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El control de plazo razonable en

una investigación penal

Si nos remontamos años atrás, antes de que se instaure la reforma procesal penal
en el país, es decir, previamente a que entre en vigencia el Nuevo Código Procesal
Penal, podíamos observar despachos fiscales y judiciales abarrotados de
expedientes y carpetas sin decisión firme y peor aún, sin avance alguno en estas
causas. Dicho problema generaba un descontento generalizado en la población,
que no veía satisfecho su derecho a una tutela procesal penal efectiva y mucho
menos a un plazo razonable.

Este fenómeno anómalo y perjudicial en la administración de justicia veía su mayor


inconveniente en sede pre jurisdiccional, es decir en las sedes del Ministerio
Público ya que, con el modelo procesal propugnado por el Código de
Procedimientos Penales de 1940, los Fiscales, guardianes de la legalidad en
nuestro país y titulares de la acción penal no se veían sujetos a un plazo legal para
llevar a cabo los actos de investigación y completar los mismos; es así que el
tiempo en la investigación se definía de acuerdo al criterio de los Fiscales y la
excesiva demora en el trámite de investigación de las denuncias penales se
justificaba aludiendo a que existía demasiada carga procesal o que aún no se
había cumplido el objeto de la investigación. Ante tal escenario, cabe recordar la
frase acuñada por Montesquieu: "Mi libertad es el derecho de hacer lo que las
leyes me permiten.”

Nuestros Fiscales solamente hacían lo que la ley les permitía o en todo caso lo
que la ley no les ordenaba; no tenían un plazo definido para llevar a cabo sus
investigaciones preliminares antes de formalizar una denuncia penal ante el Poder
Judicial y por este motivo se daba una excesiva e injusta prolongación afectando
derechos constitucionales de las personas como el Derecho a la Presunción de
Inocencia, el Derecho a un Plazo Razonable y finalmente al Derecho de la
Interdicción a la Arbitrariedad, reconocido por el Tribunal Constitucional de nuestro
país en sede prejurisdiccional o fiscal.

Ante este, y muchos otros inconvenientes del antiguo modelo procesal surge el
Nuevo Código Procesal Penal del año 2004, que descansa sobre la base del
modelo Acusatorio – Contradictorio. Con la entrada en vigencia de esta nueva
legislación procesal se definieron detalladamente todas las etapas que debía
atravesar un Proceso Penal y estas se caracterizaban por tener límites temporales;
una de estas etapas correspondía a la Investigación Penal en sede policial o fiscal.

La primera etapa del nuevo proceso penal es la Investigación Preparatoria que


contiene a su vez a dos sub fases, la etapa de diligencias preliminares en virtud del
cual el Fiscal, con apoyo o no de la policía se ocupa de las primeras diligencias de
investigación a fin de encontrar los primeros recaudos y pruebas para determinar si
existen pruebas de cargo o descargo que sustenten o desestimen la noticia
criminal y la Investigación Preparatoria propiamente dicha que ocurre si de las
diligencias preliminares existe indicios de delito, se ha individualizado al presunto
autor y no existe causa de extinción penal; si concurren estos requisitos se emitirá
la Disposición de Continuación y Formalización de la Investigación Preparatoria.
Esta etapa es, con las grandes diferencias, un símil de la formalización de la
denuncia penal en el anterior modelo procesal penal.

El plazo de la Investigación Preparatoria formalizada es de 120 días naturales,


pudiendo prorrogarse por única vez por 60 días si la investigación tiene
circunstancias particulares que la llenen de complejidad, dicha complejidad se
puede fundar en pluralidad importante de delitos o de partes procesales,
numerosos actos de investigación o la necesidad vital de varias pericias o
gestiones, en este caso, el Fiscal deberá emitir una disposición señalando la
ampliación y motivando la necesidad de esta medida.

Pero, ¿Qué sucede si el Fiscal no cumple con los plazos determinados por el
artículo 342º NCPP y prolonga más allá de los días determinados la
investigación?; surge la herramienta del Control de Plazo como alternativa a
quienes se vean perjudicados por una extensión injustificada de la investigación,
resulta claro que dicho mecanismo sirve para evitar una desigualdad entre el
perseguido y el perseguidor (Fiscalía), toda vez que el investigado no tiene por qué
asumir los costos de la falta de diligencia del Ministerio Público, entender lo
contrario sería incentivar una afectación directa al Derecho de Defensa y al
Debido Proceso por medio de la desigualdad de armas y facultades.

Entonces, en caso los plazos se vean superados, las partes pueden acudir al Juez
de Investigación Preparatoria, conocido también como Juez de Garantías y
solicitar la conclusión de la Investigación Preparatoria; es en este punto que se
fijará fecha para una audiencia donde se debatirá la pertinencia del Control de
Plazo en presencia del Fiscal y las demás partes. Después de escuchar a los
sujetos procesales se emitirá la resolución correspondiente. Si la resolución ordena
la conclusión, el Fiscal tendrá 10 días para formular requerimiento acusatorio o
solicitar el sobreseimiento de la causa según corresponda.

En conclusión, esta figura del Control de Plazo resulta sumamente importante y


beneficiosa para evitar la arbitrariedad en las actuaciones del Ministerio Público,
lucha contra la existencia de investigaciones permanentes en el tiempo, contra una
discrecionalidad pocas veces controlada y contra el sometimiento innecesario de
las personas investigadas a sospecha. Dicha alternativa ha significado reivindicar
al imputado y a los derechos que veía vulnerados con el modelo procesal penal
antiguo y genera la satisfacción de saber que actualmente las investigaciones
penales tienen un control en beneficio de las partes como debe ser en todo Estado
Constitucional de Derecho.

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