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Reflexión metalingüística

Para empezar la versión 1 de mi autobiografía, releí la que había


presentado a principios del cuatrimestre para lograr ubicarme otra vez dentro del
contexto y dentro del género autobiográfico, pero sabiendo que en esta instancia
tendría que mezclarlo con el género ensayístico. Cuando había escrito ya tres
párrafos de esa primera versión, me detuve, no sabía cómo seguir. Las ideas
estaban pero no tenía claro de qué modo quería hacer progresar el texto, recordé
entonces que Álvarez (1999) dice que el ensayo tiene carácter subjetivo y
proyecta la personalidad del ensayista, además de que es lógico que tome
aspecto de una divagación ya que sigue la línea de un pensamiento, por lo que
continué siguiendo esa línea.

Una vez que hube terminado esa primera versión, comencé a fijarme en
el léxico utilizado, si mantenía el hilo del tema, si ambos factores (el léxico y el
tema) estaban bien conectados. Utilicé tres citas a lo largo del texto y controlé
que todas estuvieran bien introducidas y que no quedaran colgadas o sueltas
(consultando el protocolo para citar de la UNL). Mi objetivo era lograr, como
dice Palmira Massi (1997), un diálogo creativo donde las voces y las palabras de
otros se fundieran con las propias. Reemplacé palabras complejas por
expresiones que fueras más comprensibles y que no se prestaran a la
ambigüedad, ya que Reyes (1999) dice que un requisito importante que debe
cumplir la información expuesta es la claridad, además de ser veraz y suficiente.
Otras veces, en cambio, agregué expresiones más cotidianas porque, como
Álvarez sostiene, el ensayo permite estos giros coloquiales.

Al estar produciendo un texto de carácter puramente personal, sustituí en


ocasiones la primera persona del plural por la del singular, ya que lo importante
es demostrar a partir de mis vivencias personales, y no de las experiencias como
grupo de estudiantes.

A veces aparecían las mismas palabras en oraciones seguidas o muy


próximas, por lo que las reemplacé. Incluso tenía cacofonías como:
cuidadosamente y mágicamente, una de las cuales sustituí.

En todo momento hay que tener en cuenta la intención comunicativa, la


cual según Reyes (1999) siempre es comunicar no sólo información, sino
también pensamientos y emociones. En mi caso, a veces la olvidaba y me
preguntaba si tal o cual expresión era acertada/apropiada en ese contexto y para
el lector al que está dirigido el texto. Pero teniendo en cuenta que para Álvarez
(1999) el ensayo está ligado a la reflexión libre y a la perspectiva del autor,
mantuve el tono reflexivo pero cargado con un cierto estilo propio.

En cuanto a las correcciones de la versión dos, me concentré más en los


aspectos que había dejado pasar en la primera revisión. Tenía algunos párrafos
que no estaban bien conectados, y parecían remitir a ideas sueltas, no a un hilo

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Kiener, Ma. Laura
temático. Me faltaba aquello que Dora Riestra (2006) denomina “relaciones
anafóricas” y que son las que permiten conectar un párrafo con el anterior, y
configuran también una progresión temática. Entonces agregué algunas
expresiones que remitieran a lo anterior y de ese modo logré conectar ambas
ideas.

En otra ocasión, cambié el tiempo verbal de dos palabras porque no me


pareció el correcto. Agregué una oración para ejemplificar con mi propia
experiencia lo aprendido en la cátedra (cuando hablo de la constancia).

En cuanto a los conectores, aquellas piezas lingüísticas que relacionan


segmentos textuales, según Calsamiglia y Tulsón (1999), comprobé que hubiera
la cantidad suficiente y que no se repitieran en contextos muy cercanos. Fueron
utilizados especialmente los que introducen operaciones discursivas: de punto de
vista (por ejemplo: a mi entender, creo que), los de tematización (respecto a) y
los de ejemplificación. Además de los metatextuales: los continuativos
(entonces) y los espacio- temporales (antes, después).

Al momento de lograr la coherencia, recurrí a las cuatro reglas de


Charolles (1978): la mayor parte de las proposiciones están encadenadas en base
a la repetición de algunas palabras; constantemente aparece información nueva,
por lo tanto el desarrollo del texto va progresando; me enfoqué en no contradecir
ninguno de mis planteos; y por último relacioné los hechos representados en el
texto con mi experiencia en el cursado de la cátedra.

Un factor importante que dejé para la última parte de la revisión fue el


título. Pensé otros dos posibles títulos además del que tenía en mi autobiografía
anterior, pero me pareció mejor, por más que haya una gran diferencia entre una
y otra, dejar el título que tenía antes: “Crecer a grandes letras”. Porque al fin y al
cabo, ambas autobiografías hablan de mi aprendizaje y mi crecimiento respecto
a la escritura, tomándolo desde distintas perspectivas y en esta última con mayor
conocimiento, pero en ambas denoto un progreso, una evolución.

Controlé, casi al final y como última revisión, que la sintaxis y los signos
de puntuación estuvieran del modo correcto. ¿Por qué toda la revisión está
divida por partes? Para que una vez solucionadas todas las otras cuestiones, no
se me pasara nada por alto. Lo central es ir enfocándonos en algunos aspectos en
cada revisión, y en la otra controlar los restantes, así logramos una corrección
mucho más completa, y no por encima o “superficial” como dice Falchini
(2010).

Al final de todo, controlé que el texto cumpliera los requerimientos del


protocolo de publicación de la UNL.

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Kiener, Ma. Laura
Bibliografía:

 Álvarez, M(1999). Tipos de escritos II. Exposición y Argumentación. Madrid,


Arcos libros.
 Calsamiglia Blancafort, H., Tusón Valls, A. (1999) Las cosas del decir. Manual
de análisis del discurso. Barcelona, Ariel (Cap.5)
 Falchini, A. La escritura periodística: un tejido de voces en Taller de Escritura
I. Periodismo y Comunicación. Santa Fe. UNL. 2010.
 Falchini,A.- Palachi,C. Pensar la lectura y la escritura. Un acercamiento a los
textos de estudio, investigación y divulgación científica. Santa Fe.UNL. 2012.
Capítulo 4 (Primera parte) y Capítulos 3-4-5 ( Tercera parte).
 Malher, Paula. (1998).Cuando el lenguaje habla del lenguaje. Buenos Aires.
Cántaro.( en fotocopiadora)
 Massi, P. Las citas en la comunicación académica escrita. En Revista
Iberoamericana de Educación. N° 36/5.
2005. http://www.rieoei.org/deloslectores/1011Palmira.PDF
 Mostacero, R. (2004) “La construcción de la escritura personal a partir del
discurso del otro”, en: Lingua Americana, Año VIII Nro.15 (pp 63-79)
 Reyes, G(1999). Cómo Escribir Bien en Español. Manual de Redacción.
Madrid, Arcos libros.
 Riestra, D. Usos y formas de la lengua escrita. Buenos Aires. Novedades
Educativas. 2006. Capítulos 4,5 y 6

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Kiener, Ma. Laura

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