Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
LOS
MÍSTICOS
DEL SOL
Prefacio de Serge Hutin
PLAZA&JANES, S.A
Editores
Título original:
LES MYSTIQUES DU SOLEIL
Traducción de
DOMINGO PRUNA
PROLOGO
INTRODUCCIÓN
PRIMERA PARTE
EDMOND ROSTAND
Para conocer a los hombres, hay que conocer sus dioses; pero los hombres ocultan
cuidadosamente a sus dioses verdaderos.
PAUL VALéRY
P R E F A C IO
Por ser el Sol el astro que ilumina nuestro planeta, aquel sin el cual ninguna vida
sería posible aquí, se comprende mejor aún la presencia de ese astro central en muchas
tradiciones y leyendas. Es más, nos damos cuenta mejor de la fuerza incomparable que
pueden tener las vías espirituales y los itinerarios iniciales en los que ese astro
resplandeciente tiene el papel más importante.
Pero, ¿no existirían hombres de carrera excepcional que habrían tenido (los
astrólogos sabrían sin duda explicarnos el porqué) su carrera meteórica marcada por el
«signo» Sol?
¿No se trataría únicamente de una vida en la que el astro del día hubiera tenido
un papel privilegiado, sino de un destino en el que los acontecimientos y la suerte se
orientarían, se determinarían alrededor de esa gran imagen arquetípica?
Un escritor humorístico del siglo pasado escribió una pequeña obra maestra de
ingenio en la que, parodiando las hipótesis astronómicas tan caras entonces a los
historiadores de las religiones, se divertía demostrando que Napoleón Bonaparte no
había existido nunca, que no era más que el tipo mismo del mito solar personificado.
Pero lo más extraordinario, ¿no sería justamente ver en el Emperador no sólo el
personaje
(tan real) de fantástico destino, sino al ser cuya carrera (como la de Alejandro Magno)
asumía las dimensiones de un verdadero mito solar realizado?
¿Qué punto común existe entre esos personajes? El de ser cada uno, en su
género, «místicos del Sol» que interpretaron su papel en un drama simbólico a escala
terrestre.
La presencia de Adolf Hitler entre los «místicos del Sol» podría extrañar a
primera vista; es porque la obra no ha dejado de tener en cuenta, no sólo los ciclos del
Sol visible (el de la bóveda celeste), sino también los del «Sol negro», del «Sol de los
muertos». Es conocida la leyenda iniciática egipcia del periplo de la barca solar (la del
dios Ra).
Después del ocaso, continúa su periplo —en sentido inverso— a través de las
regiones infernales, para resurgir, en Oriente, para un nuevo amanecer.
¿No podría tener esta leyenda, entre sus significados, un sentido en relación con
el desarrollo de la Historia terrestre?
He aquí una de las preguntas que nos hicimos después de haber cerrado este
libro apasionante y fascinante.
SERGE HUTIN
PRÓLOGO
El Sol negro
Los adeptos del culto solar han tenido
siempre presente un segundo sol, místico éste, y que
los magos y los alquimistas han dado a conocer con
el nombre de «Sol negro». Para los hijos del Sol, en
efecto, una evolución ulterior estaba reservada a los
planetas: la Tierra, como los otros, se transformaría
en sol cuando su desarrollo hubiera terminado.
Aquel nuevo sol estallaría a su vez cuando su
máximo de intensidad hubiera sido alcanzado, y así
sucesivamente. A tenor de ese análisis vemos cómo
podía nacer un nuevo zodíaco, una nueva matriz
para nuestro sistema solar.
Pero, en el plano humano, los seres
insuficientemente evolucionados seguían prisioneros
del Sol y no se beneficiaban del nuevo traslado.
Podemos así notar la profunda discriminación
establecida por esa grandiosa cosmogénesis. El
Sol visible, para los antiguos, no era el centro y el
padre de los otros planetas, no era más que una
emanación del Sol central, el famoso «Sol negro».
Únicamente éste era la fuente invisible y espiritual de
la mecánica celeste: una verdadera «central de
energía», de espiritualidad «condensada» de la que
emanaban las almas y adonde retornaban
finalmente. Este disco luminoso, especie de
contratipo de nuestro Sol aparente, fue
«recuperado» por los alquimistas y los magos que
hicieron de él la emanación del LOGOS divino, que
quema nuestra alma para la eternidad. Su aparición
únicamente es soportable para los «iniciados »;
conquistadores como Cambises, rey de Persia, que
quisieron mirarlo de frente, se volvieron locos y se
perdieron en las arenas del desierto. Sólo puede
concebirse una iluminación comparable a la que
recibió un Zoroastro, un Akenatón o un Juliano.
Federico II de Hoenstaufen, como adepto de
la alquimia y de la astrología, invocó también al «Sol
negro», del mismo modo que Hitler lo haría más
tarde para su desgracia y la de los pueblos
mantenidos en la ignorancia de esta gestión.
NOTAS DE LA INTRODUCCIÓN
Introducción
Introducción
JULIANO O «HELIOS-REY»
Introducción
y Merezhkovski añade:
Es de sobra evidente que un hombre cuya
alma atraviesan semejantes pensamientos,
semejantes bloques inflamados, como meteoros en
la noche, no es ni corso, ni italiano, ni francés, ni
europeo, ni siquiera un hombre de nuestra historia,
ni quizá de nuestro eón cósmico. Criatura de otros
siglos, «solar», se asfixia en este siglo «lunar»,
donde el Sol envejecido es pálido como la Luna. Nos
aplasta involuntariamente con su pesada enormidad,
como un monstruo antediluviano (15).
Esta VIA SOLAR de la que habla
Merezhkovski, Bonaparte había de esperarla ocho
años aún, antes de redescubrirla, en el jardín de las
Tullerías, mientras su mirada estaba fija en un cartel
así concebido:
BONAVENTURE GUYON
PROFESOR DE MATEMÁTICAS
CELESTES,
13, calle de la Estrapade, 13
da consultas infalibles sobre todo cuanto
pueda interesar, el PORVENIR FELIZ O INFELIZ de
las ciudadanas
o ciudadanos de París. Predice, en particular,
los futuros triunfos de la Patria. Revela a las
muchachas el seductor que las amenaza, y el esposo
que hará su dicha. Descubre a los padres la carrera
en la cual sus hijos hallarán la fortuna y la
celebridad. Y por estas profecías patrióticas, sólo
acepta una RETRIBUCIÓN VOLUNTARIA,y
únicamente en el caso de que demuestre su CIENCIA
DE LAS COSAS FUTURAS por la muy exacta
revelación de LAS COSAS PASADAS.
DIRIGIRSE TODOS LOS DÍAS
A LA CASA SUSODICHA DESDE LA SALIDA
HASTA LA PUESTA DEL SOL
El Gabinete de consulta está en el último
piso, frente a la escalera 13, calle de la
Estrapade, 13
Sin que lo sospechara, el ocultismo acababa
de llamarle y se disponía a revelarle la prodigiosa
aventura cuyo héroe iba a ser. Oficial sin destino y,
por tanto, libre de todo compromiso, Napoleón se
dirigió sin tardanza hacia la calle de la Estrapade...
La profecía de Orval
Existe otra profecía relativa a Napoleón, la de
Orval. Su precisión es tan asombrosa que algunos
han dudado de su autenticidad. El célebre ocultista
del siglo xix, Stanislas de Guaita, defendió con vigor
la profecía
que él hacía remontar al Renacimiento. Su
autor sería «el solitario de la abadía de Orval».
El monasterio de Orval se sitúa en
Luxemburgo. Como fuere, he aquí el texto profético
tal como fue transmitido y comentado por Stanislas
de Guaita en La cié de la magie noire (París, 1897):
En aquel tiempo, un joven (Napoleón) venido de
ultramar (Córcega) al país del celta galo se
manifestará con consejos de fuerza (Tolón,
Vendimiario, campaña de Italia), pero los grandes a
quienes estorbará (los miembros del Directorio) le
mandarán a luchar en los países del cautiverio
(reminiscencia bíblica: Egipto, lugar del cautiverio de
Israel).
La victoria le conducirá al país primero
(retorno de Egipto). Los hijos de Bruto (los
republicanos), harto estúpidos, estarán a su lado,
pues los dominará (18 Brumario) y tomará el
nombre de Emperador (1804). Muchos altos y
poderosos reyes sentirán verdadero temor, y su
águila quitará muchos cetros y muchas coronas.
Infantes y jinetes portadores de águilas y sangre
como moscas en el aire recorrerán con él toda
Europa, que quedará muy pasmada y muy
ensangrentada (guerras continuas del Imperio).
Será tan fuerte, que creerán que Dios luchará
con él. La Iglesia de Dios muy desolada por la
impiedad revolucionaria se consolará un poco viendo
abrir sus templos a sus ovejas totalmente
extraviadas (consecuencias del Concordato) y Dios
será alabado.
Pero está hecho. Las lunas han pasado y el
anciano de Sión (el Papa) maltratado (cautiverio de
Fontainebleau) clamará a Dios, y he aquí que el
poderoso (Napoleón) será cegado por pecados y
crímenes. Abandonará la gran ciudad con tan bello
Ejército como jamás hubo igual en ninguna parte
(leva en masa para la campaña de Rusia, 1812),
pero en ninguna parte el guerrero aguantará contra
la faz del tiempo (anatema contra los
conquistadores, cuyos días están contados). La
tercera parte y más de la tercera parte de su Ejército
perecerá por el frío del Señor poderoso (es preciso:
retirada desastrosa de Moscú). Entonces habrán
transcurrido dos lustros desde el siglo de desolación
y he aquí que las viudas y los huérfanos clamarán a
Dios, y los altos rebajados (príncipes franceses y
nobles emigrados o también los soberanos
extranjeros) recobrarán su fuerza y se unirán para
abatir al hombre tan temido.
Así vendrá con muchos guerreros la vieja
sangre de los siglos (retorno de los Borbones gracias
a los ejércitos coaligados), que recobrará sitio y lugar
en la gran ciudad (primera Restauración:
El grupo Thule
La criptocracia china
El examen del equipo dirigente chino nos
revela su carácter oculto de «central de energía» o,
si se nos apura, de criptocracia, es decir, de sociedad
secreta política de tipo superior análoga a la
SINARQU1A capitalista o a la «tercera fuerza negra»
de inspiración fascista. La complejidad de las
estructuras y del organigrama del partido comunista
chino hace de éste una de las asociaciones dirigentes
más cerradas que existen. Sabemos que hay,
todavía en la actualidad, sociedades secretas chinas
en los Estados Unidos, en Malasia, en Filipinas, en
África, en Inglaterra y, de una manera general, en
toda el Asia del Sudeste.
Estas sociedades secretas se valen todas de
la organización HUNG, análoga a nuestra F.*. M»**
occidental, es decir, al carácter «solar» de su
iniciación.
Parece, pues, evidente que el conocimiento
de las teorías particulares del comunismo chino pasa
por el conocimiento del pensamiento tradicional de
China, ese pensamiento tradicional que desempeña,
en el seno de la China actual, un papel mucho más
importante de lo que las apariencias pudieran dejarlo
creer.
Ya en 1935, un autor como B. Favre
destacaba el carácter político de la organización
Hung o TRIADA, particularmente en los disturbios de
Indochina y de Malasia. Este papel político es
inseparable de su carácter popular, pues las
sociedades secretas chinas se apoyan en lo que el
marxismo suele llamar el proletariado. Según Jean
Chesneaux, los comunistas,
hacia 1925, no ponían en duda el carácter
popular y revolucionario de esas asociaciones. En
definitiva: Están íntimamente ligadas a las luchas
que el pueblo chino libra infatigablemente contra sus
adversarios del interior y del exterior (1).
En julio de 1936, el «Sol rojo ardiente», el
valeroso y futuro presidente Mao Tsé-tung había
dirigido, en nombre del Comité central del
P. C, un llamamiento a los hermanos de la
«Sociedad de los Antepasados y de los Antiguos»,
que terminaba con estas palabras: (...) Esperamos,
deseamos acoger con entusiasmo a los jefes de los
Antepasados y de los Antiguos de todo el país, a los
jefes de todas las «logias de la montaña», a los
hermanos chinos de los cuatro puntos cardinales que
enviarán representantes de todos los grupos y todos
aquellos que acudan personalmente a realizar con
nosotros nuestro proyecto de salvar el país. Os
esperamos y os acogeremos calurosamente.
¡Haced que renazca el viejo espíritu
revolucionario de los Antepasados y de los Antiguos!
¡Que los Antepasados y los Antiguos se unan para
abatir al Japón y salvar a China!
¡Larga vida a la Liberación nacional china!
El presidente del Gobierno popular soviético
chino
MAO TSé-TUNG
A partir de esta época y hasta la victoria
contra las tropas del Kuomintang,
o sea, el 1947, los acontecimientos entre el P.
C. chino y las sociedades secretas surgidas del
movimiento Hung van a multiplicarse.
El estudio de éstas estaba, por lo demás,
inscrito en el programa de instrucción de mandos de
la revolución china durante el período de
colaboración de los comunistas con el Kuomintang.
Ahora bien, su director era Mao y él fue quien sacó
provecho de sus conocimientos en la materia durante
la «Larga Marcha». Cuando tuvo lugar aquella
expedición, uno de los jefes de la «Tríada» se pasó a
las filas de Mao y se vio encomendar importantes
responsabilidades. Se trataba de Liu-zhi-dan.
El famoso mariscal Zhu-de, futuro
comandante jefe del Ejército popular chino, apodado
el «Napoleón rojo», había salido igualmente de la
«Tríada».
La penetración de estas sociedades en el
partido comunista revela, pues, una importancia
cierta a los ojos de los observadores que no están
cegados por una insondable ignorancia. Actualmente,
gran número de dirigentes comunistas provienen
directamente de las sociedades secretas.
El gran maestre de la Sociedad de los
Antepasados y de los Antiguos, Wu-chi-wang, fue el
decano del Comité central del P. C. y sin duda por
iniciativa suya se crearon sociedades secretas
directamente vinculadas al partido.
En este caldo de cultivo que no deja de
recordar el período precedente a la subida de Hitler
al poder, las sociedades secretas chinas apuestan
por tres caballos diferentes: unas forman la quinta
columna japonesa, otras la armazón de la Policía
nacionalista, las terceras, por último, los futuros
mandos del partido comunista. Su único punto
común es el odio a los occidentales, sean rusos o
británicos, holandeses o franceses.
Efectivamente, en un manuscrito que
poseemos, el papel de la sociedad Hung en la
sublevación de las antiguas posesiones holandesas
de Insulindia es ampliamente puesto en evidencia.
Asimismo, las actividades de la sociedad
Hung en Indochina francesa fueron determinantes en
las transferencias políticas en beneficio del naciente
partido comunista vietnamita. Las obras de Louis
Roubaud publicadas
antes de 1939 que trataban de la situación
(aparentemente en calma) en esa parte del mundo,
ponen de relieve el apoyo que los nacionalistas
indochinos hallaron en estas «logias»
establecidas principalmente en Cholón (2).
Es natural, pues, ver a Mao pagar sus deudas
de 1946 y articular su partido siguiendo el esquema
de las sociedades secretas. La organización misma
del P. C. hace muy difícil, por ejemplo, cualquier
juicio en 1970 sobre los verdaderos objetivos de la
sociedad Hung.
¿Es preciso creer, como Rene Alleau (3) que
esta sociedad está actualmente
preparando a China para tornarse el
instrumento de la «paz universal » tal como es
concebida allende el río Rojo y sin tener en cuenta
los obstáculos que se alzan todavía antes de la
dominación del mundo?
Esto no es imposible y adquiere incluso una
resonancia particular si nos paramos a pensar en los
últimos acontecimientos registrados en China. Nos
referimos a la revolución cultural.
Se nos ha antojado, en efecto, que ciertos
lemas y algunas consignas de los guardias rojos
estaban directamente inspirados por la línea de
pensamiento de la célebre «Tríada». En particular el
hecho referido por bastantes observadores, que
consistía en cortar las coletas (símbolo de la antigua
dominación extranjera manchú) y a perseguir a los
usuarios de zapatos puntiagudos, caza directamente
inspirada en el ritual de la sociedad Hung que no
admitía más que las sandalias de punta roma por
motivos místico-mágicos que explicaremos más
adelante.
En cuanto a la revolución cultural en sí y a
sus famosos guardias rojos, no es sino el reflejo
moderno de unos acontecimientos más antiguos.
¿Acaso no se vio, al final del Imperio manchú
(final que fue acelerado por la sociedad Hung), las
mismas escenas que debían repetirse medio siglo
más tarde?
(...) Este despotismo de la gente joven, que
ejercía un poder sin medida ni control, iba
acompañado de un verdadero terror. Se cortaban a
la fuerza las coletas en todas las esquinas, se
derribaban los altares de las divinidades tutelares de
los barrios y se prohibían las prácticas rituales a las
que estaban apegados los cantoneses por
costumbres
muy tenaces y por supersticiones más
tenaces aún que las tradiciones arraigadas (4).
Se nota que los periodistas que se han
extasiado sobre la originalidad de la revolución
cultural hubieran debido estudiar con algún provecho
la historia de China antes de pronunciarse.
JULIANO
ALLARD (Paul), Julien l'Apostat, París, 1903.
BAYARD (J. P.), le Monde souterrain,
Flammarion, 1961.
BENOIST-MéCHIN (J.), l'Empereur Julien ou
le Réve calciné, Clairefontaine,