Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
Escribir una introducción a los problemas y métodos del análisis del discurso de
ninguna manera constituye una empresa de contornos fáciles de trazar: hasta puede
sostenerse que esta disciplina recientemente anexada a la problemática lingüística no ha
superado todavía el estadio de los prolegómenos y aún busca constituir su metodología
y su objeto. Pero hay algo quizás aún más grave: lo que aqueja al análisis del discurso
no es solamente una dificultad de articularse sobre el campo de las ciencias humanas,
sino también una dificultad para constituir su unidad dentro de la teoría lingüística. En
efecto, a menudo aparece como una especie de parásito de esa teoría, tomando de ella
conceptos y métodos sin sujetarse a un rigor suficiente. Además, en gran medida toma
elementos de la enunciación y de la semántica, que precisamente son los dominios más
inestables en la reflexión lingüística contemporánea. En todos los planos, pues, el
análisis del discurso aparece como una especie de pariente pobre, y muchos lingüistas
estarían tentados de dejar su constitución para las calendas griegas. Es cierto que la
lingüística está lejos de concebir de manera satisfactoria su articulación con las otras
prácticas científicas, lejos también de presentar rigor y unidad en todo, pero el análisis
del discurso parece ser solamente un doble degradado de ella, un reflejo que aumenta
sus carencias.
En esas condiciones, es lícito preguntarse qué interés puede presentar una introducción
a una disciplina que todavía marcha a tientas. Es posible esgrimir varios argumentos
para justificar una empresa semejante: este campo de investigación, siendo uno de los
más problemáticos de la lingüística, no deja de ser uno de los más activos. Esta paradoja
solo es aparente, pues el análisis del discurso tiene el privilegio de situarse en el punto
de contacto entre la reflexión lingüística y las otras ciencias humanas, tanto que la
mayoría de las veces es a través del análisis del discurso que muchos estudiantes e
investigadores se enfrentan con la teoría lingüística. Esto tiene una consecuencia
inmediata: en la actualidad existe una especie de "de-manda" teórica muy grande de
parte de las ciencias humanas, demanda frente a la cual la "oferta" de la lingüística
resulta ridículamente insuficiente. Esta situación debe llevar a la lingüística a
no refugiarse en un cierto mito de una "lingüística pura". En lugar de considerar con
burla o consternación la perversión de los conceptos lingüísticos, más le vale intentar
controlar en la medida de lo posible este fenómeno inevitable y dar a los que tienen
necesidad de ellos no tanto los instrumentos necesarios para disponer de procedimientos
más rigurosos, como la posibilidad de captar los problemas teóricos que su práctica les
plantea.
Muchos no lingüistas desearían que el análisis del discurso les proporcionara una
técnica "científica" que les permitiera obtener resultados formalizados, directamente
utilizables para sus interpretaciones extralingüísticas. Aun suponiendo que la lingüística
llegue a alcanzar en este dominio un nivel de rigor más satisfactorio, exigirá más que
nunca una reflexión crítica de parte del que la utilice, si este no quiere ser víctima de las
mayores ingenuidades epistemológicas.
Nuestro propósito es al fin de cuentas modesto: no es esta de ningún modo una obra de
investigación sino, como hemos dicho, una exposición del "estado de la cuestión", un
panorama bastante despejado de las principales orientaciones de la investigación
lingüística en este campo.
Lo esencial de los materiales se encuentra disperso en diversas revistas v algunos libros,
pero no siempre es fácil extraer de ellos una visión de conjunto, dado que estos trabajos
proceden en gran medida a tientas o toman objetos de análisis muy específicos. En
razón del propósito que la anima, una "introducción" como esta deberá muchas veces
contentarse con esquematizar, simplificar realidades que, debido a su complejidad y a
las deficiencias de la investigación lingüística, se encuentran todavía en un estado de
nebulosa. Como veremos, en este campo el rigor de los enfoques a menudo es,
desgraciadamente, proporcional a su carácter reductor. Con esta obra esperamos sobre
todo provocar una toma de conciencia de la necesidad de una elaboración teórica antes
de cualquier práctica; por lo demás, repetimos, en esta área las cosas no están tan
adelantadas como para eximir de tal elaboración, v cada tipo de corpus exige un
considerable trabajo de adaptación de los métodos para encararlo. Es posible que
algunos lectores experimenten una decepción ante el carácter trivial y elemental de los
procedimientos que presentaremos; ciertamente, frente a la tarea por cumplir, la
metodología es a veces muy poco retinada, pero hay que comprender también que la
mayor parte del tiempo nos veremos obligados a separar esos trabajos del contexto
epistemológico en el que adquieren su significación plena.
Algunas palabras sobre el plan de este libro: la preocupación pedagógica que ha guiado
su redacción se refleja en su organización.
“Al separar la lengua del habla (langue et parole), se separa a la vez: 1o, lo que es social de lo
que es individual; 2o, lo que es esencial de lo que es accesorio y más o menos accidental.” [1]
Además, “la lengua no es una función del sujeto hablante, es el producto que el individuo
registra pasivamente; nunca supone premeditación [...]. El habla es, por el contrario, un acto
individual de voluntad y de inteligencia”. [2]
A partir de las fuentes manuscritas del Curso se podrían mostrar las vacilaciones de
Saussure a este respecto, pero lo importante es que la oposición lengua/habla ha
terminado por convertirse en la oposición entre un código homogéneo, un sistema de
reglas universales, y una libertad v espontaneidad que escapan a toda regla.
Evidentemente esta oposición se había hecho aun más neta desde el momento que la
lengua no incluía la oración. En efecto, la oposición lengua/habla corre el riesgo de
oponer lo sistemático (la lengua) a lo individual, a lo contingente (el habla), a la
autonomía de un sujeto hablante, sujeto sicológico sometido a pasiones,
necesidades, etc. En esta perspectiva no hay lugar para el "discurso", concepto que
apunta a despojar al sujeto hablante de su papel central para integrarlo al
funcionamiento de enunciados, de textos cuyas condiciones de posibilidad se articulan
sistemáticamente sobre formaciones ideológicas.
Así, la dicotomía lengua/habla puede llevar a considerar que por un lado está lo que es
sistemático y racional, un objeto homogéneo y autárquico, la lengua, y por otro, lo que
corresponde al uso contingente del sistema, a lo retórico, lo político, etc. Habría, por
una parte, un conjunto de palabras dotadas de un sentido fijo y transparente, y por otra,
su uso. En realidad se trata de saber si el vínculo entre el sentido de las oraciones de un
texto y sus condiciones sociohistóricas es algo secundario o es constitutivo de ese
sentido mismo, independientemente de la ilusión que puede tener el hablante de que la
significación de su discurso coincide con lo que él "quiere decir". No es cuestión,
obviamente, de dirigir inútiles reproches a Saussure: la ocultación de lo que
seguidamente se definirá como discurso responde a una especie de necesidad,
considerando el contexto en que se definió la lingüística estructural.
Más adelante consideraremos la concepción de Harris; por ahora basta decir que es el
primer lingüista que extendió directamente los procedimientos utilizados para el análisis
de las unidades de la lengua a enunciados que van más allá del marco de la oración. Una
de las grandes paradojas de este análisis del discurso es el hecho de que su iniciador
directo haya trabajado con exclusión de cualquier referencia a la significación. Paradoja
que quizá solo sea tal debido a que tenemos la tendencia a asimilar apresuradamente el
estructuralismo europeo postsaussureano y el distribucionalismo norteamericano, de los
cuales el contexto ideológico, los postulados y los métodos son en realidad diferentes.
En Harris, "no existe la elección entre dos objetos, ni dos lingüísticas: la de la lengua
y la del habla. La descripción formal de los datos —gramática o si se quiere
estructura— es un concepto operatorio que permite el estudio del fenómeno
lingüístico".[7]
Hasta aquí nos hemos referido solamente a aportes situados dentro del campo mismo de
la lingüística, pero esta perspectiva es demasiado restrictiva, en la medida que las
problemáticas elaboradas en un dominio determinado de las ciencias humanas
participan de otras disciplinas (y esto es tanto más inevitable en el caso del análisis del
discurso). Nos parece que el desarrollo del análisis del discurso puede ser abordado
desde dos puntos de vista diferentes: como una tentativa de subsanar las deficiencias
del tradicional análisis de con-tenido,[9] pero también como síntoma y consecuencia de
ese contexto teórico a menudo muy difuso que es el "estructuralismo".
Trabajar sobre textos no constituye sin embargo una práctica obvia e inocente, cualesquiera que
sean los resultados, a menudo interesantes, a los que se llega a través del análisis de contenido.
¿Es posible estudiar el contenido de un discurso sin una teoría del discurso?
En términos más generales, la aparición del análisis del discurso no es más que el
síntoma de un cambio en el estatus acordado a los textos. La práctica de los textos, hasta
el momento de la penetración de los análisis estructurales, estaba dominada por el punto
de vista filológico. Ya fuera en literatura, en historia, en etnología en filosofía, etc., se
trataba de devolver los textos a la vida que se consideraba que los había producido. Se
buscaban fuentes, influencias, alusiones al contexto de la época, se quería descifrar,
reconstituir (si era preciso) el texto original, señalar eventualmente las falsificaciones,
evaluar su interés, etc. Se llegaba así a rodear el texto de un aparato de notas, de críticas
que debían permitir su lectura, es decir, de hecho, permitir encontrar directamente el
pasado del que emanaba; la superficie del lenguaje era atravesada, una vez eliminada la
opacidad, y se alcanzaba su sentido, el de la época o del autor que él ponía de
manifiesto. Por el enfoque estructural, todo texto se ha vuelto ahora, de "documento"
que era, "monumento", según la feliz expresión de Michel Foucault. Ya no se atraviesa
el lenguaje para atrapar su sentido, despojándolo de los accidentes históricos, que lo
han vuelto opaco, sino que se busca despejar sus condiciones de posibilidad para
explicar su funcionamiento, con la ayuda de teorías de la lengua, del inconsciente, de
los discursos, de la ideología, etc., sistemáticamente articuladas. Se despliega un
sistema de correlaciones que escapan a un contacto inmediato con lo vivido. El análisis
del discurso es el nombre dado a un conjunto de respuestas de la lingüística, muy
elementales por el momento, a esta enorme presión. A la vez, veremos, se plantea una
grave cuestión: ¿qué es de incumbencia de la lingüística en un discurso y qué no lo es?
Y lo que no ¿a qué disciplina o disciplinas corresponde?
Además, habría que ponerse de acuerdo sobre el término discurso, que se encuentra no
solo en el centro de la reflexión de un filósofo como Michel Foucault sino también en
definiciones lingüísticas muy restrictivas; este uso tan abundante y variado debe ser
tomado como un síntoma de su carácter teórico inestable
"El enunciado es la sucesión de las oraciones emitidas entre dos blancos semánticos, dos
detenciones de la comunicación; el discurso es el enunciado considerado desde el punto de vista
del mecanismo discursivo que lo condiciona. Así, la consideración de un texto desde el punto de
vista de su estructuración “en lengua” hace de él un enunciado; un estudio lingüístico de las
condiciones de producción de ese texto hará de él un discurso."[14]
5° Discurso 5: nos vemos obligados a señalar un uso de discurso que recorta los
precedentes, pero con la diferencia de que sería su reformulación en el marco de las
teorías de la enunciación (más adelante volveremos a este punto). Es en este sentido que
para Émile Benveniste "la enunciación supone la conversión individual de la lengua en
discurso";[15] en otra obra, el mismo autor da la definición siguiente: "Hay que entender
discurso en su extensión más amplia: toda enunciación que supone un hablante y un
oyente, y en el primero, la intención de influir de alguna manera en el otro".[16]
situación de
Enunciado + Discurso
comunicación =
especificidad
uso-consenso
sentido significación
-Yo puedo ser un anticapitalista que quiere convencer a un tú que sostiene que Irlanda
no tiene una economía basada en el capitalismo en este caso diremos que el enunciado
contiene la información: “ve usted que Irlanda está bajo la dominación de los trusts
financieros”.
En un artículo titulado “La structure, le signe et le jeu dans le discours , des sciences
humaines”,18 Jacques Derrida trata de concebir el acontecimiento que ha hecho que se haya
"debido sin duda comenzar a pensar que no había centro, que el centro no podía ser pensado en
la forma de un estar presente, que el centro no tenía lugar natural, que no era un lugar fijo, sino
una función, una especie de no-lugar en el cual se jugaban hasta el infinito sustituciones de
signas. Es entonces el momento en que el lenguaje invade el campo problemático universal; es
entonces el momento en que, a falta de centro o de origen, todo se vuelve discurso [la illa es
nuestra], con la condición de ponerse de acuerdo sobre esta palabra, es decir sistema en el cual
el significado central, originario o trascendental, no está nunca absolutamente presente fuera de
un sistema de diferencias. La ausencia de significado trascendental extiende hasta el infinito el
campo y el juego de la significación".19
El análisis de los enunciados no pretende ser una descripción total, exhaustiva, del “lenguaje” o
de “lo que ha sido dicho”... No toma el lugar de un análisis lógico de las proposiciones, de un
análisis gramatical de las oraciones, de un análisis sicológico o contextual de las formulaciones:
constituye una manera diferente de enfrentar las realizaciones verbales, de disociar su
complejidad, de aislar los términos que se entrecruzan en ellas y de respetar las diversas
regularidades a las que ellas obedecen. Al poner en juego el enunciado frente a la oración o la
proposición [la illa es nuestra], no se intenta volver a encontrar una totalidad perdida".22
Los trabajos de Foucault mantienen, pues, relaciones un tanto falsas con la lingüística
del discurso.
[1]
F. de Saussure, Curso de lingüística general, traducción española Buenos Aires, Losada, 1945, p. 57.
[2]
Ibídem.
[3]
Ibíd; p. 65.
[4]
Nombre que se da al grupo de jóvenes lingüistas rusos que entre 1910 y 1920 sentaron las bases y
emprendieron los primeros trabajos concretos en el campo del análisis estructural de las formas literarias.
Entre ellos puede mencionarse a V. Propp, R. Jakobson, J. Tinianov y B. V. Tomashevski. Consultar la
antología de T. Todorov, Théorie de la littérature. Seuil, 1965.
[5]
Especialista en cuento folclórico. Su obra fundamental. Morfología del cuento (Buenos Aires, Juan
Goyanarte, 1972), demostró que era posible construir un modelo elemental del cual se derivaban una
infinidad de cuentos folclóricos superficialmente muy diferentes.
[6]
Cf. en Francia, por ejemplo, los trabajos de T. Todorov, Grammaire du
Décaméron, Mouton, 1969; C. Brémond, Logique du récit, Seuil, 1973, y A. J. , Greimas Sémantique
structurale, Larousse, 1966 (trad. esp.: La semántica estructural, Madrid, Credos, 1971), y Du sens, Seuil
1970 (trad. esp.: En torno al sentido, Madrid, Fragua, 1973).
[7]
D. Leeman, Langages 29, p. 26.
[8]
Langages 17, p. 14.
[9]
El análisis de contenido se desarrolló en los Estados Unidos, particular- mente después de la
Segunda Guerra Mundial, entre los sociólogos e historiadores. Mencionemos dos clásicos del género:
Bernard Berelson, Content Analysis in Communication Research, Glencoe, The Free Press, 1952, y
Harold J. Lassweil et alii, Language of Politics, New York, G. Stewart, 1949. Para una presentación y
una critica, ver R. Robín, Histoire et linguistique, capitulo 3; para una defensa del análisis de contenido y
una critica al enfoque lingüístico, consultar la introducción de Tracts en mai 1968, Armand Colín,
1974.
[10]
Des tracs en mai 1968, introducción.
[11]
Le langage et la pensés. Payot, 1970, p. 37.
[12]
Es la famosa concepción del "hablante-oyente ideal" de Chomsky. Ver la introducción de Aspectos de
la teoría de la sintaxis, Madrid, Aguilar. 1968.
[13]
D. Slatka, Langages 23, p. 109.
[14]
L. Guespin, Langages 23, p. 10.
[15]
Langages 17, p. 13.
[16]
Problémes de linguístique générale, p. 242 [la traducción española Pro-blemas de lingüística general,
México, Siglo XXI, 1971 es incompleta: falta el artículo "Les relations de temps dans le verbe francáis"].
[17]
18
1966, reproducido en 1967 en L'écriture et la différence, p. 409 s.
19
P. 411.
20
. M. Pécheux y C. Haroche, en t.a. informations 1972, 1, p. 13.
21
M. Pécheux y C. Fuchs, "Mises au point et perspectives á propos de 1'analyse automatique du
discours", en Langages 37, p. 8.
22
.Archéologie du sacoir, p. 142.
23
.Le texte clos, 1968
24
Ibídem.