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Es normal que con los años notemos cambios funcionales estrechamente ligados con los
“achaques de la edad”, como una mayor dificultad para recordar cosas que antes
recordábamos sin ningún problema. No obstante, la vejez no tiene que ser sinónimo
irrevocable de torpeza o asistencia requerida, existen prácticas sencillas que todos podemos
comenzar a poner en marcha hoy mismo para minorizar los efectos del deterioro cerebral
que sobreviene con los años e incluso reducir el riesgo de Alzheimer y otros tipos de
demencia.
Un estudio publicado por The National Academies nos revela las pautas para ello.
Entrenamiento cognitivo
Se han realizado estudios a pequeña escala con resultados muy alentadores a favor de los
juegos cerebrales: un 48 por ciento menos riesgo de ser diagnosticado con demencia diez
años después en comparación con sujetos que no practican ningún entrenamiento cereral,
por ejemplo.
Un estudio australiano realizado en 2013 descubrió que una presión arterial alta se
relaciona particularme con un declive en las habilidades cognitivas. Específicamente, una
presión alta localizada en el área braquial, el sitio donde tradicionalmente se toma esta
medida, se asocia con un peor desempeño en pruebas de procesamiento visual, mientras
que una presión arterial central alta podría influir en un peor desempeño tanto en el
procesamiento de información visual como en la capacidad de reconocimiento.
Ejercicio físico
Por último, llevar un estilo de vida activo puede ayudar a reducir significativamente el
deterioro cerebral, de acuerdo con un estudio conducido por la Universidad de Miami.
Los resultados, que fueron publicados en Medscape Medical News, indican que “realizar
ejercicio físico intenso podría ayudar a las personas mayores a preservar sus habilidades
cognitivas por más tiempo”, aunque esto, desde luego, no es que sea una gran sorpresa
tomando en cuenta el sinnúmero de beneficios que la ciencia y la medicina han atribuido
siempre a una vida cero por ciento sedentaria.