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El Cementerio Municipal de

San Juan de Colón “Ciudad de las Palmeras”


del Municipio Ayacucho,
Estado Táchira – Venezuela

La vida tiene su principio y su fin, hay quienes dicen que van para un lado y otros que van
para otro, en ello influye a veces la religión que profesamos los seres humanos, sin
embargo, nos aferramos a la vida de tal manera que no nos queremos morir.

El 29 de noviembre de 1831, la diputación provincial de Mérida, elige a este poblado como


parroquia civil, dependiendo del cantón de Lobatera.

En nuestro pueblo, la historia nos lleva al siglo XIX, ya que para el año de 1848 un
terremoto destruye la población de Lobatera, y para 1852 las autoridades del cantón de
Lobatera, comisionan al presbítero José Armando Pérez y al señor Pedro María Reina, para
que tracen las calles y carreras de la naciente población a la usanza española, en
cuadricula a punto de cabuya y cordel, se traza el sitio para la plaza, para la iglesia y para
otros edificios públicos.

Ya que para comienzos del siglo XIX en esta meseta inclinada existía una aldea poblada
por colonos venidos de Lobatera que se avecinan en busca de tierras fértiles.

Para entonces las personas que fallecían, eran trasladadas en carretas de mulas hasta un
terreno que estuvo ubicado al final de la calle 7, en un potrero cercano a un callejón con
agua que cuando crecía por las lluvias sacaba los cadáveres.

Para 1875, un nuevo terremoto destruye al poblado, habiendo que enterrar los cadáveres
en fosa común. Para 1880 se establece el cementerio en la carrera federación hoy carrera
5 con calle José Laurtencio Silva, hoy calle 9. Para el año de 1892, ocurre el primer
encuentro bélico en la ciudad de Colón, la Batalla del Topón donde pelearon fuerzas
enviadas desde Trujillo, por el León de la Sierra (el general Juan Araujo) quienes enfrentas
las fuerzas tachirenses dirigidas por Juan Vicente Gómez bajo el mando del general
Cipriano Castro. En esta batalla Juan Vicente Gómez recibe el grado de coronel. Los
muertos de parte y parte fueron enterrados en fosa común abierta para tal fin, y rociados
con gasoil para evitar epidemias.

Para 1914, se construye la capilla del cementerio, frente a la carrera Federación, hoy
carrera 5 entre otros por el presbítero Juan de la Rosa Zambrano, Don Cosme Márquez,
Pedro Moreno y José Ceferino Chacón.
Para 1920, dos familias colonenses, tienen una contienda porque el hijo de una familia se
enamora de una joven, y esto trajo disgusto por parte de la familia de la muchacha que
amenaza con asesinar al muchacho, al extremo que el joven decide llevarse a la novia a
casa de unos familiares y allí convive, pero cuando van ha buscarlos encuentran que se
han suicidado al estilo de Romeo y Julieta. Mi abuelo el general Constantino Pérez era el
jefe civil y tiene que intervenir para limar las asperezas entre las dos familias, y se compra
un subterráneo, donde son enterrados los dos enamorados. No puedo mencionar
nombres porque estas familias tienen descendencia hoy presente.

Para 1926, el presidente del Concejo Municipal es el acaudalado comerciante Don Rómulo
Anselmi Arellano, quien contrae matrimonio con la señorita Leonor Mazey de origen
italiano, y como primera dama del distrito organiza los jardines del Cementerio Municipal,
repartiendo franjas de jardín a las diferentes familias que desean sembrar flores en el
cementerio, de ahí los apellidos que adornan son la familia Paolini, Richi, Labiosa, Giusti,
Colmenares Fossi, y otras, cada familia coloca una tabla donde colocan sus apellido. Don
Rómulo manda a construir una columna piramidal que marca el jardín de su esposa con la
siguiente inscripción: Leonor Mazzey de Anselmi primero de enero de 1926. El 10 de
febrero de 1929, fallece la primera dama Doña Leonor.

Después de la muerte de Doña Leonor, se construyen las alegorías en los jardines


conocidas como rosetones unas son estrellas de 6 puntas, un símbolo de la masonería y
otros un cuadrado perfecto con medialunas en cada lado que representa la cruz
Masónica.

En nuestro pueblo hubo gran influencia Masónica y Rosa Cruz, los apellidos venidos de
Europa, como Giusti, Paolini, Semidey, Anselmi, Fossi, Pagnini, Segnini, y otros tenían esa
afiliación, por eso vemos en el cementerio cruces con una flor, columnas con ramo de
flores de color en una tumba de la familia Anselmi.

Para el 10 de febrero de 1929, fallece Doña Leonor Mazzey de Anselmi, vivía en la calle 5
entre carreras 5 y 6 y su esposo manda traer una urna de cristal desde Maracaibo, que
viene por el ferrocarril, se hace el velorio en la casa de habitación, y el cura párroco
comienza a criticar la actitud de Don Rómulo, ya que el cura dice que es una ostentación
del dinero, alguien se acerca e insinúa qué se coloque un manto negro al ataúd conducido
a la iglesia y luego al cementerio, en la avenida principal una palmera cae y rompe un
vidrio de la urna, momento que aprovecha el sacerdote para criticar a Don Rómulo, los
carpinteros buscan un vidrio y reparan el daño. Días después un rayo cae y fractura parte
del mausoleo de la familia Anselmi Mazzey, Don Rómulo y su hijo Romulito buscan un
alarife que repara el mausoleo.
Pero la vida tiene sus bemoles, y se construye en la av. Principal el arco que ostenta el
cementerio construido por el procurador municipal Flaminio Chacón y Don Carlos Pagnini,
en la década de los 50, durante el gobierno del general Marcos Pérez Jiménez.

Para la década de los años 60 se trae un cadáver en parihuela. Para ser velado en la calle
9, allí se coloca en una mesa mientras construyen el ataúd, pero el hombre se para de la
mesa no quedando nadie en el velorio, el muerto sufría de catalepsia.

En la misma década, Don Misael Viloria, quien vivía en la carrera 5, la misma que conduce
para la iglesia y para el cementerio, con una esposa Doña Amanda mucho mas joven que
el, el señor se enfermó, y a las personas que lo visitaban les contaba el cuento de esta
manera: mire yo se que me voy a morir y me van a llevar para la iglesia, pero cuando
venga de regreso yo no voy para el cementerio yo me quedo aquí en la casa, pues llegó el
momento y el señor Viloria falleció, se realizó el velorio y al otro día se condujo el cadáver
a la iglesia, ya fuera del recinto se dirigen al cementerio, y al pasar frente a su casa la urna
se esculó cayendo el cadáver al piso, acto seguido, se buscó martillo y clavos y se clavó la
tapa, luego del entierro las personas asistentes comentaban, te acordás lo que el señor
Viloria decía, que se quedaría en su casa porque no se cayó en la iglesia, o antes de su casa
tuvo que ser exactamente donde el decía.

La vida tiene sus bemoles y hay quienes toman la muerte de lo más tranquilos, una
participación, publicada en el diario la nación de San Cristóbal en su página 8, dice:

Yo coronel (GN) Vicente Maldonado Collado, en mi condición de propietario de este


carapacho, participo a mis familiares y amigos que aún en contra de mi voluntad he
fallecido, por tanto, los Sai Baba y María Alí, fueron el sostén y guía de mi vida, no quiero
flores, ni coronas, no quiero que la urna sea lujosa, solo lijada y sin pintura, no quiero
carroza fúnebre, usar mi propia camioneta para el traslado. Ojalá no se repita el
exabrupto de decir paz a sus restos, mis restos ya están en paz, yo necesitaré la paz
después de rendir cuentas ante el creador, cualquiera que desee expresar su amor con
una oración en mi partida, será bienvenido, sin importar la creencia que tenga, pues: Dios
es uno solo. Pido ser enterrado sin ropa, tan solo un trapo que cubra lo que debe. Pido
que durante el velorio se oiga música llanera de fondo y durante el entierro la obertura
que grabe previamente. Yo me voy contento, pues por fin sabré por que y para que vine.
Sin tristezas, por favor, pues allá los estaré esperando a toditos. San Cristóbal 03 de abril
de 2005.

Fuente: Hernán Ramírez (cronista comunitario, maestro honorario de la República


Bolivariana de Venezuela) San Juan de Colón, 29 de mayo de 2018

Fotografías: Jonny A. Rojas D.

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