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Isaías 40:29:31

Felipe para poder entender versículos de la biblia de manera mas cabal necesitas leer el capitulo
completo. Por eso para responder tus preguntas vamos a enfocarnos en el capitulo 40 completo
pero tu da el énfasis en los 3 versículos que vas hacer referencia.

¿Por que el profeta Isaías escribió eso?

El libro de Isaías se trata del exilio en Babilonia, que empezó en el año 586 a.C. cuando
Nabucodonosor II de Babilonia destruyó Jerusalén y el templo y esclavizó al pueblo judío. El exilio
acabó en 539 a.C. cuando Ciro de Persia permitió que los judíos regresaran a Jerusalén y
reconstruyeran el templo. El libro de Isaías deja claro que Nabucodonosor funcionó como
instrumento de Dios para castigar al pueblo judío por sus pecados, como también Ciro fue
instrumento de Dios para liberarlo – para su redención.

La opinión erudita se encuentra dividida en cuanto a la autoría de este libro. Unos creen que un
solo hombre escribió el libro completo, y que parte del libro presagia eventos que tomaron lugar
mucho después de su muerte. Otros creen que un autor escribió capítulos 1-39, que un segundo
autor escribió capítulos 40-55, y que un tercer autor escribió capítulos 56-66.

Sin embargo, todos concuerdan que en capítulo 40 empieza un nuevo énfasis. Capítulos 1-39
constan de una advertencia del juicio de Dios si la gente confía más en líderes seculares que en
Dios. Capítulos 40-50 realzan la promesa de redención para un pueblo sometido al juicio del cual
el profeta les había advertido en capítulos anteriores. Capítulos 56-66 relatan el regreso de los
judíos a Jerusalén y la reconstrucción de la ciudad y su templo.

Isaías 40:1-11 empieza el capítulo con una promesa de consuelo y liberación. Estos versículos
garantizan las promesas del pacto de Yahvé, diciendo, “la palabra del Dios nuestro permanece
para siempre” (v. 8). Revelan a Yahvé como pastor que alimenta su rebaño y lleva los corderos en
brazos (v. 11).

Versículos 12-26 prometen que Yahvé tiene el poder necesario para liberar a su pueblo. Estos
versículos empiezan con una serie de preguntas como “¿Quién midió las aguas con su puño,” que
les recuerdan a los exiliados de la majestad de Dios. Dicen que “las naciones son reputadas como
la gota de un acetre” (v. 15) y los habitantes de la tierra, desde la perspectiva de Yahvé, “son como
langostas” (v. 22). Estos versículos invitan a los exiliados a que alcen los ojos al cielo y sepan que
Yahvé conoce el nombre de cada estrella – y que cada estrella toma su lugar según la orden de
Yahvé (v. 26).

Isaías escribe esto porque necesitaba recordarle al pueblo de Israel las promesas de Dios, que Dios
los podía libertar y hacer de ellos una gran nación. No importa cuan cansados estén su Dios es el
Todopoderoso en el sus fuerzas son infinitas.
¿A quien se lo dedico?

“¿No sabéis? ¿No habéis oído? ¿Nunca os lo han dicho desde el principio? ¿No habéis sido
enseñados desde que la tierra se fundó?” (v. 21). En este capítulo, a veces es difícil saber quién
está hablando y a quién se dirige. En estos versículos, el que habla puede ser Yahvé, el anfitrión
celestial, o el profeta. La gente a quien se dirige son los exiliados – el pueblo judío en Babilonia.

En este versículo, la voz hace cuatro preguntas retóricas para recordarles a los exiliados que ya
conocen a Yahvé – que han sabido de Yahvé a través de sus escrituras y sus profetas y su historia.
Estas preguntas les recuerdan a los exiliados de lo que se les ha dicho desde el principio – desde
que la tierra se fundó – desde el momento en que “En el principio crió Dios los cielos y la tierra.”
Ellos saben que Dios dijo, “Sea la luz” y hubo luz” (Génesis 1:1-3). Entienden el poder de la palabra
creadora de Dios.

Se saben la historia y son capaces de recitar los pasos de la creación. Saben que Dios creó la vida
humana el último día de la creación – y “vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno
en gran manera” (Génesis 1:31). Saben del pecado y sus comienzos en el jardín de Edén (Génesis
3), y el lugar que el pecado ocupa en sus propias vidas.

Saben de la llamada de Dios a Abram – y del pacto que Dios hizo con Abram (Génesis 12:1-3).
Saben del nacimiento de Israel en Egipto – de los cuatro siglos de servidumbre que los
descendientes de Jacob tuvieron que soportar en Egipto. Saben de Moisés – de como Dios le utilizó
para liberar a su pueblo.
Saben de cómo los israelitas pecaron en el desierto y fueron forzados a soportar cuarenta años
errando por esa tierra que la mayoría de nosotros llamaría “maldita” – pero esa tierra no era
maldita para nada. Saben que Dios guió a su pueblo por el desierto con una columna de humo
durante el día y una columna de fuego durante la noche. Saben que les alimentó con mana del
cielo y agua de una roca.

Saben que Dios permitió a Israel entrar en la Tierra Prometida y establecer allí una nación. Saben
que los israelitas no se sentían satisfechos porque no tenían ningún rey humano como las otras
naciones – que rechazaron la realeza de Dios y exigieron un rey humano. Sabían que sus reyes
humanos les mataban – y les fallaban.

Saben que Israel rechazó los consejos de los profetas de Dios – que prefirieron confiar en alianzas
entre naciones sin Dios en lugar de confiar en Yahvé. Saben que eso resultó en la destrucción de
Jerusalén y en la esclavitud de sus habitantes – la esclavitud de estos exiliados a quienes ahora se
dirige.

¿Lo saben? ¡Sí! ¿Lo han oído? ¡Sí! ¿Se les ha dicho desde el principio? ¡Sí! ¿Lo han entendido desde
la fundación de la tierra? ¡Sí! ¡Claro que sí!

Pero necesitan que alguien se lo recuerde. Necesitan recordar que Dios ha sido poderoso y fiel de
principio a fin. Necesitan recordar las circunstancias que les llevaron a su esclavitud. Necesitan
recordar que Israel ha sufrido antes y que ese sufrimiento no fue el fin – que Dios les liberó – les
redimió – les guió de nuevo. Necesitan recordar todas estas cosas, porque Dios está a punto de
hacerlo otra vez. Puede parecer que sus vidas no tienen esperanza, pero ese no es el caso para
nada.

Si estos exiliados dependieran de su propia fuerza, serían esclavos para siempre. Pero no
dependen de su propia fuerza, sino de la fuerza de Dios.

Los próximos versículos les dan a estos exiliados la perspectiva de Dios – les aseguran que Yahvé
“á todas llama por sus nombres; ninguna faltará: tal es la grandeza de su fuerza” (v. 26) –
prometen que “los que esperan á Jehová tendrán nuevas fuerzas; (y) levantarán las alas como
águilas” (v. 31).

¡Águilas, ni más ni menos! Cuanto han envidiado estos exiliados a las águilas por su libertad y
poder. Cuánto han soñado en tener alas para volar lejos de su encarcelación. Cuánto han deseado
poder volar sobre la tierra majestuosamente y alejarse del alcance de sus captores.

Pero el poder de las águilas no es nada comparado con el de Yahvé – y es Yahvé el que está a punto
de fortalecer a estos exiliados. Esa es la promesa.

¿Lo saben? ¡Sí! ¿Lo han oído? ¡Sí! ¿Se les ha dicho desde el principio – desde la fundación de la
tierra? ¡Sí! Pero necesitan recordarlo. Estas cuatro preguntas les hacen recordar.

Claramente este pasaje fue dedicado al pueblo de Israel que estaba cautivo en Babilonia, era un
mensaje de animo para que se volvieran a Dios.
Que fin tenia ese mensaje en el pueblo de Israel

Versículos 27-31 prometen que “los que esperan á Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán las
alas como águilas” (v. 31).

Entonces, estos versículos son un llamamiento para que los exiliados vuelvan a la fe mientras se
encuentran sumergidos en la humillación de la servidumbre que viven cada día – la servidumbre
que han soportado casi cinco décadas. Estos exiliados saben que no ejercen ningún poder sobre la
nación dominante de Babilonia. Este capítulo les asegura que Yahvé no es impotente. Yahvé tiene
la voluntad y el poder de redimirles.

“El da esfuerzo al cansado y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas” (v. 29). Dios no se
cansa (v. 28b), pero sí da fuerzas al cansado. No le falta fuerza, pero sí refuerza a los impotentes.
Las escrituras hablan una y otra vez del corazón cariñoso de Dios hacia los vulnerables.

Si se puede decir que Dios pierde la paciencia, sería con aquéllos que parecen fuertes y auto
suficientes. Estas personas son más aptas a poner su fe en su propia fuerza que en la fuerza de
Dios. Tienden hacia el narcisismo – a concentrarse en sus propias preocupaciones sin considerar a
Dios ni al prójimo.

Pero los impotentes – los que se cansan – están más dispuestos a acercarse a Dios de rodillas.
Están más dispuestos a reconocer que necesitan la ayuda de Dios. Habiendo sufrido ellos mismos,
es más probable que entiendan mejor el sufrimiento del prójimo.

En las escrituras, entonces, Dios muestra una preferencia clara por los impotentes – por los que se
cansan. Siempre está dispuesto a ayudar a estas personas y a darles la fuerza que tanto necesitan.

“Los mancebos se fatigan y se cansan, los mozos flaquean y caen” (v. 30). Por tercera vez en estos
versículos encontramos la palabra “fatigarse.” Dios no se fatiga (v. 28), pero da fuerzas a los que
se fatigan (v. 29). Ahora nos recuerda que hasta los pequeños se fatigan. Nos sorprende pensar
que los pequeños se fatiguen, porque siempre parece haber una relación inversa entre la edad y la
energía. Niños pequeños siempre se están moviendo. Es mucho trabajo andar detrás de un niño
pequeño. Pero los niños pequeños también se cansan y se fatigan. A veces ocurre tan
rápidamente que es como estar mirando una película en cámara lenta. Primero, el niño está
activo. El niño empieza a sentirse molesto. El niño quiere acurrucarse y chuparse el dedo.
Entonces el niño se duerme profundamente – se fatiga.

Las personas que mejor encarnan la combinación ideal de fuerza y energía son los jóvenes – los
que están entre la adolescencia y los veinticinco años. Nuestros mejores atletas suelen estar entre
estas edades. Si tienen suerte compiten hasta los treinta o cuarenta años – pero eso es la
excepción.

Pero Dios nos recuerda que hasta hombres y mujeres en su edad más fuerte se cansan y se fatigan.
El punto es que nosotros, aún en nuestro mejor momento, tenemos fuerza y energía limitadas. El
profeta nos lo quiere recordar antes de decirnos como podemos renovar nuestra fuerza.
“Mas los que esperan á Jehová tendrán nuevas (ya·hali·pu) fuerzas” (v. 31a). Los que dependen en
su propia fuerza tienen recursos limitados. Los que esperan al Señor – los que mantienen su fe
ante la adversidad – tienen acceso a infinitos recursos.

Esta palabra, ya·hali·pu, tiene varios significados, incluyendo dejar algo a alguien o cambiar o
renovar. Entonces, podríamos decir que los que esperan al Señor encontrarán que su energía se
renueva cuando Dios les permite cambiar algo de su debilidad por algo de la fuerza del Señor.

“levantarán las alas como águilas” (v. 31b). A menudo tenemos el privilegio de ver águilas volar
delante de nuestra casa – generalmente a lo lejos, pero a veces de cerca. Ayer estábamos sentados
alrededor de la mesa delante de la ventana de la cocina cuando un águila sobrevoló nuestro jardín
entrando y saliendo entre los árboles (quizá Dios hizo esto para mi beneficio, sabiendo que estaría
trabajando hoy en este texto). Fui el primero en verla. Señalé y mi familia se giró para mirarla.
Todos nos asombramos de su tamaño y majestuosidad. Fue uno de esos momentos que te deja sin
aire – como cuando un avión grande truena sobre el tejado – pero esta águila volaba en silencio.

Hace unos años estábamos visitando un criadero de truchas en los montes de California cuando de
repente un águila bajó y sacó una trucha del agua a pocos metros de nosotros. No teníamos ni idea
de lo que estaba pasando – fue como una explosión repentina. Un peso de plomo no podía haber
bajado tan rápidamente del cielo – era un vuelo poderoso – un águila bombardeando en picado.

Más tarde nos acordamos de haber oído el sonido de las alas del águila rompiendo el aire – pero
las oímos solo un instante. También nos acordamos del momento en que el águila pegó el agua y
cogió el pez – la explosión. Y pronto el águila estaba de nuevo en el cielo. Todo tomó un par de
segundos. La fuerza del águila era maravillosa y nos dio un poco de miedo. ¿Qué hubiera pasado
si fuera un perro o un gato o un bebé? No hubiéramos tenido defensa ninguna.

Pero el poder de las águilas no es nada comparado con el poder de Yahvé – Yahvé es el que da
fuerzas a quienes le esperan. Esa es la promesa.

“correrán, y no se cansarán, caminarán, y no se fatigarán” (v. 31c). Correr y caminar son


parecidos. Ambos nos propulsan por la tierra, y ambos nos cansan. Correr nos cansa antes que
andar – pero ambos resultan en lo mismo – cansancio. Pero aquéllos que esperan al Señor
correrán y caminarán con energía que se renueva. El Señor les hará posible ir más lejos de donde
su energía natural les permita llegar.

El fin del mensaje era animar a su pueblo para que no perdieran la fe en Dios, ya que El Señor es el
mismo de siempre un Dios todopoderoso.

Dios te bendiga querido hermano y te siga dando esto de buscar escudriñar las escrituras, ya que
El nos dice “escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida
eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí”. En lo que pueda siempre estaré para ayudarte y
orientarte.

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