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VIOLENCIA FAMILIAR ENTRE CÓNYUGES SEPARADOS (María Isabel

SOKOLICH ALVA(*))

La autora concuerda con el hecho de que en casación se haya establecido que la circunstancia de
separación de los cónyuges no implica imposibilidad material de episodios de violencia en la
pareja: si la ley comprende los hechos de violencia familiar entre excónyuges, quienes obviamente
no cohabitan, con mayor razón se debe incluir los supuestos de violencia entre cónyuges, convivan
o no.

CAS. N° 774-2010-LIMA

CAS. N° 774-2010-LIMA. Violencia Familiar. Lima, veintitrés de marzo del año dos mil once.- LA
SALA CIVIL TRANSITORIA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA REPÚBLICA;vista la
causa número setecientos setenta y cuatro guión dos mil diez en Audiencia Pública en el día de la
fecha y producida la votación con arreglo a ley, expide la siguiente sentencia. MATERIA DEL
RECURSO: Se trata del recurso de casación corriente de fojas ochocientos cincuenta y cuatro a
ochocientos setenta y ocho del cuaderno principal interpuesto el día veintiuno de enero del año dos
mil diez por Yu Ling Huang contra la sentencia de vista obrante de fojas ochocientos diecinueve a
ochocientos veinte, dictada el día veintisiete de noviembre del año dos mil nueve por la Primera
Sala Especializada de Familia de la Corte Superior de Justicia de Lima, que revoca la sentencia
obrante de fojas setecientos cincuenta y siete a setecientos sesenta y dos que declara fundada la
demanda y dispone las medidas de protección y reformándola declara infundada dicha
demanda. FUNDAMENTOS DEL RECURSO: Esta Sala Suprema por resolución de fecha catorce
de junio del año dos mil diez que corre de fojas cuarenta y cinco a cuarenta y siete del cuaderno
formado por este Supremo Tribunal, ha declarado procedente el recurso de casación por la causal
relativa a la infracción normativa procesal; alega la parte impugnante lo siguiente: a) La recurrida
infringe lo dispuesto en el artículo 2 incisos a) e i) y 3 inciso d) del Texto Único Ordenado de
la Ley número 26260, Ley de Protección Frente a la Violencia Familiar; toda vez que la Sala
Superior incurre en error de subsunción de los hechos a las glosadas normas cuando afirma que
no existe violencia familiar en razón a la separación de los cónyuges desde el año dos mil tres sin
tener en cuenta lo dispuesto en las normas antes citadas, omitiendo así analizar toda la prueba
documental que acredita que los actos de violencia familiar tuvieron el carácter de continuados y se
produjeron hasta el año dos mil seis conforme a las instrumentales de fojas cuatrocientos
diecisiete, cuatrocientos dieciocho y setecientos treinta y cuatro, no habiendo tenido en cuenta el
mérito de la Resolución Sub Prefectural número 418-2004 de fecha veintiocho de enero del año
dos mil cuatro, ni el Acta de Diligencia Externa de fecha seis de mayo del año dos mil cinco,
corrientes, respectivamente, a fojas doscientos cincuenta y nueve y setecientos treinta y nueve, en
virtud de la cual se le autorizó retomar al hogar conyugal como medida de protección inmediata,
soslayando asimismo la diligencia de ratificación de la Pericia Psicológica actuada en la audiencia
de fojas seiscientos cincuenta y ocho; b) La citada resolución infringe lo previsto por el artículo
139 inciso 3 de la Constitución Política del Estado afectando el derecho al debido
proceso, porque no se ha valorado la prueba aportada al proceso en forma adecuada, al no tener
en cuenta que los actos de violencia han sido continuados hasta el año dos mil seis y que el
demandado en abierto desacato al mandato cautelar se resistió al cumplimiento de dicha medida
impidiendo el ingreso de la recurrente al hogar conyugal, lo que a su vez dio origen al proceso
penal contra el mismo demandado por el delito contra la libertad, violación de la libertad y otros en
su agravio seguido ante el Vigésimo Tercer-Juzgado Penal de la Corte Superior de Justicia de Lima,
según instrumental obrante a fojas setecientos treinta y cuatro; y c) La resolución de vista
infringe el derecho a la tutela jurisdiccional efectiva, al no tenerse en cuenta la ratificación de la
Pericia Psicológica, careciendo de razonamiento que durante el proceso se le han concedido
medidas de protección inmediata a su favor, siendo estas confirmadas por la Sala Superior, no
obstante contradictoriamente se declara infundada la demanda, violándose el Principio de
Congruencia Procesal. CONSIDERANDO: Primero.- Que, a efectos de determinar si en el caso en
concreto se ha incurrido en la infracción normativa procesal en los términos propuestos, es
menester realizar las siguientes precisiones; Segundo.- Que, de la lectura de la demanda obrante
de fojas ciento setenta y cinco a ciento setenta y siete es de verse que la Fiscalía Provincial de
Familia de Lima por escrito presentado el cinco de enero del año dos mil cinco acorde a lo previsto
por el artículo 21 incisos a, b y d del Texto Único Ordenado de la Ley de Protección Frente a la
Violencia Familiar, Ley número 26260 solicita el cese de la violencia ejercida por Walter Lee bajo la
modalidad de maltrato psicológico en agravio de su cónyuge Yu Ling Huang; sostiene que el día
uno de octubre del año dos mil cuatro se recepcionaron los actuados remitido por la Segunda
Fiscalía de Prevención del Delito respecto a los maltratos psicológicos practicados por el
demandado Walter Lee adjuntando la investigación preliminar y el Protocolo de Pericia Psicológica
número 049024-2004-PSC practicado a la agraviada; Tercero.- Que, el demandado Walter Lee
contesta la demanda según escrito corriente de fojas ciento noventa y cinco a doscientos; alega
que es falso que haya incurrido en maltratos psicológicos pues no ve a la agraviada desde que
esta abandonó el hogar conyugal con fecha veinte de mayo del año dos mil tres, existiendo
imposibilidad física; agrega que el afectado con este problema es su menor hijo Andrés Saufa Lee
Huang de diez años de edad; Cuarto.- Que, el Primer Juzgado Transitorio de Familia Tutelar de la
Corte Superior de Justicia de Lima por sentencia contenida en la Resolución número 65 obrante de
fojas setecientos cincuenta y siete a setecientos sesenta y dos dictada el día veintiocho de abril del
año dos mil nueve declara fundada la demanda y dispone las medidas de protección a favor de la
agraviada; considera que para los efectos de evaluar el maltrato sicológico sufrido por la agraviada
se ha apreciado el Protocolo de Pericia Psicológica número 049024-2004-PSC obrante de fojas
ciento sesenta y seis a ciento sesenta y ocho, así como la ratificación del mismo suscrito por las
Licenciadas en Psicología Ruth Marylinda Ostos Mariño y Jenny Giovanna Quilca Guzmán,
quienes en el acto de la audiencia única reconocen el referido documento; Quinto.- Que, por
escrito corriente de fojas setecientos sesenta y siete a setecientos sesenta y nueve el demandado
Walter Lee apela de la precitada resolución; indica que en ninguna parte de la sentencia se ha
precisado cuáles son los actos materiales concretos en que habría incurrido para atribuírsele la
supuesta comisión de actos de violencia familiar, situación que afecta el debido proceso y el
Principio de la Invocación de los Hechos a Cargo de las Partes; afirma que se ha invocado el
Protocolo de Pericia Psicológica número 049024-2004-PSC sin tener en cuenta que los rasgos de
personalidad independiente e inmadura de la presunta agraviada no son imputables a su
persona; Sexto.- Que, la Sala Superior por resolución obrante de fojas ochocientos diecinueve a
ochocientos veinte dictada el día veintisiete de noviembre del año dos mil nueve revoca la apelada
y reformando la misma declara infundada la demandada incoada; considera que la causa principal
del conflicto familiar suscitado entre los justiciables obedece a razones de carácter patrimonial al
encontrarse en disputa, entre otros, el bien inmueble conyugal sito en la avenida Arequipa número
cinco mil doscientos cincuenta y cinco del distrito de Miraflores, no existiendo medio probatorio
alguno que evidencie la supuesta agresión psicológica que estaría impartida por el demandado,
tanto más si ambos cónyuges se encuentran separados desde el año dos mil tres; respecto a la
evaluación psicológica practicada a la presunta agraviada según la cual se concluye que presenta
“personalidad con rasgos dependientes e inmaduros y reacción ansiosa situacional”, señala al
respecto que tales rasgos resultan ser consecuencia misma de la problemática familiar originada a
consecuencia de las discordias por la administración de los bienes que pertenecen a la sociedad
conyugal, no existiendo medio probatorio alguno que apoye los cargos que se le han
atribuido; Sétimo.- Que, sobre el particular debe precisarse que conforme lo señala el artículo 2 del
Texto Único Ordenado de la Ley número 26260, “Ley de Protección Frente a la Violencia Familiar”,
se entenderá por Violencia Familiar cualquier acción u omisión que cause daño físico o sicológico,
maltrato sin lesión, inclusive la amenaza o coacción graves y/o reiteradas, así como la violencia
sexual que se produzcan entre cónyuges así como entre quienes hayan procreado hijos en común,
independientemente que convivan o no al momento de producirse la violencia acorde a lo previsto
en los incisos a) e i) de la acotada Ley, constituyendo política permanente del Estado la lucha
contra toda forma de violencia familiar conforme a lo establecido en el artículo 3 inciso d) de la ley
invocada, debiendo establecerse procesos legales eficaces para las víctimas de Violencia Familiar
caracterizados por el mínimo de formalismo con la tendencia a brindar medidas cautelares y
resarcimiento por los daños y perjuicios causados, así como facilitar la atención gratuita en los
reconocimientos médicos requeridos por la Policía, Ministerio Público o Poder
Judicial; Octavo.- Que, en el presente caso, respecto a las alegaciones contenidas en el
punto a) se aprecia que la Sala Superior determina que la causa principal del conflicto familiar
obedece a razones de carácter patrimonial al encontrarse en disputa entre otros el inmueble
ubicado en la avenida Arequipa número cinco mil doscientos cincuenta y cinco - Miraflores, no
existiendo medio probatorio alguno que evidencie la supuesta agresión psicológica que estaría
sufriendo la agraviada, tanto más si conforme se advierte ambos cónyuges se encuentran
separados desde el año dos mil tres, argumentación que estando a lo anteriormente expuesto
colisiona con lo dispuesto por el artículo 2 inciso i) del Texto Único Ordenado de la Ley número
26260, “Ley de Protección Frente a la Violencia Familiar” que prescribe “la violencia producida
entre cónyuges así como entre quienes hayan procreado hijos en común, independientemente que
convivan o no al momento de producirse la misma”, configurándose la infracción normativa
procesal de dicha norma; siendo esto así, carece de objeto pronunciarse sobre los demás
extremos denunciados por la recurrente; fundamentos por los cuales y en aplicación de lo
dispuesto por el artículo 396 inciso 1) del Código Procesal Civil; declararon: FUNDADO el recurso
de casación interpuesto por Yu Ling Huang por la causal de infracción normativa de carácter
procesal, consecuentemente CASARON la sentencia de vista obrante de fojas ochocientos
diecinueve a ochocientos veinte dictada por la Primera Sala Especializada de Familia de la Corte
Superior de Justicia de Lima; ORDENARON a la Sala Superior emita nuevo
fallo; DISPUSIERON la publicación de la presente resolución en el Diario Oficial El Peruano, bajo
responsabilidad; en los seguidos por el Ministerio Público contra Walter Lee sobre Violencia
Familiar en agravio de Yu Ling Huang; y los devolvieron. Ponente Señora Valcárcel Saldaña, Jueza
Suprema.

SS. TICONA POSTIGO, ARANDA RODRÍGUEZ, PALOMINO GARCÍA, VALCÁRCEL


SALDAÑA, MIRANDA MOLINA

(El Peruano, 02/08/2011, pp. 30985-30986).

ANÁLISIS Y CRÍTICA JURISPRUDENCIAL

INTRODUCCIÓN

El objetivo fundamental de la Ley de Protección Frente a la Violencia Familiar ha sido desde su


vigencia el “cese” de la violencia intrafamiliar, lo que posibilita el restablecimiento de la paz y
tranquilidad en muchos hogares convulsionados; en aras de cumplir con dicho objetivo la norma ha
sido objeto de diversas modificaciones toda vez que el interés general ha sido afrontar la
problemática eficazmente. Con dicha finalidad es que se expiden las siguientes normas: Ley N°
26763 de fecha 25 de marzo de 1997; Texto Único Ordenado de la Ley N° 26260 de fecha 25 de
junio de 1997; Ley N° 27016 de fecha 20 de diciembre de 1998; Ley N° 27306, de fecha 15 de julio
de 2000, Ley N° 27982 de fecha 29 de mayo de 2003; y, Ley N° 29282 de fecha 27 noviembre
2008.

La sentencia casatoria hace énfasis en tres aspectos trascendentes de la Ley de Protección


Frente al Violencia Familiar, como son: 1) qué actos deben reputarse como violencia familiar; 2)
quiénes pueden ser considerados como sujetos activos o pasivos de violencia intrafamiliar; y, 3) de
qué forma deben tramitarse las causas de violencia familiar a fin de propender a la eficacia de la
ley, y, por ende, coadyuvar al cese de la violencia; dichos aspectos son los que a continuación
procederemos a analizar.

I. ¿QUÉ ACTOS DEBEN ENTENDERSE COMO VIOLENCIA FAMILIAR?

La Ley de Protección Frente a la Violencia Familiar data de diciembre de 1993 y en su texto


original solo consideraba a los actos de maltrato físico y psicológico, por acción, como sus
manifestaciones; sin embargo, la realidad demostró dos hechos inobjetables: a) la violencia
también se podía materializar por omisión; esto es, por “dejar de hacer” bien sea por descuido,
olvido o negligencia; y, b) además del maltrato físico y psicológico existían otras modalidades de
violencia que igualmente atentaban contra la integridad y libertad de la víctima.

Es así que por Ley N°publicada el 25 de marzo de 1997, se amplía la noción de violencia
familiar a efectos de entenderse como tal a “cualquier acción u omisión que cause daño físico o
psicológico, maltrato sin lesión, inclusive la amenaza o coacción graves”. Posteriormente, por Ley
N°27306, publicada el 15 de julio de 2000, nuevamente se amplía el artículo 2 del Texto único
Ordenado de la Ley N°a fin de establecer como violencia familiar “cualquier acción u omisión que
cause daño físico o psicológico, maltrato sin lesión, inclusive la amenaza o coacción graves y/o
reiteradas, así como la violencia sexual”.

Como es de advertir, el legislador peruano incluyó al maltrato sin lesión, violencia sexual y
amenazas o coacciones graves y/o reiteradas como otras manifestaciones de violencia familiar. El
Perú es el único país de América Latina que comprende en forma expresa al maltrato sin lesión; su
referente legislativo es el artículo 442 del Código Penal relativo a Faltas contra la Persona. Resulta
importante destacar que si bien la norma establece como circunstancia agravante, desde la
perspectiva penal, el hecho de que el sujeto activo de la falta sea el “cónyuge o concubino”, lo
cierto es que dicha norma debería modificarse a fin que se comprenda a todos los enunciados por
el artículo 2 del Texto único Ordenado de la Ley N° 26260.

Una preocupación importante es el hecho que del análisis de las estadísticas de las denuncias
formuladas en los últimos años por violencia familiar, el maltrato sin lesión no aparece, al
restringirse las modalidades denunciadas al maltrato físico, maltrato psicológico, o la combinación
de ambos. Cabría preguntarse, ¿es que acaso en el país no existen casos de maltrato sin lesión?
Si la respuesta es negativa, entonces llegaríamos a la conclusión de que su incorporación en la
Ley fue innecesaria.

El maltrato sin lesión, en sentido estricto, alude a la existencia de actos de violencia que no
causan daño a la integridad de quien los sufre, esto es, no dejan huellas visibles capaces de ser
diagnosticadas y cuantificadas; sin embargo, estando a que el Reglamento de la Ley no prevé
nada al respecto, cabría reflexionar si la voluntad del legislador fue incorporar el maltrato sin lesión
en su sentido estricto o es que el propósito fue subsumir en este otras conductas que siendo
igualmente muestras de violencia no dejan lesión visible, como por ejemplo, el incumplimiento de la
obligación alimentaria, de los roles parentales, del cuidado a los adultos mayores, entre otras.

Respecto de las amenazas o coacciones, cabe señalar que constituye un avance el hecho que
no se requiera que aquellas sean “graves” a fin de posibilitar el derecho de acción de la víctima, de
tal forma que la sola repetición de dichas conductas es presupuesto suficiente para accionar. La
violencia sexual debe entenderse como cualquier acción que vulnera la integridad sexual de una
persona, sea por la ausencia de consentimiento o el uso de la fuerza. La Convención
Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia Contra la Mujer, denominada
“Convención de Belém Do Pará”, prevé que la violencia contra la mujer incluye la violencia física,
sexual y psicológica, entre otros, en caso que tenga lugar dentro de la familia o Unidad doméstica o
en cualquier otra relación interpersonal, ya sea que el agresor comparta o haya compartido el
mismo domicilio que la mujer, y que comprende, entre otros, violación, maltrato y abuso sexual.

Siendo este el panorama actual, es de colegir que la intención del legislador es abarcar todas
las posibles expresiones de violencia intrafamiliar a fin de efectivizar el ejercicio del derecho de
acción, expresado en la formalización de una denuncia o la interposición de demanda y no
favorecer la impunidad. Debemos recordar que por Ley N° 29282 se incorporó al Código Penal el
delito de lesiones graves y leves por violencia familiar; por lo tanto, es de suma importancia la
correcta calificación de las denuncias.

II. ¿QUIÉNES PUEDEN SER CONSIDERADOS COMO SUJETOS ACTIVOS O PASIVOS


DE VIOLENCIA INTRAFAMILIAR?

Acorde a la denominación de la ley, podría pensarse en forma errónea que las únicas personas
pasibles de ser comprendidas como sujetos activos o pasivos de violencia familiar son las que
conforman una familia, sea en sentido “restringido” o “amplio”; no obstante, la realidad social obligó
al legislador a ampliar el marco de aplicación de la Ley más allá del grado de parentesco por
consaguinidad o afinidad. Así, de considerarse únicamente a los cónyuges, convivientes o
personas que hayan procreado hijos en común aunque no convivan y, de padres o tutores a
menores de edad bajo su responsabilidad, se ha pasado a comprender a los siguientes: cónyuges,
excónyuges, convivientes, exconvivientes, ascendientes, descendientes, parientes colaterales
hasta el cuarto grado de consanguinidad y segundo de afinidad, a quienes habitan en el mismo
hogar siempre que no medien relaciones contractuales o laborales, a quienes hayan procreado
hijos en común, independientemente que convivan o no al momento de producirse la violencia y a
los parientes del conviviente hasta el cuarto grado de consanguinidad y segundo de afinidad.

Sobre el tema, son dos los hechos a resaltar: 1) que, el legislador parte de la premisa de que no
es necesario que exista vínculo de pareja subsistente (matrimonio-unión de hecho) para que se
susciten incidentes de violencia entre los que conforman o conformaron la relación de pareja,
incluidos los parientes; 2) que, el habitar en un mismo hogar, al margen de la existencia de vínculo
familiar, a excepción del vínculo contractual o laboral, es presupuesto determinante para accionar;
y, 3) que, no es indispensable la “convivencia” entendida como vivir bajo un mismo techo, para que
se produzcan incidentes de violencia intrafamiliar.

Esto último es lo que resalta la sentencia casatoria; en efecto, según se infiere del considerando
octavo, el argumento por el cual la Sala Suprema declara fundado el recurso de casación, y, por
ende, casa la sentencia de vista y ordena que la Sala Superior de Familia emita un nuevo fallo,
consiste en que la circunstancia de separación de los cónyuges no implica imposibilidad material
de episodios de violencia en la pareja.

Es importante enfatizar, que desde el momento en que la Ley especializada comprende a los
“excónyuges”, esto es, a aquellos que estuvieron unidos por un vínculo matrimonial disuelto al
momento de la ocurrencia de los hechos de violencia, que por obvias razones se entiende “no
cohabitan”, con mayor razón se debe sopesar la posibilidad de actos de violencia en cualquiera de
sus manifestaciones entre cónyuges, convivan o no, más aún lo previsto por el inciso a) del artículo
2 del TUO de la Ley Nº 26260.

Igual razonamiento opera tratándose de aquellos que han procreado hijos en común, por cuanto
podría darse la circunstancia de que nunca existió convivencia; empero, se producen hechos de
violencia entre los padres, en este caso exigirse el requisito de la convivencia implicaría negar a las
partes tutela procesal, con el agravante de que son los hijos los que finalmente sufren directa o
indirectamente las consecuencias de la violencia.

En teoría, la separación de hecho o de derecho de la pareja debe incidir, entre otros, en la no


existencia de nuevos actos de violencia; no obstante, la realidad demuestra que a pesar de la
separación pueden producirse nuevas agresiones motivadas por desacuerdos respecto de la
tenencia y custodia de los hijos, régimen de visitas, pensión alimenticia, administración de bienes,
etc., que ameritan la investigación correspondiente y posterior acción judicial.

III. ¿DE QUÉ FORMA DEBEN TRAMITARSE LAS CAUSAS DE VIOLENCIA FAMILIAR A
FIN DE PROPENDER A LA EFICACIA DE LA LEY Y COADYUVAR AL CESE DE LA
VIOLENCIA?

El inciso d) del artículo 3 del TUO de la Ley Nº 26260 prevé que una de las manifestaciones de
la lucha emprendida por el Estado contra toda forma de violencia familiar es el establecimiento de
procesos legales “eficaces” caracterizados por lo siguiente: a) mínimo de formalismo; b) tendencia
a brindar medidas cautelares; y, c) resarcimiento por los daños y perjuicios causados.
Aludir a un proceso legal eficaz, más aún estando de por medio la integridad e incluso la vida de
una víctima de violencia familiar supone: a) el otorgamiento de medidas de protección efectivas; b)
desarraigar en el más breve plazo la violencia; c) beneficiar a la víctima, su familia y hasta al
agresor(a) con tratamiento terapéutico especializado; d) resarcir el daño causado; y, e) garantizar
el derecho de la víctima a una pensión alimenticia, en caso de ser necesario.

Cuando el legislador se refiere al “mínimo de formalismo” en modo alguno deja abierta la


posibilidad de vulneración del debido proceso que garantiza la Norma Fundamental como principio
y garantía de la administración de justicia, de observancia obligatoria en todo tipo de proceso
judicial e incluso en instancia administrativa; sino, que se resalta la necesidad de que los procesos
de violencia familiar sean tramitados con celeridad y sin mayores exigencias que las que resulten
necesarias para cumplir los objetivos precedentemente citados.

Con relación a las medidas de protección, corresponde señalar que el artículo 10 del TUO de la
Ley N°estipula la obligación del fiscal de dictar bajo responsabilidad, en el plazo de 48 horas, se
entiende de conocidos los hechos, las medidas de protección necesarias a fin de salvaguardar la
integridad de la víctima. Fue por Ley N° 29282, publicada el 27 de noviembre de 2008, que se
modificó la norma a fin de enunciar las medidas de protección factibles de ser otorgadas, entre
estas: el retiro del agresor del domicilio, prohibición de comunicación, acercamiento o proximidad a
la víctima en cualquier forma, suspensión temporal de visitas, inventarios sobre sus bienes,
suspensión del derecho de tenencia y porte de armas; sin embargo, es propicio recordar que desde
la vigencia de la Ley se ha establecido que la enumeración de las medidas de protección “no es
limitativa” lo que legitima al Fiscal de Familia otorgar otras medidas de protección que a su criterio
sean necesarias para el cumplimiento del objetivo antes citado. Las medidas cautelares
corresponden ser dictadas por la autoridad jurisdiccional, las que acorde a ley deben tramitarse
como medidas anticipadas fuera de proceso.

El resarcimiento del daño causado como consecuencia de actos de violencia familiar merece
una especial reflexión. La Constitución Política del Estado en el numeral 1) del artículo 2 consagra
como derecho fundamental de la persona su integridad moral, psíquica y física. El derecho a
la integridad, a decir del Tribunal Constitucional, es un atributo indesligablemente vinculado con la
dignidad de la persona, y con los derechos a la vida, a la salud, a la seguridad personal y al libre
desarrollo y bienestar; su importancia es de tal magnitud que el apartado h) del numeral 23 del
artículo 2 de la Constitución ratifica que “nadie debe ser víctima de violencia moral, psíquica o
física, ni sometido a tortura o a tratos inhumanos o humillantes”. En dicho contexto, estando a que
todo acto de violencia familiar presupone la afectación de la integridad de la víctima, la
indemnización debe ser coherente con el daño causado. De allí la importancia de la debida
valoración del caudal probatorio aportado al proceso y del rol que corresponde al juez como
director del proceso.

Debemos subrayar que todo episodio de violencia familiar deja huellas, a veces no perceptibles
para los sentidos, que de no ser frenadas y atendidas oportunamente pueden acarrear incluso
hasta la autoeliminación de la víctima. La solución al problema es transversal toda vez que
involucra, además de los operadores de justicia, al Estado y a la sociedad en su conjunto;
bastantes iniciativas legislativas se han formulado con la finalidad de lograr la eficacia de la ley; no
obstante, debemos ser conscientes de que nada se logrará si es que todos los esfuerzos se
centran en el abordaje del problema, dejándose de lado la prevención, tan importante desde el
primer día que el niño acude a la escuela, a fin de cumplir el ideal de que la sociedad del mañana
y, por lo tanto, nuestras futuras generaciones, nazcan, crezcan y se desarrollen en un país sin
violencia

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