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¿Qué es un catecismo?

La palabra en sí
Si la palabra catecismo suena poco familiar para usted, no se sorprenda, esta palabra no se utiliza tan
comúnmente hoy en día como era utilizada en el pasado, sin embargo, no es una palabra complicada,
Si usted rastrea su origen verá que viene de una palabra griega (katecheo) que significa simplemente
enseñar, sobre todo cuando el instructor está hablando cara a cara con los estudiantes.
También se encuentra en la Biblia aunque no se daría cuenta de ello en las traducciones al español
ya que no utilizan el sustantivo "catecismo" o el verbo "catequizar", sin embargo, la palabra griega
original se encuentra, por ejemplo, en Lucas 1:4, donde el evangelista explica que él ha escrito "en
orden, excelentísimo Teófilo, para que conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales has sido
instruido". Es de suponer, entonces, que Teófilo había aprendido acerca de la salvación en Cristo
Jesús escuchando alguna predicación o algún tipo de instrucción oral; Lucas, entonces, inspirado por
el Espíritu Santo, ofrece un relato sobre quién es Jesús y lo que hizo. Otros versículos de la Biblia
que usan el verbo "catequizar" son Hechos 18:24-25 y Gálatas 6:6, en cada una de estas ocasiones la
palabra se traduce como enseñar o instruir.

Su estructura básica
Un catecismo es, entonces, una herramienta de enseñanza especialmente adecuada para la instrucción
de tipo oral. Esto explica por qué el Catecismo de Heidelberg y otros catecismos están configurados
en un formato de pregunta y respuesta. Cuando se lee, es como si uno estuviera allí mismo, presente
en el aula, con el profesor que hace las preguntas y los estudiantes que dan las respuestas. Además,
las respuestas del catecismo son generalmente cortas y están cuidadosamente formuladas, algunas,
incluso, tienen un ritmo poético o suenan como tal. Todo esto ayuda a hacer del Catecismo una
herramienta memorable y útil para instruir a las personas en las verdades básicas de la salvación en
Jesucristo.
Hay 129 preguntas y respuestas en el Catecismo, divididas en 52 secciones llamadas Días del Señor.
La abreviatura común para el Día del Señor es D.S.
Después del primer Día del Señor sobre el tema del consuelo, el Catecismo de Heidelberg se divide
en tres partes principales:
Nuestro pecado y miseria (D.S. 2-4)
Nuestra liberación del pecado (D.S. 5-31)
Nuestro agradecimiento a Dios por tal liberación (D.S. 32-52)
En los D.S. 8-22, la segunda parte del Catecismo contiene una extensa explicación del Credo de los
Apóstoles, uno de los credos ecuménicos más utilizados. La tercera parte proporciona instrucciones
detalladas acerca de los Diez Mandamientos (D.S. 34-44) y la Oración del Señor (D.S. 46-52).

La Biblia y el Catecismo
Por otro lado, el Catecismo no es un sustituto de la Escritura, su intención es llevarnos más
profundamente dentro de la Palabra de Dios, no alejarnos de ella, es por eso que en cada Día del
Señor verá listas de citas de la Biblia, a menudo llamadas referencias bíblicas. A pesar de que cada
lista es selectiva, proporciona una idea de qué pasajes de la Biblia están siendo resumidos en cada
respuesta del Catecismo. A partir de la rápida visión general que el Catecismo le da, usted puede ir y
explorar los tesoros de las enseñanzas de la Escritura acerca de muchos temas distintos, desde la fe
(D.S. 7) hasta la resurrección de entre los muertos (D.S. 22), entre muchos otros. Este sitio web hace
que trabajar con las referencias bíblicas sea fácil, ya que cada una aparece en una pequeña ventana
cuando se pasa el cursor sobre ella.

¿Por qué fue escrito?


El Catecismo de Heidelberg se publicó por primera vez en un territorio alemán llamado "Palatinado",
el 19 de enero de 1563. Sus dos autores principales fueron Zacarías Ursino y Gaspar Oleviano, sin
embargo, fue un funcionario de gobierno, el elector Federico III, quien inició todo el proyecto. Puede
leer más sobre las circunstancias que condujeron a la publicación del Catecismo en nuestra sección
"Historia".
Este mismo hombre, el elector Federico III, escribió un prefacio para la primera edición del
Catecismo. En este prólogo se nos da una idea de por qué el Catecismo de Heidelberg fue escrito.
Curiosamente, la mayoría de sus motivaciones son todavía del todo relevantes hoy en día. He aquí un
resumen de los principales puntos que Federico III mencionó.

La Iglesia siempre necesita mejorar


El elector agradece que algunos de sus predecesores hubieran trabajado duro para lograr que las
personas tuvieran una mejor comprensión de la Biblia, así como que la aplicaran en sus vidas
cotidianas, sin embargo, como dice el refrán, la práctica hace al maestro. Pero a pesar de estos
esfuerzos, la Biblia es un libro grande, que contiene muchas verdades, algunas de las cuales se revelan
en los escritos históricos, otras en los poéticos y aún otras en visiones, por lo cual, a veces es difícil
captarlo todo junto de una sola vez, y si alguien no capta el panorama general, ¿cómo va a comprender
los detalles y mucho menos ponerlos en práctica en su vida diaria? Es justo aquí donde el Catecismo
ayuda a la iglesia para seguir progresando; proporciona un bosquejo de fácil compresión de la
totalidad bíblica y muestra también a los cristianos cómo empezar a aplicar las Escrituras en lo
esencial y básico de la vida diaria.

Los jóvenes son el futuro de la Iglesia


Ya sea que hayan vivido en el siglo XVI o esten sentados en la sala de la casa en estos momentos, los
niños siguen siendo niños y los adolescentes siguen siendo adolescentes; por naturaleza no se inclinan
a tomar la Biblia y leerla de principio a fin. Sin embargo, si no aprenden bien el evangelio de la
salvación, el futuro de la Iglesia comienza a parecer bastante sombrío, ¿o no? El Catecismo está
especialmente dirigido a los jóvenes, habla en un nivel que puedan entender, hace preguntas para las
que ellos quieren respuestas. El uso del Catecismo con los jóvenes de la iglesia traerá una abundante
cosecha de justicia para las generaciones venideras.

Los pastores no siempre son consistentes entre sí


La mayoría de los predicadores son personas sinceras, que trabajan duro y son dignos de nuestro
respeto (1 Tim 5:17), hacen todo lo posible para explicar la Palabra de Dios a sus congregaciones, sin
embargo, a decir verdad, cada pastor tiene sus doctrinas favoritas de las que le encanta hablar e
incluso, sin tener la intención, podría omitir otras doctrinas. Más allá de eso, un pastor puede explicar
el significado de la muerte de Cristo de una manera, mientras que el pastor en la siguiente
congregación lo hará de manera diferente. A veces, los dos enfoques son complementarios pero otras
veces son confusos. Los predicadores no tienen que ser copias exactas unos de otros, pero la
consistencia entre ellos sería un paso de gigante hacia el fortalecimiento de la iglesia. El Catecismo
fue escrito para alentar una predicación y enseñanza consistentes entre los pastores.

Los creyentes curiosos a veces quedan atrapados en cuestiones irrelevantes


En términos generales, la curiosidad es una cosa buena, se aprende por medio de hacer muchas
preguntas, sin embargo, hay otra cara de la moneda. A veces los cristianos se enredan debatiendo
cuestiones para las cuales no hay respuestas en la Biblia o el asunto en cuestión es bastante trivial en
el gran esquema de las cosas. "¿Qué estaba haciendo Dios antes de que se creara el mundo?" "¿Los
ángeles tienen dos o seis alas?" El Catecismo nos enseña a hacer preguntas realmente importantes, de
hecho, muchas de las preguntas formuladas en el Catecismo tienen importancia no sólo para esta vida,
sino para la vida eterna. Aprender a hacer preguntas relevantes es otra razón de peso para utilizar el
Catecismo.

Detectar la herejía a menudo es más difícil de lo que se cree


Muchos herejes suenan sorprendentemente ortodoxos, se refieren a Dios como el Padre, el Hijo y el
Espíritu Santo, proclaman la muerte de Cristo en la cruz y llaman a la gente a poner su confianza en
el Hijo eterno de Dios. Aun así, como los de Berea (Hechos 17:11), estamos llamados a comparar la
enseñanza de todo el mundo con la norma inspirada de la Santa Palabra de Dios. Pero, ¿quién tiene
el tiempo para hacer eso constantemente? ¿Quién tiene el suficiente conocimiento de la Biblia en sus
manos para discernir la verdad del error de manera eficiente y precisa? Ciertamente, cualquier ayuda
que podamos obtener para la localización de la herejía, es muy positiva. Y esa es otra cosa que el
Catecismo ofrece, que no rehuye a la tarea de señalar los errores y alejarnos de ellos para nuestro
propio bienestar espiritual. Esperamos que usted pueda ver que las razones que Federico III tenía
sobre contar con un catecismo siguen siendo pertinentes para la Iglesia de hoy. Si el pueblo de Dios
necesitaba un resumen fiel de las Escrituras en el siglo XVI, todavía lo necesitamos en el siglo XXI
e incluso, tal vez, con más urgencia.

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