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Recapitular implica recordar todas las personas que hemos conocido, todos los lugares que hemos
visto y todos los sentimientos que hemos tenido en toda nuestra vida, empezando desde el presente
y volviendo hasta los recuerdos más remotos, para luego limpiarlos, uno por uno, con la respiración
especial de la recapitulación que barre todo.
A fin de vivir e interactuar, necesitamos energía. Normalmente la energía gastada en vivir se nos
escapa para siempre. De no ser por la recapitulación, no tendríamos ninguna oportunidad para
renovarnos. Recapitular nuestras vidas y limpiar nuestro pasado con la respiración que barre de
izquierda a derecha funcionan en conjunto.
Recordar todas las personas que se han conocido y todo lo que se ha sentido en la vida de uno
parece ser una tarea absurda e interminable que puede tardar una eternidad. Es muy cierto, pero es
seguro que se lleva todas las de ganar al hacerlo y nada que perder.
La recapitulación no es un ejercicio arbitrario y caprichoso. Al recapitular hay que sentir las fibras
largas y elásticas que se extienden desde la región abdominal. Luego se alinea el movimiento
giratorio de la cabeza con el movimiento de esas escurridizas fibras. Esos son los conductos que
recuperarán la energía dejada atrás por uno. A fin de recuperar nuestra fuerza y unidad, debemos
liberar la energía que dejamos atrapada en el mundo y atraerla otra vez a nosotros.
Al recapitular extendemos esas fibras elásticas de energía a través del espacio y el tiempo hasta las
personas, los lugares y los sucesos que estamos examinando. El resultado es que podemos volver a
cada momento de nuestras vidas y actuar como si de hecho estuviéramos ahí.
Lo importante es volver a experimentar los sucesos y los sentimientos con el mayor detalle posible y
tocarlos con la respiración que los barre, para de esta manera liberar nuestra energía atrapada.
Estamos convencidos de que existe un dualismo en nuestro ser; la mente es la parte insustancial de
nosotros y el cuerpo es la parte concreta. Esta división mantiene nuestra energía en un estado de
separación caótica y le impide aglutinarse.
Estar divididos es nuestra condición humana, pero nuestra división no es entre la mente y el cuerpo,
sino entre el cuerpo, que aloja a la mente o yo, y el doble, que es el receptáculo de nuestra energía
básica.
Previa al nacimiento, la dualidad impuesta al hombre no existe, pero a partir del nacimiento las dos
partes son separadas debido a la fuerza ejercida por el intento de la humanidad. Una parte se vuelve
hacia el exterior y se convierte en el cuerpo físico; la otra, hacia el interior y se convierte en el doble.
Al morir la parte más pesada, el cuerpo, regresa a la Tierra para ser absorbida por ella, y la parte
ligera, el doble, se libera. Pero desafortunadamente, puesto que el doble no fue perfeccionado
nunca, experimenta la libertad por sólo un instante antes de dispersarse en el universo.
Si morimos sin haber borrado nuestro falso dualismo del cuerpo y la mente, morimos una muerte
ordinaria. Morimos porque la posibilidad de ser transformados no forma parte de nuestros
conceptos. Esta transformación tiene que lograrse mientras estemos vivos y, llevar a cabo nuestra
tarea con éxito, es el único propósito verdadero que un ser humano puede tener. Todos los demás
son logros transitorios, puesto que la muerte los disuelve en la nada.
Esta transformación implica un cambio total. Y eso se logra por medio de la recapitulación: la
piedra angular en el arte de la libertad. Un arte infinitamente difícil de practicar, pero aún más
difícil de explicar.
Hombres y mujeres que vivieron en México en tiempos muy antiguos, expertos en el manejo de la
conciencia de ser, creían que los seres humanos eran poseedores de un dualismo muy peculiar. No
se referían a dualismos tradicionales como el de la mente y el cuerpo o el de la materia y el espíritu,
sino al dualismo entre el ser humano y algo que ellos llamaban el cuerpo energético.
Consideraban al ser humano como una unidad completa que incluye ambos: cuerpo, mente, materia
y espíritu. Definían el cuerpo energético como un conglomerado de campos de energía,
individualmente pertenecientes a cada uno de nosotros, que tiene la capacidad de ser transformado
en una réplica perfecta del cuerpo humano y viceversa. Esto es, la capacidad de transformarse en
una réplica perfecta del cuerpo energético, es decir en un conglomerado de puros campos de
energía.
Estos hombres y mujeres del México antiguo descubrieron y desarrollaron una serie de
movimientos que les permitieron acumular suficiente energía adicional para poder realizar esta
transformación dual. Manejaron y transmitieron este conocimiento de generación en generación,
hasta hoy día.
Esta serie de ejercicios es la base necesaria para adquirir suficiente energía como para entrar en un
estado de particular bienestar cuya propiedad es definir el cuerpo energético. Definir el cuerpo
energético es el primer paso hacia la expansión de los parámetros de la percepción.
Para aquellos hombres y mujeres del México antiguo, expertos en el manejo de la conciencia de ser,
expandir los parámetros de la percepción significaba entrar en mundos genuinamente nuevos,
mundos totalmente detallados y completos. Cuando ellos se referían a tales mundos lo hacían con la
certeza de que no eran meramente creaciones de la mente, sino mundos en los que uno puede vivir y
morir. Para ellos, entrar en aquellos mundos era el meollo de su pericia en lo mágico.
“El Inventario del Día” o “la Máscara del día”, son una unidad pragmática y corta de Pases Mágicos,
que los chamanes usaban para revisar o examinar el día.
Es una secuencia de cuatro pases mágicos y el mejor momento para practicarlos es al final de la
jornada de trabajo. Es una práctica para los que vivimos en las ciudades donde hay muchas
actividades y sirve para dejar las tensiones a un lado.
En realidad se trata de una forma sencilla de recapitular, que podemos llevarla luego a nuestro
Diario de Navegación, para después utilizarla en el acecho.
2. Dispersar la Energía
La energía que se ha despertado en las manos, al estirar de la membrana entre los dedos, se expande
por el cuerpo, a través de los brazos, cuando se presionan los puntos de energía localizados en la
parte posterior de las manos.
Presionar cinco veces la parte posterior de la mano, y después cinco veces la otra.