La ciencia y la filosofía contemporáneas distinguen habitualmente los hechos de los
valores. La ciencia moderna por un lado, y las filosofías empiristas y positivistas por otro, instauraron la idea de que existen datos objetivos capaces de ser verificados empíricamente. Sobre este supuesto, se denomina ‘’hecho’’ a cualquier cosa o suceso real, capaz de suministrar algún dato sensorial perceptible por cualquier ser humano directamente o por medio de instrumentos. Es cierto que la ciencia se construye a partir de esos hechos, e intenta explicarlos. Sin embargo, las elecciones y decisiones de los seres humanos no pueden basarse solo en conocimiento de hechos desnudos y necesitan basarse en preferencias. De manera que todo acto de querer o rechazar presupone alguna preferencia. Preferimos unas cosas u otras porque reconocemos en ellas ciertas casualidades de distintos tipos. Pues bien, esas cualidades de las cosas que nos hacen preferirlas son precisamente los valores. Un valor es la estimación de un hecho que acompaña ineludiblemente a la percepción del mismo y nos hace preferirlo. Así, por ejemplo, son valores: la belleza de un amanecer, la utilidad de un instrumento o la bondad de una persona. Le ética, a diferencia de la ciencia, trata sobre los valores que deben ser realizados. Por ello, R. Potter, el creador de la palabra ‘’bioética’’, concibió la necesidad de: ‘’ una nueva disciplina que combinara el conocimiento biológico con el conocimiento de los sistemas de valores humanos’’. Por otra parte, hoy sabemos que la diferencia entre hechos ‘’objetivos’’ y valores ‘’subjetivos’’ no es tan tajante. Se había llegado a pensar, por influencia del positivismo, que los hechos son totalmente fiables, porque son descripciones puras de la realidad tal y como es. Y se presuponía que están protegifos de todas las exageraciones o deformaciones en que pueden incurrir los sujetos. Mientras que los valores, por ser subjetivos, carecerían de objetividad y fundamento universal, y sería imposible argumentar sobre ellos. Sobre estos supuestos, los científicos, que pretendían ser objetivos, querían que la ciencia tratase sólo de hechos, y dejara los valores para la ética o política. Sin embargo, los valores nunca están ausentes en actividad humana alguna, porque los seres humanos reconocemos valores en todos los hechos y no podemos evitarlo. Ya que no es posible vivir sin valorar. Además, los hechos también están ‘’construidos’’ a través de un proceso mental y lingüístico en el que intervienen múltiples factores históricos, culturales y filosóficos. De modo que en la construcción de los hechos intervienen los valores y viceversa.