ella es esencial
y obliga a integrar los “ fenómenos nacionales” (que
provienen de las instancias políticas e ideológicas) en
el análisis global, que no puede satisfacerse permane­
ciendo a nivel de la infraestructura (la instancia eco­
nómica). Se debe salir pues de la economía para ir al
materialismo histórico.
Habiendo olvidado esta relación objetiva necesaria,
Emmanuel ha caído en el error de extraer el salario
del nivel de desarrollo de las fuerzas productivas, de
hacer de eso una “variable independiente” . Para de­
terminar el nivel de esta “variable” será necesario
entonces recurrir a otras fuerzas distintas de aquellas
que regulan la acumulación: por ejemplo alguna ley
de población, como lo hicieron Ricardo, Malthus o
U isalle y que Marx criticara severamente. O se afir-
n^ará que ese nivel es “convencional” , es decir, resul­
tado del equilibrio autónomo —social y político— de
s fuerzas sociales en acción sin fronteras objetivas
e mintas, por supuesto, al plafond igual al producto):
una3 . interPretac*ón que Joan Robinson ha dado a
da r ta eta^a su ev°lución, es la que Emmanuel
“elemp.COnten^°- k e x Pres*ón de Marx respecto al
valor H0t? b ó r i c o y moral” que interviene en el
üe la fuerza de trabajo.30

30 Jo
Scv?1)’ V * n te ° f interest and other essays
XI>1968. a k economía marxista, México, Siglo
44 ¿COMO FUNCIONA EL CAPITALISMO?

Se caería en el economismo si se llegara a afirmar


que “el nivel objetivo de equilibrio” se obtiene es-
pontáneamente por el juego de las leyes económicas
de la oferta y la demanda. El marxismo es profun-
damente extraño a esos modos de expresión mecani-
cista que caracterizan a la economía convencional.
Porque el nivel de los salarios está determinado por
la lucha de clases (elemento subjetivo) que se desa­
rrolla en un marco definido por las condiciones de la
acumulación (elemento objetivo). La tendencia espon­
tánea del sistema es en efecto la de reducir el nivel
de los salarios, maximizar la tasa de plusvalía, condi­
ción para la maximización de la tasa de ganancia.
Hemos dicho que la dialéctica fuerzas subjetivas/fuer­
zas objetivas se había expresado durante un siglo por
el movimiento cíclico de la coyuntura, mientras que
desde la segunda guerra mundial existen las condi­
ciones en el centro para una regulación de ésta a
través de un “contrato social” de naturaleza sorialde-
m ócrata.31
El error economicista conduce a la ideología de las
armonías universales, a la idealización de las solucio­
nes históricas que el capitalismo ha encontrado y en­
cuentra a su contradicción fundamental, a considerar
esas soluciones como las únicas posibles. Hemos visto,
en efecto, que si el salario real no sigue los progresos
de la producción, el sistema puede encontrar una sali­
da en el consumo de la plusvalía.
La primera “solución” —el consumo individual de
una fracción creciente de la plusvalía por los capita­
listas— no es “ natural” porque la competencia entre
capitalistas impone “el ahorro” y porque la ideología
del sistema, que refleja los caracteres fundam entales
del modo capitalista, se opone a ello. Sin embargo,
veremos que en el modo capitalista periférico, es^
solución al problema de los mercados es una realid*
31
Le développem ent inégal, op. cit. , cap. II
j N T B R CAMBIO DESIGUAL Y LEY DEL VALOR 45

visible. Mientras en Inglaterra a lo largo de los dos


primeros tercios del último siglo y en Japón hasta
después de la segunda guerra, el desequilibrio interno
es superado por la expansión externa, en la periferia
actual, estando prohibida o siendo muy limitada la
solución expansionista (más adelante se verá la tesis
del subimperialismo), la absorción se realiza por el
crecimiento prodigioso del consumo de los capitalis­
tas. Esto es posible por razones que veremos y que
caracterizan a la especificidad del modo periférico en
relación al modo central: simultaneidad de tecnolo­
gías modernas (con fuertes productividades) y salarios
bajos, condicionada por el mantenimiento de modos
precapitalistas dominados (y las alianzas de clases que
ello supone), dependencia tecnológica que libera a la
burguesía local de las exigencias de la competencia.
Una vez más, se trata aquí de condiciones que
permiten comprender la naturaleza específica de la
reproducción del modo periférico en cuanto tal: re­
producción de condiciones de salarios bajos y de la
dependencia respecto al capital central.
La segunda “ solución” es la que el mismo sistema
central ha descubierto para superar sus contradic­
ciones. Hemos repetido que no había contradicciones
“insuperables” —tesis del hundimiento catastrófico, de
la “crisis general” , e t c . . sino solamente diferentes
alternativas para superarlas: las del capitalismo, que
preservan los caracteres esenciales del sistema, y las
del socialismo, que las superan desde el comienzo. La
competencia monopólica, la inclusión de “ costos de
venta” en el precio del producto y el desarrollo con­
secutivo del parasitismo terciario, bien descriptos
desde hace tiempo por Chamberlin y Joan Robinson,
constituyen como lo han visto Baran y Sweezy, la so­
lución “espontánea” del sistema.32 Se pondrán, en la

32 E. H. Chamberlin, The Theory o f Monopolistie Com-


petition, Boston. [Hay ed. esp.l, 1931; Joan R obinson, Imper-
¿COMO FUNCIONA EL CAPITALISMO?

misma familia de soluciones las que proceden de |a


distorsión de los precios relativos y de la dispersión
del capital. Las dificultades de la absorción engendran
en efecto distorsiones de precios. El capital, que se
concentra en un polo, se dispersa nuevamente en el
otro para responder a esas solicitaciones del mercado.
Así se recrean sin cesar las condiciones que permiten
la rentabilidad de nuevas actividades que son el lugar
del perpetuo renacimiento de un “ pequeño capitalis­
mo” . Este no es un vestigio del pasado sino un pro­
ducto de la misma concentración. En este pequeño
capitalismo (servicios, agricultura de lujo, e tc .. .) el
capitalismo individual es también consumidor de una
fracción importante de su ganancia.
La tercera “solución” implica la intervención activa
del estado en la absorción: gastos públicos, civiles y
militares, etc. . . La gran intuición de Baran33 ha sido
comprender que en adelante el análisis del equilibrio
dinámico no podía ser hecho en el marco del modelo
“ puro” que comprende dos sectores sino que debía
hacerse en un marco nuevo -d e tres sectores- (sien­
do precisamente el estado, el tercer sector, consumi­
dor de una creciente fracción del excedente). Este
análisis, que responde a la realidad, imponía entonces
introducir un concepto más amplio que el de plusva­
lía, el cual está ligado de una manera inmanente a la
productividad del trabajo productivo. Este concepto
es eir de excedente.
La introducción de estas “ soluciones” , y especial­
mente la tercera, ¿suprime la caracterización objetiva
de la fuerza de trabajo? Sí, para quien interpreta
esta caracterización de una manera economicista. Pe*0

fe c t Competition, Londres, 1935; Baran y Sweezy, El


monopolista, México, Siglo XXI, 1968.
33
Méxi^*
P. Baran, La economía política del crecimiento.
FCE, 1959; H. Magdoff, La era d el imperialismo, Mont-
FCU, 1972; Maspero 1970.
J.UHIO
|NrKHCAM H> OKSIOUAL Y LKY l>KL VALOR 47

hdad, estas “ soluciones nos recuerdan solamen-


cn ¡V existencia de una dialéctica fuer/as subjetivas/
U* zas objetivas. Porque la intervención del estado
je b e ser rcubicada en el marco de la lucha de clases
« 1 le da su sentido.
Dialéctica no significa yuxtaposición de elementos
autónomos. La lucha de clases, en toda la riqueza de
sus expresiones esquematizadas aquí, no “ revela” , por
feliz azar, las necesidades objetivas del equilibrio. La
lucha de clases modifica las condiciones objetivas. El
modelo, como el lector lo comprenderá leyendo el
anexo, es forzosam ente unilateral, pero la realidad no
lo es. Los resultados de la lucha de clases modifican
las condiciones del “ modelo” : actúan sobre la asigna­
ción de recursos, las tasas de crecimiento de la pro­
ductividad, e t c . . . Condiciones objetivas y fuerzas
subjetivas actúan y reactúan unas sobre otras.
Una última observación: nuestro análisis del equi­
librio dinámico no hace intervenir hipótesis respecto a
la tendencia a la tasa de ganancia. Encontraremos
esta cuestión más tarde en relación con las etapas de
la evolución del sistema capitalista y la cuestión co­
nexa de la tendencia descendente de la tasa de ganan­
cia.

V| LA CARACTERIZACION DE LA REMUNERACION
l)EL TRABAJO EN EL SISTEMA MUNDIAL: EL IN­
TERCAMBIO DESIGUAL

;;;:de,;;()s ahora volver al punto de partida: la cues-


dni * *°S va*ores internacionales. Si el sistema mun-
mas n° eS nac*a mas ^ue una y uxtaP°sición de siste-
cid nac'ona*es autónomos, cada uno de ellos redu­
que ' r m° d ° de producción capitalista puro, lo
ción C^.arnos de demostrar respecto a la caracteriza-
re,ació°n,CtÍVa ^ va*or *a ^uerza d® trabajo en
con el nivel de desarrollo de las fuerzas pro-
48 ¿COMO FUNCIONA EL CAPITALISMO?

duetivas nacionales, bastaría. Entonces, el intercambio


entre naciones escaparía a la ley del valor. El análisis
ricardiano - e n realidad en términos subjetivos- sería
la única racionalización posible del intercambio inter­
nacional. Ya hemos dicho que la teoría subjetiva del
valor encuentra su campo de aplicación en las rela­
ciones comerciales entre formaciones precapitalistas
autónomas (la cuestión del comercio de ultramar y
los beneficios de monopolio de éste);34 sería lo mis­
mo en el sistema mundial contemporáneo.
Esto no tiene sentido, porque precisamente este
sistema no es la yuxtaposición de modos de produc­
ción capitalistas nacionales autónomos. La cuestión de
la caracterización de la remuneración del trabajo en
el sistema (en el centro y en la periferia) debe ser
pues estudiada.
Volvamos entonces a Emmanuel. Nosotros compar­
timos su punto de vista de que siendo las mercancías
internacionales, el problema del valor de la fuerza de
trabajo debe ser examinado a nivel mundial. Pero no
compartimos su punto de vista de que las produc­
ciones intercambiadas en el mercado mundial son
específicas, que tienen valores de uso irreductibles.
No compartimos tampoco la opinión de que se puede
encerrar el análisis de los intercambios internacionales
en el marco de las relaciones entre modos de produc­
ción capitalistas nacionales. Estos son los dos pro­
blemas que consideraremos ahora.
Los productos exportados por la periferia ¿son
“específicos”? En el plano de los hechos visibles, no
es así. La mayoría de las exportaciones del Ter
Mundo está constituida por materias primas que
producen en el centro y en la periferia: el
se produce en Estados Unidos y en el mundo ar;
el algodón en Estados Unidos y en la India, el nu

34 S. Amin, Le développem ent inégal, op. cit., p- 24


IN TER C A M B IO d e s ig u a l y l e y d e l v a l o r

ral de hierro en Europa y en Africa, e t c .. . Muchas


de estas materias primas son sustitutos muy pare­
cidos. las oleaginosas tropicales y las del mundo
templado, las fibras o el caucho naturales y sus
sustitutos sintéticos, los frutos tropicales y los de
Europa, etc. . . Los productos verdaderamente “espe­
cíficos suministrados por la periferia son pocos y
representan una débil proporción del comercio del
Tercer Mundo. Según nuestra opinión, también el té,
el café o el cacao tienen sustitutos, aunque relativa­
mente menos parecidos que los de los otros produc­
tos señalados.
De manera general, la economía convencional ha
exagerado considerablemente el papel del valor de uso.
Se comprende: para basar la economía en las “elec­
ciones del consumidor” hay que atribuir un carácter
irreductible a los valores de uso de productos que, en
realidad, son sustitutos parecidos. Sin embargo, se
sabe cómo los productores capitalistas condicionan la
demanda y, según las estrategias que se proponen,
imponen tal o cual sustituto; en última instancia, la
producción domina el consumo y no a la inversa.
Este punto referente a la “especificidad” de los
productos no es secundario. Llegamos aquí, reco­
rriendo nuestro análisis, a partir de la discusión res­
pecto al intercambio. Durante mucho tiempo Emma­
nuel y nosotros m antuvim os35 un diálogo de sordos
justamente por esta razón. Siempre habíamos formu­
lado espontáneamente —pero demasiado implícita­
mente— la hipótesis contraria a la de Emmanuel. Para
nosotros, la “ especificidad” de los productos fue
siempre un mito, producto de la alienación mercantil.
A partir de que para nosotros, centro y periferia
producen los mismos valores de uso, se imponía la

3S Especialmente en forma oral y en una correspondencia


privada.
50 ¿COM O FU N C IO N A EL CAPITALISMO?

comparación de niveles de desarrollo de las fuerzas


productivas (las “ productividades” ) dentro de las
ramas que producen los mismos valores de uso. Para
Emmanuel, la cuestión no se planteaba; de allí que él
podía descartar completamente el intercambio del
proceso de producción.
Esta “falta” de Emmanuel es grave; testimonia una
posición fundamentalmente opuesta a la de Marx, una
ignorancia de la importancia decisiva de los primeros
capítulos de El capital, que basa la crítica de la
economía en la desmitiílcación de la alienación mer­
cantil (la mercancía fetiche). Es además la razón por
la cual Emmanuel se ha deslizado, como otros antes
que él, a propósito de la cuestión de la “ transforma­
ción” examinada más adelante, hacia un restableci­
miento del marginalismo. Porque, pensamos que se
trata aquí de algo esencial, no percibido por muchos
“ marxistas” , queremos poner las cosas en su lugar.
Para Marx, producción y consumo están también
en una relación dialéctica: el consumo niega la pro­
ducción pero ambas están íntimamente ligadas en una
unidad superior. En esta unidad no hay simetría; en
última instancia, la producción domina al consumo.
El método del marginalismo está basado exacta­
mente en la proposición inversa: al comienzo hay
“necesidades humanas” variadas, potencialmente infi­
nitas; estas necesidades pueden ser satisfechas por el
consumo de “cosas” ; esas “cosas” serán producidas.
Así, la ciencia social podría ser reducida a una
ciencia económica y la economía basada en la “ psico­
logía” —la relación del hombre (natural y no social)
con “ cosas” que permiten la satisfacción de sus nece­
sidades. Que los hombres convertidos en “consumido­
res” crean que eso es así, no resulta sorprendente
para quien ha comprendido realmente que el capit3'
Üsmo es, en el estadio supremo, el reino de la mer­
cancía, que la alienación mercantil es la condición de
su reproducción, que las cosas en cuestión no *
jn t e h c a m b io d e s ig u a l y l e y d e l v a l o r
51

producen por el valor de uso absoluto que tendrían


sino como un valor de cam bio, que su valor de uso
n0 es de origen sino un producto social creado por el
modo de producción. No hay “ necesidad” específica
que deba ser satisfecha por flores de plástico, dife­
rente de una “ necesidad” que no podría ser satis­
fecha sino por flores de papal. Se producen flores de
plástico y de papel porque eso reporta un beneficio;
eso es posible porque hay hombres que no tienen
más que su fuerza de trabajo para vender y que
deben venderla para sobrevivir; y la necesidad de esas
flores surge sim ultáneam ente con la fabricación de las
mismas flores.
Es preciso recordar continuam ente estos fundamen­
tos de la ciencia social porque viviendo en un mundo
alienado, no estam os jam ás en estado “ puro” .
En la conclusión volveremos sobre este problema
esencial. Por el m om ento tratem os de precisar la
naturaleza del intercabm io desigual en este marco
definido por la (no especificidad) de los productos.
Las técnicas utilizadas para producir la mayor
parte de las exportaciones del Tercer Mundo son
análogas a las aplicadas en las mismas ramas, como
ya lo hemos observado. Sin em bargo, los salarios
reales son muy inferiores en la periferia. Además, el
marco en el que se organizan esas producciones es el
del modo capitalista. En estas condiciones, el análisis
de la transferencia de valor en los términos en que lo
hemos hecho nos parece superior al de Emmanuel,
sólo él permite definir correctam ente el intercambio
desigual: intercam bio de productos en la producción
de los cuales la diferencia de los salarios es superior a
la de las productividades. „ .
La observación hecha por Marx “ de pasada re a
**va a los intercam bios entre dos países que producen
y exportan el mismo producto en c o n d ic io n e s d e
productividad diferentes, ha sido demasiado rapiaa-
m ente descartada por Emmanuel quien c o n s ta ta
¿COMO FUNCIONA EL CAPITALISMO?

solamente que “ este caso particular no afecta para


nada mi (su) teorem a del intercam bio desigual refe.
rente a las relaciones de intercam bio entre dos países
donde cada uno se especializa en ramas diferentes” .36
Una vez más, la observación de Marx, aunque sea una
nota marginal, se revela profunda y corresponde al
problema real a estudiar.
Por supuesto que la productividad del trabajo no
depende solamente de las tecnologías aplicadas sino
también del marco natural en el cual el trabajo, do­
tado de los equipos adecuados, opera en un sistema
social dado. Estos recursos naturales no tienen pro­
ductividad por sí mismos, pero actúan sobre la
productividad del trabajo. Ahora bien, las condiciones
sociales y económicas de acceso del capital a estos
recursos son variables y por eso, como hemos visto,
se entrevé toda una familia de casos de “ intercambios
desiguales” caracterizados por otras razones que por
la desigual remuneración del trabajo.37
Evidentemente, si se considera que los valores de
uso son completamente irreductibles, el elemento
“ natural” puede ser determinante. Es sobre esta
observación que se basa Emmanuel cuando declara
que los países subdesarrollados tienen una ventaja re­
lativa en sus exportaciones muy superior a su desven­
taja en sus im portaciones.38 Porque producir cacao
en Inglaterra costaría relativamente mucho más que
producir textiles en Ghana. Pero esta observación no
tiene ningún sentido para los productos no específicos.
Sin embargo, las condiciones sociales y económicas de
acceso a los recursos naturales, que Emmanuel ignora,
son aquí determinantes en aquello que hemos calificado
“ otras formas de intercambio desigual” .

36 Emmanuel, Politique A u jo u rd ’hui, art. cit., p. 79.


37 S. Amin, Le développem ent inégal, op. cit., p. 127 y ss-
38 Emmanuel, Politique A u jo u rd ’hui, art. cit., p. 80.
«tuTAMBIO DESIGUAL Y LEY DEL VALOR 53
iK T »1*

Difícilmente se acepta la idea de que los produc­


es intercam biados no sean específicos. Ante todo,
como ya lo hemos dicho, porque eso afecta al pre*.
,uicio marginalista. También porque el análisis lleva
entonces directamente a la pregunta: ¿por qué el cen­
tro no abandona la producción de esos productos?
Y, yendo más lejos aún, puesto que las mercancías y
el capital son internacionales, ¿por qué el capital no
emigra masivamente a la periferia para producir ahí
todo con salarios inferiores e inundar el centro con
estas exportaciones de la periferia? 39
Hay dos razones por las cuales eso no es así. La
primera es de orden histórico: el capital ha sido
nacional antes de ser internacional, es decir que su
movilidad internacional es sólo una tendencia, cre­
ciente por cierto, aparecida además en relación con la
centralización y los monopolios. Así, tratándose de la
hipótesis ricardiana de la inmovilidad del capital,
Emmanuel observa con razón que “el óptimo abso­
luto sería que los ingleses se transportaran con sus
capitales a Portugal para producir ahí textiles y vi­
no” .40 Esta primera razón nos llevará a considerar
más adelante las relaciones entre la teoría del inter­
cambio desigual y las etapas históricas del desarrollo
del sistema capitalista.
La segunda razón, de naturaleza teórica, es más
importante. Lo que hemos dicho sobre la relación
objetiva entre el salario real y el nivel de desarrollo
de las fuerzas productivas es válido respecto al con­
junto del sistema mundial como lo es, por la misma

39 Esta es por otra parte la tendencia real del sistema,


como lo revela el desarrollo de los runaway industries (Le
“w loppem en t inégal, p. 157 y ss.). Véase para esta discusión
Csaac Minian, Costos comparativos e intercambio desigual y
f internacional e intercambio desigual, doc. mimeogra-
° ’ Santiago, 1972, citado más adelante.
40
A. Emmanuel, El intercambio desigual, op. cit., p. 30.
¿COMO FUNCIONA EL CAPITALISMO?
54

razón, respecto al modo de producción capitalista


puro.' Si todas las industrias debieran emigrar al
Tercer Mundo donde encontrarían la ventaja de sala­
rios más bajos, su producción no tendría mercado en
el mundo desarrollado. El argum ento desarrollado por
Minian, de que la hipótesis de la movilidad de las
mercancías y del capital pero no del trabajo conduce
a un impasse teórico, no está fundam entado. Las
exigencias del equilibrio de la balanza de pagos del
centro y de la periferia, presentadas en respuesta a
este tipo de crítica, son correctas: este equilibrio no
es otra cosa que la traducción a este nivel de las
exigencias de un equilibrio más esencial entre el nivel
de la remuneración del trabajo y el del desarrollo de
las fuerzas productivas.
Nos es preciso ahora examinar la segunda limi­
tación que Emmanuel se ha impuesto. El marco den­
tro del cual se producen algunas exportaciones de la
periferia, no es el modo de producción capitalista. De
manera más general, los productos que entran en el
consumo obrero de la periferia no provienen necesa­
riamente de una producción capitalista. Eso es así no
sólo respecto al consumo obrero en los sectores capi­
talistas exportadores de la periferia, sino también
respecto a las industrias locales cuya mercado es
interno. ¿Cómo se articulan estos diferentes modos
de producción? ¿Qué significa exactamente la domi­
nación del modo capitalista? La toma en conside­
ración de estas preguntas, ¿modifica el análisis del
intercambio desigual?
Si el modo de producción en una de las partes
que intercambian, externa o interna, no es el modo
capitalista, no se pueden utilizar los conceptos básicos
del capitalismo (capital, salario y ganancia, tasa de
plusvalía y de ganancia, e t c .. .). Incluso la expresión
intercambio desigual (o igual), ¿conserva algún sen-

Los modos de producción de origen precapitalista


i NTe k c a m b i o d e s ig u a l y le y d e l v a l o r 55

ue m antienen las relaciones mercantiles con el modo


Capitalista son, por cierto, sumamente variadas. Por
q u e r e r simplificar se puede, sin embargo, reducirlos al
modo de producción de pequeños comerciantes. Ima­
g i n e m o s , por ejemplo, que la sociedad capitalista
antes descripta (que produce 60e y 60c con las
tecnologías definidas) entra en relaciones mercantiles
con un modo de pequeños comerciantes que produce
bienes de consumo de un valor de uso análogo, pero
de acuerdo a una técnica artesanal, sin equipos, según
la fórmula

Oe + 100 h -* 20c

Aquí ya no se distingue el trabajo necesario del so­


bretrabajo, puesto que se trata de un modo de
pequeños comerciantes. El producto C es competitivo
si la remuneración del trabajo aceptada es aquí 0,20F
la hora (contra un salario por hora de 0,50F en el
modo capitalista que produce el mismo producto).
Hay ya “intercambio desigual” en el sentido que las
remuneraciones para el mismo tiempo de trabajo son
desiguales (en una relación de 2 a 5); sin embargo,
esta diferencia es aquí idéntica a la que caracteriza a
las productividades.
Si, de la fase 1 a la siguiente, el progreso de la
productividad reduce el precio de la unidad de c en
Ia economía capitalista de 1 a 0,50F, en tanto la
economía artesanal no evoluciona, ésta, para ser
competitiva, deberá aceptar una reducción de la re­
muneración nominal del trabajo de 0,2 a 0,1 F por
hora. Mientras que en el centro el salario real aumen-
como la productividad, en la periferia la remune-
ración real del trabajo se estanca, puesto que los
^oductos de consumo que entran en el consumo de
s trabajadores aquí y allá son mercancías intei nació
^a,es cuyo precio ha sido reducido de 1 a 0,50F la
n,dad. Va hemos examinado este problema, el del
56 ¿COMO FUNCIONA EL CAPITALISMO?

deterioro de los términos del intercambio factorial: el


comercio internacional, contrariamente a las afirma­
ciones optimistas de la teoría convencional, no per­
mite el reparto de los beneficios extraídos de la
mejora desigual de la productividad.41
Evidentemente, si la economía mercantil simple
suministrara un producto específico, no habría nin­
guna razón para que estuviera obligada a aceptar una
reducción de la remuneración nominal de su trabajo.
El precio de oferta de su producto podría perma­
necer igual. La economía capitalista deberá aceptar
entonces repartir los beneficios por la mejora de su
productividad. Sin embargo, es probable que la
economía mercantil acepte una reducción del precio
de su producto, para lo cual en el centro serán desa­
rrollados sustitutos baratos, sobre todo mientras la
remuneración real del trabajo artesanal -p o r susti­
tución de los productos de consumo local por impor­
taciones más baratas— no sea afectada.
Este razonamiento no prejuzga nada sobre el carác­
ter igual o no del intercambio. Solamente permite
circunscribir las condiciones que hace que los socios
se beneficien o no con los progresos desiguales de la
productividad.
Sin embargo, por analogía con la situación estu­
diada más arriba, donde los socios están organizados
en el marco de una producción capitalista, hemos
extendido el concepto de intercambio desigual a las
situaciones donde -cualquiera sea el modo de pro­
ducción de los socios— la diferencia de remuneracio­
nes del trabajo es superior a la de las productivi­
dades. Esta extensión nos parece completamente
justificada debido a la muy fuerte integración de
todas las actividades mercantiles contemporáneas en el

Véase S. Amin, Le développem ent inégal, op. cit., p-


y ss., donde tratamos esta cuestión en términos del intercafli"
bio factorial doble.
N IJCKCAM BIO DESIGUAL y LEY DEL VALOR
57

sistema capitalista internacional. En muchos casos, la


arnplitiid cuantitativa de esta desigualdad del inter­
cambio, puede ser medida muy fácilmente. En algu­
nos casos, cuando los productos no son sustitutos
cercanos, es más difícil hacerlo.«2 Sin embargo, si
uno puede aventurarse en esta dirección es porque el
capital no es solam ente individual (parcelado) sino
también social (global).
El esquema de las secuencias sucesivas del inter­
cambio, ilustra el hecho de que las condiciones del
intercambio entre el modo capitalista y el modo mer­
cantil simple pueden actuar sobre las condiciones de
la reproducción en el primero, es decir modificar la
tasa de plusvalía; el salario real del equilibrio diná­
mico con intercambio es entonces diferente de lo que
sería sin ellas. No hay modificación de las condi­
ciones de acumulación en el modo capitalista si los
productos ofertados por el modo mercantil entran en
competencia con los que éste produce: el modo capi­
talista “salvaguarda” su propia dinámica autónoma
imponiendo sus precios. Los medios económicos utili­
zados que desarrollan esta competencia son, o bien la
organización paralela en el centro y en la periferia de
la producción de productos idénticos o de sustitutos
cercanos con productividades desiguales, o bien la
emigración del capital hacia la periferia para producir
ahí con una productividad elevada, aunque marginal­
mente, los productos que la economía local dominada
suministra también. El contraste entre las plantaciones
industriales (Unilever, United Fruit, e tc ...) y la
Producción artesanal dominada, entra en esta estra-
e&a. De manera general, la organización de la pro-
Ut~ción capitalista competitiva de las producciones
artesanales dominadas y mantenidas encuentra ahí su

42 Ibid., p. 117 y ss.;EÍ capital, nuc5tra u'tUlCl° n


estudio de Napoleoni (op. c t l ) '
anterior.
¿COMI) FUNCIONA EL CAPITALISMO?
58

exülicación Por supuesto, los medios “ económicos”


no pueden ser aislados de los medios “ políticos” ap||.
cados paralelamente para obligar a los modos preca.
pitalistas a integrarse en los intercambios capitalistas.
Ningún esquema de este tipo puede reemplazar el
análisis concreto de las formaciones de transición del
precapitalismo al capitalismo periférico y las alianzas
de clases específicas de esta transición.
Sin embargo, si el capital no logra desarrollar esta
competencia, la sociedad precapitalista “ resiste” , y las
condiciones de la reproducción de la sociedad capitalis­
ta se modifican en la medida en que ésta está obligada
a procurarse, por el intercambio, los productos especí­
ficos indispensables suministrados por la otra.
¿Se puede ser más “claro” sobre este punto esen­
cial respecto a la dialéctica de las fuerzas objetivas y
subjetivas en la periferia y a escala de todo el siste­
ma? Los “economistas” desean siempre lo que deno­
minan “ demostraciones rigurosas” , aquellas que
pueden formalizarse en modelos. Este no es el caso.
Como lo mostramos en el anexo, la “ caracterización
objetiva” de la fuerza de trabajo en el modo capita­
lista puro puede ser ilustrada —no dem ostrada- en
un modelo simple que presenta, sin embargo, la ca­
rencia de todo modelo: ser unilateral.
El argumento no pierde su fuerza, a pesar de las
apariencias, cuando no se puede recurrir a tales ilus*
traciones mecanicistas. Este es el caso donde se está
penamente en el materialismo histórico y, por lo tanto.
Ue^a ,i^e economía” . Hemos afirmado que Ia
unidad del mundo se expresa por el hecho que ,oS

loppement ¡!ím!¡eW? $ Consagrado capítulos enteros del1


tratVdTen . * h h,Storia de la transición, que P. ™ 9
et transitinn n T * 0**™ píricos>(Colonia lis me, néo colon*'
Maspero, 1971). y J * * * 1
Siglo XXI] » Maspero 1973 [de próxima publicación
-«CAMBIO DESIGUAL Y LEY DEL VALOR
| N1

, 0(CS mtegrados en las formaciones complejas


, Alunadas por el modo capitalista, venden su fuerza
je trabajo y no los productos de éste. Pruébelo, se
Jira Remitimos al lector a nuestros desarrollos en El
desigual4* respecto a la constitución de las
formaciones periféricas. Hay ahí un primer esfuerzo
je demostración situado en el plano del materialismo
histórico. Es decir, un plan que integra lo que la uni­
versidad separa estúpidamente: la historia, los “fenó­
menos nacionales” , la sociología y las clases sociales,
las luchas políticas y las ideologías, la evolución eco­
nómica y la representación de todo eso en la con­
ciencia alienada de los hombres, sus teorías “cientí­
ficas” y sus sistemas de valores. Queda mucho por
hacer en esta dirección; pero en ésta y no en aquélla,
sin salida, de los modelos unilaterales.
En otro plano; pruébennos que los hombres son
mortales. Ningún estadístico puede hacerlo: investi­
gando los registros de nacimientos del año 1600 y
buscando saber en qué se han convertido los hombres
nacidos en ese año, encontrará (difícilmente) que
muchos han muerto; por supuesto no descubrirá
ningún sobreviviente; entonces concluirá: no está
establecido que todos los hombres nacidos en 1600
estén muertos aunque no hayamos encontrado ningún
1 ^reviviente. Después de todo, la unidad del mundo,
tn<) me lo recordaba un amigo pintor, está hecha
n pintura y mierda: eso huele.

v " °EL i n t e r c a m b i o d e s ig u a l al DESARROLLO


d e s ig u a l

ju n ta n d o las dos restricciones que se ha


mmanuel, es decir, considerando que los productos

44
^ Amin, Le développem ent inégal, p- 257 y
¿COM O F U N C IO N A E L CA PITALISM O?

intercambiados, I ) no son “ específicos" y 2) que


pueden ser producidos en el marco de modos de
producción no capitalistas, hemos tenido la sensa­
ción de haber realizado un considerable progreso
teórico.
Ante todo, asi hemos logrado definir correcta­
mente el intercambio desigual. Para nosotros, hay
intercambio desigual en el sistema capitalista mundial
cuando la diferencia entre las remuneraciones del
trabajo es superior a la que caracteriza a las producti­
vidades. Por una parte, esta definición se refiere a un
fenómeno específico del sistema capitalista mundial;
no pretende rendir cuentas de fenómenos propios de
otros sistemas, por ejemplo el de los intercambios
precapitalistas de la antigüedad. Por otra parte, el
intercambio desigual capitalista no implica necesaria­
mente que los dos modos de producción integrados
por el intercambio en el sistema capitalista mundial
sean también capitalistas. Nuestra definición es pues
más precisa pero al mismo tiempo más general que la
de Emmanuel.
Los resultados que hemos logrado están además
establecidos por Saigal, quien razona directamente en
términos de precios de producción, puesto que en sus
esquemas supone la igualdad de las tasas de ganancia,
no de plusvalía. Sus esquemas demuestran que hay
intercambio desigual cuando la diferencia de salarios
reales es superior a la de las productividades. Cu*l'
quiera sea el sector (I o II) en el que se especializa
el socio cuyos salarios relativos son inferiores, este
Pierde, por dicha especialización, no solamente
términos de intercambio (en relación a su situación
e ais amiento), sino también en términos de ere
miento potencial. Saigal retoma así también núes
en íca a Ricardo y nuestra afirmación de q**e
eres a largo plazo es desarrollar los sectores de
^as perspectivas de progresos
F ductividad sean mejores, incluso si dicha opc ^
i NTk r c a m b i o d e s i g u a l y le y d e l v a l o r
61

jeb e hacerse en detrim ento del intercambio.4*


La única condición necesaria para que pueda
aparecer un intercam bio internacional es, evidente­
mente, que se puedan comparar los salarios reales, es
decir que los bienes salariales (los wage goods) sean
mercancías internacionales. Porque si no lo fueran,
|0S sistemas nacionales estarían aislados entre sí, no
integrados sino apenas yuxtapuestos. El sistema capi­
talista mundial no existiría, puesto que por defini­
ción, implica el carácter internacional, mundial, de las
mercancías. Pero a riesgo de repetirnos, precisemos,
todavía una vez, que el intercambio desigual no
supone necesariamente que esos modos de producción
en los socios sean capitalistas: basta con que las mer­
cancías producidas estén destinadas al mercado capita­
lista internacional.
¿Es así? Por supuesto. Ante todo, en el plano
empírico, la mayor fracción de bienes salariales en los
países subdesarrollados son importados o suminis­
trados por la industria local de sustitución de impor­
tación y /o la agricultura capitalista. Los precios de
estos productos están sometidos a las leyes de la
competencia internacional tanto como aquellos pro­
ductos que constituyen la contrapartida real de los
salarios en el centro. Aun cuando algunos bienes sala­
riales en la periferia son todavía suministrados por los
modos de producción precapitalistas, aquéllos están
obligados a alinear sus precios sobre los de los susti­
tutos internacionales. Esta es una característica muy
general sobre la cual hemos insistido en nuestra des-
eripción del subdesarrollo: la trasmisión a la periferia
la estructura de precios relativos del centro que se

ah^t rbid., p. 113 y ss., tratamos ahí esta cuestión, a nivel


PuhíaCt0’ en a las hipótesis ricardianas. Saigal (articulo
no <1C|ado en este hbro), muestra que uno de los socios, pierde
c m í amente en términos de intercambio sino también de cre-
potencial.
¿COMO FUNCIONA KL CAPITAL,

convierte en la estructura de precios relativos internaci


nales, m ientras que la distribución de las productividades
es diferente de la que caracteriza al c e n tro .46 1
Pero al mismo tiempo que logramos una definición
correcta del intercambio desigual, logramos precisar
los límites de una teoría del intercam bio. Hn efecto
el costo de las remuneraciones del trabajo debe ser
explicado: la inmovilidad internacional de la mano de
obra es solamente la condición de su expresión. Esta
inmovilidad permite el intercambio desigual porque el
modo capitalista domina los otros modos de produc- j
ción. El análisis de esta dominación debe ser pues
situado en el centro del estudio de la acumulación a
escala mundial del desarrollo desigual del capitalismo.
Eligiendo ubicarnos en este punto de vista, hemos
logrado caracterizar el modo capitalista periférico por
oposición a su forma central. Recordemos nuestra
conclusión esencial: la forma periférica se caracteriza,
en oposición a la forma central, por la simultaneidad
de una tecnología moderna (por* lo tanto de una
productividad elevada) y salarios bajos en el marco de
la organización social capitalista. De este carácter
específico, del que hemos hecho la génesis histórica,
resulta la dependencia. La integración significa que el
equilibrio entre el nivel de desarrollo de las tuerzas
productivas y el valor de la fuerza de trabajo no &
halla a nivel de la formación periférica, sino sola
mente a nivel del sistema mundial en el cual esta
última está integrada. De esta ausencia de corr^
pondencia interna entre los dos elementos en cue8*10^
resulta el carácter vicioso del desarrollo
reproducción de sus propias condiciones de
dentro de la formación de los modos no capí*
exige que, en tanto dominados, suministren al n*>
pitalista su mano de obra barata.

46
Ibtd. , p. 186 y ss.
oí a m b io d e s ig u a l y ley d e l v a l o r 61

i.s dentro de este marco que hemos reubicado el


oblema Je la “ marginalidad” . ^ Término muy des-
vaciado pues sugiere que las masas “ marginadas” no
|fslan integradas al sistema. Pero lo están, puesto que
,|iaS suministran al modo capitalista dominante ya sea
d i r e c t a m e n t e mano de obra barata, ya sea indirecta­
mente trabajo barato cristalizado en productos que
permiten reducir el valor de la fuerza de trabajo en
beneficio del modo capitalista dominante; o produc­
tos que permiten reducir el valor de los elementos
constitutivos del capital constante, siempre en bene­
ficio del modo capitalista; o productos que permiten
elevar el valor real del consumo de “lujo” (de la
fracción de plusvalía que es consumida por la burgue­
sía). Todos esos mecanismos se analizan en última
instancia como transferencias de surplus generadas en
los modos no capitalistas en beneficio del modo capi­
talista dominante.
Así se comprende que los sectores “marginales” no
son “vestigios” . Pueden parecerlo cuando se trata del
sector de origen precapitalista, donde la dominación que
sufren les ha hecho perder su carácter autónomo origi-
nal- l)ero no siempre ocurre igual: los sectores marginales
modernos” son reproducidos por el sistema.
Si la dependencia, que nosotros situamos aquí, se
apresa en el plano internacional por una asimetría y
'*)r la transferencia de valor (el intercambio desigual)
^.Ue acompaña, ésta se expresa también necesaria y
l'multáneamente, en el plano “interno” , por una
^^ferencia en beneficio del modo capitalista perifé-
n<> ^ Sl se C0mprende que la dependencia, aunque
En ^a impuesta desde el exterior, se haga necesaria.
qüe e P^ano político, la burguesía local es el agente
0r8aiSr^ail' Za Una estructura dependiente, porque esta
1ZQción corresponde a su interés.

«7 , mu
P- 308 y ss. (debate sobre la “marginalidad”).
64 ¿COM O FU N C IO N A EL CAPITALI*
Mo?

De este modo, dicha estructura favorece niveles


consumo de la burguesía “ internacional” que el •
medio de desarrollo de sus fuerzas productivas ^
perm itiría. n°
El análisis de conjunto así dirigido nos permjte
rechazar dos series de mitos a los que el anális'
estrecho de Emmanuel no podía dejar de conducir: el
primero, es el mito que el “ desarrollo” puede ser
obtenido por una elevación “ artificial” de la variable
“independiente” —el salario -, el segundo, es el mito
que la transferencia internacional beneficia automáti­
camente a la clase obrera del centro.
El análisis de Emmanuel, respecto a los esfuerzos
de un aum ento de salarios en las condiciones del
desarrollo, es ingenuo.48 En efecto, formulando la
hipótesis de que una huelga conduce a un aumento
de salarios en las plantaciones de café en Brasil,
Emmanuel imagina que esta alza será imposible si los
com petidores sustituyeran al Brasil en el mercado
mundial, posible si el aum ento de salarios puede ser
absorbido por una mejora de la productividad en las
plantaciones. No es menos cierto que si el alza de
salarios afecta a todos los productores, los consumi­
dores deberán pagar el café más caro. Esto es logico
en cuanto Emmanuel sostiene la hipótesis de que los
productos suministrados por la periferia son especi
ficos. Pero no lo son. Es cierto, tam bién, que Ernrna
nuel llama la atención sobre el hecho exacto, deroa
siado dejado de lado por sus críticos, de que el pí0
ductor periférico no recibe más que una débil r
c ió n del precio que el consum idor central paga ™

48 Emmanuel, E l intercam bio desigual, op. “poor


ss., Politique Au/ourd'hui art. cit.; L e colon ialism e “eS . S,
w hit es " e t le m y th e de Vimpérialisme d'in vestissem en t,
N. 22, Les salariés des pays d e v é lo p p é s sont-ils plu¡> t
que ceux des pays sous-devéloppés e t les effets des va ^i\-
des salaires dans un systerne écon om iqu e o u v e rt,
meografiados, Université de Grenoblc, junio de 1969.
|Nl KKCAMHIO D E SIG U A L Y LEY D E L VALOR

¡JU producto. Las ganancias de los intermediarios la


publicidad, los impuestos percibidos en ei centro son
tan importantes que, a pesar del deterioro de los tér-
niinos del intercambio para el productor y las fluc­
tuaciones coy un t urales violentas de los precios mayo­
ristas de estos productos, sus precios al consumidor
aumentan regularmente y jamás registran bajas, ni
siquiera coyunturales: hay pues un grueso colchón
que permitiría absorber una mejora en la remune­
ración del trabajo si las relaciones sociales lo permi­
tieran. Este problema esencial, que nosotros ubicamos
en el centro de nuestro análisis del modo periférico,
no es objeto de ningún análisis en la teoría del inter­
cambio desigual.
Por eso Emmanuel ignora prácticamente la inter­
acción dialéctica salario/desarrollo, que él reemplaza
por un análisis lineal inexacto. Unicamente el análisis
del carácter objetivo del valor de la fuerza de trabajo,
como lo hemos precisado, permite superar el meca­
nismo economicista lineal. Por cierto, todavía aquí
Emmanuel hace al pasar observaciones interesantes.
Tratándose de Inglaterra, observa que los salarios,
bajos hasta 1870, no han afectado el desarrollo
porque “la renta captaba el excedente y le impedía
girarlo al exterior” . La observación es sin duda co­
rrecta, aunque falta matizar la apreciación, puesto
que precisamente desde 1800 a 1870, los términos
del intercambio se degradan para Inglaterra: una parte
de las ganancias de la productividad realizadas por a
industria de este país beneficia efectivamente a sus
socios comerciales. Será necesario pues ^ precisar las
condiciones históricas que han permitido e m e
^mbio desigual.49

■ 49 De ahí nuestra conclusión de que relación


( no aparece sino a partir de fines dei sigl déve-
°n los monopolios y el imperialismo; 'lca5e . politique
l/0t* n * n t inégal, p. 139 y Z cit. de Emmanuel, y rounq
ul°urd’hui, art. cit.
¿C O M O F U N C IO N A E L C A P lT A L lS ||

Al ignorar esas condiciones históricas, como t<


bién de manera general el análisis en términos ?
modo periférico y de modo central, Emmanuel co*
funde lo que nosotros habíamos distinguido: ijj
centros jóvenes y la periferia. 50 Porque si es cieno
que la perspectiva de un flujo de migrantes blancos
en Rhodesia puede, a su vez, impulsar la afluencia de
capital, creando así empleos altamente remunerados
mientras que una decisión unilateral de la República
Centroafricana de elevar los salarios no tendrían nin­
gún efecto de desarrollo, es porque Rhodesia es un
centro joven, como antes los Estados Unidos, Canadá,
Australia y Africa del Sur, caracterizado por francas
relaciones de producción capitalistas. Si se integran
las relaciones de producción en el análisis, como lo
hemos hecho, se comprende que el capital extranjero
no tenga el mismo efecto de “desarrollo” en la peri­
feria, porque las relaciones de dominación del modo
capitalista sobre los modos precapitalistas que carac­
terizan a la estructura periférica, comportan las
distorsiones específicas que hemos analizado. Igno­
rando este tipo de análisis, E m m anuel comete un
error monumental respecto a los roles respectivos de
la colonización de los “ pequeños blancos” y a la
instalación de las sociedades m u ltin a cio n a les.. • fr*
tender que éstas son agentes de “ desarrollo , P°
oposición a las primeras, es caer en la línea ros-
towiana pura y simple. En este sentido, las cr
cas de Bettelheim son fundadas: Bettelheim
a la homogeneidad del centro a la h e te r o g e n e i ^
de la periferia. 51 Sin embargo aq u í, como
Rey52, nosotros hemos ido más lejos al n »
que esta heterogeneidad era necesaria, y 9 uC

50 S. Amin, Le développement inégal, p. 320 y ss-


51 Bettelheim, Politique A u jo u rd ’hui, art. cit.
52 F. P. Rey, Les alliances de clases, op. cit.
n T CRCAMBI(> d esig u a l y l e y d e l v a l o r
67

ni¡tia. a lraves de las al,an7'as de clases específicas


je la perifena, la reproducción del sistema como
sistema periférico.
Ll análisis del intercam bio desigual demuestra que
la tasa de plusvalía en la periferia es indudablemente
superior a la del centro. Precisamente lo que carac­
teriza al modo periférico y tiene como consecuencia,
entre otras, el intercam bio desigual, es la simulta­
neidad de salarios bajos y una tecnología moderna
tanto en el sector capitalista periférico exportador
como en el mercado interno. Es precisamente porque
la tasa de plusvalía es más elevada en la periferia,
que el capital internacional encuentra ahí su objeto:
la emigración del capital hacia la periferia es un
medio de elevar la tasa de ganancia. También porque
eso es así, el modo periférico se reproduce como tal,
tanto en los términos económicos de las distorsiones
que lo caracterizan, como en los términos políticos
de las alianzas de clases específicas que lo definen.
Negar esta evidencia clara conduce, necesariamente, a
Rostow: el capitalismo periférico sería sólo una etapa
hacia el capitalismo realizado (central). De allí que
Bettelheim, que ha expresado muy mal este punto de
vista de que la tasa de explotación era superior en el
centro, se ha visto obligado a negar la existencia de
Ur> sistema de valores internacionales.53
No obstante, el hecho de que la tasa de plusvalía
St-a más elevada en la periferia, no significa automáti-
Camente que el proletario del centro sea el benefi-
clario de la transferencia que define el intercambio
esigual. Si el trabajo debiera ser pagado en la peri-
°r,a con la misma tasa —a igual productividad— que
centro, el equilibrio global, a nivel del conjunto
sistema mundial, en tre la rem uneración del tra-

S3
V artBette,heim’ Le Monde, 11-11-69 y Politique Aujourd’
Cit.
68 ¿CO M O F U N C IO N A E L CAPITALISM O?

bajo y el nivel de desarrollo de las fuerzas produc­


tivas, im pondría otra distribución de las tasas de cre­
cimiento comparativas del centro y de la periferia. El
intercambio desigual está, ante todo, en la base de un
desarrollo desigual. No hay duda que la clase obrera
del centro se “ beneficia” con las tasas de crecimiento
más elevadas que este intercambio permite, puesto
que también a nivel de las formaciones centrales se
encuentra la exigencia de un equilibrio entre el sala­
rio real y el nivel de desarrollo. Sin embargo, los
salarios “elevados” del centro se explican, en lo esen­
cial, por este nivel avanzado de desarrollo de las
fuerzas productivas y no por las transferencias interna­
cionales. Que la burguesía del centro explota -desgra­
ciadamente con éxito— el mito de la solidaridad
nacional es evidente, y más posible cuando el creci­
miento es acelerado.
En este sentido, los análisis de Marini y Cardosos4
nos parecen muy pertinentes. El primero observa que
la superexplotación del trabajo en la periferia permite
aumentar la masa de plusvalía relativa en el centro,
reduciendo el precio de ciertos medios de subsis­
tencia, y al mismo tiempo elevar la tasa de ganancia
reduciendo el precio de algunos elementos del capital
constante. Nosotros introduciremos aquí un matiz: el
alza resultante de la tasa de plusvalía en el centro,
está limitada por la exigencia objetiva de un equili­
brio -salarios reales/nivel de desarrollo- de las fuer­
zas productivas. Haremos también nuestras las obser­
vaciones de Cardoso: por un lado, que este proceso
de explotación de la periferia no es necesario (porque
no hay problema teórico de una absorción imposib®
dentro del marco del modo capitalista puro) sino que

54 Ruy Mauro Marini, Dialéctica de la dependencia, C&0>


doc. mimeografiado, Santiago, 1972; F. H. Cardoso, N o t e ^
l ’é tat actuel des études sur la dépendance, doc. mimeogr
IDEP, Dakar, 1972.
n , k r c a m b io desig ual y ley del valor 69

Ja cuenta de las funciones del capitalismo depen.-


diente en el sistema mundial; por otra parte, que el
\eso de los productos importados por el centro
provenientes de la periferia, decrece (precisamente a
causa del desarrollo desigual que comporta el inter­
cambio desigual). El matiz que introducimos aquí es
que esta “marginalización” del Tercer Mundo, visible
en el curso de la última fase (1950-1970) de desarro­
llo del sistema mundial, no es un fenómeno cuyo
desarrollo ha sido lineal a lo largo de la historia del
capitalismo; entre 1880 y 1913, la apertura de este
mundo al capital imperialista ha sido decisiva; maña­
na, con una aceleración posible de las runaway indus­
tries, puede nuevamente suceder lo mismo.

VIII. UNA CUESTION ANEX A: LA CUESTION DE LA


"TRANSFORMACION”

La importancia dada por algunos autores a la cues­


tión de la “transformación de los valores en precios”
refleja, para nosotros, un error fundamental en la
captación de la naturaleza del concepto marxista de
valor. Evidentemente es imposible deducir matemáti­
camente el sistema de precios del de los valores
conservando la igualdad de las tasas de ganancia y de
Plusvalía, ss
De esta imposibilidad Emmanuel ha sacado la
inclusión de que “el carácter irreductible de los
Pecios de producción” (que no pueden ser “dedu-

CQ A propósito de la “transformación”, hay bibliografía


de p e en Napoleoni (op. cit.) o en la exposición conjunta
19 4s s^eezy (Teoría del desarrollo capitalista, México, FCE,
Natha¡- ^Ue anaüza las contribuciones originales de Bortkiewicz,
lo, a*'? M°szkowska, Conrad Schmidt, e tc .. Véase también
1948¡ u1°* de J. Winternitz (Economic Journal, enero de
’ y F. Seton (Review o f Economic Studies, junio de 1957).
70 ¿CO M O F U N C IO N A E L CA PITALISM O ?

cidos de los valores”) significa que cuando se pasa de


uno a otro de los sistemas, “ no se trata de un cam­
bio de forma sino de contenido” , y en consecuencia
que los precios de producción “ no se sitúan a nivel
de los fenómenos sino a nivel de una esencia distinta
a la del valor” . 56
Hemos dado ya nuestro punto de vista sobre este
tem a. 57 No hay ninguna razón por la cual la tasa de
ganancia sea igual a la de la plusvalía. Al contrario,
porque si las dos tasas fueran iguales, la explotación
económica sería transparente en el modo capitalista,
como lo es en los modos de producción que lo pre­
cedieron. Si hay mistificación, si el fenómeno esconde
la esencia en lugar de revelarla directamente, si el
“capital” parece ser “ productivo” independientemente
del trabajo, es precisamente porque a través de la
“ transformación” , la tasa de plusvalía parece desapa­
recer. Sin embargo, en último análisis, subsiste,
porque si en el sistema de Sraffa se elige R + 0, la
tasa de plusvalía del sistema de valores correspon­
dientes sería también nulo.
Nuestra posición se acerca pues a las de Claudio
Napoleoni y Oscar Braun. El primero escribe en
efecto: “Valor y precios de producción corresponden
a dos situaciones de distribución (término subrayado
por nosotros), y a dos sistemas de intercambio en los
cuales no se puede considerar a uno como siendo la
transformación del otro, porque las hipótesis estructu­
rales están cambiadas” . 58 Y Braun dice: “ La teoría
marxista del valor no exige la igualdad suma de pre­
cios-suma de valores, porque el valor y la plusvalía

56 Emmanuel, H. y S., N. 18.


S. Amin, Le développem ent inégal, cap. H . s e c c ió n
(tratamos ahí la cuestión de las relaciones entre in s ta n c ia s
los diferentes modos de producción).
Claudio Napoleoni, Lezioni sul capitolo sesto, inédi
Marx, Turín, 1972, Lezioni 15-16-17, traducción nuestra.
! lN,K K CA M BIO D E S I G U A L Y L E Y D E L V A L O R
71

provienen del análisis del proceso de producción


mientras que los precios y la ganancia de |a del nro-
a.so de reproducción global” . ^
Es evidente que la función de la teoría del valor
es precisamente la de develar lo que no aparece direc­
tamente a nivel de la distribución (que comprende la
venta de la tuerza de trabajo y la circulación del capital
por un lado, y por otro el intercambio de mercancías)
yendo a la esencia, al proceso de producción.
Comprender correctam ente esta relación valor/pre­
cios, comprender que la categoría precios no es
universal sino propia del modo capitalista, es esencial
para comprender por qué el socialismo no es el capi­
talismo sin capitalistas. Hemos insistido mucho sobre
este tema. Porque, como Sraffa lo ha redescubier­
to ,60 “el óptimo com petititivo” está lejos de ser
sinónimo del “óptimo social” . El primero depende de
una relación social, la que opone el proletariado a la
burguesía y se manifiesta en la tasa de plusvalía.
Sraffa califica de “ sub-óptimo” todo equilibrio por el
cual la ganancia no es nula. ¿Qué significa este redes­
cubrimiento de Marx? Que la sociedad podrá realizar
un “óptimo social” verdadero cuando la “ tasa de
ganancia” sea nula, por lo tanto, cuando la tasa de
plusvalía sea nula también, es decir cuando haya
desaparecido la explotación de clase y se concluya la
tarea de acumulación. De este análisis extraemos dos

Oscar Braun, Comercio internacional e imperialismo,


uuenos Aires, Siglo XXI, 1973, p. 89 (traducción nuestra).
Por eso hemos podido comprender que el socialismo no
e a el capitalismo sin capitalistas” . Imagina; que una vez al-
^ n¿ado el socialismo, uno se dedica a hacer “cálculos econo-
lc°s analógos a los del capitalismo, revela la falta de imagi-
tlon que ia alienación economicista produce. Bettelheim a
, esto de relieve con gran firmeza este punto, mostrando que
practica china hace desaparecer el concepto mismo de acu
“¿ ción, aunque sea “ socialista”. Revolución cultural y orga-
l° n industrial en China, Buenos Aires, Siglo XXI, 1974.
72 ¿CO M O F U N C IO N A E L C A PITA LISM O ?

conclusiones. La primera, que se impone un período


de transición al socialismo —que no es el socialismo
realizado- en tanto el capitalismo no ha concluido su
tarea histórica: la de la acumulación. Entonces, pre-
cisamente la asignación de los medios de producción
exige que se tome en consideración “ el tiempo”,
aunque de modo diferente al que caracteriza al capi­
talismo: ubicándose directamente a nivel nacional
global y no en el que resulta de la competencia de
capitales, es decir de los capitalistas. La segunda es
que el socialismo realizado no es el “estado estacio­
nario” de Stuart Mili. La sociedad socialista es simple y
totalmente dueña de sus decisiones: la decisión de ex­
pansión de la producción se tom a directam ente, a nivel
de la conciencia colectiva transparente, desalienada, ca­
paz de calcular directamente las cantidades de trabajo
socialmente necesario para producir los valores de uso
deseados sin pasar por la mediación distorsionada de la
atribución de un “valor” (seudovalor) al “ tiem po” .
Por eso nos ha parecido necesario establecer las
leyes esenciales del sistema tan to respecto al carácter
objetivo del valor de la fuerza de trabajo como res­
pecto al intercambio desigual en térm inos de valor.
Por supuesto, se pueden establecer tam bién los mis­
mos resultados directamente en térm inos de precios
como lo han hecho Oscar Braun y Saigal.

IX. LA CUESTION DE LA TENDENCIA DESCEN DENTE


DE LA T A S A DE G A N A N C I A

Antes de abordar el problema de las etapas de Ia


formación del sistema mundial, es útil recordar núes*
tra posición respecto a esta cuestión anexa imp0*
tante.61 Hemos dem ostrado en el anexo que *

v i xr S; A? m’ Le dével°ppement inégal, cap. II, seccione» 0


y IV, esta ultima en relación con el ciclo.
BRCAM BIO d e s ig u a l y l e y d e l v a l o r
73

composición orgánica y la tasa de plusvalía en valores


"permanecían iguales si los progresos de la producti­
v id a d son iguales en las dos secciones, y que los dos
aumentaban si esos progresos son más rápidos en la
producción de bienes de consumo (bienes salariales) y
disminuyen juntos en el caso inverso.
El debate respecto a la ley de la tendencia descen­
dente de la tasa de ganancia62 iniciado desde fines
del siglo XIX por Bemstein, Conrad Schmidt, Cunow,
Otto Bauer, Rosa Luxemburg y Kautsky ha conti­
nuado durante los años 20 y 30 con Louis Boudin,
Henryk Grossmann, Hans Beiss, Kei Shibata y Natlialie
Moszkowska. Por un lado, ha enfrentado a los “revi­
sionistas” que, constatando que la tasa de ganancia
no debía caer necesariamente a un nivel que cuestio­
nara “la incitación de los capitalistas a invertir” ,
concluían en la perennidad del sistema; y por otro
lado, a una escuela seudomarxista “ ortodoxa” que,
por el contrario, afirmaba que la tasa de ganancia
debía bajar progresivamente hasta provocar una “crisis
general” y el “hundim iento” del sistema (zusammen-
bruch, en alemán).
Las dos interpretaciones nos parecen compartir el
mismo error esencial de mecanismo economicista,
porque siempre hemos rechazado la teoría de la
crisis general” y del “ hundimiento espontáneo”
tanto como la teoría de la “ perennidad necesaria” del
sistema.
Para nosotros, el verdadero problema consiste en

A propósito de la “ tendencia descendente” véase biblio-


u la en Paul Sweezy, Teoría d el desarrollo capitalista, op.
iné’ Y Hor°w itz, op. cit. más adelante. En Le développement
> como en La acumulación a escala mundial, hemos pet­
en nr Cldo en este Punto “economista” : buscábamos establecer,
RanaCrminos “ teoría económica”, una ley de la tasa de
La cuestión está mal planteada. Hay que plantearla
Slón^ ° * de materialismo histórico (véase sección 10 y oonclu-
'4 ¿CO M O F U N C IO N A E L CA PITA LISM O ?

exam inar cómo reacciona el sistema y trata de adap.


tarse a un descenso eventual de la tasa de ganancia.
El reajuste de las magnitudes económicas entre sí, en
una perspectiva de equilibrio dinámico, se opera,
como hemos visto, con los retardos temporales que
determinan la dimensión del ciclo (o de la coyun­
tura). Estos ciclos (o esta coyuntura) se inscriben en
un marco caracterizado por las tendencias de período
largo propias de cada fase de la historia concreta del
sistema.
Los hechos históricos relativos al período que se
extiende desde la revolución industrial (comienzos del
siglo XIX) a la crisis de los años 30, sugieren una
efectiva tendencia descendente de la tasa de ganancia.
La revolución industrial es, ante todo, toda una revo­
lución en el equipamiento de las grandes industrias de
producción de bienes de consumo: los equipos teje­
dores y la máquina de vapor introducidos desde el
comienzo casi en forma definitiva, permiten la reali­
zación de un volumen más grande de materias primas
durante el mismo tiempo de trabajo directo. La com­
posición orgánica en valor se eleva. La tendencia
necesaria de la tasa de plusvalía a aumentar, sigue
—pero con retardo— para ajustarse a los continuos
progresos introducidos en esas industrias de consumo.
Tal es, por otra parte, el argumento de Marx, como
Steindl lo ha interpretado correctam ente según nues­
tra opinión.63 La discusión respecto de la tendencia
de la tasa de ganancia ha sido retom ada en el trans­
curso de los años 40 y 50 en los térm inos inspirados
por la definición marginalista microeconómica de lflS
innovaciones labour saving y capital saving. El recuer*
do de la crisis de los años 30 estaba aún vivo y
tanto el análisis keynesiano, que partía de la hipótesis

6 3 Steindl, Karl Marx and the A ccum ulation o f


Marx and M odem Econom ics, ed. Horowitz, Modem '
1968.
.«CA M BIO D E S I G U A L Y L E Y d e l v a ia k

capitalista a elevar la tasa de plusvalía lo lleva a favo-


recer las innovaciones que son labour saving global-
mente para la econom ía, es decir a las innovaciones
centradas en la sección II. En efecto, estas innova­
ciones permiten reproducir el ejército de reserva y de
ese modo hacer presión sobre los salarios. Es el argu­
mento de Blaug com entando a Gillman que escribe:
“las innovaciones labour saving son inducidas por el
aumento de los salarios reales que roe el margen de
ganancias, mientras que las innovaciones capital saving
^iQQQn por azar, por razones técnicas, especialmente
en el capitalismo avanzado. Las innovaciones capital
saving ocupan en el libro de Gülman el mismo lugar
que la presión sindical. Intervienen en el análisis
como variables exógenas” .65
La revolución tecnológica contemporánea ¿es pre­
cisamente de esta naturaleza capital savingl Quizás,
menos en parte, habiendo transferido hacia la
Producción de la sección I una mayor concentración
^ innovaciones. La reducción consecutiva de la com
Posición orgánica tiende a elevar la tasa de ganancia,
todo si la reducción de la tasa de p us i
necesaria para el equilibrio dinámico a sigu
retará
. —* iuuu caso, no sera -- ^rinAizar
Cla mecánica de la tasa de ganancia para penodizar
I*
'6 ¿C O M O F U N C IO N A E L C A PITA LISM O ?

historia del sistema capitalista; por otra parte, como


se verá, no hay tendencia mecánica al exceso (o a la
insuficiencia) del excedente. Los fenóm enos alrededor
de los cuales deberá ser organizada la periodización
del capitalismo se sitúan en otro plano.
Una incursión en el porvenir posible del sistema
perm ite com prender mejor su naturaleza profunda.
¿Se puede pensar en un sistema capitalista sobrevi­
viendo a la generalización de la automación? Apli­
cada a la producción de las secciones I y II, la auto­
mación, en este mundo imaginario de ciencia-ficción,
liberaría a la humanidad del trabajo. Pero si la pro­
piedad de los medios de producción sigue siendo
privada y minoritaria, la totalidad del producto de las
máquinas automatizadas debería ir a los propietarios
de esos milagrosos equipos. Curiosa sociedad com­
puesta de una burguesía sin proletariado.. . Este, por
superfluo, debería ser destruido.. . o reducido al esta­
do de servidores personales no productivos.66 Aunque
se trate de una imagen futurista de la que todavía
estamos muy alejados, algunas tendencias visibles del
sistema van en ese sentido. Antes de llegar a este
término imaginario, la automación tiende a hacer
superflua a una creciente proporción de la población.
Nuestro modelo del equilibrio dinámico nos indica
que el sistema podría engendrar una creciente desocu­
pación masiva mientras que la minoría decreciente de
proletarios empleados en las secciones I y II verían
aumentar su salario real prodigiosamente. En efecto,
si los progresos de la automación son iguales en las
dos secciones, la composición orgánica y la tasa de
plusvalía permanecerían constantes y los salarios
reales de la minoría decreciente empleada deberían
aumentar como la productividad.

66 Las graves tendencias actuales, revelan la r e a lid a d ^


esta perspectiva posible: la campaña neomalthusiana, el e
siasmo por el turismo, etc. . .
u< a m b i o d e s i g u a l y l e y d e l v a l o r 77
|NI|C*
La crisis de los años 30 develaba ya esta tenden-
La polarización del mundo en países desarro­
llaos y subdesarrollados es un testimonio aun más
flagrante. Las tendencias del sistema al genocidio de
las poblaciones superfluas no deben ser subestimadas,
pero, al mismo tiempo, el sistema reaccionaba a esta
“marginalización” de la fuerza de trabajo. Por una
parte, un poco espontáneamente, por las modifica­
ciones de los precios relativos y de las estructuras de
la demanda, que regeneran un “ pequeño capitalismo
moderno” , especialmente de servicios de consumo.
Esta tendencia es visible e impide una vez más ver la
concentración como un fenómeno lineal: como todos
los fenómenos sociales, la concentración engendra
también su contrario dialéctico. Pero también, por
otra parte, de una manera no “espontánea” , al menos
en el estrecho plano económico. La lucha de clases y
la intervención del estado que se sitúa en este marco,
conducen al desarrollo de otros medios de absorción
del excedente. Una punción ejercida sobre el exce­
dente generado en las secciones I y II en beneficio
de una sección III no productiva, sería acompañada
de un crecimiento menos fuerte del salario real en las
secciones I y II, y de un crecimiento del empleo en
la sección III. Para las secciones I y II, esta tendencia
conduciría muy probablemente a una reducción de la
tasa de ganancia porque la punción sobre el exce­
dente que ellas generan, debería aumentar muy rápi­
damente para asegurar el equilibrio de “ pleno em-
en tal sistema.

X LA PERIODIZACION DE LA HISTORIA DEL SISTEMA


C APITALISTA

^a discusión respecto a las etapas de la evolución del


^ j ema capitalista, ha sido considerablemente oscure-
a por las tendencias a considerar esta problemática
¿COM O F U N C IO N A E L CAPITALISM O?

dentro de la de la ley de la tendencia de la tasa de


ganancia y de las pseudo-leyes respecto a la absorción
del excedente. Estos errores han llevado a confundir
expansionismo, tendencia general del modo capitalista,
e imperialismo, fase particular de éste.
Consideramos que son necesarios dos cortes en la
historia del capitalismo.67 El primero es el marcado
por la revolución industrial a comienzos del siglo
pasado. Durante los tres siglos anteriores de la época
mercantilista, el modo de producción capitalista no
está realizado. Sus elementos esenciales, la acumu­
lación de la riqueza monetaria en un polo, la proleta-
rización en el otro, se separan progresivamente. El
expansionismo, característico de este período, que
Cox68 ha señalado, no debería ser confundido con el
imperialismo posterior. Ciertamente, el sistema en vías
de constitución ha sido internacional y desigual desde
el origen, y la función de la periferia de esta época,
esencial en la acumulación de la riqueza monetaria.
Pero esta función es totalmente diferente a la de la
periferia posterior.
El segundo corte es el que Lenin ha definido en
términos de imperialismo. Es este corte el que ha
sido puesto en cuestión, especialmente por Emma­
nuel69 que niega que la exportación de capitales
haya aparecido a partir de fines del siglo XIX. Su
argumento se funda en que los haberes británicos en el
exterior, pasaron de mil millones de libras en 1870 a 4
mil millones en 1914 —esta acumulación no es más que
el producto de la inversión en el exterior de una parte

67 S. Amin, Le développem ent inégal, p. 132 y ss. Noso­


tros proponemos ahí una periodización del capitalismo y P°*
nemos el acento en las tendencias del porvenir.
Oliver Cox, Capitalism as a S ystem , Modem ReadeI’
Nueva York, 1964.
69 Emmanuel, H. y S., N. 22; Suzanne de Brunhoff. a
misma fuente.
i N , l í H Í AMBIO DESIGUAL Y LEY DEL VALOR
79

los beneficios, porque con la tasa de rendimiento


\ c sólo un 5%, mil millones colocados en 1870
hubieran sido superiores a 4 mil millones en 1914- y
ue entonces el reflujo de productos hacia Gran Bre­
taña ha superado el flujo de exportación de los capi­
tales ingleses. Emmanuel observa además que el
volumen de los haberes norteamericanos colocados
en el exterior en 1970 es, en términos relativos, al
menos cuarenta veces inferior al de los haberes bri­
tánicos en 1914.
Los h ech os invocados son correctos, lo que está en
cuestión es la interpretación que se ha dado de ellos.
Porque los productos que son reinvertidos son el
equivalente de nuevas exportaciones de capital, como
lo observa S. de Brunhoff quien señala que la inversión
transforma el ingreso en capital. Siempre hemos ana­
lizado el problema de los tlujos internacionales de
capitales distinguiendo los flujos de capitales de los
reflujos de ganancias y rechazando considerar directa­
mente su saldo.
La exportación de capitales, como lo hemos mos­
trado, no se debe a ninguna imposibilidad teórica de
utilizar el excedente dentro de las formaciones capita­
listas centrales. Está motivada por la búsqueda de una
tasa de beneficio superior que, precisamente, la simul­
taneidad de una tecnología moderna y salarios bajos
hace posible. Esta búsqueda es independiente de la
tendencia de la tasa de beneficio: descendente o
ascendente. El reflujo de los beneficios demuestra,
además, que la exportación de capitales no resuelve
un pretendido problema de absorción. Tampoco
Lenin atribuía esta exportación a las dificultades
"'lernas de la absorción sino solamente a la busque a
de una mejor tasa de ganancia. Ciertamente, la nna-
8en de una Europa de pequeños rentistas viviendo e
la venta de los cupones de las colocaciones en el
^xterior, que correspondía a la tendencia e ectiva e
la época, ha sido modificada por la ruina posterior de
80 ¿CO M O F U N C IO N A E L CA PITALISM O?

esos mismos rentistas. La absorción interna del exce­


dente no se realiza más por el consumo de los ren­
tistas, sino por otros medios en relación con la
estructura de la competencia monopolista (costos de
venta, e t c .. .) y el desarrollo del capitalismo monopo­
lista de estado (gastos públicos, e t c . . .).70
Si la exportación de capital aparece a fines del
siglo XIX y no antes, no es porque el capitalismo
hasta entonces no era “expansionista” . Lo era pero
bajo otras formas, cumpliendo otras funciones. Es
porque la exportación de capital no es posible sino
cuando la concentración de éste separa la función de
“empresario” (que en adelante puede ser cumplida
por agentes asalariados) de la de capitalista, hasta
entonces confundidas. Precisamente, Lenin establece
una ligazón entre la aparición de los monopolios y la
exportación de capitales. Antes de la aparición de los
monopolios el capital no puede emigrar, sin que el
mismo capitalista emigre, porque en la empresa fami­
liar de la época estas funciones están confundidas.
Es preciso también evitar confundir el imperialismo
con el hecho colonial. Este es muy anterior a aquél y
ha cumplido funciones muy diversas en la historia
como para poder constituir una categoría significativa
homogénea. En la época imperialista, la conquista
colonial resulta de la com petencia entre estados impe­
rialistas nacionales, especialmente en Africa, pero no
es necesaria, como lo dem uestra la persistencia de la
independencia de América latina, China y el Imperio
otom ano.
El resultado del imperialismo, es decir de la effli*
gración internacional del capital m onopolista, es 6
intercam bio desigual, una de cuyas condiciones, cofltf

70 Palloix, H. y S., N. 19 y 22. S. Amin, Le déveW ?


ment inégal, p. 132 y ss.; H. Magdoff, La era del imperi**^
l N ,K R C A M B I O D E S I G U A L Y L E Y D E L V A L O R 81

[ieI,K>s visto, era precisamente la movilidad interna­


cional del capital.
Hasta ahí, durante el período 1800-1880, las mer­
c a n c ía s tienden a circular de más en más y adquieren
poco a poco su carácter internacional, pero el movi­
miento de capital está fuertemente jaqueado por su
dispersión. Esta primera limitación en el sistema capi­
talista mundial que no ha madurado todavía como
tal, está acompañada históricamente por los bajos
salarios europeos. Entonces, como lo hemos subra­
yado, difícilmente se puede hablar de intercambio
desigual. Sin embargo, la periferia ya existe y cumple
funciones precisas: la de ampliar la base industrial de
Gran Bretaña o la de elevar la tasa de ganancia por
la reducción del valor de la fuerza de trabajo (impor­
tación de granos en América, que no pagan la renta
terrateniente) o la de los elementos del capital cons­
tante (importación de materias primas, en la produc­
ción de las cuales están especializados los países de la
periferia). En ningún momento el comercio interna­
cional cumplió alguna función decisiva en la absor­
ción, porque este comercio está equilibrado sin que
sean notables los movimientos de capitales. Se puede
por cierto hablar del expansionismo de la Gran Bre­
taña del siglo XIX pero no de imperialismo, como se
podía hablar del expansionismo del mercantilismo que
cumplía otras funciones.
Un ejemplo de los errores que acompañan a la
confusión entre el expansionismo del capitalismo y el
‘mPerialismo, lo suministra la observación que hace
palloix respecto a las exportaciones de Gran Bretaña.
&ún él, dado que el modo competititivo engendra
e descenso de la tasa de ganancia, la función del
comercio exterior sería la de elevarla. También cali-
1Ca de imperialista el “ modelo de industrialización de
ljran Bretaña, en la medida en que el alza de la
Pasión interna se obtiene por una reorientación de
Us Aportaciones, a lo largo del siglo XVIII, hacia os
¿COM O FU N C IO N A E L CA PITA LISM O ?

territorios dom inados” . 71 Habría que reemplazar el


térm ino imperialista por el de expansionista. Sería
preciso tam bién observar que la tendencia de la tasa
de ganancia es independiente del carácter competitivo
o m onopolista de la organización de la producción
También nos parece muy ambigua la observación de
Palloix de que -d a d o que en el modo monopolista
no hay más descenso de la tasa de ganancia- el
Tercer Mundo solamente juega el papel de una sopapa
sobre la cual se tiran las actividades no rentables, y
que en la medida en que la absorción del excedente
está organizada en el interior, el Tercer Mundo pierde
su función y tiende a ser “ marginado” . Antes que
Palloix, Olivier Cox,72 confundiendo también expan­
sionismo e imperialismo, había sostenido, apresura­
dam ente, el carácter internacional del capital desde el
origen, en la época mercantilista. Para nosotros, el
capital no es verdaderamente internacional sino a
partir del momento en que, gracias a los monopolios,
adquiere una movilidad desconocida hasta entonces.
Por supuesto, el período imperialista, que dura
todavía, merece ser subdividido, lo que permite evitar
generalizaciones abusivas fundadas en teorías mecani-
cistas de la tendencia de la tasa de ganancia o de la
absorción. Una primera fase, la qlie se podría deno­
minar del imperialismo “ clásico” , se extiende desde
1880 hasta la primera guerra mundial y quizás hasta
los años 30. Esta fase se abre con una crisis estruc­
tural en el centro, crisis superada precisamente por
aparición de los monopolios y la exportación de caf»
tales. Simultáneamente, se term ina el período
estancamiento relativo de los salarios reales en
centro, y se abre un período de crecimiento reía
mente fuerte de los mismos.

71 Palloix, H. y S., N 12.


72 O. Cox, op. cit.
. khCAMBIO l>K*SUi UAL Y LEY DKL VALOR 83
|N»^
I., exportación de capitales a la periferia forja los
stVtores exportadores primarios. La periferia sigue
Atando caracterizada por el predominio de modos de
organización de origen precapitalista, sin embargo, en
adelante, integrados al sistema mundial por el inter­
cambio comercial con el capitalismo; el capital predo­
minante es extranjero y limitado a los sectores expor­
tadores. Aparece el intercambio desigual que contri­
buye a elevar la tasa de ganancia media del capital.
En la periferia, las exportaciones primarias consti­
tuyen prácticamente el único motor del crecimiento,
las importaciones están constituidas por productos
manufacturados de consumo. El rechazo de la indus­
trialización se acompaña de una división de la bur­
guesía local en una fracción compradora, cuya suerte
está ligada a la dominación extranjera, y una fracción
nacional que entra en conflicto con el imperialismo.
Esta primera fase del imperialismo se caracteriza por
elevadas tasas de crecimiento, tanto del producto en
el centro como del comercio mundial.
Esta primera fase entra en una crisis estructural,
desde la primera guerra hasta el fin de la segunda
guerra mundial, marcada por la crisis de los años 30
y el estancamiento del capitalismo. Durante los años
30, el proceso de industrialización por sustitución de
importaciones comienza en la periferia especialmente
en algunos países de América latina. Se acelera y
generaliza, después de la segunda guerra, en el trans­
curso de los últimos 25 años.
Esta segunda fase del sistema imperialista está mar­
id a , en el centro, por la masiva intervención del
estado y las nuevas formas de absorción del exce*
dente que hemos analizado. En la periferia; el motor
Principal del crecimiento se desplaza de las exporta­
r e s hacia la industria de sustitución de importa-
Cl0nes- Así se constituye el modo capitalista perifé-
J1C0 realizado. La reproducción de las condiciones de
dominación de clases exige aquí, en efecto, una
¿ C O M O F U N C I O N A E L C A P I T A L I S Mq

política diferente de la que fue seguida por la bü


guesía del centro: mantener los salarios “bajos” *
pesar de la tecnología avanzada, que en adelante *
puede im portar, exige que se frene la proletarización
y que se exploten los modos de producción precapi-
talistas. El intercambio desigual externo, que subsiste
se acompaña de un intercambio desigual interno de
naturaleza análoga. En el plano político, mientras que
el desarrollo del capitalismo en el centro fue acompa­
ñado por los progresos de la democracia burguesa
aquí, al contrario, esta perspectiva está excluida desde
el comienzo. Paralelamente, se modifica la estructura
del comercio exterior de la periferia: las exporta­
ciones siguen siendo del mismo tipo, con predominio
primario, pero las importaciones de equipos (debidas
a la importación de la tecnología moderna) y de
productos alimenticios (debidas a las distorsiones
específicas del modo periférico en la asignación de
los recursos, especialmente en detrimento de la agri­
cultura, necesarios para la reproducción del sistema
de bajos salarios) sustituyen a las de los productos
manufacturados de consumo. Las formas mismas de
la dependencia se transforman: la dominación directa
del capital extranjero tiende, especialmente en el
último período, a dejar lugar a una dominación indi­
recta por la adopción de los modelos de consumo de
los países desarrollados y la dominación tecnológica.
Se comprende entonces la observación pertinente de
Emmanuel respecto a la disminución del volumen
relativo del capital central en la periferia, Que..c°í!»
fluye con la de Cardoso respecto a la “ marginali a ^
del Tercer Mundo, y la nuestra respecto a la cr
cíente desigualdad del desarrollo. .,
No existe más problema teórico de absorc,onpef0
excedente en esta etapa que en la precedente. ^
las nuevas formas de absorción en el centro ace ^
la desigualdad del desarrollo. Al mismo í0-
distorsiones propias del modo periférico crean u
w(JAMBIO d e s i g u a l y l e y d e l v a l o r 85
jtfT®
, de absorción que es superado por la exporta-
tl|t’n de capitales hacia el centro, y por el aumento
2 ,a fracción de la plusvalía afectada a los gastos de
J.o. La importación de la tecnología y las políticas
proteccionistas respecto a los pequeños monopolios
locales de sustitución de importaciones, permiten esta
forma de consumo de la plusvalía. A su vez, ésta
favorece la adopción de los modelos de consumo
“europeos*” y permite la reproducción del sistema
como sistema dependiente. La burguesía en conjunto
deja de ser nacional: ella no puede cumplir la fun­
ción histórica de la acumulación primitiva, es decir
destruir radicalmente los modos precapitalistas, “aho­
rrar” la plusvalía, e t c .. . Ella debe ser reaccionaria
(“proteger” los modos precapitalistas para domi­
narlos), derrochadora (consumir la plusvalía) y depen­
diente. Se comprende entonces que la “dependencia”
no sea “impuesta” sino necesaria para generar el
excedente.
En este marco, se crea un mercado interno. Sin
embargo, este mercado presenta algunas características
que lo distinguen del mercado del centro. Es princi­
palmente un mercado de productos, tanto de la
industria como de la agricultura precapitalista some­
tida, pero no es verdaderamente un mercado de
trabajo porque la proletarización es limitada, ni tam­
poco un verdadero mercado del capital, que sigue
siendo extranjero (sociedades multinacionales) y está-
tlcu (porque el capital privado local, muy disperso, no
Puede acceder a la tecnología moderna). Es en este
j^ntido que el modo periférico sigue siendo especí-
pC0> y que se puede dar la razón a la intuición de
rank: hablar del “desarrollo del subdesarrollo” .
Esta periodización que hemos propuesto es muy
lstmta de la de Braun!73 Este atribuye las exporta-

O. Braun, op. cit.


86 ¿COM O FU N C IO N A EL CAPITALISMO?

dones de capitales del periodo 1880-1930 a la insufi­


ciencia de los salarios en el centro (mientras qUe
precisamente, es a partir de 1880 que los salarios
comienzan a elevarse seriamente en el centro). Braun
considera también que la fase del intercambio des­
igual comienza después de 1930, mientras que noso­
tros hacemos rem ontar este fenóm eno a 1880.
¿Se va a entrar en una nueva, una tercera fase del
imperialismo? ¿Y cuáles podrían ser sus caracterís­
ticas? Porque la crisis que se abre en los años 70 es
una crisis estructural, de la que el aspecto monetario
no es más que un síntom a. En nuestro análisis de las
soluciones alternativas que el sistema puede buscar,
hemos puesto el acento en las transformaciones inter­
nas en el centro del sistema (evolución de los mono­
polios “ nacionales” hacia las sociedades multinacio­
nales, aparición de conglomerados, revolución tecno­
lógica marcada por la autom ación, la electrónica, el
átomo y el espacio), y a partir de ahí, en la nueva
forma de división internacional desigual del trabajo
que podría caracterizar a esta tercera fase. La misma
burguesía periférica aspira acelerar esta evolución
iniciada, con la instalación de runaway industries en
Asia oriental y en México, en cuyo marco explotaría
los bajos salarios para exportar los productos manu­
facturados hacia el centro. Este tipo de especiali-
zación reproduciría evidentemente las distorsiones
propias del modo periférico, condición de la perma­
nencia de la diferencia de salarios, y al mismo tiempo
reproduciría un desarrollo desigual. Se desarrollaría
una estructura del comercio mundial de apariencia
paradójica: los países subdesarrollados se convertirían
en exportadores de productos industriales e importa*
dores de productos alimenticios. Giovanni Arrigh* y
André Frank han intentado también caracterizar cstí*
posibles alternativas. 74 En este sentido, Frank

Giovanni Arrighi, Rassegna C om m unista, Milán 1972


N l tCRC AMB lO D E S I G U A L Y L E Y D E L V A L O R 87

u¿sto recientemente el acento en los fenómenos de


desigualdad del desarrollo en el seno de la periferia,
cuya teoría ha sido inaugurada por Mauro Marini. El
desarrollo de “subimperialismos” en Brasil, México,
India y quizás en algunos otros países, se inscribe en
esta perspectiva. El papel que la URSS podría cum­
plir en esta nueva división del trabajo, en una pers­
pectiva de una mayor integración al sistema mundial,
sería casi análogo al de otros subimperialismos que
importan una tecnología avanzada del centro, mien­
tras que exportan hacia la periferia los productos más
comunes.

CONCLUSION

El marxismo vulgar y dogmático ha reducido la dia­


léctica social a la vieja causalidad unilateral de las
ciencias de la naturaleza. La especificidad de la cien­
cia social, donde el hombre (social) es a la vez objeto
y sujeto, se ha perdido, y con ella la dialéctica social.
En esto el marxismo vulgar es profundamente pare­
cido al conjunto del pensamiento burgués que no ha
superado jamás la causalidad unilateral.
El abandono de la dialéctica ha llevado a perder
de vista el profundo sentido de la alienación comer­
cial, por la cual la conciencia de los hombres se
convierte en falsa conciencia, permitiendo a las “leyes
de la sociedad” aparecer en el plano inmediato de los
*tórnenos como exteriores a la sociedad misma,
‘Aponiéndose a ella. No se ha comprendido todavía
a significación de los primeros capítulos de El capí­
tol- la mercancía y el valor, esos conceptos abstractos

y 4; Andxé Frank, Limitation de l ’étendue du marché


U0n? €r ^ división Internationale du travail e t par les reía -

Ruv \»e ^roduction, doc. mimeografiado, IDEP, Dakar, 1972;


y Mauro Marini, art. cit.
88 ¿COM O FU N C IO N A EL CAPITALISMO?

que constituyen el térm ino del descubrimiento mar.


xista y, por lo tanto, por esa inversión necesaria, el
punto de partida de su exposición, han sido banali-
zados. En consecuencia se ha planteado un falso
problema: el de la “ transformación ’ de los valores en
precios; se ha planteado este problema en términos
de “ teoría económica” en lugar de comprender la
verdadera significación que se sitúa en el plano global
de la alienación de la sociedad. Por esta razón, para
nosotros este debate está cerrado. En el transcurso de
la discusión sobre el intercambio internacional, apa­
reció la misma interpretación “ economicista” del
problema del valor: el prejuicio tenaz respecto a la
“ especificidad” de los productos lo ha demostrado.
De golpe se impedía comprender en qué y cómo la
unidad del sistema mundial es una realidad: porque
precisamente esta unidad se sitúa a nivel de la univer­
salidad de la alienación comercial, y se manifiesta por
la universalidad de la reducción de la fuerza de tra­
bajo en la caracterización de mercancía.
La visión del mundo basada en la causalidad unila­
teral ha llevado a la universidad a sus murallas
insuperables, a la fabricación de falsas ciencias para
cada “disciplina” . El marxismo vulgar ha hecho lo
mismo. Sin embargo, Marx había indicado que El
capital era la crítica de la economía política. Enten­
día por ello la desmitificación de la naturaleza de
esta falsa ciencia parcelaria, la “económica” , y el des­
cubrimiento de la base común sobre la cual se cons­
truye todo el edificio social. Se ha interpretado esta
crítica, como una crítica “económica universitaria di
una teoría económica. Mientras que la crítica de la
economía política desembocaba en el materialismo
histórico, se lia seguido haciendo economía econonu
cista y, paralelamente, reduciendo el materialismo
histórico a una pseudo-ciencia de la historia como e
las universidades.
La economía marxista economicista ha llevado
iNTe r c a M B I O d e s ig u a l y le y d e l v a l o r 89

irjtar las tendencias del sistema en términos mecani-


cistas, unilaterales. El debate sobre la caracterización
jel valor de la fuerza de trabajo lo ha demostrado,
como a sí también el debate sobre la ley de la tasa de
ganancia o la tendencia del excedente, e t c .. . Falsos
debates que desaparecen cuando se los ubica en su
marco verdadero, el definido por el materialismo
histórico y no por la econom ía.
El materialismo histórico mutilado se ha conver­
tido, por su parte, en “ ciencia de la historia” , de una
historia necesariamente mecanicista y lineal. La dialéc­
tica fuerzas productivas,/relaciones de producción, la
dialéctica infraestructura/superestructura, la dialéctica
modos de producción/formaciones sociales y la de
formaciones sociales capitalistas/sistema de forma­
ciones capitalistas, han sido reemplazadas por sistemas
de causalidades lineales donde las fuerzas productivas
determinan las relaciones de producción y éstas, la
superestructura.
Las consecuencias teóricas y prácticas de este
retorno a la causalidad lineal han sido muy graves.
Ante todo, el socialismo debía nacer “linealmente”
de los países capitalistas más desarrollados cuando el
nivel de las fuerzas productivas hubiera alcanzado los
limites que no podrían superar sin una transforma­
ción de las relaciones de producción. La filosofía
de la “crisis general” proviene de esta familia de
deformaciones.
Esta posición impide comprender, simultáneamente,
la unidad dialéctica del sistema mundial, reduce las
desigualdades del desarrollo a “ retardos (como Ros-
t°w), y reduce el socialismo a un capitalismo sin
capitalistas. Pues en esta visión lineal, el progreso de
las fuerzas productivas es lo primero y autónomo, y
la ciencia y la técnica son neutras. Se olvida que ellas
n,lsmas son producto de la sociedad.
En esta línea de pensamiento alienado, e socia
llSn*> se convierte simplemente en un capitalismo sin
¿COM O FU N C IO N A E L CAPITALISMO?

capitalistas: se trata de producir las mismas cosas, de


la misma manera, para satisfacer las mismas ‘necesi.
dades” . Las nuevas relaciones de producción, adap.
tadas al nivel elevado de las fuerzas productivas, se
reducen a su forma jurídica, la abolición de la pro-
piedad privada de los medios de producción. Estas
nuevas relaciones “liberan’ a las fuerzas productivas
en el sentido que permiten acelerar el “ progreso” en
el camino abierto por el capitalismo. Una vez más, la
visión es lineal. En consecuencia, las verdaderas rela­
ciones de producción antiguas se mantienen y con
ellas sus expresiones diversas (separación del trabajo
de concepción y del de ejecución, de la ciudad y el
campo, etc.).
Todo eso, actualmente, desde la revolución cultu­
ral, es claro. Bettelheim, en su últijno libro,75 ha
demostrado que el socialismo cuestionaba todo simul­
táneamente: qué producir y cómo hacerlo. En conse­
cuencia, como no se trata de “ alcanzar para luego
superar” , no se puede hablar de acumulación socia­
lista. Es un contrasentido porque la acumulación es
necesariamente generadora de la alienación capitalista.
Superar el retardo del desarrollo de las fuerzas pro­
ductivas exige que se haga otra cosa. Ni los stalinistas
ni los trotskistas habían visto eso: ellos discutían las
formas —las tácticas— de “la acumulación socialista •
Hoy, la cuestión está madura. Por eso Chou En-lai,
en el Xo Congreso del PCC, ha podido formularla
en tres líneas: “ la contradicción principal es aquella
que opone el proletariado a la burguesía y no aquella
entre el sistema socialista avanzado y las fuerzas de
producción social atrasadas” .™ Porque la burguesía
no puede ser liquidada de una vez por todas.

dumiaUn 'v * " 0*"**» cu ltu ral y o r g a n iz a d >« *

Congreso del Partido Comunista chino, agosto


, N ,'R R C A M B IO DESIGUAL Y LEY DEL VALOR 91

renace sin cesar en tanto las nuevas relaciones de


producción no están totalm ente establecidas, liquidada
la separación del trabajo intelectual y del trabajo
manual, c t c . . .
El otro aspecto del mismo problema es la imposi­
bilidad de comprender la unidad del sistema mundial,
corno lo ha revelado el debate sobre el intercambio
internacional. Se han intercambiado argumentos pole'-
mios, a veces fuertes y además justos, y recordado a
aquellos que desean olvidar las desigualdades interna­
cionales, la frase de Marx: “que los librecambistas no
puedan comprender cómo un país puede enriquecerse
a expensas del otro, no debe sorprendernos, puesto
que esos mismos señores no quieren comprender
cómo dentro de un país, puede enriquecerse una
clase a expensas de otra” . 77 Sin embargo, se conti­
nuaba dentro de un marco estrecho, el de las “rela­
ciones económicas internacionales” . Ahora, como ya
lo hemos señalado, y como lo han visto Rossana
Rossanda y Charles Bettelheim, Mao ha restablecido a
Marx.78

Marx, Miseria de la filosofía, Buenos Aires, Siglo XXI,

78 II Manifestó, op. c it
Anexo

s a la r io s » u k

SPRODUCCION
S S K & KCAPITALISTA
« p S .; í ■» “ ■ “°»o <*

La exposición que sigue reviste la forma de un “mo­


delo” inspirado en el del libro II de El capital.
Un “ modelo” no es nada más que ilustrativo. Sim­
ple o sofisticado, se basa en una definición no ambi­
gua y no dialéctica de “ m agnitudes” , indica y for­
mula las relaciones entre éstas, y por el tratamiento
matemático de esas relaciones, deduce las consecuen­
cias” . Estas están ya incluidas en las “ hipótesis” de
partida: elección y definición de magnitudes y de
relaciones. Un modelo es pues siempre pobre, porque
no puede ser dialéctico. No ofrece más que un inte­
rés dialéctico: el de explicitar claram ente lo que está
explícito en una visión unilateral.
La “economía” puede ser representada en ecuacio­
nes, el materialismo histórico no. ¿Por qué? Simple­
mente porque la economía separa artificialmente los
diversos aspectos de la realidad social única, en rea­
lidad un dominio aparte, y constituye, por lo tanto,
una falsa ciencia. En consecuencia, el interés del mo­
delo es reducido y exige que se tenga conciencia de
sus dos límites fundamentales. El primero es, precisa­
mente, que las “curiosidades” del modelo (la “discu­
sión matemática de sus condiciones) constituyen su
mayor interés: ellas revelan el lugar donde se sitúan
os problemas insolubles por el m étodo lineal. El
según o es que el modelo, abstracto en su presen-
acion ormal, es siempre el abstracto de un concreto,
es ecir de una realidad localizable en el tiempo y en
, ? aao' x construye un modelo ilustrativo de
enomeno que se refiera a toda la historia de la
iNH£HCaMIIIO DKS1UUAL Y LEY I)KL VALOR
93

Inmunidad desde Adán y tv a hasta nuestros días Se


construye un modelo particular de una situación es
decir en este caso, de un modo de producción ’ bl
modelo tiene pues un punto de partida, una fecha
Este punto de partida no es elegido “libremente” !
“artificialmente” , por el autor, si éste quiere ser cien­
tífico social y no matemático. Por el contrario, él
debe tomar conciencia de la “ prehistoria” de su “ mo­
delo” : una vez más, de la formación histórica con­
creta de la situación de partida que proviene del
materialismo histórico.
Se tomará conciencia de todo esto, siguiendo el
desarrollo de la exposición que sigue.

I. PARAMETROS DEL SISTEMA

De una manera muy general, establecemos el sistema


que liga los salarios reales (y las tasas de plusvalía) con
los ritmos del desarrollo de las fuerzas productivas.
Cada sección (I para la producción de los medios
de producción E, y II para la de los bienes de con­
sumo C) es definida, para cada fase, por una ecua­
ción en valor como sigue:

Fase 1
Sección i le + ah — pe ( 1)
Sección II - le + bh — qc ( 2)

Fase 2
Sección 1 le + a 7 h = pe ( 1)
Sección U le + b X h = qc (2)

Fase 3
Sección 1 le + a 7 2 h = pe ( 1 )
Sección II le + aX2 h = qc (2)
94 ¿COMO FUNCIONA EL CAPITALISMO?

El primer elemento de cada igualdad designa el valor


del capital constante consumido en el proceso pro.
ductivo, reducido a una unidad física de equipamien-
to E, estimado en su valor unitario e (ej ^ e 2 T¿e3)
e t c ... ) el segundo elemento la cantidad física a,b,aX*
b7 e t c . . . de trabajo directo total (trabajo necesario y
sobretrabajo) utilizado por una unidad E en cada sec­
ción para cada fase. El parám etro h mide el producto
en valor de una hora de trabajo (no confundir con el
salario por hora). El producto físico de cada sección,
respectivamente p y q, está estimado en su valor uni­
tario e y c (asimismo Cj =£ c 2 ¥= C3 , e t c . ..) .
El sistema comprende 3 partes de parámetros (a,b,
y 7) y 2 incógnitas (e y c) por par de igualda­
des que caracterizan cada fase. Los parámetros a y b,
miden la intensidad física en trabajo de los procesos
productivos (sus inversas están relacionadas a las com­
posiciones orgánicas), los parámetros p y q el produc­
to físico de los procesos productivos realizados en cada
sección de una unidad de equipamiento E, los pará­
metros X y 7 los ritmos del progreso técnico en cada
sección. Evidentemente, X y 7 son inferiores a 1,
puesto que el progreso técnico permite obtener con
menos trabajo directo un producto físico superior por
unidad de equipamiento.

II. DETERMINACION DE LOS PRECIOS UNITARIOS


E YC ,

Si se plantea h = 1, las igualdades suministran los pa*


res e y c:
lN l ERCAMBIO DESIGUAL y LEY DEL VAU)R 95

a X a X + b 7 (p - 1)
e 2 -------------- c2 “ -------------------------------
p- 1 q (p - 1)

a X 2 a X 2 4 - b T '2 ( p — ])
e 3 ----------------- c 3 ----------------- ----------------------------------
p- 1 q (p - 1)

Como las ecuaciones indican que se producen los


equipamientos con la ayuda de equipamientos y de
trabajo directo, los precios unitarios disminuyen de
una fase a la otra, al ritmo del crecimiento de la pro­
ductividad en la sección I. En cambio, al ser los bie­
nes de consumo producidos con la ayuda de equipos
y de trabajo directo, los precios unitarios c disminu­
yen a un ritmo que es una combinación de X y 7 .

III. ECUACIONES DE LA REPRODUCCION AMPLIADA

Si los equipos E son repartidos entre las secciones I


y II en las proporciones nj y 1 —n j para la fase 1,
n2 y 1 —n 2 para la siguiente, etc. . ., las ecuaciones
de la producción en valor se establecen como sigue

Fase 1 Sec. I n | C| ♦ Jü| * p n 1 i'i


Sec. II <1 - n | ) c t ♦ b (1 - n 1 ) * q <1 - n 1 K 1

Fase 2 Sec. 1 n2 c*2 * II2 s pHj ^'2


Sec. II ( 1 • 02) 1*2♦ b7 ( 1 - ri2 <1 ’ n2K%
2
Fase 3 Sec. I n.i Cj ♦ aX * p n¿ \.\\
Sec. II ( 1 - n3>e 3 ♦ bT2 (1 - n3) = q <1 - nj) cj

* ada término de cada par de igualdades está afectado


al mismo coeficiente cuantitativo E j, E2, E 3 , e tc ...
Designemos s (s,, s 2, s3, e tc ...) al salario nominal
¿COMO FU N C IO N A K L C A P I T A L l 8 M o?
96

por hora. Evidentemente s < 1, la diterencia | ^


designa a la plusvalía cuya tasa es

El equilibrio dinámico de la reproducción ampliada


exige que se cumplan dos condiciones.

1. Que los salarios distribuidos para cada fase (en el


conjunto de las dos secciones), permitan comprar to­
da la producción de bienes de consumo producidos
durante esta fase;
2. Que la plusvalía generada durante una fase (en las
dos secciones), permita comprar toda la producción
de la sección I durante esta fase al precio de equili­
brio de la fase siguiente.
a) Igualdades oferta/dem anda de bienes de consu­
mo:

s, |aui + b (1 — n, )| = q ( I n, ) c,

s2 |a X n2 + b 7 (1 —n, )| q (! - n2) c2
etc.

b) Igualdades oferta/dem anda en dinámica de equi­


pos:

( l - s , ) |an, + b (| —n , )| = p iii e2 ^ 11

(I - h ) | a Xn 2 + b 7 (l - n 2 )| = p „ 2 e3 mk
Cíe*

Se verifica que el sistema está expresado en valores y


no en precios de producción, puesto que las tasas de
p usva ía son idénticas de una sección a la otra.
De esto se deducen las 2 series:
,M l KKCAMBIÜ DESIGUAL y LEY DEL VALOR 97

(1 - n , ) |a f h (p - 1)J

(p - 1 ) (a ni + b (1 - n , )J

(1 - " 2) 1a X + b 7 (p -l)J

(p - D ía X n2 + b 7 (1 - n2)¡

P n, a X

(P - D ía n, + b ( 1 - n2)J

P n2 a X 2

(p - 1) (a X n2 + b y (1 - n2)J
etc.

IV. DETERMINACION DE LOS SALARIOS NOMINALES Y


DEL REPARTO INTERSECTORIAL DE LAS FUER­
ZAS PRODUCTIVAS

Los dos pares de incógnitas s y n están determinados


por cada par de igualdades: por sumatoria de s y
1 —s se obtiene n, que llevado a la igualdad que
define s, nos da s.
Se tiene

I
n, -----------------------------
p ( l -X )

1
n2 =
p (1 - X )
¿ C O M O F U N C I O N A E L CAPITALISMO

|p (1 - X) - 1] [a + b (p - 1)J J
s, = ---------------------------------------------------------
(p - 1) ja + b |p ( 1 - X ) - 1 )|

( p (1 — X ) — 1) [a X + b y ( p - 1)J

(p 1 ) Ja X + b y [p (1 - X - 1 jf
etc.

Se obtiene pues s en función de los parámetros. Se


observa que el reparto de las fuerzas productivas debe
permanecer constante de una fase a la otra.
Discusión de los parámetros:

1 — La condición n < 1 exige que p >


1 -X

Como por otra parte X ^ 0 y p i= 1, n > o

2 —Condición o < s < 1

a) condición s < 1

Ella exige: numerador de las s < denominador de


las s, lo que después de la simplificación se expresa.

para Sj por - p a X < 1


para s2 por - p a X2 < 1

Estas condiciones se cumplen siempre si los par


tros son todos positivos.

b) condición s > o
1
La condición p >

significa que:
,n t m c a m b io d e sig u a l y ley del valor 9<

p—I> o
a + b (p - 1 ) > o
P ( 1 - X) - 1 > o
y, a + b ( p (1 - X ) - 1 J> o

Corno cada elemento del numerador y del denomi­


nador de s, son positivos, s lo es también.
Se tiene:

p (1 - X ) - 1 > o
a X + b 7 (p — 1) > o
a X + b 7 [p (1 — X) — 1 ] > o

por lo tanto s2 > o

No hay más que una sola condición restrictiva, a


saber:

V. TASA DE PLUSVALIA Y COMPOSICIONES ORGA­


NICAS

La relación de los salarios nominales está definida


por:
s2 {a X + b 7 (p - 1)] {» + b |p (1 - X) - 111

Si {a + b (p - 1 )| {a X + b 7 (p (1 - X) - 1) f

1 _s2 X |a n + b (1 - n))

1 —s» a X n + b 7 (l-n)

bn cuanto a las composiciones orgánicas en valor, 3,


y d2, son definidas por:
¿ C O M O F U N C I O N A E L C A P 1T A LI8M Q 7

[n, +.(1 - "1 )1e i ■


d ,.
|an, + b (1 ~ n , )| s,

con e j , Sj, y ni conocidos

[n2 + í 1 - n 2 )| c 2
3 , ----------------------------------------------
[aXn2 -f b 7 (1 —n2)] s2

con e 2, s2 y n 2 conocidos

Por simplificación se obtiene:

a p (1 - X)
a, =
I p d —X> - 11 (a i b (p - 1)1

a X p (1 - X)
a,=
[p (1 - X) - 1 1 (a X -t-b 7 (p - I )

de donde
a2 Ma+ b (p - 1 )|

a1 a X + b 7 (p - | )

Primer caso. X> 7 (el progreso de la productividad es


mas rápido en la sección II). Se verifica que la com­
posición orgánica se eleva (7 2 > 7 I ) como además la
tasa de plusvalía (s2 < s , ).
Segundo caso: X < 7 (|a productividad aumenta
mas rápidamente en la sección I): la composición
organica y la tasa de plusvalía disminuyen.
si pues, como la composición orgánica y Ia tl,sf
de plusvalía deben variar en el mismo sentido. Par‘‘
<|ue se realice un equilibrio dinámico, se puede prc¿5,,fl
tai qué ocurre con la tendencia de la tasa de ganancia*
IN T M tC A M B IO D E S IG U A L Y LEY D E L V A LOR
101

Si s o deline la lasa de uaiiimciu un


n x i i . • 1R U,ncla en términos de
v.,lor llevando la plusvalía a| monto d d . *
/ado, sea:

(I s , ) | a n i + b ( l — n >) I
m ------------------------------------------------- 1/1

n i o , + (1 _ n , ) e |

(1 —s2) [a X n2 + b y (1 —n2 )j
7T2.=

r»2 e2 + (1 - n2) e2

so tiene, reemplazando e j , e 2, Sj y s2 por sus valores


en función de los parámetros:

tt2 an + b (1 - n) aX n + b 7 ( l - n )
i— - ---------------------------- x ---------------------------------- = Ai
ni a X n-I-b 7 (1 - n) an + b ( l - n )

La conclusión es que, tendencialmente, la tasa de


ganancia de equilibrio dinámico es independiente de
los progresos relativos de la productividad en cada
una de las dos secciones, porque el movimiento de la
tasa de plusvalía exigido por el equilibrio de la oferta
y la demanda dinámica, debe compensar el de la
composición orgánica que está determinada precisa­
mente por la relación de los progresos de la producti­
vidad X y y.

VI. SALARIOS R E A L E S POR HORA

Se los define por:


102 ¿COMO FU N C IO N A E L CAPITALISMO?

Se tiene entonces después de simplificar:

s’j a + b [p ( 1 - X) — 1 )

s’, aX + b*v í p ( l —X)— 1J

como X y 7 son positivos e inferiores a 1, se verifica


que

s' 2 > S'j

es decir que el salario real por hora debe aumentar


en todos los casos, desde que un progreso técnico se
realiza en I, II o en las dos secciones.

V i l . CREC IMIENTO DE LA PRODUCCION Y DE LA


F U E R Z A DE T R A B A J O

El crecimiento de la producción (en precios cons­


tantes) de la sección I está definida por

E,
— = pn= —
E, 1 - X

El de la fuerza de trabajo es:

T2 aXn+b7 (l-n)
Pn ----- -- -------------------------- - x pn
Ti a n + b (1 - n)

o reemplazando n por su valor:

Tj aX b 7 [p (1 — X) — 1 ]

T| (1 —X ) | a + b lp (1 —X) —l] f
, n T ER CA M B IO d e s i g u a l y le y d e l v a l o r 103

al crecimiento del producto neto (produc­


En c u a n to
ción de equipos por encima de sus necesidades de
reem plazo más producción de bienes de consumo), en
precios constantes (precios de la fase 1 ), está dado
por:

P2 ( E , — E’2 ) ej + C2 Ci

Pi (Ei — E ’i ) ei + C| c,

donde E2 y Ei representan la producción de equipos


durante las fases 2 y 1, E' 2 y H'i las necesidades de
reemplazo (evidentemente E' 2 = E j).
Como por otra parte:

E2 E2 Ei 1

E ’2 E, E ’, 1 - X

C, = E, q (1 - n)

C2 = E2 q (1 - n)

Así como e ,, Cj y n, se tiene:

P2 1

P, 1- X

análogo a

E2

Ei

El crecimiento del producto neto está dirigido por los


Progresos de la productividad realizada en la sección
■* ¿COM O FU N C IO N A EL CAPITALI**

La fuerza de trabajo no crece si no se


5: 1,1Pie

a (1 - X - 7 ) (píl — X) - Ij
— > --------------------------- -
b 2 X- 1

VIII. APLIC ACIO N ES NUM ERICAS

El cuadro que sigue, traza los resultados de la reso­


lución del problema del equilibrio dinámico para dife­
rentes hipótesis respecto de los parámetros (véase cua­
dro p. 106).

Caso 1: Composiciones orgánicas iguales, progresos


de la productividad iguales en las dos secciones.

Caso 2: Composiciones orgánicas desiguales, pro­


gresos de la productividad iguales en las dos sec­
ciones.

Caso 3: Composiciones orgánicas iguales, progresos


de la productividad desiguales (aquí X > 7).

Caso 4: Hipótesis inversa a la precedente (X<7)-

Caso 5: Caso 4 límite, los progresos de la produc


tividad están limitados a la sección I (X= */2 míen ^
tras que 7 = 1 ).

Caso 6: Caso 3 tendiente al límite, los PTC^ ° j ¡


de la productividad están limitados a la secci
(7 = 1/2 mientras que X -► 1).
IN TER C A M B IO d e s i g u a l y l e y d e l v a lo r 105

Casos 1 2 3 4 5 6
Parámetros
4 4 4 4 4 4
a
b 4 8 4 4 4 4
P 3 3 5 5 3 30
q 6 10 6 6 6 6
X 1/2 1/2 3/4 1/2 1/2 0,95
7 1/2 1/2 1/2 3/4 1 1/2
Precios
el 2 2 1 1 2 0,14
e2 1 1 3/4 1/2 1 0,13
e3 1/2 1/2 9/16 1/4 1/2 0,12

1 Cl 1 1 5/6 5/6 1 0,69


c2 1/2 1/2 11/24 7/12 5/6 0,36
l C3 1/4 1/4 25/96 5/12 3/4 0,19
Proporción
n 2/3 2/3 4/5 2/5 2/3 2/3
Salarios nominales
si 1/2 5/8 1/4 1/4 1/2 0,34
S2 1/2 5/8 11/56 21/26 5/8 0,22
Relación
S2/Sj 1 1 11/14 14/13 5/4 0,63
Reales
s' 1 1/2 5/8 3/10 9/10 1/2 1/2
Relación
s2 1 5/4 24/56 18/13 3/4 0,63
S2/Si 2 2 10/7 20/13 3/2 1,25
Composición orgánica
3. 1 3/5 1 1/3 1 1/10
1 3/5 15/11 5/21 3/5 0,18
d2/d | 1 1 15/11 15/21 3/5 1,84
Crecimiento
e 2/ e , 2 2 4 2 2 20
T2/T , 1 1 14/5 13/10 4/3 16
106 ¿ C O M O F U N C I O N A E L C A P I T A L I 8 ||0?

Los tres primeros casos son los que han sido tratad
en el cuerpo principal del texto. üi
Se observará:
1. Que en todos los casos, el salario rea] por hora
debe aumentar ( s ^ /s 'i > 1 );
2. Que las tasas de plusvalía y las composiciones
orgánicas, no varían de una fase a la otra si los pro-
gresos de la productividad son idénticos en las dos
secciones;
3. Que los resultados de 3 y 4, en lo que respecta a
las tasas de plusvalía y a las composiciones orgánicas,
son inversas una de otra;
4. Que los resultados de 5 son análogos a los de 4,
del que no representa más que un caso límite en lo
que respecta a la evolución de las tasas de plusvalía y
de las composiciones orgánicas;
5. Que en cambio no es posible llevar el caso 3 hasta
su límite extremo (X = 1), puesto que el problema no
admite solución, salvo si X=£ 1 (y p > 1). En el caso
6. solamente nos acercamos (X = 0,95).
Cuando X -* 1, p en contrapartida debe tender al
infinito. Las cantidades n, s y X permanecen defi­
nidas. Se observa que

s’2 a- b
i— i ■ — ► m i—

s’| a - b7

que es siempre > 1. Las tasas de crecimiento

E\ T2

E, T,

tienden al infinito;
en
6. Que la fuerza de trabajo necesaria au m en ta
,nt k h c a m b io d e s ig u a l y l e y d e l v a l o r
i 07

todos los casos examinados aauí cí «


hubiera elegido en cambio se

^ = 3 /4 , y = 1/8, a = i 5 _ 20 y p = 5

habría habido una contradicción de \* f


bajo (T 2/ T , = n / 1 2 ) CC10n de la fuerza de tra-

IX. OBSERVACIONES FINALES:


LOS LIMITES DEL MODELO

Este modelo no posee más virtudes que cualquier


otro.
El primer límite es que las dos primeras ecuacio­
nes que describen la situación de partida, el año 0,
definen ya un nivel de salario real para la fase 1 , las
tecnologías para cada sección, y una asignación de los
recursos (una distribución de los equipos y de la
fuerza de trabajo entre las dos secciones). Estos tres
“datos” exteriores son interdependientes. Se puede
imaginar otra situación de partida, otro nivel de a-
rio real y una asignación diferente de los recursos
que le correspondería. Un filósofo mecanicista que
asimile la ciencia social a la ciencia de la natur eza,
se plantearía la cuestión de saber cuál es a vana
independiente” del salario, de lastecn o ogias
asignación de recursos. La cuestión es un a P
blema porque el punto de partida nos es a a i
la historia real, es decir, la situación a . nQs
forjada por la lucha de clases anterior. uaci¿ n ja
muestra simplemente que a un cr¿ci.
acumulación en un modo cap.t ^ ,a
miento de los salarios reales. Si <¡itua-
historia del capitalismo central en ngla » cuando
ción de partida será por ejemplo a d e lSSO cuando
el modelo representa ya lo esencal de lo que ha sido
¿COM O F U N C IO N A EL CAPITALISM q ?

la sociedad inglesa, que puede ser reducido a


modo capitalista válido. Esta situación de partida es
el resultado de otro período histórico, el de la tran­
sición del modo feudal al m odo capitalista, y p ^
este otro período este m odelo no tiene sentido por.
que la naturaleza del sistema es diferente. No se
puede eliminar el materialismo histórico para susti­
tuirlo por la economía.
El segundo límite deriva inm ediatam ente del pri­
mero. La economía —o sea el funcionamiento del
modo capitalista— puede ser representada en ecua­
ciones, el materialismo histórico —o sea la historia de
una formación social, capitalista central o periférica,
de transición o no—, no puede serlo. Además la tran­
sición al capitalismo, tanto en el centro como en la
periferia, y cada una de esas transiciones es especí­
fica, caracterizada por sus alianzas de clases, deter­
mina situaciones de partida diferentes. Además las
formaciones periféricas son tan específicas, que preci­
samente este modelo no les es aplicable. El límite
puede ser formulado de la siguiente manera: el mo­
delo presenta unilateralmente la significación de las
fuerzas objetivas en el modo capitalista, no resuelve
la cuestión que debe ser reubicada en el marco del
materialismo histórico (del análisis de las formaciones
sociales concretas) porque no puede plantearse esta
cuestión dialéctica.
De esto resulta que el modelo se enfrenta con
fronteras precisas. La discusión de sus condiciones es
un ejemplo de ello. En el caso hipotético donde
X — 1 , es decir donde la tecnología en la sección 1
está estancada, p se convierte en infinito, es decir
eclu^*krio de una fase a la siguiente es imp0'
sible, salvo que se considere una duración infinita de
cada fase, lo que no tiene sentido. La tecnología no
es pues neutra, el’ equilibrio dinámico exige en el
capitalismo un progreso de aquélla. Hay más, como
ley del sistema es la búsqueda del beneficio máximo,
IN T E R C A M B IO D E SIG U A L Y LEY D E L V A LO R

ld investigación tecnológica y por lo tanto sus resul­


tados- estará orientada de una determinada manera,
de modo que X y 7 sean tales, que el resultado prin­
cipal para la burguesía del equilibrio dinámico (la
tasa de ganancia) sea “aceptable” .
Creado para ilustrar unilateralmente un aspecto del
problema, este modelo es necesariamente simple. Ante
todo es discontinuo, el equilibrio se realiza de una
fase a la otra por un cambio brutal de las propor­
ciones y de los precios relativos, mientras que en la
realidad el ajuste es continuo. Luego se ha formulado
la hipótesis de que la plusvalía está íntegramente acu­
mulada. Esta hipótesis excluye del modelo la condi­
ción necesaria de la reproducción de la burguesía, lo
que evidentemente es absurdo. Sin embargo, este
absurdo no impide la demostración del aspecto unila­
teral de la cuestión planteada. Una digresión puede
ser útil aquí para aclarar algunos aspectos del pro­
blema: nuestro modelo así reducido ¿describe un
capitalismo “puro” sin capitalistas, por ejemplo el de
un estado abstracto? No, porque este capitalismo
tendría la característica de que el capital no sería ya
simultáneamente social e individual (parcelado) sino
solamente social. Es un nuevo modo de producción,
por esta razón hemos calificado al modo soviético
como sui generis. 79 La clase estado dominante debe,
por cierto, consumir una fracción de la plusvalía para
reproducirse. Pero habiendo desaparecido la circu­
lación del capital, la ley que determina esta fracción
es diferente de la que caracteriza al modo capitalista.
De las hipótesis resulta también una tasa de creci­
miento elevada: el PIB se duplica de una fase a la
otra (en los casos 1, 2, 4 y 5) gracias al “ahorro” de
una fracción elevada del producto, (del 25% al 50%,
según los casos). Se hubiera podido acercar a las

S. Amin, Le développement inégal, p. 325 y ss.


| 10 in te rc a m b io d e s ig u a l y LEY DEL VALO*

hipótesis realistas considerando el consumo de Una


fracción de la plusvalía de manera tal, que la “ta^
de ahorro” fuera del orden del 20% del PIB, una
asignación diferente de los ‘ recursos entre las dos
secciones, los ritmos X y 7 de mejoramiento de la
productividad adecuados de modo de obtener por
ejemplo una duplicación del PIB de una fase a la
otra estando cada fase en el orden de lo 10 anos (o
sea una tasa de crecimiento anua del 7%) correspon-
diendo el período de 10 años efectivamente al de la
m a d u r a c ó n de las decisiones de inversiones, la obs*
Iescencia de los equipos y, por otra parte, la del ciclo
económico. El modelo hubiera sido “ reahsta pero no
más claro.______ '
A P E N D IC E
1
R e f le x io n e s sobre la teoría
del "in te rc a m b io d e s ig u a l”

J.igdish C. Saigal *

I INTRODUCCION

Un el marco de la economía mundial, las relaciones


económicas contemporáneas que existen entre las eco­
nomías del “ centro” y de la “ periferia” se explican
mejor mediante lo que denominamos “ intercambio
desigual” .1 Por “intercambio desigual” , queremos sig­
nificar que las economías del centro están en condi­
ciones de comprar los productos provenientes de los
países menos desarrollados a precios bajos, y vender­
les a estos últimos sus propios productos a precios
elevados. De este intercambio desigual, resulta una
transferencia oculta de una cantidad considerable del
excedente de la periferia hacia las economías del cen­
tro por el canal del comercio internacional. El comer­
cio entre las economías del centro y de la periferia
es desigual, especialmente, porque las relaciones de

* 1.1 autor os miembro del Cuerpo de Profesores del Insti­


tuto Africano de las Naciones Unidas de Desarrollo I conómico
y Planificación ( I D E P ) en Dakar. Las ideas que expresa en este
documento corren por su exclusiva responsabilidad, y no rene-
jan necesariamente las de las Naciones Unidas o del IDF.P,
1 I 11 este documento utilizaremos el término "economía
mundial” para designar al sistema económico mundial con e x ­
clusión de los países socialistas. I sta de mas decir t|ue este
sistema económico mundial crece y es capitalista. I o s términos
economías del “ centro” y “ periferia” , se aplican a los países
desarrollados capitalistas y a los países menos desarrollados de
Asia, Al rica y América Latina (conocidos lni|o el nombre de
lercer Mundo). Utilizaremos aquí los términos “ economías de
la periloria'' y “economías dependientes” , para designar a los
países menos desarrollados
4 ¿COM O FU N C IO N A E L CA PITALISM q

producción y de comercio en la economía mundial


están dirigidas o dominadas por el modo de produc
ción capitalista, y los niveles de salario real existentes
en la periferia son comparativamente muy bajos. Es
cierto que la productividad de la mano de obra en la
mayoría de los sectores de las economías del centro
es superior a la realizada en la periferia. Sin embargo
las diferencias de productividad entre los numerosos
sectores de las dos regiones (al menos los que parti­
cipan en el comercio internacional), son proporcional­
mente más pequeñas que las diferencias de salario. De
este intercambio desigual y por lo tanto de la transfe­
rencia, sobre una muy vasta escala, del excedente de
los países menos desarrollados hacia los países desa­
rrollados, resulta esencialmente un desarrollo desigual
de las fuerzas productivas, lo que a su vez contribuye
a ampliar la brecha que separa a las dos regiones en
términos a la vez relativos y absolutos.2 Las obras
recientemente publicadas por Amin, Emmanuel y
Braun sobre el intercambio desigual y el desarrollo
desigual son de una importancia capital.3 E m m an u el
ha sido el primero en intentar elaborar la teoría del
intercambio desigual. La obra de Braun, como el au­
tor lo reconoce, está en relación estrecha con la de
Emmanuel.4 Sin embargo, los separan algunas diferen­
cias respecto al marco analítico del modelo que han

2 Es de observar que la transferencia de excedentes de U*


economías de la periferia hacia las economías del centro re^ s
también otras formas tales como la transferencia de dividen l
de beneficios, y de intereses provenientes de las inversión^
extranjeras anteriores y de inversiones extranjeras en curso
los países de la periferia.
3 Samir Amin, La acumulación en escala mu«í/w^> ^u^ nS
Aires, Siglo XXI, 1 9 7 4 ; Le d e v é lo p p e m e n t inégal,
de Minuit, París, 1973; Arghiri Emmanuel, E l intercam i ,njrp/
gual, op. c i t . ; Oscar Br aun, L ’Echange Inégal,
£T/CS/2347-13, agosto 1972.
4 Oscar Braun, ibid., p. 18.
KL . « I N T E R C A M B I O D E S I G U A L ” 1 15

elegido para describir el fenómeno del intercambio


desigual. En primer lugar, mientras Emmanuel analiza
el problema del intercambio desigual en el contexto
competitivo y utiliza en su modelo los bajos niveles
de salario de la periferia como variable independiente
para explicar el intercambio desigual, Braun pone el
acento sobre el hecho de que en el mundo actual
estamos en presencia de un capitalismo npnopólico,
y en su modelo considera el salario como una varia­
ble explicativa secundaria. En el modelo de Braun, la
variable explicativa primaria del intercambio desigual
es el precio de las exportaciones de las economías de
la periferia hacia las economías del centro. Según
Braun, las economías del centro utilizan su poder
económico para obligar a las economías dependientes
a vender a bajos precios. En segundo lugar, mientras
Emmanuel utiliza el modelo de los precios de produc­
ción de Marx en su análisis del intercambio desigual,
Braun utiliza el modelo de formación de precios de
Sraffa. En tercer lugar, mientras Braun afirma explíci­
tamente que la circulación de los productos entre las
economías del centro y de la periferia comporta un
intercambio desigual,5 Emmanuel, en cambio, no es
muy explícito en este punto.
Una limitación grave de las obras de Emmanuel y
de Braun es que la teoría del intercambio desigual,
tal com o lia sido expuesta por ellos, se basa en la
hipótesis según la cual la productividad de los países
menos desarrollados es tan elevada como la de las
econom ías capitalistas desarrolladas.6 En la sección

5 Oscar fíraun, op. cit., p. 19: “ En resumen, siguiendo la


tesis que queremos desarrollar, el imperialismo contemporáneo
se manifiesta en el plano del intercambio comercial |. . .]”
6 Se trata de una de las críticas hechas a la obra de l'mma-
nuel por Joan Otto Anderson en su documento titulado “ Re-
flexions on the Theory o f Unequal l'xchange” (presentado en
c' ^ym/xisium International sur l'Impérialisnw sa place actuel-
116 ¿ C O M O F U N C I O N A E L C A P IT A L IS M O

siguiente, vamos a intentar demostrar, utilizando un


modelo con dos sectores, que la teoría del ¡nter
cambio desigual sigue siendo válida aun cuando se
abandone esta hipótesis. Abordaremos tres casos po$¡.
bles, a saber: (i) las tecnologías que permiten produ-
cir localmente los bienes de equipo y los bienes de
consumo (bienes salariales) de la periferia, deben ser
importadas de las economías del centro; ( 11) la tecno­
logía de producción de los bienes de consumo en la
periferia es autóctona y necesita una fuerte utiliza­
ción de mano de obra (de ahí un rendimiento más
débil), mientras que la tecnología de producción de
bienes de equipo debe ser importada de las econo­
mías del centro; (111) las tecnologías de producción
de bienes de equipo y de consumo a la vez en la
periferia son autóctonas y necesitan una fuerte utili­
zación de mano de obra.
Se mostrará también que —dado que las diferencias
de salario entre las economías del centro y de la
periferia son proporcionalmente más grandes que las
diferencias de productividad entre las dos regiones-,
el intercambio desigual se producirá cualquiera sea el
tipo de productos (bienes de equipo o bienes de con­
sumo) en los que se especializan los países de la
periferia. Así, el argumento comúnmente presentado
en la literatura económica clásica, según el cual los
países menos desarrollados sufren el deterioro de los
términos del intercambio porque se especializan en Ia
producción de algunos bienes (materias primas y
bienes de consumo livianos), cuya demanda m u n d i a l
es inelástica, o están restringidas las importaciones en
los países desarrollados, no tiene mucho peso. El P*®*
blema del intercambio o del comercio desigual es
mucho más fundamental.

le dans les Sciences Sociales, Elsinore, Dinamarca, 12-17


Kl, “ I N T E R C A M B I O D E S I G U A L "
117

Puesto que el punto capital de la teoría de Emma­


nuel respecto al intercambio desigual es la explota­
ción de un país por otro, surge un conflicto de inte­
reses entre los obreros de las economías del centro y
los de las economías de la periferia. Este conflicto no
manifiesta en el modelo de Emmanuel, y esto
esencialmente porque él no trata de estudiar la ma­
nera por la cual un aumento de los niveles de salarios
en las economías del centro actúa sobre los niveles
de salarios en la periferia. En su estudio, Braun esta­
blece efectivamente, a partir de los resultados de un
ejemplo numérico, la relación que existe entre las
tasas de salario, los precios y las tasas de ganancia
haciendo asi explícito el conflicto. En el anexo se
encontrará una versión más generalizada de estas rela­
ciones. Sin embargo, puesto que el modelo de Braun
está basado sobre una tecnología constante, por lo
tanto sobre una productividad constante, no se ha
hecho ninguna investigación respecto a la manera en
que los crecimientos de la productividad y los corres­
pondientes movimientos de los niveles de salario en la
economía del centro actúan sobre los niveles de
salario en la economía de la periferia. Esto se expli­
ca, sobre todo, por el hecho de que él limita su
análisis a un solo período de producción. En la sec­
ción 3 de este documento, estudiaremos los efectos
de las variaciones de los niveles de salarios y de la
productividad en las economías del centro sobre los
niveles de salarios de la periferia. También Amin ha
abordado este problema. El utiliza el esquema de la
reproducción ampliada de Marx, y efectúa su analisis
no en términos de precios sino en términos de valo­
res medidos en tiempo de trabajo.
El análisis mostrará con claridad,
la sección 2, que no es la circu ac*on ^ rjfer¡a ja
entre las economías del centro y e a P®
causa principal del intercambio ^S1^ a se
han sugerido Braun y Emmanuel (si i
¿C O M O F U N C IO N A EL CAPITALISM O?
118
dicho que este último no es muy explícito en este
punto)- sino, más bien, el carácter productivo de la
producción capitalista comercial que integra más y
más las economías de la periferia tn la economía
mundial provocando, como lo ha señalado Amin, la
formación de un capitalismo periférico (o economías
dependientes) en los países del Tercer Mundo. La
inversión extranjera directa (en el periodo contempo­
ráneo por las sociedades multinacionales) en las eco­
nomías de la periferia, constituye un agente impor­
tante de este proceso de integración. Otro punto
sobre el que se debe insistir es el hecho de que la teoría
del intercambio desigual debe ser estudiada en un
contexto competitivo, como lo ha hecho Emmanuel.
Es cierto que el sistema económico mundial contem­
poráneo está caracterizado por un capitaÜsmo de
monopolio, pero si es preciso explicar el intercambio
desigual por los precios de monopolio o de monop-
sonio, la cuestión resulta banal y no es posible
proponer una teoría del intercambio desigual.
Por último, en la sección 4, discutiremos las impli­
caciones políticas del fenómeno del intercambio des­
igual, y examinaremos las opciones abiertas a los
países menos desarrollados con vistas a su desarrollo.

II. EL INTERCAMBIO DESIGUAL

Como hemos dicho anteriormente, en esta sección


vamos a describir el fenómeno del intercambio desi
gual entre una economía del centro A y una econo
mía dependiente.o periférica B, utilizando el tnodeo
de dos sectores, uno que produce bienes de equij^
(o material), y el otro bienes de consumo. Abor
remos tres casos posibles: 1 . la econom ía d e p e n d i e n
produce a la vez bienes de equipo y bienes de
sumo, pero debe importar de la economía del cen .
as tecnologías necesarias para los dos secto
KL ‘I N T E R C A M B I O D E S I G U A L ”

la econom ía dependiente B posee una tecnología


local, (necesita una mano de obra relativamente nu-
merosa) en su sector de producción de bienes de con­
sum o, pero debe importar de la economía del centro
A la tecnología necesaria para la producción de bie­
nes de equipo (de material); 3. la economía depen­
diente posee tecnologías locales (necesitando una ma­
no de obra relativamente numerosa) para la produc­
ción en los dos sectores. En nuestro modelo, las tec­
nologías o procesos de producción son definidos para
una sola fase. Una fase corresponde al período al
cabo del cual el equipo está completamente gastado o
deviene obsoleto y debe ser reemplazado por uno
nuevo. Así, en nuestro modelo, una fase está com­
puesta por varios períodos de producción.
Para estudiar el fenómeno del intercambio desigual,
abordaremos dos situaciones: en la primera, la econo­
mía dependiente B sigue un modelo de desarrollo
independiente (o autocentrado) (y no un modelo de
desarrollo dependiente); calculamos las tasas de ga­
nancia respectivas y los precios de transformación
relativos del equipo durante la fase 1 en la economía
del centro A y la economía B, teniendo en cuenta
los niveles medios de salarios reales en las dos econo­
mías. En la segunda situación, suponemos que la
economía dependiente B sigue el modelo de desa­
rrollo dependiente. Dicho en otros términos, la eco­
nomía B prefiere integrarse cada vez más a la econo­
mía mundial y elige especializarse e i uno de los dos
sectores. Naturalmente, en este caso, el sector en e
que se especializará no dependerá de su propia eci
sión; el dominio de especialización en la economía
mundial es impuesto a las economías depen íentes
por las economías dominantes, es decir, as e<jono
mías del centro. Para los niveles de salario .eai a os
en las economías A y B, calcularemos a tasa e ga
nancia y el precio de transformación e equipo
términos de bienes de consumo. La comparación
120 ¿COMO FUNCIONA EL CAPITALISMO?

las dos situaciones nos permitirá saber si existe 0 no


un intercambio desigual. Para m ayor simplicidad, va-
mos a suponer que todas las ganancias son ahorradas
e invertidas y todos los salarios consumidos.
Utilizaremos las siguientes notaciones:

e = equipo
c = bienes de consumo
h = unidad de tiempo de trabajo
pA = precio de transformación del
equipo en la econom ía A del centro
pB = precio de transformación en
la economía dependiente B
Pe = precio de transformación del equipo (que
es también el precio de intercambio entre
las dos economías) cuando la economía
dependiente B está integrada a la econo­
mía mundial y se especializa en el Sector II.
P' e = precio de transformación del equipo (que
es también el precio del intercambio),
cuando la economía dependiente B se es­
pecializa en el Sector I.
Pe = precio de bienes de consumo, supuesto
igual a 1 (es decir = le).
^ = tasa de ganancia en la economía A du­
rante la Fase 1 .
Dg _ .
—tasa de ganancia en la economía B du­
rante la Fase 1 .
^ = tasa de ganancia en las dos e c o n o m í a s
cuando la economía dependiente B esía
integrada a la economía mundial.
’^ ~ n^ l de salarios para h unidad de tiemp0
de trabajo respectivamente en las econo­
mías A y B.
KL “ I N T E R C A M B I O D E S I G U A L ”
121

hase 1

Caso (1): Las dos econom ías A y B tienen las mismas


tecnologías en los dos sectores, B importa tecnologías de

Ejercicio n ° 1

Economía A Economía B

E quipo Horas Producto Equipo Horas Producto


de de
trabajo trabajo

Sec.I lOe 40h 30e lOe 40h 30e


Sec.II lOe 80h 60c le 8h 6c

Para que la tasa de ganancia sea la misma en los dos


sectores tenemos:

(la) 1 0 P A (1 + RA) + 40 WA = 30 PA
C C i

(Ib) 1 0 P A (1 + RB) + 40 WB = 30 P6 ;

(2a) 10 PA (1 + R A )+ 80W A = 6 0 c ;
c
(2b) P A ( i + RB) + 8 W B = 6 c

Supongamos que los niveles de salario en las econo­


mías A y B durante la Fase 1, estén en la propor­
ción 4:1 y que

W A = 1/2c : W B = 1/8C

Cuando se resuelve el sistema de ecuaciones de arriba,


tenemos:
-*2 ¿COM O F U N C IO N A E L C A PITA LISM O ,

(1 + R A ) . 1,5 M
(1 + RB)- 2,73 H

pA
e
= 4/3c= 1,330 -M
P B = 11/6 c = 1,83 c
e

Examinemos ahora el caso en que la economía B está


integrada a la economía mundial.

(\)'.La economía B se especializa en el sector de pro­


ducción de bienes de consumo, es decir el sector II.
Durante la Fase 1 tendremos la siguiente situación:

Ejercicio n° 2

E quipo Horas de trabajo Producto

Economía A Sector I lOe 40h (WA « l/2c) 30e


Economía B Sector II 4e 32h (W»- l/8c) 24c

Para que la tasa de ganancia sea la misma en los dos


sectores, por lo tanto en las dos economías, tenemos:

(1) 10 Pe (1 + R) + 20 c = 30 Pe
(2) 4 P e ( l + R) + 4 c = 24 c

( alculando 1 4- R y pe a partir de las dos ecuaciones


de arriba, obtenemos:
Kl. IN T E R C A M B IO l)K S I(,U A L ''

Cuando comparamos los valores de PA, pBt p k A


rA B y R , constatamos que:
a) mientras que la economía dependiente B trans­
forma por medio del comercio y de la especialización
2.33 unidades de bienes de consumo en 1 unidad de
bienes de equipo, puede transformar 1,83 unidades de
bienes de consumo en 1 unidad de equipo si decide
producir localmente los dos tipos de bienes. Por otra
parte la economía del centro transforma, por medio
del comercio con la economía dependiente, 1 unidad
de equipo en 2,33 unidades de bienes de consumo,
m ien tras que local mente, puede transformar una
unidad de equipo en solamente 1 ,33 unidades de con­
sumo;
b) la tasa de ganancia (R) en la economía depen­
diente durante la Fase 1, que corresponde también a
la acumulación neta durante la Fase 1 cuando se
adopta la especialización y el modelo de desarrollo
dependiente, es de 1,73 en relación a R B = 2 ,7 3 . En
cambio, R se compara favorablemente a RA.

(n): La economía B se especializa en el sector I

Fase 1: Ejercicio no 3

Equipo Horas de trabajo Producto


Economía B Sector I 20e 80h (W** = l / 8c ) 60e
Econom ía B Sector II 5e 40h(WA « l / 2 c ) 30c

Para que la tasa de ganancia sea la misma en los dos


sectores, tenemos:

(3) 20 Pg (1 + R ') + 10 c » 60 Pe
(4 ) 5 P’ (1 + R’) + 20 c = 30 c
c

Calculando 1 + R y Pe a partir de las dos ecuaciones


de arriba, tenemos:
¿ C O M O F U N C IO N A E L CAPITALISMO

1 + R ’ = 1 2 / 5 = 2,4
P’ = 5 /6 c = 0,83 c
e

El resultado interesante que se logra es que cuando la


economía B se especializa en el Sector I, el precio de
transformación (de intercambio) del equipo cae a
0,83c lo que es inferior a la vez a PB y pA. por otra
parte, R' es < R^, pero > RA.
De los resultados anteriores se deduce que mien­
tras la economía A del centro logra integrar la eco­
nomía dependiente B a la economía mundial, la
economía dependiente B es el perdedor neto. Por lo
tanto hay intercambio desigual. Dado que los niveles
de salarios de las economías A y B están en la pro­
porción de 4:1, la economía B, al especializarse en el
0 40
sector II paga un precio —4— x 100 = 21.9% más ele-
1,83
vado por el equipo que el precio por el cual podría
producirlo localmente. Además, si la economía B se
especializa en la producción de bienes de equipo
tendrá que pagar un precio

I: 1 - 1
0,83 1.83
------------------ x 1Ü0 - 1 25 %
1
"L83

más elevado por los bienes de consumo que el precio


en términos de equipo por el cual podría producir
bienes de consumo localmente. Si el i n t e r c a m b i o
fuera equitativo, Pe debería situarse entonces entre
P^ y Pg Los resultados anteriores c o n f i r m a n tarn^
bién la tesis según la cual la penetración d e los P^,s^
capitalistas desarrollados en las regiones m enos ^
rrolladas por medio del capital y del c o m e r c i o . 1
tCL “ I N T E R C A M B I O D E S I G U A L " 125

pide el descenso de la tasa de ganancia en ellos, lo


V|iie es una tendencia inherente a las economías capi­
talistas desarrolladas.
Sin embargo, hay que señalar aquí que el origen
del intercambio desigual reside en la circulación de
los productos entre las dos economías. Si, por ejem­
plo, la economía dependiente adopta la estrategia del
desarrollo autocentrado, y desarrolla así los dos sec­
tores localmente, puede dedicarse al intercambio de
bienes de consumo contra equipos con la economía
B, siempre que el precio de intercambio Pe sea infe­
rior a pB La economía A ganará aun con este inter­
cambio porque P ^ > P A De ahí la posibilidad de un
intercambio equitativo. Así, el origen del intercambio
desigual reside en la integración de la economía B en
el sistema económico mundial, que es de tipo capita­
lista, lo que hace que las relaciones de producción y
de comercio estén regidas por el modo de producción
capitalista. Ln el modo de producción capitalista, las
relaciones de precios en el intercambio de productos
entre diferentes ramas de la actividad económica, y
en este caso entre economías del centro y de la
periferia, están determinadas por la igualación de la
tasa de ganancia en todas las ramas de la actividad
económica a escala mundial. La diferencia de salario
real entre las economías del centro y de la periferia,
al ser relativamente más grande que la diferencia de
productividad entre las dos regiones, y la producción
capitalista comercial que tiende a la igualación de la
tasa de ganancia en las diferentes ramas y regiones,
(siendo móvil el capital entre las diferentes regiones y
países y fija la mano de obra), implican la formación
de relaciones de precios desiguales entre los productos
intercambiados por las economías del centro y de la
periferia, pues favorecen a las economías del centro
en detrimento de la periferia.

Caso ( 2 ): La e c o n o m ía dependiente B posee una tec-


126 ¿COM O F U N C IO N A E L CA PITA LISM O ?

tío logia local (necesitando una mano de obra relativa-


m ente numerosa) en el Sector II, pero debe importar
de la econom ía A del centro la tecnología de produc­
ción del equipo

Ejercicio n ° 4

Economía B W ® * l/8 c

Equipo Horas de trabajo Producto


Sector 1 12e 48h 36f
Sector II le 32h 10c

Para que la tasa de ganancia sea la misma en los dos


sectores, tenemos:

(5) 12 P? (1 + RB) + 6 c = 3 6 P B

(6) P B (1 + r B ) + 4 c = 10 c
V

Calculando pB y 1 + r B a partir de estas dos ecua­


ciones lineales se obtiene:

1 + RB = 2,77

pB = ! 7 c = 2 , 1 7 c

Vamos a estudiar ahora el caso en que la e c o n o m í a


B está integrada a la economía mundial y se espe­
cializa en uno de los dos sectores.

(i): La economía dependiente B se especializa en e’


Sector II

En la Fase I tendremos la siguiente situación:


M • lN T K H CA M BIO O K 31(iU A L " ) >7

t ¡ e r a r io n ° 5

Equipo lloras ele traba/u Producto


I conomía A Sector I 12c 48h<W A .i,2C)
Icono mía B Sector II 4e 128h (WB* 1/8c> 40c

Para que la tasa de ganancia sea la misma en los dos


sectores, por lo tanto en las dos economías, tenemos:

(7) 1 2 P e (l + R ) + 2 4 c = 3 6 P e

( 8 ) 4 Pe (1 + R) + 16 c = 40 c

Calculando Pe y 1 4- R en 7) y (8), obtenemos:

1 + R =| f = 2,25 ;

Pe = 8/ 3c = 2,7c

Encontramos nuevamente Pe > P ^ > P ^ y R B > R > r A


que son las condiciones del intercambio desigual. Va­
mos a estudiar ahora el caso en el que la economía
dependiente B se especializa en el Sector I. Esta
situación corresponde al ejercicio n° 3. Aquí encon­
tramos Pe > > P | lo que es todavía la condición
del intercambio desigual.
Así, se deduce claramente de los resultados de
arriba que, mientras la economía A del centro se
beneficia netamente con la integración de la econo­
mía dependiente B, esta última es la perdedora neta.
Por lo tanto hay intercambio desigual. Especializán­
dose en el sector II, la economía B habrá ganado en
pagar un precio " ’7 t^ x 1 00= 56,3% más ele­
vado por el equipo que el precio al cual podría pro­
ducirlo localmente.
j ¿COMO FU NC IO NA EL CAPITALI8Mo ?

Caso (3): La econom ía dependiente fx>see tecnología


locales (necesitando m ano de obra relativamente nu­
merosa), en los dos sectores ’v*Éj9

Ejercicio n ° 6

Economía I/8c

Equipo Horas de trabajo Producto

Sector I 12c 1441) 42c


Sector II 3c %!• 30»

Para que la tasa de ganancia sea la misma en los dos


sectores, tenemos:

(7) 12 P®(1 + R b ) + 18 c - 4 2 P®

( 8 ) 3 P f U + R B ) + 12 c =30 c

Calculando (1 + RB) y pB en las dos ecuaciones de


arriba, obtenemos:

1 + R B = 2,8 pB= l_5c = 2,14 c


7

Vamos a estudiar ahora el caso en el que la econo­


mía dependiente B está integrada a la economía mun­
dial y se especializa en uno de los dos sectores.

(i). La economía dependiente B se especializa en el


Sector II.
Véase Ejercicio n° 5 .

(u). La economía dependiente B se especializa en d


Sector I.
EL “ I N T E R C A M B I O D E S I G U A L ”
129

Ejercicio n ° 7

kquipo Horas de trabajo Producto


Economía B Sector I 8e 96 h i W B , I(8c) 2ge
Economía A Sector II 6e 48h (WA« I/ 2c) 36c

Para que la tasa de ganancia sea la misma en los dos


sectores, por lo tanto en las dos economías, tenemos:

( 9 ) 8 *e ( | + R ) + 1 2 c =

( 1 0 ) 6 P; (1 + R) + ; 4 c « 36 c

Calculando Pe y (1 + R) a partir de las dos ecua­


ciones de arriba, tenemos:

1 + R’ = 2,0 P; = 1,0 c

Cuando comparamos estos resultados con los de los


ejercicios n ° 1 y 6, encontramos que P'e < p A < p B
que es la condición del intercambio desigual dado
que la economía dependiente venderá equipos, a cam­
bio de bienes de consumo a un precio mucho menos
elevado que el precio de transformación interno de
los productos entre las economías A y B para equi­
pos. En cambio, la economía del centro está en con­
diciones de comprar equipos a la economía depen­
diente a un precio menos elevado que su precio de
transformación interno. La condición de existencia de
un intercambio equitativo es P£ < Pe < P ^ cuando la
econom ía dependiente B se especializa en el Sector ii
y PB < P' < pA cuando la economía dependiente B se
especializa en el Sector I.
También se podría efectuar los ejercicios de arriba
basándose en una hipótesis diferente respecto a os
130 ¿COM O F U N C IO N A E L CA PITA LISM O ?

salarios diferenciales entre una eco no m ía del centro y


una econom ía dependiente. N osotros hemos formu-
lado otra hipótesis, a saber: que los niveles de salario
real en las econom ías A y B están en la proporción
de 16:1, es decir WA = 1 / 2c y W ^ = l / 32c. Los re­
sultados de esta hipótesis así como los de la hipótesis
precedente están resumidos en el cuadro I.
A partir de los resultados de los ejercicios plan­
teados en esta sección, extraem os las siguientes con­
clusiones: 1. Cualquiera sea el producto o la indus­
tria en la cual se especializa, integrándose a la econo­
mía mundial, la economía dependiente participa del
intercambio desigual. Dicho en otros términos, se
produce una explotación de los países con economías
dependientes por parte de los países del centro; 2 . la
división internacional del trabajo, que en la economía
mundial está basada en las relaciones de producción y
de comercio capitalista, favorece a las economías del
centro o economías desarrolladas y frena el desarrollo
de las fuerzas productivas en la periferia; 3 . se puede
dar la posibilidad de un intercambio equitativo de
productos entre los países menos desarrollados y los
países desarrollados en los dos casos siguientes: (i)
cuando los países menos desarrollados conciben un
proceso de desarrollo interno relativamente aislado de
la economía mundial (o lo que Amin ha denominado
desarrollo autocentrado” ); 7 ( u ) cuando las relaciones
de producción y de comercio en la economía mun'
dial no están regidas por las leyes del modo de pro­
ducción capitalista sino socialista.
l s necesario mencionar aquí que Amin es de la
opinión que en un marco de análisis del intercambio

"j #
Vcase Samir Amin, l.e d e v é lo p p e m e n t inégal, Editions de
Minu.t, París, 1973, pp. 336-341; “ Le Modéle Théorique de
ccumulution et du Devéloppement Econom ique et Social du
Monde C'ontcmporain” , id e p . Serie in Social a n d E co n o m ic
''c v c lo p p c m e n t N. 1, 1973
KL • • I N T E R C A M B I O D E S I G U A L ”
131

desigual, no hay que considerar al salario real como


una variable independiente. Se trata de una de las
principales críticas que él ha formulado en oposición
a las obras de Emmanuel y Braun (en su opinión, la
cuestión planteada por Braun de saber cuál de los
dos conjuntos -salarios o precios mundiales- debe
ser considerado como la variable explicativa primaria,
es superficial). Pareciera que la crítica de Amin se
aplica también al análisis efectuado más arriba. Es
pues necesario definir claramente aquí nuestra posi­
ción sobre este punto. Nosotros consideramos que
Amin, con razón, ha señalado el hecho de que el
salario real (es decir, la remuneración de la mano de
obra) en el modo de producción capitalista no puede
ser un dato exógeno “cualquiera” . En el modo de
producción capitalista, el salario real está determinado
por la acción recíproca de fuerzas “objetivas” (condi­
ciones de acumulación), y “subjetivas” (lucha de
clases). Admitiendo este punto importante, notamos
que en la economía mundial actual, las diferencias de
salario real entre las economías del centro y la peri­
feria (sin duda alguna, el producto de la desigualdad
del desarrollo histórico pasado de las fuerzas produc­
tivas entre las dos regiones), son no solamente consi­
derables, sino que lo son cada vez más en términos
absolutos y relativos. Dada la gran diferencia entre
los niveles de salario en las economías del centro y
de la periferia, hemos tratado sobre todo de estudiar
más arriba el mecanismo del intercambio desigual y
de demostrar claramente la falsedad de la teoría clá­
sica del comercio internacional basada en la teoría
ricardiana de la ventaja comparativa. Es importante
observar que los resultados obtenidos más arriba,
corresponden en general a la definición dada por
Amin del intercambio desigual, como él mismo lo ha
reconocido.
Cuadro 1
(WA = 1 /2c)

Resumen de los resultados de la sección 2

Variables Caso (1 ) Caso (2 ) Caso (3 )

WB. i/8c WB» |/32c l/8c WB« 1/32c WB= l/8 c WB= l / 32c
PA
e I.33c 1.33c 1.33c 1.33c 1.33c 1.33c
PB 1.83c 2.00c 2.17c 3.0c 2.14c 2.68c
e
Pe 233c 2.6c 2.70c 3.30c 2.70c 3.30c

Pe 0.83c 0.70 0.83c 0.70c 1.00c 0.68c


i * ra 1.50 1.50 L50 1.50 L50 1.50
1 + RB 2.73 2.94 2.77 2.99 2.80 336
1♦ R 233 2.23 2.25 2.70 2.25 2.70

1 ♦ R’ 2.40 2.80 2 40 2.80 2.00 2-95


KL . . I N T K K C A M U I O D E S I G U A L " 133

En la sección siguiente vamos a examinar los efec­


tos de las variaciones en el tiempo, de la producti­
vidad y de los niveles de salario de las economías del
centro sobre los niveles de salario, en las economías
dependientes de la periferia. Suponemos que las varia­
ciones de los niveles de salario en el tiempo están
determinadas por la acción recíproca del desarrollo de
las fuerzas productivas (es decir, variación de la pro­
ductividad del trabajo) y las variaciones de la poten­
cia relativa de las diferentes clases sociales que, en
este caso, son dos: los capitalistas y los trabaja­
dores.

III. LAS VARIACIONES DE LA PRODUCTIVIDAD Y LOS


NIVELES DE SALARIOS EN LAS ECONOMIAS DEL
CENTRO Y SUS EFECTOS SOBRE LOS NIVELES DE
SALARIOS EN LAS ECONOMIAS DEPENDIENTES

En esta sección estudiaremos los efectos de las varia­


ciones de la productividad y los niveles de salarios en
la economía del centro sobre los niveles de salarios
en la economía dependiente. Vamos a suponer que la
economía dependiente B está integrada a la economía
mundial y se ha especializado en el sector II, y que
en la Fase 1 los niveles de salarios medios en las dos
economías están en la relación 4:1 (es decir
W A= 1 / 2c y WB — 1 / 8c).
Supongamos que al final de la Fase 1 la producti­
vidad se haya duplicado en el sector I, y que en el
sector II, en la economía dependiente, haya aumen­
tado en un 50%.8 Vamos a examinar las tres hipó­
tesis siguientes.

8 1 stamos por estudiar aquí el caso (3) de la sección prece­


dente. Por lo tanto la tecnología utilizada en el sector II de la
economía dependiente, no es la misma que la utilizada en la
economía del centro. Puesto que en la economía del centro,
¿COM O F U N C IO N A E L C A PITA LISM O ?
134

I l o s niveles de salarios en la econom ía del centro


aumentan en la misma proporción que la producti-
vidad en el sector I.
~) La manü de obra sindicalizada en la economía del
centro es relativamente muy poderosa, y en conse­
cuencia, llega a obtener un aum ento proporcional de
los niveles de salarios mayor que el crecimiento de la
productividad en el sector I.
(Digamos que WA en la Lase 2, es 2,5 veces más
grande que WA en la Fase 1).

3. La mano de obra sindicalizada es relativamente


débil en la economía del centro, y en consecuencia
obtiene un crecimiento de WA proporcionalmente
más pequeño que el crecimiento de la productividad
en el sector I (WA en la Fase 2 es 1,5 veces más
grande que en la Fase 1).
Vamos a estudiar ahora las variaciones del nivel de
salario en la economía dependiente en la Fase 2 den­
tro de las tres hipótesis señaladas más arriba, supo­
niendo que la tasa de ganancia siga siendo la misma
en la Fase 2 y en la Fase 1 .

Hipótesis 1 : = 1c

Fase 2: Ejercicio n ° 8

E quipo Horas de trabajo Producto


Economía A Sector I 9e 18h (WA. le) 27e
Economía B Sector II 3e 64 h 30c

aun después de la integración d e la en


Ki “ INTERCAMBIO D E SIG U A L ”
135

rara que la tasa de ganancia (Pe), que era 1,25 ei] la


I ase 1 (vei Ejercicio no 5 de la sección precedente)
sea la misma en los dos sectores, tenemos:

( 1 1 ) 9 p (1 + R) + 18 c - 27 Pp
V

(12) 3 pe (1 + R) + 64 WB - 3 0 c

Dado que R = 1,25, calculando Pe y WB a partir de


las dos ecuaciones de arriba, obtenemos:

Pe = 8/3 y W B = 3 / I 6 c = 1,5 ( l / 8c)

Encontramos así que el nivel de salario en la econo­


mía dependiente en la Fase 2 es 1,5 veces más ele­
vado que en la Fase 1, lo que corresponde al creci­
miento de la productividad en el Sector II de la
economía dependiente. Sin embargo, la diferencia de
salarios entre las dos economías se ha agrandado en
la Fase 2, y se sitúa en la proporción de 16:3 entre
la economía A del centro y la economía dependiente
B. Samir Amin obtiene un resultado parecido supo­
niendo que la productividad y el salario real se han
duplicado al final de la Fase 1, mientras que la pro­
ductividad no cambia en la economía dependiente.
En su ejercicio, la diferencia de salario entre las dos
economías se ha duplicado.

Hipótesis 2: = 5/4 c

Fase 2: Ejercicio n° 9

Equipo Horas de trabajo Producto


18 h (WA-5/4c) 27e
Economía A Sector I
64h 30c
Economía B Sector II 3e
j ¿COMO F U N C I O N A EL- C A P IT A L IS M O ?

Para que la tasa de ganancia sea la misma en los dos


sectores, tenemos:

(13) 9 Pe (1 + R) + 4 5/2 c = 27 Pe
(14) 3 Pe (1 + R) + 64 WB = 30 c

Dado que R = 1,25, calculando Pe y WB a partir de


las dos ecuaciones de arriba, obtenemos:

Pe = 8/ 3 c WB - 15/ 128 c < / 8 c

En la hipótesis 2, encontramos que el salario real en


la economía dependiente en la Fase 2 es menor que en
la Fase 1, aunque la productividad en el Sector II en la
Fase 2 sea 1,5 veces más elevada que en la Fase 1.

Hipótesis 3: W-4 = 3/4 c

Fase 2: Ejercicio n ° 10

Equipo Horas de tra bajo Producto


Economía A Sector I 9e 18h(W A 3/4c) 27e
Economía B Sector II 3e 64h 30c

Para que la tasa de ganancia sea la misma en los dos


sectores, tenemos:

(15) 9 Pe (1 + R) + 27/ 2 e = 27 Pe
(16) 3 Pe (1 + R) + 64 WB = 30 c

Dado que R = 1,25, calculando Pe y WB a partir de


as os ecuaciones de arriba, obtenemos:

Pe = 8/3 c WB 33/128 c = 2,06 (1/8 c)


EL “ IN T E R C A M B IO D E S IG U A L ” U7

t n la tercera hipótesis, para una tasa de ganancia


constante, el salario real en la economía dependiente
en la Fase 2 es igual a mas de dos veces del obte­
nido en la Fase 1. Los resultados de las tres hipótesis
señaladas más arriba, revelan la existencia de un con­
flicto de intereses entre los obreros de la economía
del centro y los de la economía dependiente. Si los
obreros de la economía dependiente deben benefi­
ciarse con los crecimientos de la productividad relati­
vamente más altos en la economía del centro, la
mano de obra sindicalizada de la economía del centro
debe ser tan débil como para que el alza de los sala­
rios reales en la economía del centro sea superado
por el crecimiento de la productividad. Además, la
mano de obra sindicalizada relativamente poderosa de
la economía del centro, tiene una influencia desfavo­
rable sobre los niveles de salarios de la economía
dependiente. Si la mano de obra sindicalizada de las
economías del centro es relativamente poderosa y
logra obtener aumentos de salario real relativamente
más altos que su aumento de la productividad, es
posible, para que se mantenga la misma tasa de
ganancia, que sea necesario bajar el salario real en las
economías dependientes, aun cuando la productividad
de la mano de obra aumente en el tiempo (ver los
resultados del Ejercicio 9).

IV. IMPLICACIONES POLITICAS

Una sugestión política evidente que se podría deducir


de este fenómeno del intercambio desigual, es que los
países menos desarrollados deberían imponer impues­
tos a la exportación. Pero eso supone implícitamente
que el intercambio desigual tiene su origen en la cir­
culación de los productos desarrollados (o intercam­
bio comercial) entre las economías del centro y los
países menos desarrollados, y que por lo tanto puede
j ?f> ¿COMO F U N C IO N A E L C A P IT A L IS M O ?

ser suprimido si los países menos desarrollados impo-


nen impuestos a la exportación. En realidad, la causa
principal del intercambio desigual es la integración de
los países menos desarrollados a la economía mun­
dial, en tanto que economías dependientes. Aquí la
movilidad del capital y el carácter productivo de la
producción capitalista juegan el rol esencial. Los
impuestos internos fijados a algunos tipos de exporta­
ciones de las economías dependientes hacia el “cen­
tro” , más allá de un cierto límite, no son aplicables
ni en el plano interno (porque los grupos de presión
que representan al capital local integrado al capital
extranjero por su misma subordinación lucharán con­
tra tal medida) ni en el plano internacional. Dentro
del marco de la economía mundial, el status de los
países menos desarrollados es el de economías depen­
dientes. Las economías del centro que dominan el
sistema económico mundial y dirigen su funciona­
miento, son capaces de imponer a las economías
dependientes algunas políticas comerciales favorables a
sus intereses. Además, las economías dependientes
mantienen relaciones mucho más homogéneas que las
que existen entre las economías del centro. Por
último, el impuesto a la exportación seguramente
tendrá repercusiones sobre la balanza de pagos de las
economías dependientes, y las obligará así a suprimir
o a reducir considerablemente los impuestos, afec­
tando sus exportaciones. El rasgo característico del
modelo de desarrollo dependiente es que las econo­
mías dependientes tienen una balanza de pagos en
perpetuo desequilibrio, y en consecuencia están obli*
gadas a aumentar constantemente el volumen de sus
exportaciones.9
Otro medio para que los países menos desarro­
llados de Asia, Africa y América Latina puedan esca-

Kxcepción hecha de los países productores de petroleo.


EL “ IN T E R CAMBIO D E S IG U A L ” 139

par al intercambio desigual y al subdesarrollo, con­


siste en retirarse de la economía mundial y elaborar,
en un aislamiento relativo, un proceso de desarrollo
interno. Dicho en otros términos, los países menos
desarrollados deben adoptar una estrategia de desarro­
llo “ independiente” (self-reliant), en la cual las exi­
gencias de las relaciones exteriores (o comercio) estén
subordinadas a las exigencias internas del proceso de
desarrollo, y no a la inversa. Naturalmente, tal estra­
tegia exigiría necesariamente un cambio radical de las
estructuras sociales y políticas de los países menos
desarrollados. La vía hacia el desarrollo será diferente
- y seguramente— no capitalista.
Es cierto que la realización de una estrategia de
desarrollo “ independiente” a escala nacional encon­
trará, en algunos casos donde el país es poco exten­
so, serias dificultades debidas ya sea a la penuria de
recursos, ya sea a la exigüidad de los mercados inter­
nos. Estas dificultades pueden ser reducidas por la
realización de una integración política y económica
entre los países menos desarrollados de pequeñas
dimensiones. Sin embargo, la integración política y
económica con miras a realizar un desarrollo “inde­
pendiente” , no puede ser emprendida eficazmente sin
un cambio radical previo de las estructuras sociales y
políticas de los países a integrar.
Anexo

En un modelo con dos sectores - u n o que produce


bienes de equipo y otro que produce bienes de con­
s u m o - vamos a estudiar, para una tasa de ganancia
dada, la relación entre los niveles de salarios en una
economía central y en una econom ía dependiente y
los precios de los productos intercambiados entre
ellas. Como ya se ha dicho en este docum ento, Braun
ha estudiado estas relaciones a partir de los resultados
extraídos de un ejemplo numérico. Nosotros estudia­
remos aquí un caso más general. Por ejemplo, no se
ha formulado ninguna hipótesis respecto a la produc­
tividad de los dos sectores en las dos economías.
Utilizaremos las siguientes notaciones:

e = equipo
c = bienes de consumo
L = horas de trabajo
WA = tasa de salario en la economía A central
WB= tasa de salario en la economía dependiente B
Pe = precio del equipo
Pe = precio de los bienes de consumo que se
supone es igual a 1 (es decir Pc =1).
Dicho en otros términos, los precios de todas
las otras variables del sistema son relativos a
Pe-

Supongamos que la economía dependiente B se espe­


cializa en el Sector II que produce bienes de consu­
mo:
141

Equipo Horas trabajo Producto

E c o n o m ía A S e cto r I Ll
E c o n o m ía B Se cto r 11 l2

Para que la tasa de ganancia sea la misma en los dos


sectores, y por lo tanto en las dos economías, tene-
mos:

(1)Pe(l +R) + L1.wA = me.Pe


(2) Pe (1 +R) + L,.WB = nc

A partir de estas dos ecuaciones, vamos a estudiar las si­


guientes relaciones para una tasa de ganancia R dada:
(i) La relación entre Pe y las relaciones de salarios
entre la economía A del centro y la economía depen­
diente B.
(11) Vamos a estudiar la relación entre WA y wB
para cualquier valor de R.

(i) Admitamos que:

(3) WA = wB

Sustituyendo (3) por ( 1 ) y multiplicando las ecuacio­


nes ( 1 ) y (2) por L2 y L^d respectivamente, obte­
nemos:

(4) Lj Pc (x - me) + L, .L,. i.Wd = 0


(5) L ,. x. Pe. d+ L ,. L ,. d.Wd = L, d.ne
de donde 1+ R=x

restando (4) de (5), obtenemos:

Pe (Li- d —Lj .mel —Lj .d-n^


l4 2 ¿C O M O F U N C I O N A E L C A P lT A l4a
Mo?

0 (6)4=1 1 + R +l a (me - R - n i
Pe ncL T, ^ ---- J

puesto que m e > 1 + R> de la ecuación (6) se puede


deducir que Pe está directamente ligado a d, es decir
que cuanto mayor d = mayor es Pe , es decir el
precio de equipo expresado en términos de bienes de
consumo será alto. Inversamente, cuanto más alto es
Pe, más bajo es (que no es otra cosa que el pre­
cio del bien de consumo en términos de equipos), y
mayor la relación

(11) Vamos a examinar nuevamente las ecuaciones (1)
y (2). Multiplicando respectivamente (1) y (2) por x
(= 1 + R) y (me - x), obtenemos:

(7) Pp (me - x) + L i . x.WA = 0


(8) Pe (me - x) + Lj (me - x).W® = nc (me - x)

sumando (7) y (8), obtenemos:

(9) WA = a - PW

de donde: a- — — R l i i ;a > o
L, (1 + R)
P=^ > e , - R - l ) >0
L, (1 + R)

De la ecuación (9) resulta que para un valor d a d o de


R, WA y varían inversamente; y esta relación
inversa, como se ha visto, se refleja en los precios
relativos de los productos que la economía A e
centro y la economía dependiente B se “ltercan|!^1^ s
Hay un conflicto de intereses entre los obreros e
dos economías.
impreso en litoarte, s. de r.l.
ferrocarril de cuernavaca 683/col. granada
del. miguel hidalgo/11520 méxico, d.f.
un mil ejemplares y sobrantes
2 de mayo de 1984
La aparición de El intercam bio d e sig u a l de E m m a­
nuel, en donde se retoma la temática del capitalism o
como sistema mundial, adaptado a los tiempos m o­
dernos, genera una polémica que tiene como partici­
pantes a Palloix, Sraffa, Am in, O scar Braun, Saigal y
otros, y en la que el problema del im perialism o se
replantea sobre nuevas bases. En opinión de A m in , el
aporte esencial de la teoría de Emmanuel no sería que
el salario es la variable independiente del sistem a s i­
no la afirm ación de la preem inencia de los valores
m undiales. Pero Emmanuel se habría detenido en el
umbral del verdadero problema, pues la cuestión de
los valores internacionales no es sino la de la d o m in a ­
ción del modo de producción ca p ita lista sobre los
otros, la de la especificidad del modo capitalista p e ri­
férico con relación al central, problemas éstos que e s ­
tán al margen de los análisis de Emmanuel y que, por
otro lado, son el objeto principal de los trabajos de
A m in.
La confusión resultaría de la insuficiencia del a n á li­
sis respecto de la caracterización teórica del valor de
la fuerza de trabajo en el modo de producción c a p ita ­
lista. Ni Emmanuel ni sus críticos habrían resuelto e s ­
te problema de manera correcta. Es que en el fondo de
estas concepciones — dice A m in— está presente c ie r­
to econom icism o mecanicista, situado en las an típ o­
das del método dialéctico, donde el todo, es decir la
reproducción de las condiciones del modo de produc­
ción, determ ina las partes, es decir las "variables".
Después del aporte universal de la revolución cultu­
ral, que permitió, entre otras cosas,la superación de
la "ciencia económica" y el restablecimient
rialism o histórico, es decir un retorno a Mci
bate debe quedar cerrado.
De Samir A m in, Siglo XXI han publicado
acum ulación a escala m undial.

si9|0
J O C I veintiuno
/ A \ l editores
M ÉXIC O
ESPAÑA
ARGENTINA
C O LO M B IA

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