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EXÉGESIS:
ROMANOS 6: UN REPASO
En la primera mitad de este capítulo (vv. 1-11) Pablo estableció que con nuestro
bautizo nos hicimos nuevas criaturas – morimos con Cristo y fuimos resucitados a
una nueva vida con él. Por lo tanto, debemos considerarnos “muertos al pecado,
mas vivos á Dios en Cristo Jesús Señor nuestro” (v. 11).
Pablo a menudo hace contrastes en pares para demostrar este punto. “En este
leccionario, hay tres pares que entran en juego: Pecado versus justicia (o pecado
versus Dios), libertad versus esclavitud, y salario versus don” (Gaventa, 384).
“… pues…” (v. 12) une lo que sigue con lo que Pablo ha dicho previamente. Ha
establecido que somos nueva gente en Cristo (vv. 1-11). Ahora, establece lo que
esto significa en cuanto a nuestra conducta (vv. 12-23).
“No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal” (v. 12). “Los placeres del
pecado toman lugar en un cuerpo que, hasta en su mejor momento, sigue siendo
mortal y pasajero, pero Pablo está hablando de una vida en Cristo que trae alegría
eterna. Es absurdo dejar que lo que va a morir tenga posición suprema” (Morris,
257). “La batalla es espiritual y se lucha, pierde, o gana con las decisiones diarias
del creyente en cuanto a cómo utilizar su cuerpo” (Moo, 383).
Podemos estar seguros que el tentador preparará el cebo particular para nosotros,
buscando en nuestras defensas para encontrar el punto más débil. También
debemos comprender que una vez que caemos en la tentación es más difícil resistir
la próxima vez. La persona que hoy llena su cuenta corriente mañana se encontrará
aún mas tentado a desfalcar o a utilizar métodos financieros cuestionables. La
persona casada que comienza un flirteo en la oficina encontrará que cada vez es
más difícil evitar la infidelidad. El pecado es una cuerda resbaladiza. El tentador está
determinado a convertirse en nuestro amo, y tiene paciencia para atraernos poco a
poco.
Pero Dios nos da los medios para resistir la tentación. Primero, nos dio una nueva
naturaleza con nuestro bautizo. También tenemos las escrituras para guiarnos. Es
instructivo anotar que Jesús contestaba cada una de sus tentaciones con un
versículo de la escritura. Esto sugiere que aprender las escrituras es una defensa
preactiva contra la tentación. Oración, alabanza, y otras disciplinas espirituales
ayudan. Pero también es importante – urgentemente importante – que digamos,
“Soy cristiano, y no voy a hacerlo.” Eso es lo que Pablo quiere decir en este texto.
Nos hicimos gente nueva a través de nuestro bautizo, y debemos actuar el papel. Si
recordamos quiénes somos – de quién somos – eso nos ayudará a evitar la trampa
del tentador.
“¿No sabéis que á quien os prestáis vosotros mismos por siervos para
obedecer le, sois siervos de aquel á quien obedecéis, ó del pecado para
muerte, ó de la obediencia para justicia?”(v. 16). Lectores modernos pueden
protestar de Pablo por utilizar la esclavitud para ilustrar un principio espiritual, pero
Pablo no defiende la institución de esclavitud. En vez, utiliza algo familiar para
ilustrar que no tenemos más que servir a uno de dos amos espirituales – el pecado
o la obediencia. No podemos escoger ser independientes de estas fuerzas
competidoras, sino que solo podemos escoger a cuál de ellas serviremos. Los que
piensan que son independientes de cualquier amo viven, ciertamente, “bajo una
ilusión creada y mantenida por Satanás” (Moo, 399). Nuestra elección determinará
nuestro fin. El pecado lleva a la muerte, pero la obediencia a la justicia.
Ya que no estamos bajo la ley sino bajo la gracia, nuestra justicia no puede ser una
que viene de obedecer la ley (v. 15). Si buscáramos la justicia que acompaña el
cumplir de la ley, estaríamos frustrados, porque no es posible seguir la ley sin fallar.
No obstante, ya que la gracia de Dios es más grande que nuestros pecados (véase
v. 14 arriba), la justicia es posible. Dios nos concede estatus de justos y una
comunidad eterna por nuestra capacidad de obedecer en vez de pecar. Dios no
requiere una obediencia perfecta, sino nuestra alianza con Dios en vez de con
pecado (v. 13) – con obediencia en vez de pecado (v. 16) – con justicia en vez de
inmundicia e iniquidad (v. 19). Si nos aliamos con Dios, nos encontraremos en el
lado de Dios, donde reina la gracia y por eso, seremos contados entre los justos. Si
escogemos el pecado, nos encontraremos en el lado del pecado donde reina la
muerte.
“Empero gracias á Dios, que aunque fuisteis siervos del pecado, habéis
obedecido de corazón á aquella forma de doctrina á la cual sois
entregados” (v. 17). Hasta el momento, Pablo ha hablado de un cristiano que
clama a cristianos romanos para que realicen su llamada. Ahora agradece a Dios
que hayan tomado la decisión correcta. Una vez, habían sido esclavos al pecado,
pero ahora han “obedecido de corazón á aquella forma de doctrina á la cual son
entregados.”
“Y libertados del pecado, sois hechos siervos de la justicia” (v. 18). Cuando se
hicieron cristianos, Dios les emancipó de una forma de esclavitud para que pudieran
acogerse a otra – les liberó de la esclavitud al pecado para que se pudieran hacer
“siervos de la justicia.” No hay una tercera opción – no hay autonomía. Vivimos en
un mundo regido por fuerzas espirituales, Dios y Satanás. Serviremos a uno o al
otro.
“siervos de la justicia” (v. 18). El hecho que hemos sido “libertados del pecado” no
nos da autoridad para involucrarnos en cualquier conducta que sea; simplemente
representa un cambio de amo del pecado a la justicia – y un cambio de destino de la
muerte a la vida.
“Humana cosa digo, por la flaqueza de vuestra carne (griego: ten astheneian tes
sarkos humon – la debilidad de vuestra carne)” (v. 19). Casi parece que Pablo pide
disculpas, quizá por haber utilizado la esclavitud de metáfora. No obstante, ya que
continúa utilizando la esclavitud de metáfora, eso no parece probable (vv. 19, 20,
22). En cambio, simplemente está diciendo que él mismo debe reconocer la
“flaqueza de vuestra carne” y que él mismo debe utilizar cosas familiares que sus
oyentes entiendan para poder ilustrar las cosas espirituales que deben aprender. De
otra manera Pablo confundiría a sus oyentes predicando más allá de su
entendimiento.
“para santidad (hagiasmon)” (v. 19). Santidad es una de esas palabras que parece
hipnotizar a la gente. Pocos comprenden su significado. Debemos ayudarles. La
palabra griega es hagiasmon, que tiene hagios de raíz. Hagios significa “puesto
aparte para Dios” o “sagrado” o “de moral pura.” En su forma plural, hagioi significa
“el pueblo de Dios.”
Santidad, entonces, es lo que ocurre cuando Dios nos libera del pecado y nos pone
en el camino de la santidad. En esta vida, santidad sigue siendo un viaje en vez de
un destino. El propósito del viaje la restauración de la belleza con que Dios nos creó
– eliminar cicatrices y desfiguramientos causados por el pecado. En esta vida,
nunca nos haremos santos por completo, pero por la gracia de Dios crecemos en
santidad. Llegamos a nuestra plena capacidad de santidad en la resurrección, pero
ahora podemos regocijar en el progreso que Cristo nos hace posible en esta vida.
“¿Qué fruto (karpon), pues, teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os
avergonzáis? porque el fin de ellas es muerte” (v. 21). Desafortunadamente,
muchas traducciones ocultan la palabrakarpon – fruto. Pablo pregunta, ¿cuál es el
fruto del pecado? Un jardinero puede adivinar el fruto que crecerá de la simiente que
planta. Semillas de tomate rendirán fruto de tomate. Un grano de maíz rendirá aún
más maíz. Así también, podemos predecir que el fruto rendido por esclavitud al
pecado será la muerte, por lo que Pablo quiere decir la muerte espiritual –
separación eterna de Dios.
Estos cristianos romanos habían sido siervos al pecado y hacían cosas “de las
cuales ahora se avergüenzan” (v. 21). No se avergonzaban en el momento, porque
sus malas obras parecían normales – naturales – fáciles de defender. Ahora, al ver
sus antiguos pecados desde la perspectiva de redención, se avergüenzan de su
previa conducta.
“Mas ahora, librados del pecado, y hechos siervos á Dios, tenéis por vuestro
fruto (karpon) la santificación, y por fin la vida eterna” (v. 22). En versículos 20-
21, Pablo ha hablado de sus vidas antiguas en servicio al pecado. “Mas ahora” (v.
22) marca un cambio – ahora, Pablo hablará de sus vidas nuevas en servicio a Dios.
“Porque la paga del pecado es muerte” (v. 23). Pablo continúa con un contraste
entre el pecado y Dios, pero pasa de una metáfora de agricultura (fruto) a una
metáfora de finanzas (salario). La persona que espera recibir su paga poniéndose
en la cola del “pecado,” abrirá su sobre para encontrar un cheque marcado “Muerte.”
No se puede devolver, porque es un pago justo – muerte es el producto natural del
pecado. La persona que siembra simiente de “pecado” puede esperar que rinda
fruto de “muerte.” La persona que trabaja en una cadena de montaje de “pecado”
debe esperar ser pagado por la “muerte.”
Aunque no siempre es obvio en la vida (es decir, hay gente codiciosa vive en
palacios), es suficientemente fácil ver que el pecado, por seguro, lleva a la muerte.
Esta relación de causa y efecto se manifiesta en las más obvias degradaciones de
la vida – el abuso de drogas, embriaguez, prostitución, y otros comportamientos
vulgares. Aún así, el pecado es más que un mal comportamiento. Pecado es el
reino de Satanás, y nosotros elegimos vivir en ese reino y servir a su amo que nos
lleva a malos comportamientos – y, finalmente, a nuestra muerte.
Claro, bien podríamos reclamar ser víctimas de una propaganda engañosa. Como
dice un proverbio escocés, “Las botas del diablo no crujen” – no avisan. Tampoco
“se acerca a un santo sugiriéndole cometer crímenes serios, sino que empieza con
poco, con cosas casi inofensivas contra las que hasta un corazón de santo solo
protestaría levemente” (Walter Farell). El tentador anuncia el pecado como algo
emocionante y glamoroso – disfraza lujuria de amor – nos persuade a pensar que la
gente de Dios es aburrida y orgullosa – y nos dice que (al contrario de la advertencia
de Dios), que no vamos a morir si comemos del fruto prohibido.
“mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (v. 23).
Después de oír que el pecado se paga con la muerte, esperamos oír que la paga del
servicio a Dios es la vida. Sin embargo, eso no es lo que Pablo quiere decir. A lo
largo de esta epístola enfatiza que no podemos ganar la vida eterna, sino que
debemos recibirla como don de Dios. De nuevo nos recuerda que la vida eterna es
“dádiva de Dios.”
Ésas son Buenas Noticias, particularmente para los que han pasado muchos años
sirviendo al pecado. Significa que no importa cuan profundo sea el hoyo en que
hemos caído o cuan poco tiempo queda para ser redimidos. Una vez que pasamos
del lado del pecado al lado de Dios, Dios hace el cheque requerido para redimirnos,
sin importar lo grande que sea. Efectivamente, Cristo ha hecho eso en la cruz. Ha
pagado el precio, y no se requiere ningún precio adicional.
Pero la dádiva es también una Buena Noticia para los que nos criamos con la iglesia
y que hemos conocido a Cristo toda la vida. A lo largo de la vida, podemos contar
con que Cristo nos ayudará a evitar los hoyos infernales del pecado. Y cuando el
tentador no recibe lo mejor de nosotros, podemos estar seguros que Cristo nos
redimirá.
BIBLIOGRAPHY:
Barclay, William, The Daily Study Bible: The Letter to the Romanos (Edinburgh: The
Saint Andrew Press, 1975)
Craddock, Fred B.; Hayes, John H.; Holladay, Carl R.; and Tucker, Gene
M., Preaching Through the Christian Year, A (Valley Forge: Trinity Press
International, 1992)
Dunn, James D. G., Word Biblical Commentary: Romanos 1-8, Vol. 38A (Dallas:
Word Books, 1988)
Hunsinger, George, in Van Harn, Roger E. (ed.), The Lectionary Commentary: The
Second Readings: Acts and the Epistles (Grand Rapids: William B. Eerdmans
Publishing Company, 2001)
Morris, Leon, The Epistle to the Romanos (Grand Rapids, Michigan: William B.
Eerdman’s Publishing Co, 1988)
Mounce, Robert H., The New American Commentary: Romanos, (Broadman &
Holman Publishers, 1995)
Wright, N. Thomas, The New Interpreter’s Bible: Acts, Romanos, 1 Corinthians, Vol.
X (Nashville: Abingdon Press, 2002)
ESTUDIO BIBLICO ROMANOS 6
Rom 6:15 Entonces, ¿qué? ¿Vamos a pecar porque no estamos ya bajo la ley sino bajo la
gracia? ¡De ninguna manera! Ahora presenta de nuevo el argumento con respecto a la
gracia, vamos a pecar sin desdén porque ya no estamos bajo la dispensación de la ley, sino de
la gracia, lo más seguro es que no, pues la gracia también lleva consigo la fortalece ara vencer
al pecado.
Rom 6:16 ¿Acaso no saben ustedes que, cuando se entregan a alguien para obedecerlo, son
esclavos de aquel a quien obedecen? Claro que lo son, ya sea del pecado que lleva a la
muerte, o de la obediencia que lleva a la justicia. Deberíamos comprender este principio que
se aplica a muchas cosas, cuando nos entregamos a algo o a alguien para obedecerle nos
convertimos en esclavos de aquel a quien obedecemos, cuando nos entregamos al pecado sea
lujuria, codicia, mentira, rencor, odio, nos volvemos esclavos de estos, y por más que
queramos romper el yugo de esclavitud que este poder ejerce sobre nuestras vidas, en
nuestras propias fuerzas es imposible de destruir, porque nos volvemos dependientes de él,
de su influencia, de su seducción, por eso la obediencia es primordial y debe acompañar una
genuina conversión a Cristo, pues sino obedece a Cristo obedece al pecado, no hay otro señor
para su ser, es la obediencia la prueba fehaciente de que se ha postrado ante el señorío de
Cristo y que ha sido transformado por su gracia para ser siervo de la justicia divina, la cual
actúa permanentemente en la vida del creyente en mayor medida según su llamado.
Rom 6:17 Pero gracias a Dios que, aunque antes eran esclavos del pecado, ya se han sometido
de corazón a la enseñanza* que les fue transmitida. La prueba de una verdadera conversión
es la obediencia que somete su ego, su autojustificación, su vanagloria, y su egoísmo a la
enseñanza de la escritura, no a la revelación de los hombres sino a la verdad de la palabra,
este sometimiento hace que el pecado no pueda ejercer ya ningún poder sobre aquellos que
han muerto al pecado y a sí mismos.
Rom 6:18 En efecto, habiendo sido liberados del pecado, ahora son ustedes esclavos de la
justicia. Luego de haber sido esclavos del pecado, ahora somos esclavos de justicia para que
vosotros, recordando el entusiasmo con que servías al Pecado y los esfuerzos consagrados a
ello, seáis estimulados para mostrar igual celo e igual exuberancia en el servicio de un amo
mejor, Jesús el justo. No hay término medio de independencia personal, para la que nunca
fuimos hechos, y a la que no tenemos derecho, pues cuando rechazamos la soberanía de
Dios, recibimos el yugo pesado, fuerte y difícil que el pecado nos dejó.
Rom 6:19 Hablo en términos humanos, por las limitaciones de su naturaleza humana. Antes
ofrecían ustedes los miembros de su cuerpo para servir a la impureza, que lleva más y más a
la maldad; ofrézcanlos ahora para servir a la justicia que lleva a la santidad. Lo que antes
ofrecíamos en nuestra limitación humana para servicio de la maldad que produce mayores
frutos de maldad, ahora con la gracia inmerecida, poderosa recibida, podamos servir a la
justicia que santifica. Esto nos dice que en la medida en que ponemos por obra la justicia de
Dios declarada en Su palabra alcanzamos un nivel mayor de santificación en nuestro ser
completo, cuerpo, alma y espíritu.
Rom 6:20 Cuando ustedes eran esclavos del pecado, estaban libres del dominio de la
justicia.Cuando decidimos entregarnos a una supuesta independencia personal lo que
hicimos fue contemplar y participar del yugo del pecado que genera una aparente libertad y
autocontrol que al final conduce a muerte, mientras que la esclavitud a la justicia produce
vida eterna en Cristo. No es el anhelo de libertad el que mueve el corazón humano, el
problema es que la esclavitud del pecado genera dominio y control, pero la esclavitud de la
justicia, produce revelación de nuestra naturaleza, y propósito generan vida y libertad en el
espíritu.
Rom 6:21 ¿Qué fruto cosechaban entonces? ¡Cosas que ahora los avergüenzan y que conducen a
la muerte! Que cosechábamos entonces?, desolación, venganza, odio, codicia, vanidad,
egoísmo, dolor y muerte, que entregados a la justicia de Dios y vistos desde su perspectiva
nos avergüenzan y sabemos ahora que conducían a muerte, que aunque pudiéramos estar al
tanto no podíamos ejercer control alguno sobre su dominio.
Rom 6:22 Pero ahora que han sido liberados del pecado y se han puesto al servicio de
Dios, cosechan la santidad que conduce a la vida eterna. Los verdaderos creyentes han sido
liberados del pecado con total certeza y sin sombra de duda; ahora se disponen a servir a
Dios, y sirviendo o dando fruto mediante la muerte a nosotros mismos como la semilla
somos santificados (consagrados) y conducidos a la vida eterna como el fin último de todo
creyente verdadero. La experiencia de la santificación se alcanza a través del conocimiento y
la experiencia vivida de la escritura que se perfecciona en la completa extensión sobre cada
área de nuestro ser. También adquirimos la vida en el espíritu, de aceptación delante de
Dios, de conformidad a su imagen (la cual se forma en nosotros), de acceso descubierto a él,
y de inefable comunión con él por toda la eternidad.
Rom 6:23 Porque la paga del pecado es muerte, mientras que la dádiva de Dios es vida eterna
en Cristo Jesús, nuestro Señor. Nos recuerda que la paga justa por el pecado y sus frutos es
la muerte para todo aquel que desobedeciendo a Dios se aparta, mientras que el regalo,
dadiva, o presente de Dios es vida eterna en unión con Cristo, lejos de Él, no hay nada, solo
vana religiosidad, actos sin sentido y un yugo que nos domina y controla para hacer el mal.