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SEÑALES DE UN CORAZÓN QUE AMA

Marcos 12:28-34

La vida cristiana es más sencilla de lo que imaginamos. Prueba de esto, es que las
demandas de Dios para nosotros se resumen en dos “simples” mandamientos: amarlo, y
amar al prójimo. La primera señal de un corazón que ama, tiene que ver directamente con
nuestra entrega a Dios. Más que temido, Dios desea ser amado por nosotros. Creer en Él
no es suficiente cuando lo que en realidad desea, es ser el primero en nuestros corazones.
El amor cumple en el corazón del cristiano la misma función que un termómetro en el
cuerpo. El amor mide nuestro estado espiritual.

La segunda señal, claramente se evidencia en la forma como nos relacionamos con


nuestros semejantes. Amar al prójimo, es respetarlo y procurar su bien. Aquel que sabe
amar, siempre buscará la paz de los demás. Cuando amamos, resistimos sacar ventaja del
otro, así como evitamos toda clase de mal en su contra. El amor se manifiesta en la firme
acción de valorar a los demás en la misma proporción en que nos valoramos a nosotros
mismos. Ahora bien, conozcamos algunas implicaciones importantes de amar a Dios y al
prójimo:

CUANDO AMAMOS, SOMOS FIELES


1 La infidelidad a Dios no tiene otra causa, más que la ausencia de una conciencia
amorosa. La fidelidad por tanto, es también sinónimo de amor. Piensa en esto: si
Dios, que prometió redimir nuestra vida y acompañarnos eternamente, hubiera decidido
repentinamente no cumplir sus promesas, ¿tú creerías que es fiel? Creo que no. Él es fiel
porque cumple Su palabra, es fiel porque a pesar de nosotros permanece aún de nuestro
lado, y aunque nos equivocamos repetidas veces, su amor no se agota.

De la misma manera debemos obrar nosotros. El deseo de Dios es que seamos fieles a Él.
Debemos arrepentirnos por las muchas veces que, atravesando un mal momento, luego de
comprometer nuestra vida para honrar a Dios; repentinamente damos media vuelta, nos
olvidamos de sus mandamientos, luego perdemos total interés por hacer Su voluntad y
terminamos eligiendo deseos egoístas. Si amar a Dios supone fidelidad, de la misma
manera debe ocurrir en nuestros hogares, la fidelidad es una clara muestra del amor a
nuestras familias.

Meditemos:
¿Consideras que eres fiel a Dios y a tu familia?

CUANDO AMAMOS, HACEMOS LO CORRECTO


2
Una manera en la que se manifiesta nuestro amor por Dios, es haciendo lo que a Él le
agrada. El amor a Dios hará que continuamente evaluemos cada una de las motivaciones
de nuestro corazón, así como la naturaleza de nuestras acciones a la luz de Su voluntad,
para saber si vamos por el camino correcto o no. El apóstol Pablo dijo: el amor es sufrido (1
Corintios 13:4). Eso significa que cuando amamos, somos capaces de darle el primer lugar
a la voluntad de Dios, aunque eso implique experimentar una fuerte lucha contra nuestros
desviados deseos.

Las escrituras nos enseñan claramente que la fuente del placer de Dios es la obediencia (1
Samuel 15:26). ¿Es tu deseo agradar a Dios en todo? Ciertamente obedecer a Dios es más
importante que cualquier sacrificio u ofrenda. Agradar a Dios es una decisión que nace y se
fundamenta en nuestro amor a Él. Es imposible hacer lo que a Dios le agrada, si primero no
desarrollamos un amor voluntario por lo que Él es. En definitiva, dicho amor nos guarda de
cometer errores que afectaran nuestras vidas, así como pecados que destruirán nuestra
relación con el Espíritu Santo.

CUANDO AMAMOS, SERVIMOS A OTROS


3 El servicio es otra forma de manifestar amor. El servicio se define como aquellas
acciones que voluntariamente hacemos por aquellos que decimos amar. Servir
implica negociar nuestra comodidad a cambio de la comodidad de otro. Esta es una llama
que mantiene la salud espiritual y sentimental en los hogares. En contraste, el
individualismo es un arma mortal que opaca al amor. Lo hizo en tiempos de Caín y Abel, y
lo sigue haciendo en nuestros días.

Nuestros hogares son los núcleos principales donde debemos manifestar la actitud servicial
que Cristo nos enseña. Los expertos en relaciones de parejas, coinciden en que así como
Cristo, siendo Dios, pudo ganar la iglesia con una actitud de servicio, de la misma manera
el servicio se constituye en un pilar en toda relación matrimonial. Cristo nos dio ejemplo de
esto cuando dijo a sus discípulos: yo he venido a servir, no a ser servido (Mateo 20:28).
Con regularidad exigimos ser servidos por otros, pero tenemos poca disposición de servir a
los demás.
Aplicación

1. Cultiva tu amor a Dios a través de la oración y la lectura de la Biblia.


2. Testifica del amor a Dios a otros, a través de actos concretos de servicio.

Para concluir la reunión


Oren para que en sus corazones se avive la llama de amor por Dios y por los demás. Así
mismo, por un espíritu dispuesto a obedecer a Dios.

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