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Cómo enseñar a escribir con el Método Filadelfia

Si bien la lectura y la escritura son dos procesos de aprendizaje íntimamente


relacionados, conservan su individualidad. Berninger (2000) afirma que “leer y
escribir son, hasta cierto punto, dos sistemas diversos. No estamos hablando
de un solo proceso económico llamado lectoescritura, en donde pareciera que
los pasos y los tiempos se integran en un solo camino. No, se trata de dos
procesos que siguen una ruta en la misma dirección, con veredas a veces
paralelas, a veces divergentes, a veces asincrónicas, a veces entrelazadas.
Dos procesos, dos tiempos”.

Escribir tiene, por lo menos, dos funciones: la manual o caligráfica, esto es, la
habilidad motriz para plasmar con algún instrumento –por ejemplo, lápiz, pluma
o la computadora– las representaciones gráficas de las palabras e ideas que
deseamos comunicar y, por el otro, la función comunicativa, la expresión de las
ideas, la elección y organización de las palabras para ser entendido por el
interlocutor. Sin embargo, según la manera como tradicionalmente se enseña a
leer y a escribir en la escuela, tal pareciera que lo más importante es que los
alumnos tengan “bonita letra”. El contenido de lo que escriban no importa,
siempre y cuando los trazos sean firmes, ordenados y de buena “calidad”.

Esto no quiere decir que no sea deseable que los alumnos, o cualquier
persona, tengan buena caligrafía, debemos motivarlos hacia la limpieza y
claridad en sus producciones, pero sin que ello repercuta en la parte creativa
de la escritura. El problema de la enseñanza tradicional, cargada de pre-
ejercicios “para soltar la mano”, y más adelante de ejercicios para “aprender las
letras”, es que hace tedioso y cansado un proceso que debería ser gozoso y
ágil.

En los materiales que conforman el Método Filadelfia no incluimos el famoso


“llenado de planas” que hacen repetir al niño una misma letra una y otra vez.
En lugar de ello, ofrecemos muchas oportunidades para remarcar, calcar,
copiar y trazar palabras completas, y más adelante, frases cortas y oraciones
más complejas. De esta manera, el niño no está repitiendo un símbolo gráfico
sin sentido, sino que desde el primer momento escribe palabras e ideas. Ya irá
aprendiendo el trazo de cada una de las letras que, por supuesto, se repiten en
diferentes palabras, pero de manera contextualizada y significativa.

Técnica para desarrollar la escritura temprana

1. Programa de lectura: las palabras objetivo y de construcción, así como


los textos de Yo leo, conformarán el grupo de palabras conocidas, que
servirá como base para la enseñanza de la escritura.
2. Armado de palabras conocidas: este paso consiste en utilizar letras
recortables para armar las palabras que el niño ya conoce, sin
necesidad de hacer un esfuerzo manual para su trazo. Es el primer paso
de la escritura propiamente dicha, pues ya implica una labor intelectual
para formar una palabra. Se le presenta a los alumnos las pequeñas
partes que conforman la palabra por primera vez. El alumno debe tratar
de armar la palabra conocida como si fuera un rompecabezas,
basándose en el modelo escrito. Esta fase tiene en realidad dos
momentos: cuando el niño puede armar la palabra en presencia del
modelo y cuando puede armarla de manera independiente. Si bien
pueden mencionarse al niño los nombres o sonidos de esas nuevas
partes que está conociendo, por ejemplo, las letras y sílabas, no se hace
énfasis en ello.
3. Remarcado y calcado de palabras conocidas: éstos son en realidad
dos pasos en uno. Se presentan las actividades de remarcado con las
palabras impresas en tinta más clara, para permitirle al niño apropiarse
de la “autoría” de la palabra. Éste es el primer momento en que se
aborda la parte manual de la escritura. El niño utiliza las palabras que
conoce de su programa de lectura y las escribe completas, no realiza
planas de la misma letra. Esta fase tiene varios momentos:a) El
remarcado de palabras, que consiste en reescribir sobre éstas.b) El
seguimiento de modelos de palabras utilizando la pauta.c) El calcado de
palabras, para lo cual, de vez en cuando, podría utilizar papel adicional,
con la suficiente transparencia para permitir al niño observar el modelo,
pero lo suficientemente firme para permitir un trazo fluido.
4. Copiado de palabras conocidas: en este paso, el niño ya no remarca
ni calca las palabras, sino que hace trazos independientes del modelo,
pero aún en presencia del mismo.El modelo (palabra impresa) puede
estar colocado junto a la palabra copiada, en un primer momento, y más
tarde puede pegarse en el pizarrón o incluso reescribirse, para que los
alumnos la copien desde sus asientos.
5. Escritura independiente de palabras conocidas: en este paso los
alumnos pueden escribir palabras conocidas, sin necesidad de la
presencia del modelo.En una subetapa previa, la maestra puede mostrar
brevemente la palabra para que el niño la vea, luego la retira y el niño la
escribe. Los alumnos de cuatro años pueden escribir palabras de
manera independiente, aun si éstas son largas. De hecho, parece que
las palabras largas resultan interesantes para ellos.A partir del nivel B (4
años), se aborda la escritura de algunos pares de palabras y
construcciones cortas, mismas que se harán más frecuentes y
elaboradas en el nivel C.Lo común es que, en cada grupo en cualquier
momento haya algún alumno en la segunda fase (armado), otro en la
tercera (remarcado/calcado), otro en la cuarta (copiado) o en la quinta
(escritura independiente). O incluso que un mismo niño ya pueda escribir
algunas palabras de manera independiente, y que necesite el modelo
para escribir otras, o que haya palabras que aún no puede escribir sin
calcar o remarcar. La práctica docente debe buscar crear oportunidades
de aprendizaje constructivo a partir de las habilidades de cada niño.
6. Educación y Neurodesarrollo

Cuando los niños comienzan a aprender palabras de lectura desde los


tres o cuatro años, se pone en juego su capacidad de deducción e
inferencia de las reglas del lenguaje escrito. De esta manera, un niño no
necesitará ver tarjetas de todas de las palabras existentes en su idioma,
sino que, por medio de la exposición repetida a cientos y cientos de
palabras diferentes, será capaz de “intuir” o inferir palabras que nunca
antes haya leído.
En segundo grado de preescolar, cuando inicia el proceso de
adquisición la escritura, sugerimos presentar las letras a los alumnos,
como componentes de las palabras, para iniciarlos en su trazo.

En tercer grado de preescolar, combinamos la lectura global con


elementos de la instrucción fonética, privilegiando la presentación de la
palabra completa. Al mismo tiempo, comenzamos la enseñanza del
abecedario.

Todos los días se presenta la serie completa del abecedario en orden.


Algunos días en minúsculas, otros días en mayúsculas. Adicionalmente,
dedicamos otra sesión para presentar las letras en desorden. A
diferencia de las sesiones de palabras, aquí sí nos interesa que los
alumnos aprendan la secuencia de las letras en el abecedario (y por eso
las presentamos en orden) pero también es importante que ellos
reconozcan cada letra por sí sola y no porque están recitando una
secuencia conocida.

Es preciso planear dos sesiones diarias para la presentación del


abecedario, durante todo el ciclo escolar. Por supuesto, podemos hacer
énfasis en las letras que estamos trabajando con las palabras de la
semana y aprovechar el repaso de las ya presentadas. Incluso podemos
hacer juegos en donde los alumnos, con sus palabras recortables o con
las tarjetas de presentación del aula, busquen una letra en particular en
algunas de sus palabras.

Se enseña a los alumnos tanto el sonido como el nombre de la letra; “se


llama efe” y “suena ffff “, ya sea en la misma sesión o en diferentes. La
técnica de enseñanza es la misma que utilizamos con los demás
materiales: un segundo por tarjeta, transmitiendo entusiasmo y alegría
con la voz al leerla.

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