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Capítulo 20

¿Cómo puedo vivir sin tener todas las


respuestas?
Gary W. Burdick

Las cosas secretas pertenecen al Eterno nuestro Dios, pero las


reveladas son para nosotros y nuestros hijos para siempre, para que
cumplamos todas las palabras de esta Ley (Deuteronomio 29:29,
RVR90).

Si tuviéramos conocimientos perfectos, nuestra ciencia y


nuestra teología nunca estarían en conflicto, porque el mismo
Dios que se revela a través de la Biblia se ha revelado también
mediante su creación, y Dios no está en conflicto consigo mis­
mo. Por lo tanto, cuando observamos que existe conflicto entre
nuestra mejor teología y nuestra mejor ciencia, debemos reco­
nocer que esto simplemente demuesrra nuestra falta de un co­
nocimiento completo. Como bien escribió un conocido geólo­
go cristiano:

Como las Escrituras y el universo creado son ambos da­


dos por Dios, no pueden estar en conflicto. Constituyen
un todo íntegro, unificado y coherente que es expresión
del carácter y la voluntad de nuestro Creador y Redentor,

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que es el Autor de ambos. La naturaleza y las Escrituras


constituyen una unidad, porque Dios mismo es uno... La
Biblia y la naturaleza parecen a veces estar desconectadas,
en competencia mutua o incluso en conflicto entre sí. Sin
embargo, estos desacuerdos no ocurren entre la Biblia y
el orden creado, sino más bien entre el conocimiento hu­
mano de la Biblia y el conocimiento humano de la na­
turaleza. Son las interpretaciones humanas de los datos
dados por Dios las que nos llevan a discrepancia, conflicto
y desacuerdo.1

Cuando Cristo regrese a la Tierra, esperamos adquirir un co­


nocimiento mayor y obtener algunas respuestas, aunque quizá
no todas, a nuestras preguntas. Hasta que llegue ese día, ¿cómo
debemos vivir con preguntas sin respuesta? l-os siguientes son
cuatro abordajes que considero útiles.

1. Reconocer que toda disciplina tiene sus propias


preguntas sin respuesta

En teología, los cristianos lucharon durante siglos por com­


prender exactamente quién es Jesús. De su vida, estaba claro que
Jesús era un ser humano que experimentó hambre y sintió dolor,
de la misma manera que todos los seres humanos. Estaba tam­
bién claro que Jesús era divino y aceptó la adoración de aquellos
a quienes había sanado. ¿Cómo pudo Jesús ser humano y divi­
no al mismo tiempo? Es un gran misterio. Aunque el Concilio

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de Nicca definió este misterio para la iglesia cristiana primitiva,


declarando que Jesús era tanto completamente humano como
completamente divino, esto no explica de qué modo alguien
puede ser simultáneamente divino y humano.
La ciencia también tiene sus preguntas sin respuesta. Por
ejemplo, ¿qué es la luz? Durante siglos, los físicos lucharon por
comprender su naturaleza. Algunos experimentos sugerían que
la luz constaba de partículas discretas, en tanto otros experimen­
tos mostraban que la luz se dispersaba en ondas. No fue sino
hasta el desarrollo de la mecánica cuántica en el siglo XX que los
científicos comprendieron que la luz era un “paquete de ondas”
mecánico-cuántico, que puede presentar características de onda
o de partícula dependiendo del experimento que se seleccione.
Sin embargo, esto solamente define el misterio. No responde to­
talmente a la pregunta, porque no está claro lo que la mecánica
cuántica nos dice exactamente sobre la naturaleza de la realidad.
La mayoría de los científicos e ingenieros están dispuestos a
aceptar los resultados de la mecánica cuántica sin pensar dema­
siado en las preguntas filosóficas de qué es en realidad la luz. La
mecánica cuántica explica muy bien los resultados de nuestros
experimentos, y ha sido utilizada para diseñar y producir muchos
dispositivos tecnológicos importantes, como el láser, el transis­
tor, las técnicas de imagen por resonancia magnética (RM) y,
quizás en el futuro, computadoras cuánticas de alta velocidad.
Sin embargo, esto todavía deja sin responder la pregunta de qué
es realmente la luz antes de ser medida en un experimento. La
respuesta no tiene importancia para el desarrollo de la tecno­
logía. Por esta razón, la interpretación estándar de la mecánica

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cuántica ha sido caracterizada irónicamente como el método de


“Deja de hacer preguntas y calcula”; en otras palabras: “No hay
que preocuparse por las ramificaciones filosóficas de la mecánica
cuántica; basta con saber utilizarla”.
Tanto la teología como la ciencia plantean preguntas sin res­
puesta, y quizás imposibles de responder. Sin embargo, estos son
los misterios que vale la pena tratar de comprender y descifrar,
porque apuntan a algunas de las verdades más importantes y
fundamentales sobre Dios y la realidad. Dado que cada discipli­
na tiene preguntas esenciales sin respuesta, no debe sorprender­
nos descubrir que los intentos de conciliar la ciencia y la teología
resulten en preguntas adicionales sin respuesta. Esto no quiere
decir que la ciencia y la teología deban estar en guerra o que
una de ellas deba ganar y la otra perder en el conflicto. Más
bien, esto constituye otra evidencia de que Dios y la realidad son
mucho más grandes de lo que podemos comprender. Tenemos
que reconocer también que estos “conflictos” pueden apuntar a
importantes verdades subyacentes. 1.a solución puede no darse
fácilmente y estas tensiones pueden no ser totalmente resueltas
en esta vida, pero vale la pena intentar comprender mejor tanto
a Dios como a su creación.

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2. Investigar las ramificaciones que tendría para la


teología o la ciencia el aceptar las “verdades” de la
otra disciplina

Es importante preguntar cuáles serían las ramificaciones para


nuestra teología si fuéramos a aceptar ciertas teorías científi­
cas actuales. Los teólogos posteriores a la época de Galileo no
creyeron que violaban los principios teológicos fundamentales
al aceptar que la Tierra gira alrededor del Sol, en vez de ser el
Sol el que gira alrededor de la Tierra. Las declaraciones bíblicas
que parecían estar en conflicto con una Tierra en movimiento
(por ejemplo, el mandato de Josué al Sol para que permaneciese
quieto) fueron reinterprctadas sin dañar ninguno de los puntos
importantes que comunicaba el texto bíblico o la teología subya­
cente. En casos como estos, una comprensión clara de la Biblia
puede resolver los conflictos. En otros casos, la teoría científica
predominante podría ser incompatible con las Escrituras. Sin
embargo, en cualquiera de los dos casos, el proceso de examen
ayuda a reafirmar los puntos teológicos más importantes. Esto
no quiere decir que los teólogos deban aceptar todas las teorías
científicas, ni que la ciencia triunfe sobre la teología. Pero, en
algunos casos, el conflicto puede ser evitado reconociendo que
en realidad no existe un conflicto.
De la misma manera, es importante que los científicos cris­
tianos investiguen las ramificaciones y las implicaciones de las
creencias cristianas para la ciencia. Algunos de los mejores avan­
ces científicos fueron logrados por personas que se apartaron del
pensamiento convencional y propusieron o investigaron hipóte-

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sis y teorías novedosas. El mayor logro de la física del siglo XIX


fue la Teoría del Campo Electromagnético propuesta por James
Clerk Maxwell. Este científico y cristiano devoto testificó que su
comprensión de la relación dinámica del Dios Triuno como una
“verdad analógica” lo ayudó a elaborar su teoría del campo elec­
tromagnético dinámico. “No es que Clerk Maxwell hubiera im­
portado los conceptos teológicos como tales a su labor científica,
sino que fue el enfoque de su mente profundamente cristiana
cultivada en la fe lo que ejerció un papel guiador en la elección
y la formación de sus conceptos científicos principales”.2

3. Mantener vivo el diálogo

Tanto en la teología como en la ciencia, algunas de las ver­


dades más importantes surgen de la tensión, el conflicto y la
contradicción. Tanto los defensores de la humanidad de Cristo
como los defensores de la divinidad de Cristo tuvieron que ser
escuchados. Nunca habríamos elaborado una comprensión
completa de la naturalcy.a de Cristo si se le hubiera permitido
a un grupo derrotar y silenciar al otro. De igual manera, nunca
habríamos elaborado la mecánica cuántica si a los científicos que
creían que la luz estaba hecha de partículas discretas se les hubie­
ra permitido derrotar y silenciar a los científicos que creían que
la luz estaba formada por ondas, o viceversa. Aunque en algunos
casos no podemos ver cómo se relacionan nuestro conocimiento
de la ciencia y nuestro conocimiento de la teología, no debemos
permitir que se silencie ninguna voz en el diálogo.

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¿Cómo puedo vivir sin tener todas las respuestas?

Albert Einstein reconoció que la ciencia y la teología necesi­


tan dialogar entre sí. Expresó: “La ciencia sin religión es coja; la
religión sin ciencia es ciega”.' Es decir, la ciencia, para encontrar
un significado, en última instancia debe mirar fuera de sí misma
hacia la religión. Y la religión, puesto que en última instancia
abarca toda la realidad -y no solo la espiritual-, no debe ignorar
el mundo físico. Esta relación ha sido aceptada por el físico y
teólogo John Polkinghorne:

Los que están tratando de servir al Dios de la verdad


deben aceptar toda verdad, cualquiera que sea su origen,
sin temor o reserva. Incluidas en esta amplia aceptación
deben estar indudablemente las verdades de la ciencia. En
el caso de los científicos, la misma actitud implica que, si
quieren seguir buscando una comprensión más amplia y
profunda de la realidad -una búsqueda más acorde con
los métodos de su disciplina-, tendrán que estar dispues­
tos a ir más allá de los límites de la ciencia misma en la
búsqueda de un contexto más amplio y más profundo de
entendimiento. Creo que esta búsqueda más abarcadora,
si se prosigue con una actitud abierta a nuevas ideas, lle­
vará al indagador en dirección a la creencia religiosa.4

4. Reconocer qué es lo más importante en la vida

Aunque desearíamos obtener respuesta a todas nuestras pregun­


tas, Jesús dejó claro que él había venido para sanar y salvar, y que

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esto era más importante que responder a preguntas. Cuando Jesús


y sus discípulos se encontraron con un hombre ciego de nacimien­
to, le preguntaron al Maestro por qué había nacido ciego: si era
debido a su propio pecado o al pecado de sus padres.5 la respuesta
de Jesús fue que la ceguera del hombre no se debía a ninguna de
las dos causas. Pero no abordó la suposición subyacente de que las
adversidades, como la ceguera de este hombre, eran un juicio de
Dios debido al pecado. En lugar de eso, simplemente dijo que la
gloria de Dios sería manifestada a través de la ceguera del hombre,
y procedió a sanarlo. Solucionar el problema de la ceguera de este
hombre era mucho más importante para Jesús que dar una expli­
cación. En ese contexto, el teólogo Thomas Tracy escribió:

Las buenas nuevas proclamadas en el Nuevo Testamento


son que Dios ha actuado para liberar y redimir, no que
Dios nos ha dado una explicación satisfactoria de por qué
las cosas son como son... Anhelamos tanto la liberación
como la comprensión, pero ninguna de las dos está dentro
de nuestra capacidad; por eso no sorprende que la prome­
sa del amor constante de Dios sea un asunto de atención
más urgente que la posibilidad de una explicación más
completa.6

Cuando los autores de los evangelios narran la pasión y la


muerte de Jesús, no dan ninguna explicación para la existencia
del pecado, el sufrimiento y la muerte; solo indican que gracias
al sufrimiento y la muerte de Jesús podemos ser salvos. Elena de
White escribió:7

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¿Cómo puedo vivir sin tener rodas las respuestas?

Es imposible explicar el origen del pecado y dar razón


de su existencia... El pecado es un intruso, y no hay razón
que pueda explicar su presencia. Es algo misterioso e inex­
plicable; excusarlo equivaldría a defenderlo. Si se pudiera
encontrar alguna excusa en su favor o señalar la causa de
su existencia, dejaría de ser pecado.

Por lo tanto, aunque nos gustaría entender por que el mun­


do es como es, en última instancia el mensaje del evangelio es
que el mundo necesita redención, y que gracias a Jesús nos es­
pera un mundo mejor. La salvación es más importante que la
explicación.

Conclusión

Frank Hasel lia indicado que “en ciencia tanto como en teo­
logía, la humildad es una de las más raras, pero más importantes,
características y presuposiciones de los que están comprometi­
dos con el estudio de ambas".s La ciencia suministra podero­
sas herramientas para comprender los intrincados detalles de la
creación de Dios. Sin embargo, cuando los científicos superan
los límites de sus disciplinas para buscar una comprensión más
completa del universo, llegan a reconocer que sus explicaciones
revelan una realidad subyacente que es aun
tanto, el verdadero científico se siente
a ser humilde.

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