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La ley mordaza a los fiscales

Una polémica indicación para sancionar con penas de cárcel las filtraciones de las

investigaciones judiciales aprobada en el Senado, desató una avalancha de críticas. El

Presidente de la Corte Suprema, Hugo Dolmestch, sostuvo que sería como volver al secreto

de sumario del antiguo sistema procesal. La indicación se aprobó en medio de los

escándalos de corrupción que afectan a la clase política y recuerda a la ley de desacato,

que fue derogada en 2001 tras la persecución penal que sufrió la periodista Alejandra

Matus, luego de publicar El libro negro de la justicia chilena. Acá, conversamos con

ella y abordamos el acalorado debate sobre los riesgos para la libertad de expresión y el

derecho a la información.

En abril de 1999, la periodista Alejandra Matus, publicó El libro negro de la justicia chilena, una

investigación periodística que denunciaba los vicios y malas prácticas del Poder Judicial. En menos

de 24 horas, el entonces ministro de la Corte Suprema, Servando Jordán, presentó un requerimiento

por Ley de Seguridad Interior del Estado. La justicia ordenó la incautación de los ejemplares.

A la mañana siguiente, carabineros ingresaron a las librerías y a la editorial Planeta para llevarse los

libros. Luego fueron tras Matus. Junto con la incautación, se emitió una orden de detención en su

contra. Alertada de la situación y bajo el consejo de su abogado y hermano, Jean Pierre Matus, la

periodista decidió salir del país.


Cerca de las 14:00 horas de ese día, la periodista estaba en el aeropuerto para abordar el avión que la

llevó a Buenos Aires. Diez días después viajó a Estados Unidos, donde recibió asilo político. Eran los

tiempos en que la libertad de expresión estaba fuertemente restringida cuando se trataba de los

“poderosos de siempre”, gracias al artículo 6-b, más conocido como ley de desacato, que protegía

a las autoridades de las denuncias de la prensa y que ahora el Senado, pareciera, busca reponer, bajo

la amenaza de sanción penal contra quienes filtren antecedentes de las investigaciones judiciales en

curso.

Esto, justamente, cuando la Fiscalía investiga a integrantes de clase política, como Pablo Longueira,

Jaime Orpis, Fulvio Rossi, Marco Enríquez-Ominami, entre varios otros, por los delitos de

corrupción, financiamiento irregular de campañas políticas, fraude al fisco y cohecho.

La polémica indicación se introdujo en la Agenda Corta Antidelincuencia, que pretende aumentar las

penas contra los delitos a la propiedad y dar más facultades a la policía para detener a quienes

consideren incurren en conductas sospechosas. La comisión de Constitución del Senado aprobó la

indicación al artículo 182 del Código Penal, patrocinada por el Ejecutivo y firmada por el ministro del

Interior, Jorge Burgos, por petición de los altos cargos de la Fiscalía, específicamente del Fiscal

Nacional(s) Andrés Montes, hijo del senador del Partido Socialista, Carlos Montes. En esa línea, la

principal autoridad del Ministerio Público, Jorge Abbott, ha criticado en varias ocasiones la filtración

de antecedentes y antes de ser ratificado por el Senado para asumir el cargo, se comprometió a

combatirlas.

De aprobarse la indicación tal como está, se establecerían penas de 61 a 540 días de cárcel por

violación de secreto, es decir, cualquier persona involucrada en un proceso de filtración, desde


fiscales, funcionarios, abogados o periodistas, podrían arriesgar penas más altas de las que

actualmente contempla la ley para el delito de cohecho.

El pasado jueves, sin mediar debate, la sala del Senado aprobó la indicación por unanimidad. El

senador y periodista Alejandro Guillier, aseguró que le “pasaron un gol” porque debido a la presión

para votar, ni siquiera revisó la indicación. Como tiene suma urgencia, la primera semana de abril iría

a tercer trámite legislativo en la Cámara Baja, salvo que se reabra la discusión en el Senado para hacer

modificaciones, de lo contrario varios diputados ya anunciaron su rechazo a la medida.

Al igual que entre los diputados, en amplios sectores de la sociedad, la indicación fue interpretada

como un retroceso para la libertad de expresión. En las redes sociales fue bautizada como ley

mordaza, ya que, en último término buscaría “proteger” a las autoridades cuestionadas, tal como

operaba la ley de desacato que se aplicó sobre Matus para censurar su libro. En tanto, los senadores

Hernán Larraín, Alberto Espina, Jorge Pizarro, el ministro Burgos, junto al Ministerio Público,

intentaron bajarle el perfil sosteniendo que la indicación no afectaría la labor de la prensa. ¿Pero es

así?

En el año 2001, el antiguo sistema procesal escrito -sobre el cual Matus investigó y denunció sus

irregularidades -fue modificado por el actual sistema oral para dar mayor transparencia y agilidad a

las investigaciones judiciales. La labor persecutoria, que antes estaba radicaba en el juez quien

investigaba y fallaba, quedó en manos del Ministerio Público y los fiscales. Precisamente a quienes la

clase política ha dirigido sus dardos por incurrir, supuestamente, en filtraciones de los procesos

investigativos en su contra y por afectar la presunción de inocencia.


A raíz de la polémica, el presidente de la Corte Suprema, máxima autoridad del Poder Judicial, Hugo

Dolmestch, cuestionó la medida e hizo un paralelo con el antiguo sistema de justicia. “Es como volver

al secreto de sumario o algo parecido. No me parece las sanciones penales”, sostuvo. A su vez, el fiscal

de Alta Complejidad, Carlos Gajardo, a través de Twitter, envió un claro mensaje a los parlamentarios:

“Más que agenda corta se requiere nuevo Código Penal que tipifique y sancione adecuadamente

delitos de cuello y corbata”.

Abogados penalistas y expertos en la materia, como Cristian Riego, académico de la Universidad

Diego Portales, o Luis Cuello, especialista en libertad de expresión, explican que el secreto de una

investigación apunta a la efectividad de la indagatoria, es decir, dar ventajas para que los fiscales

investiguen sin que los imputados puedan tomar medidas para obstaculizar la labor de la justicia,

pero en ningún caso, tiene que ver con resguardar la presunción de inocencia. De hecho, las

audiencias de formalización, donde los fiscales exponen los cargos en contra de los imputados y el

juez de garantía fija el plazo de investigación y las medidas cautelares en caso de ser necesarias, son

públicas. La publicidad es uno de los pilares del actual sistema de justicia, aclaran.

Fuente de la información: http://www.theclinic.cl/2016/03/31/la-ley-mordaza-a-los-fiscales/.

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