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EL CASTIGO Y SU EVOLUCIÓN, SEGÚN LA CONCEPCIÓN DIVINA DE

JUSTICIA EN LAS OBRAS “LA TEOGONÍA” Y “LOS TRABAJOS Y LOS DÍAS”


DE HESIODO

Para empezar hay que decir que la justicia debe entenderse como un factor de
legitimación de lo natural permeado fundamentalmente por un círculo constante de
perfeccionamiento, siendo la justicia como tal, la aptitud fundamental de un pueblo
o comunidad. Este concepto, que nace de la necesidad de una sociedad igualitaria,
ve a su vez, en el castigo, la forma más viable para hacer valer su ley, teniendo en
cuenta que esa ley es previamente estructurada por el organismo de poder de la
misma comunidad ya sea político, religioso o dictatorial. Esta idea de justicia es
abordada ya desde la Grecia antigua por poetas como Hesíodo quien fue uno de
los primeros pensadores griegos en buscar el sentido pleno a la cuestión de la
justicia en el marco de la sociedad, pues precisamente la justicia es la que enmarca
y define los límites que deben orientar a sus habitantes; sin embargo, cuando los
habitantes que hacen parte de determinado pueblo no se moldean al marco
establecido de normas y comportamiento, ciertamente existen represalias contra
dicho individuo para castigar o reeducar, equilibrando el orden de la misma.

Asì pues, los griegos de la antigüedad, decían haber aprendido lo relacionado con
lo justo por medio de los dioses, pues ellos lo habían enseñado; en el caso por
ejemplo de Homero y Hesíodo mediante la inspiración, y este origen de los
principios era recibido como ley puesto a que debían tener un estricto cumplimiento
y debían ser observados por todos, en cierto modo para tratar de agradar a los
dioses, además, al implantar y seguir aquellas normas era al mismo tiempo un modo
de sacar la maldad que venía ya en la condición humana y cambiarla por la dike,
que era la justicia divina; pues la justicia era aprendida directamente de los
comportamientos de sus dioses; justificando además bajo esta idea, varios de los
castigos que se impartían entre ellos mismos, pues a diferencia de los romanos que
tenían como castigo mayor privar de agua y fuego, ellos arrebataron a sus acusados
la libertad y en ocasiones los obligaban a beber algún veneno para privarlos de la
vida, estableciendo sobre estas bases un orden.
Esta idea de castigo o aprehensión para establecer un orden o justicia como lo
afirma David Garland, sigue siendo importante en nuestros días en la medida en
que bajo determinado orden de normas y principios, se permite regir de forma
equitativa las acciones de los hombres, distinguiendo lo que se podría considerar
bueno o malo y lo que es permitido de lo prohibido en una sociedad determinada.

Así pues, en la obra de Hesíodo se puede observar como el castigo está presente
desde “la teogonía” hasta “Los trabajos y los días”, las cuales, basadas en las
epopeyas homéricas adquieren su propia virtud moralizante al enmarcar el castigo
como medio principal productor de orden. Teniendo en cuenta esto, aún queda la
interrogante del porqué esta idea de castigo es concebida por Hesiodo como la
mejor forma de restablecer el orden y cuál ha sido su evolución en pro de una
sociedad equitativa. Para darle respuesta a esto se hará un análisis de las obras
citadas anteriormente de Hesiodo haciendo un recorrido por los mitos que explican
la idea de justicia basada en la dike cósmica.
En la teogonía descrita por Hesiodo se puede evidenciar el primer acto de castigo,
el cual fue efectuado primeramente en el mundo divino de los dioses cuando
Cronos, titán del tiempo, y a quien no le importa maquinar planes ruines contra su
padre Urano para conseguir el poder y confabulado con su madre Gea, corta con
una hoz los genitales de su progenitor. Si bien, Hesiodo en calidad de Aedo le
concede a Cronos el papel de verdugo y el candidato más apto para tomar el poder,
no significa que éste represente la justicia, ni siquiera que la comprenda, ya que es
Gea la primera en sentir la necesidad de una ecuanimidad, siendo a su vez la única
que sufre al no poder parir a sus hijos viviendo una constante inequidad entre su
dolor y el placer de Urano que vivía en continua copulación, por lo que ésta planea
el primer castigo, el cual, más que premeditado se lleva a cabo debido a una
necesidad de igualdad sin contar aún con una plena consciencia de ello ya que esta
actúa por desesperación. Así mismo, se puede ver el origen simbólico del castigo
como acto antitético a la causa de éste, visto que, Urano al ser castrado, más allá
de alejarse de Gea concediendo un espacio propicio para que ella engendrara a sus
hijos lo cual era la causa de su pena, queda imposibilitado para futuras
procreaciones por medio de la vía sexual. Así pues, se puede decir que el castigo
surge como producto de la reafirmación y reforzamiento de unos vínculos sociales
(Gea y Cronos en este caso) que muestran a través de la pena que la ley sigue
siendo la misma, que no ha perdido su fuerza, reaccionando con una energía
proporcional a la de la injuria recibida como lo señala Lina Mariola Díaz. De igual
manera y luego de la castración del inmortal aparece otro elemento en la historia
que complementa la idea de orden conferida al castigo y es el nacimiento de las
Erinias quienes eran personificaciones femeninas de la venganza y Afrodita quien
representaba la belleza y por tanto, la simetría, la proporción, el equilibrio, en pocas
palabras la armonía anhelada engendrada del castigo apropiado. Por lo que se vé
una fuerza de acción que altera violentamente el status quo, unas fuerzas del mal
que siembran la discordia, unas del bien en grado de sembrar la concordia y un acto
violento que no restaura el orden original sino que por el contrario lo restablece
como lo sugiere Antonio Hermoso Andújar. De igual manera, Hesiodo refuerza esta
génesis del castigo en el momento que relata la proeza de Zeus al rescatar a sus
hermanos y a algunos de sus tíos del vientre del titán Cronos y encerrarlo junto con
sus aliados en el tártaro, ya que esta idea de encierro nace, al igual que con Urano
de una necesidad por restablecer el orden y su castigo es proporcional a su crimen
por lo que es privado de su libertad a manos de los que él antes aprisionaba.

Por otro lado, Hesiodo plantea el problema del castigo convertido en un arma “legal”
para la conservación del dominio de determinada entidad de poder, por encima de
las concepciones de equidad, orden y justicia, como en el mito de Prometeo y
posteriormente el de Pandora en su poema “los trabajos y los días” ya que luego de
la consolidación de los dioses olímpicos en el poder, inicia una nueva era en la que
supuestamente rige el orden, las normas y hay unos bienes que repartir, en efecto
se habla de una justicia, que, como lo asegura Hermoso, en una justicia que resulta
problemática en un doble sentido; primero, como lo muestra en el mito de Prometeo
el castigo no siempre lleva a la restauración del orden, sino a una segunda violación
que puede desencadenar nuevas violaciones y segundo, porque demuestra con el
castigo a los hombres que puede haber daño sin injuria, transformando al inocente
en víctima y a la justicia en venganza, en injusticia. Ahora bien, esto se puede
evidenciar en el momento en que los dioses de la mano de Zeus, se concientizan
de la idea de una imparcialidad con respecto al bien común y abogan por una
repartición equitativa, en ese momento es que Prometeo, el lúcido, y quien había
legado parte de su don al nuevo soberano, engaña al gran Zeus para que escogiera
la parte que le correspondía del Buey, es decir, los huesos, símbolo de lo
imperecedero como los dioses y dejara la parte más sabrosa y nutritiva a los
hombres, quienes por su calidad de mortales la necesitan. “Entonces se dirigió a él
el padre de hombres y dioses: «¡Japetónida, el más ilustre de todos los dioses,
amigo mío, cuán parcialmente hiciste el reparto de lotes!» Así habló en tono de burla
Zeus, conocedor de inmortales designios.” (Hesiodo, v. 540, s.VII a.c.). Lo anterior
hace inferir que Zeus a sabiendas de que Prometeo lo engañaría, deja que éste
lleve sus planes a cabo y lo ridiculice delante de todos los dioses con objeto de
maquinar contra él un castigo que parezca pertinente, pero que por el contrario es
severo por el exceso de sevicia que hay en él e injusto ya que no es proporcional a
su crimen y que, además, es concebido debido a intereses propios como los de ser
el inmortal más sabio en el panteón de los dioses y por lo tanto, el que reparte la
justicia a su antojo, mostrando una imagen de justicia divina corrupta. Teniendo en
cuenta esto, se podría decir que Zeus no es el inmortal más justo pero que aun así
es el que rige la justicia divina y de los hombres, lo que iría en contra de la
percepción de justicia en torno a Zeus y a la Dike que plantea Hesíodo en “los
trabajos y los días” en la que el hijo de Cronos es la máxima representación de la
justicia verdadera. Esta contradicción encuentra su justificación en el momento en
que Hesiodo hace un paralelo entre el castigo de los dioses y de los hombres con
el mito de Pandora

iJapetónida conocedor de los designios sobre todas las cosas! Te alegras de que
me has robado el fuego y has conseguido engañar mi inteligencia, enorme desgracia
para ti en particular y para los hombres futuros. Yo a cambio del fuego les daré un
mal con el que todos se alegren de corazón acariciando con cariño su propia
desgracia.
Así dijo y rompió en carcajadas el padre de hombres y dioses.

Pandora es creada por Hefesto y llena de atributos otorgados por los dioses según
las indicaciones de Zeus para castigar a los hombres aunque estos no hayan tenido
culpa directa en tal ofensa, concediéndoles un castigo más ameno que el de
Prometeo; una autodestrucción placentera como lo es la mujer. Con respecto a esto
se puede sugerir que Hesiodo postula en Zeus la imagen del más astuto (sin
absolverlo de corrupto cabe aclarar) debido a que utiliza su intelecto en el mundo
divino para su bien propio ya que es su contexto, agrediendo en mínimo grado al
bien común, teniendo en cuenta que este mundo, al igual que el humano, está lleno
de envidia, confabulaciones y ansias de poder; y por otro lado le atribuye la máxima
sabiduría ya que imparte un castigo en cierta medida, gustoso a los
hombres, dejando ver lo que se podría llamar compasión, separando la idea de
castigo y por tanto de justicia atribuida a los dioses con respecto a la de los
hombres.
De la misma manera, Hesíodo da varios ejemplos de justicia divina con respecto a
los hombres con el mito de las edades, en el que aparte de mostrar una evolución
en su concepción de castigo también deja ver un elemento propio de la justicia, el
cual es la recompensa y que se puede evidenciar desde la primera edad de los
hombres, la edad de oro; en la que los hombres no padecían ningún tipo de mal,
vivían en armonía con los dioses en tiempos de Cronos y morían en medio de un
sueño. Esta estirpe de hombres a quienes Hesíodo no especifica el motivo de su
desaparición, ya que solo cuenta que fueron sepultados por la tierra pero que Zeus
les concede el don de la inmortalidad al convertirlos en démones; benignos,
terrenales, protectores de los mortales y dispensadores de riqueza, evitando su
extinción total como un premio al ser una raza ejemplar. Luego viene la edad de
plata quienes vivían la mayoría de su edad siendo niños y luego morían rápido a
causa de su ignorancia al no saber convivir en armonía ya que eran muy violentos
y no tener una consciencia de los sacrificios que debían ofrecer a los dioses, por
esto, Zeus también los condena a su desaparición no sin antes otorgarles cierta
consideración y nombrarlos hombres bienaventurados, genios subterráneos,
evidenciando un castigo aquí, que va a acorde a la tradición griega del sacrificio en
la que si alguna población no lo hacía serían testigos de la ira de Zeus o alguna otra
deidad y que, por otro lado, pierde severidad al no dejar en el olvido a esta raza.
Más tarde, surge la edad de bronce, la cual, debido a su bélico comportamiento
exento de cualquier tipo de veneración a los dioses a excepción de Ares, es llevada
por sus mismas acciones al mundo de los muertos, al Hades; si bien, en el mito de
esta edad, la de bronce, quedan preguntas en el aire como ¿porque son
exterminados si ellos, aunque poco sociales, eran fieles a los dioses? ¿es Zeus tan
arrogante que todos los hombres deben ser benévolos a él, lo que contradice su
compasión y concepción de justicia al permitir su exterminio? estas preguntas
adquieren su respuesta en el momento en el que el poeta dice “También éstos,
víctimas de sus propias manos, marcharon a la vasta mansión del cruento Hades,
en el anonimato. Se apoderó de ellos la negra muerte aunque eran tremendos, y
dejaron la brillante luz del sol.”(Hesíodo, v. 155, s.VII a.c.). Con lo anterior, el poeta
atribuye la muerte de estos a causa de ellos mismos al venerar a los dioses de
la guerra y de la muerte como Ares y Hades.
Luego, viene la cuarta edad que es la de los semidioses a quienes Zeus
recompensa por su valentía y sabiduría en la batalla y los lleva a vivir felizmente en
los confines de la tierra, en las islas de los afortunados, siendo gobernados por
Cronos quien es ahora considerado por estos como benigno, de modo que aquí se
muestra la imagen de un Zeus más solidario y comprensivo, que entiende el valor
de lo que es una raza de admirar y la premia, sin olvidar que también libera a su
padre y le da poder sobre estos semidioses distinguiendo la efectividad de su
castigo inicial (el encierro en el tártaro) y compensando al titán con un nuevo
comienzo. Por último se encuentra la edad de hierro que es la actual, en la que
Hesiodo muestra su inconformidad ya que estos hombres no se verán libres del
trabajo ni de la fatiga y en la que plantea su idea de castigo dependiendo de
cuestiones más sociales y moralizantes como la familia, la amistad, el honor, la
verdad… De manera que, esta inconcordancia con respecto a la época en que le
tocó vivir a la que hace referencia Hesiodo cuando dice:
Y luego, ya no hubiera querido estar yo entre los hombres de la quinta generación
sino haber muerto antes o haber nacido después; pues ahora existe una estirpe de
hierro. Nunca durante el día se verán libres de fatigas y miserias ni dejarán de
consumirse durante la noche, y los dioses les procurarán ásperas inquietudes; pero
no obstante, también se mezclarán alegrías con sus males. (Hesíodo, v. 175, s. VII
a.c.)

Se puede ver como una resignación y a la vez como una benevolencia fiel a sus
creencias religiosas en las que Zeus controla la justicia de los hombres a su antojo
y que como lo sugiere Claudio Palavecino Cáceres los griegos no habrían
manifestado reparos ante el hecho de que alguien fuera castigado por un hecho
personal, involuntario o hasta de terceros. Por lo que, Hesiodo aunque disgustado
por su suerte lo único que puede hacer es tolerar e intentar acomodarse de la mejor
manera posible ante este régimen divino.

Por lo tanto, el castigo según Hesíodo es un concepto divino y necesario para la


conservación de un orden común, es decir, de determinada sociedad y posterior a
éste, en caso de ser quebrantado dicho orden, el castigo también adquiere su virtud
unificadora al restablecerlo.
Por otro lado, se puede decir que Hesíodo más allá de plantear un esquema penal
basado en la justicia divina también postula una moral basada (como la mayoría de
las religiones) en el miedo a las deidades, ya que las leyes moralizantes
generalmente no son castigadas por la justicia de los hombres.
Referencias

Hermosa Andújar, Antonio (2007) PROMETEO, DE TITÁN A HOMBRE. EL MAL Y


EL PROBLEMA DE LA JUSTICIA. ensayo sobre hesíodo y el mito de prometeo.
consultado el 30 de octubre de 2017 en
https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/3656088.pdf

Hesíodo (1990) OBRAS Y FRAGMENTOS, Teogonìa. madrid, editorial Gredos

Hesíodo (1990) OBRAS Y FRAGMENTOS, Trabajos y días. Madrid, editorial


Gredos

Palavecino Cáceres, claudio (2010) culpa y castigo en la antigua grecia. universidad


de chile.
Giraldo, David (1999) castigo y sociedad moderna. Madrid, siglo veintiuno editores

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