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Antecedentes:
En la causa principal, se había dispuesto la retención de todos los documentos filiatorios otorgados
en su momento por las autoridades pertinentes a Evelin Karina Vázquez Ferrá y ordenar la prueba
hemática a los fines de determinar la verdadera identidad de la nombrada, con la prevención de
que en caso de no otorgar ella su consentimiento la medida se concretaría con el auxilio de la fuerza
pública. La decisión fue confirmada por la cámara federal motivo por el cual, se dedujo recurso
extraordinario.
La Corte dejó sin efecto la decisión recurrida mediante distintos votos: los jueces Belluscio y López;
luego, los jueces Petracchi y Moliné O’Connor; a continuación, el juez Fayt y finalmente, el juez
Boggiano y el juez Vázquez. En disidencia parcial, votó el juez Maqueda.
Antecedentes:
En el marco de la investigación citada en el caso anterior, se cuestionó un allanamiento llevado a
cabo con el fin de secuestrar diversos efectos de pertenencia de un presunto hijo de personas desa-
parecidas y la posterior orden de realización de un estudio pericial sobre los elementos secuestrados
tendiente a la obtención de muestra de ADN para los pertinentes estudios de histocompatibilidad.
Se sostuvo, asimismo, que la prueba de ADN dispuesta representa una injerencia estatal arbitraria
que vulnera su derecho a la integridad física, a ser oído por un tribunal imparcial y que lesiona su
intimidad.
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no controvertidas y por ello resultan, en principio, válidas, y quien pretenda revertir esa presunción
debería aportar argumentos sólidos y razonables que lleven a la conclusión de que en el caso la regla
no se ha cumplido y que la medida dispuesta resulta inconstitucional.
Los jueces Lorenzetti y Zaffaroni opinaron, por su parte, que el respeto al derecho a la verdad de
la presunta familia biológica no requiere necesariamente que la otra víctima (secuestrada) cargue
con todas las consecuencias emocionales y jurídicas del establecimiento de una nueva identidad
formal o jurídica, bastará con que la familia biológica sea informada de la identidad y de ese modo
se ponga fin a la búsqueda de décadas y termine la comisión del delito, pues en caso que la prueba
resultase indicadora del vínculo, la verdadera identidad se hallará materialmente establecida y la
supresión habrá cesado, sin que para ello tenga relevancia alguna que la otra víctima la haga o no
valer en derecho.
Señalaron que la coerción física sobre una persona adulta para hacerle sufrir una lesión subcutánea
para una extracción de sangre puede obviarse pues técnicamente existen en la actualidad medios
que permiten recoger muestras sin invadir físicamente a la persona, de los que el Tribunal puede y
debe echar mano antes de llegar al extremo de la coerción física.
Antecedentes:
La Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal dejó firme la resolución
dictada por la magistrada de primera instancia que había ordenado a un mayor de edad y presunto
hijo de personas desaparecidas durante la última dictadura militar, comparecer al Hospital Durand
para someterse a la extracción de una muestra de sangre en el marco de la investigación en orden a
un presunto delito de lesa humanidad.
Contra ese pronunciamiento, se interpuso recurso extraordinario. La mayoría de la Corte Suprema
revocó la sentencia. Los jueces Lorenzetti y Zaffaroni, por un lado, Los jueces Fayt y Petracchi, cada
uno en voto aparte, remitieron a sus respectivas opiniones en el precedente “Vazquez Ferrá”. La
jueza Argibay lo hizo por sus propios fundamentos. Los jueces Maqueda y Highton de Nolasco, en
votos separados, expresaron su opinión en disidencia.
con que la familia biológica sea informada de la identidad y de ese modo se ponga fin a la búsqueda
de décadas y termine la comisión del delito, pues en caso que la prueba resultase indicadora del
vínculo, la verdadera identidad se hallará materialmente establecida y la supresión habrá cesado, sin
que para ello tenga relevancia alguna que la otra víctima la haga o no valer en derecho.
Al respecto señalaron que cuando un principio colisiona con otro de igual rango -en el caso, la
autonomía de voluntad de la víctima presuntamente secuestrada y el derecho a la verdad de los
supuestos familiares biológicos-, la solución no es excluir uno desplazando al otro, sino ponderar el
peso de cada uno en el caso concreto, buscando una solución armónica.
Finalmente, agregaron que la garantía protegida en el caso de quien, siendo adulto, se niega a una
extracción de sangre, es la autonomía en la esfera de la individualidad personal protegida por el
artículo 19 de la Constitución Nacional, y no se trata sólo del respeto de las acciones realizadas en
privado, sino del reconocimiento de un ámbito en el que cada individuo es soberano para tomar
decisiones libres sobre el estilo de vida que desea, razón por la cual decidieron dejar sin efecto lo
resuelto.
Para la jueza Argibay, el derecho de cada persona a excluir interferencias o invasiones de terceros en
su cuerpo es un componente necesario de la vida privada en la que rige el principio de autonomía
personal, por lo que este ámbito debe entenderse incluido dentro del concepto de “vida privada”
contenido en el artículo 12 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, artículo 11.2
de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y artículo 17 del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos y compartir, como mínimo, la misma expectativa de reserva que los
lugares expresamente mencionados en el texto del artículo 18 de la Constitución Nacional.
Señaló que la decisión de encuadrar constitucionalmente el derecho del recurrente a oponerse a la
extracción compulsiva de sangre dentro de la protección del artículo 18 de la Constitución Nacio-
nal tiene una importante consecuencia que debe ser ponderada, pues dicha garantía admite que en
ciertos supuestos el Estado pueda interferir en distintos aspectos de la vida privada de una persona,
posibilidad que está dada por la necesaria intervención de un juez que deberá estimar si la medida
es razonable, es decir, si tan grave interferencia en los derechos individuales está justificada en orden
a obtener los elementos de juicio imprescindibles para fallar el caso.
En su disidencia, la jueza Highton de Nolasco entendió que si se trató de determinar si es constitu-
cionalmente válido obligar al interesado, a ser objeto de una extracción de sangre para determinar
su patrón genético, era necesario encontrar un punto de equilibrio determinando de qué modo
podía materializarse el derecho a la verdad sin lesionar los derechos de persona alguna o bien, a
costa de una mínima lesión de las garantías de quienes son víctimas involuntarias de los hechos,
sin observar que la medida en cuestión afectara derechos fundamentales como la vida, la salud, o la
integridad corporal, pues la extracción de unos pocos centímetros cúbicos de sangre, realizada por
medios médicos ordinarios, ocasionaría una perturbación ínfima frente a los intereses superiores
de resguardo de la libertad de los demás, de la defensa de la sociedad y la persecución del crimen.
En ese contexto, estimó que aquella resultaba adecuada a los fines indicados en la resolución ape-
lada como medio dotado de mayor identidad para arribar a la verdad material sin advertir que se
afectara sustancialmente los derechos invocados por el apelante. Al respecto, consideró que existían
indicios suficientes que avalan la adopción de la medida cuestionada, con inmediata vinculación
con el objeto procesal materia de la causa; propios del proceso de investigación penal e idóneos para
alcanzar la verdad material de los hechos investigados y se traducían en una intrusión mínima en el
cuerpo de la víctima, realizándose con intervención de personal médico, en condiciones de asepsia
e higiene, y su efectiva concreción quedaría subordinada a la inexistencia de eventuales razones de
salud que, debido a su gravedad, pudieran obstaculizar momentáneamente su producción.
Para el juez Maqueda, la prohibición de autoincriminación del artículo 18 de la Constitución
Nacional se refiere a las comunicaciones o expresiones que provienen de la propia voluntad del
imputado lo cual no incluye los casos en que cabe prescindir de esa voluntad, entre los que se en-
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cuentran los supuestos en que la evidencia es de índole material, y lo que se prohíbe en estos casos
es la compulsión física o moral para obtener declaraciones emanadas del acusado mediante la fuerza
y no la exclusión de su cuerpo como evidencia material en un juicio.
Agregó que la extracción de una muestra de sangre del recurrente es meramente un procedimien-
to de obtención de una prueba en este tipo de procesos y no puede asimilarse a una declaración
testifical ni importa una comunicación autoincriminatoria cuando el recurrente es precisamente la
supuesta víctima del delito de sustracción de menores (artículo 146 del Código Penal)
De ese modo, entendió que en las condiciones dadas durante el proceso no se revelaban como una
medida que afecte los derechos invocados al existir indicios suficientes que justificaban la adopción
de medidas propias del proceso de investigación penal y que suponían una intrusión mínima en
el cuerpo de la víctima con intervención de personal médico, en condiciones de asepsia e higiene
y siempre que no se invocaran serias y comprobadas razones de salud que pudieran obstaculizar la
adopción de la medida.
Consideró que el balance entre los intereses de toda persona a no sufrir invasiones a su privacidad y
el interés estatal en la persecución penal necesitaba la ponderación de los instrumentos escogidos y
de los fines hacia los que se dirigía la específica medida de coerción dispuesta en la causa. Para ello,
se debía filtrar la medida a través de la necesidad, adecuación y proporcionalidad, y las normas que
confieren atribuciones a los jueces para disponer medidas de prueba debían entenderse razonable-
mente dirigidas a la averiguación de los hechos presuntamente delictivos que constituyen el objeto
sumarial y no otro.
Finalmente, sostuvo que a diferencia de lo resuelto en “Vázquez Ferrá” (Fallos: 326:3758), la me-
dida cuestionada resultaba la única alternativa capaz de dar respuesta a la cuestión debatida, lo que
tornaba más necesaria su producción.
Antecedentes:
La Cámara homologó las prórrogas de prisión preventiva dispuestas por el juzgado de primera
instancia. Contra este pronunciamiento, la defensa interpuso recurso de casación en el que planteó
la caducidad del término legal para mantener la prisión preventiva dispuesta y la errónea interpre-
tación de la ley 24.390, en su redacción original, cuya aplicación en forma retroactiva reclamó.
La Cámara Federal de Casación Penal resolvió -por mayoría- hacer lugar parcialmente al recurso
deducido y revocar la resolución cuestionada a raíz de lo cual dispuso la libertad de los imputados
bajo caución personal suficiente para asegurar sus comparecencias en juicio. Este pronunciamiento
dio origen a la deducción por parte del Fiscal de un recurso extraordinario.
La Corte –por mayoría- revocó la sentencia impugnada. En disidencia, los Dres. Petracchi y Argibay
desestimaron el recurso con arreglo al art. 280 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación.
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Antecedentes:
La Cámara Federal de Casación Penal declaró inadmisible el recurso de casación interpuesto por el
representante del Ministerio Público Fiscal con motivo de la decisión que concedió la exención de
prisión del imputado a quien se le atribuyó intervención en delitos de lesa humanidad cometidos
durante la última dictadura militar. A raíz de ello, se dedujo recurso extraordinario.
La Corte Suprema –por mayoría- dejó sin efecto la resolución. Los Dres. Petracchi y Argibay, en
disidencia, consideraron que el recurso no había dado cumplimiento a los recaudos establecidos
por el art. 7°, inc. “c”, del reglamento aprobado por la acordada 4/2007-
Antecedentes:
La Cámara Federal de Casación Penal hizo lugar al recurso deducido por la defensa de Gabriel Ar-
naldo Góngora, anuló el auto que rechazó la solicitud de suspensión del juicio a prueba a su favor.
Para así decidir, la mayoría invocó el criterio adoptado en una decisión de la misma sala en el caso
“Soto García, José Maria y otros” en el que cuanto sostuvo que la oposición del fiscaI a la suspen-
sión del juicio no tiene efecto vinculante, y que en caso de concurrir Ias condiciones de admisi-
bilidad previstas en la ley el juez deberá disponer la suspensión, a pesar del dictamen de aquél en
sentido contrario.
La Corte Suprema –por mayoría- revocó lo resuelto. El Dr. Zaffaroni, en igual sentido, remitió al
dictamen de la Procuración General.
previstas en la ley el juez deberá disponer la suspensión del juicio a prueba a pesar del dictamen de
aquél en sentido contrario, no condice con la letra ni el espíritu del art. 76 bis del Código Penal, en
cuyo trámite parlamentario se expresó que no basta el cumplimiento de condiciones objetivas para
ser merecedor del beneficio, sino que se requiere además una valoración subjetiva que deberá hacer
el agente fiscal -sobre circunstancias distintas a aquellas condiciones previas- sin cuya aprobación
no podrá, en ningún caso, concederse la suspensión del juicio.
Antecedentes:
La Cámara Federal de Casación Penal –por mayoría- rechazó el recurso de su especialidad inter-
puesto en favor de la imputada, dejó firme el pronunciamiento del tribunal oral, que había dene-
gado la petición acerca de que la nombrada cumpliera la pena de prisión que se le impusiera en la
causa bajo la modalidad de arresto domiciliario.
A raíz de ello tanto la defensa como el funcionario designado ad hoc por la Defensora General para
actuar en representación del hijo menor de la imputada, dedujeron sendos recursos extraordinarios.
La mayoría de la Corte Suprema dejó sin efecto la decisión recurrida. El juez Petracchi, en disiden-
cia, consideró que los recursos extraordinarios eran inadmisibles (art. 280 CPCCN)-.