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Romanos 6:12-23

Estudio Bíblico Romanos 6

EXÉGESIS:

ROMANOS 6: UN REPASO
En la primera mitad de este capítulo (vv. 1-11) Pablo estableció que con nuestro
bautizo nos hicimos nuevas criaturas – morimos con Cristo y fuimos resucitados a
una nueva vida con él. Por lo tanto, debemos considerarnos “muertos al pecado,
mas vivos á Dios en Cristo Jesús Señor nuestro” (v. 11).

En el resto de este capítulo (vv. 12-23), Pablo especifica las implicaciones


teológicas de nuestro nuevo nacimiento. Debemos actuar según esta nueva
naturaleza. No es apropiado que rindamos dominio de nuestras vidas al pecado –
hacernos esclavos de él – ahora que hemos sido resucitados con Cristo. En vez,
necesitamos darle dominio a Dios – hacernos esclavos de Dios. Pablo no insinúa
que somos libres en el sentido de no tener amo. Servimos al pecado o a Dios. No
hay otra opción.

Pablo a menudo hace contrastes en pares para demostrar este punto. “En este
leccionario, hay tres pares que entran en juego: Pecado versus justicia (o pecado
versus Dios), libertad versus esclavitud, y salario versus don” (Gaventa, 384).

ROMANOS 6:12-14: NO REINE, PUES, EL PECADO


12No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, para que le obedezcáis en
sus concupiscencias(griego: epithumiais – pasiones o lujuria); 13Ni tampoco
presentéis vuestros miembros al pecado por instrumento (griego: hopla – armas,
herramientas) de iniquidad; antes presentaos á Dios como vivos de los muertos, y
vuestros miembros á Dios por instrumentos (hopla) de justicia. 14Porque el pecado
no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.

“… pues…” (v. 12) une lo que sigue con lo que Pablo ha dicho previamente. Ha
establecido que somos nueva gente en Cristo (vv. 1-11). Ahora, establece lo que
esto significa en cuanto a nuestra conducta (vv. 12-23).

“No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal” (v. 12). “Los placeres del
pecado toman lugar en un cuerpo que, hasta en su mejor momento, sigue siendo
mortal y pasajero, pero Pablo está hablando de una vida en Cristo que trae alegría
eterna. Es absurdo dejar que lo que va a morir tenga posición suprema” (Morris,
257). “La batalla es espiritual y se lucha, pierde, o gana con las decisiones diarias
del creyente en cuanto a cómo utilizar su cuerpo” (Moo, 383).

“para que le obedezcáis en sus concupiscencias (epithumiais – pasiones)” (v.


12). Nuestro bautizo no asegura que actuaremos de manera correcta. Aunque es
verdad que hemos sido bautizados en la muerte de Cristo para poder caminar en la
novedad de vida (vv. 3-4), también es verdad que vivimos con un pie en cada
mundo. Hemos comenzado a caminar nuestra resurrección con Cristo, pero aún
habitamos cuerpos mortales sujetos a pasiones y lujurias – orgullo, ira, deseo
sexual, egoísmo, glotonería, embriaguez, etcétera, etcétera, etcétera.

Podemos estar seguros que el tentador preparará el cebo particular para nosotros,
buscando en nuestras defensas para encontrar el punto más débil. También
debemos comprender que una vez que caemos en la tentación es más difícil resistir
la próxima vez. La persona que hoy llena su cuenta corriente mañana se encontrará
aún mas tentado a desfalcar o a utilizar métodos financieros cuestionables. La
persona casada que comienza un flirteo en la oficina encontrará que cada vez es
más difícil evitar la infidelidad. El pecado es una cuerda resbaladiza. El tentador está
determinado a convertirse en nuestro amo, y tiene paciencia para atraernos poco a
poco.

Pero Dios nos da los medios para resistir la tentación. Primero, nos dio una nueva
naturaleza con nuestro bautizo. También tenemos las escrituras para guiarnos. Es
instructivo anotar que Jesús contestaba cada una de sus tentaciones con un
versículo de la escritura. Esto sugiere que aprender las escrituras es una defensa
preactiva contra la tentación. Oración, alabanza, y otras disciplinas espirituales
ayudan. Pero también es importante – urgentemente importante – que digamos,
“Soy cristiano, y no voy a hacerlo.” Eso es lo que Pablo quiere decir en este texto.
Nos hicimos gente nueva a través de nuestro bautizo, y debemos actuar el papel. Si
recordamos quiénes somos – de quién somos – eso nos ayudará a evitar la trampa
del tentador.

“Ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado por


instrumento (griego: hopla) de iniquidad; antes presentaos á Dios como vivos
de los muertos, y vuestros miembros á Dios por instrumentos (hopla) de
justicia” (v. 13). La palabra hopla se puede traducir como arma, y sería mejor
traducirla así en este caso. Pablo nos dice que no presentemos nuestros miembros
– cualquier parte del cuerpo – para ser utilizado como arma de pecado. En vez,
debemos presentarnos enteros y con todos nuestros miembros para ser utilizados
por Dios como armas de justicia. En el gran concurso entre el bien y el mal, Pablo
clama que nos pongamos en el lado del bien – el lado de Dios. La ironía, claro, es
que si rendimos poder al pecado, Satanás lo vuelve contra nosotros. Darle poder a
Satanás es armar un enemigo mortal empeñado en destruirnos. Utilizar nuestra
fuerza para Dios asegura que será utilizada para propósitos eternos – y, al final,
para nuestro propio beneficio eterno.

“Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley,


sino bajo la gracia”(v. 14). Es interesante que Pablo, un fariseo judío, dijera que el
pecado no se enseñoreará sobre nosotros porque no estamos bajo la ley. Judíos
creían que la ley les protegía del pecado enseñándoles lo que deben hacer y lo que
deben evitar. En un sentido eso era verdad – la ley sirve de guía. Sin embargo,
había dos problemas asociados con la ley. Uno, “la ley ha sido una influencia
dañina, empujándoles a juzgar a los demás mientras mantenían su orgullo nacional
de justos, la suposición de su favor bajo Dios, y una superficialidad que confundía el
rito externo con la obra del Espíritu” (Dunn). El otro problema era que observar
completamente la ley resultó ser imposible, así, toda persona “bajo la ley” está
destinada a fallar. Ésa es la razón por que el pecado tiene dominio sobre aquéllos
“bajo la ley.” Pero, estamos “bajo la gracia” – una situación en la que no podemos
fallar, porque Dios perdona nuestros pecados. Podemos vivir tranquilos y con fe que
la gracia de Dios es mayor que nuestros pecados.

ROMANOS 6:15-19: ¿PECAREMOS PORQUE NO ESTAMOS BAJO


LA LEY?
15¿Pues qué? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo de la ley, sino bajo de la
gracia? En ninguna manera. 16¿No sabéis que á quien os prestáis vosotros mismos
por siervos para obedecer le, sois siervos de aquel á quien obedecéis, ó del pecado
para muerte, ó de la obediencia para justicia?17Empero gracias á Dios, que aunque
fuisteis siervos del pecado, habéis obedecido de corazón á aquella forma de
doctrina á la cual sois entregados (griego: paredothete – de paradidomi); 18Y
libertados del pecado, sois hechos siervos de la justicia. 19Humana cosa digo, por
la flaqueza de vuestra carne (griego: ten astheneian tes sarkos humon – la debilidad
de vuestra carne): que como para iniquidad presentasteis vuestros miembros á
servir á la inmundicia y á la iniquidad, así ahora para santidad (griego: hagiasmon –
de hagios) presentéis vuestros miembros á servir á la justicia.

“¿Pues qué? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo de la ley, sino bajo de la


gracia? En ninguna manera” (v. 15). Esto se parece a la pregunta de Pablo en
6:1, “¿Perseveraremos en pecado para que la gracia crezca?” Su respuesta, “en
ninguna manera,” es la misma en ambos casos.

“¿No sabéis que á quien os prestáis vosotros mismos por siervos para
obedecer le, sois siervos de aquel á quien obedecéis, ó del pecado para
muerte, ó de la obediencia para justicia?”(v. 16). Lectores modernos pueden
protestar de Pablo por utilizar la esclavitud para ilustrar un principio espiritual, pero
Pablo no defiende la institución de esclavitud. En vez, utiliza algo familiar para
ilustrar que no tenemos más que servir a uno de dos amos espirituales – el pecado
o la obediencia. No podemos escoger ser independientes de estas fuerzas
competidoras, sino que solo podemos escoger a cuál de ellas serviremos. Los que
piensan que son independientes de cualquier amo viven, ciertamente, “bajo una
ilusión creada y mantenida por Satanás” (Moo, 399). Nuestra elección determinará
nuestro fin. El pecado lleva a la muerte, pero la obediencia a la justicia.

Ya que no estamos bajo la ley sino bajo la gracia, nuestra justicia no puede ser una
que viene de obedecer la ley (v. 15). Si buscáramos la justicia que acompaña el
cumplir de la ley, estaríamos frustrados, porque no es posible seguir la ley sin fallar.
No obstante, ya que la gracia de Dios es más grande que nuestros pecados (véase
v. 14 arriba), la justicia es posible. Dios nos concede estatus de justos y una
comunidad eterna por nuestra capacidad de obedecer en vez de pecar. Dios no
requiere una obediencia perfecta, sino nuestra alianza con Dios en vez de con
pecado (v. 13) – con obediencia en vez de pecado (v. 16) – con justicia en vez de
inmundicia e iniquidad (v. 19). Si nos aliamos con Dios, nos encontraremos en el
lado de Dios, donde reina la gracia y por eso, seremos contados entre los justos. Si
escogemos el pecado, nos encontraremos en el lado del pecado donde reina la
muerte.

“Empero gracias á Dios, que aunque fuisteis siervos del pecado, habéis
obedecido de corazón á aquella forma de doctrina á la cual sois
entregados” (v. 17). Hasta el momento, Pablo ha hablado de un cristiano que
clama a cristianos romanos para que realicen su llamada. Ahora agradece a Dios
que hayan tomado la decisión correcta. Una vez, habían sido esclavos al pecado,
pero ahora han “obedecido de corazón á aquella forma de doctrina á la cual son
entregados.”

La frase “obedecer de corazón” es importante, ya que Jesús enfatizaba una religión


de “corazón.” Busque en los Evangelios las palabras “corazón” y “corazones,” y
encontrará docenas de versículos en los que Jesús habla de una religión de
“corazón.” “Bienaventurados los de limpio corazón”(Mateo 5:8). “Porque donde
estuviere vuestro tesoro, allí estará vuestro corazón”(Mateo 6:21). “¿Por qué
pensáis mal en vuestros corazones?” (Mateo 9:4). La lista continúa. El problema
que Jesús encontraba con líderes religiosos de su época era su rutinaria
observación de la ley – una observación que ya no venía de sus corazones. Que
Pablo diga a cristianos romanos que ahora han “obedecido de corazón” es un gran
elogio, porque significa que su observación religiosa empieza en sus corazones, así
complaciendo a Dios.

“á aquella forma de doctrina á la cual sois entregados (griego: paredothete –


de paradidomi)” (v. 17). Es interesante que Pablo diga que han sido fieles “á aquella
forma de doctrina á la cual son entregados,” en vez de decir que han sido fieles “a
Dios.” La palabra paradidomi nos da una pista de lo que él quiere decir. El Evangelio
de Juan utiliza esta palabra varias veces al hablar de Jesús siendo “entregado” a
sus enemigos, por eso, parece apropiado traducirla de esa manera aquí. Estos
cristianos romanos son fieles “á aquella forma de doctrina” – doctrina cristiana
autoritaria – que les fue “entregada.” Esa “forma de doctrina” se contrasta con otras
formas de enseñanza que podían haber seguido.

“Y libertados del pecado, sois hechos siervos de la justicia” (v. 18). Cuando se
hicieron cristianos, Dios les emancipó de una forma de esclavitud para que pudieran
acogerse a otra – les liberó de la esclavitud al pecado para que se pudieran hacer
“siervos de la justicia.” No hay una tercera opción – no hay autonomía. Vivimos en
un mundo regido por fuerzas espirituales, Dios y Satanás. Serviremos a uno o al
otro.

“siervos de la justicia” (v. 18). El hecho que hemos sido “libertados del pecado” no
nos da autoridad para involucrarnos en cualquier conducta que sea; simplemente
representa un cambio de amo del pecado a la justicia – y un cambio de destino de la
muerte a la vida.
“Humana cosa digo, por la flaqueza de vuestra carne (griego: ten astheneian tes
sarkos humon – la debilidad de vuestra carne)” (v. 19). Casi parece que Pablo pide
disculpas, quizá por haber utilizado la esclavitud de metáfora. No obstante, ya que
continúa utilizando la esclavitud de metáfora, eso no parece probable (vv. 19, 20,
22). En cambio, simplemente está diciendo que él mismo debe reconocer la
“flaqueza de vuestra carne” y que él mismo debe utilizar cosas familiares que sus
oyentes entiendan para poder ilustrar las cosas espirituales que deben aprender. De
otra manera Pablo confundiría a sus oyentes predicando más allá de su
entendimiento.

“que como para iniquidad presentasteis vuestros miembros á servir á la


inmundicia y á la iniquidad, así ahora para santidad presentéis vuestros
miembros á servir á la justicia” (v. 19). En versículos 17-18, Pablo agradeció a
Dios que estos cristianos hubieran pasado su alianza del lado del pecado al lado de
la justicia – que hubieran pasado de la muerte a la vida. Ahora, Pablo les recuerda
que, de nuevo, deben ajustar su conducta según esta nueva alianza. Igual que en el
pasado habían servido fielmente al pecado (su antiguo amo), ahora han de servir a
la justicia (su nuevo amo) con la misma fidelidad.

“para santidad (hagiasmon)” (v. 19). Santidad es una de esas palabras que parece
hipnotizar a la gente. Pocos comprenden su significado. Debemos ayudarles. La
palabra griega es hagiasmon, que tiene hagios de raíz. Hagios significa “puesto
aparte para Dios” o “sagrado” o “de moral pura.” En su forma plural, hagioi significa
“el pueblo de Dios.”

Santidad, entonces, es lo que ocurre cuando Dios nos libera del pecado y nos pone
en el camino de la santidad. En esta vida, santidad sigue siendo un viaje en vez de
un destino. El propósito del viaje la restauración de la belleza con que Dios nos creó
– eliminar cicatrices y desfiguramientos causados por el pecado. En esta vida,
nunca nos haremos santos por completo, pero por la gracia de Dios crecemos en
santidad. Llegamos a nuestra plena capacidad de santidad en la resurrección, pero
ahora podemos regocijar en el progreso que Cristo nos hace posible en esta vida.

ROMANOS 6:20-23: LA DÁDIVA DE DIOS ES VIDA ETERNA


20Porque cuando fuisteis siervos del pecado, erais libres acerca de la
justicia. 21¿Qué fruto (griego:karpon), pues, teníais de aquellas cosas de las cuales
ahora os avergonzáis? porque el fin de ellas es muerte. 22Mas ahora, librados del
pecado, y hechos siervos á Dios, tenéis por vuestro fruto (griego:karpon) la
santificación, y por fin la vida eterna. 23Porque la paga del pecado es muerte: mas
la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.

“Porque cuando fuisteis siervos del pecado, erais libres acerca de la


justicia” (v. 20). La única libertad que les concedía su antigua esclavitud era la
libertad de justicia – libertad de hacer bien. El mundo romano estaba lleno de
pecado. Por ejemplo, padres preferían hijos varones, y dejaban morir en la
intemperie a las hijas no deseadas. Burdeles recogían estas niñas y las criaban
como prostitutas. El cristiano Justin Martyr llamó la atención a este mal, advirtiendo
a los hombres romanos que, al visitar uno de estos burdeles, existía la gran
posibilidad que se verían involucrados en un acto sexual con su propia hija (Barclay,
90). Cuando uno está rodeado de esta maldad, empieza a parecer normal – natural
– fácil de defender. Gente que vive bajo tales estándares son “siervos del pecado” y
“libres acerca de la justicia.”

“¿Qué fruto (karpon), pues, teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os
avergonzáis? porque el fin de ellas es muerte” (v. 21). Desafortunadamente,
muchas traducciones ocultan la palabrakarpon – fruto. Pablo pregunta, ¿cuál es el
fruto del pecado? Un jardinero puede adivinar el fruto que crecerá de la simiente que
planta. Semillas de tomate rendirán fruto de tomate. Un grano de maíz rendirá aún
más maíz. Así también, podemos predecir que el fruto rendido por esclavitud al
pecado será la muerte, por lo que Pablo quiere decir la muerte espiritual –
separación eterna de Dios.

Estos cristianos romanos habían sido siervos al pecado y hacían cosas “de las
cuales ahora se avergüenzan” (v. 21). No se avergonzaban en el momento, porque
sus malas obras parecían normales – naturales – fáciles de defender. Ahora, al ver
sus antiguos pecados desde la perspectiva de redención, se avergüenzan de su
previa conducta.

“Mas ahora, librados del pecado, y hechos siervos á Dios, tenéis por vuestro
fruto (karpon) la santificación, y por fin la vida eterna” (v. 22). En versículos 20-
21, Pablo ha hablado de sus vidas antiguas en servicio al pecado. “Mas ahora” (v.
22) marca un cambio – ahora, Pablo hablará de sus vidas nuevas en servicio a Dios.

Si el fruto de la simiente del pecado es la muerte, entonces el fruto de la simiente de


Dios es la santidad y la vida eterna (véase v. 19 para una discusión de santidad).
Vida eterna incluye ambos cantidad y calidad de vida – vida sin fin vivida en
presencia de Dios. Comenzamos a experimentar la vida eterna al ser bautizados,
pero debemos esperar hasta la resurrección para experimentar su pleno potencial.

“Porque la paga del pecado es muerte” (v. 23). Pablo continúa con un contraste
entre el pecado y Dios, pero pasa de una metáfora de agricultura (fruto) a una
metáfora de finanzas (salario). La persona que espera recibir su paga poniéndose
en la cola del “pecado,” abrirá su sobre para encontrar un cheque marcado “Muerte.”
No se puede devolver, porque es un pago justo – muerte es el producto natural del
pecado. La persona que siembra simiente de “pecado” puede esperar que rinda
fruto de “muerte.” La persona que trabaja en una cadena de montaje de “pecado”
debe esperar ser pagado por la “muerte.”

Aunque no siempre es obvio en la vida (es decir, hay gente codiciosa vive en
palacios), es suficientemente fácil ver que el pecado, por seguro, lleva a la muerte.
Esta relación de causa y efecto se manifiesta en las más obvias degradaciones de
la vida – el abuso de drogas, embriaguez, prostitución, y otros comportamientos
vulgares. Aún así, el pecado es más que un mal comportamiento. Pecado es el
reino de Satanás, y nosotros elegimos vivir en ese reino y servir a su amo que nos
lleva a malos comportamientos – y, finalmente, a nuestra muerte.

Claro, bien podríamos reclamar ser víctimas de una propaganda engañosa. Como
dice un proverbio escocés, “Las botas del diablo no crujen” – no avisan. Tampoco
“se acerca a un santo sugiriéndole cometer crímenes serios, sino que empieza con
poco, con cosas casi inofensivas contra las que hasta un corazón de santo solo
protestaría levemente” (Walter Farell). El tentador anuncia el pecado como algo
emocionante y glamoroso – disfraza lujuria de amor – nos persuade a pensar que la
gente de Dios es aburrida y orgullosa – y nos dice que (al contrario de la advertencia
de Dios), que no vamos a morir si comemos del fruto prohibido.

Desafortunadamente, que digamos que hemos sido engañados no constituye una


defensa aceptable. La advertencia de Dios que moriremos si comemos del fruto
prohibido sobrepasa la promesa del tentador que no moriremos al hacerlo. Si
sembramos simiente de pecado, sembraremos fruto de muerte. Si obramos en el
taller del pecado, podemos esperar que nuestra paga venga de la muerte. Si
pasamos la vida alimentando al monstruo del pecado, hemos de esperar que nos
consuma.

“mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (v. 23).
Después de oír que el pecado se paga con la muerte, esperamos oír que la paga del
servicio a Dios es la vida. Sin embargo, eso no es lo que Pablo quiere decir. A lo
largo de esta epístola enfatiza que no podemos ganar la vida eterna, sino que
debemos recibirla como don de Dios. De nuevo nos recuerda que la vida eterna es
“dádiva de Dios.”

Ésas son Buenas Noticias, particularmente para los que han pasado muchos años
sirviendo al pecado. Significa que no importa cuan profundo sea el hoyo en que
hemos caído o cuan poco tiempo queda para ser redimidos. Una vez que pasamos
del lado del pecado al lado de Dios, Dios hace el cheque requerido para redimirnos,
sin importar lo grande que sea. Efectivamente, Cristo ha hecho eso en la cruz. Ha
pagado el precio, y no se requiere ningún precio adicional.

Pero la dádiva es también una Buena Noticia para los que nos criamos con la iglesia
y que hemos conocido a Cristo toda la vida. A lo largo de la vida, podemos contar
con que Cristo nos ayudará a evitar los hoyos infernales del pecado. Y cuando el
tentador no recibe lo mejor de nosotros, podemos estar seguros que Cristo nos
redimirá.

TEXTO CITADO DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS procede de Spanish Reina


Valera, situada enhttp://www.ccel.org/ccel/bible/esrv.html. Utilizamos esta versión de
la Biblia porque consta de dominio público (no bajo protección de derechos de
propiedad).

BIBLIOGRAPHY:
Barclay, William, The Daily Study Bible: The Letter to the Romanos (Edinburgh: The
Saint Andrew Press, 1975)

Craddock, Fred B.; Hayes, John H.; Holladay, Carl R.; and Tucker, Gene
M., Preaching Through the Christian Year, A (Valley Forge: Trinity Press
International, 1992)
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Word Books, 1988)

Gaventa, Beverly R. in Brueggemann, Walter; Cousar, Charles B.; Gaventa, Beverly


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Hunsinger, George, in Van Harn, Roger E. (ed.), The Lectionary Commentary: The
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Publishing Company, 2001)

Moo, Douglas, The New International Commentary on the New Testament:


Romanos (Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Co., 1996)

Morris, Leon, The Epistle to the Romanos (Grand Rapids, Michigan: William B.
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Mounce, Robert H., The New American Commentary: Romanos, (Broadman &
Holman Publishers, 1995)

Wright, N. Thomas, The New Interpreter’s Bible: Acts, Romanos, 1 Corinthians, Vol.
X (Nashville: Abingdon Press, 2002)
ESTUDIO BIBLICO ROMANOS 6

Rom 6:15 Entonces, ¿qué? ¿Vamos a pecar porque no estamos ya bajo la ley sino bajo la
gracia? ¡De ninguna manera! Ahora presenta de nuevo el argumento con respecto a la
gracia, vamos a pecar sin desdén porque ya no estamos bajo la dispensación de la ley, sino de
la gracia, lo más seguro es que no, pues la gracia también lleva consigo la fortalece ara vencer
al pecado.

Rom 6:16 ¿Acaso no saben ustedes que, cuando se entregan a alguien para obedecerlo, son
esclavos de aquel a quien obedecen? Claro que lo son, ya sea del pecado que lleva a la
muerte, o de la obediencia que lleva a la justicia. Deberíamos comprender este principio que
se aplica a muchas cosas, cuando nos entregamos a algo o a alguien para obedecerle nos
convertimos en esclavos de aquel a quien obedecemos, cuando nos entregamos al pecado sea
lujuria, codicia, mentira, rencor, odio, nos volvemos esclavos de estos, y por más que
queramos romper el yugo de esclavitud que este poder ejerce sobre nuestras vidas, en
nuestras propias fuerzas es imposible de destruir, porque nos volvemos dependientes de él,
de su influencia, de su seducción, por eso la obediencia es primordial y debe acompañar una
genuina conversión a Cristo, pues sino obedece a Cristo obedece al pecado, no hay otro señor
para su ser, es la obediencia la prueba fehaciente de que se ha postrado ante el señorío de
Cristo y que ha sido transformado por su gracia para ser siervo de la justicia divina, la cual
actúa permanentemente en la vida del creyente en mayor medida según su llamado.

Rom 6:17 Pero gracias a Dios que, aunque antes eran esclavos del pecado, ya se han sometido
de corazón a la enseñanza* que les fue transmitida. La prueba de una verdadera conversión
es la obediencia que somete su ego, su autojustificación, su vanagloria, y su egoísmo a la
enseñanza de la escritura, no a la revelación de los hombres sino a la verdad de la palabra,
este sometimiento hace que el pecado no pueda ejercer ya ningún poder sobre aquellos que
han muerto al pecado y a sí mismos.

Rom 6:18 En efecto, habiendo sido liberados del pecado, ahora son ustedes esclavos de la
justicia. Luego de haber sido esclavos del pecado, ahora somos esclavos de justicia para que
vosotros, recordando el entusiasmo con que servías al Pecado y los esfuerzos consagrados a
ello, seáis estimulados para mostrar igual celo e igual exuberancia en el servicio de un amo
mejor, Jesús el justo. No hay término medio de independencia personal, para la que nunca
fuimos hechos, y a la que no tenemos derecho, pues cuando rechazamos la soberanía de
Dios, recibimos el yugo pesado, fuerte y difícil que el pecado nos dejó.

Rom 6:19 Hablo en términos humanos, por las limitaciones de su naturaleza humana. Antes
ofrecían ustedes los miembros de su cuerpo para servir a la impureza, que lleva más y más a
la maldad; ofrézcanlos ahora para servir a la justicia que lleva a la santidad. Lo que antes
ofrecíamos en nuestra limitación humana para servicio de la maldad que produce mayores
frutos de maldad, ahora con la gracia inmerecida, poderosa recibida, podamos servir a la
justicia que santifica. Esto nos dice que en la medida en que ponemos por obra la justicia de
Dios declarada en Su palabra alcanzamos un nivel mayor de santificación en nuestro ser
completo, cuerpo, alma y espíritu.

Rom 6:20 Cuando ustedes eran esclavos del pecado, estaban libres del dominio de la
justicia.Cuando decidimos entregarnos a una supuesta independencia personal lo que
hicimos fue contemplar y participar del yugo del pecado que genera una aparente libertad y
autocontrol que al final conduce a muerte, mientras que la esclavitud a la justicia produce
vida eterna en Cristo. No es el anhelo de libertad el que mueve el corazón humano, el
problema es que la esclavitud del pecado genera dominio y control, pero la esclavitud de la
justicia, produce revelación de nuestra naturaleza, y propósito generan vida y libertad en el
espíritu.

Rom 6:21 ¿Qué fruto cosechaban entonces? ¡Cosas que ahora los avergüenzan y que conducen a
la muerte! Que cosechábamos entonces?, desolación, venganza, odio, codicia, vanidad,
egoísmo, dolor y muerte, que entregados a la justicia de Dios y vistos desde su perspectiva
nos avergüenzan y sabemos ahora que conducían a muerte, que aunque pudiéramos estar al
tanto no podíamos ejercer control alguno sobre su dominio.

Rom 6:22 Pero ahora que han sido liberados del pecado y se han puesto al servicio de
Dios, cosechan la santidad que conduce a la vida eterna. Los verdaderos creyentes han sido
liberados del pecado con total certeza y sin sombra de duda; ahora se disponen a servir a
Dios, y sirviendo o dando fruto mediante la muerte a nosotros mismos como la semilla
somos santificados (consagrados) y conducidos a la vida eterna como el fin último de todo
creyente verdadero. La experiencia de la santificación se alcanza a través del conocimiento y
la experiencia vivida de la escritura que se perfecciona en la completa extensión sobre cada
área de nuestro ser. También adquirimos la vida en el espíritu, de aceptación delante de
Dios, de conformidad a su imagen (la cual se forma en nosotros), de acceso descubierto a él,
y de inefable comunión con él por toda la eternidad.

Rom 6:23 Porque la paga del pecado es muerte, mientras que la dádiva de Dios es vida eterna
en Cristo Jesús, nuestro Señor. Nos recuerda que la paga justa por el pecado y sus frutos es
la muerte para todo aquel que desobedeciendo a Dios se aparta, mientras que el regalo,
dadiva, o presente de Dios es vida eterna en unión con Cristo, lejos de Él, no hay nada, solo
vana religiosidad, actos sin sentido y un yugo que nos domina y controla para hacer el mal.

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