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¿Qué nos pueden enseñar los estoicos

sobre el valor de los valores? *


OSVALDO GUARIGLIA
Universidad de Buenos Aires-CONICET

§ 1. En un extenso e interesante pasaje “postergadas”, aquellas otras que tienen suficien-


del libro Contra los eticistas, Sexto Empí- te disvalor; por último, ni preferidas ni poster-
rico nos expone la doctrina estoica median- gadas son cuestiones como, por ejemplo, exten-
der o contraer el dedo. Los estoicos ordenan
te la cual se hace una división entre el
dentro de lo preferido la salud, la fortaleza, la
sentido de los términos que expresan «bon- belleza, la riqueza, la reputación, y todo lo seme-
dad», «indiferencia» y «preferencia» en el jante; dentro de lo postergado, la enfermedad,
ámbito moral. A continuación cito las par- la pobreza, el dolor, y todo lo semejante.»
tes más relevantes de esta exposición:
Los dos pilares que sostienen la ética
Contra los eticistas, 59-63, «[Los estoicos] estoica fueron las dos tesis siguientes:
suponen que el término “indiferente” se dice
1) moralmente buenas son solamente las
de tres maneras distintas: en un sentido, se apli-
ca a aquello que no provoca ni atracción ni
acciones de acuerdo con la virtud y moral-
repulsión, como, por ejemplo, que el número mente malas las acciones contrarias a
de [...] los cabellos en nuestra cabeza sea par éstas; y 2) el ejercicio de la virtud moral,
o impar; en otro sentido, se aplica a aquello y solamente él, constituye y garantiza una
que despierta atracción o repulsión pero no más vida feliz. Como consecuencia de estas dos
para una que para otra cosa del mismo género, tesis, todos los demás bienes, como los
como, por ejemplo, en el caso de dos monedas externos o los que corresponden a la salud
de un dracma, que no se distinguen entre sí y la configuración del cuerpo, dejaron de
ni por su cuño ni por su brillo. [...] En tercer
ser considerados «bienes» en sentido
y último lugar, dicen que “indiferente” es aque-
llo que no contribuye ni a la felicidad ni a la
estricto para convertirse en «indiferentes».
infelicidad, e indiferente en este sentido dicen En realidad, se trató de una distinción que
que son la salud y la enfermedad y todo lo refe- introducía una diferencia de grado más
rente al cuerpo y la mayoría de las cosas exte- que una división categorial dentro de la
riores, porque ellas no tienden ni a la felicidad clasificación aristotélica de los bienes, la
ni a la infelicidad. En efecto, aquello que es cual solía distinguir entre bienes exteriores,
posible de ser usado bien o mal, será indiferente, del cuerpo y del alma, subordinando cla-
y mientras que uno siempre usa bien la virtud ramente los dos primeros a los últimos.
y mal el vicio, uno puede usar la salud y las
Pese a ello, la restricción estoica del sig-
cosas del cuerpo unas veces bien y otras mal,
por lo cual éstas serán indiferentes. También
nificado de «bondad» exclusivamente a los
agregan que algunas de las cosas indiferentes actos virtuosos, que a su vez provenían sólo
son preferidas, otras postergadas y otras más, por del uso de la razón, fijó por primera vez
último, ni preferidas ni postergadas: “preferidas” de un modo neto los límites de la cali-
son, pues, aquellas que tienen suficiente valor; ficación moral, distinguiéndola de todo

* La presente versión de este trabajo reproduce con algunas enmiendas mi contribución


a la Mesa redonda sobre «Ciencia, Tecnología y Valores», que tuvo lugar en Morelia, México,
como parte del I Congreso Iberoamericano de la Ciencia y la Tecnología del 26 al 30 de septiembre
de 2000.

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NOTAS Y DISCUSIONES

aquello que dependía, en última instancia, feridos». En efecto, las fuentes nos repor-
de circunstancias o contingencias externas, tan la existencia de un criterio para dis-
sujetas a la variación fortuita de las causas tinguir entre indiferentes valiosos y disva-
del mundo natural o del azar. liosos, que se basa en su función «según
Por cierto, la metafísica estoica que la naturaleza» o «contra la naturaleza».
otorgaba una garantía firme a la prudencia
del sabio, aseguraba que éste tenía acceso Estobeo, II 79, 18-80, 13 (LS, 58C). «Unas
al lógos que gobernaba al universo y se cosas son según naturaleza, otras contra natu-
raleza, y otras no son contra naturaleza ni según
guiaba por él en sus elecciones, de modo
naturaleza. Ahora bien, cosas de esta índole son
que sus juicios morales gozaban de una
según naturaleza: salud, fuerza, el buen funcio-
especie de infalibilidad. De este modo, la namiento de los órganos de los sentidos y cosas
virtud en la conducta del sabio y la ley similares; contra naturaleza, en cambio, son
divina que regía el mundo estaban en una cosas de este tipo: enfermedad, debilidad, una
relación de correspondencia; como conse- mutilación y cosas como éstas; [...] Y dicen que
cuencia, no cabían dudas, al menos para el argumento relativo a estas cuestiones se hace
el sabio, sobre lo que era moralmente a partir de cosas primeras según naturaleza y
correcto o moralmente repudiable. A la contra naturaleza, ya que lo diferente y lo indi-
inversa, fuera de estos rígidos márgenes ferente se encuentra entre lo que es dicho res-
pecto de algo. Porque, afirman, aunque llamá-
se abría un ancho espacio para la acción
remos indiferentes a las cosas corporales y a
que, en última instancia, se regía por «pre- las cosas exteriores, afirmamos que ellas son
ferencias» razonablemente fundadas. A indiferentes respecto al vivir con decoro (aquello
todas las acciones y estados de cosas del en lo cual, precisamente, se da el vivir con feli-
cuerpo o de las pertenencias exteriores, sea cidad), pero no, por Zeus, respecto al hecho
de orden intelectual, como la fama, o de de estar en concordancia con la naturaleza, ni
orden material, como la riqueza, los estoi- en relación con el impulso (horme) ni con la
cos los consideraron «indiferentes». repulsión (aphorme).»
Como ya nos muestra el texto citado Estobeo, II 82, 20-21. «Todas las cosas según
naturaleza son objeto de aceptación (leptá), en
de Sexto Empírico, hay una diferencia cla-
tanto que todas las cosas contrarias a la natu-
ra entre tres niveles de indiferencia: a) las raleza no son objeto de aceptación.»
acciones o cosas que no provocan ni atrac- Estobeo, II 83, 10-11. «Todas las cosas según
ción ni repulsión; b) las que provocan gené- naturaleza tienen valor (axía) y todas las cosas
ricamente atracción (o repulsión), pero contrarias a la naturaleza, disvalor (apaxía)»
son indiferentes entre sí (ejemplo de las (traducción de M. Boeri).
dos monedas semejantes); y, por último,
c) aquellos estados del cuerpo o de las per- Entre los indiferentes preferidos están,
tenencias que provocan atracción o repul- pues, 1) en primer lugar, aquellos que son
sión natural. En efecto, dado que estos últi- según naturaleza y corresponden a un
mos se correspondían con un impulso o impulso. Por lo tanto, es de suponer que
una repulsión en el agente, su satisfacción los estoicos entienden por éstos aquellas
constituía lo que los estoicos llamaron «un cosas hacia las que tendemos desde que
acto debido». Como consecuencia, las nacemos o en nuestra primera infancia
cosas indiferentes obtuvieron un status (alimento, abrigo, cuidado, etc.) compren-
ambiguo en la ética estoica, que dio lugar didas en su conjunto como medios de pre-
a numerosas controversias desde la anti- servación de sí. Como se ve, no existe aquí
güedad, especialmente con respecto a la reflexión o elección, sino meramente hor-
relación entre, por un lado, los actos debi- me, es decir, un impulso que precisamente
dos o apropiados (kathêkonta) y, por el es un «móvil» de la obtención del objeto
otro, los indiferentes de la especie «pre- exterior al que tiende. 2) En un nivel supe-

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rior se encuentran los indiferentes consi- «valores», que ha tenido lugar desde fina-
derados valiosos, ya que aquí aparece un les del siglo XIX hasta el presente. Curio-
juicio que atribuye o niega una estimación samente la corriente que contribuyó en
a la cosa que se nos presenta como móvil mayor medida a esta inflación de su sig-
del impulso. Esta estimación del objeto de nificado, fue posiblemente el Neo-kantis-
la acción no es, aún, moral, pero tiene un mo del sur, especialmente H. Rickert,
carácter prescriptivo, a fin de ordenar con- quien intentó fundamentar una teoría del
venientemente nuestros actos, considerados conocimiento, en especial de la historia y
debidos con relación a la naturaleza (kat- de las ciencias sociales, recurriendo a la
hekonta: «aquello que una vez realizado existencia de «valores objetivos» anclados
comporta una justificación razonable» en la razón práctica. Max Weber, quien
Estobeo, II 85, 13 = SVF III, 494 = LS, siguió a Rickert en su epistemología de
59B). Estas reglas de comportamiento sue- las ciencias sociales, dio el paso definitivo
len expresarse como imperativos de con- al declarar —probablemente bajo la
ducta: «¡harás esto!, ¡evitarás eso otro!», influencia de Nietzsche— la relatividad de
que están dirigidas al hombre común (es todos los valores, incluso los epistemoló-
decir, no al sabio) a fin de que éste encuen- gicos. Fue la sociología funcionalista de
tre en ellas la ayuda necesaria para con- Talcott Parsons la que, recibiendo a su
ducir su vida hasta que él mismo esté en manera la perspectiva weberiana, terminó
condiciones de dirigirla (Séneca, Ep. 94, vaciando al término de todo significado
50-51). 3) En el último nivel, encontramos referencial para transformarlo en un tér-
aquellas cosas de acuerdo con la naturaleza mino operacional: «[u]n valor es una con-
que no solamente son el principio de los cepción, explícita o implícita, propia de un
actos apropiados sino que constituyen, individuo o característica de un grupo, de
especialmente, la materia de los actos vir- la desirabilidad que influencia la selección
tuosos (Plutarco, De comm. not. 23, 1069 de las formas, de los medios y de los fines
e = SVF III, 491). De este modo, los actos de la acción» 2. El relativismo actual del
debidos pasan a ser actos rectos (katórt- sentido, que puede albergar cualquier
homa), realizados a partir de una dispo- orden de preferencias en la selección de
sición del espíritu para seleccionar y resol- los fines de la acción, tanto individual
verse por esa acción como un fin en sí como colectiva, es una consecuencia de
misma, porque ésta constituye una mani- este paulatino vaciamiento normativo.
festación de la virtud. Las cosas indiferen- Al retomar una clasificación como la
tes como tales, por lo tanto, solamente tie- propuesta por los estoicos, mi primer inte-
nen el valor que les confiere el ser producto rés se orienta hacia una recuperación de
de una elección (Plutarco, De comm. not. un sentido consistente del término. La res-
26, 1071 a-b) 1. tricción del uso de preferidos y, en ese sen-
§ 2. Es suficiente lo expuesto hasta tido, condicionalmente «valiosos», exclu-
aquí para hacer evidente la línea de argu- sivamente para aquellas acciones o estados
mentación que los estoicos impusieron a de cosas que, siendo moralmente indife-
la ética y que, en condiciones profunda- rentes, responden a una necesidad según
mente transformadas por el nacimiento de la naturaleza, mientras que las acciones
la ciencia natural moderna, retomó Kant morales en sentido estricto quedan fuera
hace poco más de dos siglos al publicar y más allá tanto de las preferencias como
la Fundamentación. Es esta misma distin- de las inclinaciones contrarias, establece
ción la que ha tendido a desaparecer por una separación radical entre lo que se debe
causa de la ilimitada expansión del signi- hacer en cumplimiento de actos morales,
ficado del término «valor» o, en plural, que son fines en sí mismos y, como tales,

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incondicionados, y lo que se tiene que atrás 4. Especialmente en la «Introducción


hacer de acuerdo con un juicio estimativo a la teoría de la virtud» (secciones VI y
o de preferencia. En efecto, los estados VII) se explaya Kant en detalle sobre el
de cosas valiosos son siempre condiciona- principio de esta distinción: el imperativo
dos y relativos, de modo que dependerán categórico formulado como principio del
siempre de un juicio que proveerá «una derecho exige que la acción sea de tal forma
justificación razonable». L. Becker, en su que la máxima de ella pueda valer al mismo
reciente defensa del estoicismo, define esta tiempo como ley universal, de modo que
relación de la siguiente manera: «El entre- el deber jurídico que de allí surge impone
namiento estoico tiende a inculcarnos una restricciones clara y precisamente deter-
fuerza motivadora categórica para los jui- minadas a la acción, pero deja los fines
cios normativos que se basan en una cláu- de la máxima y, por tanto, de la acción
sula del tipo «consideradas toda las cosas», particular librados al arbitrio del agente.
de modo que la fuerza motivadora de los Tales son los deberes perfectos 5. El prin-
juicios evaluativos de otra especie cede en cipio supremo de la teoría de la virtud es,
situación de conflicto ante los juicios nor- en cambio, el siguiente: «actúa de acuerdo
mativos [del primer tipo]» 3. con una máxima de los fines tales que pro-
A su vez, como lo muestra el texto de ponérselos pueda ser para cada uno una
Estobeo, las cosas valiosas, en la medida ley universal» (MS, p. 526). Dado que no
en que dependen de juicios evaluativos, se trata aquí de la determinación de la
necesariamente tendrán un valor en rela- acción misma, sino de los fines que deben
ción con el fin o plan último que cada uno ser deberes a priori y que, por ello, no son
establezca para su vida. Este fin incondi- los que naturalmente tenemos, sino los que
cionado era para el estoicismo, como para deberíamos tener, tanto el asumirlos como
toda la ética antigua, la felicidad, aunque tales cuanto el llevarlos efectivamente a
en este caso lo que ellos entendía bajo este cabo corresponde al dominio de lo sub-
término está muy lejos de lo que nosotros jetivo y contingente, ya que no se puede
podemos imaginar. Quizás el mejor corre- determinar por anticipado las oportunida-
lato actual para este concepto sea el de des ni los medios para realizarlos. Éstos
la «concepción estoica de la buena vida», son, pues, los deberes puramente éticos,
ya que esta denominación más neutra se y, dada la indeterminación material que
corresponde con los dos criterios necesa- los afecta, deberes imperfectos o meritorios
rios y suficientes que ellos daban para esta (MS, pp. 520 y ss.).
situación: 1) actuar según la virtud, y Sobre la base de esta distinción, Kant
2) obtener la tranquilidad del alma que introduce las siguientes valoraciones: el
esto nos proporciona. cumplimiento de una acción de acuerdo
§ 3. Como recordé antes, algunos de con el deber jurídico es = 0, esto es, carece
los aspectos más destacables de la ética de mérito o valor; la omisión de un deber
estoica fueron retomados por Kant en la de virtud, es decir, la no realización de
elaboración de la filosofía moral que un deber imperfecto o meritorio es tam-
desarrolló a lo largo de su vida. A mi juicio, bién = 0, ya que no es imputable al sujeto
encontramos un claro paralelo de la dis- el no llevar a cabo actos meritorios; la rea-
tinción estoica en la división de los deberes lización, por último, de un deber imper-
perfectos e imperfectos que Kant establece fecto o de virtud conlleva un valor positivo,
en la Metafísica de las costumbres, susti- dado que a + 0 = a, con la condición,
tuyendo y, de ese modo, implícitamente por cierto, de que la acción meritoria no
enmendando la que él mismo había pro- sea realizada con vistas a la obtención de
puesto en la Fundamentación una década ese mérito, sino por la simple voluntad de

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NOTAS Y DISCUSIONES

llevar a cabo los fines a priori 6. De este costumbres. Sin embargo, coincido en que
modo se evidencian los puntos de contacto la concepción racionalista de los valores,
entre la doctrina estoica y la teoría kan- tal como ésta se presenta en la ética aris-
tiana: valor moral solamente poseen los totélica de la virtud, en la teoría ética de
actos rectos (katórthoma) según los estoicos los estoicos y en la filosofía kantiana del
y las acciones realizadas en cumplimiento derecho y de la ética, todas las cuales esta-
de deberes imperfectos de acuerdo con blecen la supremacía de ciertos fines in-
Kant. Los actos debidos (kathêkon) de condicionados sobre todos los demás, con-
acuerdo con los estoicos y los deberes per- tingentes y sujetos al arbitrio, es la única
fectos o jurídicos (officia juris) según Kant concepción que podemos razonablemente
no tienen valor moral ni positivo ni nega- sostener en la filosofía moral.
tivo, y en ese sentido constituyen el ámbito § 4. Antes de concluir mi ponencia,
de las acciones indiferentes, en el que se me gustaría adelantarme a una posible
abre la posibilidad de establecer órdenes objeción escéptica, propia de los tiempos
de preferencia de acuerdo a los fines indi- que corren, que sería más o menos así:
viduales que cada agente se proponga. Por «Pues bien, aceptemos que la propuesta
último, los actos contrarios a los deberes de los estoicos o de Kant, en sus propios
perfectos tienen un disvalor moral abso- términos, hayan sido razonables y consis-
luto que sólo puede ser compensado por tentes; sin embargo, ¿de qué nos sirven
la pena que equilibre ese disvalor, de modo a nosotros estas distinciones, nosotros que
que la ecuación completa dé como resul- ya no podemos creer, como los estoicos,
tado nuevamente 0 (−a + a = 0). en una ley natural que gobierne al universo
Hace aproximadamente unos quince y la conducta de los hombres, ni, como
años Ch. Korsgaard, basándose fundamen- Kant, en un derecho natural fundado en
talmente en el modo de concebir los fines una metafísica racional a priori; nosotros,
últimos por parte de Aristóteles y de Kant, por último, para quienes la felicidad con-
propuso denominar «racionalista» a una siste, a lo sumo, en el goce efímero que
cierta concepción de los valores. La visión nos proporciona un deseo satisfecho y que
racionalista propuesta por ella intenta dará lugar inevitablemente en breve tiem-
mediar entre dos posiciones tradicionales, po al dolor de un nuevo deseo insatis-
la subjetivista, que hace depender los valo- fecho?»
res exclusivamente de los deseos, y la obje- Mi respuesta, necesariamente concisa,
tivista, que los atribuye a propiedades es la siguiente: sin duda, carecemos hoy
intrínsecas de los objetos. La teoría racio- de un derecho natural, pero hemos ido
nalista sostiene, en cambio, que «un objeto recreando desde hace medio siglo un con-
o estado de cosas es bueno si existe, prima junto de principios morales y jurídicos con-
facie, una razón práctica suficiente para siderados institucionalmente universales,
realizarlo o producirlo» 7. Tengo amplias que en la actualidad nadie se atreve abier-
divergencias con la reconstrucción de la tamente a rechazar ni siquiera aquellos que
filosofía práctica aristotélica que Kors- los violan solapadamente, los derechos
gaard propone en este ensayo, y también humanos. Éstos se han constituido en nues-
en algunos puntos con su interpretación tro nuevo derecho natural, que ha ido inva-
de la ética kantiana, la que en este trabajo diendo las morales particularistas de las
se limita a los dos libros metodológicos, diversas culturas y los ordenamientos ins-
la Fundamentación y la Crítica de la razón titucionales nacionales, otrora considera-
práctica, dejando de lado precisamente la dos soberanos, homogeneizándolos en la
obra en la que Kant expone su doctrina selección y extensión de ciertos derechos
de los fines, esto es, la Metafísica de las fundamentales que todos los estados se

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NOTAS Y DISCUSIONES

comprometen a garantizar. Admitiendo ticulturalismo, Buenos Aires, Eudeba,


que los juicios basados en principios uni- 2000.
versales tienen un carácter categórico, los GUARIGLIA, O., Moralidad: Ética universa-
juicios valorativos deberían restringirse a lista y sujeto moral, Buenos Aires, Fondo
establecer preferencias fundadas, con refe- de Cultura Económica, 1996.
rencia y en relación a fines incondiciona- JULIÁ, V.; BOERI, M., y CORSO, L., Las expo-
dos. Por cierto, no es admisible imponer siciones antiguas de la ética estoica, Bue-
modos de buena vida a los individuos en nos Aires, Eudeba, 1998.
su búsqueda de planes de vida propios, KANT, I., «Die Metaphysik der Sitten», en,
pero sí es no sólo posible, sino necesario Werke in sechs Bänden, editadas por W.
Weischedel, Darmstadt, Wiss. Buchge-
establecer algunas de las condiciones nece-
sellschaft, 1963, t. IV, pp. 303-634.
sarias para que cada uno esté capacitado
Kant’s handschriflticher Nachlass, Akade-
para proponerse, proyectar y realizar su mie Ausgabe, t. XIX, Berlin-Leipzig, W.
propio plan de vida autónomamente. He De Gruyter, 1934.
defendido en otra parte la tesis de que KERSTING, W., Wohlgeordnete Freiheit,
este fin constituye una concepción formal Frankfurt, Suhrkamp (2.a ed.), 1993.
del bien, que puede ser universalmente — «Der kategorische Imperativ, die voll-
propuesta 8. Se podría objetar que una tesis kommenen und die unvollkommenen
como ésta conduce a alguna forma de per- Pflichten», Zeitschrift f. Philos. Fors-
feccionismo. A mi juicio, esa objeción es chung, 37 (1983), pp. 404-421.
infundada, porque proponer condiciones KIDD, I. G., «Stoic Intermediates and the
generales que deben ser satisfechas para End for Man», en, LONG, A. A. (comp.),
que alguien actúe autónomamente no es Problems in Stoicism, Londres, Athlone
equivalente a dictarle a nadie cómo debe Press, 1971, pp. 150-172.
actuar, una vez alcanzada la necesaria KORSGAARD, Ch., «Aristotle and Kant on
autonomía. Sin embargo, si se me repro- the Source of Value», Ethics, 96 (1986),
chara que sostener que es necesaria una pp. 486-505.
educación orientada a desarrollar en cada LONG, A. A., y SEDLEY, D. N., The Helle-
sujeto humano sus capacidades para deli- nistic Philosophers, Cambridge, CUP,
berar y actuar por sí mismos, es una forma 1987, 2 vols.
de perfeccionismo, estoy dispuesto a admi- PARSONS, T., y SHILS, E. A. (comp.), Toward
a General Theory of Action, New York,
tir que se trata de un moderado ideal per-
Harper & Row, 1951.
feccionista basado en las capacidades
PLUTARCO, Moralia, vol. XIII, Part II, edi-
humanas, comenzando con la razón, sin ted with and english Translation by
el cual no existe posibilidad alguna de bue- Harold Cherniss, Cambridge, Mass.,
na vida, al menos en los términos en que Harvard UP, 1976.
debemos entenderla dentro de una tradi- SÉNECA, L. A., Ad Lucilium epistulae morales
ción como la kantiana. —Ep—, texto editado por F. Préchac (Pa-
ris, Les Belles Lettres, 1963-1964), tra-
ducido al alemán con notas por M.
REFERENCIAS Rosenbach, 2 t., Darmstadt, Wissens-
chaftliche Buchgesellschaft, 4.a ed., 1995.
ARNIM, H. V., Stoicorum Veterum Fragmen- SEXTUS EMPIRICUS, Against the Ethicists, ed.
ta, Stuttgart, B. G. Teubner, 1903, 4 vols. and translated by R. G. Bury, Lon-
BECKER, L., A New Stoicism, Princeton dres-Cambridge, Harvard UP, 1960,
Princeton U.P., 1998. vol. III.
BERTOMEU, M. J.; GAETA, R., y VIDIELLA, WHITE, N., «Stoic Values», The Monist, 73
G. (compiladores), Universalismo y mul- (1990), pp. 42-58.

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NOTAS Y DISCUSIONES

NOTAS

1
El tema de los indiferentes o intermediarios es 5
MS, pp. 519-520 (Weischedel).
especialmente controvertido. La interpretación que he 6
Cp. Kant, XIX, p. 96, Ref. 6585; p. 261, Ref. 7165;
ofrecido sigue de cerca la propuesta por Kidd, 1971, MS, p. 520 (Weischedel); Kersting, 1993, p. 186.
pp. 155 ss. Sobre toda la relación entre la estimabilidad 7
Korsgaard, 1986, p. 487.
de los indiferentes y la virtud, es importante la dis- 8
Cp. Guariglia, 1996, pp. 187 y ss. Al respecto véan-
cusión de White, 1990, pp. 43 y ss. se ahora las discusiones de Ferraro, pp. 255 y ss. y
2
Parsons y Shils, 1951, p. 395. de Bertomeu y Vidiella, pp. 297 y ss., ambas en Ber-
3
Becker, 1998, p. 14. tomeu, Gaeta y Vidiella (comp.), 2000.
4
Cp. Kersting, 1983, pp. 404 y ss., y 1993, pp. 187 ss.

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