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PERTENECE A:
WASHINGTON RODRIGUEZ CHANCAY
CURSO:
6/3
ASIGNATURA:
OPERATORIA DENTAL III
DOCENTE:
DR. PATRICIO PROAÑO Y.
AÑO LECTIVO
2018 – 2019 CI
SENSIBILIDAD
Sensibilidad (del latín sensibilem, ‘sensible’), facultad de un ser vivo (sintiente) de percibir
estímulos externos e internos a través de los sentidos. En fisiología, es la función del sistema
nervioso que permite detectar a través de los órganos sensoriales las variaciones físicas o
químicas que provienen del interior del individuo o de su medio externo. La sensibilidad se hace
consciente en el cerebro como experiencia subjetiva.
Los sentidos nos informan del estado de las cosas que nos rodean y cada uno es selectivo
respecto a la clase de información que proporciona: el ojo, la piel y el oído ofrecen información
temporal y espacial en sus tres dimensiones; el olfato y el gusto, en cambio, son sentidos
químicos que proporcionan información sobre la composición de la materia volátil o soluble. El
tacto es el más generalizado y comprende: la sensibilidad cutánea (sensibilidad al dolor, la
presión o la temperatura), la cinestesia (sensibilidad originada en músculos, articulaciones o
tendones, informa sobre el movimiento del cuerpo), orgánica (sensibilidad en los órganos
internos) y laberíntica (la relacionada con el equilibrio).
Es importante conocer las causas que la provocan y las claves para su tratamiento con el fin de
prevenir y combatir este molesto trastorno dental.
La sensibilidad dentinal se define como un dolor que surge de la dentina expuesta y representa
diferentes entidades clínicas. La presentación de casos en personas jóvenes se está
incrementando debido a dietas acidogénicas, malos hábitos, técnicas de cepillado incorrectas y
el uso indiscrimado de blanqueadores dentales. La exposición dentinal se puede deber
a procesos tanto físicos como químicos que conducen tanto a la pérdida del esmalte y
el cemento o del tejido gingival. Los factores causales rara vez actúan aisladamente e
incluyen erosión, atrición, abrasión, bruxismo, blanqueamiento, medicación, condiciones
genéticas, recesión gingival y enfermedad periodontal. Existe un amplio rango de medicamentos
para el tratamiento con el fin de ocluir los túbulos dentinales o bloquear la trasmisión neural desde
la pulpa.
Las fibras A son más amplias que las C, además por ser mielinizadas transmiten el impulso
nervioso de forma saltatoria. Esto hace que el impulso viaje de una forma más rápida. Por otra
parte, las fibras C son más pequeñas y sus impulsos se mueven a lo largo del axón en forma
de ondas, por lo que se le conoce como conducción continua, la cual es más lenta.
El cepillado con excesiva fuerza puede provocar recesión gingival (sobre todo en biotipos
gingivales finos), abrasión cervical y apertura de túbulos dentinarios. Además, es importante el
momento del cepillado, ya que, si se realiza justo antes o después de haber ingerido comidas y
bebidas ácidas, el desgaste del esmalte y del cemento puede ser mayor. Por otra parte, una mala
higiene bucal permite la acumulación de biofilm bucal (placa bacteriana), sobre todo a nivel
cervical, lo que puede destruir el esmalte y el cemento.
Determinados alimentos tienen un pH bajo que contribuye a la erosión del esmalte y del cemento,
como pueden ser los cítricos, las mermeladas, el yogur, el té, el vino o los refrescos.
Tratamientos odontológicos
La cirugía periodontal y, en menor medida, el raspado radicular puede provocar una ligera
eliminación del cemento y un desplazamiento apical del margen gingival, lo que puede resultar
en una recesión gingival.
Bruxismo
Los pacientes que sufren bruxismo tienen desgastes y fracturas incisales y oclusales. Las
tensiones derivadas del rechinar de los dientes provocan su flexión a nivel cervical y la pérdida
de los cristales que lo conforman, permitiendo el contacto de la dentina con el medio oral.
Enfermedades generales
Las patologías que cursan con ácidos en boca y que, por tanto, producen una mayor erosión
dental (por ejemplo, úlcera gástrica, anorexia y bulimia) también pueden causar sensibilidad
dental.
El síntoma que presentan los pacientes con sensibilidad dental es un dolor de las siguientes
características:
La sensibilidad post operatoria de las restauraciones con resinas compuestas fue y sigue siendo
uno de los grandes enigmas de la odontología de hoy. Un misterio para el cual pocos clínicos
encuentran una solución y mucho menos una prevención.
Mas allá de los avances de las técnicas y hasta del desarrollo de nuevos y mejores materiales,
existe siempre el miedo a las consecuencias de nuestros tratamientos. Un éxito clínico por un
lado y un fracaso casi esperado: la aparición de sensibilidad térmica o mecánica luego de
colocada la restauración.
Dicha sensibilidad pone en tela de juicio nuestra credibilidad para con nuestros pacientes y por
ende nuestro futuro con ellos. Piezas dentarias con caries u obturaciones deficientes que no
presentaban sensibilidad, se comportan como elementos de crisis una vez resueltas. Dónde
estuvo la falla? En el diagnóstico? En la técnica clínica? En ambos? Son muchos los tratados
acerca de sensibilidad post-operatoria (SPO) pero pocos los estudios fehacientes hechos en
humanos.
Las técnicas habituales para reducir la SPO se basan en la colocación de intermediarios entre la
dentina y la restauración. Así como las bases de Oxido de Zinc en los años 60 y las de Cemento
de Fosfato en los 70, los Ionómeros Vítreos son hoy en día el material de elección para el
recubrimiento protector de la dentina. Ahora la pregunta: “¿Es suficiente con eso?” La respuesta
obviamente es NO.
Hoy en día sabemos que los tratamientos de la superficie dentinaria son pasos indispensables a
la hora de proteger tan delicado tejido. Evitar la desecación y la contaminación durante las
maniobras operatorias es un requisito primordial de todo acto quirúrgico. Un correcto control de
la oclusión, previo o posterior a la restauración son maniobras vitales y obligatorias.
Tal vez entonces lo mejor sea comenzar por conocer al enemigo. Saber las causas y cómo
prevenir efectivamente esa sensibilidad.
Una de las teorías más aceptadas por todo el mundo es el estudio hidrodinámico de la dentina
La cual nos menciona que los fluidos que están dentro de los túbulos dentinarios se alteran por
cambios térmicos, físicos u osmóticos, estimulando receptores de presión que conducen a la
excitación nerviosa, la cual se traduce en el dolor dental. Bramstrom en varias ocasiones se
refiere a él para explicar muchos de los procesos o respuestas pulpares.
Sabemos positivamente que al exponer dentina por cualquier motivo, ésta se encuentra a merced
de estímulos químicos, térmicos, eléctricos (por diferencia de potencial), y frente a todos ellos
responde.
Dichos conductillos existen en mayor número y diámetro cuanto más cerca estén de la cámara
pulpar, perdiendo luego en cantidad y luz de diámetro a medida que nos acercamos al límite
amelo-dentinario.
Uno de los casos más frecuentes que ejemplifica lo antedicho es la inflamación producida por el
ataque bacteriano de la caries que genera un aumento de la presión hidrodinámica dentro de la
dentina y la deformación de fibras mecano-receptoras cuya información es traducida a la pulpa.
De igual manera la desecación superficial de la dentina impulsa a una mayor salida de líquido
hacia el exterior con iguales consecuencias, dolor.
Los materiales de obturación difícilmente puedan causar alteración alguna a la dentina bien
utilizados, aunque el desconocimiento de maniobras de preparación, relleno, polimerización y
pulido pueden ser factores altamente contribuyentes a la sensibilidad post- restauración.
Podríamos clasificar a los factores clínicos que afectan a la superficie dentaria una vez preparada
en factores físicos y químicos.
FACTORES FISICOS
Calor/Presión/Deshidratación
Temperaturas superiores a los 46 grados centígrados son suficientes para la trombosis de los
vasos sanguíneos de la pulpa y superiores a 60, para la desnaturalización de proteínas y fibras
colágenas. Tan sólo el uso de elementos de polimerización en mal estado son suficientes para
alcanzar dichas temperaturas. Algunos materiales con elevadas temperaturas de polimerización
o reacción de endurecimiento en muchos casos superan esas marcas.
Otro de los frecuentes errores que cometemos es el secado abundante para tener una superficie
dentinaria más limpia y segura. Dichos conocimientos adquiridos en el pasado quedan
descartados para el tratamiento de una superficie que naturalmente es húmeda y debe
permanecer siempre húmeda. De ahí que los nuevos adhesivos contengan agua en su
composición.
FACTORES QUÍMICOS
Los distintos sistemas adhesivos que permiten un sellado de los túbulos dentinarios poseen
distintos tipos de primers que varían en su aplicación clínica. La capacidad de humectación y la
extensión en la cual el primer penetra juegan un rol preponderante en la calidad de la adhesión.
Algunos contienen acetona y otros alcohol como vehículo, y también pueden contener agua, o la
combinación de algunos de estos solventes. Los que contienen acetona requieren una mayor
humedad de la dentina para su efectividad.
Con respecto al adhesivo es importante tener en cuenta que las resinas que lo componen no
polimerizan en contacto con el oxígeno, por lo tanto cuando se coloca el bonding y se esparce
con aire es necesario que no quede una capa muy delgada porque todo ese líquido será inhibido
por el aire y no polimerizará dejando resinas sin polimerizar en contacto con la dentina.
Tanto sea porque sellan mejor los túbulos dentinarios los agentes adhesivos más espesos, o
porque aporten mayor flexibilidad para contrarrestar en mejor medida la expansión y contracción
postoperatorios, es evidente que clínicamente cuanto más gruesa la capa de agente adhesivo,
menor la sensibilidad postoperatoria.
Algunos clínicos informan que los adhesivos de pasos múltiples son más eficaces que los
llamados de un solo paso, justamente debido a la diferencia de espesor, que puede ser
compensada con la colocación de más de una capa del monocomponente.
Jack Nicholls publica en 1997 un artículo titulado “Shake, shake, shake”, donde señala la
importancia de agitar los envases de adhesivos dentinarios. Sin importar cuál es el solvente
utilizado en cada adhesivo, acetona, alcohol etílico o agua, los líquidos en los envases tienen
distintas densidades, y ya que no son químicamente compatibles puede ocurrir, y de hecho,
ocurre, separación de fases. Y compara esta separación en capas dentro del envase con lo que
sucede con el agua y el aceite. Si se agita una mezcla de estos dos líquidos se obtiene una
emulsión, pero si se lo deja por un corto tiempo, el aceite se separa y flota por sobre la capa de
agua. Lo mismo sucedería con nuestros adhesivos. Si no agitamos los envases, sabiendo que
el solvente es el componente menos denso, en principio estaremos colocando sólo solvente en
la cavidad; y luego de varias aplicaciones, cuando ya se haya agotado el solvente, colocaremos
fundamentalmente resina, especialmente en aquellos primers o adhesivos que contienen sólo
acetona, que es muy volátil. De esta manera la resina no tendrá un vehículo, una mano que la
guíe y la penetre en la trama colágena expuesta. Nicholls probó cuatro sistemas
monocomponentes para saber cuánto tardaba en producirse esa separación de fases, y en todos
ellos, a las dos horas, eran evidentes a simple vista distintas capas. Como conclusión, Nicholls
sugiere que no importa cuánto haya pasado desde de la última aplicación, siempre es
conveniente agitar los envases antes de usar cualquier sistema adhesivo, a pesar de que en
ninguno de ellos se lee la premisa “agite antes de usar”.
Los últimos estudios dividen a la contracción de polimerización en dos fases: la fase pre-gel o
pre-gelación y la fase post-gel o post-gelación. Durante la primera, el composite es capaz de
fluir, lo cual alivia el stress dentro de la estructura del material; después de la gelación, durante
la segunda fase, la fluidez cesa y no puede compensar el stress de contracción, por lo tanto la
polimerización post-gel produce un stress clínicamente significativo en la unión composite-diente
y en la estructura dentaria adyacente.
El porcentaje de contracción de las resinas de fotocurado es mayor durante los primeros 30-40
segundos de la reacción de polimerización, y esto es significativo clínicamente porque la
integridad de la interfase diente-restauración es rápidamente desafiada durante las fases
tempranas de la polimerización, cuando la unión entre los tejidos duros del diente y el composite
todavía está madurando.
Esto transportado a la clínica hace que sea aconsejable una polimerización con una intensidad
gradual. Existen algunas marcas de lámparas de luz halógena, por ejemplo, la Elipar II o la
Trilight de Espe, que comienza la polimerización con una intensidad menor durante los primeros
20 segundos y luego la lleva a la intensidad normal.
Otra forma sería alejar unos centímetros la fuente lumínica en los primeros segundos y luego
acercarnos lentamente a la restauración.
Materiales más fluidos, especialmente las primeras capas que están en contacto con la estructura
dentaria es una forma de disminuir o al menos controlar el stress de polimerización.
La otra forma es a través de la famosa técnica incremental, con capas que no superen los 2 mm
de espesor y que en las preparaciones con caja proximal la primera capa sea aún menor. Con
los nuevos “composites condensables”, los fabricantes indican que pueden colocarse bloques de
hasta 5 mm, lo cual se contradice con estos nuevos conceptos, porque justamente estos
materiales son los que menor fluidez permiten y por eso muchas veces se recomienda
combinarlos con materiales flow, composites fluidos en contacto con la estructura dentaria.
Es importante también que cada una de estas capas se apoye en una sola pared de la
preparación para disminuir el stress de contracción de polimerización por el efecto del
denominado factor C o factor de configuración cavitaria. Este factor relaciona al material con la
cantidad de superficies dentarias a las cuales puede ser adherido, y se demostró que existe
mayor stress de contracción de polimerización cuanto más cantidad de superficies dentarias
entren en contacto con una capa de composite, porque no permiten liberar ese estrés. Por eso,
en preparaciones de Clase I pequeñas y profundas, con un factor C alto, habrá mayor stress de
polimerización, con una potencial sensibilidad post-operatoria. La idea es, en lo posible, ir
construyendo la restauración “cúspide a cúspide”, apoyándonos en una sola pared cavitaria a la
vez. Concluyendo, la contracción del composite como material en sí, es modificada en relación
con la cantidad de superficies preparadas para la adhesión, generando un stress de contracción,
que dependerá como ya vimos del factor C y de la elasticidad o fluidez del material. Incorporando
todos estos conceptos teóricos a la clínica, podemos minimizar ese stress de contracción que
puede conducir a sensibilidad post-operatoria, con una intensidad lumínica gradual, colocando
el material en capas delgadas sobre la menor cantidad de paredes posibles, e incorporando
materiales más fluídos, como vimos antes. También es importante esperar 20 segundos luego
de colocada la capa de material para darle tiempo a que se adapte, se acomode en las paredes
de la preparación.
Ninguna técnica es completamente segura, como así tampoco ningún material es mejor a peor
que otro cuando hablamos de SPO.
Para el tratamiento de sensibilidad dental es fundamental una correcta higiene bucal con
productos específicos:
Cepillo dental específico para sensibilidad dental, con filamentos extra suaves para una
limpieza delicada, utilizando una adecuada técnica de cepillado.
Pasta dentífrica o gel no abrasivo y colutorios con principios activos para la sensibilidad
dental.
En casos muy extremos se puede acabar desvitalizando el diente con una endodoncia si fuera
necesario.