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El gótico es un estilo arquitectónico que imperó en Europa durante buena parte de la Edad
Media, dándose su origen en Francia a mitad del siglo XII y perdurando por buena parte del
continente hasta bien entrado el siglo XVI. En la arquitectura, lo vemos especialmente
plasmado en decenas de catedrales que ostentan orgullosamente este estilo, y que se han
convertido en las más bellas del mundo.
El principal rasgo de este estilo arquitectónico radica en una nueva base para la iglesia,
llamada bóveda de crucería, en las elevadas torres que hacían de la fachada un alarde de
personalidad y del interior un lugar mucho más iluminado para que los fieles pudieran
sentirse a salvo de los peligros que sucedían fuera del templo.
Nacen así las catedrales con grandes y espectaculares vidrieras y rosetones que aún
perduran dejando boquiabiertos a los visitantes. Es prácticamente imposible elegir entre las
diversas muestras de arte de este estilo que podemos encontrar en muchas ciudades, pero
La escultura gótica es el estilo escultórico que corresponde al periodo gótico del arte occidental, y por tanto
se extiende desde finales del siglo XII hasta comienzos del siglo XV por la Europa Occidental cristiana. Este
estilo que permaneció durante tres siglos aproximadamente en apogeo, nació en dos lugares de gran prestigio
religioso, político y cultural la Basílica de Saint Denis y la catedral de Chartres pertenecientes a la Isla de
Francia.1
Fue un tipo de escultura que evolucionó a partir de la románica y que más adelante se «disolvió» en lo que
sería la escultura del renacimiento y el manierismo. Durante el renacimiento —cuando los valores clásicos
fueron reconsiderados de nuevo—, la escultura de los siglos inmediatamente anteriores era considerada como
grosera y basta y se la llamó «gótica», ya que se creía que era fruto de la cultura de los godos, unos bárbaros
responsables de la desaparición del Imperio romano. Pero nunca los que vivieron en la época gótica hicieron
servir esta denominación, ni mucho menos, se consideraban bárbaros. Al contrario, la aparición del arte
gótico fue visto como una innovación y fue nombrado opus modernum ( obra moderna), siendo la escultura
una de sus expresiones más importantes. Sin embargo, esta valoración negativa se prolongó hasta mediados
del siglo XIX, cuando surgió un movimiento revivalista, llamado neogótico, que hizo recuperar sus valores. A
pesar de saber que el arte gótico no tenía nada que ver con los godos, se mantuvo el nombre, seguramente,
por tantos años de uso.23
La escultura gótica nació estrechamente vinculada a la arquitectura, como se observa en la decoración de las
grandes catedrales y otros edificios religiosos, pero con el tiempo fue ganando independencia. Durante una
primera etapa se cultivó un estilo austero, estilizado, de proporciones alargadas y con una apariencia general
hierática, que quería transmitir espiritualidad, alejándose de la anatomía real de un cuerpo. Pero pronto
evolucionó hacia un naturalismo más grande, hacia el realismo, a partir de una absorción progresiva de
influencias clásicas y una observación más profunda de la naturaleza. A pesar de tratarse de forma
independiente, la escultura gótica, incluso en sus etapas finales, continuó estando integrada a la decoración
arquitectónica.24
La historia de la escultura gótica aún tiene puntos oscuros. En algunas épocas hubo una destrucción masiva
de monumentos y obras de arte medievales, como por ejemplo durante el movimiento iconoclasta que
acompañó la Reforma protestante, y durante la Revolución Francesa. Por tanto, la determinación de la
cronología, la genealogía y la distribución y propagación geográfica del estilo presenta muchos vacíos difíciles
de llenar. Hay que añadir que cuando el gótico fue bien valorado, a partir de la segunda mitad del siglo XIX,
por desconocimiento, se hicieron restauraciones inadecuadas en muchos monumentos. A pesar de estos
problemas, existe una gran colección de esculturas esparcidas por toda Europa, lo que demuestra la intensa
producción de los artistas de la época.5
sagrados, una reserva que había sido heredada de la religión judía que prohibía la creación de imágenes de
culto, por temor de caer en la idolatría. Una orden explícita contra este tipo de representación provenía de
los Diez mandamientos, ya que el tercero de ellos determina: No tendrás otros dioses delante de mí. Por otra
parte, la antigua tradición clásica pagana, que proporcionaba los elementos esenciales para la formulación de
la nueva fe, estaba completamente a favor de la representación de los dioses. Estas dos tendencias se
mantuvieron en fricción constante durante toda la Edad Media. Una de las primeras declaraciones a favor de
la representación cristiana vino del papa Gregorio Magno quien, hacia el año 600, en cartas al obispo
de Marsella definió los principios a seguir. El papa decía que, al igual que en las cosas materiales, las
imágenes no debían ser adoradas pero tampoco destruidas, porque la representación de escenas de la
historia sagrada y de personajes bíblicos eran útiles para la enseñanza de la doctrina a la masa analfabeta,
«que podían leer en ellas lo que no son capaces de leer en los libros», y su contemplación podía conducir a la
contemplación de Dios. Gregorio tuvo que apelar al punto de vista de Basilio de Cesarea que, siglos antes,
afirmaba que «la honra dada a la imagen asciende a su prototipo».
La declaración gregoriana, impulsada por un papa considerado un sabio —más tarde elevado a la condición
de Doctor de la Iglesia, lo mismo que Basilio— junto con la contribución de Juan Damasceno, fueron unos
argumentos poderosos en la cuestión iconoclastia, cuestión que agitaba a los cristianos desde sus orígenes y
que se fue fortaleciendo durante el Imperio Bizantino. Aunque el asunto fue resuelto oficialmente el año 787,
durante el Segundo Concilio de Nicea, cuando se legalizó la veneración de imágenes, el debate continuó a lo
largo de los siglos siguientes, donde otros prelados escribieron en defensa del arte religioso. Especialmente
vinculados a la aparición del gótico aparecieron los escritos de Pseudo Dionisio Aeropagita, un autor con una
base platónica a través de Plotino, un neoplatónico muy respetado en Francia durante los siglos IX-X, y que
influyó sobre el abad Suger, fundador de la primera iglesia gótica. En este punto, el problema iconoclasta ya
fue superado finalmente por una serie de aportaciones teóricas y el arte religioso se consolidó
definitivamente.67
Caracterización[editar]
Comienza siendo tan dependiente del marco arquitectónico como en el periodo románico, con
paulatinos cambios: el abandono de los capiteles para los relieves narrativos que pasan a ser
soportes decorativos la mayoría de las veces muestran fauna y flora de la región;
las arquivoltas de los pórticos pasan de ser decoradas en sentido radial para serlo en el
sentido de los arcos (ahora apuntados); el altar mayordispondrá de retablos cada vez más
complejos, que pueden ser pictóricos o escultóricos habitualmente de madera policromada, sin
olvidar que la policromía acompañaba también a la escultura en piedra. Las esculturas de
bulto redondo empiezan a independizarse de las paredes y a hacerse cada vez más
autónomas. Las adosadas a las columnas y parteluces se hacen más esbeltas y dinámicas.
Se considera a las del pórtico oeste (el llamado real) de la catedral de Chartres (hacia 1145) el
ejemplo más temprano del gótico, y significaron una revolución en el estilo y un modelo para
generaciones de escultores, que parecen provenir, en la gran mayoría, de la región
de Borgoña. La influencia de los modelos clásicos se evidencia en el tratamiento de los
pliegues de las túnicas como en el grupo de la Visitación de la catedral de Reims.8
André Malraux hizo uno de los análisis mejores sobre la Virgen de la Visitación de esta
catedral:
escultor pasa necesariamente por la nariz derecha de las estatuas antiguas para llegar a la línea
sensible de la Virgen. Tampoco el hueco de la nuca ni sobre todo la línea prominente de la frente: es el
ángulo de la frente y la nariz, que reemplaza al paralelismo antiguo (casi invisible de la frente) lo que
hace que la Virgen pierda un aspecto de patricia cuando se la rodea. La nariz deja entonces de ser el
eje vertical sobre el que se construye la cara; y la mirada es sugerida por la masa vertical de la frente, a
pesar de la técnica romana de los ojos globulares. Este perfil francés busca en la antigüedad solamente
lo que el Maestro de la Coronación encontraba en la amplitud de su dibujo y el Maestro de los Ángeles
en la sonrisa: un medio de despersonalización.9
Expresión de dolor y lamentaciónen uno de los ángeles del Llanto sobre el cuerpo de Cristo, pintura
muralrealizada por Giotto (h. 1266-1337) en la Capilla de los Scrovegni de Padua.
Pintura mural[editar]
Madonna con ángeles y San Francisco, obra de Cimabue, hacia 1280, pintura al fresco ejecutada en la
iglesia inferior de Asís.
La pintura mural o frescos siguieron usándose como el principal medio para la narración
pictórica en las paredes de las iglesias en el Sur de Europa, especialmente en Italia, como una
continuación de las tradiciones cristiana y románica anteriores. Fuera de Italia no se cultivaron
mucho. Italia, apegada a la forma basilical de las iglesias, conservó mayor extensión en los
muros para las pinturas y mosaicos que narran historias religiosas.
En la Toscana, las escuela sienesa y florentina, con el Giotto como el más grande de los
pintores del Trecento, continuaron la tradición de la gran pintura mural, ya que la arquitectura
gótica no llegó a echar raíces en Italia como en Francia. Esta pintura toscana del Trecento,
siendo plenamente gótica, anticipa ya el Renacimiento. Los nombres más destacados
fueron Cimabue y Giotto.
]
Vitral de la cabecera de la Iglesia de San Pedro de Caen (Siglo XIII). Normandía, Francia.
Frente a lo que ocurre en Italia, en el norte de Europa, las vidrieras fueron el arte preferido
hasta el siglo XV. El desarrollo de la Arquitectura gótica con la progresiva sustitución del muro
por grandes ventanales con vitrales de colores que permiten el paso hacia el espacio interior
de una luzpolícroma y matizada, implicó, en las grandes catedrales góticas de Francia, a la
práctica desaparición de la pintura mural que se había desarrollado ampliamente en los muros
de las iglesias románicas.
El muro translúcido fue el primer espacio propio o ámbito donde se desarrollaron las artes
del dibujo y del color en el Gótico. Durante la Baja Edad Media el arte de los vitrales de
las catedrales e iglesias se desarrolló, en Europa, paralelamente con la arquitectura gótica, la
cual se caracterizaba por la altura de sus naves y la audacia de sus estructuras con bóvedas
de crucería que se apoyaban en esbeltos soportes y arbotantes para transmitir al suelo
el peso y el empuje de las bóvedas, liberando de las funciones resistentes a los muros de los
edificios que progresivamente fueron sustituidos por ventanales y tracerías o encajes de
piedra con vitrales de color.
En una primera etapa los colores son vivos y saturados, el plomo delimita las formas, las
cuales son delineadas con precisión para poder ser vistas a través de la irradiaciónluminosa
de la vidriera, ello conduce a la tendencia de descomponer la vidriera en medallones, nichos u
otro tipo de compartimentos. Las vidrieras revelan, más que ningún otro arte, el componente
irrealista y artificial del arte gótico.
A mediados del siglo XIII se produce una modificación profunda de la gama de colores ya que
los fondos incoloros se asocian a los tonos quebrados de las escenas y figuras. Con una
gama potente pero restringida, las menudas figuras humanas se hacen más agitadas y libres.
En la Iglesia de San Urbano de Troyes (hacia 1270) o en las vidrieras de medio punto de la
catedral de Beauvais, es donde se dan los mejores ejemplos de estas innovaciones.
En el siglo XIV, tras el descubrimiento del amarillo de plata los vitrales ganan en ligereza,
llenándose de un preciosismo dorado que antes nunca tuvieron. En Normandía, en el coro de
Saint-Ouen de Ruan y en la Catedral de Évreux se hallan las vidrieras más bellas. El arte de
las vidrieras culmina en un estilo exquisito de una calidad igual o superior a las obras
maestras de la miniatura. En la cuenca del Loira, en Champaña o en Alsacia se completa el
panorama de las vidrieras en Francia, culminando en las naves laterales de la Catedral de
Estrasburgo.
En Inglaterra destaca la gran ventana occidental de la catedral de York. En España, las
vidrieras más destacadas son las de la catedral de León.
Anónimo, San Bernardo de Claraval, Inicial de la letra B en un manuscrito del Siglo XIII.