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CUENTOS ANDINOS

AGUACERO DE PIEDRAS

El cateador

La blanca, cuycrudo y magistral, fueron descubiertas por don Shanti el más gentil cateador del
pasado y maestro de muchas generaciones posteriores.

Conocía de palmo a palmo las zonas mineralizadas del lugar y la ley de los metales, pero lo que
más conocía era el celo del mineral y la estación lunar en que se anunciaban, a lo lejos su olfato
percibía la emanación del metal y podía asegurar sin confundir que es plata o antimonio, rastreaba
la huella de los óxidos y ponía el oído en las fisuras de las rocas, examinaba la vegetación y el vuelo
de las aves, paladeaba el agua de los charcos y chupaba las astilla de los breñales; deambulaba de
un sitio a otro como un enagenado y luego alzando la frente sudorosa, señalaba la veta infalible.

Don Santiago era cientifico, sabía de la formación de los metales, su ancestro indio le había dejado
aquella experiencia, conocía que sobre la superficie de tal o cual terreno mineralizado, que plantas
se desarrollaban y cómo sabía que donde había grillo negro, había hierro y cobre y donde se
posaba a cantar el togop, había infaliblemente plata..

Era un mago aquel don Shanti, tenía talismanes y huayruros, bebía infusiones de panizara e
inquillpumas, no le faltó en la faltriquera la garra del puma o el huevo de una serpiente, un trozo
de azufre y otro de alcanfor, pero el detector más exacto que utilizaba don Shanti era "el checo"
que llevaba en la piccha arrullado en la fragancia de las hojas de coca, una a una aquellas hojas
con extremada solemnidad las ponía en la boca, y luego de algunos conjuros y movimientos
cabalísticos del "checo" iba tomando forma "el bolo" y "armándose" el embrujo, entonces don
Shanti entraba en frenesí y comensaba "el cateo", recorría de uno a otro lado y el alcaloide de la
coca hacía contacto con las emanaciones minerales de la plata sulfúrica, del oro telural, con el
cobre selénico o con el tungsteno de cal y con ello don Shanti había descubierto la veta.

Pallasca minero

Una abigarrada colección de planos, de yacimientos y de esperanzas; una turba de cateadores y


traficantes han invadido y asolado la zona, un desfile de visionarios acicateados por la ambición
del "oro". Hombres y nombres que aún conmueven y emocionan: Fritz, Brades, Teófilo Claudett,
Arturo Werthaman, Ernesto Henke, Frank Scott y Carlos Arnuzzi.

Luego el geólogo vidente, el topógrafo profesional, el teodolito de tres pies y su lente miope para
fijar visuales y ubicar pertenencias, amparos ensoñados y queridos como pachorgo y piticocha,
como consuso y pariachuco, huachara o chuquival, aracabo o maypur, como cuy crudo o carangay
o como ogopito y magistral, nombres oraculares y cabalísticos como "osa madre" o "la aventura",
"la casualidad" o "porfía", para alucinar y fascinar y engalanar la razón social.

Sigue el campamento escuálido con sus tambos y cantinas, la guitarra de "conchavino" o la


concertina del feligrés, en los cafertines de velis nolis de las maricuchas o juanachas se dislocan las
cinturas de los obreros en los esguinces y brazos de las bayaderas, y mientras los obreros agotan
esfuerzo y sudor en el pique o socavón y sus tímpanos se atrofian con el retumbar de los martillos
o el detonar de la dinamita, los gerentes o juegan "rocambor" o cortejan a las secretarias, y entre
que en Lima, Chicago o Liverpool desembarca el patrimonio mineral de la riqueza de pallasca, la
provincia se empobrece, nada queda para el lugar porque la patente municipal no se aplica o es
muy parca, el carbón, el oro y el tungsteno de la fabulosa pallasca ha hecho la fortuna de extraños
y la miseria de los nativos, masas enormes de lo que fueron hombres deambulan su silicosis y los
borrachos y ladinos que sobreviven son una escoria amargada, de aquél maquiavélico cambalache
va surgiendo una conciencia de protesta y rebeldía que va dinamizando el ritmo del nuevo trato
por los canales de la justicia social.

El emporio es envidiable y la codicia y ambición tienden su torba asechanza, el descubrimiento de


una nueva veta suscita un interés desorbitado para adelantarse a la delegación a formular el
denuncio, en este afán reluce el puñal y el revólver riela el vértigo fatal, Shenedollé, Hank Ford y
Emé, Gálvez, puente y tejada y muchos más murieron en aquella carrera alocada del "oro" o del
"tungsteno".

FLORES EN LA CUMBRE

" La Pagra"

Por los cinco mil metros de altura garbean las más exóticas y bellas flores peruanas. Sobre un
manto de esmeraldas y por entre los bellones del fino pajonal que la acuna y la mece está la planta
de la "Pagra" de hojas suaves y lanceoladas. Aquellas hojas ledas y melancólicas son como la pana
o el terciopelo o como la felpa de seda de armiño. El color de aquellas hojas es de las violetas o es
del arrebol de un celaje o del tono argentado de la plata. aquellas hojas blondas y albas parecieran
revestidas de encajes de nubes, suaves son como un soplo de espuma o de arrebol, tenues,
parecieran de lirios.

Una rara y dulce melodía hay en aquél tono lácteo, de la malva, de ámbar o Nácar, el peciolo largo
y juncal como el de un tulipán sostiene la maravilla de la flor que se abre espléndida dando a
relucir aquél su color de oro de sol auroreal al centro en medio de un disco de tono lunar
amarfilado.

Y la corola verde-azulino del cáliz se encarruja en los bordes para dar marco y relieve a un campo
de oro reverberante formado por miles de apretujados estambres; la flor versicolor y rutilante
fuera más de topacios o de haces de luz dorados; una caída de reflejos caleidoscópicos hace de la
flor una maravilla luminiscente que deslumbra a la mente y traspasa al corazón.
Lo que más seduce y arroba es que la "Pagra" pareciera un infante o un querube con una carita
rubia de serafín y su gorro de felpa. Una leyenda milenaria y bella que la tradición conserva y
evoca narra que del furtivo beso de un ángel y de una ninfa brotó la "Pagra", de ahí su semblanza
de niño, su caudal de inocencia, su albor inmaculado y la ilusión y emoción que despierta y
cautiva, flor de un sublime amor, fruto inocente de una caricia, de la melodía de un ósculo o de la
ambrosía de un beso, ensueño romántico que desvaneció el rayo o que perturbaron los maleficios
de los duendes, gracia que se eclipsó al despuntar la aurora o reverberar un crepúsculo para no
quedar sino como una flor de la melancolía o como la estela de una nostalgia, flor por eso más
querida y más ambicionada.

Los galanes más Apuestos lo ponen a los pies de sus doncellas como homenaje del más puro
constante, esforzado y casto amor y también como el símbolo de la felicidad y fecundidad, tomada
la flor queda sellado el compromiso, ya nadie osará interferir al zagal y la novia no volverá a ser
requerida ni por los más osados ni por los más poderosos, aquella flor es el símbolo de una
constancia romántica y de una fidelidad inmarcesible.

"la Rima Rima"

Asociada a la alquitadrada "Pagra" esta la flor de la "rima rima" con sus trémulos pétalos verdes de
begonia de puna, aquellos pétalos han acunado sones desde el tronar de las tormentas hasta el
melifluo tono de las aves, de aquí el sortilegio de esta flor que da tonalidad y énfasis a los
trovadores para recitar sus endechas y hacer hablar hasta los mudos, la rima rima capta el fragor
de las tempestades y la música sideral de las armonías del universo, captó de las cascadas aquella
su resonancia de ópera y de los arroyuelos del vergel el arpegio melodioso de una aria.

En el rumor de las fuentes encontró partituras sublimes para alucinar a la fantasía, los mancebos
del lugar encuentran en la "rima rima" el embrujo de la elocuencia, el verbo lúcido para
deslumbrar y conquistar gacelas, la oratoria para fascinar con la belleza de la palabra, cadencia y
rima es el verbo y edulcurado el tono, no hay fortaleza que no se rinda y se entregue extasiada, es
que no hay bella palabra que no contenga un bello pensamiento ni tesoro de elocuencia que no se
extraiga de cofre de oro o de cantera de diamantes, y los bardos enamorados como los mirlos y las
calandrias vierten su efusión en notas de dulce sonoridad y de luciente pedrería, y la palabra
encandilada por el amor da a brotar voces deslumbrantes como el palio y brocados de los
crepúsculos.

Como el arrullo o el melindre de las fuentes, como los espléndidos jiyeles de los lampos o como el
dulce efluvio de las alboradas, luego cala hondo en la oda o en el madrigal y es elegante y fino en
el piropo, sutil y ameno en el refrán, dulce y garbeador en los requiebros.

Tiene de maybur y aracabo el brillo del oro nativo y la grata melodía de aquél metal, tiene del
bronce de magistral, tiene del tungsteno de consuso el fino y duro cincel que burila y pule y
afilagrana el verso; tiene del éter y de la nubes de su cielo la maravilla de sus metáforas que
exaltan la belleza y dan calidad al arte, y de los nevados y corrientes cristalinas tiene el brillante
níveo y diáfano para el emporio de sus arcas y solaz de su dicción.
"El Guagor"

Un espinoso como verde de cactus es la planta agresiva y original que da a brotar a la flor del
guagor, es del cinabrio o de la glosularia? hermosa, el sol del medio día se ha licuado en su cáliz y
dado a reverberar tonos granates en engarce con el oro y la laca para engalanar la puna y hacer
delirar a la fantasía.

La paleta de los pintores no lograría jamás aquel tono de fuego rojo anaranjado que flamea en el
fondo de la flor, y sube en haces miríficos por entre pétalos transverberados, de allí han salido los
bermellones de los crepúsculos que diademan las cumbres nevadas y los ocasos marinos.

El guagor pareciera un tulipán aclavelado y cerúleo con tonalidades de coral y opel en los bordes,
en el fondo los tonos de zafír o de rubí están en una orgía y lujuria de color para acabar en el rojo
de hoguera ardiente y en una vorágine dantesca, grandiosa y apoteósica es la flor.

La mirada se embriaga en sus tonalidades y en su hermosura el corazón se embarga, el doncel que


brinda una flor de guagor no siente las punzadas de las espinas cuando las toma para ofrendarlas,
y la requerida engalanada con el más exótico presente se identificará con ella; las espinas le
preservarán de la codicia o de la ambición.

El Chamuchuy

Por sobre el tapiz verde de la jalca donde enseñorean los títulos reales la Pagra, la rima rima y el
guagor, están los seductores chamuchuyes, florecillas humildes y vivaces que salpican el
alfombrado de la puna con aquellos sus pétalos de oro o púrpura, el campo gélido o ahíto está
como tachonado de topacios para decorar el escenario o albergar el consuelo, en algún festín
sideral se vaciaron un cúmulo de estrellas incandescentes para engarzarse en el manto de
esmeralda de los llanos de la jalca carece de tallo el chamuchuy, la flor surge y brota de entre el
terso césped como un copo de nube amarilla o como trocitos de luna por sobre aquella sábana
florida sobreviene el idilio pastoril más tierno y puro de las alturas haciendo rodar los cuerpos por
entre pajonales y chamuchuyes, mas abajo y al calor del aprisco las parejas reeditan las escenas, y
nada es más ensoñador que un pastor galante y una gacela en celo, el viajero que cruza la pampa
tiene ante su vista un escenario fabuloso cuajado de florecillas maravillosas, camina entre un cielo
estrellado o por las praderas de alguna alborada? virginales aquellas flores son de rocío, de copos
de alba, de haces de luz o de fantasías de cierzo tornasolado? aquellas florecillas luminiscentes no
están esparcidas al azar, ellas marcan las coordenadas del viajero y el laberinto que el pastor
recorre a diario por entre el millar de rutas de la puna.

Una infinidad de sendas tientan y confunden, unas van a las cumbres otras a los abismos, pero
otras más incitantes van a la deriva por entre un dédalo de huellas orilladas por el oro y el múrice
de aquellas florecillas náuticas, otras rutas están marcadas.
La pastora que apacenta su rebaño puso de trecho en trecho sobre la corola de las flores hilachas
de lana o hebras de su cabellera que el cholo advertirá al flamear el viento, otras hileras de
chamuchuyes más cómplices y románticas guiñarán al galán y guiarán sus pasos hasta el albergue
de alguna cueva donde la moza en una muelle alcoba de paja yacerá la tibia y jugosa confitura de
su cuerpo virginal en espera del zagal enamorado.

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