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Inteligencia Emocional

Regular las respuestas emocionales se puede aprender. Al mismo tiempo es un signo


de madurez y de inteligencia. En la primera infancia, habitualmente no regulamos nuestra
respuesta emocional, simplemente la expresamos o explota. Socialmente se acepta y se
perdona este tipo de "sinceridad" en las respuestas emocionales de los niños más pequeños.

A medida que se van haciendo mayores, la tolerancia ante esta inmediatez en las
respuestas va disminuyendo hasta llegar a la madurez, cuando socialmente se exige la
regulación emocional. Con su aprendizaje conseguimos equilibrar dos fuerzas opuestas. Por
un lado, la necesidad biológica de la respuesta emocional, y por el otro, la necesidad de
respetar determinadas normas de convivencia.

Según las lecturas recientes acerca de la inteligencia emocional, ya no es posible


seguir ignorando las emociones como algo irrelevante para el mundo de la empresa. El
autentico reto se halla en la capacidad de hacer tangible esta influencia de lo emocional
sobre la actividad supuestamente racional de quienes se dedican profesionalmente a la
dirección de personas y equipos, y al logro de resultados a través de otros. (Goleman,
Boyatzis, & Mckee, El líder resonante crea más, 2010)

Los autores anteriores nos presentan el término de liderazgo como la capacidad de


conseguir resultados sostenibles a lo largo del tiempo y la sostenibilidad se asegura
logrando retener a los talentos necesarios mediante la creación de un clima laboral que
genere confianza, inspire creatividad y favorezca compromisos duraderos con un proyecto
empresarial estimulante.

Son muchas las empresas que hoy en día utilizan la lente proporcionada por la
inteligencia emocional para contratar, promocionar y formar a sus empleados. Se descubrió
en un estudio de Johnson & Johnson que las personas a mediados de su vida laboral, fueron
identificados con una mayor capacidad de liderazgo, mostraban una puntuación mucho
mayor en las competencias que sus colegas menos prometedores. (Goleman, Inteligencia
Emocional, 2008)
La inteligencia emocional destaca especialmente sobre el CI en aquellos dominios
de oportunidad de mejora en los que la relevancia del intelecto para el éxito es
relativamente menor, es decir, en aquellos dominios en los que habilidades tales como la
autorregulación emocional y la empatía, por ejemplo, son más decisivas que las
competencias estrictamente cognitivas.

Los descubrimientos realizados sobre el liderazgo en el mundo empresarial y


profesional nos proporcionan una imagen bastante más compleja. En el área laboral, el CI
constituye un excelente predictor de la capacidad de afrontar los retos cognitivos que exige
una determinada posición y son centenares los estudios que demuestran que el CI predice,
sin la menor duda, el escalafón profesional al que puede acceder una determinada persona.
Este valor predictivo del CI parece desvanecerse cuando de lo que se trata es de determinar
quiénes, de entre un amplio abanico de candidatos intelectualmente preparados, acabarán
alcanzando una posición de liderazgo. Los factores que mejor “discriminan”, de entre un
grupo de personas igualmente inteligentes, a quienes mostrarán una mayor capacidad de
liderazgo, no son el CI ni las habilidades técnicas, sino las relacionadas con la inteligencia
emocional. (Goleman, 2008)

“Los CEO son contratados por su capacidad intelectual y su experiencia comercial


y despedidos por su falta de inteligencia emocional”1

Una organización emocionalmente inteligente será una organización donde personas


emocionalmente actúan y encuentran respuestas emocionalmente inteligentes a los
problemas y desafíos que se les plantean. Para esto, se debe de proponer un modelo de
aprendizaje y cambio auto dirigido. El cambio se producirá gracias a un proceso en el que
suponemos confrontar la imagen ideal con la imagen real de uno mismo y la construcción
de un plan de aprendizaje que permita cubrir los desajustes y sustituir unas rutinas por
otras.2

Según Goleman, Boyatzi & Mckee, la tarea fundamental del líder es despertar los
sentimientos positivos de sus subordinados y ello ocurre cuando un líder produce

1
Frase de una directora de investigación de una empresa que se dedica a la caza de talentos alrededor del
mundo.
2
Análisis de Ricard Serlavós. Profesor del Departamento de Dirección de Recursos Humanos de ESADE.
resonancia, es decir, el clima emocional positivo indispensable para movilizar lo mejor del
ser humano. En su raíz, pues, la tarea del liderazgo es emocional. Esta dimensión primal del
liderazgo determina las cualidades distintivas del líder. Es por esto, que la inteligencia
emocional desempeña un papel tan importante en la eficacia del liderazgo.

La opinión del líder tiene una importancia muy especial y que su modo de
interpretar, dar sentido y reaccionar emocionalmente ante una determinada situación le
convierte en el principal gestor del significado de un grupo.

El efecto de los estados de ánimo

En el entorno laboral, las emociones son muy intensas, fugaces y, en ocasiones,


hasta perturbadoras, mientras que los estados de ánimo por su parte, tienden a ser más
suaves y duraderos y no suelen interferir con el trabajo.

La ligera ansiedad que manifiesta un líder puede ser un signo de que algo necesita
más atención y dedicación. La seriedad, por ejemplo, puede sernos de mucha mientras que
el optimismo, por su parte, puede llevarnos erróneamente a desdeñar los peligros. El
enfado, puede llamar a la atención del líder hacia un problema urgente, desviando su
atención de las preocupaciones habituales y centrándola en la erradicación de ese tipo de
conductas.

Los estados de ánimos positivos y negativos tienden a perpetuarse, en parte porque


sesgan las percepciones y los recuerdos. Cuando las personas se sienten optimistas, se
centran más en los aspectos positivos y recuerdan las cosas buenas mientras que, por el
contrario, cuando se sienten mal, la atención se dirige hacia los aspectos negativos. Más
allá de este sesgo perceptual, las hormonas del estrés segregadas al torrente sanguíneo
cuando una persona está disgustada tardan horas en reabsorberse. (Goleman, Boyatzis, &
Mckee, El líder resonante crea más, 2010)

La inteligencia emocional grupal

Se define como la capacidad de un grupo para generar o compartir un conjunto de


normas que regulen el proceso emocional de manera que cree confianza, identidad grupal y
eficacia de grupo.
El ciclo emoción – respuesta – emoción puede evolucionar positiva o
negativamente. Un grupo con una inteligencia emocional elevada puede crear un ciclo
positivo mediante las normas que desarrolle para influir en el proceso emocional.

Esta opera a través de dos mecanismos:

1. Que las normas culturales grupales influyen en la interpretación y la


respuesta situacional frente a la emoción
2. La conciencia emocional proporciona información acerca de temas que
pudieran requerir de la atención del grupo

Con lo anterior, se debe de entender que los equipos muy eficaces cuentan con una
mejor comprensión de la cultura de la organización, incluyendo cómo y porqué los
directivos toman ciertas decisiones. Esa comprensión es de mucha utilidad entre los
equipos cuando necesitan recursos externos.

Los grupos emocionalmente inteligentes reconocen las expectativas y necesidades


de otros grupos en la organización; denominada esta norma como conciencia intergrupal.
Las unidades más eficaces cuentan con grupos con elevados niveles de acuerdos
intergrupales sobre normas. (Goleman & Cherniss, Inteligencia emocional en el puesto de
trabajo, 2013)

Bibliografía
Goleman, D. (2008). Inteligencia Emocional. Barcelona, España: Kairós.

Goleman, D., & Cherniss, C. (2013). Inteligencia emocional en el puesto de trabajo.


Barcelona, España: Kairós.

Goleman, D., Boyatzis, R., & Mckee, A. (2010). El líder resonante crea más.
DEBOLS!LLO.

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