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VII

Lacan J: caps VII, XVII 1 Y XIX en El Seminario f,e Jacques LA TOPICA DE LO IMAGINARIO
Lacan, Libr.o 1 (texto establecido por Jacques-Alain Miller),
Los escritos técnicos de Freud Ed. Paidós, Barcelona-Buenos
Aires, 1983 (centrándose en las nociones de lo imaginario, lo
simbólico y lo real).
'7 7 ~ ' - ' - - " - ... _... .--... ."~'
¡'¡ Meditación sobre 1,1 ópt iC<l.

, Introducción del ramillete il/vertido.

t,
Realidad: el caos oloigina!.

Imaginario: el nacimiento del )'0.

Simbólico: las posiciones 'id sujeto.

Función del mito de [dipo el/ el

psicoanálisis.

La pequeña charla que les ofreceré hoy estaba anunciada


con el título de La tópica de lo imaginario. Un tema tan impor­
tante como éste llevaría varios años de enseñanza; pero ya que
en el hilo de nuestro discurso han surgido algunos problemas
relacionados con el lugar de lo imaginario en la estructura sim­
j"
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bólica, la charla de hoy puede reivindicar este título.
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{ Es, según un plan preconcebido, cuyo rigor espero el
11
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"¡\ conjunto les demostrará, que los guié la última vez hacia un
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~ caso especialmente significativo pues muestra de modo reduci­
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/ do el juego recíproco de esos tres grandes términos que ya tuvi­
'!':!r mos oportunidad de introducir: lo imaginario, lo simbólico y
1,
I lo real.
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Nada puede comprenderse de la técnica y la experiencia
;.\ freudianas sin estos tres sistemas de referencia. Cuando <;e em­
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.~: pIcan estas distinciones muchas ¿;ficultades se jw:tifican y acla­
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ran. Sucede así um ;,'s puntos lTl':omprem:~lcs ql". :'."Cñorita
<o. Gélinier señaló el otro día en el texto de ivlclanie Klein. Cuan­
do se intenta elaborar una experiencia lo que cuenta no es tanto
lo qu'e se comprende como lo que no se comprende. El mérito
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de la exposición de la señorita Gélinier radica precisamente en
haber resaltado lo que en este texto no <:c comprende.
}-;
Se demuestra así la fecundidad del método de los comcnta­

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..
• LA TOPfCA DE LO IMAGINARIO
LA TOP/CA DE LO l¡\-fAGINARIO

rios. Comentar un texto es como hacer un análisis. Cuantas Todo el problema reside entonces en la articulación de lo
veces advertí a quienes están en control conmigo cuando me simbólico y lo imaginario en la constitución de lo real.
dj,;crJ: (;rr'í cnu'nr1('r rfl/.r: él quería decir est0 0 aquello, les ad­
vertí que uJla Je la~ cu~a~ que más ¿tDemos t\"itar es precisa­
mente comprender demasiado, comprender más que lo que hay
en el discurso del sujeto. No es lo mismo interpretar que imagi­
nar comprender. Es exactamente lo contrario. Incluso diría que
las puertas de la comprensión analítica se abren en base a un
cierto rechazo de la comprensión. ~ara tratar de aclararles un poco las cosas, he elaborado un
No basta con que un texto parezca coherente. Ciertamente, pequeño modelo? sucedáneo del estadio del espejo.
este texto se sostiene en el marco de las cantinelas que nos son He señalado a m~nudo que Ji estadio d~1 espejo no es sim­
habituales: maduración instintiva, instinto primitivo de agre­ plemente un momento del desarrollo. Cumple también una
sión, sadismo oral, anal, etc. Sin embargo, en el registro que función ejemplar porque nos· revela algunas de las relaciones
Melanie Klein hace intervenir aparecen algunos contrastes so­ del sujeto con su imagen en tanto Urbild del yo. Ahora bien.
bre los que volveré a insistir detalladamente. ese estadio del espejo, que no podemos negar, tiene una pre­
Todo gira en torno a lo que a la Srta. Gélinier le pareció sentación óptica que tampoco podemos negar. ¿Es acaso una
singular, paradójico, contradictorio, respecto a la función del casualidad?
ego: demasiado desarrollado traba todo desarrollo, pero al de­ Las ciencias, en particular las ciencias nacientes como la
sarrollarse vuelve a abrir las puertas de la realidad. ¿Cómo es nuestra, toman prestado frecuentemente modelos a otras cien­
posible que el desarrollo del ego vuelva a abrir las puertas de la . cias. i No imaginan, mis pobres amigos, todo lo que deben us­
realidad? ¿Cuál es la función propia de la interpretación klei­ tedes a la geología! Si la geología no existiera, ¿cómo pensar
niana, cuyas características son las de una intrusión, un encha­ entonces que, en un mismo nivel, puede pasarse de una capa
pado del sujeto? Estas son las cuestiones que hoy tendremos reciente a una capa muy anterior? No estaría mal, lo digo al
que preCIsar. pasar, que todo analista se comprara un librito de geología.
Ya han debido darse cuenta que, en el caso de este joven Hubo hace tiempo un analista geólogo, Leuba, quien escribió
sujeto, real, imaginario y simbólico están allí perceptibles, aflo­ un libro cuya lectura les recomiendo calurosamente.
rantes. Les enseñé a identificar lo simbólico con el lenguaje: La óptica también tendría algo que decir. No me alejo con
ahora bien, ¿no es precisamente en la medida en que, digamos, esto de la tradición del maestro: seguramente más de uno habrá
Melanie Klein habla, que algo sucede? Por otra parte, ¿cuando notado en la Traumdeutung, en el capítulo Psicol;¡gia de los
Melanie Klein nos dice que los objetos se constituyen mediante procesos oníricos, el famoso esquema en el cual Freud inserta la
juegos de proyecciones, introyecciones, expulsiones, rein­ totalidad del proceso del inconsciente.
troyecciones delos obje.tos malos; cuando nos dice que el suje­ En su interior, Freud sitúa las distintas capas que se diferen­
to, quien ha proyectado su sadismo, lo ve retornar desde esos cian del nivel perceptivo, a saber la impresión instantánea: 51,
objetos, y en consecuencia se halla bloqueado por un temor 52, etc., a la vez imagen, recuerdo. Estas huellas registradas
ansioso, no sienten ustedes que nos hallamos en el dominio de son luego reprimidas en el inconsciente. Es un esquema bonito,
lo imaginario? ya volveremos a él pues nos será útil. Observen que V:1. acompa­

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LA TONCA DE LO IMAGINARIO LA TONCA DE LO IMAGINAR.IO

ñado de un comentario que no parece haber llamado la ater auxiliarnos en una tentativa de llegar a la comprensión de la
ción de nadie, a pesar de que Freud lo retomó en su casi última complicada función psíquica total, dividiéndola)' adscribiendo
obra: el Compendio de psicoanálisis. cada una de sus funciones aisladas a uno de los elementos del
aparato. La tentativa de adivinar la composición del instrume'1­
to psíquico por medio de tal división no ha sido emprendida
P SI S2 S3 M todavía que yo sepa. Por mi parte no encuentro nada que a ella
pueda oponerse. Creo que nos es lícito dejar libre curso a nttes­
tras hipótesis, siempre que comen:emos un,t perfecta imparciali­

/. \

dad de juicio y no tomemos nuestra débil armazón por un edi­


ficio de absolltta solidez. Como f(j que neccsúamos son )"(presen­
taciones auxiliares que nos ayuden ,t conseguir una primf;ra

.. aproximación a algo desconocido, nos sen'iremos del material


más práctico y concreto.
Esquema de freud Ya que los consejos están hechos para que nadie los siga,
creo que es inútil aclararles que desde entonces no hemos deja­
Se los leo tal como figura en la Traumdeutung': La idea que do de tomar el débil armazón por un edificio de absoluta soli­
así se nos ofrece es la de una localidad psíquica -se trata exacta­ dez. Por otra parte, la autorización que nos da freud para utili­
mente del campo de la realidad psíquica, es decir, de todo lo zar en la aproximación a un hecho desconocido relaciones auxi­
que sucede entre la percepción y la conciencia motriz del yo­ liares, me ha incitado a hacer gala de cierta desen\'oltura en la
... Vamos ahora a prescindir por completo de la circunstancia de construcción de un esquema.
sernas conocido también anatómicamente el aparato anímico de Vamos a usar hoy algo casi infantil, un aparato de óptica
que aquí se trata y vamos a eludir asimismo toda posible tenta­ mucho más simple que un microscopio complejo, sería di\'Crti­
ción de determinar en dicIJo sentido la localidad psíquica. Per­ do continuar con esta comparación, pero eso nos Ilcvari~l de­
maneceremos, pu.es, en el terreno psicológico y no pensaremos masiado lejos.
sino en obedecer a la invitación de representarnos el instrumen­ Les recomiendo encarecidamente que mediten acerca de la
to puesto al servicio de las funciones anímicas cOlno un microsco­ óptica. Cosa curiosa, se ha fundado todo Un sistema met.1físico
pio compuesto, un aparato fotográfico o algo semejante. La lo­ en la geometría y la mecánica, buscando en ellas modelos de
calidad psíquica corresponderá entonces a un hl-gar situado en el comprensión. en cambio, has~a hoy, no se ha' sacado todo el
interior de este aparato, en el que surge uno de los grados preli­ partido posible de r~ óptica. Sin embar~o. <elb debcríJ presLHse
minares de la imagen. En el microscopio y en el telescopio son a algunas ensoñaciones, esta curiosa ciencia que intenta produ­
estos lugares puntos ideales; esto es, puntos en los que no se halla cir mediante aparatos esa cosa singular llamada «im.lgenes», a
situado ningún elemento concreto del aparato. Creo innecesario diferencia de las demás ciencias que efectúan un recorte. una
excusarme por la imperfección de estas imágenes y otras que han disección, una anatomía de b natur:deza.
de seguir. Estas comparaciones no tienen otro objeto que el de Tengan claro que al decir esto no busco darles gato por lie­
bre, ni confundir las imágenes óptic.1s cot! las imágenes que nos
1. S. Frcud. O.c.. B.N .. JvbJrid. 1973. T. 1, p~~. 672. interesan. Pero, no por casualidad, llevan el mismo nombre.

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I •

LA TONCA De LO IMAGINARIO LA TONCA DE f.O IMAGINARIO

Las imágenes ópticas presentan variedades singulares; algu·' más que un aparatO subjetivo, enteramente construido con
nas son puramente subjetivas, son las llamadas virtuales; otras ayuda de una x y una y que habitan el mismo territorio que el
son reales, es decir que se comportan en ciertos aspectos como sujeto, es decir el del lenguaie?
objetos y pueden ser consideradas como tales. Pero aún más Dejaré abiertos estos interrogantes para abordar directa­
peculiar: podemos producir imágenes virtuales de esos objetos mente un pequeño ejemplo que intentaré meterles en la cabeza
que son las imágenes reales. En este caso, el objeto que es la antes de hacerlo en la pizarra, puesto que no hay nada más
imagen real recibe, con justa razón, el nombre de objeto vir­ peligroso que las cosas en b pinrra: quedan siempre un poco
tual. ¡ chatas.
i
Se trata de una experiencia cl~'sica, que se llevaba acabo en
j
Todavía hay algo aún más sorprendente: la óptica se apoya, ¡
totalmente, en una teoría matemática sin la cual es absoluta­
mente imposible estructurarla. Para que haya óptica es preciso
¡
i
la época en que la física era divertida, en la época de la verdade­
ra física. Nosotros, de igual modo, estamos en la época en que
que a cada punto dado en el espacio real le corresponda un ,t! verdaderamente se trata de psicoanálisis. Cuando más cerca del
punto, y sólo uno, en otro espacio que es el espacio imaginario. psicoanálisis divertido estemos, más cerca estaremos del verda­
Es ésta la hipótesis estructural fundamental. Parece muy sim­ 1

¡
dero psicoanálisis. Con el tiempo se irá desgastando, se h;¡rá
ple, pero sin ella no puede escribirse ecuación alguna, ni sim­ por aproximaciones y triquiiiuebs. Ya no se cOlllprendn;í. l1:ld:l
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bolizarse nada; sin ella la óptica es imposible. Aun quienes la de lo que se hace, así como ya no es necesario comprender nada
ignoran nada podrían hacer en óptica si ella no existiese. I
l de óptica para hacer un microscopio. ]\cgocij<.;rnonos pues. ;¡ún
Allí también espacio real y espacio imaginario se confun­ f. hacemos psicoanálisis.
den. Esto no impide que deban pensarse como diferentes. En Coloquen pues aquí, en mi lugar, un formidable caldero
materia de óptica, encontramos muchas oportunidades para" -que quizá me reemplazaría ventajosamente, algunos días. co­
entrenarnos en ciertas distinciones que muestran hasta qué mo caja de resonancia-, un caldero lo más parecido posible a
punto es importante el resorte simbólico en la manifestación dc una semiesfera, bien pulido en su interior, en resumen un es­
un fenómeno. pejo esférico. Si lo acercamos casi hasta lle¡:;ar a la mesa, ustedes
Por otro lado, en óptica existen una serie de fenómenos que no se verán dentro: así, aunque cada tanto yo me transformase
podemos considerar como totalmente reales puesto que es la en caldero, el fenómeno de espejismo que se produce cada tan­
experiencia quien nos guía en esta materia y, sin embargo, la to entre mis alumnos y yo, no se producirá aquí. Un espejo
subjetividad está constantemente comprometida. Cuando ustc­ esférico produce una imagen real. A cada putlte de un rayo
des ven un arco iris ven algo totalmente subjetivo. Lo ven a luminoso proveniene- de un puni'o cualquiera de un '-Jbieto si­
cierta distancia destacándose sobre el paisaje. El no está allí. Sc tuado a cierta distancia -preferentemente en el plano del cen­
trata de un fenómeno subjetivo. Sin embargo, gracias a una tro de la esfera- le corresponde en el mismo plano, por con­
cámara fotográfica pueden registrarlo objetivamente. ¿Qué es vergencia de los rayos reflejados sobre b superficie de la esfera.
entonces? Ya no sabemos muy bien -¿verdad?- dónde se en­ otro punto luminoso: se produce entonces una imagen real del
cuentra lo subjetivo y dónde se encuentra lo objetivo. ¿No será objeto.
más bien que estamos acostumbrados, en nuestras cortas en­ Lamento no haber podiJ() rran ]w:" ni el caldero. ni los
tendederas, a establecer una distinción dcmasiado somera cntre aparatos de la experiencia. Tendrán que imasillár~el()s.
lo objetivo y lo subjetivo? ¿Tal vez la cámara fotográfica no sea Supongan que esto sea un;¡ Cli~l, hueca por este hdo. v que

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1~5
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LA TONCA DE LO IMAGINARIO LA TONCA DE LO 1,lfAGIS:\RIO

está colocada sobre unJ base, en el centro de la semiesfera. So­ En ese momento, mientras no ven el ramillete real, que está
bre la caja pondrán un florero, real. Debajo hay un ramillete de oculto; verán aparecer, si están en el campo adecuado, un cu­
flores. ¿Qué sucede entonces? riosísimo ramillete imaginario, que se forma justamente en el
cuello del florero. Como sus ojos deben desplazarse linealmen­

~
te en el mismo plano, tendrán una sensación de realidad sin­
tiendo, al mismo tiempo, que hay algo extraño, confuso, por­
que los rayos no se cruzan bien. Cuanto mis lejos estén, más
infh.Jirá el paralaje, y más completa será la ilusión.
Es éste un apólogo que nos n;sultará de gran utilidad. Claro
que este esquema" no'pretende abordar nada que tenga una rela­
ción substancial con lo que manipulamos en análisis: las rela­
ciones llamadas reales u objetivas, o las relaciones imaginarias.
Sin embargo, nos permite ilustrar, ele modo particularmente
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sencillo, el resultado de la estrecha intrincletón del mundo
imaginario y del mundo real en la economía psíquica: VCL1n
Experiencia del ramillete ill7.:erlldo
ahora de qué modo.

El ramillete se refleja en la superficie esférica, para aparecer


en el punto luminoso simétrico. Dada la propiedad de la super­
ficie esférica, todos los rayos que emanan de un punto dado 2
aparecen en el mismo punto simétrico; con todos los rayos
ocurre lo mismo. Se forma así una imagen real. Observen que
en mi esquema los rJYos no se cruzan por completo, pero así Esta pequeña experiencia me fue bvoLlble. No la inventé
sucede también en la realidad, y en todos los instrumentos de yo, es conocida desde hace mucho tiempo con el nombre de
óptica: obtenemos sólo una aproximación. Más allá del ojo, los experiencia del ramillete in'í-'crtido. Así, tal cual es, en su ino­
rayos continúan su trayectoria, y vuelven a divergir. Pero, para cencia -sus autores no la fabricaron para nosotros- nos sedu­
el ojo son convergentes, y prod ucen una imagen real, pues la ce hasta en sus detalles contingentes. el florero;: el ramillete.
característica de los rayos que impresionan un ojo en forma En efecto, el dominio propio del yo primiti\p . Ur-le/; o
convergente es la de producir una imJgen real. Convergen Lust-Ich, se constituye por cli\~~je=, por distinción respecto al
cuando llegan alojo, divergcn cuando se alejan de él. Si los mundo exterior: lo que está incluido en el exterior se distingue
rayos impresionan alojo en sentido contrario, se forma enton­ de lo que se ha rechazado mediante los procesos de exclusión,
ces una imagen virtual. Es lo que sucede cuando miran una
imagen en el espejo: la ven allí donde no está. Aquí, por el 2. C!á'agc, del verbo c/i,,'('r: p:1rtir [un cuerpo miner:11. un di:1m~mtel
contrario, ustedes la ven donde ella está, siempre y cU:lndo el en el senciJo n:1tural de ~us car.1S; S\lt'cdicic SC~ÚI1 la (\1.11 ~l' p:1rtc llna roca.
ojo de ustedes se encucntre en el campo de los rayos que ya se De origen holandés. US:1do en el cl)l1lcrcio de di:11l1.mte' - el corte C\:1dl' de
han cruzado en el plinto correspondiente. la piecira - pasó a\ frallcés ~. a\ in~b. lT·1

IY, 1:7
LA TONCA DE LO / MAC/NARIO

1.,4 ID{-'/C'\ nI: /.() I~/,\(;." : 'U')


-- . --'-~---- -- ­ .

Aufstossung, y de proyección. De allí que, sin duda, las con­


Se el:m eu t: nt:l, sin el II d ~1, q II e es t ( ~" (.' '- \ l' I l ' ! 1 ,! t ; /' .111 d(). r .~'l' ' ,':
cepciones analíticas del estadio primitivo de la formación del
desarrollo de Ull,l met:í(oL1. de lill di'f~;':-:,!\'l !llr;l r"'n';;-~r. c-:i­
yo, colocaron en primer plano esas nociones que son las de
ge primero entenJer para qué sin'e. \\':' i~, ljl::: ,'S[, dj'[ln:,itl\('
continente y contenido. Por este motivo la relación entre el
posee una capacidJ.d de ll1:lniobra ui q',ll,' e-; p, 'sihlc illlpr-!11lir!...­
florero y las flores que contiene puede servir como metáfora, y
cualquier tipo de movimiento. [)ue(!L-n ¡'l\'C;-,lr h" cundici('ncs
de las más preciosas.
de la experiencia: el florero podrí;¡ est;:¡r :\b.\j() '.' hs flore\ ;,rri­
Saben que su proceso de maduración fisiológica permite al
bao Pueden, según su clpricho, hacer ill~,l~il\.ll'i() h quc t'~ rl':J1.
sujeto, en un momento determinado de su historia, integrar
sicmp're ,-, cuando consen'cn 1.1 rc!.lción elltre! ji), \i'Tno~ ~
+ -_--l-.
efectivamente sus funciones motoras y acceder a un dominio eS -+- .; ,
real de su cuerpo. Pero antes de este momento, aunque en for­
Para que la ilusi6n se produ/,ca, ~';1rJ ql!,' sc con<;titll,\,;t, ;ente
ma correlativa con él, el sujeto toma conciencia de su cuerpo
el ojo que mira, un mundo donde lo irn . ,_!::i:~:liio pued" illcluir'
como totalidad. Insisto en este punto en mi teoría del estadio
lo real y, ;¡ b vez, formubrlo; donde lo re) rued:l'illc1liir \ ..11.1
del espejo: la sola visión de la forma total del cuerpo humano vez, situar lo ima~inario, es preciso. \';, lo he dicho, cll'Tl1~,lir
brinda al sujeto un dominio imaginario de su cuerpo, prematu­
con un:l con el i ci c'J n: C 1 o i() del h' () l"llf'.\ r ,'i ('J' L1 l'() <; i,' i I , t). ,1, .! '( ­
ro respecto al dominio real. Esta formación se desvincula así cst;¡r en el intcrior del C\)TH). .
del proceso mismo de la maduración, y no se confunde con él. Si está fucr:l de este Cl'1l0. 111' \'l'r~i \'~1 1" ljll\' \'S iII1.1:~i;1.)' ¡"
El sujeto anticipa la culminación del dominio psicológico, y por la sencill.l L1ZÓIl de que Il;llb f'¡-()\'l'¡;j\'lll\ del l','ll() dI' ('Irri­
esta anticipación dará su estilo al ejercicio ulterior del dominio sión le imp,lct;1r;:\. \'ai I;\s Cl)QS t.11 C()1I10 S('I1. e l l \ l I e"t.tch
motor' efectivo. real, al desnudo, es decir el interior del [llcc.1'li'-nw -'-. seL:,',n :;,<;
Es ésta la aventura imaginaria por la cual el hombre, por vez casus, un pobre florero V;lcíü o bien Utl.''- ,k,-()bd~ls r'I",-e,_
primera, experimenta que él se ve, se refleja y se concibe como i Iv1e d i r J11: J\i o s() m () s IIJI uf(), ;. ,¡ i! (; .\ i-.:, I! ¡f: (ti é" te f) ¡() (í /( " .' e
distinto, otro de lo que él es: dimensión esencial de lo humano, ¡ p,lsea de lado al otm?
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que estructura el conjunto de su vida fantasmática. i L1 caja represent:l el cuerpo de L1stcc!n. LI r.lTllllkte<;('!l ¡,,<;
En el origen suponemos todos los ellos, objetos, instintos, 1
j
1 instintos y los deseos, los obietos (k deseo CJue se p.l<;l"lll. -: y
deseos, tendencias, etc. Se trata pues de la realidad pura y sim­ r qué es el caldero? Tal Vel, el córtn. ¿PI)!' <¡lié IW? ~crí,l di\-er',¡
ple, que en nada se delimita, que no puede ser aún objeto de 1 do: habbremos de cllo otro día.
definición alguna; que no es ni buena ni mala, sino a la vez i
l El ojo de ustedes no se pasea en medi() d,e todo este, c<;t . ¡
caótica y absoluta, originaria. Freud se refiere a este nivel en ¡
1 fijado alU, como un- pequeño apéndice titihlltc del córtn:. En­
Die Verneinung cuando habla de los juicios de existencia: o ¡
tonces, ¿por qué les cuento que se pasea, \- que es en funci('lfl de
bien es o bien no es. Aquí es donde la imagen del cuerpo ofrece ¡ su posición que el dispositi\'o fUllCion:l u no?
al sujeto la primera forma que le permite ubicar lo que es y lo 1
Como sucede con frecuellci~l, el (li() e~ aquí el ,ímbolu del
que no es del yo. Pues bi.cn, digamos que la imagen del cuerpo
-si la situamos en nuestro esquema- es como el florero ima­ l
1
sujeto. Toda la ciencia se basa en la reduccion del sujeto :l un
ojo, por eso está proyect:lda ante ustedes. es decir obieti\',l(/;¡;
ginario que contiene el ramillete de flores rcal. Así es como ,
~
les explicaré en otra oportullilbd este I'unw. Hub(, un :llio en
(
podemos r'epresentarnos, antes del nacimiento del yo y su sur­ ¡ que al~uien había tr;¡ído Ull:l cOllstrucei(ín I11U\- huen~l de 1.1 te()­
gimiento, al sujeto. [
ría de los instintos, la mis par;l(k,jica que :'0 j;lmi" h:t\':t níd().
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. LI\ TOPlCA DE LO IMACINAIUO LA TONCA DE LO fMAG/NAl?/O

en la cual se entificaban los instintos. Al final, ni uno quedaba cuenta que conoce su sentido. Melanie Klein insiste en el hecho
en pie; en ese sentido era una demostración útil. Sería preciso, más sorprendente: este niño no desea hacerse. comprender, no
para reducirnos por un instante a no ser sino un ojo, que nos busca comunicarse; sus únicas actividades más o menos lúdicas
situásemos en la posición del sabio que puede decretar que él son emitir sonidos y complacerse con estos sonidos sin signifi­
sólo es un ojo, y colocar un letrero en la puerta: No molestar al cación, con estos ruidos.
experimentador. N o ocu rren así las cosas en la vida pues no Sin embargo, este niño posee algo de orden del lengu:lje. si
somos un ojo. ¿Qué significa entonces este ojo que está.aquí? no Melanie Klein no podrí:l h:lcerse entender por él. Díspone
Significa que, en la relación entre lo imaginario y lo real, y de algunos elementos del aparato simbólic.o. Por otr2l parte •
. en la constitución del mundo que de ella resulta, todo depende Melanie Klein, desde el primer COnt:lcto con el niño, que es t:ln
de la situación del sujeto. La situación del sujeto -deben sa­ importante, caracteriza su actitud como apátic:l, indiferente.
berlo ya que se lo repito- está caracterizada esencialmente por Pero no por ello carece de orientación. No d:l. la impresión de
su lugar en el mundo simbólico; dicho de otro modo, en el ser idiota ni mucho menos. Melanie Klcin lo distingue de todos
mundo de la palabra. De ese lugar depende que el sujeto tenga los niños neuróticos que ha examin:ldo :lntes señalando que. en
o no derecho a llamarse Pedro. Según el caso, estará o no, en el él, no hay indicios aparentes de ansiedad. ni siquiera en la for­
campo del cono. ma velada en que aparece en los neuróticos: explosión o bien
Aun cuando esto parezca un poco rígido tienen que metér­ retracción, rigidez, timidez. Algo :l.sí no podría eSC<lpárse~e a
selo en la cabeza para poder comprender lo que ha de seguir. una terapeuta de la experiencia de Melanie Klein. Aquí está el
niño, como si no pasara nada. Mira a Melanie Klein como mi­
raría un mueble.
Subrayo estos aspectos porque quiero destacar el C:lr,lctcr
3 uniforme que, para él, tiene la realid:ld. Todo le es igu:l.lmente
real, igualmente indiferente.
Aquí comienzan las perplejidades de la señorita Gélinier.
Debemos tomar el texto de Me1anie Klein como lo que es: El mundo del niño, nos dice Mebnie Klein. se produce a
el informe de una experiencia. partir de un continente -sería el cuerpo de b madre- )' de un
Se trata de un muchacho que, nos informan, tiene unos cua­ contenido del cuerpo de esta madre. A lo largo del avance de
tro años, pero cuyo nivel general de desarrollo está entre los sus relaciones instintu?!cs con eS2 'objeto pr: v i!cgi'láo que es la
quince y los dieciocho meses. Es éste un problema de defini­ madre, el niño se ve llevado a realizar una serie de relaciones de
ción; nunca se sabe qué se quiere decir con esto. ¿Cuál es el incorporación imaginaria. Puede morder. absorber el cuerpo
instrumento de medición? Esta aclaración se omite a menudo. de su madre. El estilo de esta incorporación es un estilo de
Un desarrollo afectivo entre quince y dieciocho meses, esta no­ destrucción.
ción es aún más vaga que-la imagen de una flor en la experiencia El niño espera encontrar en ese cuerpo m:lterno cierta canti­
que acabo de presentarles. dad de objetos que. aunque están incluidos en él, están provis­
El niño dispone de un vOC:lbulario muy limitado, y más que tos de cierta unidad, objetos que pueden serie peligrosos. ¿ Por
limitado, incorrecto. Deforma las palabras, y la mayor parte qué peligrosos? Exactamente por la misma razón por la cual él
del tiempo las emplea mal; otras veces en cambio uno se da es peligroso para ellos. Los reviste -es oportuno decirlo- en

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VI TONel\ DE LO 1,I!tI G/;\,,.\ 1-\10 LA TONe'.-\ [)[ /.0 I,I!.\ G/,\·,'\ IUO

espejo, con las mismas capacichdes de destrucción de las que se entre las diferentes form;1s, imaginaria :' rcal de los objetos.
siente portador. Acentuará en este sentido su exterioridad res- Así, cuando busca refugio en el interior vacío ). negro del
pecto a las primeras delimitaciones de su yo, y los rechazará cuerpo materno, los objetos !lO eSLín allí, pal"<1 gran surpres:l de
como ohjetos malos, peligrosos, caca. la señorita Gélinier. Por la sencilla razón de que en su caso, el
Estos objetos serán, desde luego, exteriorizados, aislados ramillete y el florero no puedcn est;1r allí al mismo tiempo, Esta
de ese primer continente universal, de ese primer gran todo que es la clave.
es la imagen fantasmática del cuerpo de la madre, imrerio tOtal El asombro de la sel;oriLl Gélinier se debe a que, P;lL11'vlela-
de la primera realidad infantil. Sin embargo, siempre se le pre- nie Klcin, todo est~l en un plano dc igual rc;~lidad -,de ItJlre,d
sentarán provistOs del mismo acento maléfico que habrá marca- reality como Jice-- lo cual, en efecto. no permite com'ebir la
do sus primeras relaciones con ellos. Por eso los re-introyecta- disociación de los diferentes sets de objetos primitivos. Sucedc
ra, y trasladará su interés hacia otros objetOs menos pelig~osos, que para Melanie Klein, no hay teoría de lo im,1gin~1ri(), ni teo-
Llevará a cabo, por ejemplo, lo que se llama la ecuación heces- ría del ego. Somos nosotros quicnes debemos i1Hroducir estas
orina. Diferentes objetOs del mundo exterior, más neutraliza- nociones y comprender que si una parte de la realidad es imagi-
dos, se constituirán en equivalentes de los primeros, vinculán- nad;:¡ la otra es real; o invers;lmentc, si liJU es red 1.1 (l!r;1 ~('
dose a ellos por una ecuación -lo subrayo- imagin:J.ri;¡, De conviene en ill1;1gin;1ri;1. COllll'nollll('JI1')~ ('1/1""<"('" 1"" '111(', ,11
este modo la ecuación simbólica que volvemos a descubrir en- comienzo, L1 (unjllllci()ll dl' 1.1S dilnl'II'I'> ",lrt('~o dl' /"" d,k
tre estOs objetOs surge de un mec;¡nismo alternativo de expul- rcntcs se/s, no puede 10gr;1rSlo 111111(;1.
sión e intro)'ección, de proyección y ~1bsorción, valc decir, de Esumos aquí cn la relación del esrcjo.
. . . . Llamamos a esto el plano de la pro:'ección: ¿U')fno señ,d;lr
un Juego llnaglllano.
Precisamente es este juego el que trato de simbolizar en mi el correlato de la proyección? F-Llhrí;l que l'lll'()JHr,lI' 1111 J(:rl11illfl
esquema por las inclusiones imasin;¡ri~ls de objetos re;¡lcs, o diferente ;1/ de ¡¡¡trul'ccc/li¡¡, '1',11 1'\1111" /11 111 i1i/,IIIIII\ ('11 ,111.i1i"j.,
inversamente por las capturas en el interior de un ámbito real el término intro\'el'~'iól1 110 lOS 1\1 ((llllr,lri() dl' ,'r')\·l'l·l'j'''l, 11"
de objetos imaginarios, brán observado 'que pr;ícti(~ll11elltlo s()l\) Sl' 1(1 1'111pic,1 1'\1.11111,) "l'
En Dick, observamos un esbozo de imaginarización, si trata de i1HrO",','ci,)11 Silll!J(·>!icl. Si"'l1p'" .'>l' ;ll'(lll!f',lll.l lk UIl,I
puedo decirlo así, del mundo exterior. Está ahí, a punto de denominacióJ~ simbólica. L1 introH'Cci('ln es siel1lpre il1lru~TC­
ción de la palabra del otro, lo q~\e introduce unJ di~l1~m~(~n
aflorar, pero está tan sólo preparado.
muy diferente a la de la pro:'ección. ;-"[edi;1!He esu d¡stll1C10n
Dick juega con el continente y con el contenido. De mod,o
podrán separ;:¡r lo qd~ F'Cnenecc a ;,1 funciól1 d~1 egl l.. qU,e.l's dcl
natural ya ha entificado ciertos objetOs, por ejemplo el trenecI-
orden del re"'istro dual: v lo quc pertenecc <1 la tunclOn ,kl
superyó. Su d"istinción no'es gratuiL1 en b tcorí;l psi.co;lJ1~llít,il'J,
to, ciertas tendencias, incluso ciertas personas; él mismo es el
trcnecito en relación a su padre que es el tren grande. Por otra 1
parte, hecho sorprendente, el número de o,bietOs que.son para
.{ y no por nada se admite que el super:'(), el sllpcn·o ,1utl'lltIC(I .
;!
es una introyección secumhri;l rc:-.pecw ;¡ h ! L:nClón del q:c,
él significativos es exttetnadamente reduCIdo; red uCldo a los
ideal.
signos mínimos que permiten expresar el. adentro y e,l afuer,a, el
Estas son obscn'aci(JI1l's ;11 l1ur~l'll, \'I!l'!\l) ;11 el'" (k"cril()
contenido y el continente, Así, el espacIo nq~ro es IIlmedJata-
por lvl ela n ie Kki 11. "
mente asimilado al interior del cuerpo de la madre en el cual se
El nií10 está ;:¡lIí, Dispone de CIl'l't.1 (,11l11d.ld t.k rl'~I'>tn'~
refugia. Lo que no se produce es el juego libre, la conjunción
/ .'' ,
)
1 .. ..,
Po' ,

LA TONCA DE LO IMACINARIO
LA TONCA DE LO 1,lfACISARfO

significativos. Melanie Klcin -podemos seguirla en este pun­ No tienen más que observar un Jnimal doméstico para \'cr có­
to- hace hincapié en la gran estrechez de uno de ellos: el regis­ mo un ser desprovisto de lenguaje es totalmente capaz de diri­
tro imaginario. Normalmente las posibilidades de juego, de gir llamados; llamado para atraer la atención de ustedes lucia
transposición imaginaria son las que permiten que se realice la algo que, en cierto sentido, le falta. Al llamado humano le está
valorización progresiva de los objetos en el plano comúnmente reservado un desarrollo ultcrior, más rico, precisamente por­
denominado afectivo, mediante una multiplicación de los en­ que se produce en un ser que :'a adquirió el nivel dellensuaje,
granajes, un despliegue en abanico de todas las ecuaciones ima­ Esquematicemos. .
ginarias que permiten al ser humano ser el único, entre los áni­ Un tal Kilrl Bühler formuló '.ma teoría del Icngu;lje, que no
males, que posee un número casi infinito de objetos a su dispo­ es la única ni la más completa, p'cro en la que ha:' algo que no
sición; objetos marcados con un valor de Gestalt en su Um­ deja de presentar cierto interés: distingue tres etap;ls en e/len­
welt, objetos delimitados en sus formas. Melanie Klein subraya guaje. Desgraciadamente las ubica mediante registros que no
la pobreza del mundo imJginJrio y, al mismo tiempo, la impo­ las tornan demasiado comprensibles.
sibilidad de este niño de establecer una relación efectiva con los En primer lugar, el nivel del enunciJdo como t::d, que eSLl a
objetos en tanto estructuras. Correlación que es importante un nivel casi de dato natural. Me encuentro a nivel del enuncia­
aprehender. do cuando le digo a alguien la cosa más sencilla, por ejemplo un
Si resumimos Jhora todo lo que describe Melanie Klein imperativo. Hay que situar en este ni\'e! del enunciado todo lo
acerCJ de la actitud de este niño, el punto signifiCJtivo es sim­ concerniente a la natura!cZJ del sujeto. Un oficial, un profesor,
plemente éste: no dirige ningún llanndo. no darán sus órdenes con el mismo lenguaje que un obrero o un
El llamado, les recomiendo retengan esta noción. Ustedes contramaestre. Todo lo que aprendemos a ni\'C1 del enunci;¡do,
pensarán: Por SI1puesto, el Dr. Lacmz ya '(¿'a a empezar otra '(¿'el en su estilo y hasta en sus entonaciones, se refiere a la naturale­
con el lenguaje. Pero este niño ya tiene un sistema de lenguaje za del sujeto.
suficiente. La prueba está en que juega con él. Incluso lo utiliza En un imperativo cualquiera ha:' otro plano: el dclllanl.ldo.
para dirigir un juego de oposición contra los intentos de intru­ Se trata del tono con el que se dice este imperatin1. El mismo
sión de los adultos. Por ejemplo, se comporta en una forma texto puede tener valores completamente diferentes según el
que en el texto es denominada ncgativista. Cuando su madre le tono empleado. El simple enunciado DCtózg'ISC puede tener
propone una palabra que él es capJZ de reproducir correcta­ según las circunstanciJs valores de llamado complcLlmente di­
mente, la reproduce de modo ininteligible, deformado, o inser­ ferentes. .
vible. Volvernos a encontrar aquí la distinción necesaria entre El tercer valor 'es el de la comunicación: aquello de lo que se
negativismo y denegación, como nos ha recordado Hyppolite, trata, y su referencia al conjunto de la SitlL1Ción.
demostrando así no sólo su gran cultura, sino también que lu Con Dick estamos a ni\'el del llamado. El llamado cobrJ su
visto enfermos. Dick utiliza el lenguaje en forma propiamcntc valor en el interior del sistema ya adquirido dellcnguaie. i\hoLl
nega ti vIsta. bien, ocurre que este niño no pronunci.l ningún llamado. LI
En consecuencia, al introducir el llamado no introduzco in­ sistema por el que el sujeto llega a situar~e en el lenguaje est~
directamente el lenguaje. Más aún, diría que no sólo no cs el interrumpido a ni\·el de la palabra. El Icngu.lic :" la rJhbrJ r1<l
lenguaje, sino que ni siquier;l es un nivel superior al lenguaje. Si son lo mismo: este ni¡'w h.1St.l cierto punto es du610 del kn­
se hJbb de nivek~, l'~Llrí;l mi~ bien por deb;ljo del Iengua¡e.

13-/ /.15
¡t... /jI F)jJfC·1 D{ 1,0 IM,'\Gí.\' .. \/UO 1./\ TONCA Dr /.0 /.I/'IG/.\' .. \/\/O
.'

guaje, pero no habla. Es un sujeto qi.le e~l;í allí y que, literal­ ne, entonces, una rcspueSL1. Se tL1L1 de un.1 ~)ril11l'L1 COI11Ul1iC.l­
mente, no resp(lllde. ción, en el sentido prupil1 , lécnico, del tárnitw.
La palabra no le ha llegado. El lcnguJjc !lO se ha cnbzado a L uego b s eos;1 S S e d L' S enni el\' en h;1 S [;1 el p 1I ntu en q ue ;\ le­
su sistemaiIl1Jgin<1rio.cu:vo registro es c:\tremadamcnte pobre: \anie Klcil1 \1;lCC il1tel'H'11ir los utr(lS elel11L'n[()~ d·..? la sitll.lci(ín.
valorización de los frenes, de bs manijas de las puertas, del ahora organinoda; incluso el p.ld:oL· lksel1WelÜ su r;l,pel. Fue!";l
lugar negro. Sus facultades, no de comunicación, sino de ex­ de las sesiones -dice 7\.Ielanie l\.kin- h~ l'e1.1\:iul1es del niñu se
presión est;ln limitadas ;l esto. Para él lo ITJ\ y lo ¡magin,ario desarrolbn en el phnl) (kl Fdipu. U nil-lll~il1lbulii',;1 la re.l1id;\d
son equivalentes. quc lo rodca;1 p,ll'tir de ese nltclco,!dc L',S;l pequ61;1 (éluh p.11pi­
Melanie Klein debe entonces renunciar aquí a toda técnica. L1l1 te de sim bol ¡smo q LÍe le h,l dado Nlelanie K kln.
Tiene un matcrial mínimo. Ni siquiera dispone de juegos: este Es lo que ella m5s t,1rL!c llama: /;,rbcr tz/JlCI'tu f,rs pllcrt(r~ de
niño no juega. Cuando toma a veces el tre:1ecito, no juega, lo su mean SClC n tc.
hace como si atravesase la atmósfera, C01110 si fuese invisible, o ¿Acaso Mebnie K ICEn lL1 hecho ;ll~o que l'\'idencie 1.1 111.1S
m;í.s bien como si, en cierro modo, todo le fuese invisible. mínima aprehensión de no sé qué proceso que sería, en el sujc­
MeJanic Klein no interpreta nada aquí, y tiene clara con­ to, su inconsciente? Por kibito. lo admite de entrada. Vuek1.n
,.:iencia de ello. Partc -dice- de las ideas que tiene, que son a leer toda la observación v encontrar,ln allí un.1 manifesLlción
conocidas, acerca de lo que sucede en este estadio. Voy directa­ sensacional de la fórmula que sicmpre repito: el uzcon5cicntc es
mente y le digo: Diclc tren j7eqllcllilo, treN gr<zlldc !hlptÍ-tren. cl discllrsu del otro.
Entonces, el nilio se pune a jUg:H cun su trcneciw y le dice Este es un caso donde est" fórmula es .lbsl.lluL1111Cllte e\'idcntc.
la palabra statian o sea estación. Momento crucial en e! que se No hay en e! sujeto ningún tipo de inconsciellte. Es el discurso de
esboza la unión del lenguaje con el imaginario de! sujeto, Mc!anie Klcin el que injerta brutalmente, en b inercia :'oica ini­
Melanie Klein le de"uelve lo siguientc: La est,u:ión cs ma­ cial del nii1o, las primeras simbolizaciones (k b sitl1;1Ción l'dípiu.
má, Diek cntrar en mearzá. A partir de ese momento todo se Mc!anic Klein siempre procede así con sus sujetos, l11~S o menos
desencadena. Ella sólo hará este tipo de cosas, ninguna otra. implícit,ll1lente, 111;1S o menos arbitrariamentc.
Rápidamente el nil10 progres:l. Es un hecho, En el caso dram;1tico ele este sujeto que no h~1 Jccedido a b
¿Qué ha hecho Mdanie Klein? Tan sólo aportar la verbali­ realidad humana pnrquc no h;lCC nin~ún Ibl11.1d(), ¿l'lL1Ics son
7,;1.ción. Ha simbolií',ado una relación efectiva: la de un ser, los efecros de las sil11buli¿acil l l1es intl'oducid.1s pN b tl'l':1peu­
nombrado, con otro ser. Ha enchapado la simbolización del ta? Ellas determinan una posición iilici~11 ~1 p.\;·tir lit: L1 '':U:l! el
mitO :x1í~ico, para Ibnnrlo por su nombre. A partir de enton­ sujeto puede hacer jug;lr 10 imaginario \' Il) re;l!. :' crJn'luisLlr
ces, y después dc un:-, primera ceremonia, que consistirá en re­ así su desarrollo. Elni¡-lO se precipita cn un,l scric de equi\·.l!cn­
fugiarse en el espacio negro para volver a tomar contacto con el Ci;1S, en un sistema donde los (lbjl't()s~e sustit u\'cn unos a o •

continente, b novedad surge para el niño. otros. Recorre tOda una serie de ecu:lcillnl's qUl.' le h.1l'en ~.,.lqr
El nii'lo vcrbaliz;1 ~ln pri,.mer llamado: un lIamaJo h'1blado. de ese inten',llo el1tre los dos batientes de h PUCrt,l, ;1dol1dc ¡b.l
Solicita a su nii'lera, con quien había entrado y a CJuien había a refugiarse como si fuera el nq~l'O absoluto de! continente to­
dejado p:lrtir como si nada. Por primera vez, produce una reac­ tal, a o b i eros q ue los 11 -;t i tu \. en; h r;1 h i1 ~ an:l d(' ;1 ~ U a p nI' e j em­
ci~n Je lbmado que no es simplemente un llamado a(ccti\Oo, plo. Desplie;a v art¡c~¡j:1 ;lsí todo su 11lund(1. P:1S,1L1 IUCgl) de la
mimado por todo el~er, ~in(l un IL1mado verbal izado Cll!l' supo­ palangana al raLliad(lI' ekctricll. ;1 uhiL'[O' l1L1S :' l1l;lS l·1.1bnLl­

/36
·• , .. LA TONCA DE LO IMAGINARIO LA TONCA DE LO 1,\IAG/NARJO

dos. Accede a contenidos cada "Cí'. más ricos, y también a la tenemos ningún mediO para penetrarlo, salvo mediante e:'\trapo­
posibilidad de definir el contenido y el no-contenido. laciones simbólicas que constituyen b ambi~üedad de todos los
¿Por qué hablar en este caso de desarrollo del ego? Esto es sistemas como el de M. Klcin: ella nos dice. p()r cjemrl(), que ell
. confundir como siempre ego y sujeto. el interior del imperio materno, el sujew esLl .111í con Wdl)~ su~
El desarrollo sólo se produce en la medida en que el sujctO hermanos, incluyendo también el pene del p'ldre, ctc. ¿ En serio?
se integra al sistema simbólico, se ejercita en él, se afirma a No importa, porque podemos captar en todo caso cómo
través del ejercicio de una palabra verdadera. Not'lrán que ni este mundo se pone en movimiento, cómo imahinario ;' rell
siquiera es necesario que esta palabra sea la suya. En la pareja comienzan a estructurarse, cómo se desarrollan las car~as SU\.T­
momentáneamente formada por la terapeuta y el sujeto, aun sivas que delimitan 11 variedad de los objetos l~umanos: es decir
cuando su forma sea mínimamente afectiva, puede producirse nombrables. Todo este proceso cncuentra su punto de p'lrtid:l
una palabra verdadera. Sin duda no cualquier palabra: en esto en este primer fresco constituido por una p:llabr:l significati\·:l.
radica la virtud de la situación simbólica del Edipo. que formula una estructura .fundamental que. en la Ie:-' de la
Verdaderamente ésta es la llave, llave en verdad pequeña. palabra, humaniza al hombre.
Ya les señalé que muy probablemente existía un manojo de lla­ ¿Cómo decirlo aún de otro modo? Pregúntense ustedes qué
ves. Tal vez un día de estos dé una conferencia acerca de lo que representa el llamado en el campo de la palabra. Pues bien. es b
nos enseña, en este sentido, el mito de los primitivos: no diré posibilidad de la negativa. Digo la posibilid,ul. El llamado no
de los más primzÚ'vos, pues no son menos, y conocen acerca de implica la nega tiva, no i mpl ica ni ngun'l d icotom ía, 11 i ngll na bi­
esto mucho más que nosotros. Cuando estudiamos una mitolo­ partición. Pero pueden comprobar que es en el instante en que
gía, por ejemplo la que quizá va a ser publicada sobre una po­ se produce el llamado cuando se est:lb!Ccen en el sujeto las rela­
blación sudanesa, vemos que el complejo de Edipo no es para ciones de dependencia. Recibirá a partir de entonces a su nir-lera
ellos más que una tontería. Es apenas un detallito de un inmen­ con los brazos abiertos, v se escondeL1 adrede detrás de la
/

so mito. El mito permite confrontar una serie de relaciones puerta; manifestará súbitamente ante Melanie Klcin la necesi­
entre los sujetos de tal riqueza y complejidad que, eIl compara­ dad de contar con un compailero en ese rincán reducido que
ción, el Edlpo parece una versión hasta tal punto abreviada fue a ocupar por un momento. Luego \'(~ndrá la dependenci.l.
que, finalmente, puede llegar a resultar inservible. En esta observación pueden ver entonces jugar en el niño,
Pero qué importa. Hasta ahora, nosotros, analistas, nos he­ independientemente, la serie de relaciones pre-verbalcs y post­
mos conformado con él. Ciertamente, intentamos elaborarlo verbales. Perciben que el mundo e~terior -lo que lbrr.amos el
un poco, pero más bien tímidamente. Nos sentimos siempre mundo real, no es más que un mundo humanizado, simboliza­
horriblemente embarullados pues distinguimos mal entre ima­ do, constituido por la trascendencia introducida por el símbolo
ginario, simbólico y real. en la realidad primitiva- sólo puede constituirse cuando se
Quiero ahora señalarles lo siguiente. Cuando Melanie Klein han producido, en el lugar adecuado, una serie de l'ncuentro~.
le transmite el esquema dc.l Edipo, la relación imaginaria que Estas posiciones pertenecen ::d mismo orden que las que, en
vive el sujeto, aunque extremadamente pobre, es ya suficiente­ mi esquema, hacen que determinadJ estructuración de la situa­
mente compleja como para que pueda afirmarse que el niño tiene ción dependa de determinada posición del ojo. Volveré a utili­
su mundo propio. Pero, para nosotros, este real primitivo es zar este esquema. Hoy sólo quise introducir un ramillete, per()
literalmente inefable. Mientras no nos diga algo acerca de él, no se puede introducir el otro.

138 .' .lC}


, .AA
. LA TOPlCA DE LO IMAGINARIO

A partir del caso de Dick, y utilizando las categorías de lo


real, lo simbólico y lo imaginario, demostré cómo es posible
que'un sujeto que dispone de todos los elementos dcllenguaje,
I
I
I

que tiene la posibilidad de realizar desplazamientos imagina- !


¡
rios que le permitirían estructurar su mundo, no estuviese en lo i
real. ¿Por qué no lo está? UniclITIente porque las cosas no han j
aparecido en cierto orden. La figura en su conjunto está dislo-
cada. Imposible darle a ese conjunto el más mínimo desarrollo.
j
1
¿Se trata acaso de desarrollo del ego? Vuelvan al texto de j
Melanie K1cin. Ella dice que el ego se ha desarrollado demasia-

I
do precozmente, de modo tal que el niño mantiene una rela-
ción demasiado real con la realidad porque lo imaginario n9
puede introducirse; luego, en la segunda parte de su frase, dice
que es el ego quien detiene el desarrollo. Esto' quiere decir,
sencillamente, que no puede utilizarse, en forma valedera, el j
'J
ego como aparato en la estructuración del mundo exterior. Por J
una sencilla razón: dada la mala posición del ojo, el ego pura y .1
simp1cmente no aparcce.
j
1I
Supongamos que el florero sea virtual. El florero no aparece ·1
y el sujeto permanece en una realidad reducida, con un bagaje 1
1
imaginario también reducido. 1
j
Deben comprender cuál esel resorte de esta observación: la '1
virtud de la palabra, en tanto el acto de la palabra es un funcio- '1
namiento coordinado con un sistema simbólico ya establecido,
típico y significativo.
Esto merecería que lIstedes formulasen preguntas, que volvie-
1
.-1
ran a leer el texto, que manejasen también este pequeño esquema ,1
para ver por su propia cuenta de qué modo les puede ser útil.
"1
Lo que ofrecí hoyes una elaboración teórica que se mantie- ,1
ne próxima a los problemas planteados por la señorita Gélinier )~
la última vez. Anuncio el título de la próxima sesión que tendrá
'i
·'1
lugar dentro de quince días: La transferencia en los distintos
'"1
niveles donde es preciso estudiarla.
i
j

24 DI-: FEBRERO [)I: IlJ54.


1 '(
1

! ·/0

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