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HISTÓRICOS
REYES CATÓLICOS
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COMENTARIO DE TEXTOS
HISTÓRICOS
I. CLASIFICACIÓN DEL TEXTO.
Sin embargo Alfonso murió a los 3 años y los nobles rebeldes tuvieron cambiar
sus planes y volver a admitir a Enrique IV como rey pero buscando a todas tintas
seguir dominando la situación política centrándose en la hermanastra del rey,
Isabel, pensando que – aparte de sus ambiciones de sentarse en el futuro en el
trono – podría ser moldeable y afín a los deseos de la nobleza, por lo que forzaron
a Enrique IV a establecer por el presente Pacto a desheredar a su hija Juana y
reconocer a Isabel como princesa heredera. La excusa de no admitir a la hija de
Enrique IV como sucesora era porque la consideraban ilegítima, aunque dicho
aspecto era más fruto de un rumor malicioso que difundía que doña Juana,
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vulgarmente apodada la Beltraneja, era fruto de los amores de la reina y de don
Beltrán de la Cueva, pero el rey siempre la consideró como su hija legítima y en
la historiografía más reciente ya no se habla casi de una supuesta bastardía.
Sin embargo, la boda de Isabel con Fernando, el heredero del trono aragonés,
celebrada en 1469 en Valladolid y que no contaba con la aprobación del rey,
motivó el repudio de la Concordia por Enrique IV. El rey reconoció nuevamente
los derechos de su hija Juana en la Ceremonia de la Val de Lozoya (25 de
noviembre de 1470).
II. ANÁLISIS.
Continúa con la asignación a Isabel por parte del rey del Principado de Asturias
y las rentas de Ávila, Huete, Úbeda, Alcaraz, Molina, Medina del Campo y
Escalona y también una serie de rentas y derechos de jurisdicción.
Por su parte, Isabel se comprometía a casar “con quien el dicho señor rey acordare y
determinare” – una cláusula que sin duda Carrillo interpretaba como dirigida
contra Fernando – y que requería también del acuerdo y consejo de los
arzobispos, maestre y conde mencionados, reservándose también el rey el
derecho a proponer marido, aunque la princesa se reservaba el derecho a
rechazarlo.
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que “nin esta legítimamente casado con ella” por lo que se haría “divorçio e apartamiento
del dicho casamiento” enviándose nuevamente a Juana a Portugal.
III. CONCLUSIONES.
Es, pues, un capítulo más en esa incipiente guerra civil en Castilla puesto que
dicho capítulo representado en el documento, no se llegó a cerrar al romperse en
poco tiempo los acuerdos dictados en él, sobre todo por parte de Enrique II quien
volvió a nombrar heredera a su hija Juana tal como he comentado. El motivo que
aludió fue el enlace matrimonial de Isabel con Fernando aún cuando en el Pacto
de los Toros de Guisando se especificaba que la infanta Isabel se reservaba el
derecho a aceptar pretendiente que el rey propusiera. No le sirvió de mucho a
Enrique II volver a nombrar sucesora a su hija Juana pues a su muerte Isabel, en
una hábil estrategia política, se autoproclamó reina junto a su marido Fernando
en la llamada Concordia de Segovia impidiendo al resto de facciones a
reaccionar, pero iniciando una breve guerra civil entre los bandos.