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ASIGNATURA:

Análisis de la Conducta

TEMA:
Caso de Trastorno de Ansiedad

PRESENTADO POR:
Noemí Reynoso Durán

MATRÍCULA:
100114298

PRESENTADO A:
Romer Concepción

Recinto San Francisco de Macorís


Provincia Duarte, Rep. Dom.
12 de Mayo del 2018.-
INDICE

INTRODUCCIÓN .................................................................................................... 3

MARCO TEÓRICO (Análisis conductual) ............................................................ 4

Antecedentes remotos .......................................................................................... 4

Antecedentes actuales ......................................................................................... 7

Variables mediadoras (organísmicas, historia, aprendizaje, etc.). ................... 7

Respuestas problema (a nivel motor, cognitivo y fisiológico) .......................... 8

Consecuencias ...................................................................................................... 9

Propuesta de intervención ................................................................................. 11

Conclusiones ....................................................................................................... 12

Recomendaciones............................................................................................... 13

Fuentes bibliográficas ........................................................................................ 14


INTRODUCCIÓN

El caso tratado nos presenta un trastorno de ansiedad, específicamente un


trastorno de angustia o pánico que se presentó en una paciente femenina a la
edad de 45 años; la evolución es característica, con episodios de pánico que
duran unos minutos, con sintomatología somática y emocional.

Es un trastorno frecuente en la consulta de primer nivel y que causa mucho


sufrimiento a la persona que lo padece por lo que es importante conocerlo y
diagnosticarlo adecuadamente.

3
MARCO TEÓRICO (Análisis conductual)

Antecedentes remotos

La ansiedad es un síntoma muy común en la mayoría de las personas; todos en


algún momento de nuestras vidas hemos sentido ansiedad en respuesta a
numerosos eventos, pero en algunas ocasiones la ansiedad se presenta también
sin un desencadenante aparente; la ansiedad tiene un fin determinado, la
supervivencia del individuo; cuando nos enfrentamos a un peligro nuestro
organismo se prepara para defenderse o para huir, es decir, se prepara para
sobrevivir; entre los cambios que se producen para esta supervivencia hay físicos
y psicológicos; los físicos incluyen incremento de la frecuencia cardiaca y del flujo
sanguíneo hacia los músculos esqueléticos, tensión muscular; piel fría por
disminución de la circulación sanguínea a este nivel; incremento de la presión
arterial; sensación de mareo, náusea, etc.; entre las sensaciones psicológicas
podemos contar la sensación inicial de miedo que nos moviliza para alejarnos del
peligro,; la sensación más intensa de pánico y la sensación de muerte inminente,
es decir, de que en ese preciso momento podemos morir; todos las sensaciones
anteriores sirven, como hemos dicho, para movilizarnos y alejarnos del peligro,
para sobrevivir; pero cuando todas estas respuestas ocurren en situaciones que
no lo requieren, entonces empezamos a hablar de un trastorno de ansiedad, y los
síntomas son todas las sensaciones ya descritas.

Pero cuando ya se trata de un trastorno de ansiedad los síntomas pueden ir en


aumento; inicialmente podemos sentir ansiedad de baja intensidad en situaciones
determinadas, posteriormente esta ansiedad incrementa en gravedad hasta
volverse pánico; y las situaciones se extienden a otras similares, es decir, que si
inicialmente nos producía ansiedad caminar solos de noche, después ya nos
produce ansiedad el solo hecho de salir a la calle, agravándose los síntomas hasta
tener una verdadera crisis de pánico.

La crisis de pánico es la forma más grave de un trastorno de ansiedad; es


bastante frecuente y muy incapacitante; sin previo aviso comenzamos a tener
miedo, pánico, sensación de muerte inminente, se eleva la frecuencia cardiaca y la
presión arterial, sentimos mareos, náuseas, sensación de dolor en el pecho, falta
de respiración, sudoración fría, entre otros; al paso de los minutos estas
sensaciones van disminuyendo hasta desaparecer por completo, pero nos dejan la
sensación de que ocurrirán en cualquier momento, lo que nos incapacita para
llevar una vida normal.

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Los trastornos de ansiedad están descritos en el Manual Diagnóstico y Estadístico
de los trastornos mentales (DSM IV), el cual los clasifica como: trastorno de
angustia, agorafobia, fobia específica, fobia social, trastorno obsesivo compulsivo,
trastorno por estrés postraumático y trastorno de ansiedad generalizada.

La agorafobia se caracteriza por la aparición de ansiedad o comportamientos de


evitación en lugares o situaciones donde escapar puede resultar difícil o
embarazoso o bien donde sea imposible encontrar ayuda en caso de que
aparezcan síntomas de ansiedad.

La fobia específica se caracteriza por la presencia de ansiedad como respuesta a


la exposición a situaciones u objetos específicos temidos.

La fobia social se caracteriza por la presencia de ansiedad en situaciones sociales


o actuaciones en público.

El trastorno obsesivo compulsivo se caracteriza por la presencia de obsesiones,


que causan mucha ansiedad, y compulsiones, que tienen como fin neutralizar la
ansiedad.

El trastorno por estrés postraumático se caracteriza por la re experimentación de


acontecimientos altamente traumáticos, con síntomas de activación y
comportamientos de evitación.

El trastorno de ansiedad generalizada se caracteriza por la presencia de ansiedad


y preocupaciones excesivas y persistentes, durante al menos 6 meses.

El trastorno de angustia (o trastorno de pánico) se caracteriza por la aparición


súbita de síntomas de aprehensión, miedo pavoroso o terror, acompañados
habitualmente de sensación de muerte inminente; es una patología frecuente,
desagradable y, a menudo , invalidante; para diagnosticarla las crisis no pueden
obedecer a los efectos fisiológicos directos de una sustancia o de un trastorno
médico.

Una crisis de angustia se caracteriza por la aparición aislada y temporal de miedo


o malestar de carácter intenso, que se acompaña de al menos 4 de un total de 13
síntomas somáticos o cognoscitivos; la crisis se inicia de forma brusca y alcanza
su máxima expresión con rapidez, en 10 min o menos, acompañándose a menudo
de una sensación de peligro o de muerte inminente y de una urgente necesidad de
escapar; los 13 síntomas somáticos o cognoscitivos son: palpitaciones,
sudoración, temblores o sacudidas, sensación de falta de aliento o ahogo,
sensación de atragantarse, opresión o malestar torácicos, náuseas o molestias
abdominales, inestabilidad o mareo (aturdimiento), desrealización o
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despersonalización, miedo a perder el control o volverse loco, miedo a morir,
parestesias y escalofríos o sofocaciones.

La mayoría de los síntomas de las crisis de angustia son somáticos más que
emocionales; quizá esto explique la frecuencia de presentación de los pacientes
con un trastorno de angustia en las consultas de medicina general, y la elevada
tasa de utilización de servicios médicos por estos pacientes.

La crisis de angustia puede aparecer en todos los trastornos de ansiedad; pueden


aparecer sin un desencadenante previo, o en respuesta a un estímulo ambiental.

El nombre de trastorno de pánico proviene del dios griego Pan, dios de los
rebaños, bosques y campos, quien era conocido por asustar repentinamente a los
seres humanos y animales de manera espontánea; el carácter espontáneo de los
ataques de angustia es la característica principal que identifica al trastorno.

El trastorno de pánico ha existido desde el principio de la historia, Hipócrates


presentó varios casos alrededor del 400a.c. una de las primeras descripciones de
la era moderna fue realizada por Benedickt en 1870 en la que constataba la
existencia de pacientes que presentaban ansiedad súbita y mareos en lugares
públicos.

Los ataques de pánico producen un miedo muy intenso y los pacientes temen
lógicamente padecerlos, se preocupan y sienten ansiedad ante la posibilidad de
reaparición del ataque, esta es la ansiedad anticipatoria; un número importante de
individuos continúan desarrollando miedo y evitación a las situaciones asociadas
con los ataques de pánico, sienten a menudo la necesidad de huir o acudir a un
sitio seguro como su propio hogar; la agorafobia (o miedo a salir) complica a
menudo el trastorno; más de tres cuartas partes de los pacientes refieren evitación
agorafòbica.

El trastorno de pánico oscila entre el 3 y 8% en la atención primaria, y al menos un


50% de los casos no son detectados.

Es al menos dos veces más prevalente en mujeres que en hombres; su inicio


parece tener dos picos: el primero de los 15 a 24 años, y el segundo de los 45 a
los 54 años.

Las pruebas de laboratorio sugieren la participación de los sistemas de


noradrenalina cerebral en el trastorno de pánico.

En cuanto al tratamiento, la mayoría de los autores está actualmente de acuerdo


en que los inhibidores selectivos de la recaptura de serotonina (ISRS), como la

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paroxetina y la sertralina, constituyen el tratamiento de elección; de igual manera
son eficaces la benzodiacepinas de alta potencia como el alprazolam y el
clonazepàn.

Antecedentes actuales

Se trata de una paciente femenina de 45 años de edad; antecedentes personales


patológicos y heredofamiliares negativos. Inicia con episodios de ansiedad intensa
acompañados de sintomatología diversa: “empiezo a tener miedo, a querer salir
corriendo, no puedo respirar bien, me pongo fría, empiezo a sudar, me duele el
pecho y mi presión se sube, también empiezo a temblar, siento como si me fuera a
dar un infarto, como si me fuera a caer muerta en ese momento; esto se siente
más fuerte en unos minutos y luego poco a poco comienza a desaparecer, hasta
que ya me siento bien, pero me queda una sensación rara, como que me va a
suceder otra vez en cualquier momento” sic paciente.

Lo anterior forma parte de la descripción que hizo la misma paciente de los


síntomas que había sentido; estos episodios se habían presentado por lo menos en
tres ocasiones durante el último mes; no tenían un factor desencadenante obvio.

Fue valorada por el servicio de medicina interna, quien solicita electrocardiograma


que resultó normal, así como laboratorios básicos, resultando también dentro de la
normalidad; no se encontraron datos de enfermedad cardiovascular ni de otro tipo.

Fue referida al servicio de psiquiatría para su valoración y tratamiento; no se


encontraron antecedentes de enfermedades psiquiátricas en la línea familiar; se
encontró personalidad previa ansiosa y aprehensiva.

Durante el último mes ha visitado el área de urgencias de su clínica en dos


ocasiones por los síntomas descritos; después de cada episodio le queda la
sensación de que pronto ocurrirá de nuevo, tiene temor a salir a la calle por la
posibilidad de un nuevo ataque, se ha aislado en su hogar, donde se siente
protegida.

Variables mediadoras (organísmicas, historia, aprendizaje, etc.).

Organísmicas

Temor elevado

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Historia

Utilizamos la historia de una paciente de 45 años que presenta problemas de


ansiedad.

Aprendizaje

No presenta.

Respuestas problema (a nivel motor, cognitivo y fisiológico)

A nivel motor

Este factor está definido por respuestas tales como, realización de movimientos
repetitivos, rascarse, moverse y hacer cosas sin finalidad concreta, fumar o beber
en exceso, etc. Todas ellas implican una alta actividad motora no, dirigida a una
meta concreta.

A nivel motor u observable, la ansiedad se manifiesta en forma de: inquietud


motora, hiperactividad, movimientos repetitivos, dificultades para la comunicación
(tartamudez), evitación de situaciones temidas, consumo de sustancias (comida,
bebida, tabaco, etc.), llanto, tensión en la expresión facial, etc.

A nivel cognitivo

Presenta respuestas de inseguridad, autoevaluación negativa, dificultad para


concentrarse, temor, etc.

A nivel cognitivo, la ansiedad se experimenta como: preocupación, hipervigilancia,


tensión, temor, inseguridad, dificultades para tomar decisiones, para pensar, o
para concentrarnos, percepción de fuertes cambios fisiológicos (cardiacos,
respiratorios, etc.), sensación de pérdida de control,

A nivel fisiológico

Presenta dificultades respiratorias, escalofríos, etc. Esté factor implica una alta
actividad autonómica.

De todos los cambios corporales que se producen, sólo percibimos algunos, en


respuestas tales como: algunos cambios de la tasa cardiaca (palpitaciones,
taquicardia), o de la tasa respiratoria (incremento del ritmo respiratorio,
dificultades respiratorias), aumento de la sudoración, cambios en la temperatura
periférica (en las manos, los pies o la cara), incremento de la tensión muscular,

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temblores musculares, sensaciones gástricas, sequedad de boca, dificultades
para tragar, sensaciones de mareo, náuseas, etc.

Consecuencias

Este problema tiene sus consecuencias para las personas que la poseen. En el
caso de la paciente puede presentar las siguientes:

1-Debilitación en el sistema inmune

La ansiedad puede desencadenar la respuesta de lucha o huida, liberando


químicos y hormonas -como la adrenalina- en tu organismo.

A corto plazo, eso aumentará su pulso y su tasa cardíaca para que su cerebro
pueda obtener más oxígeno.

Ahora estará más preparada para responder a una situación intensa y su cuerpo
volverá al funcionamiento normal cuando la situación haya pasado.

Sin embargo, si se siente ansiosa o estresada repetidamente, o si dura demasiado


tiempo, su cuerpo no recibe la señal para volver al funcionamiento normal.

Eso puede debilitar su sistema inmune, dejándolo vulnerable a las infecciones


virales.

2- Daños en sistema digestivo y excretor

Su sistema digestivo y sistema excretor también sufren. De acuerdo a la Harvard


Medical School, podría haber una conexión entre trastornos de ansiedad y el
desarrollo del síndrome del intestino irritable.

Este síndrome puede provocar vómitos, náuseas o diarreas. En esta clase de


síndromes estomacales, los nervios que regulan la digestión son hipersensibles a
la estimulación.

Debido a que estas condiciones no producen lesiones como ulceras o tumores no


se considera que amenazan a la vida, aunque sus síntomas (dolor abdominal,
nauseas, diarrea, vómitos) pueden ser crónicos y difíciles de tolerar.

3- Pérdida de memoria a corto plazo

Aunque parezcan que no están relacionados, la pérdida de memoria es un


síntoma muy real de la ansiedad. La principal causa de la pérdida de memoria es
una hormona llamada cortisol.

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Numerosos estudios han confirmado que esta hormona contribuye a la pérdida de
memoria, especialmente la memoria a corto plazo, ya que actúa como una toxina
para las células cerebrales.

Cuanto más la paciente trate con la ansiedad, más cortisol tendrá en su sistema, y
más probabilidades tendrá de continuar con la pérdida de memoria en el futuro.

4- Reacciones físicas variadas

La preocupación crónica y el estrés emocional pueden desencadenar varios


problemas de salud.

El problema ocurre cuando se da la preocupación o ansiedad excesivas. La


respuesta de lucha provoca que el sistema nervioso simpático libere hormonas del
estrés como el cortisol.

Estas hormonas pueden aumentar los niveles de azúcar en sangre y los


triglicéridos (grasas). Estas hormonas también pueden provocar reacciones físicas
como:

 Mareos
 Fatiga
 Dolores de cabeza
 Boca seca
 Incapacidad de concentrarse
 Ritmo cardíaco acelerado
 Tensión muscular
 Transpiración
 Respiración rápida
 Irritabilidad
 Temblores y espasmos
 Nauseas.

5- Ataques al corazón
Los trastornos de ansiedad también se han relacionado con el desarrollo de
problemas del corazón y con eventos coronarios en personas que ya tienen
problemas del corazón.
Por otra parte, un historial de ataques de pánico puede triplicar el riesgo de un
stroke o ataque cerebral.

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6- Insomnio
La experiencia de ansiedad frecuente o intensa puede interferir también con el
sueño y producir insomnio.
Estar constantemente en guardia, tenso o preocupado puede interferir con la
habilidad para relajarse y quedarse dormido.

Propuesta de intervención
Terapia

La intervención terapéutica conjuga, normalmente, tratamientos específicos, en


función del diagnóstico principal, con otros de carácter más general o contextual,
en función de las características personales y circunstancias del paciente.

Normalmente, las primeras intervenciones van encaminadas a reducir los


síntomas de ansiedad y la incapacitación que producen. Posteriormente se
analizan y tratan los factores que originan y/o mantienen la ansiedad y otras
alteraciones que puedan acompañarla.

Habitualmente, los tratamientos incluyen aspectos relacionados con la


recuperación de la salud, si se ha perdido, aspectos relacionados con la
prevención, y aspectos relacionados con el desarrollo personal del paciente que
de un modo u otro tienen que ver con lo que le pasa.

Tratamientos

Los tratamientos que han demostrado una mayor eficacia en el tratamiento


específico ansiedad generalizada son los basados en procedimientos cognitivo-
conductuales.

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Conclusiones

El caso anterior se trata de un trastorno de ansiedad, específicamente de un


trastorno de angustia o pánico; el principal síntoma es la ansiedad o miedo de
aparición espontánea, sin desencadenante previo y acompañada de una
constelación sintomática que incrementa en intensidad a lo largo de varios minutos
hasta desaparecer por completo; posteriormente deja como remanente ansiedad
anticipatoria.

Así mismo a lo largo de la evolución el padecimiento se ha complicado con


agorafobia o miedo a salir de su casa, lo cual ha traído como consecuencia el
aislacionismo de la paciente, abandonando todas sus actividades habituales.

Con el tratamiento ha tenido una evolución favorable; este se inició con un


inhibidor de la recaptura de serotonina (sertralina a dosis de 50mg/día) y una
benzodiacepina de alta potencia (alprazolam 2mg/día); se mantiene el tratamiento
por espacio de 6 meses, que según los estudios es el tiempo mínimo necesario
para la remisión del padecimiento.

El trastorno de angustia es un trastorno frecuente en la consulta de primer nivel,


sin embargo hasta un 50% de los pacientes no son diagnosticados correctamente
y continúan sufriendo este problema.

Es muy importante conocerlo y diagnosticarlo adecuadamente ya que es un


trastorno invalidante, que aísla al paciente de su entorno y actividades habituales,
causándole gran sufrimiento.

Lamentablemente no conocemos la verdadera incidencia del trastorno en nuestro


medio.

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Recomendaciones

 Se recomienda a la paciente Terapia Cognitivo-Conductual (TCC) como uno de


los tratamientos de elección para el Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG)
por su efectividad en la reducción de los síntomas de ansiedad, preocupación y
tristeza, tanto a corto como a largo plazo, aunque se deben tener en cuenta las
preferencias del paciente.
 Las intervenciones con TCC deben incluir una combinación de intervenciones
tales como reestructuración cognitiva, exposición, relajación y desensibilización
sistemática.
 La TCC debe ser aplicada en unas 10 sesiones (unos 6 meses) como media, ya
que no se consigue una mayor efectividad aplicándola durante más tiempo.
 Atención Primaria.
 Se recomienda la aplicación de intervenciones cognitivo-conductuales
(relajación, reconocimiento de pensamientos ansiogénicos y de falta de
autoconfianza, búsqueda de alternativas útiles y entrenamiento en acciones
para resolución de problemas, técnicas para mejorar el sueño y trabajo en casa)
por profesionales entrenados en los centros de salud.
 Se aconseja la realización de talleres grupales basados en relajación y técnicas
cognitivas aplicables en los centros de salud.

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Fuentes bibliográficas

Gabbard, G. (2009). Trastornos de ansiedad. En Gabbard, G; Tratamientos de los


trastornos psiquiátricos; 1ª edición: Editorial Ars Médica; P. 156-167.

Gelder M; López J; Andreasen N; (2010). Trastornos de ansiedad. En Tratado de


psiquiatría. Tomo II. 1ª edición. Ars Médica. España; p. 935-989.

Kaplan H; Sadock B; (2010). Trastornos de ansiedad, en Sinopsis de psiquiatría.


Editorial médica panamericana, 8ª edición, Madrid España. p. 711-729.

López Ibor J. (2009). Trastornos de ansiedad, en DSM IV Manual diagnóstico y


estadístico de los trastornos mentales. Tomo II. 1ª edición. Masson S.A. Madrid; p.
477-543.

Stein D; Hollander E; (2006). Fenomenología del trastorno de angustia, en Tratado


de los trastornos de ansiedad. Ars Médica. 1ª edición, Madrid España. p. 291-301.

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