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V.

El cuerpo como ser sexuado

A partir del análisis de la sexualidad humana, Merleau-Ponty hace algunas afirmaciones


importantes respecto a la concepción del cuerpo como expresión de la totalidad del hombre;
el cuerpo no sólo manifiesta ciertas situaciones o estados interiores, sino que es el lugar de la
apropiación del mundo, que es la función primordial de la existencia (cfr. p.171). Una idea
constante en la obra de Merleau-Ponty es la sobrevaloración de la función del cuerpo en la
existencia humana que adquiere así un carácter materialista. Esta idea hace inútil una
fundamentación metafísica de la existencia puesto que todas las interrogantes se resuelven en
la existencia misma, todo esto es consecuencia de la concepción historicista del hombre.

La afectividad ha sido generalmente entendida como un mosaico de estados de placer y dolor


que deben ser comprendidos y explicados por nuestra organización corpórea. No se la
reconoce —dice el autor— como un modo original de conciencia, sino que ya se han realizado
en ella unas transferencias, ya ha actuado la inteligencia convirtiendo esos estados primarios
en valores segundos (cfr. p.171). Es necesario volver a la expresión auténtica de la afectividad,
que es la que se da en la existencia.

Es un error, afirma Merleau-Ponty, reducir la existencia a la sexualidad, pero tampoco puede


reducirse la sexualidad a la existencia; es decir, entenderla como absorbida por la existencia,
todo en el hombre forma parte de una misma trama. Merleau-Ponty reconoce, de paso, que la
sexualidad humana está ligada a la conciencia y a la libertad y que tiene una significación
metafísica (cfr. p.183), términos que en el autor tienen un significado coherente con sus
presupuestos. "La sexualidad ni está trascendida en la vida humana ni figura en su centro por
unas representaciones inconscientes. Está constantemente presente en ella como una
atmósfera" (p.185).

La sexualidad es tan fundamental en el hombre como el pensamiento, porque definimos al


hombre por su ser empírico, no por una esencia a priori ; y en él todas las funciones son
rigurosamente solidarias: "Todo es necesidad en el hombre y, por ejemplo, no es por mera
coincidencia que el ser razonable es también el que está de pie o posee un pulgar opuesto a
los demás dedos; la misma manera de existir se manifiesta tanto aquí como allá. Todo es
contingencia en el hombre, en el sentido de que esta manera humana de existir no la
garantiza, a todo vástago humano, una esencia que él habría recibido en su nacimiento y que
constantemente debe rehacerse en él a través de los azares del cuerpo objetivo. El hombre es
una idea histórica, no una especie natural. En otros términos, en la existencia humana ni hay
ninguna posesión incondicionada ni, tampoco, ningún atributo fortuito. La existencia humana
nos obligará a revisar nuestra noción habitual de la necesidad y de la contingencia, porque esta
existencia es el cambio de la contingencia en necesidad mediante el acto de reanudación (
reprise )" (p.187).
"Reanudación" es otra palabra de sabor historicista. para Merleau-Ponty, como para muchos
filósofos posthegelianos, la necesidad y la contingencia coinciden, porque el mundo histórico
sería un proceso no guiado por principios metafísicos (a priori suelen decir), y por tanto
"contingente", pero a la vez impuesto por una cierta "necesidad" fáctica. Pero este esfuerzo
por conciliar todos los opuestos, por llegar a una identidad de los diversos aspectos, termina
en una tremenda ambigüedad. la filosofía de Merleau-Ponty ha sido llamada con razón
philosophie de l'ambiguité.

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