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Antonio Charlín la autoría de los siguientes delitos: abuso
de autoridad (art.248 del C.P.) en concurso ideal (art.54
del C.P.) con malversación de caudales públicos (art. 260
del C.P.) -Hecho nº1-; en concurso real (art. 55 del C.P.)
con el delito de abuso sexual simple en situación de
violencia de género (art. 119 primer párrafo, segundo
supuesto, del C.P. y Ley 26.485) -Hecho nº2-; en concurso
real con daño (art. 183 del C.P.) en dos oportunidades en
concurso real entre sí (art. 55 del C.P.) -Hecho nº3-; en
concurso material con amenazas coactivas agravadas por
tener como propósito el de compeler a una persona a hacer
abandono del trabajo (art. 149 ter inc.2º, apartado b,
último supuesto, del C.P.), en nueve oportunidades en
concurso real entre sí (art.55 del C.P.) -Hecho nº4-; en
concurso material con amenazas coactivas agravadas por
tener como propósito el de compeler a una persona a hacer
abandono del trabajo (art. 149 ter inc. 2º, apartado b,
último supuesto, del C.P.) -Hecho nº5-; en concurso real
con amenazas simples en situación de violencia de género
(art. 149 bis primer párrafo, primer supuesto, del C.P. y
Ley 26.485) -Hecho nº6-; en concurso material con amenazas
reiteradas, en concurso real con amenazas con herramienta
amenazante –trincheta- en una oportunidad, y en situación
de violencia de género (art. 149 bis primer párrafo, primer
supuesto, 55 y 149 bis primer párrafo, segundo supuesto del
C.P. y Ley 26.485) -Hecho nº7-; en concurso real con
amenazas coactivas en situación de violencia de género
(art. 149 bis segundo párrafo, primer supuesto, del C.P. y
Ley 26.485) -Hecho nº8-; en concurso real con amenazas
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párrafo, primer supuesto, 55 y 149 bis primer párrafo,
segundo supuesto del C.P. y Ley 26.485) -Hecho nº7-; en
concurso real con amenazas coactivas en situación de
violencia de género (art. 149 bis segundo párrafo, primer
supuesto, del C.P. y Ley 26.485) -Hecho nº8-; en concurso
real con amenazas simples (art. 149 bis, del C.P.) -Hecho
nº9-; en carácter de autor material y penalmente
responsable (art. 45 del C.P.).
A la hora de determinar el monto punitivo solicitó que
se le imponga la pena de cinco años de prisión en función
de las siguientes agravantes: la cantidad de víctimas, los
daños producidos y efectos postraumáticos, la investidura
del imputado en su carácter de juez de la nación. Como
atenuantes valoró la falta de antecedentes penales en su
contra.
Peticionó también la pena de cuatro años de
inhabilitación especial (arts.248, 260 y 20 del C.P.); que
se comunique a la Dirección de Recursos Humanos del Consejo
de la Magistratura para que en caso de recaer sentencia
condenatoria sea agregada a su legajo personal y se le
otorgue una jubilación común -y no de privilegio- en su
carácter de ex magistrado, sobre todo teniendo en cuenta
que los hechos materia de juicio obedecen a abusos y
delitos cometidos en el ejercicio de sus funciones como
tal.
Requirió además se oficie al Consejo de la
Magistratura, la Oficina de la Mujer de la CSJN, a la
Cámara Federal de Bahía Blanca y al Consejo Nacional de la
Mujer para que teniendo en cuenta la experiencia y las
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tenga una correcta ponderación al momento de analizar si
estamos frente a una mera conducta antisocial o si la
misma reviste la gravedad y las cualidades suficientes,
científicamente exigibles por la ciencia jurídico penal,
para considerarla delictiva (Arts. 18, 19 C.N., 8.2 CADH,
14,3 CIPYP).”.
Agregó también que “Ante todo queremos como vector de
análisis señalar que realmente estamos en presencia de un
conflicto de entidad laboral, como también de inadecuación
de conductas interpersonales más que ante una hipótesis
delictiva, lo cual posteriormente será desarrollado”.
Por otra parte esgrimió palabras preliminares respecto
de la violencia de género y de sus alcances, para lo cual
se apoyó en legislación, doctrina y fallos acorde a su
interés.
Posteriormente procedió a refutar cada uno de los
hechos reprochados a Charlín. Entendió que en ellos no se
dieron los elementos subjetivos y objetivos de cada uno de
los tipos penales achacados. Para concluir solicitó que
para el hipotético y remoto caso de que el Tribunal no
adhiera a los criterios vertidos en su alegato, se tenga
por efectuada expresa reserva de recurrir ante un tribunal
superior. Peticionó que no se aplique ninguna medida
restrictiva de la libertad en razón de que su asistido
carece de antecedentes penales, tiene arraigo y contención
familiar, siempre ha estado a derecho, entregó el pasaporte
y se encuentra neutralizado cualquier riesgo procesal. Para
el remoto caso que el Tribunal entienda que es culpable,
reclamó que se cambie la modalidad del cumplimiento.
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establecidos a suerte de "hechos notorios" para el caso, a
fin de no caer –o al menos intentar- en reiteraciones a lo
largo del pronunciamiento.
Así, entendemos que no existe controversia acerca de:
1. Las circunstancias en que acontecieron los hechos,
dicho esto en su mayor extensión interpretativa, de tiempo,
lugar, modo y personas prefijadas por el acusador público;
2. Los roles profesionales, funcionales,
administrativos y comerciales de todos los involucrados en
el caso;
3. La comprobación, a partir del mismo momento en que
el Dr. José Antonio Charlín se hiciera cargo como juez
subrogante del Juzgado Federal local, de conflictos
interpersonales internos y externos que tuvieron como
principal protagonista al acusado, a saber: problemas con
empleados y funcionarios del organismo judicial; con
actores externos a la dependencia (vgr. profesionales de
AFIP, agentes de custodia de Policía Federal Argentina,
integrantes de medios de prensa locales, titulares de
comercios capitalinos, titular del Centro Nacional de
Reconocimientos Médicos, etc.).
4. La exhibición de una personalidad de base inestable
e irascible, acreditada no solo por peritaciones médicas,
sino también por atestiguantes, con reconocimiento del
Defensor de confianza y de la Fiscal General en sus
alegatos de cierre.
Personalidad esa que, precisamente, en el discurso de
su Letrado llevó a reconocer que Charlín haya protagonizado
en ejercicio de la magistratura "...conductas socialmente
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vida y demás antecedentes profesionales (ver video
grabación de audiencia, integrativa del acta de juicio).
Finalmente, decimos también para la sentencia, que las
alegaciones y pretensiones conclusivas de la acusación
aparecen razonables, lógicas, y ajustadas a derecho, por lo
que las entendemos aplicables en la causa, respetando así
la titularidad de acción penal que aquel organismo detenta
en lo relativo a su solicitud de cierre. En efecto, vista
la tesis Fiscal, ésta supera ampliamente el estándar de
fundamentación exigido por los reglamentos y Leyes
aplicables al funcionamiento de ese Ministerio, resultando
aptas para inclinar la decisión hacia el acogimiento de su
postura, imponiéndose la condena del acusado, sin anexar
mayores fundamentos (Artículo 120, C.N.). No obstante esa
válida pretensión, el Cuerpo ofrecerá propias razones en
aras de cumplir debidamente con el deber legal de
motivación del decisorio, fundamentos aquellos que solo
explicarán algunas diferencias menores con el alegato
acusatorio. Desde este mismo inicio dejamos en claro, de
manera unánime, que para el Cuerpo el caso sujeto a estudio
reviste gravedad institucional, con niveles y alcances no
observados con anterioridad en nuestra ya larga carrera
como Magistrados.
Por razones de mejor orden discursivo, respetaremos
el camino analítico propuesto por la Fiscalía General,
uniendo análisis de hechos y autoría material por cada
supuesto sujeto a estudio. Veamos entonces las imputaciones
en particular.
2. Los actos de investigación: La presente causa
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denuncias y testimonios recogidos hasta el 13 de agosto del
año 2013, en el siguiente orden:
- el 9/8/13 se presentó en Fiscalía la ciudadana
Alicia Susana Traverso, Prosecretaria Administrativa
(interina) de la Secretaría Tributaria, quien denunció
distintas situaciones de violencia verbal, insultos, daños
sobre bienes muebles, amenazas a personal del Juzgado y
profesionales que concurrían al mismo, así como manejo
inapropiado de los fondos de la Secretaría Electoral, todos
protagonizados por el imputado en su carácter de magistrado
a cargo de dicha sede judicial (fs.72/74vta.);
- el 10 del mismo mes radicó denuncia Daniela Susana
Anocíbar, Secretaria Tributaria del Juzgado Federal, que
brindó detalles de episodios de violencia verbal y amenazas
proferidas por el denunciado que habría presenciado, así
como otras circunstancias vinculadas al manejo de los
fondos electorales que habrían llegado a su conocimiento
(fs.75/79);
- en igual fecha declaró como directa damnificada
Adriana Lía Bauman, Secretaria Privada, quien relató
acerca del maltrato verbal recibido en diversas ocasiones
por parte del magistrado -el que habría llegado a
amenazarla en una ocasión con una trincheta- así como los
daños que éste habría producido sobre la pared con
machimbre detrás de ella, en ocasión de uno de sus
habituales arranques de cólera (fs.80/83vta.);
- también el día 10/8 radicó denuncia la doctora
Alicia Cristela Cánepa, Secretaria Civil del juzgado, la
que habría sido testigo presencial de diversos hechos
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del Juzgado, radicó denuncia por las insinuaciones verbales
de carácter sexual, proferidas por el juez hacia su
persona. También declaró sobre irregularidades en los
procedimientos penales y en la disposición y manejo de
fondos de la Secretaría Electoral y gastos del automotor,
así como del maltrato sufrido por otros compañeros de
trabajo, por parte de aquél (fs.99/105);
- el ciudadano Sebastián Bruno, empleado del juzgado,
manifestó tener conocimiento de las situaciones vividas por
la doctora Silvestre, a través del relato de la letrada
(fs.106/vta.);
- Juan Cruz Canal aportó en ocasión de su declaración
testimonial un DVD-R con el audio de gritos e insultos
expresados por Charlín, el día 6/8/13 en la sede judicial.
Asimismo relató sobre una ocasión en que la doctora Barrio,
Secretaria Electoral, fue por orden del juez a interrogar a
todos los contratados como él, acerca del partido político
al que pertenecían y quién los habría recomendado para
lograr ese trabajo (fs.107/vta.);
- el Agente Fiscal ante la AFIP –doctor Héctor Raúl
Almirall- declaró el 12/8/13 sobre el trato irrespetuoso
que habría recibido de parte del magistrado, a partir de un
encuentro frustrado ocurrido un mes antes en el Juzgado, y
las amenazas de no tratar sus expedientes y hacerlo echar
de su trabajo, según le comunicara la doctora Anocíbar por
orden de aquél (fs.108/vta.);
- el doctor Maximiliano Tripputi, que se desempeñaba
en la Secretaría de Derechos Humanos, prestó testimonio
ante la Fiscalía en dos ocasiones. En la primera (13/8)
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Traverso, aportando un juego de diez fotografías en papel
común, que contenían imágenes de un picaporte y un sillón
ubicados en el Juzgado, que habrían sido dañados por
Charlín el sábado 10/8 (fs.122). Se agregó asimismo una
constancia médica psiquiátrica que daba cuenta de la
licencia indicada a la doctora Barrio por presentar fatiga
crónica por stress laboral (fs.124) y un recorte del diario
‘El Diario de La Pampa’ que daba cuenta de las actitudes
que habría tenido el juez hacia un fotógrafo de ese
matutino (fs.127).
En tanto el Juez Federal con asiento en Bahía Blanca,
doctor Santiago Ulpiano Martínez –designado por la CFABB
para seguir entendiendo en estas actuaciones- dispuso que
la investigación prosiguiera en cabeza del representante
del MPF, el 15/8/13 el Consejo de la Magistratura nombró
Jueza Federal Subrogante del Juzgado Federal local a la
doctora Iara Jésica Silvestre, para mantener la
funcionalidad del Juzgado.
A partir de esta última fecha se continuó con la
recepción de declaraciones testimoniales y producción de
prueba a través de la Fiscalía, conforme sigue:
- el 15/8/13 declaró Juliana del Socorro González,
personal contratado de la Secretaría Electoral, quien
testimonió sobre la situación planteada con los contratados
y aportó una copia del instrumento en cuestión, que tenía
resaltado el artículo 7 que trata sobre la rescisión de los
contratos (fs.129/130vta.);
- en esa misma fecha se procedió a la entrega de
llaves del despacho de la judicatura y retiro de efectos
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Carlos Di Zitti, declaró el 22/8 sobre comentarios que
escuchara decir al magistrado, respecto del doctor Almirall
(fs.151/vta.);
- también sobre el particular declaró la
Sra.Maribel Hernández, empleada en el estudio jurídico de
un abogado del foro local (fs.152/vta.);
- por su parte el Crio. Daniel Fabián Avallone brindó
testimonio sobre sus frecuentes conversaciones telefónicas
con el juez (fs.153/vta.);
- una de las Agentes Fiscales ante la AFIP –doctora
Ana Cecilia Usín Aguilar- declaró sobre la situación
planteada con su colega el doctor Almirall (fs.154/vta.);
así como el doctor Hugo Mario San Pedro (fs.155/vta.), la
Asesora Mirta Mabel Mingote (fs.189/vta.) y la C.P.N de
aquella repartición, Rosana Sandra Benito (fs.193/vta.);
- el 22/8/13 se llevaron a cabo diversas pericias
sobre los daños registrados en el sillón, picaporte y
machimbre ya mencionados, que fueron incorporados con tomas
fotográficas a fs.162/164, fs.165/168 y fs.169/171
respectivamente;
- se incorporó a fs.175/186 vta. diversa documentación
e informe atinentes a la partida de Gastos de
Funcionamiento del Automotor, cuyo uso por parte del
magistrado había sido cuestionado en diversas declaraciones
testimoniales y denuncias;
- sobre el maltrato frecuente que padecerían algunas
de sus compañeras de trabajo de parte de Charlín, depuso
Diego Mario Moneo (fs.190/191);
- Guillermo Vicente del Campo, empleado en la
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recibido en octubre de ese año, acerca del uso de las
partidas del Juzgado Federal con competencia electoral
(fs.231);
- a fs.258/261 y con fecha 15/4/14 se incorporaron
constancias de la Habilitación Contable del Juzgado e
informe de la señora Jueza Federal Subrogante, sobre gastos
de la partida de automotor.
En mayo del mismo año fue designado como Juez ad hoc
para seguir con la investigación el doctor Jorge Ignacio
Rodríguez Berdier, quien dispuso intervenir directamente en
la recepción y producción de prueba ordenando una serie de
medidas, a saber:
- la confección de croquis de las tres plantas del
Juzgado, que fueron incorporadas a fs.289/291;
- la recepción de declaración testimonial a la doctora
Brenda Wernicke, contratada en la Secretaría Electoral,
quien dio detalles de diversas conductas gravosas que
habría observado en el encausado (fs.293/294vta.);
- los testimonios de otro personal contratado ante esa
Secretaría, con referencias similares –Guillermina Pamela
Fasano (fs.295/296), Juliana Luz Miokovitch Traverso
(fs.297/298vta.) y Daiana Martina Solaro (fs.299/300vta.)-
todos ellos recibidos durante el mes de junio de 2014;
- la incorporación de documental relacionada con el
uso de la partida de gastos del automotor oficial
(fs.303/307);
- el testimonio de la doctora Rosaura Barrio,
Secretaria Electoral a la fecha de los hechos denunciados,
acerca de la situación conflictiva que habría padecido el
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Bertolozzi; Daiana Martina Solaro; Juan Cruz Canal;
Cristiana Domínguez; y Juliana del Socorro González.
El resto de testigos propuestos no concurrieron a
declarar ante el Tribunal (veintiséis personas más). En
acuerdo, Fiscalía General y Defensa solicitaron la
incorporación de esos testimonios prestados ante la
instrucción, petición que el Cuerpo por decisión unánime
homologó.
Luego el cuadro probatorio se terminó de consolidar
anexándose a satisfacción de letrados, los siguientes
elementos: requerimiento de instrucción de 60/vta.;
Certificado médico de fs. 124; recorte periodístico de fs.
127; Contrato C.N.E – González de fs. 129; Acta de entrega
de fs. 134; Acta de inspección ocular de fs. 138;
Fotografías de fs.163/164, 166/168 - 170/171; Partida
Gastos Automotor - Registro de movimientos de fondos de
fs.175/186 vta.; Constancia actuarial de fs. 211,
Resolutorio vinculado de fs. 212/vta.; Oficio Vice
Gobernadora – LP de fs. 219; Partida Gastos Automotor -
Sobre devolución $1.500 de fs. 258/261; Croquis de
fs.289/291; Elementos reservados, Secretaría de fs. 540;
Fotografías: Aportadas por Celia Nora Traverso (10 imágenes
en soporte papel) de fs. 52/122; División Criminalística +
CD-R (34 fotografías digitalizadas) de fs. 194 -
Documentación Sec. Electoral; Audio: DVD-R aportado por
Canal de fs. 37vta – 107vta; Prueba informativa: Dirección
Nacional Electoral de fs. 231, 303/307; Pericias de
fs.162/172; Informes Registro Nacional de Reincidencia de
fs. 577; Cuerpo Médico Forense CSJN – Psicodiagnóstico de
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audiencia pública.
Igualmente, queda dicho que la Cámara Federal de
Apelaciones del distrito examinó el caso, estableciendo
idéntica plataforma fáctica incriminatoria para fundar su
decisión, confirmando la tesis del instructor en su mayor
extensión (Autos: FBB 2782/2013/1/CA1, Secretaría I,
“Legajo de Apelación en “Charlín, José Antonio s
Malversación de caudales públicos, etc.”; sentencia del
29/12/2014; por cuerda y a la vista en el presente acto,
con excepción del evento que involucró al policía Gandini y
la utilización de su arma reglamentaria por parte de
Charlín, suceso a la fecha no sobreseído).
En ese marco, en juicio escuchamos importante cantidad
de testimonios, todos contestes al explicar la conducta
criminal del nocente; pasamos a citar esas explicaciones en
los puntos que aquí importan.
Celia Nora Traverso explicó ser habilitada de la
Secretaria Electoral del Juzgado Federal de La Pampa;
habiendo cumplido además funciones de delegada gremial, con
36 años de servicio en el Poder Judicial. Recordó que en
junio del 2013 el Dr. Charlín se hizo cargo del juzgado con
un inicio normal de funciones, normalidad que con el correr
de los días se fue tornando “difícil a insostenible”.
Recordaba a Charlín dirigiéndose a ella con dicciones tales
como “no seas forra… tenía mucha bajeza en sus
expresiones…”.
En cuanto al uso de fondos provistos para el organismo
esto recordaba: “… electoralmente reciben un dinero y ella
maneja la chequera como habilitada obviamente con orden
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La Dra. Iara Jésica Silvestre, responsable de la
Secretaría Penal del Juzgado Federal con asiento en esta
Capital declaró sin fisuras los detalles del hecho
analizado; incluyó en su relato circunstancias acontecidas
luego de resultar apartado el incuso, ocasión en que fuera
puesta a cargo del organismo por decisión superior.
“…Respecto de los fondos especiales del Ministerio
del Interior, se encontró cuando se hizo cargo, que hubo
cambios en los sillones, un televisor, un equipo de
música, un escritorio moderno, el baño había sufrido
refacciones, un dvd. Recordó que se compró con fondos de
las asignaciones específicas por orden del Dr. Charlín…
ella no firmó dichas facturas, luego cree que se
secuestraron las cosas y quedó como depositario el Juzgado
Federal… estimo que el Dr. Charlín conocía la normativa al
respecto dado que la habilitada le tiene que haber dicho…
Traverso se lo explicó a ella cuando asumió como jueza…
supongo que Traverso lo había hecho con él también porque
es de práctica. Respecto del procedimiento de las
rendiciones no lo recuerda porque lo realizaba la
habilitada, la señora Traverso… su primera posición fue no
firmar… pero puede que haya firmado para liberar los
fondos, y firmar algunos cheques para los proveedores que
no tenían nada que ver… eran gastos que no eran hechos
por ella y que consideraba que no eran necesarios….
siempre dejó sentado que esos gastos no los había hecho
ella y que los consideraba indebidos… la Cámara Nacional
Electoral dijo que esos cheques estaban observados dado
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Obran anexas legalmente pruebas documentales que
confirman la existencia de los hechos atribuidos, todas a
la vista en el presente acto y a disposición para el
análisis y evaluación del Tribunal, a saber:
1. Resolución del 10/07/2013 Juzgado Federal Santa
Rosa, Secretaría Electoral: Charlín suscribió la decisión
en su carácter de Juez Federal Subrogante, disponiendo la
compra por valor de $8.627,64 (pesos ocho mil seiscientos
veintisiete con sesenta y cuatro centavos) para adquirir
bienes muebles y electrónicos con destino a su despacho,
tales como un sillón Canela Stanley High, un televisor
marca Sony, Led Full HD 32 y un reproductor Phillips modelo
3800x700; todos adquiridos a la firma Marinelli SA
(Pellegrini 155, Santa Rosa, La Pampa), abonados el mismo
día contra factura n° 0015-00008246;
2. Compra directa del 01/08/2013 Juzgado Federal
Santa Rosa, Secretaría Electoral: Charlín dispuso por
simple oficio judicial (Reg. 2358/13 Juz.Fed.SRLP) la
compra directa al comercio citado en el párrafo que
antecede de un escritorio con vidrio y un equipo de música
Minicomponente Philco, por el monto total de $9.252 (pesos
nueve mil doscientos cincuenta y dos), abonados ese mismo
día merced factura n°0015-00008419;
3. Compra directa del 01/08/2013, Juzgado Federal
Santa Rosa, Secretaría Electoral: Charlín realizó compras
directas a su nombre, sin dictar resoluciones ni librar
oficios como en antecedentes, procediendo solo a rendir
esos gastos por Habilitación, por un monto total de
$15.091,04 (pesos quince mil noventa y uno con cuatro
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Y es precisamente la Resolución n° 1863/07 dictada al
amparo de competencias propias del Ministerio del Interior
(a la sazón, a cargo del Contador Aníbal Fernández;
Resolución de fecha 13/08/2007 dictada en expediente n°
S0;20005350/2007) la que indicaba claramente en su artículo
1° que los fondos asignados al sostenimiento de gastos
electorales dispuestos a favor de los Juzgados Federales
con esa competencia tenían como destino de inversión los
denominados “bienes de consumo” y “servicios no personales”
(puntos 2 y 3; Manual de Clasificaciones Presupuestarias
para el Sector Público Nacional), categorización en la que
no ingresaban ninguno de los bienes adquiridos por el
nocente.
La propia instrucción fiscal elevó consulta a la
Dirección Nacional Electoral sobre alternativas de destino
y posibilidades de cambios en las erogaciones. El
08/10/2013, merced nota nº 946/13 del registro de aquella
dirección, el Dr. Alejandro Tullio en su carácter de máximo
responsable de la repartición respondía: “… que de los
comprobantes aportados surge que los elementos cuyas
facturas se acompañan a foja 6 (sillones, escritorio,
reproductor de sonido, televisor) etc.; foja 45 (sillones)
y 46 (sanitarios) hubieran requerido una solicitud expresa
del interesado y correspondiente autorización previa por
parte de esta Dirección, pero de cualquier manera se
hubiera denegado porque son gastos que deberían ser
cubiertos por partidas regulares del Poder Judicial al ser
expresa y exclusivamente de aplicación al proceso
electoral en curso…”.
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remesa, en detrimento del proceso electoral que se
encontraba en curso y puesto bajo su responsabilidad
funcional.
Pero hay más para decir en el marco de cuanto propone
la cuestión sujeta a tratamiento: el simple sentido común
indica y/o sugiere a cualquier miembro de una burocracia
estatal con niveles decisorios, la prohibición de cambios
en el destino asignado a dineros que tienen aplicación
específica por reglamentos. Charlín no solo lo hizo sino
que además se arrogó facultades para ello merced actos
jurisdiccionales escritos, tal como fue, por ejemplo, la
resolución que dictara en la emergencia.
Sobre el punto resulta conducente destacar que para
dictar sus decisiones el imputado invocó las siguientes
disposiciones administrativas, según puede apreciarse de
sus respectivos textos: Res.1863/07; Res.0416/13 y 0074/13
(emanadas por el Ministerio del Interior; por el Ministerio
del Interior y Transporte y por la Dirección Nacional
Electoral, respectivamente; cfr. textos en dominio público
Web de las respectivas reparticiones).
La Res. 0416/13 basa su dictado en acordar gastos de
funcionamiento para las tareas a realizarse con motivo del
proceso electoral “año 2013”. Introduce y postula como
modalidad que los aportes a los destinatarios se hagan de
manera escalonada y que las nuevas remesas sean contra
rendiciones documentadas. Ello se inscribe, indudablemente,
a partir de un intento de mayor contralor de tales gastos.
Así entonces, anunciando la partida el total que se asigna
del presupuesto nacional a ese gasto y la mecánica de
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tribunal oral, cámara, etc.), procedimientos esos a los
cuales estaba también sometido el juzgado a cargo de
Charlín.
Los mismos resultan probados por su antigüedad y se
destacan por ser procedimientos simples y asequibles a
profesionales ajenos a la administración. Agregamos
entonces breves notas a este respecto para dar prueba de
cuanto decimos, no sin antes aclarar la coexistencia
excepcional en este fuero Federal, de Habilitaciones
distintas dentro de los Juzgados con competencia Electoral:
una dedicada, como es habitual, a todos los temas
administrativos financieros del juzgado; la otra haciendo
lo propio, aunque solo en temas atinentes a lo electoral
nacional.
Así explicamos a grandes trazos, que el juzgado
dispone de una dependencia específica cual es la Oficina de
Habilitación, oficina con un agente especializado y que
funciona con un sistema tradicional de administración: 1)
tanto dinero se asigna tanto dinero puede gastarse en
distintos rubros; todo se vuelca en libros separados para
su “respaldo”, con firmas conjuntas del juez, secretario y
habilitado de la dependencia. Para el supuesto que sobre
dinero de la partida, se devuelve al origen, como máximo,
al cierre del ejercicio; y 2) esas partidas tienen
asignación específica por gastos preestablecidos, con
obligación de expresarlos en “asientos” sobre libros
particulares y separados (funcionamiento, automotor,
intendencia y servicios).
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citada). Del grueso de esa partida, justamente, se apropió
el acriminado ilegalmente, tal como así lo explican las
pruebas puestas a nuestra consideración.
Por todos estos fundamentos, decimos entonces que José
Antonio Charlín es autor material y penalmente responsable
de los eventos atribuidos en el nominado “Hecho N° 1”, todo
en circunstancias de tiempo, lugar, modo y personas
provistas por la acusación, imputación por múltiples
sucesos que adquirimos definitivamente para la sentencia en
las condiciones antedichas. Ofrecemos por tanto, respuesta
afirmativa acerca de su responsabilidad criminal en caso
concreto.
3.2.b. “Hecho Nº 2”: Se encuentra acreditado que José
Antonio Charlín, estando en el interior del despacho de la
Secretaria Penal del Juzgado Federal de Santa Rosa, un día
hábil de trabajo -cuya fecha exacta no ha podido ser
determinada, pero sí ubicada durante el tiempo en el que se
desempeñó como juez subrogante- intentó abusar sexualmente
de Iara Jésica Silvestre.
El acusado tomó provechó de la situación de intimidad
en la que se encontraban y actuó de manera sorpresiva.
Primero colocó una de sus manos sobre el suéter de
lana de la víctima para luego pasarle la mano por la
espalda. Esto provocó que Iara Silvestre lo apartara, antes
de que Charlín pudiese acceder a la zona de sus pechos.
La acción descrita fue la concreción máxima -a la que
Charlín pudo llegar- al cabo de un conjunto de expresiones
verbales y acercamientos físicos, de significación sexual,
que el acusado le venía destinando a la víctima, abusando
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mensaje a su marido para que lleve a su hija a lo de su
madre, el Dr. Charlín le dijo: ‘escribile total le habrás
mentido tantas veces a tu marido’... Expresó que le
pareció chocante el comentario porque no tenían confianza,
no supo qué contestarle… terminaron muy tarde ese día, y
volvió a su casa angustiada. Dijo que comenzó una serie de
agresiones verbales de parte él que tenían que ver con sus
atributos físicos. Manifestó que la primera vez fue una
mañana -nunca llegaba antes de las 11- que la miró y le
dijo: ‘todo eso es tuyo o tenés bisturí’, y que ella le
contestó ‘es mío’, y él respondió en tono de burla.
Refirió que escuchó que la trató muy mal a la Dra. Barrio
…que todavía ella no era consciente que a ella también la
trataba mal. Recordó que le hizo el comentario sobre sus
atributos físicos, ‘la miraba todo el tiempo… ella
entendió que se refería a sus pechos porque movió su
cabeza’. Dijo que otra cosa que hacía el Dr. Charlín era
estar muy cerca de uno cuando hablaba, no respetaba el
espacio. Mencionó que una mañana entró y el Dr. le dijo
‘qué lindo lo que tenés puesto’. Recordó que se lo tocó y
ella lo apartó, ‘el despacho es chiquito y le deslizó la
mano a lo largo de la espalda, la dejó paralizada’. Dijo
que esto se lo comentó a sus compañeras, les dijo que no
la dejaran más sola, “dejemos abierta la puerta”. Ello a
pesar de que siempre, con todos los jueces que ha habido,
tenían por costumbre cerrar la puerta. Recordó la testigo
que en una oportunidad Charlín le dijo que había hablado
con un juez de Neuquén que estaba haciendo juicios de lesa
humanidad y que la conocía, que iba a trabajar allá. …
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gran temor quedarse a solas con Charlín. Dijo que Iara
hacía referencia a los “comportamientos inapropiados” del
juez, que por ello le había pedido que no la dejase sola.
Refirió que Charlín se le acercaba, le hablaba de sus
senos, le hacía comentarios acerca de su marido, que le
dijo “no te preocupes que tu marido no se entera”. Señaló
que el juez “le realizó en su cuerpo un contacto físico”,
que a partir de allí la “notó totalmente angustiada” (la
negrita y el subrayado nos pertenecen).
Así declaró “Que Iara Silvestre es su compañera desde
hace unos 16 años, que con ella tiene una relación muy
cercana, dado que están ‘a un escritorio de por medio’.
Refirió que con la llegada de Antonio Charlín el clima
laboral cambió, hubo que hacer unas modificaciones, uno de
los cambios fue que él ‘pasó a llevar el despacho porque
Iara Silvestre se sentía mal y no quería hacerlo’. Expuso
que Iara Silvestre no quería estar sola con Charlín; le
dijo que ello se debía a ‘comportamientos inapropiados’
del juez, comentarios que Iara Silvestre quería evitar,
por eso iba él a llevar el despacho. Mencionó que
Silvestre pedía que siempre se mantuviese la puerta
abierta, para no quedar sola con el juez Charlín por estos
comportamientos inapropiados. Recordó que éstos tenían que
ver con frases, comentarios que le hacía, como por ejemplo
‘si sus pechos eran de ella o si tenían bisturí’, eso no
lo presenció él pero ella se lo contó. Expresó que la Iara
Silvestre es una persona que tiene un carácter fuerte,
firme, pero la situación la ponía. Recordó también otro
comentario que le hizo a Iara Silvestre respecto de su
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Así declaró Alicia Cánepa, Secretaria Civil del
Juzgado Federal de Santa Rosa. Concretamente indicó que la
Secretaria Penal, Iara Silvestre, refirió a un episodio de
connotación sexual, “ella contó que el juez le había
alabado el busto y que en otro momento le colocó la mano
en la espalda en una situación poco clara”. Señaló la
testigo concretamente que les había llamado la atención que
Iara Silvestre no reaccionara, a pesar del carácter que
tiene (la negrita y el subrayado nos pertenecen).
En ese mismo sentido declaró también Daniela Susana
Anocibar, secretaria previsional en el Juzgado Federal de
Santa Rosa. Esta hizo referencia –al igual que los testigos
anteriores- acerca del interés concreto manifestado
públicamente por el acusado acerca de los atributos físicos
de Iara Silvestre y el temor de ésta a quedar a solas con
él. También dio cuenta esta testigo acerca del conocimiento
de situaciones en las que Charlín provocaba un indebido
acercamiento físico sobre la víctima lo que la llevó a
pedir a sus compañeros que no la dejasen sola con él.
Así señaló “que a pesar de que personalmente no se
hablaba con varios empleados del juzgado, entre ellos Iara
Silvestre, ella sí sabía que ésta no quería estar a solas
con el Dr. Charlín, que pedía que la acompañaran. Se
enteró que el juez le hacía comentarios acerca de sus
pechos, le decía ‘si por ahí había pasado bisturí o no’,
que ‘como estaba tan buena le iban a dar cualquier
trabajo”. Declaró Anocibar “…que sabía que el juez que se
le acercaba físicamente. El juez Charlín se creía con un
poder supremo, que había que obedecerle; que ello era una
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Declaró que en presencia de la Secretaria Penal le dijo
“mirá que tetas que tiene”, eso hizo que ella se pusiera
mal. Refirió que a Iara Silvestre –también a otras mujeres
contratadas en la Secretaría electoral- Charlín siempre les
hacía ese tipo de comentarios: “viste que linda que está”.
Dijo que a él “le parecía extraño que a un ordenanza le
hiciera esas referencias” (la negrita y el subrayado nos
pertenecen).
A su turno la testigo Daiana Martina Solaro también
declaró haber escuchado comentarios acerca de lo que
sucedía con la Secretaria Penal Iara Silvestre. Agregó que
el Dr. Charlín siempre hacía alusiones incómodas del
estilo: “qué rico perfume que tenés”; que eran momentos
incómodos, “se te acercaba y te decía algo del perfume o
del físico”.
Respecto al hecho de que se trata, el testigo Juan
José Zabala, empleado de la Secretaría Civil del Juzgado
Federal, corroboró el contexto en el que se produjo el
hecho de abuso sufrido por Iara Silvestre. Así señaló en la
audiencia de debate que sabía que a la Dra. Silvestre el
acusado Charlín le hacía permanentes alusiones acerca de la
prominencia de sus pechos y repetidas insinuaciones en
relación a su figura.
A su vez el testigo Pablo Daniel Frank, Oficial del
Juzgado Federal, también hizo referencia al contexto en que
se produjo el acoso físico cuando mencionó que le llegaron
varios comentarios con referencia a repetidas expresiones
del juez Charlín sobre determinadas partes del cuerpo de la
Dra. Iara Silvestre.
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calificarse como un “comportamiento inapropiado” que
tendría que tener una respuesta limitada a la sede
administrativa o del trabajo, ajena a una respuesta penal.
No se comparte dicha postura. La acción de Charlín
significó el comienzo de ejecución de una acción prohibida
por la norma, esto es acceder a las zonas pudendas de la
mujer sin su consentimiento, conducta que se vio frustrada
por una causa ajena a la voluntad del autor.
El acusado Charlín realizó la acción abusando de su
posición de supremacía funcional que le otorgaba su
condición de juez. Esto le permitía disponer de los tiempos
y de los lugares donde se encontraba con la Secretaria
Penal en los que ella podía resultar vulnerable.
El tribunal ha partido de analizar las declaraciones
de Iara Silvestre en la audiencia de debate oral. Desde el
punto de vista del relato este se presenta detallado,
coherente, con explicación del modo en que fueron
evolucionando los avances verbales y de acercamiento hacia
ella.
En la estructura del relato no se evidencian signos o
inconsistencias que lleven a aducir mendacidad. El tribunal
ha tenido conocimiento directo de la víctima y ha podido
advertir la veracidad en la que se condujo. Todos los demás
testigos han corroborado lo dicho por la víctima.
Este hecho debe considerarse como un caso de
“violencia contra la mujer” con los alcances que se darán
“infra” en el punto respectivo.
3.2.c. “Hecho Nº3”: Imputación que consistió en haber
roto con un golpe, durante un ataque de furia, parte del
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imponerse, pateaba los sillones… las reparaciones se
hicieron de lo que él rompió, tiene entendido que era una
pared… ella no presenció cuando se refería los golpes de
los sillones… el juez Charlín destrozó varios objetos como
el sillón, una pared, aclaró que en ese momento no escuchó
el golpe…”.
Por su lado la responsable de la Secretaría Tributaria
Dra. Daniela Susana Anocibar recordó sobre el punto los
ataques de ira y agresiones verbales del Magistrado y sobre
el punto dijo: “…vio que rompió una pared donde estaba la
antesala y escuchó los ruidos y se acercó cuando escuchó
los gritos y vio lo que había pasado…”.
Juan Cruz Canal, numerario administrativo del juzgado,
supo explicar que “… el Dr. Charlín rompió a patadas uno
de los sillones del mobiliario del tribunal y observó
golpes en picaportes y demás elementos del juzgado…”.
María del Carmen Almazán Aballay, ordenanza del
juzgado decía en relación a acusado y sus descontroles
sobre elementos del tribunal: “…un día a la tarde se
escuchaban golpes y gritos en la secretaría privada… se
escuchó hasta abajo porque los chicos de mesa de entradas
también lo escucharon, y al otro día como a mí me tocaba
limpiar, un machimbre de la secretaría privada vi que
estaba roto… también observó un sillón roto…”.
Otros testigos también dieron cuenta de los daños
materiales endilgados criminalmente a Charlín: unos por
conocimiento a través de terceros (vgr. Zabala, Solaro,
etc.); otros por vivencia directa (Adriana Lía Bauman,
Sandra Elisabet Sevillano, Leandro Esteban Aguirre; Martín
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Obviamente sus magras negativas nada agregan frente a
la contundencia de los cargos escrutados y, mucho menos, su
invocación a la pretoriana teoría de la “insignificancia”.
Más allá que estos planteos no son novedosos en el
legajo en tanto lucen reclamados y resueltos por la
Apelación (como el grueso de sus defensas, no verificándose
necesidad de alterar cuanto ya consta decidido en la
materia) lo cierto es que una correcta hermenéutica
interpretativa de la teoría que se invoca, incluye no solo
la verificación de intrascendencia en el resultado sino,
principalmente, en la acción.
Extremos no acreditados ni acreditables en ninguna de
sus especies, no solo por la condición de los bienes
afectados en tanto resultan “públicos”, sino también por
las circunstancias en las que fueron ocasionados y la
persona que los protagonizo (puntos no abordados por la
acusación, ni que tampoco reclama el tipo penal como
conditio para acreditar el daño).
Concretamente, comprobamos inéditos e injustificables
ataques de furia y descontrol que, según bien y fielmente
interpretamos junto a las demás circunstancias sólo
persiguieron poner en escena “actings” frente a sus
dependientes con el único y deliberado fin de instalar el
miedo generalizado entre aquellos. Acciones violentas que
trágicamente, tanto para los que las soportaron como para
la comunidad toda que perpleja las conocía por distintos
medios, fueron protagonizados por el único juez federal con
asiento en la Provincia de La Pampa. Sujeto que debía
ofrecer conducta ejemplar e intachable, no solo como forma
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gente de su confianza… su gente…”. A cada empleado hizo
entregarle copia del contrato que habían oportunamente
firmado, donde lucía resaltado en fluorescente que “el
juzgado podía rescindir el mismo por la causa que crea
conveniente”. Hechos que ocurrieron el 08/07/2013.
Este suceso, así descripto e imputado, encuentra
“congruencia” a lo largo de las diferentes etapas por las
que ha discurrido el proceso, poseyendo a su vez trato y
confirmación en grado de Apelación. Adelantamos nuestra
respuesta afirmativa a la cuestión planteada en el acápite;
damos nuestras razones.
La audiencia oral y pública patentizó, sin hesitación,
lo sucedido, apareciendo nuevamente como único autor
responsable el imputado Charlín; repasamos entonces
aquellas atestiguaciones frente a la instancia para
sostener este aserto.
La Dra. Silvestre, Secretaria Penal y ex juez
subrogante, explicaba sobre el punto “…respecto del trato
con los empleados de la Secretaría electoral que estaban
contratados, circulaba la noticia que el juez los había
indagado sobre sus orientaciones políticas. Recordó que
presenció un llamado de Charlín con la Dra. Barrio, donde
estaba muy enojado con Celia Traverso y le decía que los
contratados no le tenían que hacer caso a Celia Traverso y
que le tenían que hacer caso a él. Agregó que hubo dos
versiones, una que era él quien los había citado para
preguntarles la orientación política y quién los había
hecho entrar al juzgado, la otra versión era que le había
ordenado a la Dra. Barrio que les preguntara. Dijo que
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Manifestó que en ese momento estaba una sobrina suya
trabajando como contratada y “Juliana entró en estado de
pánico porque creía que la iban a echar”, sobre todo por
ser sobrina suya y le dijeron que renunciara y obviamente
su orgullo la llevó a no hacerlo y el sufrimiento fue muy
grande, no solo de ella sino de todos los contratados.
Expresó la testigo que el doctor creyó que tocando a su
sobrina la iba a tocar a ella pero se equivocó porque ella
vela por todos los contratos no por uno solo. Dijo que un
día la llama la Dra. Barrio, un día sábado a las 7 de la
mañana y le pregunta si iba al juzgado porque estaban
haciendo nombramientos…”.
Daniela Susana Anocibar, titular de la Secretaría
Tributaria, recordó que en relación a su hermano también
empleado de ese juzgado federal “…le peligraba el
contrato, y que los empleados les fueran firmando la
renuncia…”.
La señora Secretaria Civil, Dra. Alicia Cristela
Canepa, explicaba los sucesos de la siguiente forma: “…
sobre mensajes por parte de Charlín dijo que
constantemente mandaba mensajes. Rememoró que cada vez que
uno entraba al despacho siempre estaba con el teléfono,
hacía parecer que tenía muchísimos contactos y que si
ellos no cumplían sus órdenes quedaban sin trabajo, esa
era la sensación que se tenía… otra cosa que le llamaba la
atención era que él decía que iba a traer a todos los
suyos, de hecho trajo a unas personas, intentó que
trabajaran con ella o con la Dra. Anocibar pero no lo
logró, así que estuvieron sentados en la biblioteca toda
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una mañana sin hacer nada. No confrontó con ella por ese
tema, ella no conocía a esas personas, cree que uno era
abogado…”.
Daiana Martina Solaro, a la época de los hechos
“contratada” en la Secretaría Electoral, así respondía
sobre el tema: “…Recordó también que estaban todos
trabajando en la Secretaría Electoral y les llevaron una
copia del contrato que habían firmado y estaba resaltado…
la cláusula número 7” y los llamaron para que vayan de a
uno al despacho de Rosaura Barrio que les dijo que por
pedido del Dr. Charlín les preguntaba cuál era su
orientación política y por qué persona habían ingresado al
juzgado, agregó que Rosaura les pidió disculpas y que
estaba muy avergonzada por la orden del Dr. Charlín.
Expuso que luego de que le exhibieran el contrato
resaltado el cual en su cláusula séptima decía “Ambas
partes podrán rescindir el contrato de común acuerdo; la
contratante podrá hacerlo en cualquier momento si los
servicios del contratado no resultan satisfactorios o
necesarios, o bien por razones de servicio”. Refirió que
sintió que le iban a rescindir el contrato; Rosaura les
dijo que el Dr. Charlín estaba muy enojado y esa fue la
sensación de que se iban a quedar sin trabajo… el episodio
del contrato fue al principio, los primeros días, fue
previo al proceso electoral venidero. Expresó que Rosaura
Barrio que era la jefe del electoral, no les explicó los
motivos de la entrevista. “Por ahí se comentó que quería
que nosotros nos vayamos para traer su propia gente” dijo
la testigo.
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Juan Cruz de la Canal, dependiente de la Secretaría
Electoral decía que “…Recordó que él era contratado y
tenía excelente relación con la Dra. Barrio”. Agregó que
luego de la llegada del Dr. Charlín, la Dra. Barrio estaba
desencajada, recordó que fue convocado por la Dra. Barrio
con el motivo de que el Dr. Charlín le encomendó que le
pregunte, “había un clima muy intenso, muy incómodo, se
encuentran con todos los contratos de cada uno de ellos
resaltados donde constaba que sus contratos podían ser
revocados en cualquier momento. En la entrevista le
consultaron qué orientación política tenían y por quién
habían ingresado al juzgado”; aclaró que “la Dra. Barrio
constantemente se disculpaba dado el tenor de las
preguntas”. Refirió que “él no contestó ninguna de las
preguntas de la Dra. Barrio”. Aclaró “que el ambiente era
muy incómodo y el contrato subrayado generó temor en él y
en sus compañeros de que puedan prescindir de ellos sin
motivo alguno…”.
Constan además como elementos para formar convicción
sendos testimonios judicializados. Originalmente ofrecidos
por los Ministerios para su recepción en debate luego
fueron desistidos, conformándose los letrados con su
anexión directa, lo que así resolvió el Colegiado.
Entre aquellos destacamos los siguientes:
1. Dra. Rosaura Barrio, Secretaria Electoral (fs.
323/326; testimonio recibido en su domicilio por el
instructor por licencia médica vinculada al caso) dijo: “…
recibo a comienzos del mes de julio de 2013 un mensaje de
texto del Dr. Charlín en que me solicita convoque a todos
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Federal, Dra. Daniela Anocíbar, cumplimenté la orden de
recibirlo conversando con Víctor, dado que al ser familiar
de una Secretaria se daba por sentada la recomendación. En
relación a los contratados restantes, me permití sugerir
que en caso similar a los dos primeros, relacionaran su
ingreso a la Secretaría, con el Dr. Pedro V. Zabala, quien
se encontraba de licencia por enfermedad que derivó en su
fallecimiento. Fue una situación horrible la vivida, los
empleados quedaron muy mal después de esa reunión con
temor sobre su futuro laboral.”
Ana Carmina Besga (fs. 93/94) explicó que después de
un incidente con Celia Traverso, Charlín mandó copias de
los contratos a todo el grupo, resaltando con fluo donde
decía que el juzgado podía rescindir el mismo por la causa
que creyera conveniente; fue llamada por la doctora Barrio
y le hizo un interrogatorio acerca de la forma en que había
ingresado al Juzgado y si tenía contactos políticos; supo
aclararle que lo hacía por órdenes del Juez.
Leandro Aguirre (fs. 116/116 vta.) recordó el momento
en que fueron llamados los contratados para ser
interrogados por la Secretaria sobre la orientación
política, por quien había ingresado al Poder Judicial y si
conocían referentes políticos. Ocasión en que también se
les comunicó que el juez los podía echar y que todos
estaban a prueba.
Juliana del Socorro González (130/130 vta.) explicó
que Charlín dispuso que un empleado de Electoral les
alcance una copia del contrato de cada uno, donde lucía
resaltado el artículo 7; inicialmente se les indicó que los
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trabajaba en Electoral y nunca había vivido una situación
semejante.
Juliana Luz Miokovitch Traverso (fs. 297/298)
recordaba la reunión con la Secretaria por orden del Juez
en la que fueron llamados de a uno los nueve contratados. Y
Concretamente decía al respecto: “Te hacía sentir miedo,
todos pensábamos que nos iban a echar, más aún, cuando
momentos previos a esto, nos habían dado una copia del
contrato que teníamos, donde estaba subrayado con
resaltador la parte que decía que nos podían echar. Fue
para nosotros un mensaje intimidatorio, más en mi caso
porque era la sobrina de Celia Traverso y él estaba en
contra de ella. Antes de entrar a la entrevista lloré, la
situación fue horrible. Yo me fui muy mal, tenía miedo de
perder el trabajo, incluso mi familia me decía que renuncie
porque me veía muy mal.”.
En lo relativo a la prueba documental del caso, además
de obrar a disposición del Cuerpo la totalidad de los
contratos del personal Electoral de ese momento, lucen
reservados dos contratos con marcación fluorescente
aportados durante la instrucción (Solaro y González).
Todos los empleados electorales contratados,
(escuchados por la investigación y el juicio) reprodujeron
los hechos de idéntica forma y se expresaron en un único
sentido: el miedo sufrido por la acción del acusado, miedo
que incluyo de manera unívoca y clara temor concreto por la
pérdida de sus trabajos. El mismo escenario fue recreado
por funcionarios de ley describiendo en sus colaboradores
sensaciones de angustia por la situación que los
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contra los contratados, todo lo cual hablaba de una forma
armónica (además de fuera de toda ética en el ejercicio de
la magistratura, antirreglamentaria e igualmente ilegal) de
actuación.
En efecto, no perdemos de vista las preguntas que
obligó a responder (bajamente, por interpósito funcionario)
a los agentes judiciales involucrados: 1) ¿por quién habían
ingresado al Poder Judicial? y 2) ¿cuál era su tendencia
política?.
Una vez más, por lógica, psicología y experiencia,
entendemos para el fallo que, de comprobar el ex magistrado
“padrinos poderosos” o “procedencias partidarias” que le
resultaran afines a sus gustos y/o que pudieran complicarlo
en sus aspiraciones, descartaría, obviamente, la baja el
agente en cuestión.
Pero hay más ejemplos que patentizan un Charlín atento
a la “política” más que a la función judicial, ofendiendo,
claramente (y una vez más), sus obligaciones como juez.
En efecto, recuérdese – aún a riesgo de reiterarnos y
acometer desprolijamente sobre otros eventos sometidos a
estudio en otros espacios de argumentación – cuanto pudimos
enterarnos en juicio sobre las interpelaciones del acusado
a su Secretaria relativas a un proceso penal que
involucraba a una persona de apellido “Marin”, inquiriendo
al fedatario reiteradamente para que despeje posibles
vínculos familiares con el ex gobernador provincial (ver
declaraciones de la Dra. Silvestre). Idéntica situación
describió la funcionaria con una persona de apellido
“Roger”, narrando impaciencias con una causa por trata de
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interlocutores, no dudó en apelar Charlín en sus
“discursos” a expresiones o sueltos con frases o contenidos
propios del último proceso dictatorial acontecido en la
República Argentina. A guisa de ejemplo transcribimos
manifestaciones del imputado según recuerdos de los agentes
empleados del juzgado: “… cómo podemos hacer desaparecer a
ésta…”; “…había que meterle la cabeza en la laguna hasta
que dejaran de salir burbujas…”; o, más grave aún, “… Ud.
sabe que yo tengo al ejército a mi disposición…” (Diego
Mario Moneo; Juan José Zabala; Adrián Emanuel Pascual;
todos escuchados en debate bajo juramento de ley).
El golpe bajo a nuestra memoria que implican estas
expresiones no exime de obligación de anexar mayores notas
a nuestros fundamentos. Ello así sin dejar de memorar, con
igual perplejidad, haber escuchado de atestiguantes el
interés expreso del ex juez por participar en juicios de
Lesa Humanidad a propósito de un cierto “lustre” que según
su “lamentable criterio” esos procesos agregarían a su
carrera (ver declaraciones en juicio de Iara Silvestre).
Frente a todo este inmenso panorama incriminatorio
ninguna explicación indagatoria de Charlín pudo justificar
penalmente sus conductas.
Efectivamente a modo de responde, tenemos para la
sentencia que la conducción de una oficina judicial no
puede admitir formas como las aquí exteriorizadas, formas
esas que nada tienen que ver con nuevos y mejores
paradigmas en la conducción de personas y la ejecución de
tareas asignadas a equipos de trabajo. Nunca asistimos a
este tipo de cruentos escenarios, ni mucho menos hemos
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motivo alguno demoró excesivamente su comienzo, razón por
la que el Dr. Almirall decidió retirarse, avisándole de
ello a la Secretaria Tributaria del Juzgado, Dra. Anocibar,
ya que debía cumplir con otras tareas a las cuales se había
comprometido.
En el momento en que se retiraba, ocasionalmente el
Dr. Almirall se cruza con Charlín -quienes no se conocían
previamente- saludándose ambos en forma normal sin saber
cada uno de ellos, quién era la otra persona.
Con posterioridad a ello, el hoy imputado preguntó
quién era esa persona que acababa de retirarse y cuando le
comentaron que se trataba del Dr. Almirall, se molestó
porque, según su criterio, éste no lo había saludado de la
forma que un juez federal se merecía –desconociéndose, por
otra parte, cuál es esa “forma”-. Vale agregar, como ya
dijimos, que el Dr. Almirall no sabía que él era el juez
federal, no obstante lo cual, descartamos que el saludo
brindado por Almirall haya sido ofensivo o grosero, máxime
cuando ninguna prueba existe ni se aportó a ese respecto.
Lo cierto es que a partir de allí, con la retirada del
Dr. Almirall, sumado al “inadecuado” saludo, Charlín
comenzó una embestida contra el funcionario de AFIP,
carente de cualquier razonabilidad y mucho menos de
justificación alguna.
La Dra. Daniela Anocibar -que calificó la situación
vivida con Charlín en el Juzgado como de escándalo y
desquicio- fue testigo, diríamos, privilegiada de la
actitud asumida por Charlín contra Almirall. Dijo en
audiencia Anocibar que “para Charlín, Almirall era un
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Almirall.
Las declaraciones incorporadas por lectura con acuerdo
de partes de Di Zitti (fs. 151/vta. del Expte. y 107/108
Cuerpo de juicio) y de Vicente del Campo (fs. 199/200 vta.
del Expte. y 152/155 Cuerpo del Juicio), también dan cuenta
de este hecho, como así también las declaraciones de Cánepa
y Aballay, en la audiencia de debate.
La testigo Mingote, quien era por ese entonces Jefa de
la Oficina Jurídica de Santa Rosa, también tomó
conocimiento, vía Anocibar, de la decisión del entonces
Juez Charlín de impedirle la entrada al Sr. Almirall. Esta
testigo le restó importancia a la prohibición impuesta por
Charlín por dos motivos: el primero tenía que ver con que
los agentes fiscales de AFIP, dependían de la oficina a su
cargo y en segundo lugar, porque no se podía impedir el
trabajo de los agentes sin una disposición o resolución
expresa.
Algo parecido expresó el propio Almirall al declarar
en debate. Dijo que él entendía que la denegación de
justicia dispuesta por el entonces juez, no podía
materializarse y menos de esa forma verbal. Que el mensaje
de Anocibar –que se mostró molesta por tener que
transmitirle estas decisiones de un juez- fue que Charlín
iba a pedir a la AFIP que lo pasen a pasiva y que no lo
quería ver en el Juzgado. No obstante ello, el propio
Almirall dijo que empezó a concurrir al Juzgado a primera
hora, con la seguridad de que Charlín no estaba, (ya que
venía tarde), para no cruzarse con el juez.
La actitud asumida por Charlín con relación a
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cuenta el particular motivo.
En idénticos términos a los postulados en los
considerandos que anteceden, ello da cuenta de dos cosas:
En primer lugar, confirma el calificativo de “persona
violenta” con la que su propio Abogado definió al imputado;
y en segundo lugar, que los dichos de Charlín –a viva voz
y, obviamente, con la intención de que todos lo escuchasen-
no tuvo otra finalidad que generar en la víctima cierto
temor a las consecuencias que podría traer aparejada su
concurrencia al Juzgado, y también una advertencia hacia
todo el que escuchara, de cuál sería la forma en que
manejaría el poder con el que había sido investido.
En la audiencia de debate, Almirall –a casi cinco años
de ocurridos los hechos y ya encontrándose jubilado-,
intentó demostrar –sin éxito, creemos- no haberse sentido
amedrentado por esa amenaza. Sin embargo, centró su
postura, en que no se le podía prohibir la entrada al
Juzgado sino lo era mediante una resolución y/o disposición
escrita, y por ende, no podía serlo en forma oral y
mediante un intermediario, como lo fue la Dra. Anocibar.
Sin embargo, el Dr. Almirall comenzó a cambiar sus
hábitos de concurrencia al Juzgado, haciéndolo en horarios
en que sabía que el juez no estaba. Dijo, además, Almirall,
que notaba que los empleados se sentían incómodos con su
presencia, lo que daba cuenta de cierta situación violenta
que podía generarse si se daba otro encuentro entre ambos.
Queremos decir con esto, que si Charlín y Almirall no
volvieron a cruzarse nunca más, lo fue por la actitud de
este último quien, aceptando tácitamente la prohibición
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Charlín en un momento le ordenó a los gritos al
Prosecretario Electoral en presencia de la Secretaria
Privada que hiciera saber a los empleados contratados, que
por culpa de ella (en referencia a Traverso) estaban en
riesgo todos los contratos. Traverso sostuvo en su
declaración que la forma en que se relacionaba con ella,
con insultos y con amenazas permanentes, era consecuencia
de la controversia suscitada por el manejo de los fondos
electorales, y que la persecución que sentía era por ese
tema.
Al declarar en audiencia de debate, comenzó haciendo
referencia a esa tarea (manejo de los fondos electorales) a
lo que sumó su condición de delegada gremial. En función de
dichas actividades consideró, y así lo dijo en la
audiencia, haber sido la que más sufrió la persecución del
entonces juez.
Compañeros de trabajo fueron concordantes en confirmar
sus dichos, quienes brindaron detalles del trato insultante
y amenazante que el imputado mantenía con Traverso, como
así también cuando se refería a ella frente a otras
personas. Dentro de las varias manifestaciones efectuadas
por el imputado, puede citarse lo que dijo en una
oportunidad en relación a Traverso: “…a esta yegua la voy
a hacer mierda, a mí me van a sacar pero les voy a dejar
el éxodo jujeño”. Juliana del Socorro González declaró en
audiencia de debate haber presenciado cuando Charlín,
señalando a Celia Traverso, mencionó esa frase.
Daniela Anocibar, declaró en la audiencia, que en una
oportunidad estaban en el despacho del Dr. Charlín junto
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Así, en el caso de Celia Traverso, se advierte sin
hesitación, una actitud más que agresiva de parte de
Charlín, que, sin llegar a anunciar un mal a sufrir,
encuadra claramente en la figura de amenazas. Ello así por
cuanto los insultos, los gritos, y los maltratos continuos,
constituyeron una situación de ensañamiento que, sin lugar
a dudas, provocaron en Traverso pánico, desde que dicha
situación generada por el entonces juez, se convirtió en
una constante en el ámbito laboral del Juzgado Federal de
Santa Rosa, sobre todo con algunos de sus empleados,
casualmente, todas mujeres.
Nótese que dicho estado de temor, nerviosismo y
locura, llevó a la hermana de la víctima, a abandonar
intempestivamente la sede del Juzgado, para concurrir a la
Fiscalía a denunciar, refiriendo la propia Alicia Traverso
en audiencia, que no recuerda lo que sucedió en el trayecto
entre el Juzgado y la Fiscalía, en virtud del estado en el
que se encontraba, lo que pudo ser corroborado por el
personal de Fiscalía, al hacer mención al estado en que
llegó la denunciante, presa de un ataque de nervios, pánico
y llanto.
La Excma. Cámara Federal de Bahía Blanca, al confirmar
el procesamiento de Charlín, dijo –en relación al hecho que
damnifica a Celia Traverso-, que “…La doctrina entiende
que el delito de amenazas atiende a la tutela del aspecto
psicológico, en el sentido de la libre formación de la
voluntad, y la autodeterminación, de tal suerte que
aquellas lesiones que se materialicen en dicho ámbito de
la libertad, y lo vulneren, serán calificadas a priori
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en nuestro país, una connotación dramáticamente especial.
Esta última frase, Charlín la manifestó por teléfono,
delante de varios empleados –incluida Traverso, por
supuesto- y en principio estaba hablando con el Comisario
Avallone de la Policía Federal, a quien concretamente le
consultaba sobre cómo hacer “desaparecer” a Traverso. Ahora
bien, al declarar Avallone en la instrucción, negó que
Charlín en alguna oportunidad le haya pedido semejante
cosa.
Sostenemos que, por lo que diremos a continuación,
poco importa si Charlín hablaba con Avallone o si simulaba
hablar con él por teléfono, toda vez que la destinataria de
la amenaza era Celia Traverso y bastó con que, en su
presencia, hablara o simulara que hablaba con un comisario
de la Policía Federal para efectuarle tamaño pedido, para
generar en la víctima lo que pretendía. El hecho de que la
propia Celia Traverso, además de otros compañeros,
escucharan a Charlín realizar ese pedido, resulta más que
suficiente como para producir el efecto que el imputado
deseaba: amedrentar, alarmar, atemorizar, aterrorizar a
Celia Traverso, afectando seriamente la libertad para
ejercer sus funciones, pero por sobre todas las cosas su
tranquilidad en el desarrollo de las mismas.
Intranquilidad, amedrentamiento, desestabilidad, que llegó
incluso a su vida personal, enfrentando por estos hechos no
solo problemas de pareja, sino también de salud, como supo
explicar en debate.
Pueden agregarse además, situaciones como las narrada
por Traverso en cuanto al pago de los sueldos de los
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putas”, que no podía hablarle así a un juez federal, que
todo era culpa de Bauman, que por su culpa había tenido que
escuchar las barbaridades que le dijo Mónica Zabala, la
esposa del juez titular, y le dijo “al que no le guste,
hijos de remilputa, van a tener que renunciar… Se van a
tener que ir ellos, no yo… Yo voy a ser titular de este
juzgado…” a los gritos, cerca de la cara de Adriana Bauman,
mientras golpeaba la pared de machimbre, hasta que ésta se
rompió;
c) en otra oportunidad le dijo a María del Carmen
Almazán Aballay, personal de maestranza, sabiendo que ésta
se lo diría a Adriana Bauman, a raíz de que por error lo
había llamado por el nombre del juez titular: “tengo ganas
matarla…de meterle la cabeza en la laguna hasta que dejen
de salir burbujas”;
d) en otro momento el acusado Charlín amenazó a
Adriana Bauman -fingiendo una inexistente situación de
broma- pasándole el brazo izquierdo por el cuello, y
colocándole con la mano derecha, cerca del cuello, la
trincheta que ella tenía en el escritorio.
Se tiene en cuenta en primer lugar lo manifestado por
Manuel Adrián Bauman, empleado de Mesa de Entradas de la
Secretaría Penal del Juzgado Federal de Santa Rosa quien,
además, es hijo de la damnificada Adriana Bauman. Éste,
dado la especial relación familiar que tiene con la
damnificada, es un testigo privilegiado acerca de las
consecuencias que el hecho le provocó -a manera de estrés
postraumático constatado incluso a la fecha de la audiencia
oral- a partir de las sucesivas amenazas y el acoso que
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ordenanza no quería trabajar a la tarde sola, tenía
miedo”. Lo mismo pasaba con el chico que trabajaba como
ordenanza en la Secretaría electoral, Diego Moneo, éste
tampoco quería estar solo, hasta llegó a romper su teléfono
porque lo estaba superando la situación, ya no sabía cómo
esquivar al juez. Ante la pregunta de la fiscal sobre la
situación que vivía su madre dijo el testigo que eran
“llamadas, tonos de voz, golpes en los despachos,
patadas…” El juez estaba ofuscado. Relató que el enojo era
en distintos momentos y por distintas circunstancias, una
de las cosas que lo ofuscaba mucho y que le comentó su
madre, era la cuestión del certificado del Dr. Pedro
Zabala. Agregó que la llamaba a Mónica Zabala para que no
se demoraran con el certificado, aunque ella estaba pasando
por una situación muy particular. Mencionó el testigo que
el juez la trató de una manera indebida. Recordó cuando
Charlín en su oficina le exhibió el arma de Gandini a su
madre, señaló que ella se refugió en el despacho contiguo
del juez y buscó ayuda en la Secretaria Civil Alicia Cánepa
que allí estaba. Relató que su madre le tuvo que pedir a
Gandini que no le diera más su arma reglamentaria al juez,
pero indicó que Gandini debió ceder y tuvo que volver a
prestarle el arma en los pasillos del juzgado.
Refirió el testigo que su madre le contó que Charlín
la tomó por la espalda y le puso una trincheta a la altura
del cuello. Aclaró Bauman que veía muy mal a su madre, muy
preocupada. Dijo que el juzgado siempre había funcionado
bien, que este tipo de situaciones que nunca se habían
vivido tenían mal a su madre. Agregó que ésta empezó hacer
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quería hacerla llamar por teléfono a la mujer de Pedro
Zabala y le apoyó la trincheta en el cuello…decí que no
tenía el cosito salido sino se mandaba una macana”. El juez
“pretendía meter miedo, asustar, no sé si quería meter
gente nueva”. Recordó que luego de ello Adriana Bauman tuvo
que llamar a la mujer del Dr. Zabala. Mencionó el testigo
“Adriana tenía que llamar a cada rato a la mujer de
Pedro”. Recordó que en el hecho de la trincheta “Bauman se
quedó dura, tenía una guillotina, qué podía hacer, estaba
el custodio ahí pero no hizo nada, nadie podía hacer nada,
Charlín hizo como que era un juego”. Mencionó que en el
horario de la mañana, Charlín no estaba, llegaba a partir
de las 12, “todos queríamos que él estuviera tranquilo que
no se alterara por nada”. Agregó que “a Adriana Bauman la
tenía de punto…la situación era muy tensa”. Refirió que un
día vio al juez que estaba apuntando con un arma, desde la
oficina de Bauman, hacia la cocina donde él estaba, y se
dijo a sí mismo: “ya veo que a éste se le escapa un tiro,
me lo puede dar a mí”. Dijo el testigo que en el episodio
del arma sintió miedo y pensó que estaba en peligro su
propia vida. Recordó haberlo escuchado amenazar por
teléfono a la señora del Dr. Pedro Zabala para que renuncie
a su cargo y decirle “usted es una yegua vende patria
igual que su marido, Menem y Marín”. Agregó que eso lo
escuchó directamente él. Recordó que el juez Charlín “en
frente mío trató mal a mucha gente y los gritos se
escuchaban por todo el juzgado”. Aclaró que Charlín le
gritó a Rosaura Barrio, en la Secretaría Electoral, luego
gritó por los pasillos, donde están las escaleras, “como
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veces subí con la secretaria Cánepa por temor de lo que
podía pasar”. Puntualizó que la actitud del juez era
“generar miedo, sobre todo a las mujeres”, el nerviosismo
era tremendo, sobre todo en las secretarias, había una
situación insostenible para trabajar. Dijo el testigo que
“las situaciones de violencia se daban siempre en
presencia de mujeres, nunca varones”. Refirió que aunque
él nunca lo presenció, “las mujeres venían y comentaban lo
que les pasaba”. Con relación a los certificados, dijo que
estos eran presentados en tiempo y forma dado que la Cámara
de Bahía Blanca es exigente al respecto, pero Charlín
quería que al juez titular le dieran licencias más largas
para poder quedarse en el cargo. Dijo que Charlín se
refería a la esposa del juez Pedro Zabala diciendo: “ésta
hija de mil puta no me alcanza el certificado”.
De la obsesión por los certificados que tenía Charlín,
y las consecuencias que de ello se derivaron para Adriana
Bauman, quien se vio obligada a llamarla infinidad de
veces, dan acabada cuenta también las declaraciones de la
médica de reconocimiento Dra. Perla René Bertolozzi,
profesional quien, como se señala “infra”, también fue
víctima de amenazas de parte del acusado.
Así señaló Bertolozzi “que durante toda una semana
Adriana Bauman la llamaba por teléfono -y a veces más de
una vez por día- solicitándole los certificados del Dr.
Zabala”, señaló la testigo que el juez Pedro Zabala tenía
cáncer y tenía justificada la licencia hasta el día 20 de
ese mes. Así fue que el juez la llamaba para que lo
justificara los primeros días del mes. Recordó la testigo
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pertenecen).
Así indicó que ella tenía trato diario con Adriana
Bauman. Refirió que Adriana estaba diferente desde la
llegada del Dr. Charlín “Ella estaba aterrada igual que
yo”. Manifestó respecto de Adriana Bauman “que se enteró
que fue apuntada por un arma”, “eso era un rumor muy
grande”. Recordó que “otro día recuerdo que el vino hasta
la cocina muy enojado, estaba el chofer, y dijo que
Adriana –sin querer- dos veces lo había llamado Dr. Pedro
y tenía ganas de meterle la cabeza en la laguna hasta que
dejen de salir de burbujas, yo estaba aterrada, no podes
escaparte”; dijo también la testigo que “le quiso agarrar
el arma al policía y el policía le dijo lo van a meter
preso a usted y a mí”. Dijo la testigo “que en el juzgado
se vivía un clima tenso, que ella particularmente vivía
tensionada todo el día”. Declaró la testigo que “Adriana
Bauman estaba mal, estaba aterrada y en una ocasión le
prohibió hablar con ella, le dijo que Adriana era una
traidora porque era amiga del Dr. Pedro Zabala”.
Daiana Martina Solaro, que al momento de los hechos
trabajaba como empleada contratada de la Secretaría
Electoral del Juzgado Federal, también hizo referencia
expresa a las continuas amenazas que sufría Adriana Bauman
de parte del acusado. Relató las exigencias relativas a los
certificados médicos del titular del juzgado. Refirió cómo
Charlín la llamaba a Bauman permanentemente al celular que
siempre llevaba consigo, y el hecho del que fue testigo, en
una oportunidad, en el cual que “el juez le gritaba y
Adriana Bauman se quedaba sin poder contestarle”. Indicó el
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Federal de Santa Rosa, dio acabada cuenta de la forma
amenazante en la que el juez Charlín trataba a su
secretaria privada.
Así refirió “que era habitual que Charlín golpeara las
cosas y gritara”… Agregó que en una oportunidad registró
con el celular –audio que fue ofrecido como prueba y
reproducido durante la audiencia de debate- los gritos que
Charlín profería desde su despacho del primer piso, tal
como se escuchaban desde el sótano. Aclaró que desde el
sótano grabó el audio, y a pesar de existir dos pisos de
distancia el sonido se pueden escuchar los gritos. Aclaró
que el audio tenía que ver con una charla del juez con la
secretaria por los certificados médicos del juez titular.
Recordó que el audio decía “llamala ahora” reiteradas
veces, había insultos “como hija de puta”, “que se creen
que soy pelotudo yo”. Luego de escuchar el audio el testigo
lo ratificó, “lo recuerdo bien, él insultaba a su
secretaria y a la persona que estaba hablando su
secretaria por teléfono”. Agregó que luego de la llegada el
Dr. Charlín, la secretaría electoral Rosaura Barrio estaba
desencajada. Dijo que en el juzgado había un clima “muy
intenso, muy incómodo”. Remarcó el testigo la diferencia de
trato que hacía entre el personal femenino y masculino,
señaló los descalificativos que decía el juez como “hija
de puta”, “esa yegua”, pero esos términos no los usaba con
los varones. Recordó el episodio de la trincheta con
Adriana Bauman y también se refirió al suceso del arma del
policía federal, “decía que venga que se la voy a dar
entre la cejas” pero no recordó a quién se lo decía.
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situación. Recordó que fueron unos gritos tremendos, las
barbaridades que le decía a Mónica, la señora del Dr.
Zabala, cuando llevaba sus certificados médicos de su
marido. Dijo que la señora pedía prórroga y el juez se
volvía loco, y se escuchaba “esta yegua hija de re mil
puta no entiende que el marido tiene cáncer que se va a
morir”. Mencionó que él quería estabilidad y por eso se
enojaba mucho. Ella lo escuchaba. Rememoró que esa mañana
se dijo “si ya lo hace en horario de mañana y decía si va
al baño y tomara droga, por ahí había momentos que era un
erudito”. Dijo que “era como que quería dar miedo, quería
imponerse, pateaba los sillones” y dijo bueno esto no da
para más y salió a Fiscalía. Declaró que “en ese trayecto
no era ella y no sabe cómo llego hasta ahí”, la
tranquilizaron y luego empezó a hablar. Recordó que antes
de salir le dijo a Daniela “me voy y arrancó”, antes fue
al sótano y le dijo a su hija Juliana “ándate del juzgado”
para protegerla. Mencionó que en una oportunidad Juan
Canal grabó desde abajo los gritos desorbitados del Dr.
Charlín. “Era para dar miedo o no sé, él se desquiciaba”,
recordó la testigo. Dijo también que se apropiaba de su
secretaria Adriana Bauman, la llamaba a las dos de la
mañana. En las vacaciones de julio llamaba constantemente
a secretaria porque le quería cortar la licencia a ella,
un acoso continuo dado que él era el juez. Manifestó que
el desarrollo de las tareas del juzgado se obstaculizaba,
las secretarias dejaron de ser “dueñas de sus vidas”
porque estaban ahí hasta lograr que firmara… que el juez
estaba siempre con el celular y hablaba con gente de
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contó que cuando esa situación no se daba empezaba a
descontrolarse y a hablar mal del Dr. Zabala y de su
esposa; dijo que “le exigía a Adriana Bauman que los
consiguiera, le decía que si no lo hacía su hijo iba a
perder el trabajo. Tenía que conseguir ese certificado a
costa de cualquier cosa”.
La testigo Juliana del Socorro González declaró
también con relación a las amenazas sufridas por Adriana
Bauman.
Así declaró “que para el momento de los hechos ella
trabajaba como contratada en la secretaria electoral del
Juzgado Federal de Santa Rosa, que su contrato era
informal y temporal, que fue derivada a la mesa de entrada
de la secretaría civil. Recordó haber visto a Celia
Traverso y escuchado al Dr. Charlín que la ve y le dijo ‘a
esta yegua la voy a sacar’… ‘a mí me van a sacar, pero acá
va a haber otro éxodo jujeño’. Dijo que desde la llegada
del Dr. Charlín era todo bastante tenso, había destratos.
Recordó el episodio del arma y que apunto con ella a su
secretaria Adriana Bauman. Declaró que sabía del episodio
de la trincheta, que la agarró y se la puso en el cuello
de la secretaria Bauman”.
El testigo Maximiliano Tripputi dio cuenta de las
amenazas y gritos que sufrió Adriana Bauman, muchas de las
cuales escuchó desde su oficina, contigua al despacho del
juez y de la damnificada.
Así señaló Triputti “que él escuchó que Charlín le
pedía a su secretaria Bauman que llamara a la esposa del
Dr. Zabala por el certificado…que cuando terminaba la
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tranquilizara. Refirió que Charlín tenía la costumbre de
decir “le voy a sacar el arma a Gandini y voy a pedir que
aquel desaparezca”. Dijo que una vez se olvidó el arma en
su casa y Charlín se la pidió pero él dudó; que se dio
cuenta de que no la tenía, “entonces a partir de eso a
veces pasaba y lo palpaba para ver si la tenía”. Agregó que
Charlín tenía diferencias con Adriana Bauman y con Celia
Traverso. Él le pedía a Adriana que le hiciera alguna nota
por la continuación de su contrato y ella por ahí no lo
hacía, entonces Charlín hacía comentarios “como a ésta la
voy a hacer desaparecer”, refiriéndose a Adriana Bauman.
Contó sobre cómo era la rutina, que siete y media iba a
buscar el auto e iba nueve y media de la mañana al hotel,
el bajaba desayunaba y lo esperaba que desayunara hasta las
once de la mañana, llegaban al juzgado alrededor del
mediodía. Respecto del clima del juzgado notó un trato
especial diferenciado con las mujeres, “noté que es como
que las mujeres se escondían cuando llegaba el juez
Charlín, todas tenían miedo”. Acotó que Charlín hacía
diferencia entre los hombres y las mujeres, “él era más
fuerte con las mujeres para exigirles”. Respecto del
certificado del Dr. Zabala recordó maltratos cuando llamó a
la Dra. Bertolozzi para que adelantara los certificados, él
se enojó y dijo que la iba a hacer echar, le preguntó a
Adriana quién era el jefe de ella y ahí fue cuando le palpó
el arma, la tomó y por respeto al juez permitió que se la
sacara. Dijo que eso le arruinó la carrera e intentaron
echarlo y aún hoy están intentando echarlo. Manifestó que
no tuvo capacidad de frenarlo dado que era el juez. Refirió
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señora Bauman.
Por su parte, Alicia Cristela Cánepa, Secretaria Civil
del Juzgado Federal de Santa Rosa, señaló en forma concreta
-entre las irregularidades provocadas por la conducta del
juez- las continuas amenazas que le profería a su
secretaria privada, Adriana Bauman. Dijo la testigo que
hizo el intento de aliviar la situación de Bauman, pero que
ello no pudo concretarse dado que el acusado no prestaba
atención a sus sugerencias al respecto.
Así refirió “que comenzaron a pasar hechos de
violencia, pero ninguna de las mujeres perjudicadas contaba
estas cosas. Recordó que en una oportunidad “el juez
estaba a los gritos” y le preguntó a Bauman qué pasaba y le
dijo “que había problemas con la habilitada del electoral
que era la señora Celia Traverso”, cuando salió Charlín
decía cosas como “conchudas hija de re mil putas”, “yo los
voy a poner a todos en caja, en este juzgado nadie sabe
trabajar”, también hacía referencia a Rosaura Barrio que
“como secretaria no servía”. Dijo que a partir de ahí
comenzaron a sucederse un montón de situaciones, por
ejemplo un día que subió a firmar el despacho, entró Bauman
con un certificado del Dr. Zabala, para prorrogar la
licencia, que decía la sigla “C-34”, entonces empezó a los
gritos, “dijo que parecía más la batalla naval que un
certificado”. Recordó la testigo que le dijo que le traía
un libro con las siglas para que viera que significaba así
se tranquilizaba. Mencionó que un día empezó a escuchar
gritos, patadas, golpes en la biblioteca, salió de la
biblioteca, Charlín entró a su despacho gritando, decía que
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del juez Pedro Zabala. Agregó que “Adriana Bauman fue la
más afectada y la que más agresiones y violencia recibió”.
Mencionó que otra cosa que le llamaba la atención era que
“él decía que iba a traer a todos los suyos, de hecho
trajo a unas personas, intentó que trabajaran con ella o
con la Dra. Anocibar pero no lo logró, así que estuvieron
sentados en la biblioteca toda una mañana sin hacer nada”.
Refirió la testigo “que los hechos que sufrió Adriana
Bauman, fue la amenaza con la trincheta que le apoyó en el
cuello, además violencia verbal, gritos y golpes, que era
permanente el clima de violencia que se vivía arriba”. Dijo
que, para ella, esos hechos de violencia era porque que
“él quería quedarse como Juez Federal de Santa Rosa y todo
aquello que lo impidiera lo perturbaba”. “Cuando no le
permitían utilizar el dinero como él quería se alteraba,
cuando presentaban los certificados del Dr. Zabala también
se alteraba”. Mencionó que no se sabía cómo calmarlo,
hablaban lo mínimo y necesario para no alterarlo (la
negrita y el subrayado nos pertenecen).
La damnificada Adriana Lía Bauman declaró ante el
fiscal interviniente en sede instructoria, a fs. 80/83
vta., declaración incorporada por lectura en la audiencia
de debate oral. Bauman declaró que sufrió repetidamente
gritos, amenazas e insultos de parte del acusado, ya desde
la primera semana en que se desempeñó como juez federal de
Santa Rosa. Señaló que la mayoría de las amenazas se daban
por motivo de los certificados médicos del Dr. Zabala, por
las llamadas a la esposa del juez titular. Dijo que las
amenazas también se dieron luego de hablar con la médica de
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queda margen de duda de que Adriana Lía Bauman, secretaria
privada del acusado, sufrió repetidamente del juez, gritos,
insultos, golpes en las paredes y puertas, con las que
Charlín le anunciaban el desagrado que tenía respecto a su
actuación, en especial con relación a la obtención de los
certificados médicos del juez titular para prolongar su
permanencia en el juzgado.
La andanada de gritos e improperios que le destinó
Charlín a Bauman, tuvo como finalidad anunciarle que estaba
desconforme con su labor, y que debido a ello tomaría
represalias funcionales en su perjuicio.
La situación indicada ha sido expuesta de manera
constante por todos los testigos que declararon en el
juicio.
Todos hicieron referencia a los anuncios de
represalias que Charlín realizaba permanentemente contra su
secretaria privada, y en especial, al episodio en el que
Charlín tomo a Bauman por la espalda y le acercó al cuello
una trincheta.
Los testigos –en especial su hijo Manuel Adrián
Bauman- hicieron referencia a las secuelas psicológicas que
le causó a la víctima el trato que le impuso el acusado,
las que incluso le impidieron declarar en la audiencia de
debate oral. Esto a riesgo de sufrir un agravamiento por el
estrés postraumático que aún padece a pesar del trascurso
del tiempo
Como se señalará en el punto referido a la
configuración típica de la acción, al que nos remitimos, se
tiene en cuenta que la víctima ha recibido las amenazas en
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oficina y se retiró a su casa llorando, por temor a que
efectivamente concurriera Charlín y continuara propinándole
ese espiral de violencia.
La declaración testimonial de Adriana Bauman, en
primer lugar, da cuenta de lo sucedido con esta
profesional. La misma testigo reconoce haberla llamado ese
día en reiteradas oportunidades por pedido (o exigencia,
diríamos) del entonces juez.
Recordemos en primer lugar que varios testigos han
manifestado en audiencia, que la situación de las prórrogas
de la licencia del Dr. Zabala, generaban en Charlín un
malestar exagerado y constante.
Así surge de distintas declaraciones testimoniales
brindadas en el debate, como por ejemplo lo sostenido por
Celia Traverso, cuando narró que una tarde Charlín gritó
“que suba esa yegua”, y todos pensaban que la “yegua” era
ella, pero al subir, Charlín estaba hablando por teléfono y
en ese momento, “la yegua no era yo, la yegua era la
esposa del Dr. Zabala”, por un certificado que necesitaba.
La testigo Cánepa refirió haber presenciado en una
oportunidad cuando Adriana Bauman le acercó a Charlín un
certificado del Dr. Zabala para prorrogar la licencia que
contenía la sigla “C34” como diagnóstico y entonces empezó
a los gritos, diciendo que eso parecía “… más la batalla
naval que un certificado…”. La testigo se ofreció a
acercarle un libro con las siglas para que viera qué
significaba, así se tranquilizaba, mencionando además, que
un día empezó a escuchar gritos, patadas, golpes en la
biblioteca y Charlín entró a su despacho gritando y decía
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que la señora del Dr. Zabala “era una hija de re mil puta,
que lo iba a hacer renunciar al Dr. Zabala para que él se
pudiera quedar como juez federal permanente en Santa
Rosa”. Nótese que, ya de por sí, para la señora del Dr.
Zabala debió ser muy duro sobrellevar el proceso de
enfermedad de su marido, como para sumarle, además, no solo
la concurrencia al Juzgado para la presentación de
certificados médicos, cumpliendo con un trámite
burocrático, aunque necesario, como para además, tener que
enfrentarse con situaciones como las que le tocó vivir en
un edificio destinado al servicio de justicia.
Moneo refirió, según ya explicamos, haber escuchado a
Charlín amenazar por teléfono a la señora del Dr. Zabala
para que éste renuncie a su cargo y decirle “…usted es una
yegua vende patria igual que su marido, Menem y Marín…”.
Almazán Aballay recordó que un día estaba en la cocina
con el chofer, cuando llegó Charlín muy enojado porque
Adriana “…dos veces, sin querer, lo había llamado Dr.
Pedro y tenía ganas de meterle la cabeza en la laguna
hasta que dejen de salir burbujas…”. Acto seguido, trató de
sacarle el arma al custodio (Molinuevo), pero éste no se lo
permitió, emergencia que le ocasionó a la testigo una
situación de pánico que supo describir con mucho cuidado.
Maximiliano Triputti, al declarar en audiencia, dijo
recordar que en los dos meses que estuvo el Dr. Charlín el
escuchó que le pedía a su secretaria Bauman que llamara por
el certificado del Dr. Zabala, dijo “la hace llamar a la
casa de Zabala, y atendió la señora. Específicamente muy
bien no escuché la conversación”. Dijo que cuando terminaba
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la llamada los reproches iban a la señora Bauman, le
gritaba en la cara y golpeaba el escritorio con su puño.
Mencionó que también habló con la jefa de reconocimientos
médicos, la Dra. Bertolozzi. Expresó que se escuchaba que
Charlín decía “como puede ser que siga de licencia, que
por qué no renunciaba, se enfurecía por la licencia del
Dr. Zabala”. Declaró que golpeaba el escritorio y gritaba
con vehemencia en la cara de Adriana Bauman. Dijo que
Charlín venía tranquilo pero el tema Zabala “lo sacaba”.
Y esa situación que lo preocupaba tanto, lo llevó a
dirigirse directamente en forma telefónica a la propia Jefa
de Reconocimientos Médicos, en los términos que ya
mencionáramos.
El testigo Gandini recordó haber presenciado esa
conversación telefónica, mediante la cual Charlín le pedía
a Bertolozzi que adelantara los certificados, enojándose
con ella y diciéndole que la “iba a hacer echar”. Luego de
ello, Charlín le preguntó a Bauman quién era el jefe de
Bertolozzi, y, sin solución de continuidad, quitó el arma
al custodio Gandini, quien por respeto al juez, permitió
que se la quitara, impávido ante la situación.
No caben dudas que las indicaciones dadas por Charlín
eran susceptibles de afectar sus propias motivaciones y
esquemas intelectivos y éticos, toda vez que la Dra.
Bertolozzi, no estaba de acuerdo –no por capricho, sino por
exigencias legales- con la confección del certificado
requerido por el imputado, quien ante la negativa de
práctica y estilo, le propinaba insultos y amenazas.
Al declarar en la audiencia de debate, la víctima de
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Encontramos entonces probado el hecho por el que fuera
acusado Charlín y que damnificó a Bertolozzi, y así lo
decidimos, fuera de cualquier duda razonable.
3.2.i. “Hecho Nº9”:Se encuentra acreditado que el día
13 de agosto de 2013, siendo aproximadamente las 17:30 hs.,
en el edificio de Vialidad Provincial, de esta ciudad de
Santa Rosa, José Antonio Charlín intimidó al periodista
Adrián Emanuel Pascual, periodista de “El Diario de La
Pampa” diciéndole: “ah…usted es del diario, pórtese bien
usted… no pueden escribir lo que escriben contra mí, nunca
me llaman por teléfono”. Luego lo apartó, lo llevó a un
pasillo y le dijo a la cara desde muy cerca, a modo de
amedrentamiento: “usted sabe que yo tengo el ejército a mi
disposición” (la negrita y el subrayado nos pertenecen).
El testigo Adrián Emanuel Pascual que trabaja como
reportero gráfico en el Diario de La Pampa, desde el año
2013, señaló la forma en que fue amenazado por el acusado,
indicó que fue apartado por él y que le hizo una expresa
referencia a las publicaciones que había realizado su medio
de las circunstancias de acoso referidas por los empleados
del juzgado.
Refirió “que trabaja como fotógrafo de El Diario de
La Pampa desde febrero de 2013. Agregó que en agosto del
2013, días después de las elecciones, trabajando para el
diario, le tocó ir a un recuento de votos por la tarde y
entonces quiso hacer una foto con el juez Charlín; que
cuando le dijo a éste que era del Diario, el acusado le
dijo: “ah…usted es del diario, pórtese bien usted… no
pueden escribir lo que escriben contra mí, nunca me llaman
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llamó Pascual él estaba en la redacción, que lo atendió y
le pasó con el Dr. Charlín, dijo que no recordaba bien,
creía que había un problema con sacar fotografías. Dijo que
en un principio no le dio mucha importancia a la cuestión,
pero cuando llegó Pascual le contó el conflicto que tuvo
con el Dr. Charlín: le dijo que el juez lo apartó a un
costado y lo obligó a que lo llamara por teléfono. Que en
su momento le pareció un llamado singular y atípico y nunca
entendió por qué lo había llamado. Recordó que Pascual
hacía muy poco que estaba trabajando y lo notó muy
preocupado. Recordó que la nota periodística obrante a
fs.87 “la escribió con el fotógrafo al lado”. Luego de
serle leída su declaración testimonial ante la instrucción
obrante a fs. 191, en la que refiere que el Dr. Charlín lo
quería amedrentar y que tenía poder” señaló: “cuando una
autoridad te llama al teléfono es porque tiene un
objetivo, el cual era para hacerme sentir su autoridad
pero yo no le di importancia, no le di cabida”. Aclaró que
no se sintió intimidado pero que la comunicación tenía ese
objetivo, dijo que nunca vivió situaciones similares con
otros jueces federales. Explicó que la noticia ‘El Gallito
Canta’ mostrar lo ridículo del hecho a publicar. Dijo que
no le dio mayor trascendencia en su momento pero que hoy le
da otra connotación a los hechos sucedidos dentro del
Juzgado Federal. Señaló que para Pascual fue difícil la
situación vivida dado que hacía poco tiempo que estaba
trabajando. Dijo el testigo “que el objetivo era
amedrentarme como lo hizo con el fotógrafo”. Explicó que no
le dio margen a nada y que por eso Charlín no tuvo éxito
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se atribuía (“pórtese bien… tengo el ejército a mi
disposición”).
Con todo lo expuesto damos respuesta por la afirmativa
a la PRIMERA CUESTIÓN planteada, teniendo a José Antonio
Charlín como autor material y penalmente responsable de la
totalidad de los eventos criminales que le fueran
atribuidos, todo de acuerdo con cuanto fuera postulado por
la Fiscal General en debate. ASÍ VOTAMOS.
SEGUNDA CUESTIÓN:
¿Qué calificación legal corresponde dar a los mismos?
Los Doctores Luis Salas, Marcelo W. Grosso y Orlando
Arcángel COSCIA, dijeron:
Nuevamente razones de método y economía discursiva
aconsejan unificar explicaciones vinculadas a la pluralidad
de tipos penales en aplicación, en la medida que así sea
posible. En ese derrotero será respetado el pedimento de la
Fiscalía General, a excepción de un matiz relativo al
delito de abuso sexual simple, según explicaciones que
brindaremos infra. Veamos entonces la subsunción legal de
las conductas discernidas en autos.
a. Abuso de autoridad y Malversación de caudales
públicos, en concurso ideal (artículos 260, 248, 54 C.P.):
Tal como suele explicar la doctrina de forma unánime y
mayoritaria malversar hace referencia a una “mala
inversión”, a una inversión ilícita de caudales públicos y
ajenos por parte del agente responsable de los mismos. De
allí que correctamente se entiende en la actualidad que el
bien jurídico bajo tutela (dentro del enorme abanico que
patentiza el integrador título “Delitos contra la
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funcionales, trocó el destino de los mismos aplicándolos a
favor de otros no autorizados, aunque sin sacarlos del
ámbito o esfera de la misma gestión oficial. Los cargos y
análisis han comprobado la acabada consumación del tipo
penal al acreditarse testifical y documentalmente la
utilización de los dineros asignados a otros fines
distintos para los que habían sido dispuestos.
A su vez, en el discurrir de los sucesos imputados,
Charlín dejó sus huellas impresas en la infiel
administración pública. En efecto dictó en una oportunidad
una resolución y despachó en otra un oficio autorizando
compras, ambos al amparo de su firma y sello, para la
adquisición de objetos ajenos a los destinos originales
para los cuales los dineros habían sido asignados.
Es claro que el incuso, abusando de la autoridad que
fuera confiada, perturbó el orden y normal desarrollo de
cosa pública, afectando el bien jurídico tutelado.
La acción se ha visto plenamente concretada y acabada
en su realización al comprobarse el dictado de las
decisiones explicadas, siendo acertado el criterio de
Fiscalía al asegurar que “ley o reglamento” corresponde ser
interpretado en sentido amplio, es decir, comprensivo no
solo de las normas nacionales, sino también de las
provinciales o municipales, y los decretos en todas sus
especies y jerarquías.
La actuación de Charlín ha sido dentro del ámbito de
sus propias funciones, resultando él quien se encontraba
autorizado para disponer de los fondos en cuestión.
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Por el contrario, el acusado había hecho repetidas
referencias a los atributos físicos de Silvestre, a la
forma y apariencia de sus senos. Ello no tuvo ninguna otra
connotación que no fuere la descripción de deseos o
impulsos puramente sexuales.
Cuando sucedió el hecho la mujer estaba trabajando. El
acusado se le aproximó y la tocó por sobre el suéter y en
la espalda actuando por sorpresa, sin que hubiera ningún
motivo que lo justificase. El acto es abusivo pues el acto
pretendía tener un contenido sexual –que finalmente no
llegó a concretar por el rechazo que provocó en la mujer-
prescindiendo el acusado del consentimiento de la mujer.
Y aunque Charlín había emprendido antes del hecho,
propiamente tal, avances que degradaban a la damnificada a
la entidad de un objeto sexual en los que le hizo
referencias vinculadas con el tema de su figura –incluso a
que estaría acostumbrada a engañar a su marido- con la
mujer no tenía ninguna relación previa de la que pudiera
inferir la existencia de un consentimiento actual.
La defensa ha minimizado la importancia del hecho,
aduciendo que los avances podían ser calificados
simplemente como “conductas inapropiadas” que no tenían
relevancia penal. No puede compartirse esa interpretación.
Los delitos sexuales, si bien atrapan una constelación
de acciones y resultados que pueden ser descritos
materialmente, solo pueden ser delimitados adecuadamente si
se los entiende como una forma de expresión cuyo
significado debe ser encontrado en cada caso concreto.
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las referencias que se harán “infra” en el punto
respectivo.
c. Amenazas: Los “amenazas” imputadas a Charlín
discurren desde su forma simple (art. 149 bis del C.P.;
Hechos 5, 6 y 9), pasando por especies agravadas, tales
como la Coacción (art. 149 bis segundo párrafo del C.P.
-Hecho 8-; por tener como propósito compeler a otro a
hacer abandono del trabajo; art. 149 ter, inc. 2, apartado
b, último supuesto del C.P. – hecho 4) y por el uso de arma
(art. 149 bis, primer párrafo, segundo supuesto del C.P. –
hecho 7-).
Sostiene Tazza, que la amenaza es “cualquier acto por
el cual una persona, sin motivo legítimo, anuncia
deliberadamente a otro que quiere causarle algún mal
futuro”, agregando que “la noción del delito de amenaza es
enteramente objetiva y su esencia consiste en haber
querido infundir un temor y en haber realizado con ese fin
algún acto que pueda infundirlo”.
Agrega el citado autor que “la acción típica consiste
en hacer uso de amenazas… pero requiere de una de las
finalidades allí consagradas: puede ser tanto como alarmar
o amedrentar. Alarmar significa crear inquietud,
desasosiego, fomentar el sobresalto con la conminación de
un mal. Amedrentar, por su parte, importa tanto como
atemorizar, infundir miedo a un tercero”. (autor citado,
Código Penal de la Nación Argentina comentado, Parte
especial, Tomo I, Rubinzal Culzoni Editores, Año 2018,
página 678)
A partir de estas premisas doctrinarias es que
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los voy a poner a todos en caja, en este juzgado nadie
sabe trabajar…”, según recordaba la Secretaria Cánepa; “…
a esta yegua la voy a sacar, a mi me van a sacar pero acá
va a haber otro Excedo Jujeño…”, explicaciones de González,
recordando expresiones públicas del ex juez referidas a
Celia Traverso, etc.).
En función de lo expuesto, como ya algo dijimos,
ejerció de manera inapropiada –exorbitada, podríamos decir-
ese poder jurisdiccional con el que fue honrado, espetando
insultos y destratos generalizados, pero “amenazas” en
distintas formas y especies subsumibles en tipos penales
diversos, a propósito de sus fines personales.
Diversas manifestaciones de los testigos, dan cuenta
de actitudes desafortunadas o reprochables (parafraseando a
su propio Defensor) que no representan sino un errado y
autoritario manejo de poder que nada tiene que ver con la
“auto exigencia” que, según sus dichos, pretendió insuflar
al personal del Juzgado local (los “…iba a poner en caja…”
porque “…en este juzgado nadie sabe trabajar…”; testimonio
de la Dra. Canepa, ya citado).
Si le sumamos a ello la personalidad violenta que
mencionó y reconoció su Asistente Legal, explicada también
por todo el personal, no cabe duda que esa forma de ejercer
el poder, se tradujo en actitudes amenazantes con
significación jurídico penal, que dieron a entender –como
dice el autor citado- que se quería hacer un mal (mal que
estaba en perfectas condiciones de realizarlo), generando
inquietud, alarma y temor fundado en sus ocasionales
víctimas.
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recibió de Charlín temiendo por su vida, Almirall modificó
sus horarios de concurrencia al Juzgado para no encontrarse
con el juez, Traverso debió presenciar una comunicación
telefónica – que pudo o no haber existido - en la cual a
viva voz pedía que la hicieran desaparecer a ella, Pascual
fue retirado en solitario por el juez de un lugar público,
para decirle “… que tenga cuidado… ”, pidiéndole que lo
comunicara por teléfono con el responsable del diario, los
contratados de electoral eran advertidos de la posibilidad
de rescisión unilateral de sus contratos mientras personas
ajenas al Juzgado esperaban en mesa de entradas para acudir
en sus reemplazos ni bien presentaran sus renuncias.
¿Puede sostenerse seriamente de la simple lectura de
cuanto arriba decimos que los actos cometidos por Charlín
fueran sencillamente “desafortunados”, o simples reproches
laborales en el marco de facultades de dirección que sobre
ellos ejercía, o sencillamente, puertas afueras del
juzgado, constituían actuaciones del magistrado con el
entorno local para una mejor vinculación del organismo con
la sociedad toda?. De ninguna forma; entendemos, con el más
absoluto convencimiento y en función de las características
del delito en trato, que los hechos calificados como
amenazas – en sus distintas modalidades - encuadran sin
esfuerzo en los tipos penales escogidos, y ninguna
interactuación del ex juez, en los términos en que las
planteó desde su sitial de autoridad, encuentran la más
mínima justificación jurídica, reglamentaria, lógica o
racional para dispensarlas criminalmente en el legajo.
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La situación vivida por el personal durante esos
cincuenta y ocho días, superó ampliamente lo que podría
aparecer como tolerable y esperable de cualquier superior,
aun cuando éste trate de justificarlo en base a supuesta
“auto exigencia” que pretendía contagiarles. Alicia
Traverso lo calificó en la audiencia como “un acoso
continuo, dado que era el juez”, agregando que en ese
tiempo las secretarias dejaron de ser dueñas de sus vidas
porque debían estar allí hasta lograr que firmara el
despacho. Agregó la testigo que se apropió también de su
secretaria (Bauman), la llamaba a las dos de la mañana y en
vacaciones de julio se comunicaba también constantemente
porque quería cortarle la licencia a ella. Cánepa decía
también que cada vez que uno entraba al despacho, siempre
estaba con el teléfono, “hacía parecer que tenía
muchísimos contactos y que si ellos no cumplían sus
órdenes quedaban sin trabajo, esa era la sensación que se
tenía”. Dijo además la testigo que otra cosa que le llamaba
la atención era que “él decía –refiriéndose a Charlín- que
iba a traer a todos los suyos, de hecho trajo algunas
personas, intentó que trabajaran con ella o con la Dra.
Anocibar pero no lo logró, así que estuvieron sentados en
la biblioteca toda una mañana sin hacer nada”, hasta que
definitivamente se retiraron.
Manuel Bauman contó en audiencia, que ya se estaban
dando varias situaciones que hablaban entre compañeros, por
ejemplo “la chica que trabaja a la tarde como ordenanza no
quería trabajar a la tarde sola; tenía miedo” y que también
“el chico que trabajaba como ordenanza en la Secretaría
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responsabilidad funcional, por ejemplo con lo de la causa
de trata de personas de Lonquimay.
Mencionó la testigo que el personal venía a
plantearnos cosas que le pasaban con el juez. Recordó que a
Celia Traverso le decía “la conchuda” o “la yegua”, a María
Laura Alvarez le decía “el gato”, continuamente hablaba así
de las mujeres; el personal femenino no aguantaba y se
quejaba. Recordó que cuando sucedió este hecho de violencia
que presenció o escuchó Alicia Traverso, ésta salió
corriendo a la fiscalía a hacer la denuncia.
Manifestó que hubo una situación en que Charlín empezó
a romper paredes de machimbre, donde tomó un arma del
custodio y esa situación que percibió Alicia Traverso, la
hace estallar, y fue a denunciarlo a la fiscalía.
Es así, entonces, que cuando se habla de alarmar o
amedrentar a la víctima, se concluye que a partir de los
dichos (insultantes, agraviantes, denigrantes y a los
gritos) se coloca a la víctima en una situación en la que
espera, con temor fundado, una consecuencia que puede
ocurrir y dañarla.
Y estos insultos, gritos, conversaciones y hasta -si
se quiere- simulación de llamados telefónicos a viva voz
para que lo escuche el destinatario de la amenaza,
realizados por un juez que, aun tratándose de un subrogante
había sido designado por el Poder Ejecutivo con Acuerdo del
Senado, no hacen más que afirmar o asegurar, que cualquier
empleado con poca o mucha antigüedad en la justicia, sintió
sin lugar a dudas ese temor, no sólo a perder el trabajo,
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sabe cómo llegó hasta allí”-, o la situación que padeció
Almazán Aballay dentro de la diminuta cocina con Charlín y
Molinuevo, cuando el primero intentó sacarle el arma
reglamentaria cargada.
No era ilógico pensar que alguna muerte podía haber
ocurrido efectivamente. De ahí, que las situaciones vividas
por las víctimas de los delitos calificados como amenazas,
resultan indicativas de esos temores o amedrentamientos
exigidos por las figuras en trato.
Y precisamente, castigando el delito de amenazas, la
ley ha querido proteger la libre y sagrada determinación
del individuo ya que, este delito atenta, por un lado,
contra la libertad o tranquilidad espiritual de la víctima,
pero además y cuando hablamos de coacción, se anula la
libertad de determinación del individuo, ya que se ve
prácticamente obligado a actuar como se lo exige e impone
el autor, que, tratándose en este caso de un juez federal y
dirigido a los empleados del juzgado a su cargo, genera aún
más temor y hasta pánico por la situación implícita de
poder, ejercido en este caso, de una forma omnipotente.
Así, la calificación legal que corresponde a los
hechos de amenazas son los apuntados, respecto de lo cual,
daremos algunas precisiones.
En el caso de las amenazas coactivas del art. 149 ter,
inc. 2, apartado b, último supuesto, no se nos escapa lo
manifestado por la Sra. Fiscal en su alegato de cierre,
cuando nos ilustró sobre los antecedentes de la misma,
concluyendo que en el caso también tuvo esa amenaza, una
connotación política.
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plantilla que integraban en un potencial estorbo para
Charlín, con consecuencias impensables contra de ellos.
Todo lo cual, aún hipotético y de difícil concreción,
repasadas las vivencias que venían soportando, no podía
sino considerarse seguramente entre los agentes judiciales
involucrados.
Ninguna víctima recibió orden directa de renunciar,
mas entendemos innecesario ese resultado para que se
configure la causal de la amenaza agravada de la que
hablamos (cfr. en doctrina: Di Renzi, Luis “Delitos contra
la libertad”, en Manual de Derecho Penal, Parte Especial,
Ricardo Levene (h) –Dir-. Víctor P. Zavalía Ediciones, Bs.
As. 1976). Explica Carrara, que “…la noción del delito de
amenaza es enteramente objetiva, y su esencia consiste:
1º) en haber querido infundir temor; 2º) en haber
realizado, con ese fin, algún acto que pueda infundirlo…” y
agrega el maestro citando a Berger y Boehmer que “…
naturalmente, el mal con que se amenaza tiene que ser
injusto…”. (Carrara, “Programa de Derecho Criminal”, Tomo
IV, Ed. Temis, Año 2000, págs. 356, 359).
Sin perjuicio de que, como sostuvo la Defensa, quien
finalmente debía resolver en el caso la desvinculación del
agente contratado era la Corte Suprema de Justicia de la
Nación, ninguna duda cabe que el juez era quien poseía la
facultad de firmar y rescindir los contratos en forma
unilateral. Y esa circunstancia era conocida por los
contratados que concurrieron a la entrevista y fueron
sometidos a un interrogatorio que nada tenía que ver con
sus funciones, a quienes se les exhibió además la copia de
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intención que la de compeler a las víctimas a que
abandonaran sus labores, dejándole vía libre para sus
espurios fines según anticipamos.
Finalmente, tal como ha quedado establecida la
imputación aparecen como víctimas de la acción los agentes
contratados de la Secretaría Electoral. Corresponde aquí
decidir y seleccionar el vínculo jurídico penal entre la
conducta – o conductas - y los múltiples damnificados. Tema
no abordado por los Magistrados que intervinieron con
anterioridad, ni tampoco por los sucesivos órganos de
acusación.
Debemos decidir si corresponde unificar vía
interpretación dogmática –o no– una serie de eventos
idénticos que cumplen con todos los presupuestos de hechos
individualmente punibles a sancionarse con las reglas del
concurso real; o, de adverso, establecer frente a la
pluralidad de hechos criminales observados como
inaplicables las previsiones del concurso real dando paso a
la excepción conocida como “delito continuado”. Entendemos
a ésta última como la solución correcta; pasamos a
explicarnos.
En primer lugar decimos que aquellas amenazas
calificadas por las que debe responder Charlín no son
hechos independientes si no, precisamente, lo contario.
Y ello es así porque “… existe delito continuado y no
reiteración (concurso real) si los hechos no son
independientes, guardando entre sí una relación vinculante
que los convierte en un hecho único, no con pluralidad de
encuadre – concurso ideal -, sino consumado como si fuesen
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sentencia: artículo 149 ter, inc. 2, apartado b, C.P.,
respondiendo Charlín en calidad de autor, precediendo luego
a mensurar la sanción considerando sí la pluralidad de
afectados. Nuestro voto.
En orden a otra de las figuras agravadas, entendemos
que cuando hablamos de la utilización de “armas”,
obviamente que hacemos referencia tanto a las denominadas
propias como impropias. Vale aclarar que la propia defensa
catalogó como arma impropia la utilizada por Charlín para
amenazar a Bauman.
Sostiene la doctrina, que la utilización de un arma de
estas características –impropia- configura la agravante
cuando son “…usadas como tales de manera inequívoca…” y
que, además, “…el autor debe exhibir, blandir o mostrar el
arma, no bastando la portación oculta del arma…”.
(D’Alessio, Código Penal Comentado y Anotado, LL, 2006,
pág. 344).
Sabido es por todos, el enorme poder de lesionar que
contiene una trincheta, -elemento poseedor de un filo
peligrosísimo-, de manera tal que el sólo hecho de
colocarlo en el cuello de una persona, excede en demasía,
la exigencia mencionada por el autor citado, por más que la
misma esté cerrada, ya que el sistema de extracción del
filo es un acto más que sencillo pudiendo haber ocasionado,
con la colocación de la misma en el cuello de la víctima,
consecuencias trágicas. A mayor abundamiento, tenemos en
consideración que nada de esto sabía la víctima en la
emergencia la que fue sorprendida por detrás por el juez,
quien, colocaba en tan increíble situación, un arma en su
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humanidad.
La jurisprudencia ha sostenido, por un lado, que “…no
se exige para esta figura que las armas estén cargadas y
sean aptas para el disparo, desde que lo que cuenta es la
mayor posibilidad de atemorizar…” (C.N.Crim. y Corr.), pero
además que “…no se advierte motivo alguno para considerar
que la expresión ‘armas’ quiere decir una cosa en el art.
149 bis y otra en el art. 166, inc. 2º del Cód. Penal, por
lo que es plenamente aplicable al primero la doctrina que
ha establecido que el elemento arma simboliza un objeto
apto, en el caso concreto y según el modo en que fuera
utilizado, para dañar y que la ofensividad del arma
consiste en su aptitud para funcionar de modo dañoso en el
caso…” (SC Buenos Aires). Ambos citados por D’Alessio en la
obra a la que se acudiera, pág. 344).
Agregamos a lo dicho, por último y respecto a las
amenazas, que en el caso del hecho del que resultara
víctima la Dra. Bertolozzi, -coacción-, la ley impone una
exigencia que está referida a que la víctima haga, deje de
hacer o tolere algo contra su voluntad, lo que justifica
que se acuda a la figura de la coacción.
Como sostienen Breglia Arias-Gauna en su conocido
Código Penal Comentado, “…mientras las amenazas tienen por
objetivo la pura libertad espiritual del individuo, la
coacción atiende a su libertad exterior, pues tiene por
finalidad determinar la conducta…”.
En el caso, la obsesiva necesidad que le generaba la
posibilidad de, aunque duela decirlo, la muerte del juez
titular, fue lo que llevó a Charlín a exigirle a una
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profesional del arte de curar, la confección de un
certificado que sabía perfectamente que no podía serle
otorgado en las condiciones en que era requerido, negándose
la galena por ir en contra de la ética profesional, lo que
motivó la amenaza de sufrir un mal, que sin lugar a dudas,
la víctima entendió como posible.
Como dijimos al referirnos a la materialidad de este
hecho, Charlín, luego de coaccionar a Bertolozzi, llamó por
teléfono a los superiores de la profesional, para poner en
su conocimiento la negativa de la profesional a su insólito
pedido, por lo que ese mal que pudo suponer la víctima, no
fue solamente el que podía dañar su integridad física, sino
el de alguna consecuencia injusta que afectara su situación
laboral. No nos olvidemos, que quien llamó a Buenos Aires
para, en cierta forma, denunciar, fue un juez federal, con
la carga que puede conllevar para el receptor del pedido u
orden, en el marco de la personalidad de ese ocasional
interlocutor.
Corresponde agregar que en los casos identificados
como nros. 6, 7 y 8, los mismos deben ser calificados
además, como cometidos en situación de violencia de género,
cuestión ésta la que trataremos en un punto específico.
d. Daño (dos hechos en concurso real; arts. 183 y 55
C.P.): Los hechos materia de atribución penal han
comprometido y menoscabado en su valor elementos materiales
por daños efectivamente irrogados por el autor, afectando
al bien jurídico penal tutelado.
Tal lo expuesto arriba el deterioro producido a los
bienes no tiene en el tipo penal cuantificación, pudiendo
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e. Situación de violencia de género: Los hechos
descriptos “supra” como “2”, “6”, “7” y “8”, deben ser
considerados como actos de violencia contra la mujer (ley
26.485).
Compartimos en ese punto las consideraciones dadas por
el Tribunal Oral Criminal Nro. 9 de la Capital Federal, en
el caso “Juan Carlos Semeniuk”, Sentencia de 16/3/2012,
cuando afirmó “que aunque es evidente que por imperio del
art. 18 C.N. sólo pueden ser objeto de pena hechos de
violencia que satisfacen los elementos de la figura legal,
ello no exime de considerar que la violencia contra la
mujer, en importante cantidad de casos, no está
constituida por un hecho aislado que se resume en los
elementos de la tipicidad, sino por una situación dinámica
y más o menos perdurable, multiforme, y no necesariamente
típica, que debe ser aprehendida de modo contextual como
un continuum, aunque para la punibilidad sólo sea lícito
tomar en cuenta los hechos aislados que satisfacen una
figura legal determinada. Esta comprensión contextual del
continuum, que examina de modo dinámico la conducta del
imputado y de la presunta víctima, las relaciones de
dominio, sometimiento y subordinación, es pertinente en la
apreciación de la prueba de los hechos típicos, en la
medida en que ofrece una perspectiva adecuada establecer
el mérito de la acusación.” Señala el fallo, “que se aboga
sobre la necesidad de superar la valoración “estática” de
una conducta en función de su manifestación en un momento
y lugar preciso, y lo imperioso de percibir la violencia
de género como un fenómeno continuado de violación de los
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Se tiene en cuenta el estándar de valoración aplicable
a hechos que constituyen actos de violencia contra la
mujer, en los términos de los artículos 1 y 2.a de la
Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y
Erradicar la Violencia contra la Mujer, definido en la
primera disposición como “cualquier acción o conducta,
basada en su género, que cause muerte, daño o sufrimiento
físico, sexual o psicológico a la mujer, tanto en el
ámbito público como en el privado”. En especial, resulta
pertinente examinar el sub-judice a la luz de lo dispuesto
por el artículo 2.b de esa Convención en cuanto declara que
“Se entenderá que violencia contra la mujer incluye la
violencia física, sexual y psicológica: (…) b. que tenga
lugar en la comunidad y sea perpetrada por cualquier
persona y que comprende, entre otros, violación, abuso
sexual, tortura, trata de personas, prostitución forzada,
secuestro y acoso sexual en el lugar de trabajo, así como
en instituciones educativas, establecimientos de salud o
cualquier otro lugar, y c. que sea perpetrada o tolerada
por el Estado o sus agentes, donde quiera que ocurra”.
El tribunal entiende que los hechos referidos deben
ser calificado como un acto de violencia contra la mujer,
por razón de su género, en tanto “las agresiones aparecen
especialmente dirigidas contra las mujeres”, como “mayor
blanco de ataque (por su) sexo” (cfr. Corte IDH, caso
“Perozo y otros vs. Venezuela”, sent. de 28 de enero de
2009, Serie C, Nro. 195, párr. 295).
Para poder precisar en qué consiste el término
“violencia de género”, que es claramente un elemento
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Por él se estableció en su artículo 1° que "se
entiende por violencia contra la mujer cualquier acción o
conducta basada en su género, que cause muerte, daño o
sufrimiento físico, sexual o psicológico a la mujer tanto
en el ámbito público como en el privado".
A su vez, el artículo 2° indica que “Se entenderá que
violencia contra la mujer incluye la violencia física,
sexual y psicológica: a. que tenga lugar dentro de la
familia o unidad doméstica o en cualquier otra relación
interpersonal, ya sea que el agresor comparta o haya
compartido el mismo domicilio que la mujer, y que
comprende, entre otros, violación, maltrato y abuso
sexual; b. que tenga lugar en la comunidad y sea
perpetrada por cualquier persona y que comprende, entre
otros, violación, abuso sexual, tortura, trata de
personas, prostitución forzada, secuestro y acoso sexual
en el lugar de trabajo, así como en instituciones
educativas, establecimientos de salud o cualquier otro
lugar, y c. que sea perpetrada o tolerada por el Estado o
sus agentes, dondequiera que ocurra”.
Con respecto a los deberes estatales, dicha convención
establece en su artículo 7° que “los Estados Partes
condenan todas las formas de violencia contra la mujer y
convienen en adoptar, por todos los medios apropiados y
sin dilaciones, políticas orientadas a prevenir, sancionar
y erradicar dicha violencia y en llevar a cabo lo
siguiente:.. f. establecer procedimientos legales justos y
eficaces para la mujer que haya sido sometida a violencia,
que incluyan, entre otros, medidas de protección, un
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Cuando esto sucede, no puede construirse una sociedad en
armonía, porque nunca podrá serlo si se torna natural
discriminar a la mitad de seres que componer su cuerpo
social….” (conf. Causa Nº 14.243- Sala II – “Amitrano
Atilio Claudio” s/recurso de casación).
Ley nro. 26.485, de “Protección integral a las mujeres
para prevenir, erradicar y sancionar la violencia contra
las mujeres en todos los ámbitos donde desarrollan sus
relaciones interpersonales” tiene por fin prever y
sancionar las conductas que históricamente colocaron a las
mujeres y niñas en una posición subalterna al género
masculino.
La referida Ley 26.485, en línea con las normas
propias del Derecho Internacional de los Derechos Humanos a
las que ya nos hemos referido, define a la violencia contra
la mujer como: “toda conducta, acción u omisión que de
manera directa o indirecta, tanto en el ámbito público
como privado, basada en una relación desigual de poder,
afecte su vida, libertad, dignidad, integridad física,
psicológica, sexual, económica o patrimonial, como así
también su seguridad personal. Quedan comprendidas las
perpetradas desde el Estado o por sus agentes. Se
considera violencia indirecta a los efectos de la presente
ley, toda conducta, acción u omisión, disposición,
criterio o práctica discriminatoria que ponga a la mujer
en desventaja con respecto al varón.” (artículo 4).
En suma, la violencia de género es violencia contra la
mujer, pero no toda violencia contra la mujer, es violencia
de género. En este contexto la violencia es poder y el
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Los Doctores Luis Salas, Marcelo W. Grosso y Orlando
Arcángel COSCIA, dijeron:
Pena de prisión: No existen -ni han sido alegadas-
causales de justificación o de inculpabilidad que
conviertan en lícita la conducta del acusado, o impidan
efectuarle un reproche penal.
A tal fin se considera la modalidad de los hechos, el
tenor de lo expresado por el imputado en su declaración
indagatoria y los informes psiquiátricos y psicológicos que
se le realizaran –señalados "supra" y que fueran
incorporados por lectura en el presente juicio- todo lo
cual establece que José Antonio Charlín pudo comprender la
criminalidad de sus actos y tuvo pleno dominio de sus
acciones (art. 34 del C.P.).
Que conforme se han resuelto las anteriores
cuestiones, corresponde ahora individualizar la pena que
corresponde imponer a José Antonio Charlín.
A tal fin consideramos justo imponerle la pena de
cinco años de prisión.
Advertidos de la prohibición de doble valoración de
circunstancias a los fines que propone el punto, la extrema
gravedad del caso sujeto a decisión nos obliga a prestar
especial atención a todos los elementos disponibles. Así,
consideramos como agravantes: a) en los hechos descritos
como “2”, “6”, “7” y “8” que han sido realizados contra
mujeres, en un contexto de violencia de género; b) el
impacto social que ha ocasionado en la comunidad pampeana,
en general, la pluralidad -y concentración en el tiempo- de
acciones ilícitas realizadas por Charlín como único juez
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alcanzan al conjunto de imputaciones formuladas (cuatro
años de inhabilitación).
Esa pena responde para a un tipo penal concreto cual
es el del artículo 248 del catálogo sustantivo.
Lo cierto es que consideramos que los hechos
ventilados en el debate importaron todos ellos una
situación de abuso del ejercicio del cargo de juez que
estaba realizando el acusado que a los fines de establecer
la pena a imponer debe ser ponderado adecuadamente a los
fines de concluir en la imposición de la pena justa.
Dada la facultad que nos permite la ley, esa pena
justa a construir, según nuestro leal y humilde
entendimiento, debe ser completada o compuesta mediante la
utilización de aquella que contempla el artículo 20 bis del
código penal. Así entendemos satisfacer correctamente el
camino a cubrir entre la magnitud de la pena y el injusto
establecido, a la hora de enlazarlos en la imposición de
una sanción.
Por otro lado, esa inhabilitación especial que
decidimos incluir agrega prevención general especial que,
por la gravedad de los eventos juzgados debe necesariamente
tener reflejo en la decisión.
Dejamos bien aclarado que, aun existiendo doctrina y
jurisprudencia que autorizaría excepcionalmente la
concurrencia entre la inhabilitación prevista en los tipos
penales en la parte especial y la inhabilitación particular
del artículo 20 bis del C.P., no recurriremos a esa fórmula
por entender que ello agravaría in malan parten la
situación del imputado. Ergo, anticipamos aplicar una
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Al respecto pareciera ser que en el caso particular no
habrían operado las causales previstas en la Ley 24.018 que
excluyen a Magistrados del régimen jubilatorio específico
(artículo 24); y del mismo observamos, también
liminarmente, que Charlín no permaneció en el cargo el
tiempo mínimo previsto por el artículo 9 inc. a, para
consolidar aspiraciones al mencionado régimen.
Pero cuanto expresamos lo hacemos en la precariedad
interpretativa de no ser competentes en la materia, ni
mucho menos órgano llamado a decidir en el punto. Será
entonces la Administración Nacional de la Seguridad Social
(ANSES) la que en su momento resuelva disponiendo de los
antecedentes del interesado, los que incluirán, claro está,
copia de la presente sentencia a los fines que pudieran
corresponder.
Obiter dictum: Dejamos algunas consideraciones que
interpretamos hacen a nuestra responsabilidad como
Magistrados atentos, como ya anticipamos, a considerar que
este caso reviste gravedad institucional.
Quienes suscribimos este fallo somos personas con
muchos años de servicio en el Poder Judicial. Pero en todos
estos años nunca hemos vivido, ni aún visto, algo similar a
cuanto hemos presenciado en este juicio. Nunca hemos
asistido a la realización de tanto daño a un grupo de
trabajo dentro de un tribunal de justicia,
independientemente del fuero o instancia, protagonizado por
el juez a cargo de la dependencia, actuando al falaz amparo
argumentativo de mejorar los estándares de trabajo del
organismo.
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detectar estas situaciones, para detectar estos “jefes”,
para anticiparse a la generación de tanto daño. Un equipo
que sepa distinguir una simple disconformidad con una forma
de conducir la oficina judicial de un caso como el aquí
juzgado.
Estamos convencidos por lo vivido en audiencia que
solo la fortuna dispuso no lamentar a la fecha una víctima
fatal. La utilización de armas propias e impropias por el
procesado y la continua agresividad descontrolada sobre los
agentes judiciales, pudo haber terminado con la vida de
alguno de ellos, sea por un disparo, por un corte letal o
por una descompensación física terminal producto de las
violencias morales soportadas. Varios de ellos aún hoy
siguen con tratamientos para recuperarse de lo vivido.
Fueron cincuenta y ocho días de infierno en el Juzgado
Federal de La Pampa, días vividos en soledad y pesar por
sus integrantes, sin acciones rápidas que los asistieran
ante semejante situación.
La tragedia pudo también haber tenido su reverso a
cuanto arriba decimos: el descontrol de un agente judicial,
de un familiar, o de un amigo íntimo de estos, sobre el
“juez agresor” con acometimiento físico sobre el mismo, con
consecuencias igualmente graves e impensables, amplificando
estrepitus social de una caso generador de vergüenza ajena.
Es más, no podemos dejar de recordar los colapsos físicos y
mentales de otros particulares involucrados, tal como ha
sido el que sufrió la titular del Centro Nacional de
Reconocimientos Médicos local, Dra. Perla René Bertolozzi,
profesional que declaró con vos quebrada en juicio y el
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departamento judicial para el caso de ser designado el
aspirante.
Creemos incluso que siendo el candidato a Juez un
Abogado, los Colegios profesionales también deberían
sentarse a pensar en este tema, todo a propósito de la
condición de auxiliares directos y privilegiados de la
actividad judicial que revisten los Colegas. Ellos, que
integran los Consejos de Magistraturas, también son
perjudicados directos de los magistrados mal seleccionados
y puestos en los cargos, siendo un ejemplo cabal en el
legajo el caso “Almirall”, en su condición de Agente Fiscal
AFIP ante el juzgado federal local. Recuérdese incluso que
el imputado interpeló a un jefe regional solicitándole la
desafectación del letrado de sus funciones (acción que
también ejecutó sobre la responsable del Servicio Médico
comunicándose con su propia jefatura).
El caso “Charlín” ha mostrado tanto, pero por sobre
todo tan dramático escenario, por lo cual entendimos que
nuestra función no podía agotarse con el dictado de la
sentencia. Debíamos, y así lo estamos haciendo, responsable
y respetuosamente, informar del fallo a las diferentes
autoridades y actores que aportan a la conformación de esta
rama del gobierno, dejando el tema en sus manos y mejores
oficios para que discutan y decidan la pertinencia o no de
acciones a futuro en sus ámbitos específicos, con el fin
último de que esto no vuelva a ocurrir.
Así hemos resuelto comunicar la sentencia a: Corte
Suprema de Justicia de la Nación, Consejo de la
Magistratura del Poder Judicial de la Nación; Departamento
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MARCELO W. GROSSO
ORLANDO A. COSCIA
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