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1. Escuchar
Parece lo más obvio y es lo más importante. Si trabajas con más gente, hay que
escuchar y saber escuchar. Porque escuchar no es lo mismo que oír. Escuchar es
‘procesar’ lo que oímos, valorarlo y tenerlo en cuenta. Y si eres el jefe de ese equipo,
escuchar es aún más importante si cabe. Escuchando se encuentran soluciones, se
identifican incidencias, se analiza, se aporta. Es, en definitiva, fundamental.
2. Impulsa la comunicación
Es muy difícil que un grupo (y más si es grande) tome una decisión por unanimidad.
Si no es así, hay que llegar al máximo consenso posible y eso requiere tiempo,
diplomacia… y las otras dos claves que os hemos dado. Hay que intentar que sea
una decisión del grupo, no de unos pocos o, lo que sería peor, de uno solo.
8. Olvida protagonismos
Esto está muy relacionado con el liderazgo porque el ego del responsable del grupo
debe dejarse a un lado porque eso crearía mal ambiente. En un equipo, todas las
piezas son importantes porque la ausencia de una implicaría que el resultado no
sería el mismo, sería peor. El trabajo es de todas las personas, aunque trabajen en
distintas áreas y no dediquen el mismo tiempo en su cometido. En este caso es muy
importante la forma de hablar. El objetivo es que los integrantes del equipo en lugar
de decir ‘mi equipo’ digan ‘nuestro equipo’. Es un matiz, pero importante.
9. Plan de contingencia
Como todo, algo en este proceso podría salir mal y por eso tendríamos que tener
preparado un ‘plan b’. Es frecuente que cuando surgen problemas inesperados, el
equipo se resienta. Para ello tenemos que tener preparado ese ‘plan b’ que permitirá
que a pesar de los obstáculos que vayan surgiendo, el equipo se mantendrá
compacto, enfocado y motivado.