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PRIMER FORO SOCIAL MUNDIAL DE MADRID TEMÁTICO
TALLER DERECHO AL TRABAJO, LIBRE CIRCULACIÓN DE PERSONAS.
Mayo KL- Instituto Lope de Vega,
Jon la participación de:
un derecho universal,
según la Declaración Universal de los Derechos Humanos
PROGRAMA Y METODOLOGIA
A. EXPOSICIÓN
1.1. Marco institucional en el Estado español del derecho al trabajo de las personas
inmigrantes: la Constitución, la Ley de Extranjería.
2. Aproximación a la realidad1
B. DEBATE EN GRUPOS:
ANEXO I: Datos.
ANEXO II: Introducción histórica a la consideración del trabajo.
ANEXO III: Notas sobre generación de racismo social por el racismo institucional en el ámbito laboral.
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Salvo mención expresa, los datos han sido extraídos del Informe 2010 “Inmigración y mercado de trabajo” elaborado por el Observatorio Permanente de la
Inmigración y publicado por el Ministerio de Trabajo e Inmigración. Todavía no se ha publicado el informe 2011. En gran parte de los datos el Informe no desglosa la
población extranjera entre comunitarios y no comunitarios, por lo que con toda probabilidad la situación es más negativa de lo que refejan estos datos para las
personas extranjeras procedentes de países con renta baja.
A.1
INTRODUCCIÓN
Quienes proponemos el reconocimiento del derecho universal humano de migración por todo el
mundo, parece necesario que, a modo de introducción histórica y jurídica, expliquemos al menos
sucintamente cómo la historia de la humanidad está ligada a la historia de las migraciones.
Y ello por la razón de que, prácticamente hasta el año 1914, con el desencadenamiento de la Primera
Guerra Mundial, la regla general imperante fue la basada en el principio de libertad de migración.
Solo a partir de 1914, el pasaporte se implanta como regla general ya que hasta entonces era lícito
establecerse y residir en un país distinto, salvo que existiese una prohibición expresa sobre una persona
concreta.
En Francia, por ejemplo la Carte d´ídentite solo se impuso a los trabajadores extranjeros por un
decreto del año 1917.
Así la Constitución de la Segunda República, de modo claro, reconocía los derechos a emigrar e
inmigrar de todos los seres humanos, y las únicas limitaciones a la inmigración sólo se podían imponer por
ley respecto al ejercicio del derecho en casos concretos.
En síntesis los ejemplos indicados, permiten apreciar que el sistema actual en nada se parece a la
histórica consagración del derecho humano de inmigración – emigración.
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Hoy lo que existe en España y en la Unión Europea, y por supuesto en otros estados, es la prohibición
general de la libertad de inmigración.
Por ello, quienes defendemos propuestas alternativas para reconocer el Derecho Universal Humano
de migración tenemos que refutar, con ejemplos históricos concretos las tesis que niegan el carácter
histórico-jurídico de la libertad de migrar y la libre circulación y establecimiento puesto que precisamente la
historia nos enseña lo contrario, y hoy lo que existe es un patente retroceso en el reconocimiento de este
Derecho Humano Universal.
Si algo caracteriza a la constitución de 1978, en la materia esencial del Derecho al Trabajo y los
inmigrantes es su carácter discriminatorio frente a los españoles.
La discriminación negativa arranca del artículo 13.1., donde ya se establece que los extranjeros
gozarán en España de las libertades públicas garantizadas en lo relativo a derechos y deberes fundamentales,
solo en los términos que establezcan los Tratados y la Ley.
La discriminación se agudiza al establecer el artículo 14 que solo los españoles son iguales ante la
Ley. Por ello, el derecho al trabajo de los inmigrantes en España viene ya condicionado en el sentido
discriminatorio.
La discriminación se refuerza en el artículo 19, donde se establece que solo los españoles tienen el
derecho a la libertad de circulación y establecimiento en España.
La discriminación se consolida en el artículo 35.1, donde sólo a los españoles se les reconoce el
derecho al trabajo.
Es clarifcador a este respecto el Informe que emitió en los primeros meses de 2009 el Consejo
General del Poder Judicial sobre el Anteproyecto de reforma de la LOEX, págs. 17 a 20 y pág. 40, donde
textualmente dice, refriéndose a la doctrina del Tribunal Constitucional: “El derecho al trabajo, recogido en el
art. 35 CE no se considera integrante del acervo jurídico inherente a la persona y, como tal, imprescindible
para garantizar su dignidad, por lo que, conforme a la STC 107/1984, de 23 de noviembre (F.J. 4º) “está
autorizada una diferencia de trato con los nacionales”.
De este modo, resulta claro que la pretendida “modélica” Constitución Española, fruto de la transición
atada y bien atada, conforma un modelo de discriminación constitucionalizada y de negación del derecho
universal a la inmigración, lo que se traduce en la negación a los inmigrantes del derecho al trabajo como
derecho humano universal.
Pero no es menos cierto, que se niegan tales derechos a las personas del llamado Tercer Mundo.
La consecuencia de todo ello, se traduce en que del ordenamiento jurídico español y comunitario se
derivan distintas categorías de personas con distintos derechos:
Desde luego tan distintas categorías no dejan bien parado a un estado como el español que hace gala
de una retórica de los Derechos Humanos, pero que en la práctica legal los ignora y niega el valor universal
de los Derechos Humanos.
Y tal negación lleva aparejada desconocer que el artículo 1 de la Declaración Universal de los
Derechos Humanos de 1948, establece que todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y
derechos.
Igualmente el ordenamiento jurídico español, deja en papel mojado el artículo 2.1 de la Declaración
Universal del 48, donde se establece que toda persona tiene todos lo derechos y libertades proclamados en
la Declaración Universal, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de
cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición.
Se ignora igualmente por el ordenamiento jurídico español, que el artículo 7 de la Declaración
Universal establece que todos son iguales ante la Ley y tienen, sin distinción, derecho a igual protección de la
Ley.
Palmariamente se ignora el artículo 13.1 y 13.2 de la Declaración Universal, donde se establece que
toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un estado, y que
toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio y a regresar a su país.
Así mismo se niega que toda persona tiene derecho al trabajo y a la libre elección de su trabajo, tal
como establece el artículo 23.1 de la Declaración Universal del 48.
Por si fuera poco el ordenamiento jurídico español desconoce e ignora que toda persona tiene
derecho a que se establezca un orden social internacional en el que los derechos y libertades proclamados en
la Declaración Universal se hagan plenamente efectivos tal como proclama el artículo 28 de la Declaración del
48.
Así las cosas, resulta claro que el Estado Español niega a los inmigrantes el reconocimiento del
derecho humano universal al trabajo.
De ello se deriva que los sucesivos gobiernos, desde el año 1985 hayan seguido una política
instrumental y utilitarista en materia de inmigración, encerrada dentro de una visión securitaria de policía de
fronteras.
Así, la inmigración se viene tratando dentro de las necesidades del mercado y sus benefcios y como
una cuestión de orden público o de seguridad pública. A su vez tan perversa y miserable visión de la
inmigración se ha traducido en una utilización de la inmigración con fnes electorales para la obtención de
réditos o benefcios de poder político.
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La consecuencia deleznable de tal visión ha aparejado que, las proclamas de rechazo a los
inmigrantes se hayan articulado en gobiernos de uno u otro signo a modo de competición para presentarse
ante el electorado como el más duro, él más implacable, el más intolerante, el que más y mejor controla
policialmente, el que más, mejor y más rápido expulsa inmigrantes.
En suma, la primacía de los Derechos Humanos viene siendo sustituida por la primacía del mercado y
por la doctrina de la preferencia nacional (los españoles primero).
De este modo al inmigrante irregular o “sin papeles”, bien sea originario o sobrevenido en la
irregularidad, se le aplica la condición implícita de enemigo frente al que es preciso expulsar y someterlo al
máximo acoso policial posible.
De ahí que los controles policiales de identidad por perfles o rasgos étnicos, se hayan instalado como
práctica policial habitual en multitud de espacios públicos. Y ello dentro de un marco de políticas
gubernativas policiales encaminadas a la “caza y captura” del inmigrante “sin papeles”, para su detención,
internamiento y expulsión.
Así las cosas, una refexión serena y analítica de la situación en España permite constatar que los
sucesivos gobiernos nunca han programado verdaderas y auténticas políticas de derechos en materia de
inmigración, lo que ha implicado que la inmigración nunca se haya gestionado desde la óptica de las políticas
de derechos, y al referirnos a derechos lo hacemos comprendiendo tanto los derechos civiles como los
sociales, económicos, culturales y políticos.
Tal abandono se ha traducido en la consagración de un modelo excluyente de ciudadanía, en el que
sólo el ciudadano español aparece como titular de la igualdad de derechos.
Lógicamente, difícilmente se puede llegar a plasmar una auténtica política de integración social de los
migrantes, si no existe previamente la igualdad en derechos y no se destierra la regla general de la
discriminación institucional de los inmigrantes.
De ahí que, cuando el sistema capitalista o llamado de libre mercado, produce alguna de sus crisis
cíclicas, el inmigrante devenga en inútil o no necesario, y se abran las vías para las expulsiones o los retornos
forzados o voluntarios.
Una normativa que comprende la directiva 2008/115 para el retorno de nacionales de terceros
países en situación irregular, que es denominada “directiva de la vergüenza” por su carácter violatorio de
derechos humanos y envilecedor de las sociedades europeas, que contempla la expulsión con prohibición de
entrada de hasta 5 años, por estancia irregular, la privación de libertad por un periodo de hasta 18 meses por
decisión administrativa y restringe garantías y protección judicial.
Por el contrario, el empleo irregular no permitirá el acceso a una situación de regularidad para el
trabajador empleado irregularmente. Eso sí, declara cínicamente que la directiva debe considerarse un
complemento para combatir el trabajo no declarado y la explotación y que respeta los derechos
fundamentales y la no discriminación.
Para ello regula facilitar la admisión de estos trabajadores y sus familiares mediante procedimientos
más sencillos y el reconocimiento de derechos iguales a los de los nacionales en algunos aspectos, que se
pueden adquirir de manera progresiva y aumenta los derechos de los familiares frente al régimen para el resto
de las personas inmigradas. La directiva pretende fomentar la movilidad de los nacionales de terceros países
altamente cualifcados con autorización en un país miembro hacia otros, mediante la Tarjeta Azul comunitaria.
Otro ejemplo más de la visión utilitarista de la inmigración.
Añadir que si entendemos que el Derecho es el derecho a tener derechos, solo la lucha por los
derechos de los migrantes y sus familiares, podrá hacer cambiar el envilecido panorama existente, y el que se
avecina con el auge de las posiciones xenófobas y la claudicación de las corrientes progresistas
socialdemócratas.
En 1999 la población inmigrante era 748.954 personas, un 1,9% de la población total; en 2007 era de
4.482.568, el 9.9% del total; y en el 2009 representa el 12%.
Fue un notable incremento. Sin embargo merece la pena diferenciar los extranjeros registrados de los
extranjeros trabajadores. Según el INE, los trabajadores activos en España a fnal de 2009 eran 23.037.000
personas. De ellos los extranjeros afliados en la Seguridad Social, en cualquiera de sus regímenes, eran
1.023.729 hombres y 788.121 mujeres. Es decir un total de 1.811.850 personas.
Quedarían por sumar a la cifra anterior aquellas y aquellos que trabajando, o queriéndolo hacer, no
estaban registrados en la Seguridad Social, para tener una idea de la magnitud de la importancia de la
población inmigrante trabajadora entre la población trabajadora del país.
Así se puede evaluar que entre el 9 y el 14 por ciento de la población trabajadora en 2009 en el país
es inmigrante. Este porcentaje de contribución a la población activa es relevante en su infuencia sobre las
condiciones de vida y laborales de todos los trabajadores.
Los datos del padrón de 1/1/2011 cifran en 4,5 millones los (migrantes) extranjeros en el país. La
encuesta de población activa del INE, cifra en tres millones los activos (migrantes).
Con igualdad de derechos para todos los trabajadores, este aporte hubiese supuesto ventajas
potenciales indudables para todos. Al no haber derechos iguales se vislumbra una situación compleja.
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En 2007 estalla la crisis. Desde 2008 el número de desempleados “creados por la crisis” es de 2.9
millones. De estos, el 24.6% es extranjero (715.300). Es decir que el desempleo generado por “la crisis” ha
afectado mucho más que proporcionalmente al colectivo inmigrante trabajador con respecto al conjunto de
trabajadores. La tasa de desempleo de extranjeros a fnal de 2010 2 era del 30.4 % y la media estatal era de
20.33%.
Estas crudas cifras, sin necesidad de más explicación, muestran que el colectivo de trabajadores
inmigrantes está sometido a condiciones de discriminación en relación al resto de los trabajadores locales,
que los hacen más vulnerables, como vemos aquí con el ejemplo del empleo/desempleo.
España ha sido hasta hace relativamente poco tiempo un país de emigración. Las clases dirigentes
del país han sido incapaces, históricamente, de ofrecer oportunidades de desarrollo económico y social, de
forma estructural, a un porcentaje importante de la población, que antes encontraba su válvula de escape en
su salida hacia ciertos países de Europa occidental y de América.
Por su parte, las clases populares en España no han sido capaces de imponer tan siquiera un reparto
más equitativo de la riqueza, fuera ésta medida en inversión social (salario social indirecto) o en porcentaje del
PIB (España está muy por debajo de la media europea, España 21.06%, Europa 27,17%).
Factores tanto internos como propios de los países de emigración y la coyuntura internacional
propiciaron la venida de trabajadores extranjeros a un ritmo creciente a partir de 2000. Los efectos de esta
venida continuada y acumulativa ha sido la conformación, en pocos años, de una clase trabajadora
inmigrante porcentualmente importante dentro del conjunto de la masa asalariada en España aunque todavía
políticamente y -aunque menos- socialmente no representada. Esta clase inmigrante es ya un fenómeno
estructural en el país: su presencia es irreversible en muchos sectores económicos.
Algunas de las realidades sociales y políticas vividas por las personas extranjeras no comunitarias
serían las siguientes:
Discriminación social y laboral por medio del sistema de “permisos y papeles” (que es el sistema
burocrático institucionalizado para impedir el derecho a la libre circulación de personas) que entre otras
características condiciona el permiso de residencia al permiso de trabajo y viceversa. Permite, además, las
situaciones de inseguridad jurídica idóneas que facilitan la sobreexplotación generalizada sobre el colectivo
trabajador inmigrante.El sistema de “permisos y papeles” es uno de los instrumentos de la política de estado
de “inmigración controlada” y discriminada.
Otros instrumentos institucionales conocidos de esta política son la externalización de fronteras, los
mecanismos varios de intimidación y el sojuzgamiento directo mediante el acoso policial en el interior de
España y el fomento de la discriminación y el rechazo mediante el racismo institucional.
El objeto de esta política de Estado es intentar adecuar la cantidad y calidad de los migrantes a los
intereses económicos “de la economía del país” es decir, del empresariado local y obtener el rédito
político del nacionalismo racista y la “superioridad” españoles. Ello incluye, pero no solamente, la formación
de un subproletariado sin derechos plenos. Esto tiene implicaciones en las capas populares autóctonas.
Esta “sustitución”, en la etapa de “boom económico” previa al estallido de la crisis, ha supuesto una
“promoción” de ciertas capas de españoles (o incluso de inmigrantes más instalados) a posiciones donde han
sido coparticipes, supervisores o tutores de la explotación de los trabajadores migrantes que han ido
llegando. Es decir: capas populares han sacado ciertas ventajas de esta explotación, discriminación o menor
dotación en general de los inmigrantes menos protegidos.
2
Según la AGETT 9
Esta situación se ve facilitada y promovida, aparte de por el contexto legal y la por la permisividad
social al atropello del más débil (en este caso, además, extranjero), por la falta manifesta de equipamientos
públicos y de las políticas de acompañamiento (vivienda, servicios de acogida, de empleo) de los poderes
públicos frente a la llegada numerosa de inmigrantes al país.
Antes de la eclosión de la crisis, una parte signifcativa de los inmigrantes con más antigüedad en el
país (más de cinco años) habrían logrado una situación de arraigo razonable medido en términos de
estabilidad en el empleo, vivienda y reagrupamiento familiar.
En un estudio de 2007, Tezanos, se apuntaba que sólo el 5,5 por ciento de los
inmigrantes residiendo en España más de cinco años no tenía permiso de trabajo, pero que el
54,4 de los que llevaban un año en el país no lo tenían, el 36,7 de los que llevaban dos o tres
años tampoco lo tenían.
No obstante, la crisis ha revelado la fragilidad a veces de ese “arraigo” de los más antiguos en el país.
Piénsese en la problemática de las “hipotecas” impagables.
Al tiempo numerosas personas inmigrantes trabajadoras viven en el país en una casi clandestinidad
por la propia naturaleza del sistema “permisos y papeles”. La cuantifcación de estos llamados “ilegales”
suele llevarse a cabo por sustracción de los inmigantes “con papeles” del número total de inmigrantes
inscritos en los padrones municipales. Esta cuantifcación puede estar subvalorada debido a la no inscripción
en el padrón de personas que temen persecución. También hay personas que habiendo sido “legales con
papeles” pueden caer en la ilegalidad del sistema permisos-papeles al perder su contrato de empleo y optan
por la clandestinidad. Lo que aparentemente está sucediendo con la crisis.
El ambiente laboral y social que se desarrolló durante el “boom” (gestación de la crisis) es un clima
consensuado que identifca al inmigrante trabajador como una mera mercancía explotable. Al estallar la
crisis, los trabajadores inmigrantes, sobrerrepresentados en los sectores productivos más frágiles, precarios y
penosos, además de menos protegidos, han sido enviados en masa al desempleo y a la marginalidad. Al
mismo tiempo se encuentran bajo la presión de un clima político y social de xenofobia y exclusión
Resumiendo: El Estado ha venido planteando la migración como una gestión de fujos, con el objetivo
utilitario de maximizar la aportación inmigrante al PIB.
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A.2
La obligación de contar con permisos de trabajo y residencia para poder trabajar y por tanto la
prohibición de trabajar sin contar con autorización previa es causa de irregularidad inicial o sobrevenida.
La legislación y la política gubernamental son las generadoras de la mayor parte de la irregularidad.
Para obtener una autorización de residencia y trabajo se exige, además de otros requisitos, un
contrato de trabajo de duración similar a la autorización, es decir de un año.
Quien debe tramitar la autorización inicial de trabajo es la empresa o el empleador. La duración del
trámite es superior a los 6 meses. La empresa o empleador solo podrá frmar ese contrato en caso de que el
puesto de trabajo no pueda ser cubierto por españoles o extranjeros con autorización de trabajo, y además
que no sea una ocupación que podría ser cubierta por personas inscritas como demandantes de empleo tras
su participación en actuaciones formativas programadas por los Servicios públicos de empleo. Esto supone:
º Obtener un contrato de trabajo sin estar en º Que la empresa pueda acreditar un desarrollo
España empresarial a pasado y a futuro próspero y seguro,
y no tenga ninguna deuda tributaria ni con la
º Que el contrato de trabajo tenga una duración seguridad social; si es una persona física la que
mínima de un año (lo que en la realidad del contrata ha de acreditar unas rentas elevadas.
mercado de trabajo es muy limitado).
Estos requisitos tan difíciles de cumplir explican por qué las personas que, desean migrar a España y
no son ricas, se vean abocadas a la inmigración irregular.
La residencia inicial, de un año se renueva, por otros dos años, y a su término por otros dos. A los 5
años se puede obtener la residencia de larga duración.
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Para las renovaciones de residencia y trabajo se exige o bien permanecer en el mismo puesto de
trabajo que dió origen a las anteriores o haber trabajado un mínimo de 3 meses al año, tener un contrato en
condiciones iguales que las establecidas para la inicial en el momento de solicitar la renovación, haber
participado en acciones formativas y haber buscado activamente empleo.
Se estima que hay entre 800.000 y 900.000 personas en situación irregular, aunque es una cifra
ignorada.
Se puede considerar que al margen de la edad que tengan, la población migrada es “joven”
laboralmente es decir que llega al mercado de trabajo en los años en los que hay un panorama generalizado
de precarización en el empleo.
Dificultades para contratar extranjeros, hasta que consiguen una residencia de larga duración (al
menos los primeros 5 años); el primer año la autorización solo permite contratar hasta el plazo de un año
desde que se consiguió; las dos siguientes autorizaciones, de dos años cada una, también tienen esta
limitación temporal en los contratos. El primer año en la ocupación y provincia para la que se obtuvo la
autorización.
Las reticencias de los empleadores para contratar personas migradas por prejuicios xenófobos y la
asunción social del concepto de los españoles primero.
El acceso inicial y legal al trabajo por cuenta ajena de la mayoría de las personas inmigrantes,
condicionado por la restricción de tener que ser en puestos incluidos en el “catálogo de ocupaciones de
difícil cobertura”, no ha exigido generalmente una capacitación profesional muy específca, por ser estos
puestos de baja cualificación y remuneración, y la exigencia de mantenerse durante el primer año en el
mismo tipo de actividad y en la misma área geográfca (lo que igualmente ocurre con los trabajos de
temporada).
Tras el primer año desaparecen estos condicionamientos, en teoría las personas inmigrantes podrían
hacer valer su formación y experiencia, pero no ocurre así.
A lo largo de los años de expansión, se ha producido una escasa movilidad laboral ascendente, hecho
indicativo de la segmentación del mercado laboral, de la persistencia de “nichos laborales” reservados a
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los trabajadores extranjeros y de la existencia de barreras de entrada en el mercado a los trabajadores más
cualifcados (trabas a la homologación de títulos académicos y otras cualifcaciones).
Según la OCDE, el Estado español lidera la clasifcación de países desarrollados que más
desaprovecha la cualifcación profesional de las personas inmigrantes (el 43% trabaja en empleos por
debajo de su cualificación)
- En los niveles de formación secundaria los porcentajes son similares (españoles 51.6%,
extranjeros 57.3%) aunque el nivel de los extranjeros es más alto pues su porcentaje de enseñanza
secundaria de la segunda etapa es mayor (españoles secundaria primera etapa 29.9%, segunda
21.7% y extranjeros primera etapa 22,2% y segunda 35,1%).
Los prejuicios sociales es otro elemento que contribuye a hacer aparecer a los inmigrantes y a
“construirlos” como colectivos más frágiles, no por sus características personales (formación, competencias,
experiencias,...) sino como consecuencia de su condición de “obreros extranjeros procedentes de países
pobres” y de las circunstancias de su situación de inmigrantes: familia en origen que depende de ellos,
necesidad de pagar los préstamos que pidieron para su desplazamiento,...y esta fragilidad puede llegar a
hacer de ellos un “subproletariado”.
El salario deberá ser un 150% del salario bruto anual medio (en sectores con necesidad de mano de
obra el 120%).
2.3.1 Mayor proporción de inmigrantes en los sectores menos remunerados. Mayor tasa de
accidentes laborales.
La legislación y las políticas restrictivas de acceso al trabajo de las personas de origen extranjero no
comunitarias (condicionado a la ”situación nacional de empleo” recogida en el Catálogo de ocupaciones de
difícil cobertura, trabajos de temporada,...) les canalizan hacia ciertos sectores, precisamente los más
desregulados desde el punto de vista laboral.
La equiparación de puestos de trabajo: según datos de CCOO en 2007, cuando aún solo se estaban
vislumbrando los tremendos efectos negativos de la actual “crisis” del sistema capitalista neoliberal, los
trabajadores extranjeros cobraban entre un 7,2 y un 16,3 menos que los españoles por el mismo empleo,
diferencia que podía alcanzar el 30% en el caso de los empleos de economía sumergida.
Ahora, tras más de tres años de “crisis”, no hemos podido contrastar con datos similares, lo que sí
sabemos es que, a la situación descrita se ha unido que, tras el estancamiento de la ocupación a partir de la
segunda mitad de 2007, desde la segunda mitad del 2008 hasta la actualidad se produjo la caída imparable
del empleo, y la tasa de paro actual para el sector inmigrante se estima en un 30%, 10 puntos más que
la tasa media del mercado laboral. A partir de 2009 se produce un descenso brusco de la llegada de
inmigrantes, en tanto que las salidas se mantienen en cifras similares.
Al inicio de la crisis, la mitad de las personas migradas en situación regular trabajaba con
contratos temporales, sufriendo este colectivo en mayor medida las consecuencias de la temporalidad y de
la precariedad. Es alarmante la dimensión que alcanzaba y alcanza la contratación irregular de mano de
obra extranjera.
Buena parte de los puestos de trabajo perdidos han sido los más precarios de la estructura
ocupacional (temporales, irregulares,...). Pero además buena parte de estos desempleados se han
encontrado sin posibilidad de acceder a las prestaciones económicas por desempleo, es de señalar que
en el régimen del servicio doméstico no hay subsidio de desempleo, ni tampoco si se ha trabajado en la
economía sumergida. La destrucción de empleo ha incidido con fuerza sobre esta parte de la población,
demostrando su mayor vulnerabilidad ante la crisis y situándola ante un riesgo de exclusión social. Como
contraste, a efectos de refexión, conviene recordar que en su momento se estimó que el factor migratorio
explicaba en torno al 30% del crecimiento del PIB entre 1996 y 2006.
Cuando se produce alguna de las crisis cíclicas del capitalismo neoliberal, la población inmigrante
es el primer “chivo expiatorio”, se les muestra como culpables, como competencia y14como
responsables del deterioro de las condiciones de trabajo y el objetivo es expulsarles, con ello la
sociedad habrá asimilado el mensaje de que “quitan puestos de trabajo a los autóctonos y hacen que bajen
los salarios”, como si los inmigrantes fueran la causa del proceso de precarización . Propicia el aumento del
racismo social, y presenta el derecho al trabajo no como un derecho sino como un privilegio.
Accidentes de trabajo
Según CCOO y UGT, los inmigrantes representan el colectivo más vulnerable a los accidentes
laborales; no reciben ni la protección ni la información adecuada.
La mayor tasa de accidentes laborales en los trabajadores inmigrantes respecto a los autóctonos,
fundamentalmente entre los que trabajan en la economía sumergida, tiene mucho que ver con la falta de
información y protección que se da en la contratación irregular, favorecida a su vez por las discriminatorias y
restrictivas condiciones que impone la legislación de extranjería para poder trabajar “legalmente”.
Son casi nulos los recursos de los trabajadores para reclamar medidas de seguridad, y resulta
decisiva la hipocresía de la Administración al hacer la vista gorda respecto a la existencia de esta economía
sumergida que los explota. Y esto lo está percibiendo la sociedad disculpando en cierta forma al
empresario y culpando más a la inexperiencia o falta de profesionalidad del inmigrante afectado.
En 2006 la tasa de mortalidad de este colectivo fue cinco veces mayor que la de los españoles. Las
causas probables de una mayor incidencia de la siniestralidad laboral son la temporalidad, la
subcontratación, el elevado índice de rotación, la precariedad, la formación y experiencia laboral no
adecuadas al puesto, la ausencia de prevención de riesgos en pequeñas y medianas empresas.
En Junio 2008 era noticia que España encabezaba la lista de siniestralidad mortal en el trabajo en
Europa, con una edad de 20 a 30 años y contratos inferiores a los 12 meses; el 90% de las causas
suponían un fallo en la prevención. Y un tercio de los muertos en el trabajo era migrante.
UGT, en un análisis de la evolución de la siniestralidad laboral en España del 2004 al 2009, confrma
que se está produciendo en estos últimos años un descenso en la misma.
Los accidentes de trabajo se reducen un 9% en 2010; los mortales un 13%. Entendemos que aunque
se hayan producido mejoras en la seguridad, incide, de manera muy clara, el incremento del paro,
fundamentalmente en los trabajadores temporales, los más expuestos a la siniestralidad.
Los trabajadores extranjeros son más vulnerables a padecer enfermedades y lesiones relacionadas
con el trabajo que los autóctonos. Un estudio de Octubre 2010, del Centro de Investigación en Salud Laboral
refeja que la autopercepción de mala salud mental entre los inmigrantes se incrementa con la duración de la
estancia en España. Las personas que trabajan sin contrato son las que peores resultados muestran en salud
autopercibida. Las trabajadoras inmigrantes, sobre todo las ocupadas en servicio doméstico, se encuentran
entre los colectivos más vulnerables y están expuestas a importantes riesgos ambientales, ergonómicos y
psicosociales.
Hay que considerar dos tipos de situaciones, la de quien no tiene autorización de residencia y/o de
trabajo o la tiene condicionada a una ocupación y provincia y la de quien si la tiene pero el empleador no le
da de alta.
La contratación de personas en situación irregular está sancionada con multas de 10.000 a 100.000
euros para la empresa/empleador, y en determinados casos considerada delito.
Es un gran agujero negro, en el que las condiciones de trabajo las dicta la empresa/el empleador,
siempre por debajo de las estipuladas legalmente en lo económico, sobrepasando las horas permitidas
sin ningún tipo de compensación económica, sin vacaciones, ni pagas, y en absoluta precariedad en
cuanto a la estabilidad. Basta el “no vengas mañana”, o “vete hoy mismo” y quedando las personas sin
autorización en absoluta indefensión.
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El denunciar al empresario no es habitualmente una opción a considerar por quien no tiene la
autorización pertinente ya que además del riesgo de despido -como el de cualquier otra persona que
denuncia- está tipifcado como infracción del trabajador que puede ser sancionado hasta con expulsión.
Incluso en aquellos casos en los que la empresa/el empleador estaría dispuesto a frmar un contrato, y
la situación del trabajador lo permitiera, la contratación tira a lo más bajo (ver el empleo en el servicio
doméstico) El arraigo laboral que prevé una autorización después de dos años de estancia y seis meses de
trabajo exige resolución judicial o administrativa de confrmación del acta de infracción de la inspección de
trabajo, lo que la convierte de hecho en papel mojado en la práctica totalidad de los casos.
No hay datos exactos sobre la contratación en la economía sumergida de personas sin autorización
de trabajo y/o residencia pero no es especulación el afrmar que la gran mayoría de las personas que
están en situación irregular trabajan de forma más o menos fija o esporádica.
El bulo de que viven de los servicios sociales es falso, el IMI por ejemplo en Madrid no se otorga a
quien no tiene residencia legal.
Otras ayudas, albergues, comedores, etc. no van más allá de algunos meses, en el mejor de los
casos, tres o seis para la población que se encuentra irregularmente.
Al estar contratado irregularmente no se obtienen los requisitos que se necesitan para acceder a la
regularidad.
El número de personas en situación irregular, estimado restando de las personas empadronadas las
que tienen autorización de residencia, es de 917.708 personas.
En cuanto a los trabajadores en la economía sumergida por sustracción de los datos de la EPA,
las altas en de la seguridad social es de 800.000.
Los requisitos económicos a particulares y empresas para contratación de inmigrantes pueden ser
motivo añadido para contratar en la economía sumergida, si precisan al trabajador y no los cumplen.
También una parte de las personas con autorización de trabajo y/o residencia están empleadas en
la economía sumergida. Se añade a la práctica de contratar en la economía sumergida (el 23.3% del PIB
es economía sumergida) del empresariado y de los particulares que emplean servicio doméstico con objeto
de abaratar costes, la situación de la persona inmigrante con menor nivel económico y redes sociales de
apoyo más reducidas y con una economía más precaria. En el caso de los empleos en servicio doméstico, al
no tener derecho al subsidio de desempleo el margen de tiempo para encontrar trabajo se reduce. La
urgencia de trabajar favorece la aceptación de empleos sin alta en la seguridad social.
En ocasiones se asume por parte del trabajador el pago de la totalidad de la cuota de la seguridad
social, para poder justifcar el empleo de cara a las renovaciones.
Desde el punto de vista de los empresarios autóctonos, la legislación laboral restrictiva para los
inmigrantes les beneficia, porque debilita el poder de negociación de éstos. Sopesan, por un lado, que la
precariedad legal facilita la sobrexplotación de esta mano de obra en la economía sumergida, y por otro el
riesgo legal y penal para el empresario. La alternativa de igualar los derechos laborales entre autóctonos e
inmigrantes aumentaría el poder de negociación de éstos, lo que se traduciría en un incremento de los costes
laborales para las empresas. De ahí que los empleadores que contratan a inmigrantes en situación precaria,
adopten ante ellos una posición ambigua.
16
Existe escasa voluntad en muchos empresarios de mejorar las condiciones laborales de sus
empleados extranjeros.
Por otra parte la utilización desmesurada de los contratos temporales tiene como efecto rebajar los
niveles salariales al:
º aminorar la capacidad reivindicativa del trabajador
º dificultar mejoras salariales al truncar el desarrollo de carreras profesionales, procesos
formativos y aprendizaje de ofcios en puesto de trabajo
º impedir consolidar mejoras relacionadas con la antigüedad en puesto de trabajo.
Los sindicatos institucionales no han tenido, ni tienen, una “política de inmigración” distinta a la
del Estado: es decir abogan por la adecuación, el número-cualidad, de los inmigrantes “aceptados”, a las
necesidades económicas de la patronal mediante el control legal y policial de los migrantes. Es cierto
que para los migrantes “regularizados” los sindicatos piden los mismos derechos que para los trabajadores
españoles, pero en la práctica, ante una posibilidad de enfrentamiento con la patronal o el estado, rechazan
lo que llaman “el buenismo” y suelen optar por la “preferencia española”.
Los sindicatos de asalariados no han aprovechado la llegada de migrantes para aumentar el peso
político de la masa trabajadora, para promover, reclamar y obtener la igualdad de derechos para luchar
por la mejora salarial y la reducción de jornada para así trabajar menos, en mejores condiciones y
trabajar todos.
17
Al llegar la crisis, como era previsible, el gobierno ha implantado la reforma laboral y ha obtenido el
pacto social con recortes en salarios y en derechos laborales y sociales. Se pretende que los trabajadores
paguen la crisis y que, dentro de un orden cada vez más frágil, los migrantes sean los chivos expiatorios
de esta nueva situación.
Sube el número de pequeños empresarios y trabajadores por cuenta propia inmigrantes. Uno de
cada seis inmigrantes trabaja por cuenta propia; los motivos de este reciente crecimiento pueden estar en
alguna medida relacionados con la difcultad para algunos inmigrantes para encontrar trabajos asalariados de
la manera tradicional. No obstante, los efectos de la “crisis”, con la caída del consumo privado, la
disminución de las oportunidades de negocio y las restricciones al crédito, les están afectando.
Acceder a un permiso inicial por cuenta propia conlleva acreditar experiencia o cualificación,
demostrar la inversión para la implantación del negocio suficiente (sin contar con financiación) y la
incidencia en creación de empleo, la previsión de resultados económicos desde el primer año para la
manutención y alojamiento del solicitante (cantidades similares a las de la reagrupación) viabilidad del
proyecto y las expectativas de creación de empleo. Esto explica el escaso número de permisos
iniciales por cuenta propia.
Para cambiar una autorización de trabajo por cuenta ajena a una por cuenta propia tiene que ser al
renovar o contar con una autorización renovada y se requieren los mismos requisitos que si fuera inicial.
18
B.
TRABAJO EN GRUPOS:
Refexión en grupos sobre las consecuencias de estas políticas institucionales en la población inmigrante, la
autóctona y la sociedad en su conjunto. Propuestas de actuación.
C.
PUESTA EN COMÚN Y CONCLUSIONES
Consecuencias
• Vulneración del principio de universalidad del “derecho al trabajo” Discriminación por origen
• Racismo institucional que genera racismo social en el aspecto laboral. (ver Anexo III)
• El distinto trato al trabajador inmigrante respecto al nacional implica mayor explotación de aquel y
sectorización, disgregación y envilecimiento de la sociedad. Resentimiento posiblemente mayor en
siguientes generaciones, legitimación del enfrentamiento.
• Exclusión social
Exigencias y alternativas
• Reconocimiento del “derecho al trabajo” como derecho universal, como derecho fundamental de
la persona, como establece la DUDH (ligado a la supervivencia y dignidad de la persona...)
Población inmigrante
En el año 1999 había evaluada en España una población inmigrante de 748.954 personas, un 1,9 por
ciento de la población total, en el año 2007, la cifra era de 4.482.568 y representaba el 9.9 por ciento del
total4 y en el 2009, representaba el 12 % de la población (unos 46 y medio millones de personas) 5.
En conjunto y referido a población con autorización de residencia, las cifras a 31.12.2009 son: nº
extranjeros: 4.791.232; de los cuales son comunitarios: 1.872.505, y de América del Norte: 20.572 lo que
arroja un saldo de población migrada con autorización de residencia procedente de países empobrecidos de
2.898.155 personas, lo que representan un 60.48% del total.
Los datos del padrón de 1/1/2010 cifran en 4,8 millones los migrantes extranjeros en el país.
No existen datos rigurosos sobre el número de personas en situación irregular, la comparación entre
los datos del padrón y los de INE, permite hacer una estimación de entre 800.000 y 900.000 personas,
aunque es realmente un dato ignorado, no se puede suponer que todos ellos son irregulares, es una cifra
imprecisa ya que: a ) Hay personas en situación irregular que no se empadronan, precisamente por no tener
papeles, o por no consentir los arrendadores empadronarlos, y también hay quienes retornan y no se dan de
baja (aunque deben renovarlo cada dos años para no ser dados de baja, por lo que este desajuste no es muy
permanente); b) Al número de extranjeros con autorización de residencia hay que añadir los que están
renovando -y no aparecen en esa estadística- , pero tampoco están en situación irregular, los estudiantes
extranjeros, que tampoco fguran y los ciudadanos comunitarios que no hayan solicitado su inscripción en el
Registro Central de extranjeros.
Señalar que a la misma fecha las personas de nacionalidad española residentes en el extranjero y
empadronadas según datos del INE es de 1.574.123
Según el INE, los trabajadores activos en España a fnal de 2009 eran 23.037.000 personas. De ellos
los extranjeros afliados en la Seguridad Social, en cualquiera de sus regímenes, eran 1.023.729 hombres y
788.121 mujeres. Es decir un total de 1.811.850 personas.
Quedarían por sumar a la cifra anterior aquellas y aquellos que trabajando, o queriéndolo hacer, no
estaban registrados en la Seguridad Social, para tener una idea de la magnitud de la importancia de la
población inmigrante trabajadora entre la población trabajadora del país.
La encuesta de población activa del INE, cifra en tres millones los activos migrantes.
3
Los datos manejados han sido extraídos del Informe 2010 “inmigración y mercado de trabajo” elaborado por el Observatorio Permanente
de la Inmigración y publicado por el Ministerio de Trabajo e Inmigración. Todavía no se ha publicado el informe 2011.
Gran parte de los datos del informe no desglosa la población extranjera entre comunitarios y no comunitarios, por lo que con toda probabilidad
la situación es más negativa de lo que refejan estos datos para las personas extranjeras procedentes de países con renta baja
4
Según Censos y Padrones de la Población del INE para el período 1971 – 2007, citado por Tezanos 2007
5
Según INE y Eurostat
Así se puede evaluar que entre el 9 y el 14 por ciento de la población trabajadora en 2009 en el país
es inmigrante.
Sin duda la gran mayoría de la gente en situación irregular está empleada o en búsqueda de empleo.
Y una pequeña parte trabajan sin autorización por cuenta propia, en comercio, y otras actividades.
En materia laboral se dibuja este panorama: (salvo mención expresa los datos están referidos a
31.12.2009)
• Ocupación / desempleo
La tasa de actividad (porcentaje de personas que tienen empleo o lo buscan activamente) de la
población española es del 57,2% y de la población extranjera del 76,1%
Hasta el 2006 la tasa de ocupación (personas que tienen empleo) de los hombres extranjeros era en
torno al 15% superior a la de los españoles (con la situación actual está igualada). En las mujeres se mantiene
una diferencia del 10.5% sobre las españolas. En conjunto la tasa de los activos en la población española es
de un 47,8% y en la población extranjera del 53.5%.
El desempleo entre la población española es del 18,8% y entre la población extranjera del 29,7% (en
el colectivo marroquí del 42,4%). El número de parados extranjeros era de 1.076.228 personas.
Hasta el 2006 la tasa de ocupación de los hombres extranjeros era en torno al 15% superior a la de
los españoles (con la situación actual está igualada) en las mujeres se mantiene una diferencia del 10.5%
sobre las españolas. En conjunto la tasa de los activos en la población española es de un 47,8% y en la
población extranjera del 53.5%. Como dato signifcativo en el año 2009 el colectivo ecuatoriano en situación
regular perdió el 25% de sus ocupados.
En el 2005 los contratos indefnidos de los españoles eran un 69.9% y los de los extranjeros 40.30%,
casi 30 puntos de diferencia. A 31.12.2009 la temporalidad en los españoles era del 22% y la de los
extranjeros del 42,6%. Esto se explica no por un mayor número de contratos indefnidos entre los extranjeros
sino por la pérdida de empleo en los contratos temporales.
• Sectores de actividad
La población extranjera representa un 13.7% del total. En cuanto a los sectores en que está
empleada, en el sector servicios se ocupan el 70,3% ( los españoles se ocupan el 72% en los servicios) y
representan el 13.4% de este sector; en la agricultura representan el 20.4% y en la construcción el 20,0%. En
la Industria el 8,8%. Lo que signifca que están altamente empleados en la agricultura y en la construcción en
donde han pasado de estar ocupados en el 2007 y el 2008 el 22.7% a estarlo a fnales del 2009 un 14,1%
En el régimen general se concentran en la hostelería (representan un 27% del total), la construcción (el
18%) y el comercio (el 9%)
El nivel formativo sería adecuado para ocupar categorías intermedias como hemos visto, pero la
ocupación es peor de la que correspondería a su nivel formativo.
• Categorías profesionales
De los trabajadores extranjeros afliados a la seguridad social en el régimen general, las categorías
altas representan 6,8%, las intermedias el 30.2 y las bajas el 62.9%. La concentración de trabajadores
extranjeros en las categorías bajas no solo se consolidó sino que se incrementó en los años de mayor
crecimiento económico y mayor entrada de inmigración. Los extranjeros iban concentrándose en las
categorías bajas y ello generaba movilidad ascendente en los españoles. La crisis no ha interrumpido este
ascenso.
Es necesario reiterar que estos datos se referen al conjunto de la población extranjera, incluidas las
personas de la Europa comunitaria y de América del Norte; y a las personas que cuentan con autorización de
trabajo y residencia.
No tenemos conocimiento de que se haya realizado un estudio que permita conocer datos más
cercanos a la realidad, desglosando por países de procedencia e incluyendo a las personas sin permiso de
residencia y de trabajo.
• Empleo sumergido
Como aproximación para acercarse a la cuantifcación del empleo sumergido de la población
extranjera comparando el número de personas extranjeras ocupadas según la EPA 2.547.200 y el número de
afliadas a la seguridad social. 1.811.879, se obtiene una diferencia de casi 800.000 personas; estas
diferencia ha sido mayor en los años 2.007 y 2.008 antes de la pérdida de empleos. No solo se ha perdido
empleo reglado sino también empleo sumergido, parece que incluso en mayor proporción.
Se señalaba una mayor precariedad laboral en la inmigración, que infuía en la percepción de riesgos
laborales y en el estado de salud de los trabajadores extranjeros. Se intensifcaban en determinadas
ocupaciones y en trabajadores recién llegados. Quedaban fuera de las estadísticas algunos trabajadores
autónomos y los que trabajaban en la economía sumergida. Obtenía, entre otros, los siguientes datos de
“Prevalencia de accidentes laborales y RM”:
º Total a. l. trabajador origen España: 10,3%; (11,8 hombres y 8,1 mujeres)
º Total a. l. trabajador origen país de bajo IDH: 12,7% (14,0 hombres y 11,1 mujeres)
º a. l. contrato fjo- permanente: 11,9% español y 1,3 país de bajo IDH
º a. l. contrato temporal: 9,7% español y 15,4 país de bajo IDH
º a. l. contrato otro: 15,2% español y 12,5 país de bajo I+/
No tenemos conocimiento de que se haya realizado un estudio que permita conocer datos más
cercanos a la realidad, desglosando por países de procedencia e incluyendo a las personas sin permiso de
residencia y de trabajo.
ANEXO II
Derecho del trabajo es un elemento imprescindible entre las principales ramas del Derecho (el Derecho
social). Una de las fnalidades de la ciencia jurídica es procurar la armonía y la justa superación de los
confictos en la sociedad, y precisamente las relaciones laborales son frecuentemente objeto de confictos.
Más aun, como lo señaló acertadamente el jurista alemán Hugo Sinzheimer la función específca del Derecho
del Trabajo es procurar que el hombre no sea tratado como cosa. En suma, para que los altos ideales del
humanismo en el trabajo no queden en letra muerta es necesario que se concreten en las normas jurídicas, ya
que como bien decía Luypen el Derecho es el mínimo de ética exigible.
El derecho del trabajo se desarrolló a partir de la percepción del agudo desequilibrio que, en la esfera
del poder negocial, caracterizaba -y aún hoy caracteriza- a la interacción entre los sujetos de la relación de
trabajo y, con mayor precisión, como imperativo de paz social frente a la explotación de que fue objeto la
clase trabajadora, apenas traspasado el pórtico de la revolución industrial, por virtud del ejercicio de los
poderes exorbitantes que asistían al patrono o empleador en una relación jurídica regida por la autonomía de
la voluntad.
El derecho del trabajo clásico -bajo la visión retrospectiva apuntada- se erigió, sobre todo en los
países de tradición latina, como un conjunto de normas de fuente, básicamente, etática y dirigidas a tutelar al
trabajador en su relación con el patrono, concebida ésta en el ámbito de un modelo de producción fabril. En
otros términos: "este derecho del trabajo regulaba las relaciones entre trabajadores y empleadores, con un
vínculo que por ser por tiempo indeterminado estaba dotado de estabilidad; con prestaciones del trabajador
que ocupaban la jornada íntegra (aunque limitada en su extensión), y del empleador por una remuneración
que se suponía debía bastarle a aquél para una vida decorosa suya y de su familia; prestaciones
desarrolladas dentro de una organización, con centralización de ejecución, tendiendo entonces al gigantismo
del establecimiento, o en su caso a la existencia de varios establecimientos dentro de una misma empresa"
(04).
El derecho del trabajo, concebido en los términos expuestos, se desarrolló al cobijo de la idea de su
fatal "progreso indefnido", esto es, la radical negación de cualquier atisbo de "regresión" o reforma
peyorativa, bajo el dogma de la preservación ad infnitum de los benefcios -cualquiera fuere su fuente-
reconocidos a los trabajadores.
En 1948 "El trabajo en sus diversas formas gozará de la protección de las leyes, las que asegurarán al
trabajador: condiciones dignas y equitativas de labor; jornada limitada; descanso y vacaciones pagados;
retribución justa; salario mínimo vital móvil; igual remuneración por igual tarea; participación en las ganancias
de las empresas, con control de la producción y colaboración en la dirección; protección contra el despido
arbitrario; estabilidad del empleado público; organización sindical libre y democrática, reconocida por la
simple inscripción en un registro especial.
El derecho del trabajo, lejos de lo augurado, devino una disciplina en franca "residualización", esto es,
su ámbito personal de validez se restringe, se achica, se vacía de contenidos. De una parte, ello se adjudica a
los procesos de descentralización de las empresas o tercerización; de otra, por el marcado fenómeno del
desempleo y el desarrollo vertiginoso del denominado sector informal de la economía.
ANEXO III
Si institucionalmente...
...se provoca que las expectativas de trabajo de los adolescentes inmigrantes sean
bastante peores que las de los nacionales,...
...se inculca entre sus compañeros autóctonos la idea de que ellos tendrán en el
futuro prioridad en el ámbito laboral sobre los extranjeros, destinado a ser mano de obra barata y...aumenta
el racismo social.
Si institucionalmente...
...se exige para trabajar un permiso de trabajo y de residencia, se aplican políticas
de “cupos”, se considera la inmigración solo como mano de obra, seleccionando la que interesa, se
infrautilizan las capacidades profesionales de la población migrante y se les niega el empleo público..
Si institucionalmente...
...se da lugar a que proliferen las situaciones de explotación laboral, precariedad e
indefensión ante abusos empresariales que sufren los inmigrantes indocumentados que trabajan en la
economía sumergida,...
...se transmite a la sociedad la idea de que los inmigrantes son fundamentalmente
mano de obra barata, con débil poder de negociación con los empresarios, que cubre nichos laborales que
no quieren cubrir ya los españoles y que tendrán que irse cuando no sean ya necesarios. Y si llegan épocas
de recesión económica serán los “chivos expiatorios” a expulsar, y la sociedad habrá asimilado también el
mensaje de que quitan puestos de trabajo a los autóctonos y hacen que bajen los salarios, como si los
inmigrantes fueran la causa del proceso de precarización . Y... aumenta el racismo social.
Si institucionalmente...
...se causa la inestabilidad jurídica que soportan las personas inmigrantes, puesto
que su consideración dentro o fuera de la “legalidad” depende de su situación laboral, y se califca la
situación de irregular como “ilegal”,...
Si institucionalmente...
...se exige permiso de trabajo y de residencia para poder trabajar, y en muchísimos
casos los inmigrantes tendrán que trabajar sin contrato y por tanto sin cotización a la seguridad social y en
consecuencia solo podrán tener asistencia sanitaria si están empadronados y tienen tarjeta sanitaria o en
caso de urgencia,...
...se está trasladando a la sociedad el mensaje de que se les atiende casi por
“caridad”, y que ello tiene un coste social, y... aumenta el racismo social.
BIBLIOGRAFÍA