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PERSPECTIVAS HISTÓRICAS

Existen dos razones principales para incluir algún conocimiento sobre la historia entre
las recomendaciones. Una es que las generalizaciones acerca de cómo trabaja la
empresa científica pudiera estar vacía sin ejemplos concretos. Considérense, por
ejemplo, las proposiciones de que las nuevas ideas están limitadas por el contexto en el
cual se conciben; a menudo son rechazadas por el establishment científico; a veces
nacen de hallazgos inesperados; y generalmente crecen con lentitud a través de
contribuciones de muchos investigadores diferentes. Sin ejemplos históricos, estas
generalizaciones no serian más que consignas, por mucho que se recuerden. Para este
propósito, puede seleccionarse cualquier número de episodios.
Una segunda razón es que algunos acontecimientos en la historia del desarrollo
científico son de suma importancia para la herencia cultural. Éstos incluyen ciertamente
el papel de Galileo al cambiar la percepción del sitio que ocupa la humanidad en el
universo; la demostración de Newton de que las mismas leyes del movimiento se aplican
tanto en la Tierra como en el cielo; las largas observaciones de Darwin sobre la variedad
y la relación de las formas de vida que lo llevaron a postular el mecanismo por el cual
llegaron a desarrollarse; la cuidadosa documentación de Lyell de la increíble edad de la
Tierra; y el estudio de Pasteur de la enfermedad infecciosa causada por organismos
pequeños que pudieron ser vistos solamente con un microscopio. Estas historias
constituyen algunos de los hitos del desarrollo de todo el pensamiento en la civilización
occidental.
Todas las culturas han incluido estudios sobre la naturaleza el movimiento de cuerpos
celestes, el comportamiento de los animales; las propiedades de los materiales, las
propiedades medicinales de las plantas, etc. Las recomendaciones en este capítulo se
enfocan en el desarrollo de la ciencia, las matemáticas y la tecnología en la cultura
occidental, pero no en cómo éste tomó ideas de las culturas primitivas egipcia, china,
griega y arábica. Las ciencias consideradas en este informe son parte de una gran
tradición de pensamiento que se ha desarrollado en Europa en los últimos 500 años una
tradición a la cual contribuye hoy gente de todas las culturas.
El énfasis aquí se encuentra en diez narraciones de descubrimientos y cambios
significativos que ejemplifican la evolución y el impacto del conocimiento científico:
1. la Tierra planetaria,
2. la gravitación universal,
3. la relatividad,
4. la edad geológica,
5. la tectónica de placas,
6. la conservación de la materia,
7. la radiactividad y la fisión nuclear,
8. la evolución de las especies,
9. la naturaleza de la enfermedad,
10. la revolución industrial.
Aun cuando otras elecciones pueden ser igualmente válidas, éstas se adecuan
claramente a nuestro doble criterio de ejemplificar temas históricos y tener un
destacamento cultural.
LA EVOLUCIÓN DEL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO

La filosofía de la ciencia aspira a explicar el proceso de evolución del conocimiento


científico no sólo para ayudar a interpretar la historia de la ciencia, sino también para
aportar criterios para que un científico tenga elementos en base a los cuales optar por
adherirse a una u otra corriente de explicación científica. A su vez, la propia filosofía de
la ciencia estudia los procesos de cambio de criterios y enfoques que se dan en las
distintas áreas del conocimiento. Así, en su trayectoria a lo largo del presente siglo
pueden diferenciarse al menos cuatro momentos sucesivos y distintos, cada uno de los
cuales recoge al anterior en un marco explicativo más amplio: primero, el
verificacionismo o positivismo lógico; segundo, el falsacionismo; tercero, la sucesión de
paradigmas; y cuarto, los programas de investigación científica. Estudiaremos
sucesivamente cada uno de estos momentos.
El verificacionismo o positivismo lógico
Para la escuela del positivismo lógico, identificada con el Círculo de Viena (35), lo que
proporciona carácter científico a una proposición es que sea verificable a través de
procedimientos de naturaleza empírica. De acuerdo con esta escuela, los conocimientos
que no fueran susceptibles de pasar esta prueba no serían científicos y quedarían
relegados al campo de la metafísica. Los representantes más destacados de esta
corriente (Wittgenstein, Carnap, Schlick, Schumpeter, etc.) concebían la ciencia como
sometida a una unidad de método (“monismo metodológico”) que habría de aplicarse
con carácter uniforme, con independencia de cuál fuera su objeto de estudio (ciencias de
la naturaleza o ciencias humanas o de la sociedad).
El positivismo lógico pronto empezó a ser objeto de críticas demoledoras. Así, por
ejemplo, se ha puesto de manifiesto que el criterio de verificación positivista no es
verificable en sí mismo, por lo que, de acuerdo con los principios de la propia escuela,
carece de sentido y no es científico, sino que forma parte del campo de la “metafísica”.
Es decir, el criterio positivista de verificación es, según el propio criterio, una afirmación
universal a priori, sin ningún contacto con la realidad empírica. Además, el positivismo
no tiene en cuenta que el hecho de “significar algo” no es empíricamente discernible de
acuerdo con el criterio de verificación. Una proposición tiene sentido si es verificable, es
decir, si los hechos que observamos son capaces de verificarla o no. Pero para poder
apreciar si los hechos verifican o no una proposición, tenemos que dar previamente
significado a los hechos que observamos, con lo cual estamos dando significado a algo
antes de ver si ese algo tiene o no significado (todo ello de acuerdo con el propio
principio positivista de la verificación). Y es que el hecho de tener o no sentido una
afirmación es algo que no puede establecerse en relación con los hechos observables
del mundo exterior, sino que es tan sólo un puro resultado del razonamiento humano. Es
decir, todo acto de verificación presupone siempre un acto previo de la inteligencia,
efectuado sin conexión alguna con el mundo exterior (36). Éstas y otras insuficiencias
del positivismo lógico dieron lugar a la visión más amplia de Popper, que se denominó
falsacionista y que estudiamos a continuación.

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